Bajo su protección

By cerclebleu

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Si el azul por definición es un color frío, ¿cómo puedo incendiarme viendo sus ojos? More

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Bajo mi protección
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El fin del patriarcado

Nuevas estrategias

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By cerclebleu


 —¿Qué carajo acaba de pasar? —Ginny bajó del escenario y se encontró con Daphne.

La bruja mayor tenía los labios entreabiertos y sus ojos desenfocados como si un dementor estuviera robándole el alma. Por un instante quiso reírse. No por aquella idea del dementor roba alma, lo gracioso era ver cómo Dafne se sentía en jaque en su trabajo. Creía saber lo que estaría pasando por su mente: ¿Cómo se le pasó esto a Ella? La estratega Greengrass, la bruja de los contactos, la que está siempre tres jugadas adelante. ¿Cómo-pudieron-engañarla?

—Nos la acaban de jugar, eso pasó. Usaron tu imagen para un plan mucho mayor que simple representación de gobierno.

—¿Qué significa todo esto para nosotras?

—No lo sé —su voz sonaba tan derrotada como lo demostraban sus hombros caídos—, pero ya lo vamos a averiguar. ¿Te vas a entrenar ahora? — acarició su mejilla.

—Sí, ya estoy llegando tarde. ¿Nos vemos en casa para merendar?

—Estoy tapada de trabajo pero voy a intentar liberarme pronto —acarició disimuladamente su mano y empezó a alejarse.

—¡Daf! —llamó Ginny, dando un paso grande para tomar su muñeca.

La rubia se giró con las cejas alzadas y gesto paciente. Se sorprendió al encontrarse un rostro preocupado en su peliroja.

—¿Estás bien? —le preguntó, moviendo el pulgar por su muñeca en una caricia.

—Un poco abrumada —admitió Daphne.

—Lo sé. Pero vamos a estar bien, te lo prometo.

Daphne por primera vez sintió que los roles se invertían. Descubió a una Ginny capaz de contenerla, de tomar la delantera y guiar el barco a través de la marea agitada. Quiso abrazarla, besarla y decirle lo mucho que la amaba. En cambio, se conformó con sonreirle de la forma más cálida que podía y apretar su mano.

—Gracias pequeña.

—¡Gracias a Newton! Me estaba volviendo loca ¿por qué llegaste tan tarde?

Las palabras chocaron a Ginny, frenada detrás de la puerta -ahora abierta- de su casa. Hermione del otro lado, afirmando con tanta fuerza la manija que si se desprendiera en cualquier instante, no se sorprendería para nada.

—¿Gracias a quién? —frunció el ceño, esquivó a su amiga y pasó. Dejó caer su pesado bolso tres pasos más allá— Qué rara sos a veces, Hermy.

—Newton, fue un físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés. Pero es mundialmente reconocido porque inventó la teoría de la gravedad. En fin, no es importante ahora. ¿Hermy? No me gusta ese diminutivo, honestamente, las "ye" al final de los apodos me pareció siempre una moda de completo mal gusto. Salvo en tu nombre, por supuesto.

Ginny la miraba confundida, se había perdido más o menos en la segunda oración -¿quién era Newton entonces?-. Se acercó a Hermione, apoyó sus manos en sus brazos y la miró a los ojos tratando de transmitirle calma.

—Hermione, céntrate. Ya te enteraste ¿verdad?

—Es una locura —susurró—. Todos los periódicos cambiaron su nota de tapa al menos diez veces. ¡Cada cinco minutos! No terminaba de leer una noticia que la estaban cambiando. ¡Nunca en mi vida vi algo así! Ni siquiera cuando perdimos la guerra, aunque en ese momento no tuve acceso a ningún periodico —reflexionó en voz alta.

—Hermione, vuelve —chasqueó sus dedos frente a sus ojos—. ¿Tomamos un té y lo discutimos? Estoy muerta de hambre.

La morena sonrió, negando con su cabeza. Tomó de la mano a la pelirroja y la guió hacia el sillón, frente a la estufa prendida.

—Ya lo preparé. Y cociné unos muffins que, espero, me hayan salido mejor que la última vez.

