Sixteen [Regulus Black]

By barnesroses

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Donde Phoebe Potter se enamora del hermano de su padrino, Regulus. terminada. barnesroses 2k19 - 2k22 More

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Epílogo
Agradecimientos
extra

extra II

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By barnesroses

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Decir que los meses siguientes habían sido color de rosa sería mentir. Entre sus clases y los entrenamientos de Quidditch, Phoebe apenas podía ver a Rabastan, mientras que el hombre tenía sus propias responsabilidades como profesor de los siete cursos, pero lograban encontrar momentos para estar juntos. A veces eran unos fugaces minutos entre clase y clase, y otras veces podían permitirse pasar la noche en la habitación del mayor.

Ser alumna de último año era más agotador de lo que había creído. Los EXTASIS estaban encima de ella, y las fiestas que los estudiantes de séptimo lanzaban mantenían su cabeza en otro lado todo el tiempo, y Rabastan no quería ocuparle el tiempo que la chica debería usar para divertirse con sus amigos y estudiar, pero no iba a negar que la extrañaba.

Ahora, con su diploma mágico en mano y vestida con la túnica de gala color rojo vino que sus padres le habían comprado para su egreso, Phoebe intentaba prepararse para una nueva etapa.

La pregunta que atormentaba a Rabastan desde hacía varias semanas era si lo querría con ella en esa nueva etapa.

Phoebe le sonrió desde la tarima, donde ella y sus compañeros de séptimo oían el discurso de fin de curso de McGonagall, antes de que finalmente pudieran bajar y sentarse en su mesa donde tenían unos aperitivos.

—Addy, haz el favor de comportarte como una adulta responsable.

—Antes soy una tía orgullosa —replicó la mujer.

Rabastan sonrió al oír el reproche de su mejor amigo a su esposa, pues la mujer no dejaba de sacarle fotos a su sobrina desde su asiento en la mesa de profesores.

En las mesas que habían agregado para los padres de los egresados, James y Lily miraban con orgullo a su hija mayor. Amaban a su hija, Rabastan lo sabía, como sabía que Regulus y Adelaide, sus mejores amigos, amaban a su sobrina con locura. Cuando se enteren lo que ellos dos tenían, iban a matarlo, eso estaba claro. Ya hacía mucho había aceptado que en algún momento se enterarían. Lo único que él aún podía controlar era cómo lo harían.

La ceremonia de fin de curso se hacía unos días antes de que el año terminara. Los padres de los alumnos de séptimo tenían permitido acercarse al colegio para ver a sus hijos recibir un diploma firmado por la directora de la escuela, oírla decir algunas palabras sobre sus alumnos y luego de un rato donde se sacaban muchas fotos y comían algunos aperitivos los padres se iban.

Los Potter habían llegado hacía ya un rato y no paraban de abrazar y sacarle fotos a su hija, quien los miraba un poco abrumada. Rabastan la buscó con la mirada, por suerte no fue tan difícil de encontrar. Su túnica la hacía resaltar fácilmente entre sus compañeros, por lo que pudo localizarla enseguida, caminando hacia la puerta. Antes de salir, volteó y le dedicó una fugaz sonrisa.

Rabastan disimuló una sonrisa y se levantó de la mesa de profesor, llamando la atención de Regulus, quien lo miró interrogante.

—Tengo algo que hacer.

—Es la ceremonia de graduación. ¿Qué tienes que hacer?

—Nada importante. Ya vuelvo —aseguró el ojiverde.

Sin decirle más nada, se alejó de ls mesa directamente hacia la puerta. Caminó por el pasillo en silencio, hasta que sintió una mano que lo jalaba hacia una de las paredes. Oculta detrás de una columna, Phoebe pasó sus brazos por el cuello del mayor y lo besó. Rabastan sonrió contra los labios de la chica y correspondió al beso durante unos segundos, hasta que la alejó.

—Nos van a ver.

—No seas tonto. Están todos en el Gran Comedor.

Rabastan la miró inseguro, pero decidió dejarlo pasar y la tomó de la cintura para besarla otra vez, esta vez con más intensidad. La intensidad subió en cuestión de segundos cuando la muchacha pasó sus manos por el torso del hombre.

—¿“Nada importante”?

Phoebe fue la primera en reaccionar, empujando a Rabastan lejos cuando oyó la voz del esposo de su tía.

Regulus los miraba de brazos cruzados y las expresiones de su rostro fruncidas, a unos cuantos pasos de distancia. La pelirroja podía notar el enojo en el hombre sin necesidad de que él se lo diga, con solo ver los musculos de sus brazos muy tensos bajo la túnica.

—Regulus... —intentó hablar la chica, pero fue bruscamente interrumpida.

—¿Reg? —Phoebe miró al ojigris asustada al oír la voz de su tía acercándose. La castaña los miró confundida—. ¿Qué hacen aquí?

—Phoebe se sintió un poco abrumada —inventó rápidamente Regulus—. Pero ya está mejor. ¿Quieres acompañarla al Gran Comedor?

