Prison lovers

De liz-star

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Título: Gefangnis Autor: Jahee Adaptación: Si Advertencias: este libro tiene contenido sexual explícito entre... Mais

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capítulo 20
Capitulo 21
Javadd
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Harry
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Liam
Ianthe
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capítulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Kim
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Zayn
Capítulo 56
Epílogo 1/2
Epílogo 2/2
Walls

Capitulo 19

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De liz-star

Apenas una hora recorrieron las manecillas del reloj que estaba postrado sobre la pared de la entrada y Louis abrió somnoliento el par de hipnotizantes ojos, enfocando a Varek. Su cuerpo se tensó y aunque aparentó bizarría, por dentro la angustia y temor comenzaban a agobiarle. 

―¿Qué pasó, dónde está Kim? – Le cuestionó con la mirada gacha, Varek sonrió interiormente y tomándole por los cabellos le incorporó para observarlo a distancia corta, muy corta. 

―¡Ya debería acostumbrarme a tu nula cortesía, a pesar que la última vez que nos vimos me amenazaste con mi bisturí, aún así, te atendí y ayudé a reestablecerte y ni así me lo agradeces, en cambio me preguntas por tu asqueroso amante! – Le reprochó uniendo su frente a la del menor, cuyos ojos parecían huir en cualquier momento de sus cuencas.

―¡No es mi amante! – Susurró intimidado por la proximidad del médico qué bastante ocupado contemplaba el angélico rostro. Louis, trató de moverse hacia atrás pero las fuertes manos de Varek se lo impidieron ― ¡Quítate! – Le exigió al percatarse que rápido y silencioso había trepado a la camilla y acomodándose entre sus piernas se encontraba.

―No, nuestro día apenas comienza, y ésta vez no podrás huir, he guardado todo instrumento cortante – Le advirtió al oído mientras lamía su lóbulo.

Para su mayor desosiego Varek le empujó hacia la camilla y su cabeza se hundió en la esponjosa almohada, anulando el que pudiese haber sido un fuerte golpe.

Con el terror exclamado en toda su cara y la mandíbula temblando de miedo Louis balbuceó atolondrado: 

―¿No ha sido suficiente todo lo que hiciste conmigo?, ¡Para ya de fastidiar! ― Gritó. El medico lo miró seriamente y por un momento Louis pensó que por fin sus palabras habían tocado el rabioso corazón. 

―Sólo una vez pude hacer de ti lo que quise, al borde de perder el control, pero lo hice. Ahora me doy cuenta que no podré lograrlo otra vez, que no volveré a jugar contigo – Se inclinó hasta rozar sus labios contra la jugosa boca escarlata de Louis y apenas conteniéndose de probar su dulce néctar y morderlos hasta hacerlos sangrar continuó hablándole áspero – ... Esta vez llegaré al final, ¿sí eres la ramera de sabrá dios cuantos prisioneros, entonces por qué no puedes ser mío también? – Su voz se volvió inusual ― ¡Ya no me importa caer bajo tus encantos y que al final termine siendo yo el usado, lo único que deseo es poseerte en este mismo momento, poseerte hasta quedarme seco! – Y antes de darle oportunidad de replicar, selló sus palabras con un asfixiante beso.

Exasperado, Louis manoteó y sólo consiguió que la gruesa aguja del suero que atravesaba la piel de su mano uniéndose con la vena saliera bruscamente provocando un ligero dolor y una sucesión abundante de sangre que al poco rato cesó. Pero su sorpresa se volvió incredulidad cuando después de robarle el feroz beso, el médico bajó de la camilla acomodando su bata y sonriéndole fugaz. Se acercó al depósito de agua y llenó la cuarta parte de un vaso desechable.

Retornó a con el paciente que se había convertido en su esclavo y sacó del bolsillo un pequeño frasco de cristal; lo abrió y vació su incoloro contenido. Louis miraba la escena, perturbado y expectante.

―Tómalo – Le ordenó tendiendo el vaso cuya sustancia extraña merodeaba en el interior. Louis se rehusó, observando desconfiado el agua y a Varek.

―¡¿Qué le has puesto?! – Inquirió al borde de perder los estribos.

―Es una sorpresa, bébelo y lo entenderás – Dijo ansioso pero Louis no pensaba acatarle, negó rotundamente.

La paciencia se agotó y Varek, enojado se acercó hasta Louis obligándole a abrir la boca para que así tomara un buen sorbo, sin embargo, Louis, más molesto que temeroso le escupió en pleno rostro hasta la última gota y no satisfecho, de un manotazo arrojó el vaso que Varek sostenía hacia el suelo.

