Aventuras de un heredero

By Anaisbvm

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Miles Campbell Jones, uno de los chicos más reconocidos de toda Europa por ser hijo de un joven empresario ex... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42

Capítulo 15

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By Anaisbvm

Alexander

Lo primero que hicieron los chicos al llegar a casa fue encerrarse en sus cuartos para descansar. Sé que tengo que conversar seriamente con Miles por lo que ocurrió el día de hoy sin embargo lo dejaré un momento para que respire, debe estar agotado al igual que su hermano. No lo dejaré pasar, por supuesto, una charla con él no bastará y el castigo que tendrá será no tener internet por tres días seguidos, pero bajo supervisión si es que le toca hacer alguna tarea.

Lucas se despidió para irse a su casa ya que es su día libre en la semana y lo acompañé hasta la puerta. Quedamos en que volvería el fin de semana y él prefirió no molestar a los chicos. El guardaespaldas de Milan hasta el momento ha estado haciendo bien su trabajo, no le quita el ojo de encima lo cual me deja menos preocupado.

Cociné la cena y dejé todo listo, llamé a mis hijos pero ninguno bajó.

—¡Chicos bajen, la cena está lista! —Milan apareció por las escaleras.

—¿Qué hay de comer, pa?

—Pasta —asintió—. ¿Tu hermano...?

—Dijo que no quería comer —suspiré.

—Ve a la mesa entonces, está servido, luego bajaré con tu hermano ¿de acuerdo?

—Papá, él no quería hacer nada malo... sé que dijo un comentario hiriente en el auto pero así es, cuando se enfada escupe todo sin filtro alguno.

Me pareció tierno que lo estuviera defendiendo.

—Tranquilo Milan, conozco a tu hermano, por eso hablaré con él ahora.

—Pero...

—A comer ¿sí? —lo interrumpí y caminó despacio hacia el comedor con una mueca en el rostro.

Cuando subí las escaleras me mentalicé para darle una correcta charla a mi hijo menor, algo preciso y que se entendiera para que no volviera a ocurrir. Junté mis manos, aclaré mi garganta y con toda la disposición posible me acerqué hasta su puerta esperando una respuesta.

—¿Miles, puedes abrir? —absoluto silencio.

—Vete a la mierda, Alexander.

Siempre que Miles relata lo sucedido bajo su perspectiva omite ciertas cosas como esa. La manera en la que me responde es muy altanera y no hay cosa que me moleste más que lo irrespetuoso. Intenté de la buena manera sin embargo me saca la escasa paciencia que podría existir.

—Abre inmediatamente esta puerta, Miles Alejandro.

—¿Qué me vaya a dormir dijiste? Ya lo estoy haciendo —respondió con ironía.

—Abre la puerta, última vez que te lo digo o usaré las llaves y el resultado no te gustará.

—¿No te bastan las señales de que no quiero hablar contigo?

—Contaré hasta 3 —y eso hice—. Uno.

—¡Cuenta hasta ovejas si quieres, pero no pienso abrirte!

Intenté comprenderlo, de verdad que lo hice. Respiré profundo y pensé que está en plena etapa de la adolescencia, que es rebelde muchas veces pero sobre todo es mi hijo y tengo que tenerle paciencia pero educarlo de la manera correcta.

Muy tranquilo y sin intención de ir hacia las palmadas de inmediato fui por la llave de su cuarto como le mencioné hasta que a mitad de pasillo escuché un clic.

Miré hacia atrás y salió de su cuarto.

—¿Vamos a hablar ahora? —le pregunté.

—¿Ibas por las llaves? —chilló furioso—. ¡Déjame tranquilo!

Volvió a sacarme el dedo del medio de una manera muy grosera como lo hizo cuando llegamos y esta vez no me quedé de brazos cruzados, claramente fui a buscarlo.

No hablé, solo caminé hacia él y lo entré al cuarto sujetándolo de la oreja.