Ginny se sentó en el mullido sillón y se comió el primer muffin en sólo dos bocados.

—Está delicioso —dictaminó, antes de tomar un trago de té y quemarse— ¡Y esto está hirviendo, Hermione! Podrías avisarme.

—¡Es un té! ¿Pensabas que iba a estar frío?

—Maldita sea, odio cuando se me quema la punta de la lengua y no siento ningún sabor por horas.

Hermione la agarró de la mandibula con fuerza, haciendo que se le abriera la boca. Acercó su varita y cinco segundos después ya sentía su lengua como nueva.

—¿Acaso existía este hechizo y mi mamá me dejó quemarme la lengua religiosamente desde los cinco hasta los quince? —frunció el ceño.

—Yo hubiera hecho lo mismo. ¿No se te ocurrió, en diez años, esperar para tomar el té? —Alzó su mano al ver que su amiga se disponía a responderle— Ginny, no me interesa, lo siento. ¿Me podés explicar qué pasó en el ministerio?

La pelirroja se acomodó mejor en el sofá. Tomó otro sorbo de su té y dejó la taza sobre el plato.

—Lamento desilusionarte, pero sé tanto como vos. Apareció Bellatrix, hizo bromas de mal gusto, subimos al escenario y dijo eso. Daphne me alejó de ellas apenas descendimos y ya no supe más.

—Entonces, recopilando la poca información que tenemos, Bellatrix impuso un matriarcado —Hermione se levantó y con un suave movimiento de varita, hizo aparecer una pizarra blanca en la que sus palabras quedaban plasmadas—Vos sos la cara principal del Proyecto Lilith. Su hermana, su mano derecha para llevarlo a cabo.

—Honestamente, me parece una idea maravillosa —dijo Pansy, con su imperturbable tono.

Las chicas se sobresaltaron. Ginny, de la sorpresa, dejó caer el té hirviendo sobre su pantalón. Se levantó rápido, con la taza resbalándose de sus manos.

—¡Maldita sea! ¿No podías avisar que estabas acá? —bramó.

Pansy sólo rió.

—Probablemente, pero no hubiera sido ni la mitad de divertido.

Hermione le envió una mirada iracunda.

—¿Tenés alguna información que puedas aportar? —se concentró en lo importante.

Pansy observó sus uñas durante largos segundos.

—Depende... ¿Qué me dan a cambio?

—¡Pansy!

—¿Te parece bien que hable de la información confidencial que tengo? Podrían llevarme a Azkaban por menos.

Hermione puso sus brazos en jarra y adelantó uno de sus pies, haciéndolo repiquetear en el piso.

—¿Desde cuándo te volviste una amante de las reglas?

Pansy fingió pensar. Luego se encogió de hombros.

—Desde hace cinco minutos.

—¡Ahg! —farfulló Hermione y les dió la espalda, volviendo a escribir en el pizarrón con su varita— Ginny, estás en una pésima situación. No hay forma en que puedas despegarte de esto sin morir en el intento. Bellatrix cocinó a fuego lento esta treta.

—Es cierto —apuntó—, aunque no lo veo como algo negativo. Ella me necesita. Aún si pudiera matarme ante mi rechazo público, se vería mal. Le restaría puntos. Lo estuve analizando mucho y creo que este es el momento ideal para que reaparezcas. Podría llegar a un trato con ella.

Hermione alzó sus cejas, tomada por sorpresa. Luego, sopesó la idea, con la mirada perdida y dando pasos de lado a lado frente a la chimenea. Pansy parecía al fin interesada por lo que oía.

—No está mal pero tampoco tengo la total seguridad de que no morirías simplemente por proponerle esto —dijo Pansy.

—Es cierto, tenemos que estar seguras de que va a decir que sí. No sólo corremos peligro nosotras. Como mínimo, Daphne caería y si llegan a investigar un poco, Pansy también.

—Es arriesgado, pero esta vez, tenemos todas las de ganar.

