let me be her (completa)

By milanolivar

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Ser organizadora de eventos no es fácil, y ser la organizadora de eventos de tu padre le añadía un doble grad... More

𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏: ¿𝒅𝒂𝒇𝒏𝒆?
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐: 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑: 𝒔𝒆́ 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒐𝒚 𝒕𝒖 𝒕𝒊𝒑𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒: 𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒐𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂 𝒂𝒓𝒄𝒉𝒆𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓: ¿𝒂𝒖́𝒏?
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔: 𝒍𝒂 𝒓𝒖𝒊𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟕: 𝒆𝒍 𝒑𝒐𝒔𝒕𝒓𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟖: 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟗: 𝒃𝒖𝒓𝒃𝒖𝒋𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟎: ¿𝒑𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆́ 𝒆𝒍𝒍𝒂?
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟏: 𝒆𝒍 𝒐𝒃𝒔𝒆𝒓𝒗𝒂𝒕𝒐𝒓𝒊𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟐: 𝒐𝒓𝒈𝒖𝒍𝒍𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟑: 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊, 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟒: 𝒔𝒐𝒍𝒆𝒅𝒂𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟓: 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟔: 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝟖:𝟖
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟕: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟖: 𝒉𝒐𝒍𝒅 𝒎𝒚 𝒉𝒂𝒏𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟗: 𝒏𝒊 𝒕𝒆 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒊𝒏𝒂𝒔 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟎: 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒂𝒈𝒖𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟏: 𝒆𝒍 𝒂𝒔𝒄𝒆𝒏𝒔𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟐: 𝒍𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒗𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟑: 𝒂𝒇𝒕𝒆𝒓 𝒉𝒐𝒖𝒓𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟒: 𝒎𝒂𝒎𝒂́
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟓: 𝒉𝒂́𝒃𝒍𝒂𝒎𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟔: 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟕: 𝒐𝒋𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒐𝒋𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟖: ¿𝒒𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒆𝒓𝒆𝒔, 𝒏𝒐𝒂𝒉 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏?
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟗: 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒏 𝒑𝒊𝒆𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟎: 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒅𝒊𝒋𝒐 𝒋𝒂𝒏𝒆 𝒂𝒖𝒔𝒕𝒆𝒏...
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟏: 𝒍𝒂 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟐: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟑: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒐𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟒: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒕𝒓𝒆𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟓: 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔, 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟔: 𝒅𝒊𝒂 𝒅𝒐𝒔, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟕: 𝒉𝒆𝒓𝒆 𝒘𝒆 𝒈𝒐 𝒂𝒈𝒂𝒊𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟖: 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒐𝒅𝒊𝒐𝒔𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟗: 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟎: 𝒅𝒊𝒈𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒓 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟏: 𝒍𝒐𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟐: 𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒆𝒍𝒈𝒖𝒆𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟑: 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟒: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒂𝒚𝒖𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟓: 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟔: 𝒂𝒃𝒊𝒈𝒂𝒊𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟕: 𝒍𝒖𝒄𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟖: 𝒎𝒊𝒓𝒂𝒓 𝒂𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟗: 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆 𝒂 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟎: 𝒔𝒂𝒍𝒊𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒋𝒆𝒓𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟏: 𝒂 𝒑𝒍𝒆𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒔𝒕𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟐: 𝒂𝒇𝒓𝒐𝒏𝒕𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟑: 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒈𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟒: 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒕𝒊𝒅𝒊𝒂𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟓: 𝒇𝒐𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒋𝒐́𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟕: 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒆𝒎𝒂𝒊𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟖: 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒆𝒎𝒑𝒊𝒆𝒛𝒂...
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟗: 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆́𝒓𝒅𝒂𝒎𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔𝟎: 𝒊𝒕 𝒘𝒂𝒔 𝒓𝒆𝒂𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔𝟏: 𝟓 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆
𝒆𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐

𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟔: 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔

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By milanolivar

M-e-n-t-í-a. Men-tí-a. Mentía con todas las letras del abecedario de la A a la Z. A pesar de que Piper me dijese que era cierto, Noh me mintió en la cara y sin pestañear. Primero me dijo que estaba conduciendo, luego se excusa con que estaba en una reunión, pero yo era la loca por pensar que mentía. Definitivamente estaba completamente loca. Estaba perdiendo la cabeza poco a poco y ya no sabía si lo que sentía era verdad, era mentira o todo era una invención de mi mente que estaba comenzando a pudrirse a causa de los traumas.