—¡Au, au! —sostuvo mi mano—. ¡Me duele!

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—Última vez que me faltas el respeto de esa manera Miles Campbell Harrison.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—¿Nos estamos entendiendo?

Se removió inquieto y lo recosté en mis piernas suavemente mientras tiraba patadas.

—¡No querías hablar, querías pegarme!

—No pensaba castigarte así Miles —dije sinceramente—. Pero dadas las circunstancias tuve que hacerlo. Tus faltas de respeto ya son demasiadas y no voy a tolerar que esto vuelva a ocurrir. Espero que entiendas que estoy hablando enserio, no es un juego.

—De acuerdo, perdón —se quiso levantar y coloqué una mano en su espalda.

—Ahí te quedas que esto no ha terminado.

—Alexander por favor, si entendí —dudé que fuera cierto ya que conociendo a mi hijo haría cualquier cosa por librarse de estas escenas.

—¿Qué entendiste exactamente? —se quedó callado—. Vamos, dímelo y hablaremos como corresponde.

—Pues, eso... todo.

—Explícamelo.

—¡Ya es humillante estar en tus rodillas y quieres que te lo explique!

—Con una razón basta, vamos, te estoy esperando.

—Lo de no, eso de...

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

—¡No dejaste que terminara! —lloriqueó.

—Voy a enumerar las cosas por las que mi mano y tu trasero charlarán hoy jovencito —se colocó rojo como un tomate, pero no de la vergüenza, sino del enojo.

—¡Ya las sé!

—¿Y bien? ¿No tienes nada que decir? Sabes que lo que hiciste no está correcto.

Se volvió a remover y lloró de la impotencia, lo supe porque no emitía ningún ruido y el piso brillaba con las gotitas de lágrimas que caían.

—Miles no quiero que conversemos así ¿eh? —lo levanté y se limpió el rostro rápidamente.

—Le pedí perdón a Milan, fue un comentario estúpido.

—¿Cómo crees que él se sintió? Cariño necesito que entiendas que tu hermano recién se está adaptando a esto, debe ser difícil para él estar con gente con la que no ha convivido en cuatro años y peor si se perdió la comunicación.

—Hablé sin medir mis palabras, lo comprendo.

—¿Estás seguro?

—¡Que sí! —gritó molesto.

—Baja la voz que te escucho.

—¿Es por esto que me castigaste? ¿Por decirle una verdad a Milan?

—Hey no confundas las cosas, lo de hace unos minutos fue por ser irrespetuoso, ahora estamos hablando un tema de muchos más que tocaremos ahora.

—Papá ni siquiera debería ser tema, le dije la verdad, es todo.

—No seas cruel, ponte en sus zapatos un momento.

—¿Por qué yo? ¿Y ustedes? ¿Se colocan en los míos?

—Miles tu berrinche de hoy fue por quedarte en casa viendo películas, ¿Es eso una situación que lo amerita?

—Me sentía mal ¿okay? —apretó los labios.

—Mal de flojera —arrugó las cejas y sonreí guardando una carcajada.

—No discutiré tal mentira, pa.

—Muy bien "joven que no discutirá mentiras" quiero que reflexionemos sobre lo que ocurrió esta mañana.

—¿Qué pasó? No lo recuerdo —bostezó de una manera muy fingida mientras buscaba algo interesante para ver en su cuarto con tal de no prestar atención a la conversación.

Lo llamé con una señal y palmeé un lado de su cama para que se viniera a sentar. No muy convencido se acercó. Puede que vaya a ser muy autoritario con lo que le diré próximamente, pero hay cosas que uno como padre no puede dejar pasar.

—¿Comiste el desayuno esta mañana? —bajó la mirada—. Te estoy preguntando algo.

—No.

—¿Y que fue lo que te dije que iba a pasar si lo volvías a hacer? Porque tuvimos esta misma conversación hace un par de meses atrás.

—Papá, escúchame, fue una tontería...