Ginny se había quedado dormida sobre el regazo de Pansy, en el sillón. La tetera había sido llenada tres veces más y varias horas habían caído por el reloj. Literalmente, los números de las horas que pasaban se iban acumulando fuera del reloj hasta dar las doce y volver a acomodarse. A Hermione le gustaba observarlo, a veces todavía se sentía como una niña descubriendo el mundo mágico. En su casa, siempre habían tenido un reloj de madera del que salía un pajarito a cantar en cada hora, y a sus siete años, le encantaba pasar frente a él justo cuando sucedía.

—Está agotada —interrumpió sus recuerdos Pansy.

Hermione quitó la vista del reloj y observó a su pareja, sabía que si removiera el maquillaje mágico, unas profundas ojeras aparecerían.

—Sí, es mucho por lo que está pasando. Pero ustedes también. ¿Hasta qué hora trabaja hoy Daphne?

—Ya debería estar acá —se encogió de hombros—. Contrario a lo que todos piensan, no tenemos un trabajo donde se respete el horario laboral.

—¿En Hogwarts imaginabas trabajar en política? —consultó con curiosidad, aunque imaginando la respuesta.

—¿Me estás tomando el pelo? En Hogwarts lo único que proyectaba de mi vida eran los viajes que haría en las próximas vacaciones. Nunca me preocupó realmente mi futuro, quiero decir, no es como si pudiéramos elegir.

—Bueno, pero en tu caso, tu madre es escritora. Eso podría suponer una mayor libertad a la hora de elegir tu carrera laboral.

—Mi madre es escritora porque está casada, pero mis abuelos no incentivaron jamás esa idea. Ella primero tuvo que casarse.

—¿Y te interesa?

—¿Qué cosa?

—La política. Aunque nunca hubieras soñado trabajar de eso.

Pansy dedicó unos segundos para pensarlo, acariciando distraídamente el pelo de Ginny.

—Me gusta sentirme parte de algo importante. Trabajo en el lugar donde se toman las decisiones que afectan a millones de magos y brujas. Es más demandante de lo que quisiera, pero gano mucho mejor que, incluso, magos que me doblan la edad.

—A Daphne la apasiona.

—Totalmente, pero Daph es así desde siempre, sabe relacionarse con la gente, tejer redes que luego la ayuden a llevar adelante sus proyectos, pedir y devolver favores, no sé. Tiene muchas ganas de crecer y le gusta el poder, que no es un detalle menor. ¿Y vos? ¿Qué soñabas en Hogwarts?

Hermione dejó caer una risa seca, como si aquello fuera un recuerdo demasiado viejo.

—Me hubiera gustado trabajar en política. Habría armado un partido político con el que poder luchar por mis convicciones. Imagino que hubiera estudiado abogacía y algunas maestrías en derechos mágicos.

—Quizás todavía puedas hacerlo. Si nos enfocamos en la idea de Ginny podríamos volver a darte un futuro.

Hermione suspiró, sintiéndose más derrotada que esperanzada.

—A veces pienso que debería exiliarme. Podría ir a Estados Unidos, México, Argentina. Vivir como muggle, pasar desapercibida. Estudiar, tener un empleo, una casita con un pequeño parque, un gato.

Pansy sonrió aunque sintió que se le estrujaba el corazón al imaginarse a Hermione lejos suyo.

—Me gustaría ser egoísta y convencerte de lo contrario, pero probablemente sea una buena salida.

—Sólo que ya es demasiado tarde. Ginny está muy comprometida y todas nosotras la trajimos hasta acá. Deberíamos haber escapado cuando pudimos.

La puerta se abrió y ambas giraron su cabeza para ver a Daphne ingresar en el departamento. Aún se veía hermosa y elegante, a pesar de haberse pasado más de veinte horas dentro del Ministerio.

—¿Todavía despiertas? —dejó su bolso en un banquito y se acercó a ellas, dejándose caer en el sillón individual al lado de la chimenea.

—Se nos pasó la hora —Hermione se apuró a servirle un poco de té e hizo levitar unos bocadillos dulces y salados que había preparado—. Imagino que no comiste nada.

