let me be her (completa)

By milanolivar

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Ser organizadora de eventos no es fácil, y ser la organizadora de eventos de tu padre le añadía un doble grad... More

𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏: ¿𝒅𝒂𝒇𝒏𝒆?
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐: 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑: 𝒔𝒆́ 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒐𝒚 𝒕𝒖 𝒕𝒊𝒑𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒: 𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒐𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂 𝒂𝒓𝒄𝒉𝒆𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓: ¿𝒂𝒖́𝒏?
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔: 𝒍𝒂 𝒓𝒖𝒊𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟕: 𝒆𝒍 𝒑𝒐𝒔𝒕𝒓𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟖: 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟗: 𝒃𝒖𝒓𝒃𝒖𝒋𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟎: ¿𝒑𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆́ 𝒆𝒍𝒍𝒂?
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟏: 𝒆𝒍 𝒐𝒃𝒔𝒆𝒓𝒗𝒂𝒕𝒐𝒓𝒊𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟐: 𝒐𝒓𝒈𝒖𝒍𝒍𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟑: 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊, 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟒: 𝒔𝒐𝒍𝒆𝒅𝒂𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟓: 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟔: 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝟖:𝟖
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟕: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟖: 𝒉𝒐𝒍𝒅 𝒎𝒚 𝒉𝒂𝒏𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟗: 𝒏𝒊 𝒕𝒆 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒊𝒏𝒂𝒔 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟎: 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒂𝒈𝒖𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟏: 𝒆𝒍 𝒂𝒔𝒄𝒆𝒏𝒔𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟐: 𝒍𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒗𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟑: 𝒂𝒇𝒕𝒆𝒓 𝒉𝒐𝒖𝒓𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟒: 𝒎𝒂𝒎𝒂́
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟓: 𝒉𝒂́𝒃𝒍𝒂𝒎𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟔: 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟕: 𝒐𝒋𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒐𝒋𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟖: ¿𝒒𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒆𝒓𝒆𝒔, 𝒏𝒐𝒂𝒉 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏?
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟗: 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒏 𝒑𝒊𝒆𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟎: 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒅𝒊𝒋𝒐 𝒋𝒂𝒏𝒆 𝒂𝒖𝒔𝒕𝒆𝒏...
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟏: 𝒍𝒂 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟐: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟑: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒐𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟒: 𝒅𝒊́𝒂 𝒖𝒏𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒕𝒓𝒆𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟓: 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔, 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟕: 𝒉𝒆𝒓𝒆 𝒘𝒆 𝒈𝒐 𝒂𝒈𝒂𝒊𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟖: 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒐𝒅𝒊𝒐𝒔𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟗: 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟎: 𝒅𝒊𝒈𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒓 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟏: 𝒍𝒐𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟐: 𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒆𝒍𝒈𝒖𝒆𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟑: 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟒: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒂𝒚𝒖𝒏𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟓: 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟔: 𝒂𝒃𝒊𝒈𝒂𝒊𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟕: 𝒍𝒖𝒄𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟖: 𝒎𝒊𝒓𝒂𝒓 𝒂𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟗: 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆 𝒂 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒓
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟎: 𝒔𝒂𝒍𝒊𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒋𝒆𝒓𝒐
𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟏: 𝒂 𝒑𝒍𝒆𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒔𝒕𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟐: 𝒂𝒇𝒓𝒐𝒏𝒕𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟑: 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒈𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟒: 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒕𝒊𝒅𝒊𝒂𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟓: 𝒇𝒐𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒋𝒐́𝒏
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟔: 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟕: 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒆𝒎𝒂𝒊𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟖: 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒆𝒎𝒑𝒊𝒆𝒛𝒂...
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟗: 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆́𝒓𝒅𝒂𝒎𝒆
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔𝟎: 𝒊𝒕 𝒘𝒂𝒔 𝒓𝒆𝒂𝒍
𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔𝟏: 𝟓 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆
𝒆𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐

𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟔: 𝒅𝒊𝒂 𝒅𝒐𝒔, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒐

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By milanolivar

Nada podría superar los amaneceres en la isla. El sol apenas había comenzado a iluminar el turquesa del mar, pero el sonido de las olas parecía mecernos a pesar de seguir en la cama. No quería moverme y perder el calor que se creaba cuando su pecho encajaba con mi espalda y una de sus piernas se colaba entre las mías, rozándose suavemente hasta casi engancharme con su pierna.

El sonido estridente de un teléfono nos despertó de sopetón. No era el mío, era el de Noah que no paraba de sonar. Alargó la mano a la mesita de noche y descolgó.

—¿Sí? Sí, soy yo. —Suspiró, frotándose los ojos con los dedos—. Sí, claro. Muchas gracias... —Seguía con los ojos cerrados, asintiendo—. Por supuesto, en dos horas está bien. No hay problema. Adiós.

Yo estaba de espaldas, pero escuché cómo colgó el teléfono y lo dejó en la mesita de noche, girándose en la cama para volver a encajar su cuerpo contra el mío y abrazarme.

—¿Quién era?

—El director de la empresa que lleva la boda de Grace...

—¿Quiere contratarte? —Noah asintió y me giré en la cama para quedar cara cara con ella—. ¿Y cómo sigues dormida?

—El sueño siempre gana.

Dos horas después estábamos desayunando en el restaurante del hotel. No había señales de Grace o Steve, normal y esperable. Mientras yo me comía una macedonia de frutas con yogur, el café y los huevos revueltos de Noah se enfriaban encima de la mesa a la espera de que terminase de hablar por teléfono.

Nunca me había importado nadie que no fuesen Piper y Grace y pensé que no me importaría la vida de nadie, pero aquí estaba, observándola dar vueltas mientras hablaba por teléfono esperando que la vida la tratase como se merecía. Había sido tremendamente egoísta, había sido egocéntrica y, quizás en algún punto, narcisista, pero ahora entendía a Steve y Grace. La felicidad de Noah era la mía.

—¿Dónde está tu novia? —Piper me sacó del trance.

—Está hablando por teléfono, el director de la empresa que ha organizado la boda de Grace quiere contratarla. —Ella torció el gesto, apoyando una mano en su cintura con las cejas fruncidas y los labios apretados.

—Tienes que decirle que venga a nuestra empresa, Olivia. —Se sentó en el sitio de Noah, inclinándose en la mesa, como si me confesara el mayor de sus secretos—. Necesito contratarla, seríamos los únicos en ofrecer ese tipo de servicio.

—No voy a convencerla de nada. —Agarré la tostada, chupándome el dedo que se había manchado de mermelada de fresa.

—Pero ¿qué dices? Esto me beneficia a mí y te beneficia a ti. Trabajarías con ella de nuevo.

—Lo sé, pero quiero lo mejor para ella y es ella quien tiene que decidir lo que de verdad quiere. —Le di un mordisco al pan, relamiéndome—. Si realmente la quieres en su empresa, tienes que enseñarle cuál es tu oferta y ella decidirá.

*

Colgué el teléfono y miré la pantalla de bloqueo. Olivia sonreía entre mis brazos en una imagen borrosa. Enfundaba ese vestido verde, con una sonrisa completa en la que mostraba todos sus dientes y el pelo desmelenado después de haberse soltado el recogido en mitad de la fiesta.

—Noah. —Levanté la cabeza al escuchar la voz de Piper, que caminaba hacia mí rodeada con un elegante vestido rojo y unas gafas que le tapaban toda la cara—. Buenos días.

—Hola, Piper. ¿Todo bien? —Guardé el teléfono en el bolsillo de mi pantalón.

—Sí. Ayer vi el vídeo que le hiciste a Grace. Muy bonito, profesional. Da justo en la fibra emocional de los invitados y creo que, además de los vídeos, podrías hacer otras cosas en la empresa. Como el diseño de invitaciones, carteles... ¿Aceptas? —Observé cómo me extendía la mano para estrecharla, pero me resistía a estrecharla.

La oferta de la empresa que llevaba la boda de Grace me ofrecía buenas cosas. Un sueldo de 5.000 dólares al mes, fines de semana libres, un mes y medio de vacaciones pagadas al año, un horario fijo de ocho a tres de la tarde y libertad para hacer lo que me diese la gana sin seguir una línea editorial. Considerando que en Los Ángeles Rising solo cobraba 2.000, trabajaba todo el día y debía seguir los patrones que marcaba la empresa, era un salto profesional escalofriante.

—Tengo una oferta bastante buena. Me gustaría escuchar la tuya antes de decidirme. —Piper retiró la mano, tomando una postura firme y más seria—. Si quieres puedo mandarte mi portafolio para que lo revises. —Esperaba que no me temblase la voz al hablar.

—No me gusta que me rechacen, Wilson. Así que mándame el portafolio, lo revisaré en la playa, pero ni se te ocurra aceptar la oferta de ese calvo gordinflón de Brendon. —Se refería al director de Shining Dreams, la empresa que quería contratarme.