—Respóndeme Miles Alejandro —su labio tembló.

—No lo harías... —extendí la mano y esperé a que me entregara lo mas preciado que tiene, su consola de videojuegos.

—La vamos a regalar.

—¡Pero fue una estupidez, no comí por rebeldía! ¡No fue otra cosa!

—No importa la razón que haya sido Miles, quedamos en que no volverías a saltarte las comidas ¿o no?

Hace un par de meses atrás ocurrió un problema con el menor, me enteré por parte de los trabajadores que había dejado de comer, tiraba lo que Maya le preparaba a escondidas y se negaba a probar un bocado en días. Me preocupó tanto que tuve que llevarlo al médico en contra de su voluntad y luego al psicólogo, pasaba que aquel jovencito de allí no le gustaba como se veía físicamente y pensó en cambiar sus hábitos alimenticios para bajar de peso, de la forma incorrecta, pasaba más tiempo de lo necesario en el gimnasio de la casa, cosa que yo no pude notar ya que trabajaba horas extra antes. Lucas me informaba de todo y de apoco pude lograr que volviera a comer otra vez. Nunca entendí la verdadera razón por lo que lo hacia ya que Miles de por si es delgado y tiene una buena salud, nunca pensé que fuera a convertirse en un problema.

El punto es que hicimos un trato, comeríamos obligatoriamente las tres comidas del día los dos juntos para poder vigilar que cumpliera con su palabra y si se llegaba a saltar otra íbamos a regalar su consola de videojuegos. Fue un cambio drástico en mi rutina en ese entonces, pero necesario, ya que trabajaba demasiadas horas extras llegando agotado para tener una conversación con mi propio hijo.

—Supéralo papá, fue hace meses, ya no se vale.

—Entrégala ya mismo, Miles.

—¡No! —lloriqueó y se cruzó de brazos.

—Entonces luego del castigo me la entregarás.

—¡¿Qué?! —su cara fue un verdadero poema, se espantó cuando mencioné la palabra "castigo" —. ¿Piensas volver a pegarme? ¿A tu pobre e indefenso hijo? ¿No tienes corazón?

—Deja de hacerte la victima jovencito, que tenemos para largo aquí.

Milan

Estaba tranquilo comiendo en el comedor cuando en mi celular apareció una notificación. Tuve que colocar pausa a la película que veía en Netflix y me fui a contestar.

Normalmente no haría eso pero como era un numero desconocido me dio curiosidad.

[Nuevo mensaje: Hugo]

- Hola Milan, soy Hugo, tu compañero de banco favorito :)

-Hey, ¿qué tal?

- ¿Me puedes hacer un favor? Es que me acaban de invitar a una fiesta y no tengo con quien ir, estoy solo y preferiría tener un poco de compañía.

- Oh, no sé si pueda.

- Por favor Milan, con las horas que llevo conociéndote es como si fueras amigo mío de toda la vida.

- Mas te vale eh - envié un emoji riendo

- ¿Entonces? ¿Dices que sí?

- Tengo que pedir permiso

- ¿Pides permiso? ¿A esta edad?

-Pues sí, eso creo.

- Joder, eso es para niños pero bueno jaja te espero.

Pensándolo bien tiene razón, ¿por qué tendría que pedirle permiso a papá si ya estoy mayor? Voy en un curso más que Miles y si quiero puedo hacer lo que se me plazca. No soy mayor de edad aun, pero sé cuidarme solo, apuesto que mejor que mi hermano menor. He vivido sin compañía cuatro años de mi vida, mamá no cuenta ya que la veía una vez al mes, así que me daré auto permiso.

- Era una broma, ¿por qué pedir permiso?

- Jajaja ya me habías asustado

- ¿Dónde es?

- En un club, te envío la ubicación.

- Genial, hace tiempo que no voy a uno, te aviso cuando vaya saliendo.

- Vale, nos juntamos cerca.