Era sábado, pero Noah tenía trabajo y, aunque me parecía raro, ella no se comportaba de manera diferente y tenía la puerta de su despacho abierta mientras hablaba por teléfono frente al ordenador.

—La tipografía que me pides no está dentro del presupuesto, Brody. Pero... Claro. Si quieres algo que sea exclusivo, te lo puedo dar. —Noah se rascó la coronilla con la mano que sujetaba el lápiz digital—. Esa tipografía vale doscientos dólares, piénsatelo. Tienes la que ya hemos hablado, que no tiene coste adicional porque viene dentro del paquete y luego... ¿Sí? ¿Quieres esa tipografía? Te mando el nuevo presupuesto esta misma mañana para quitarnos de líos. Venga, nos vemos...

Y trabajaba con normalidad. Como si no me hubiese mentido con tal facilidad la noche anterior.

—¿Por qué estás ahí parada mirándome mientras trabajo? —Preguntó, mirando la pantalla del ordenador con la mano en el ratón.

Intentaba que no se diese cuenta de que estaba enfadada y sospechaba cosas, pero no quería que lo supiese.

—Por nada.

—'Por nada' suena a 'por algo'. ¿Sigues enfadada conmigo? —Se dio la vuelta con el ceño fruncido.

Lo que más odiaba de Noah era sentir tantas cosas por ella y ninguna de ellas era mala. Odiaba las ondas de su pelo que no llegaban a ser rizos, odiaba la camiseta de los Rams holgada con las mangas tan largas que llegaban hasta su codo y, sobre todo, odiaba esa mirada inocente de no haber hecho nada y parecía estar haciéndome luz de gas. ¿Cómo no iba a hacer nada, si me había mentido a la cara?

—Creía que lo arreglamos anoche.

—Pero Dios mío de mi vida. —Me pasé las manos por el pelo, dándome la vuelta sin poder soportarla—. Es que me volviste a mentir anoche y lo dejé pasar porque te echaba de menos. Me colgaste diciéndome que estabas en el coche y anoche me dices que estabas en una reunión. —Noah se levantó del sillón de su despacho y vino hacia mí—. Y ahora me dices que no me has mentido, que le pregunte a Piper, ¿tú me quieres hacer pensar que estoy loca?

—Olivia... —Me puso las manos en los brazos, intentando sujetarme.

—No, ni se te ocurra querer calmarme como si estuviese loca.

Y ante mi enfado, Noah volvió a reírse como si aquello fuese una broma. Como si yo estuviese loca y mi cabreo no fuese más que una pataleta de niña pequeña sin razón alguna.

—Vete a la putísima mierda, Noah. —Puse las manos en su pecho e intenté empujarla llena de rabia, pero sus manos me sujetaron más fuerte.

—Olivia, no fui a Sacramento por trabajo —confesó con una normalidad que me heló la sangre. Me soltó los brazos y sonrió levemente, poniéndose las manos en la goma del pijama—. Piper sabe que no fui por trabajo, pero no te he puesto los cuernos, por el amor de Dios. —Concluyó con una risa, pellizcándome la mejilla.

De repente el peso que me aplastaba el pecho desapareció. Así de fácil.

—¿Y para qué fuiste a Sacramento?

—No te lo puedo decir aún. Jesús, qué difícil es darte una sorpresa. —Gruñó entre dientes unido a una suave risa, abriendo la nevera para agarrar la mitad de un sándwich que se hizo esa misma mañana.

Durante unos segundos mi mente no se creyó lo que dijo y lo único que pensó fue: "¿Una sorpresa? ¿A mí? ¿Por qué?". Era incapaz de asimilar que había alguien a mi lado que no intentaba hacerme daño, que no quería decepcionarme. ¿Tan importante era yo como para hacer un trayecto de siete horas en coche hasta Sacramento? ¿Tan importante era yo como para malgastar dos de sus días libres en mí?

—¿Sigues enfadada? —Frunció las cejas, dándole un mordisco al sándwich de mostaza y pavo que tenía en la mano.

—No, no. Solo...

Sonó el timbre de la puerta. Una gota de mostaza reposaba en el labio de Noah, que ni siquiera se inmutó por ella.

—Lo sé, sé que solo te esperas decepciones de la gente. Pero creía que eso lo habíamos dejado atrás conmigo, ¿no?

Tras la puerta Abby sujetaba de la mano a Robin, que llegaba a casa de su tía con el bañador de Spiderman, el pelo rubio perfectamente peinado hacia un lado y su mochila colgada a la espalda.

—Gracias por quedaros con él hoy. Vengo esta tarde a por él.

Abby le entregó una pequeña mochila azul a Noah en la mano, sonriéndome al ver que me acercaba a la puerta.

—Noah, no le compres McDonalds, por favor. Ya comió ayer. —Hizo una mueca a la vez que apretaba los hombros de su hijo—. Pórtate bien. Hazle caso a la tía Noah y a Olivia, ¿vale? —Le acarició el pelo rubio hasta soltarle un mechón de pelo que rebotó contra su frente.

—No te preocupes, ayer preparé algo que seguro que le gusta —dije con una sonrisa, alargando la mano para limpiar la mota de mostaza que se había quedado pegada en el labio de Noah.

—Confío en ti —añadió Abby, dejándole un beso en la coronilla a Robin.

—¿En mí no? —Espetó Noah con la boca llena por el bocado que le había dado al sándwich.

—No tanto como en ella. Vengo esta tarde, cuídate.

Robin pasó al salón sin media palabra, sin ninguna queja, agarrándose a la mano de su tía. En mi cuerpo aún quedaban resquicios de esa rara sensación en la que me quitaba toda la razón, en la que la realidad era totalmente contraria a lo que mi mente pensaba.

Parpadeé un par de veces para poder ver la realidad con claridad de nuevo y ver cómo Noah abría la bolsa que su hermana le había dado. Contenía mudas de ropa y un paquete transparente en el que podía verse otro bañador igual al del pequeño. Escrito con rotulador indeleble ponía: "Para que vayas a juego con tu sobrino. PÓNTELO. Dile a Olivia que te haga fotos. Es una orden."

—¡NO! —Exclamó ella, sacando el bañador de la bolsa.

—¡SÍ! —Gritó Robin, agarrándose a su pierna—. Tía Robin tú y yo vamos a ir a la piscina y vamos a nadar y luego vamos a comer sándwiches.

Noah lloriqueaba por tener que ponerse ese bañador de Spiderman, pero Robin aplaudía con sus manitas al verla salir de la habitación con los hombros caídos, las mismas chanclas negras que él y el bañador que Abby había escogido especialmente para ella.

La piscina del edificio estaba vacía. Tan solo una señora leía la revista Sunset con las gafas de sol puesta y un bote de aceite solar en spray a su lado. Robin le pidió a su tía que le inflase los manguitos, también de Spiderman, mientras yo le untaba crema solar por la cara y el cuerpo.

—Tía Noah, ¿y y y y cuando salgamos de la piscina podemos ir a comer un sándwich como el que tú has comido?

—Sí, claro. —Noah le puso el tapón a los manguitos y se levantó de la hamaca, metiéndolos en la piscina para que fuese más fácil colocarlos al estar mojados—. Venga, estira el brazo, colega.

Yo prefería quedarme en la hamaca tomando el sol y viendo cómo Noah y su sobrino jugaban en el agua, pero Robin tenía otra idea. Mientras pataleaba, jugaba a ahogar a Noah y a engancharse a su cuello para sostenerse en el agua. Me miró con el ceño fruncido y me señaló, un gesto que Noah le reprendió duramente.