Lo miró insegura. Addy no era estúpida y sabía que algo más sucedía, podía notarlo por la tensión que se había creado entre Regulus y Rabastan, pero decidió no decir nada y comenzó a caminar con su sobrina hacia el Gran Comedor.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Adelaide volvió a mirar a Phoebe.

—¿Qué pasó entre ellos antes de que llegara?

—Nada —respondió demasiado rápido—. Ellos solo... salieron conmigo cuando comencé a sentirme mal.

Addy la miró con el ceño fruncido, pero finalmente asintió.

❀∘❀∘❀

Los ojos verdes de su novia lo miraban con atención, esperando que termine de hacer el desayuno para que se siente con ella. Desde la ceremonia de egreso todo estaba raro e incómodo entre ellos. Rabastan no quería decirle qué había hablado con Regulus, o si este estaba enfadado o si lo había amenazado con decirle a sus padres.

Phoebe no sabía nada. Tanto él como Adelaide parecían haber olvidado aquel altercado, y aunque se le había pasado por la cabeza, Phoebe estaba segura de que Rabastan no había utilizado el hechizo desmemorizador en Regulus.

Cuando Rabastan se sentó enfrente de ella con su taza de café en una mano y El Profeta en la otra, Phoebe decidió arrebatarle el diario.

—¿Cuántos años tienes? ¿Sesenta? —preguntó—. ¿Desde cuándo lees el diario apenas te levantas?

—Phoebe, devuélvemelo.

—No.

Rabastan la miró con los ojos entrecerrados unos segundos, hasta que intentó arrebatarle el diario, pero la chica lo alejó. Rabastan dejó la taza en la mesa y se levantó para avercarse a Phoebe, que se alejaba de él con el Profeta en su espalda.

El adulto la tomó de la cintura en un rápido movimiento y la acercó a él. Phoebe sonrió, pasando sus brazos por su cuello para besarlo. El mayor aceptó los labios de la chica, alzándola para sentarla en la mesa. Ambos soltaron una risa cuando notaron que habían volcado la taza de café.

Rabastan se alejó con rapidez de la adolescente cuando oyeron un ruido detrás de ellos. Regulus, parado en la puerta de la cocina, se aclaraba la garganta para llamar su atención. Phoebe lo miró lo peor que pudo.

—¿Dónde piensan tus padres que estás?

—En lo de Cedric —respondió Phoebe, de mal humor—. Y buenos días, por cierto.

—¿Qué les dirás si te van a buscar y no te encuentran? —preguntó, ignorando lo último.

—Lo mismo que te digo a ti: soy mayor de edad, ya no tienen derecho a controlar todo lo que hago.

Phoebe se bajó de la mesa para mirar a su tío. Se notaba que al hombre le costaba estar ahí, enfrentando a su sobrina y a su mejor amigo, y que prefería estar en cualquier otro lugar. Sin embargo, ahí estaba, dispuesto a averiguar qué sucedía entre ellos.

—Es una niña —le dijo—. Ni siquiera puedo comenzar a entender...

La pelirroja rodó los ojos, queriendo comentar sobre lo hipócrita que le parecía que él dijera eso luego de lo que había pasado entre ellos, pero se recordó a sí misma que aquella línea temporal se había eliminado, por lo cual todo eso entre ellos nunca había pasado. Al menos, no para Regulus.

—Sabes que tengo que decirles —le dijo a su amigo. Rabastan apretó los labios.

—Phoe, ¿puedes ir arriba? —le pidió. La muchacha lo miró molesta, pero finalmente decidió obedecerlo.

Lo dejaría a él tomar la decisión que fuera mejor para ellos.

❀∘❀∘❀

No tendría que haberlo hecho, nunca debió haber dejado que él tomara la decisión, porque fue la decisión más precipitada del mundo. Por lo menos, Phoebe se hubiera tomado un momento para pensar en cómo lo diría, pero ahora tenían a su padre gritando como loco y a su madre llorando a mares, pero ambos igual de enfadados.

Harry miraba a su hermana, sin saber si sentirse orgulloso por su valentía de decirles a sus padres o sentir pena por la reprimienda que se acercaba, mientras que Regulus observaba con ojo crítico pero en silencio desde una esquina de la habitación. Adelaide, sentada al lado de Harry, no sabía muy bien qué pintaban ella y su marido ahí cuando Lily y James no la habían dejado opinar.

Rabastan había decidido que decirles a James y Lily era la mejor decisión, y aunque Phoebe quiso negarse, sabía que no podían ocultarse por mucho más tiempo. Comenzaba a arruinar su relación.

—¡Es una niña!

—¡Soy mayor de edad! —refutó Phoebe igual de enfadada que James. El hombre la miró durante unos segundos, pero no pudo responder cuando Lily tomó la palabra.

—Quiero que te alejes de mi hija y no te le acerques nunca más. ¡Es solo una niña! —soltó la mujer, secando sus lágrimas con fiereza—. No sabe lo que hace, ni lo que quiere. Y tú ya eres un adulto.

—¡Yo también lo soy! —volvió a interrumpir la chica, sin dejar a su pareja que responda—. Legalmente, soy mayor de edad y no puedes prohibirme nada, mamá.

