La melliza de Adrik Cash

By irinalee34

4.9K 248 63

Alessandra Cash es la melliza de adrik Cash, ¿cómo reaccionara ante la llegada de Jude? ¿Qué opinara sobre lo... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
TEMPORADA 2
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8

Capítulo 7

275 13 2
By irinalee34

—Bienvenida —le dijo Aleixandre como un guía turístico mientras lo señalaba todo con los brazos extendidos—. Este vestíbulo, la sala de estar y los dos pisos superiores son los únicos lugares en todo Tagus que están tal cual fueron hechos en su momento. Lo demás empezó a añadirse y a remodelarse cuando mi padre estudiaba aquí. ¿Qué te parece?

—Es interesante —opinó brevemente Jude—. ¿Por qué ya no se llama Hermandad de 1974?

—Solo porque a mi padre le pareció que sonaba a secta —fue su respuesta—. Ahora sígueme por favor.

Empezó a guiarla por un pasillo en donde había cuadros y diplomas enmarcados, tal vez de miembros anteriores.

—¿Tú no tienes pensado unirte a algún club? —preguntó—. Hay muchos en Tagus.

—Después de haber visto la serie Scream Queens no creo que sea buena idea —respondió.

Soltó una risa.

—Eres graciosa, Jude.

Uy, sí. Yo moría de la risa.

—Bueno, Aegan debe de estar afuera —comentó Aleix, e iba a decir más, pero de pronto se dio cuenta de algo y se detuvo.

Casi me choqué con él porque se quedó mirando hacia un lado donde había otro pasillo. Eché un vistazo con curiosidad y me fijé en que, al fondo, había una puerta medio abierta.

—Esa puerta no debería estar abierta —murmuré.

—¿Por qué? —preguntó de chismosa Jude.

—Tú, por favor, sigue hasta el final y saldrás al área donde está Aegan —fue lo que respondió, de nuevo como un guía—. Nosotros iremos en un momento.

Puse una mano tras el hombro y la impulsé con suavidad más allá del inicio de ese pasillo para que caminara.

No le quedó otra que hacerme caso. Siguió sola. Por un instante miró hacia atrás y nos vio pernos por el otro corredor.

—¿Qué haces?

—Tu solo mira por la ventana.

Aegan estaba cerca del establo. Por desgracia, no estaba solo. Lo acompañaban un par de chicos y un trío de chicas a quienes ya había visto varias veces cerca de él. No podía decirse que fueran sus amigos, pero siempre eran los mismos, así que eran considerados como las personas que Aegan prefería para hacer algunas actividades, tal vez porque eran más importantes que el resto.

Jude caminó hacia Aegan, muy campante. Apenas él vio su fabulosa presencia yendo en su dirección, la enorme sonrisa con la que había estado contando algo empezó a reducirse con lentitud al mismo tiempo que su ceño se hundía en una clara expresión de que no entendía qué demonios hacía ella ahí. Fue un gesto tan épico que lo habría grabado solo para guardarlo como momento histórico.

Alzó una mano para disculparse y se acercó a ella a paso poderoso antes de que Jude llegara.

—¿Qué haces aquí? —soltó apenas se detuvo frente a él, nada contento.

—He venido con Aleixandre —se defendió rápido.

—Agáchate —dice mi hermano y eso hago, unos segundos más tardes, volvemos a ver la situación.

Él miró en todas las direcciones como buscando algo, luego volvió a mirarla, severo, con los ojos de un gris casi transparente, intensos y amenazantes.

—¿Y se ha hecho invisible o lo traes guardado en el bolsillo?

—Me ha dicho que ahora vendría —contesté, confiada.

—Pobrecita, que ingenua—susurra mi hermano soltando una risita aniñada.

—Te amo Aleix, ningún hermano me da estos momentos que me das tú.

—Lo sé. Ahora déjame seguir escuchando.

—Se ha debido de quedar dentro... —masculló como estúpida.

Ahora Aegan tenía los brazos cruzados y una asombrosa cara de ira que no me hacía ninguna gracia. Solo le faltaba repiquetear con el pie la hierba de forma repetitiva.

—¿Entraste aquí por tu cuenta? —escupió, perdiendo la paciencia —. Es un sitio privado, Jude.