—No lo haré. De hecho... —Volví a abrir el teléfono—. Dame tu email, así lo recibirás ahora.

Piper parecía sorprendida por mi amabilidad y serenidad. Normalmente me ponía tan nerviosa delante de ella que no me salían las palabras, pero debía mantener la calma cuando se hablaba de mi futuro.

Terminamos de desayunar y decidimos que era buena idea reposar el desayuno en una de esas barcas hinchables en las que cabíamos ambas. Olivia se subió primero y yo entré de un salto, agarrando las palas de la barca.

—¿Ha hablado Piper contigo? —Me preguntó, echándome crema en la espalda mientras yo remaba.

—Sí. Quería que firmase con ella ya, pero tengo la oferta de Shining Dreams, así que...

—¿Quieres contarme qué te ofrecen ellos o prefieres que no lo sepa? —Esparció la crema sobre mis hombros, frotando con las manos abiertas.

—Hombre, ya que vamos a empezar una relación, quiero contártelo todo. Me ofrecen cinco mil, buen horario y un mes y medio de vacaciones. Cinco pagas y libertad absoluta. No sé qué puede ofrecerme Piper, pero no tiene pinta de pagarme eso. Es mucha pasta. —Suspiré, dejando de remar cuando supe que estábamos lo suficientemente lejos de la playa, pero lo suficiente para seguir cerca de la orilla.

—Con Piper gano casi ocho mil al mes. —La miré con los ojos abiertos mientras me tumbaba en la barca, sintiendo cómo Olivia se tumbaba junto a mí—. Además, me llevo comisiones de cada evento.

—¿Crees que va a pagarme siete mil al mes? —Mis dedos jugaban con la punta de los suyos, y sus piernas se enredaron en las mías.

—No. Y no quiero presionarte, pero... Medita la opción de Piper. Le dije que no iba a interferir porque quería lo mejor para tu futuro, pero, créeme, el futuro con Piper es tocar el cielo. —Puso una mano en mi abdomen, acariciándome suavemente justo encima de la goma del bañador—. No veo la hora de ver mi nuevo despacho. Seguro que tiene buenas vistas.

—¿Yo tendré despacho?

—No sé, cielo. Depende del cargo que te dé.

—En Shining Dreams soy la directora creativa.

—Bueno, elijas el que elijas, vas a poder permitirte un apartamento digno. ¿Has pensado dónde empezar a buscar? —Apoyó la barbilla en mi pecho, sin cesar las caricias en el abdomen con una sutileza que erizaba hasta el pelo de mi nuca.

—De momento, en lo único que pienso es en ti. —Alzó las cejas en un gesto dulce y conmovedor, haciendo un puchero—. Cuando Piper me envíe su propuesta, hablaremos.

—Voy a presionar para que te de algo mejor, lo sabes, ¿no? —Se incorporó hasta quedar sentada sobre mi entrepierna, apoyando las manos en mi abdomen para sostenerse.

—Tú deja de presionar a la gente, Al Capone. —Olivia soltó una carcajada a la vez que se desabrochaba el sujetador del bikini y lo dejaba justo al lado de mi cabeza.

Era inevitable fijarse en la forma redondeada y suave que tenían sus pechos. Tenía que suspirar y agarrarla de los muslos para no subir las manos y amasarlos entre mis manos antes de hacerme con ellos y metérmelos en la boca.

—¿Por qué me miras las tetas como si fueras un bebé de dos meses y quisieras engancharte a ellas con la boca hasta secarlas? —Me dejé caer en el borde de la barca hinchable con las manos en la cara y la entrepierna palpitando cada vez que Olivia intentaba recolocarse encima.

—Pues porque quiero hacerlo, pero no sé si tú quieres. —Me senté en la barca, apoyando los brazos sobre el plástico redondo de los bordes.

—Contigo siempre quiero, cielo. —Se inclinó sobre mí, dejándome un beso tierno y jugoso en los labios—. Has hecho algo que jamás habría pensado que podía pasar.

—¿Qué he hecho?

—Que el sexo sea divertido, que me haga sentir bien, que me haga sentir querida, que me haga sentir deseada... Así que, sí, quiero hacerlo todo el tiempo. —Rodeó mi nuca con sus manos, pegándose contra mí, como si el deseo fuese solamente suyo, como si tuviese que motivarme para tener ganas de acostarme con ella.

