Convivencia XL

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La fiesta salió bien para todes salvo para Ginny que estaba agotada y confundida. A las once de la noche, con la casa finalmente vacía, se sumergió en la bañera. Su cuerpo ardió por unos segundos hasta que se aclimató a la temperatura, que le gustaba extremadamente caliente. Era agradable la relajación de sus músculos, después de su primera semana de intensos entrenamientos. La luz cálida y tenue fue el acompañante ideal para cerrar los ojos y perderse en sus pensamientos. Suspiró, exhalando todo el aire de sus pulmones. ¿Por qué la había pasado mal? Bueno, en realidad, tampoco es que había sufrido. Sin embargo... No fue como las fiestas de Hogwarts. Las chicas del club se habían divertido, incluso vio a Pansy pasarla bien. ¿Por qué ella estuvo preocupada todo el tiempo? La cara de Daphne apareció en su mente y se hundió momentáneamente en el agua. Recién ahora empezaba a ver que trabajar con su ¿novia? podría llegar a ser un problema. Sin duda necesitaban tener una charla exhaustiva al respecto de su trabajo y su relación. Y ella tendría que definir qué tipo de carrera quería hacer en el deporte. Se sentía, de alguna manera, engañada. Nadie le había dicho las cosas que tendría que hacer sólo por desear jugar al quidditch. Jones le dijo que se terminaría acostumbrando, ¿sería así? ¿quería acostumbrarse? Decidió salir y dormirse, de todas formas, estaba agotada y seguro se dormiría apenas apoyara la cabeza en la almohada.

Luego de ocho reparadoras horas de sueño se despertó con energía y su emocionalidad nuevamente equilibrada. Bajó las escaleras de dos en dos y con ayuda de Saberia, preparó el desayuno para ella y la rubia.

—¡Noo! —se quejó cuando salió de la cocina con la bandeja levitando delante suyo y vio a Daphne entrando en el living— Quería sorprenderte.

La bruja, aún adormilada, sonrió y esquivó la bandeja para deslizar sus brazos por la cintura de Ginny, estrechándola contra su cuerpo.

—Buen día, señorita Weasley —ronroneó en su oído, rozando con su nariz el cabello de la menor e impregnandose de su perfume.

—Hola bonita —besó su cuello.

—Me hiciste el desayuno —afirmó, como si recién lo recordara.

Se alejó del cuerpo de Ginny para observar la bandeja. Café, jugos exprimidos, tostadas, fruta.

—¡Pero qué chica más linda —besó sus labios— Gracias, ¿desayunamos en la terraza al sol?

—Sí, me gusta —se encaminaron hacia ahí, la bandeja levitando— ¿Dormiste bien? ¿Qué tal la pasaste anoche?

—Descansé como un bebé y la pasé muy bien. La gente se divirtió, consumió mucho alcohol pero no lo suficiente para tener que limpiar vómitos y avancé en mis negocios más de lo esperado —su sonrisa brillaba mientras corría una silla y se sentaba, Ginny tomando asiento frente suyo.

—Eso suena a una buena fiesta para vos ¿no?

—Es mi fiesta ideal —le dedicó una mirada por encima de su taza de café— Presiento que no para vos.

La pelirroja se acomodó mejor en su silla, sentándose chinito con las piernas flexionadas bajo suyo. Molly jamás había dejado de regañarla para lograr que se sentara bien, sin embargo no pudo con la determinación de Ginny.

—No la pasé mal pero tampoco me divertí —probó su chocolate caliente.

—¿Por qué no? Creí que siempre eras la reina de la fiesta.

La bruja menor sonrió ante eso, sintiéndose orgullosa por las palabras.

—Lo era. Quizás todavía lo sea. Quizás Azkaban me sacó alguna chispa interior.

Bajo su protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora