Todo Lo Que Quiero (#2)

By Rubi_Maxwell

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Trilogía: Segundo libro. Muerte: Defunción - Término - Expiración. Austin Maxwell había tenido la muerte muc... More

Antes De Leer
Sinopsis
1. Hija
2. Trabajo
3. Enfermo
4. Todo
5. ¿Niñera?
6. Película
7. Salida
8. Pelea
9. Llamada
10. Compañera
11. Lluvia
12. Tierno
13. ¿Señor?
14. Resolver
16. ¿Se Conocen?
17. Cuñado
18. Hermano
19. Te Ayudo
20. Incógnita
21. Confiar
22. Tortura
23. Sentir
24. ¿Celos?
25. Cita
26. Feliz
27. Momento
28. Invitación
29. Anhelo
30. Cena
31. Chicas
32. Recital
33. Te Quiero
34. Libre
35. Hermosa
36. Tan Cerca
37. Deseada
38. Brillo
39. Loco
40. Ascensor
41. Olivia
42. Quiebre
43. Pánico
44. Confesión
45. Nuevo Integrante
46. Bebé
47. Latidos
48. Verdad
49. Mamá
50. Casa
51. Odio
52. Hermana
53. Papá
54. Amor
55. Volver
56. Sueño
57. Velas
58. Final
Epílogo

15. Nervios

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By Rubi_Maxwell

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Narra Stacy

14 de Mayo, 2024.

Hoy por fin iba volver a cuidar a Hilary, así que ahora me encuentro quitándome el uniforme del trabajo y poniéndome mi ropa de calle.

No voy a negar que tengo un poco nervios, tachen eso, tengo muchos nervios de volver a ver al señor Austin.

No sé si agradecer el que a penas nos encontráramos después del suceso de aquella noche, pero no hemos tenido la oportunidad de hablar.

Mientras voy hasta la puerta, las dudas vuelven a mi...

¿Debería de decirle Austin?

Llevo todos estos días preguntándome esto, aunque ni siquiera sé si recuerda lo que sucedió hace unas noches atrás.

La puerta de abre y mi jefe me sonríe como si nada hubiese pasado.

—Buenas tardes... —sonrío, aunque creo que mi labio tiembla un poco.

—Stacy puedes pasar. —Me da el espacio.

—¿Hilary? —pregunto buscándola con mi mirada.

—En su habitación, dijo que quería mostrarte algo. —Asiento y me doy vuelta para quedar frente a él— Ya sabes, me llamas si sucede algo.

—No se preocupe, señor Austin —murmuro.

No voy a negar que lo he hecho a propósito, quiero ver si él recuerda nuestro trato de aquella noche, pero ya veo que no.

En su rostro permanece la sonrisa mientras toma sus cosas de trabajo e ir hasta la puerta.

Suspirando, camino hasta las escaleras, pero su llamado me hace parar en seco.

—Stacy... —Me giro sin entender para que me necesita, pero mi cuerpo se tensa cuando se acerca a tal punto de sentir su aliento en mi rostro.

Esto me recuerdo cuando curó mi herida.

—¿Sí? —pregunto en un hilo de voz.

—No creas que se me olvidado de lo sucedido hace unos días. —No paso desapercibido como atrapa su labio inferior con una sonrisa maliciosa— Este no es el momento de hablar, pero más tarde no te escapas.

Quedo sin aliento al ver como me da un giño antes de dar media vuelta y salir del departamento, dejándome con el corazón vuelto loco.

—¿Qué me está sucediendo? —Me llevo la mano al pecho sin entender mis malditas reacciones ante mi jefe.

Dejo salir un suspiro.

Camino por los pasillos hasta llegar a la habitación de Hilary. La puerta está abierta y ella se encuentra de espalda moviendo algunas cosas.

No puedo evitar sonreír ante la imagen. Realmente la extrañé demasiado, mucho más de lo que me hubiese esperando y debo confesar que se siente bien.

Carraspeo, para llamar su atención.

—¡Stacy! —grita y enseguida siento sus pequeños brazos rodear mi cintura y aferrarse con mucha fuerza.

—Hola, hermosa —sonrío acariciando su cabello.

Levanta su rostro y es hermoso ver su gran sonrisa.

—Te extrañe —canturrea aún sin dejar de abrazarme.

Trago saliva.

En mis planes nunca estuvo tener una relación tan estrecha con Hilary. Solo pensé que con cuidarla estaría bien, pero esta niña siempre cambia mis planes.

—Yo también, me faltó mi acompañante de karaoke —no puedo evitar responder.

De un momento a otro abre los ojos muy grandes y se aparta para correr a su cama tomando algo y puedo ver como lo esconde detrás de su espalda.

—¡Te tengo una sorpresa! —Se balancea sobre sus pies, dándole un toque muy tierno.

—¿Para mí? —pregunto como una boba, porque no entiendo de que se podría tratar.

Asiente muchas veces.

—Pero debes de cerrar los ojos y extender tus manos. —Sonríe de forma maliciosa.

Frunzo el ceño.

—¿No querrás hacerme una broma? —la molesto, aunque si temo un poco.

—No, te dije que es una sorpresa...

Le doy una última mirada para finalmente suspirar y cerrar los ojos, extendiendo mis manos con un poco de temor.

Escucho como se mueve por la habitación, para después sentir su presencia frente a mi y para terminar deja algo en mis manos.

No hago ningún intento para adivinar de que puede tratar y solo espero sus órdenes.

—Puedes abrir los ojos —su voz se escucha nerviosa. Yo también lo estoy.

Mis ojos enseguida van a mis manos y el objeto que reposa allí. Abrí la boca totalmente sorprendida y con mis dedos acaricio los detalles de la pulsera.

Hay lentejuelas de todos los colores y de diferentes figuras, pero lo que más llama mi atención, son las letras que hacen mi nombre.

Mi pecho se oprime y mis ojos se humedecen por la emoción. No puedo dejar de verla y es que es muy hermosa.

—¿Te gusta... ? —la voz de Hilary me hace mirarla, dándome cuenta que no he dicho nada y se mueve nerviosa—. La hice cuando me quedé con mis abuelos, mi abuela me regaló muchas lentejuelas y quise hacerte una pulsera... —habla sin parar—, pero si no te gusta, no lo uses, papá dice que no puedo obligar a las personas hacer lo que a ellas no les gusta...

—¡Hilary! —La tomo de los hombros para que me mire y deje de hablar, sus ojos me observan fijamente e incluso puedo verlos algo cristalizados—. Me encanta, es un regalo muy hermoso. Mira todos estos colores, estoy muy agradecida. —Sonrío feliz y tiro de ella para abrazarla con fuerza.

Sus brazos me rodean escondiendo su rostro en mi cuello, debo suspirar para no soltar unas cuantas lágrimas que amenazan con salir.

Esta niña se ha ganado mi corazón con sus sonrisas, con sus locuras y con su forma de siempre hacerme sentir en cada. Hilary hace que todos mis problemas se olviden y que por un segundo pueda ser lo suficientemente feliz.

—¿La vas a usar? —pregunta cuando ya nos hemos separado.

—¡Claro que sí! Pero tu me la debes de poner. —Le tiendo mi brazo.

Asiente feliz, pero vuelve a correr hasta la cama trayendo algo con ella.

—Yo también tengo una y quiero que me la pongas. —Me la pasa.

Dejos salir una leve risa.

Su pulsera es exactamente igual a la mía, con la única diferencia que lleva su nombre.

—Al parecer estaremos iguales —canturreo, poniéndole el objeto.

—¡Cómo gemelas! —chilla y hace lo mismo que yo.

Cuando ambas ya tenemos nuestras pulseras puestas, nos miramos en el gran espejo de su habitación.

—Nos vemos hermosas. —Tomó su mano para que de una vuelta en su propio eje.

—Cómo unas princesas —murmura, mientras levanta el mentón.

Ya puedo ver algo de ego por aquí, pero no digo nada al respecto; al contrario, estoy feliz de que desde muy pequeña pueda tener esa mentalidad y que nunca nadie le diga lo contrario.

Solo quiero que nunca le suceda lo que le me hicieron.

—¿Qué te parece si hacemos karaoke? —pregunto e intento borrar los pensamientos que muchas veces me atormentan.

Salta emocionada y salimos de habitación.

—¡Sí! Tengo una canción. —Me hace ojitos.

—Déjame adivinar... ¿Tiene esa canción algo qué ver con La Sirenita?

Sus mejillas se vuelven rojas y no puedo evitar soltar una risa al ver su vergüenza.

—Prometo que te gustará —murmura.

—Estoy segura que lo hará. —Beso sus nudillos.

No importan cuantos años pasen, estoy segura que Hilary nunca va a superar esa película y yo estaré más que feliz en acompañarla en sus karaokes.

★★★★

—¡Stacy! —chilla.

Tampoco paso desapercibido su rostro enojado.

—Lo siento, señorita, pero ya sabes como son las reglas —le recuerdo.

—Por favor, solo un poco más. —Llega ami lado implorando.

Suspiro.

—Tu padre solo te deja una hora de ensayo y para ser sincera, estoy de acuerdo con él.

Deja caer sus manos, para después darse la vuelta ceñuda. Puedo escucharla claramente decir unas cuantas palabras, pero va hasta su armario para quitarse su tutú y las zapatilla.

Niego riendo, porque esto es algo de todos los días. Si tu no le quitas la música, ella nunca bajaría de su habitación.

—¿Bajamos? —pregunto al verla salir del armario.

Su ceño fruncido aún permanece, pero igualmente me tiende su mano para que la tome.

—Tengo hambre —murmura.

Presiono mis labios para no reír ante sus palabras.