―¡No me tragaré tus porquerías! – Jadeó.

El médico, observando todavía el líquido esparcido por el piso, levantó lentamente la mirada, limpiándose con la manga de su bata el agua que escurría por su rostro y Louis respingó, horrorizado; jamás había visto en ese par de ojos miel tal molestia, vio cómo su espalda se tensaba y las venas en su cuello saltaban furiosas.

Sus ojos se convirtieron en una tormenta de arena.

Y entonces, antes de que pudiera percatarse, la enorme mano de Varek; recia y poderosa se impactó sobre la delicada mejilla de Louis, su cuerpo giró con tal fuerza que cayó de la camilla hacia el duro y frío suelo. Por un segundo no estuvo seguro de lo que pasó hasta que el rostro comenzó a arderle y palpitar en demasía. Inmediatamente se limpió las lágrimas que el fuerte golpe le había provocado y estremeciéndose se incorporó lento por la debilidad que aún le atacaba.

Varek, colérico dio vuelta a la cama y no sintió remordimiento al verlo tirado allí; tembloroso, con la enorme mano pintada en toda la extensión del costado izquierdo de su rostro, con la mejilla hinchada y colorada. Fácilmente le tomó de los antebrazos lacerados por los raspones de la caída y lo arrojó a la camilla.

―¡Mereces que te dé una buena paliza, chiquillo cabrón! – Gritó totalmente fuera de juicio, sus ojos, saltones y desquiciados no dejaban de observar con odio a la angustiada figura de Louis ― ¿Qué pasaría si no hubiese comprado otro de éstos? – Del mismo bolsillo donde había extraído el pequeño frasco de cristal, sacó otro idéntico y el castaño se llevó las manos al pecho, tratando de protegerse.

Esta vez, el castaño no se preocupó en diluirla; lo abrió de un taponazo y se acercó hasta su víctima, le sometió bajo su ostentosa figura, le tapó la nariz y todo el contenido del frasco cuentagotas cayó sobre la boca de Louis que posteriormente recorrió la garganta y entró en su sistema. Cuando Varek le soltó, trató de escupir la dudosa sustancia, qué además de incolora también había resultado insípida, pero era demasiado tarde. 

―¡¿Qué me diste, qué carajo fue eso?! – Exigió saber; en su mente se formaban numerosas ideas, desde lo barroco hasta lo más ingenuo, todas ellas pasaban por su cerebro con impresionante rapidez, y sin tener la certeza de tomar una sola.

Varek tomó asiento, paciente, levantó las cejas.

―No te preocupes, no se trata de veneno, mi intención no es matarte – Dijo haciéndose el interesante. Louis entonces desechó esa opción que tanto martillaba en su cabeza, y sí, su balanza se deshizo de una onza, equilibrando un poco su agitado corazón.

―¡¿Entonces?! – Fue justamente en ese intervalo de segundos, tratando de indagar, cuando sintió extraños síntomas que sólo podían ser causados por el líquido que había sido obligado a ingerir. 

Miró hacia la nada, tratando de encontrarle sentido a la locura que empezaba a forjarse en su interior. Tocó instintivamente su frente que a cada segundo incrementaba el ardor e incrédulo y al mismo tiempo fascinado observó cómo cada estructura de cualquier objeto tomaba formas inverosímiles y surrealistas. 

En el juego de colores que emergían de la nada, brillantes y nítidos como las luces de discotecas relampagueando en la más fúnebre oscuridad, Louis se percató de su fementida situación.

―Droga... –susurró y el médico escuchó a la perfección ― ¡Me drogaste! – Y le increpó con las pocas palabras soeces que alcanzó a recordar. 

―¡Bravo! – Ironizó – Lo has adivinado, ganarás un premio especial, ¿te parece bien, una sesión de sexo para no olvidar? 

Tembló, un fuerte y violento temblor sacudió cada miembro de su cuerpo provocándole profundos estremecimientos, su piel ya ardía notablemente y el sudor discurría por sus sienes y espalda. Se agitó y la respiración en irregular se convirtió pareciendo que había corrido kilómetros en un maratón. 

De pronto, una vocecita, chillona e infantil, le habló al oído.

