En alguna calle de Venecia

Por Vaaalmoon

4.3K 1.4K 1.3K

La música corre por sus venas, así como corren las aguas por los canales de la ciudad del amor. El vehemente... Más

Editorial Cobellette
Introducción
Capítulo 1 •Turbulencia•
Capítulo 2 •Karma•
Capítulo 3 •Croissant y chocolate•
Capítulo 4 •Hipnotizada•
Capítulo 5 •Primer día•
Capítulo 6 •Caballo loco•
Capítulo 7 •Tarde de películas•
Capítulo 8 •Plantado•
Capítulo 9 •Mentirosos•
Capítulo 10 •Rarita•
Capítulo 11 •Inesperado•
Capítulo 12 •Tequila•
Capítulo 13 •Llámame por mi nombre•
Capítulo 14 •Perfectamente imperfecto•
Capítulo 15 •Amigos•
Capítulo 17 •Zona de peligro•
Capítulo 18 •Cannolis•
Capítulo 19 •Piscina, vodka y retos•
Capítulo 20 •Regla número seis•
Capítulo 21 •Fugaz•
Nota de la autora

Capítulo 16 •El inicio de una guerra•

70 36 19
Por Vaaalmoon

Anoche, luego de un maratón de películas románticas, me quedé dormida con mis ojos llenos de lágrimas.

«Pobre niña triste y sin amor»

Mi mañana comenzó como es habitual, y ahora me encuentro a mitad de mi clase de teoría y solfeo. Sentada entre Jace y Stella, quienes discuten como niños sobre quien hace más bonita la clave de sol.

«Claramente, la más bonita es la mía, pero no tengo tiempo para tonterías como esas»

—Si partimos del Do y continuamos avanzando en el sentido de las agujas del reloj, vamos obteniendo tonalidades que cada vez tienen un sostenido más en su armadura. —explica el profesor. —Si vamos en sentido contrario desde el Do, obtenemos las tonalidades que tienen bemoles. —carraspea su garganta. —Parece que Rossi y Fossati tienen algo que aportar a la clase ¿No es así?

Me sobresalto al ver que mis amigos no le están prestando ni una pizca de atención al profesor, así que les doy un discreto codazo a cada uno.

—¿Qué te pasa? Loca. —se queja Stella.

—Adrián les está preguntando algo, par de idiotas. —le digo entre dientes. 

La cara de susto de Jace es todo un poema, me hubiese encantado tener una cámara entre mis manos para capturar este momento e inmortalizarlo.

—Disculpe profesor, mi compañera y yo estábamos debatiendo sobre la clase. —miente.

—Es justo lo que pensé, por eso les he pedido que compartan su debate con el resto de sus compañeros. —pide Adrián.

—Eh... Por supuesto profe. —respondió Stella, con algo de nerviosismo. —¿Específicamente sobre qué le gustaría que habláramos? —le pregunta.

—Podrían refrescarnos la memoria dando un breve resumen de lo que acabo de explicar, a no ser que no me hayan prestado atención por estar "debatiendo sobre la clase." —declaró, haciendo especial énfasis en las últimas tres palabras.

—Claro que le prestamos atención, usted estaba hablando sobre... —dijo Jace, dudoso.

—¿Sobre...? A ver, díganme. ¿Cómo podemos saber si una tonalidad tiene bemoles o sostenidos? —cuestionó el profesor.

—Pues, eso lo podemos saber por qué... —responde mi amigo con inseguridad.

—Porque el reloj nos dice con sus agujas que las notas son Do... —interviene Stella, rascando su cabeza como si de esa manera pudiese obtener la respuesta correcta desde el más allá.

—Sálganse ahora mismo de mi clase, los dos. —ordena Adrián con molestia.

—¡No profesor! Discúlpenos por favor. —le suplica mi amiga.

—¡Ahora! —recalca.

Stella y Jace toman sus cosas, exasperados. Yo los miro con decepción mientras salen del aula.