—¿Y cuándo no tienes? —Le pico el estómago haciéndola reír y retorcerse para soltar mi mano.

Así me gusta verla, totalmente feliz.

Ambas quedamos estáticas en nuestros lugares cuando la puerta principal suena.

Hilary se encuentra seria, pero a los segundos sonríe soltando mi mano y corriendo para bajar las escaleras.

—¡Hilary! —le grito asustada. No quiero que esté sola, ya que nunca se sabe.

Se gira unos segundos mirándome sonriente.

—¡Es papá! —es su repuesta y sigue corriendo.

¿Él señor Austin?

Miro mi reloj mientras bajo las escaleras con rapidez, aún no son las ocho y no entiendo porqué llegó tan temprano. Generalmente me avisa cuando lo hará, pero hoy no lo hizo.

Cuando finalmente llego a la sala, suspiro muy aliviada al saber que si es él.

Le doy un pequeño saludo mientras intento recuperar mi aliento. Debo de esquivar su mirada cuando él no tiene la intención de hacerlo.

Me pone muy nerviosa...

—Te dije que era papá —Hilary habla sin dejar de abrazarlo.

—Ya me doy cuenta, pero igual hay que tener cuidado —le indico.

Realmente me asusté unos segundos. Nunca me perdonaría si le llegase a suceder algo.

—Stacy tiene razón, debes de tener más cuidado —finalmente mi jefe habla.

Me abrazo a mi misma cuando mi cuerpo estremece. Su voz es demasiado para mí y no entiendo porqué tiene tanto poder en mis reacciones.

—Está bien, prometo tener cuidado. —Levanta su mano como si de una promesa se tratara.

Llevo mis manos a los bolsillo y me balanceo en mis pies.

—Ya es hora de que me vaya —sonrío nerviosa y me muevo buscando mis cosas.

—Claro que no, recuerda que tenemos una conversación pendiente —el señor Austin habla dejándome estática en mi lugar.

¿Tenía que acordarse?

—Podemos hacerlo mañana...

—No, será hoy —indica—. Princesa, con Stacy iremos a la cocina a preparar la cena y conversar un rato. ¿Te quedas viendo alguna película?

Hilary mira a u padre y a mi, antes de asentir.

—Pero rápido, tengo mucha hambre —implora.

—Será rápido. —Acaricia su cabello— Vamos, Stacy —murmura pasando por mi lado.

Trago saliva. Su cuerpo roza el mío.

A paso muy lento camino hasta la cocina y lo encuentro tomando algunos ingredientes para la cena.

Me muevo quedando al otro lado de la encimera y buscando el lugar más alejado. No sé si podría respirar bien teniéndolo tan cerca.

—Aquí me tiene —hablo para que terminemos cuanto antes esta conversación.

Sus ojos se encuentran con los míos, por unos segundos solo me observa sin decir absolutamente nada.

—¿Por qué no querías hablar conmigo? —pregunta.

Trago saliva.

—No es eso —me excuso—. Solo... pensé que esta conversación no era importante.

Me tenso cuando se acerca unos pasos hasta quedar al mismo lado de la encimera.

—¿Crees que no es importante hablar sobre la noche en que me encontraste borracho? —puedo sentir algo de molestia en su voz—. Esa conducta no es digna de tener frente a una persona y mucho menos si eres la niñera de mi hija.

Muevo mis manos.

—No se preocupe, señor Austin. Yo no tengo porqué opinar de lo que usted haga o deje de hacer con su vida.

Deja salir una risa irónica.

—A mí si me importa lo que pienses —indica.

Suspiro.

—No debería de importarle —susurro.

Me vuelvo a tensar cuando se acerca un poco más. Solo nos separan unos cuatro pasos.

—Y ya he dicho que si lo hace —sisea—. Agradezco recordar cada segundo de esa noche, porque eso me hace recordarte un pequeño trato. —Su rostro muestra una pequeña sonrisa que promete demasiado.

Siento como mi respiración se estanca por unos segundos.

—¿De qué trato habla? —balbuceo.

Estoy segura que veo como se acerca otros dos pasos más y mis piernas rozan las suyas ante la cercanía.

—Le recuerdo que yo fuí el que estuve borracho y él que debería de hacerse esa pregunta —susurra.

Trago saliva, su rostro baja hasta quedar a sólo centímetros del mío y estoy más que segura que mi pecho sube y baja con algo de rapidez.

—¿Acaso habrán consecuencias si no cumplo mi parte del trato?

Ni yo entiendo de donde sale esa valentía para decir aquello.

El rostro de mi jefe se ilumina y su sonrisa maliciosa no se hace esperar.

Mierda.

¿En qué me he metido?

★★★★

¡Nuevo capítulo!

Es bueno poder actualizar, esto cada vez se pone mejor y aún no leen lo que se viene...

¿Qué les pareció?

No olviden de darle apoyo al capítulo.

Nos leemos pronto.

Instagram: (@rubi_escritora)

-Rubí.

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