Dejé el celular a un lado y fui al darme una ducha rápida. Es de noche, casi las diez y sé que a esta hora deberíamos estar yendo a ponernos el pijama, pero dudo que papá se dé cuenta que no estoy ya que está bien ocupado con Miles en estos momentos. Odiaría interrumpirlos en su "charla" así que omitir la información está perfecto creo yo.

No beberé por supuesto, la última vez que Miles lo hizo fue mi peor pesadilla. Jamás intentaría volver a tentar la suerte con papá, puede que ahora no sea la mejor decisión, pero técnicamente es mi vida ¿no? Además, soy un invitado aquí, o así me siento.

"Invitado no te vas a sentir cuando estes en las rodillas de Alexander por esta travesura"

Silencio subconsciente. No seamos negativos.

Me escabullí por la mansión sin ser tan evidente y pensé dos veces si salir por la puerta principal sería una buena opción. Nunca estamos solos, los guardias siempre andan rondando por ahí pero debo intentar algo. Se me ocurrió lanzarme de la ventana hacia el techo del garaje, trepar al árbol, hacer una inclinación y llegar finalmente al patio de la vecina ¿Fabulosa idea, verdad?

Soy un genio.

Todo mi plan se fue a la mierda cuando estaba colgado de un árbol y el guardia fue a buscar una silla y se sentó literalmente al lado del tronco a descansar junto a unos de los perros que cuidan la casa. Maldecí en los seis idiomas que sé y reuní fuerzas para no lastimarme tan fuerte cuando vaya a caer al pasto. Espero que la vecina no tenga cámaras.

—¿Hay alguien ahí? —es mi momento.

Lo hice, logré caer y partirme las costillas. Genial Milan, genial.

Más le vale a Hugo tener una buena fiesta o todo este esfuerzo habrá sido en vano.

Alexander

Terminé de charlar con Miles y mientras lloraba con sentimiento en mi hombro se fue quedando dormido con las palmaditas en la espalda que yo le daba. Me pareció super tierno verlo sin embargo no es para nada agradable saber que yo provoqué esas lágrimas por castigarlo. Pero el lado bueno es que aclaramos los temas que debíamos aclarar. Lo despertaré para que vaya a cenar en una media hora más.

Cuando salí de su cuarto fui a recoger la mesa y lavar los platos. Mi hijo mayor lavó lo que ocupó por lo que solo tuve que limpiar el resto de loza que me quedaba. Al terminar subí a decirle las buenas noches a los chicos. Sé que están grandes, pero hoy quiero hacerlo, sobre todo cuando fue un día largo y agotador para todos.

Entré primero al cuarto del menor quien ya dormía profundamente, lo quise despertar para que fuera a comer algo pero era tanto su cansancio que las tres veces que abría los ojos los volvía a cerrar por lo que hoy lo dejé pasar.

Luego me acerqué al cuarto de Milan y su puerta estaba cerrada.

—Cariño, ¿estas durmiendo? —nadie respondió—Hijo...

Abrí la puerta despacio y me percaté que no había nadie en la habitación. Inmediatamente me preocupé por supuesto. Lo fui a ver por los pasillos, por la sala de juegos, de invitados, las terrazas, patios y nada. No estaba por ningún lado. Tenía a todos los guardias buscando.

En ese momento tuve pánico, de haberlo perdido, de que estuviera mal. Me da miedo que le vaya a ocurrir algo y aun más a estas horas de la noche. No tiene donde ir, no conoce el lugar.

—¡Señor, encontramos un trozo rasgado de una camiseta! —uno de los guardias me la entregó—Estaba a los pies del árbol del segundo patio.

—¿Pueden ver las cámaras?

—Si señor, un momento.

Intenté mantener la calma y fui a revisar las cámaras.

—Se fue por el patio de la vecina, señor —Parker colocó la grabación de hace media hora atrás.

—Gracias, intenten averiguar donde se encuentra mi hijo.