—No, no; en serio he venido con Aleixandre —dijo, defendiendo de nuevo su verdad—. Pero no sé dónde está.

—Puedo denunciarte por esto —amenazó, y luego decidió no tener piedad—: No, voy a denunciarte.

—Pero ¡¿por qué te molesta que esté aquí?! —soltó en voz bastante alta, aplicando dotes de actriz indignada—. ¡Solo he venido porque quiero pasar tiempo contigo!

—Baja la voz, ¿qué te pasa? —dijo, enfadado.

—Es que... ¡¿qué problema hay con que sepa qué haces en este lugar?! —agregó a su falso drama.

—Jude... —intentó callarle con una voz de ultimátum, pero lo siguiente lo dijo aún más fuerte y con mayor decisión de novia tóxica:

—¡Quiero ir a donde tú vayas, así que aquí me quedo!

Iba a perder la paciencia. Esperé que la perdiera. Solo que, en serio, a veces subestimaba a Aegan.

Mantuvo la mandíbula y todo el cuerpo tenso con unas notables ganas de taparle la boca con una almohada hasta que dejara de respirar, pero forzó una sonrisa.

—¿Sabes qué? Sí que es una buena idea que te quedes —me dijo para mi sorpresa, y cambió su voz a esa de amigabilidad habitual—. Estaba a punto de hacer algo divertido con el grupo y me encantaría incluirte.

—¿En serio? —replicó como novia emocionada e intrigada—. ¿Qué es?

—Vamos a cabalgar —dice y el rostro de Jude palidece.

—¡Yo quiero ir! —digo y al parecer Aegan me escuchó, ya que se dio la vuelta intentando localizarme.

—Cállate—dice Aleix mientras nos agachamos para no ser descubiertos—. Ve con Adrik.

—Okey. Nos vemos, hermano.

Me dirigí hasta el establo que no se encontraba muy lejos, y allí encontré a Aegan junto a Jude.

¿Dónde está Driki?

—¿Qué haces aquí, mocosa?

—Busco a mi hermano favorito.

—Pues aquí estoy —dice con una sonrisa.

—Busco a Adrik—corrijo y Jude suelta una carcajada.

—No sé dónde está, y deberías considerar esos favoritismos que tienes.

—Ajá, voy contigo.

—¿A dónde?

—A dar una vuelta en Lamborghini —digo con ironía—. Es obvio que a cabalgar, tarado.

—Hoy no, te compro lo que quieras, pero hoy no.

—Acepto. Lo que yo quiera, tengo testigos —digo señalando a Jude.

—¿Cuándo e incumplido yo?

—Cuando no, es la pregunta correcta.

—¿Qué caballo quieres montar? —preguntó a Jude.

—Bueno, no lo sé, tú los conoces más... —se atrevió a decir, aunque no estaba segura de que lo que soltara fuera lo correcto.

—Esta es Nube —dijo, y le acarició la cara con afecto—. Te irá bien, es muy especial.

—¿Por qué es especial? —inquirí, curiosa.

—Es la yegua de mi caballo Hades. —Eso se oyó agradable, hasta que carraspeó y con malicia añadió—: Pero solo si a Hades no le gusta la principal. En ese caso, lo juntamos con esta preciosa porque estamos seguros de que la montará. Hay ciertas similitudes con nosotros, ahora que lo pienso...

—¿En serio? ¿Similitudes entre Nube y Hades, y tú y yo? —ella rió, burlona—. No lo creo. Al menos tu caballo tiene un mínimo de oportunidad de, digamos, «acostarse» con Nube, pero tú de hacerlo conmigo...

—Jude, ¿te has visto con esa ropa? —señaló, y usó un tono de falsa vergüenza—. No sé ni dónde termina tu espalda y empieza tu culo.

Agarrenme porque lo mato. Yo odiaré a Jude, pero esos comentarios no son adecuados ni para un cavernícola.

—¡Aegan! —chille colérica—. ¡Si vuelves a decir eso te cortare las pelotas!

Aegan preparo a Nube y Jude se quedó mirándola por un rato.

—Anda, Jude, ¿qué esperas? ¿Una foto? —se burló Aegan desde su montura.

Dio un paso con seguridad. Luego, sin pensarlo demasiado, con una determinación y una confianza casi concedida por los dioses del Olimpo para verle triunfar, colocó el pie izquierdo sobre el estribo y se impulsó hacia arriba.