―Tu temblor, no es de miedo, tu calentura, no es debido a la fiebre y tu agitación, no es por cansancio – Louis volteó en dirección a la burlona voz turbándose al no encontrar a nadie en su costado. Pero la voz, volvió a hablar, ésta vez, dentro de su cabeza ― ¡Te estás poniendo cachondo! – Cacareó seguido de una carcajada – Oh Louis, eso no es propio de un jovencito decente, ¡mira nada más el bulto que tienes entre las piernas!, se te ha parado y ni siquiera te tocaron – Y tan pronto como vino, la voz se extinguió.

El pequeño castaño, espantado, se percató que todo lo que había dicho esa voz, para su pesar, era verdad. Temblaba de excitación y su piel ardía en deseos de ser besada y acariciada. No entendía por qué de pronto, se le sobrevino esas ganas inconmensurables de hacer el amor. De su boca escapó un exquisito gemido cuando, sin pretenderlo rozó su miembro con la mano al tratar de esconder la clara evidencia de su excitación.

Rojo como una manzana madura, se tapó la boca, abochornado de emitir tales lujuriosos ruidos y miró a Varek acusadoramente. ...Este se encontraba embobado observándole como si de una fusión entre Narciso y Afrodita se tratase.

―¡¿Qué me sucede, por qué me siento así?! – Recriminó tocando la piel de su rostro y cuello, sintiendo agradables cosquilleos y placer ante sus propios toques. Varek se inclinó hacia el rostro deiforme, con una enorme sonrisa de satisfacción iluminando sus facciones. 

―¿Así?, dime, ¿qué es 'así'?, no puedo entenderte – La burla destilaba en cada sílaba y Louis desvió la mirada avergonzada, no se atrevería a decirle cómo bullía por dentro, cómo, el placer, imposible de drenar se estancaba en su cuerpo. El médico ensanchó su maliciosa sonrisa y lamió la mejilla hinchada, poniendo más presteza en la extensión de piel que empezaba a verse morada. Sí Louis hubiese manifestado disgusto y repugnancia por esa caricia, habría mentido; lagrimeó, compungido de la contradicción entre su cuerpo y mente – Suéltalo ya, no tienes por qué esconderte, yo sé muy bien lo que estás sintiendo pues antes de comprar ésta magnifica droga, me hablaron de los síntomas y reacciones que tendrías – Louis le observó intimidado – Caliente, lujurioso, libidinoso, lascivo, lúbrico, ardiente, ¿cuál de todas ellas prefieres? – Continuó gozando de cada gesto en la expresiva cara de Louis.

Pero el castaño no pudo seguir sorprendiéndose, desesperanzándose o enfurecerse más, y como un viejo caballo domado, aceptando la montura y reemplazando las praderas por establos, no consiguió resistirse. Cayó en una especie de trance inducida por la droga: somnoliento pero incapaz de cerrar los ojos, sin ser dueños de sus pensamientos y con la enorme necesidad de ser poseído.

―Vaya, no mintieron, justo como una muñeca pero con sonidos y movimientos incluidos – Recordó Varek sorprendido – Así me gustas más, calladito y sumiso – Dijo tomando entre sus brazos la tierna y débil figura de Louis – Las paredes aquí son delgadas, lo haremos en mi consultorio – Indicó mirando los ojos entrecerrados y brillantes cuyas pupilas se habían dilatado hasta cubrir la mayor parte de su iris celeste. Este no respondió, demasiado sumergido en paraísos artificiales se encontraba y sólo gimió sonoramente al sentir el roce del médico contra su sensibilísima piel.

Sus sonidos sensuales estimularon al castaño y animado caminó a prisa hacia el consultorio. Allí dentro, todo estaba arreglado para la ocasión; un colchón perteneciente a alguna de las camillas se encontraba colocado atrás del escritorio, escondido de miradas ajenas. Tiró sobre el su hermosa carga más impaciente que cuidadoso y sonrió emocionado antes de lanzarse al tan deseado cuerpo.

La larga espera, por fin llegaba a su fin.

**********

Después de dejar a Louis en la enfermería, Kim marchó hacia su celda dedicándose a escuchar música que le hacía recordar su querido y bello Japón. Le gustaba soñar despierto, recostado sobre su cama, y, disfrutando de la música tradicional podía jurar sentir los pétalos de las flores de cerezo sobre sus dedos. Imaginaba el sabor del sake recorrer su paladar y el delicioso aroma de la sopa de miso inundar sus pulmones.

Todo era perfecto, hasta que llegó él, su mirada ufana le atravesó los parpados y su aura oscura ensombreció cualquier halo de luz.

―¡Rociaste de nuevo esa maldita fragancia repugnante! – Le gritó Zayn arrugando la nariz. Kim apagó el reproductor de música y le miró ofendido.