—Voy a encerrarte en tu habitación si es necesario —espetó James, tomando a la chica del brazo para alejarla de Rabastan.

El hombre reaccionó de muy mala manera al ver a James tocar a su novia, y sin importarle que se trataba de su padre, lo empujó para que la suelte.

—No la toques.

—No, tú no la toques —replicó. La tensión se sentía en el ambiente con tanta intensidad que Harry prefirió irse—. Te juro, Rabastan, que si le vuelves a poner una mano encima...

—James, ya fue suficiente —ordenó Adelaide, alejando a su cuñado de su mejor amigo—. No vas a hacer nada si no quieres perder a tu hija.

—Addy, esto está simplemente... mal —musitó Lily.

La castaña se acercó a su hermana y apretó su hombro.

—Sé que así lo sientes, pero no hay nada que puedan hacer —murmuró—. Phoebe es mayor de edad. Y es inteligente, nunca se dejaría manipular. Además, es Rabastan, Lily, lo conocemos desde que entramos a Hogwarts. Después de todo lo que vivimos juntos...

Phoebe miró a Rabastan. El único que recordaba absolutamente todo era él, para los demás habían vencido a Voldemort en su adolescencia junto a Dumbledore, sin nunca haber conocido a Phoebe, Harry y Draco. Por eso no era tan extraño para ellos, pero sabían lo raro que debía ser para los demás. Después de todo, hasta donde ellos sabían, Rabastan era prácticamente parte de la familia y la vio crecer.

—Adelaide, podría ser su padre —espetó James.

—James, tú le has enseñado a Phoebe que cuando se trata de amor...

Phoebe rodó los ojos al oír a su tía comenzar a hablar. Agradecía tenerla de su lado, pero no tenía ganas de oírlos discutiendo sobre un tema que solo les concernía a ella y Rabastan.

—Disculpa, tía Addy, voy a frenarte ahí —la interrumpió—. Mi vida amorosa no es asunto de nadie. Si no les gusta, lo lamento. Soy mayor de edad, no pueden obligarme a nada.

—¿Quieres apostar? —inquirió James.

—Intenta algo y te juro que no me van a volver a ver —soltó la muchacha, convencida.

James la miró entre sorprendido y enojado, mientras que Lily parecía más angustiada que antes. Rabastan aprovechó el silencio para tomar la mano de su novia y así llamar su atención.

—Phoebe, ya hablamos de esto...

—Sí, y yo te dije que no iba a dejar que manejen mi vida —dijo, y volteó a mirar a su padre—. Estoy enamorada de Rabastan y él de mí. Aprende a vivir con eso. O no lo hagas. No me importa.

—Phoebe, solo no digas nada de lo que puedas arrepentirte —intentó hacerla entrar en razón su pareja, pero Phoebe ya se había desaparecido, dejando a su padre con la palabra en la boca.

Abrió los ojos cuando sintió el piso de nuevo bajo sus pies. Esperó unos segundos sin moverse, hasta que la incómoda sensación que desaparecerse le dejaba se pasó, y miró a su alrededor. Se había aparecido en la casa de Rabastan.

Probablemente era muy obvio, pero conocía a sus padres y sabían que no iban a buscarla. Iban a respetar su ultimátum y le darían su espacio.

Como supuso, solo Rabastan fue quien apareció en la casa, encontrando a la pelirroja acostada en su cama con su ropa aún puesta y un libro en la mano. Se recostó a su lado, sin decir nada durante unos cuantos minutos, solo observándola. Estaba apoyada sobre todas las almohadas para estar inclinada hacia arriba, recibiendo con comodidad la luz de la lámpara sobre el libro, su cabello se encontraba desparramado sobre las almohadas, de una manera que no la fastidiaba y estaba muy concentrada en su lectura. El ojiverde se enderezó para sacar los zapatos de ella y luego los suyos, así estaban más cómodos.

—Eres una dramática —dijo finalmente.

Phoebe sonrió y dejó el libro en la mesa de luz.

—¿Cuánto tardó en aceptarlo?

—Un par de horas.

—¿Te hechizó?

—Lily le sacó la varita.

—Entonces, te golpeó —adivinó. Lo vio pasar una mano por su mandíbula y asintió.

—Pero lo aceptaron y es lo que importa —musitó quedamente—. Ya no tenemos que escondernos.

—Bien, porque ya me estaba cansando. Me alegra que les hayas dicho —confesó la adolescente—. Era eso o huir a algún lugar donde nunca nos encuentren.

—No lo descartemos aún —murmuró divertido, antes de besarla.

Phoebe sonrió y lo abrazó. Lo amaba, no le cabía duda, y si tenía que pasar mil veces por todo aquello para estar con él, lo haría sin pensarlo.

🌺🌺🌺🌺🌺

la verdad, no tenía pensado subir ningún extra, pero decidí que Phoebe y Rabastan se merecían un cierre (mentira, me obligaron). espero que les haya gustado💚

btw, si se quedaron manija con el final, pueden pasar a leer mi nueva fanfic de rabastan porque él se lo merece.

gracias por leer💚

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