—Imaginas bien —le envió una sonrisa cansada y se incorporó lo justo para tomar la taza de té y un muffin de arándanos—. Decir que estoy agotada es el eufemismo del siglo. Bellatrix está completa y absolutamente loca. Por si aún quedaba alguna duda. El Ministerio es un caos desde su anunció, hubo más de cien cambios de categorías. En efecto, todos los magos que estaban en posiciones de poder, quedaron relegados a dos o tres cargos inferiores. Honestamente, había unos cuantos que se lo merecían, pero otros eran realmente buenos trabajadores.

—¿Esto no va a desatar otra guerra interna? No me imagino a todos los magos muy felices con esta decisión —argumentó Hermione, al tiempo que se tomaba un sorbo de su quinto té.

—Es cierto, en parte. Bellatrix sabe que cuando la ven a ella, en realidad están viendo a la persona que derrotó al mago más poderoso de la comunidad mágica. ¿Quién crees que se levantaría ante ella? Sí, seguramente habrá algunos focos conflictivos pero los va a apagar rápidamente —bebió un sorbo de su té y observó el plato frente a ella, esta vez eligiendo un muffin de nuez y manzana.

—Ginny quiere ir a negociar con ella, para que Hermione pueda vivir en paz —le contó Pansy, que aún acariciaba a la pelirroja.

Daphne levantó sus cejas con sorpresa y puso un gesto pensativo. Aprovechó para masticar con lentitud, y tomar más té.

—No es tan mala idea como parece a priori —determinó—. Tendríamos que analizarlo bien pero, Bellatrix le hizo una jugada sucia, creo que debería devolvérsela. Es necesario que marque el terreno, que le demuestre que no puede hacer lo que se le ocurra con ella.

—No lo había pensado así, pero es cierto —apuntó Hermione—. Podría sentar precedente y luego ir a por más. Tiene que ser milimétricamente exacto, donde Ginny tense demasiado la cuerda, terminará mal.

—Exacto, el punto es...—observó a la morena—¿Qué te gustaría hacer en el mundo mágico?

Hermione se revolvió incómoda. Tomó un sorbo de té, dejó la tacita en el plato.

—¿Cuáles son mis opciones?

—Le sumaría mucho a la credibilidad de Bellatrix que te le unieras. Serías la última integrante viva del trío dorado. La bruja más inteligente de su generación, feminista desde el colegio. Hija de muggles. Hablaría muy bien de ella, en la política exterior sobre todo. Podrías tener algún cargo dentro del Ministerio. O una vida normal, luego de que pase el furor de los periodistas por encontrarte.

—No sé si pueda...No sé si pueda trabajar para la gestión de Bellatrix.

—Te entiendo —Daphne se estiró y acarició la mano de Hermione—. Se debe sentir como una traición, pero si lo pensas de forma estratégica... Bellatrix mató a Voldemort, que fue el principal enemigo de ustedes. Sus políticas no son tan nefastas como habíamos imaginado todos. Y si querés derrocar el sistema, creo fervientemente, que deberías hacerlo desde adentro. La política te obliga a ser estratega, a tomar decisiones en el presente que te puedan llevar hacia un futuro deseado. Decisiones difíciles, muchas veces. Ceder ante cosas que no te agradan del todo. Verlo como un medio para un fin.

—Sos una oradora realmente buena —alagó Hermione, sonriendo para liberar la tensión de su cuerpo.

Pansy rió y Ginny se removió en sueños. Daphne sólo dibujó una sutil sonrisa en su rostro.

—Gracias. Creo que haríamos un buen equipo. Me gustaría tenerte como compañera en el Ministerio.

—Me suena un poco improbable que Bellatrix me dé un lugar de poder así como así.

—En circunstancias normales estaría de acuerdo. Pero ahora mismo, contamos con el poder que tiene Ginny. Ella podría pedir que trabajes junto a Narcissa. Creeme, es mucho más amable que Bellatrix.

Hermione asintió. Se moría de miedo y tenía la sensación de estar a punto de saltar a un precipicio. Pero no por nada el sombrero seleccionador la había mandado a Gryffindor.

—Hagamoslo.

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