—Disculpe, no estaba atento, debí estar antes allí... —su guardaespaldas se disculpó.

—Tranquilo, no fue tu culpa Parker, el objetivo ahora es encontrarlo.

—Lo haré jefe.

Llamé por teléfono millones de veces a Milan y no contestaba. Sonaba apagado y no hay cosa que me moleste más cuando eso ocurre. Nunca pensé que el mayor fuera a hacer algo como esto pero ¿Cómo no? Si es adolescente, esto ocurre siempre con Miles pero es difícil de creer.

Milan

¿Con cuántas copitas me emborracharé?

Jamás había visto tantos tragos de diferentes colores y nunca había entrado a un club como tal. La vez pasada cuando estuve con mi hermano en un lugar donde vendían alcohol nos atendían así que prácticamente no alcancé a ver nada.

—¡Quiero ese verde! —le grité al señor de la barra con tanto ruido que había.

—¿Este? —me mostró un vaso y asentí emocionado—. Es muy fuerte chico, no te lo recomiendo.

—La noche es para divertirse —sonreí de oreja a oreja—. Lo quiero.

—De acuerdo.

—¿Te gusta el lugar? —Hugo apareció detrás de mí.

—Claro que si —miré a mi alrededor emocionado—. ¿Dónde están tus amigos?

—En la mesa de por allá —me indicó—Pero no son mis amigos, solo me invitaron.

—¿Quieres de este? —le mostré el vaso que me acababan de entregar—¡Gracias, señor!

—Paso —carcajeó.

—¿Qué tan fuerte puede ser?

Nunca digas esa frase porque te castiga la vida, literalmente.

Dos horas más tarde estaba botado literalmente en el sofá del club.

Bueno, no dos horas, estoy siendo exagerado, pero como primerizo en esto de beber diría que el tiempo es eterno y ni sé ver la hora en estos momentos. Cada vez que veo el celular un tal "Al" y me llama ¿Quién carajos le dio mi número? Que fastidio.

Veo borroso, pero estoy feliz.

—Te ves mal, ¿eh? —Hugo me miró preocupado y yo me reí en su cara. Es chistoso, él es chistoso.

—¿Mal? ¿Yo? ¿Milan Campbell? Lávate la boca con jabón, Hugo.

—Que egocéntrico.

—¿Qué hora es? —desorientado me intenté levantar.

—Las tres o cuatro de la mañana, no lo sé.

—Voy a bailar —decidido di un paso al frente y caí como un saco de papas al piso. Sonó tan fuerte que dejó mudo por cinco segundos.

Lo único que hizo ese golpe fue darme carcajadas, tantas que me dolía el estómago.

—Milan creo que estas pasado de copas...

—No, estoy bien.

—¿Seguro? Agh es mi culpa, yo te traje...

—Shh —le puse la mano en la boca—. Yo quería beber.

—¿Por qué lloras Milan? —Hugo me miró mientras yo sollozaba a un lado del sofá­—. ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?

—¿Por qué lo hizo?

—¿Quién? ¿Qué cosa?

Me referí a mi madre.

—¿Por qué carajos duele tanto, Hugo? —me abrazó y por un minuto en esa noche me sentí libre.

Lloré todo lo que tenía guardado y por una vez en estos años tuve a alguien quien me abrazaba en un momento como ese.

—Sea lo que sea que te haya pasado Milan estoy seguro que lo resolverás, no bebiendo como ahora pero el tiempo lo cura todo —sus palabras me llegaron.

—Gracias Hugo, me alegra tener por primera vez un amigo.

—¿Milan conoces a esa gente que viene hacia ti? ¿Milan? ¡Hey!

—¿Quiénes...? —miré al frente—. ¡Parker, tanto tiempo!

—Joven, con que aquí estaba —dio un suspiro de alivio y mientras intentaba disimular una sonrisa le vomité por completo sus zapatos.

—Deberías limpiarlos...—Y me dormí. 

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