—Tía Olivia ¿tú no vienes al abua?

Tía Olivia.

Poner esas tres letras delante de mi nombre me hacía parte de algo, me hacía estar dentro de una vida de la que hasta entonces era ajena, me hacía sentirme parte de una familia que no era la mía. Era algo en la vida de alguien. Me había percibido de una forma tan importante como para considerar que estaba dentro de su vida y lo decía con tal naturalidad.

No recordaba el último día de felicidad, pero se asemejaba a este. Uno en el que me volví a sentir percibida como una persona normal sin que nada del pasado interviniese.

Robin quería aprender a nadar e iba con un solo manguito intentando recorrer la distancia que había entre su tía y yo hasta que una de las dos debíamos ir a recogerlo porque se cansaba. Aprovechando que no había nadie, Robin caminaba por el borde de la piscina escuchando nuestras voces de advertencia que decían: "No corras, Robin, te vas a hacer daño" y él nos hacía caso para después saltar a la piscina en lo más hondo, donde solo Noah llegaba a hacer pie. Yo debía quedarme en mitad de la piscina o agarrarme al bordillo para mantenerme a flote o me hundiría del cansancio.

Después de pasar la tarde entre crema solar, agua y 'tía Olivia', subimos de nuevo a casa. Noah bañó a Robin en la ducha mientras él intentaba enseñarle que su muñeco de Spiderman soltaba telarañas de plástico si le apretabas en el botón que llevaba a su espalda. Yo preparaba los sándwiches de pavo, lechuga, tomate, queso y mostaza que decían gustarle junto a unas patatas fritas que me di el gusto de prepararle.

Noah le puso en la tele Spiderman: Into The Spiderverse y después de comerse la mitad del sándwich y algunas patatas acompañadas de un zumo de naranja, Robin cayó dormido en el sofá.

*

—¿Sigues enfadada conmigo?

Olivia hizo una mueca mientras se quitaba la camiseta que había usado ese día, quedando en sujetador en mitad de nuestra habitación. Rodó los ojos y puso una mano en mitad del abdomen, empujándome con suavidad.

—¿Por qué me darías una sorpresa? Es lo único que me ronda la cabeza. —Alzó los hombros, echando la camiseta en el cesto de la ropa sucia.

—Porque cumples treinta y cuatro años en dos semanas —repliqué, sentándome al borde de la cama con las manos a los lados de mi cuerpo—. Quizás debería haber mentido mejor para que no sospechases nada.

—Sí, porque si es así como mientes cuando me pongas los cuernos de verdad te voy a pillar con solo respirar tres veces. —Se llevó las manos a la espalda, quitándose el sujetador, que guardó en el primer cajón dentro del armario—. Puede que solo esté cansada de estas últimas semanas. No sé...

—Estás cansada y yo soy un desastre con patas. Eso es lo que ocurre. —Olivia rio mientras se deshacía la gomilla que sujetaba su pelo en un moño y lo dejaba caer sobre su espalda con ese leve balanceo que debía acariciar su piel al pasar.

—Creo que soportas demasiado mi carácter, eso es lo que ocurre —sentenció, poniéndose la camiseta del pijama. Triste—. Porque si tú me hubieses acusado de engañarte te habría cruzado la cara de un guantazo —dijo caminando hasta mí, quedando de pie entre mis piernas delante de la cama.

Me besó con las manos puestas en mi nuca, apretándose a mí con una intimidad que hacía casi un mes que no teníamos. Mis manos fueron a esos sitios que tanto había echado de menos y agarré sus nalgas con la amplitud de mis manos.

—En las primeras vacaciones que tengamos nos volvemos a Bora Bora —susurré en sus labios, buscando su lengua mientras ella se reía y rompía el beso.

Pero nuestro intento de acostarnos por primera vez en semanas debía posponerse un poco más. El timbre sonó.

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