―Esa fragancia repugnante es la esencia de las sakura, flor nacional de mi país, más respeto, por favor – Exigió con voz dura y penetrante, Zayn rió despectivo.

―Pues la diferencia entre el olor de tu querida flor de cerezo, y la mierda, es muy difícil de distinguir – Se burló y la tez de Kim se volvió de un rojo vívido.

―La próxima vez recuérdame vaciar todo mi perfume en tu desayuno, tal vez así, pueda endulzarte el día – Zayn no se molestó en cubrir el gesto de repulsión sobrevenido por el comentario de Kim.

―Entonces ese mismo día pondré una bomba en tu plato, sólo para que no las extrañes – Dijo entre risas y el tono escarlata en la piel de Kim se volvió morado.

―¡No bromees con eso, y no comiences abordar el tema de las guerras mundiales, por que los alemanes se llevaron la peor parte! – Jadeó encolerizado. Zayn se rascó la barba descuidada y le miró lastimoso. Entonces Kim recordó.

―¡Mierda, pero tú no eres de aquí! – El japonés encaró una ceja dudoso – Por cierto, ¿de dónde eres? – Inquirió.

―De aquí y de allá – Respondió escueto. Kim puso los ojos en blanco – Pero si te refieres al lugar donde nací, fue en una pequeña y olvidada ciudad: Karlovy Vary, en la Bohemia occidental de la antigua Checoslovaquia, actual República Checa – Kim parpadeó sorprendido; le pareció insólito que Zayn le soltase información de su vida tan fácilmente.

―Oh – Fue su corta exclamación y todo lo que pudo emitir.

Zayn se recargó en la pared, sacando un cigarro y encendiéndolo al instante, dispuesto a tomar una nueva conversación ante el tenso silencio que se había formado.

―¿Y bien, qué pasó? – Dijo dando una profunda calada a su cigarrillo. Kim arrugó el entrecejo, confundido. – Saliste tras Louis ¿no? – Se incorporó, dudoso de confesarle lo que había pasado.

―¡Ah!, sí, y no fue algo agradable... – Suspiró –...verlo desvanecerse ante mis ojos – Finiquitó ganándose la completa atención de Zayn.

―¡¿Qué?! – Exclamó sorprendido pero moderado en actitud, Kim hizo un ademán con las manos para que le permitiese hablar.

―Sólo se desmayó – Relató tratando de restarle importancia pero los amenazantes ojos miel le alborotaron su sistema nervioso central ― ¡Lo llevé a la enfermería, el médico lo atendió y me dijo que estaba bien, mañana mismo le dará de alta! – Agregó.

―¡Ese estúpido no se cansa de dar problemas! – Gritó apagando el cigarro en la desgastada pared – Si se hubiera mantenido quieto y solícito, nada de eso habría pasado – Refunfuñó comenzando a impacientarse. Kim tuvo que morderse la lengua para no replicar, pues sabía, sólo gastaría saliva. 

Zayn tomó una tira elástica y amarró con ella su cabello abenuz, abrió la reja y salió bajo la atenta mirada oscura de su compañero.

―Irás a verlo... ― Aseguró ― Pero las visitas están restringidas hasta mañana temprano – Zayn sin molestarse en mirarlo le respondió de soslayo.

―Tal vez... no era a la enfermería donde me dirigía – Susurró casualmente, Kim soltó un bramido parecido al de un venado en celo.

―¡Ajá! Entonces, ¿ibas con él, dime, ahora tu nuevo capricho es ese moreno de ojos azules?, ¿cómo se llamaba? – Zayn giró y colocó sus manos sobre los barrotes de la reja.

―Si no te conociera, creería que estás celoso – Bromeó. 

―Umm... el que estará celoso será cierta persona que tiene zafiros por ojos – Kim sonrió malicioso – Si ya te fastidió, entonces no te molestara el que yo comience a cortejarlo, tú sabes que a mí no me van los tipos, pero Louis – Soltó un silbido – Es la excepción a toda regla – Dijo guardando cierta distancia, observando detalladamente la reacción del ojimiel. 

Cerró con fuerza los puños sobre los acerados barrotes de la celda, sus ojos se convirtieron en pequeñísimas rendijas de mercurio y comprimió la boca enmarcando aún más su pronunciado mentón. La bambolla de indiferencia cayó estrepitosamente con su expresión y Kim amplió su sonrisa triunfal.


*******************

¿De cuantos capitulos es un maraton?

Igual solo subiré el 19 & 20, ¡Disfrutenlos!

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