En vez de terminar arriba, sentada victoriosa, quedó tumbada boca abajo sobre la silla.

Las risas estallaron en ese mismo momento. Unos «jajajás» tan intensos que retumbaron en mi cabeza y empeoraron la situación. Como no logró estabilizarse o acomodarse o hacer alguna jodida cosa decente, no le quedó otra que volver al suelo, donde casi perdió el equilibrio.

Es difícil odiarla cuando tengo complejo de héroe y quiero defenderla porque sé cómo se siente que te humillen de esta manera y no me parece correcto.

No puedo hacerlo, bueno sí que puedo.

—Jude no vendrá —dijo Aegan entre risas—. Será para la próxima.

—¡Eres un hijo de puta, Aegan Cash! —le grite y todos se callaron, comenzando a galopar.

Exhalé con fuerza y me fui de ahí dando zancadas. Entré de nuevo en la casa, caminando rápido y con furia, como un camión sin freno rumbo a la salida para volver a mi apartamento. Mientras, no paraba de preguntarme: «Por qué mi hermano es un machista retrogrado, hijo de puta? Y, sobre todo, ¿por qué no lo he matado aún?».

Tuve que pararme en seco apenas crucé el pasillo porque estuve a punto de llevarme a alguien por delante.

—Adrik —dije al reconocerlo.

—En efecto, hermana. Que observadora.

—Siempre tan simpático. Quiero matar a Aegan.

—¿Qué hizo ahora?

—Machismo.

—Ya sabes cómo es, ignóralo.

—¡No puedo ignorarlo! ¡Es molesto!

—Voy al establo, ¿vienes?

—Sí —respondo y me dirijo allí nuevamente.

—Antes había una cocinera en casa que siempre preparaba platos con pimientos —dijo sin razón alguna mirando a Jude.

Puse cara de que no entendía a qué venía eso.

—¿Qué...?

Siguió con su relato, a pesar de mi pregunta y mi tono extrañado:

—Cada vez que me sentaba a comer, encontraba un pimiento en mi plato. En cada comida, incluso en los sándwiches. Así, de forma inesperada, y yo no entendía por qué si era obvio que no quería ni verlos. Tú eres como esos pimientos. Apareces hasta donde no debes.

—A mí tampoco me gusta que coincidamos —soltó, malhumorada.

—Los pimientos son tan asquerosos —murmuró él, para sí mismo—. Tienen ese sabor raro...

—Ya lo he entendido —aclaró con detenimiento para que dejara el tema.

—Aegan debe de estar por llegar...

—No quiero verlo, acaba de hacerme hacer el ridículo.

—Bueno, ese lo hiciste tu solita —digo.

—¿Cómo he podido perderme eso? —se queja Adrik.

—No te preocupes, quizá Aegan ordenó que me grabaran para verlo y masturbarse más tarde —dijo, todavía algo molesta—. Es obvio que le excita ser tan cruel. No le encuentro otra razón.

—Bueno, no lo sé, siempre hemos tenido cuartos separados, pero en su historial de navegación había cosas bastante raras...

—Tú también cabalgas —señaló.

—¿En serio? ¿Cómo lo has adivinado? —respondió con sarcasmo, sin apartar la mirada del teléfono.

—El sarcasmo es tu vida, ¿no?

—No hay nada más por lo que respire —aseguró.

—De acuerdo, conoces Tagus más que yo —suspiró—. ¿Sabes dónde puedo encontrar un instructor? Necesito aprender a montar a caballo.

—Nosotros somos instructores.

—Ajá —resopló, entornando los ojos—. Es en serio. Quiero aprender.

Él frunció el ceño y la evaluó.

—¿No me crees?

—No.

—¿Por qué? —preguntó con tranquilidad, aunque desafiándola —. ¿Por qué no crees que somos instructores?

—Bueno, porque...

—¿Porque...?

—Porque... mmm...

—¿Somos Cash?

—No —mintió con la barbilla en alto.

—Sinceramente, pensé que la discriminación social era cosa del pasado. —Chasqueé la lengua, negando con la cabeza—. Pero mira, aquí está Jude discriminando a alguien por un apellido.

—Entonces, ¿quieres aprender o no? —pregunté mientras me alejaba.