—Estás jugando demasiado y al final verás.

—¿Tú crees que estoy jugando demasiado? —Bajó la mano hacia mi bañador por el espacio que quedaba entre nosotras, presionando mi entrepierna por encima de la tela con movimientos circulares—. ¿Vas a responder? —Me agarró de las mejillas con la mano libre y me obligó a mirarla a los ojos.

—Intenta jugar más.

Ni siquiera esperó una respuesta. Mirándome a los ojos metió la mano bajo mi bañador y recorrió toda mi extensión con dos de sus dedos, hasta parar sobre mi clítoris y presionarlo levemente. Sé que le encantaba tenerme con los ojos cerrados, los labios entreabiertos y el pecho subiendo y bajando al ritmo que subía el placer. Sé que le encantaba el hecho de tenerme al borde del orgasmo mientras me besaba los labios y que casi suplicase por mi vida debajo de ella.

—Me gusta jugar contigo. Pero ¿sabes qué? —Musitó sobre mis labios, chupando suavemente el inferior para embadurnarlo con su boca—. Me gusta un poquito más dejarte con las ganas. —Retiró la mano de mi interior y me hizo abrir los ojos, observándola ponerse la parte de arriba del bikini.

—Ahora sí que te voy a matar. Olivia. —Ni siquiera grité, simplemente hinqué los dedos en el plástico.

—¿Qué? ¿Estás enfadada?

—No, pero voy a matarte. Quiero matarte ahora mismo. —Apreté la mandíbula, pero Olivia se las ingenió para acariciarme la cara y besarme de nuevo, acariciándome el cuello.

—Y todavía puedo jugar más. Soy especialista en hacer que la gente me desee, ¿recuerdas? —Me dio un toque en la barbilla, dejándome como una auténtica idiota—. Odiaba hacerlo, pero hacértelo a ti es casi adictivo.

*

Sabía que estaba molesta, aunque no conmigo. Parecía una niña pequeña a la que le habían quitado el juguete y a mí me encantaba verla bajar de la barca con el ceño fruncido, esperándome con las manos en la cintura en la orilla y los hombros tensos enrojecidos por el sol.

Noah decidió meterse en la ducha antes de comer, quizás para quitarse la sal y la arena de la piel o quizás para aliviar el malestar que yo misma le había provocado. ¿Era mala si decía que me gustaba verla sufrir por mi voluntad? Quizás sí, pero no iba a ser por mucho tiempo.

Me acerqué a la ducha y abrí la mampara empañada en vapor, observando su espalda desnuda contraer sus músculos cada vez que sus manos frotaban aquellos rizos ocultados por el champú. Tenía pensado pedir permiso, pero decidí no hacerlo y me desnudé en el silencio sonoro que me otorgaba el agua de la ducha.

Entré intentando no hacer ruido, dando pasos lentos y cuidados hasta acercarme a su espalda. Presioné mis labios contra la mitad de su espalda, dejando un beso tierno, seguido de otro más en su hombro y en cada uno de aquellos lunares que adornaban sus músculos.

—¿Sigues enfadada conmigo?

—Jamás voy a estar enfadada contigo. —Giró la cabeza con los ojos cerrados por el agua—. A no ser que te acuestes con otra persona. —Se limpió la cara con la mano, dándose la vuelta para quedar frente a mí.

Las gotas de agua se columpiaban por los rizos rebeldes de su pelo que se negaban a doblegarse bajo el agua de la ducha, cayendo sobre la punta de su nariz y la superficie brillante de sus labios.

—¿Vienes a jugar y a dejarme tirada otra vez? —Me preguntó. Puse las manos alrededor de su cuello, asintiendo levemente con la barbilla apoyada en su pecho—. No voy a dejar que me toques.

—¿Y no me vas a tocar tú a mí?

—No, Liv. Voy a enjabonarte el pelo y a quitarte el aceite de coco que llevas por todo el cuerpo. —Aferró sus manos alrededor de mis caderas y las apretó, haciéndome sonreír contra sus labios—. ¿Por qué sonríes?

—Me hace feliz que quieras estar conmigo más allá del sexo.

—Creía que eso había quedado claro. —Separó su rostro del mío con el ceño fruncido.

—Ya, pero es agradable que me lo recuerdes. 

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