—Con aprender al menos cómo subirme al caballo, basta —dice.

—Quizá hiciste el ridículo porque crees que se trata solo de subirse al caballo y ya —comentó Adrik de repente, tratando de tranquilizar al animal, que no dejaba de dar vueltas.

—No sé nada de caballos, así que no me molesta que me digas lo bruta que soy —dije, de mala gana, pero lo dije.

—No tiene gracia decirte algo que ya sabes. —Se encogió de hombros. Luego extendió una mano hacia ella e hizo un gesto con los dedos—. Acércate —pidió.

Él le acercó al animal y habló:

—Es muy manso y tranquilo —añadió Adrik al notar su poca seguridad.—. No le tengas miedo.

—No se lo tengo —confesó mientras trataba de respirar con calma —. Lo que me da miedo es no gustarle.

Yo solté una risa tranquila sin despegar los labios. Y empecé a acariciar al caballo y tras unos segundos empezó a removerse con menor inquietud, reaccionando al tacto.

—Los caballos no son como las personas —expliqué, sin dejar de acariciar al animal—. No te juzgan, no se burlan de ti, no te odian. Son puros y sensitivos. Pueden estar de mal humor, pero si te rechazan no será por quién eres o por cómo eres, sino por las intenciones con las que te acerques.

—Sabes bastante sobre caballos —concedió, dando más pasos.

—Me gustan —admití con sencillez—. Todos los animales me gustan, pero a los caballos los conozco más porque he montado desde pequeña.

—Ahora te subirás a él —dijo Adrik.

Primero Adrik le explicó dónde debía poner el pie y cómo impulsarse hacia arriba. Después, al intentarlo, falló. Tomó aire y volvió a indicarle los pasos. Iba a fallar en su tercer intento, pero él terminó aupándola por la cintura.

No quiero ser hermana tóxica, pero me dan celos.

—Oh, Dios, estoy arriba —dijo, mirando hacia los lados con una sonrisa de satisfacción en la cara y yo asentí.

—No voy a odiar a nadie este año, ¿recuerdas lo que dijiste en enero? —me recuerda Adrik en un murmuro.

—Cierto...

—Lo demás será sencillo —dice a Jude.

—Gracias, yo... —intentó decir, aún entusiasmada, pero él la cortó.

—Estoy aquí para enseñar a cualquiera que necesite aprender, no te confundas —zanjó con un tono neutral.

Perdón, pero eso me dio una satisfacción inimaginable.

Oí unos relinchos y Hades entró a toda velocidad al campo de prácticas.

Se detuvo en una estúpida e irreal pose imperiosa con Aegan sobre él, quien se bajó de una manera ágil, demostrando que aquello se le daba más que bien. En su rostro resplandecía esa insoportable sonrisa de superioridad.

—Parece que Driki hace milagros —dijo, mirando a Jude sobre el caballo—. Puede hacer que un cactus aprenda a sobrevivir en el frío, si quiere.

Abrí la boca para rebatirle épicamente, pero Adrik intervino e hizo algo que ni en un millón de años me habría esperado.

—Yo acabo de llegar —mintió con indiferencia—. No tengo nada que ver.

Y, sin decir más, me tomo de la mano y nos fuimos caminando hacia la casa. 

Continue Reading

You'll Also Like

4.5K 235 12
"𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐞𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬" "𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐞𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐥...
70.4K 4.7K 38
-si tanto me amas alejate de mi...-dijo el con desdén. -de que sirve alejarme si al final se que no dejare de amarte,si no me amas dímelo-dijo daisy...
7.3K 1.6K 64
‧₊˚┊🥀 ━ 𝒯 𝙷𝙸𝚂 𝚂 𝒲𝙷𝙰𝚃 ℐ𝚃 ℱ𝙴𝙴𝙻𝚂 ℒ𝙸𝙺𝙴 *˚₊ ♡̵ °◌̊ 📍 𝑪𝑶𝑽𝑬𝑹 𝑺𝑯𝑶𝑷 🌸 ᜊ ⸰˖ֹ⁠ ۪𓈈. 𓂃 And I would do whatever you wanted ...
3.3K 198 15
Las aventuras de Isabella Evans continúan, ¿pero qué pasará cuando se entere del bombón que entró a la escuela? Es una obra de Vince Marcello, todos...