—Bien, continuando con lo que estábamos... —habla Adrián mientras retoma el tema.

***

Sinceramente hace un buen rato dejé de prestar atención, estoy haciendo garabatos en la última página de mi cuaderno, únicamente esperando a que anuncien la tan deseada hora de salida, tengo mucha hambre, esta mañana no me dio tiempo de preparar mi desayuno así que solo me comí una manzana. 

Mi mente está divagando cosas sin algún sentido en particular, como siempre.

—Ahora sí, hemos terminado por hoy. —escucho decir.

«Que felicidad, mis tripas están agradecidas»

Parece que todos estábamos deseando escuchar eso, porque el ruido de las sillas que producimos al levantarnos como unos desesperados retumba por todo el salón.

—Aguarden un momento. —gritó el profesor.

Cómo si fuéramos robots, todos nos detuvimos al mismo tiempo, emitiendo un sonido de fastidio.

—Por favor, pase por aquí un integrante de cada equipo a retirar los resultados del informe. —indica.

***

Recorro los pasillos emocionada, esperando encontrar a mis amigos para mostrarles la nota de nuestro proyecto. Pero, con quien me topo, no es con ellos precisamente.

—¡Ale! Justo te estaba buscando. —me abraza.

—Hola Allan. —rompo el abrazo. —¿Para qué me buscabas? —pregunto curiosa.

—Pues para que almorcemos juntos, si quieres. —propone. —Es lo que hacen los amigos. —una sonrisa pícara se dibuja en su rostro.

Una sensación desagradable aparece en mi estómago, y no logro descifrar si es causada por el hambre, o por la repugnancia que siento cuando me dice "amiga".

«Que loca estás, ayer le insististe para que fueran amigos y ahora te molesta. Deberíamos ir a un psicólogo y medicarnos»

—Por supuesto, amigo. —lo miro con seriedad. —Acepto tu cordial invitación. —sonrío falsamente.

—¡Vaya que fácil! —aplaude sonriente. —Estaba preparado para insistirte tanto hasta el punto de llegar a rogarte.

—Que mal, lamento arruinar tus planes. —le respondo con sarcasmo.

—Mi plan B era mejor. —comenta. —Iba a tomarte de la cintura y cargarte sobre mi hombro como un saco de papas, te llevaría a la cafetería y te obligaría a comer a mi lado. —sonríe con ternura.

—Ahora me alegro de haber aceptado a la primera, no volvería a dirigirte la palabra jamás si me hubieses secuestrado, psicópata.

—Ya vamos, tonta. Mi estómago ruge. —mencionó.

Caminamos uno al lado del otro hacia la cafetería, aún sigo manteniendo mi atención en cada pasillo por si logro encontrar a Jace y Stella, pero nada que aparecen; sabrá Dios donde estarán metidos ese par.

Llegamos a la cafetería y el olor a comida mezclado con el sudor de los alumnos invade todo el lugar.

Allan me toma de la mano y me arrastra hasta la barra, donde milagrosamente encontró un espacio vacío entre tantas bestias muertas de hambre, esperando a ser atendidos. 

La señora del otro lado de la barra se acerca hacia nosotros con dos platos, nos ofrece lo qué hay en el menú para luego servirnos y despacharnos.

Nos sentamos en una de las pocas mesas disponibles, está junto a un gran ventanal con vista al patio trasero.

—Iré por algo de beber a la máquina expendedora. —indica Allan. —¿Quieres que te traiga algo?

—No gracias, así estoy bien. —expreso.

Lo observo alejarse, para luego volver mi vista hasta el ventanal.

Observo a varias personas practicando con sus instrumentos, otras leyendo y... ¡Mis amigos! Están sentados en un banco, comiendo y conversando.

Comienzo a revolotear mis brazos por el aire con la esperanza de llamar su atención, si alguien me grabara en este momento podría volverse viral, algo así como "La extraña loca de la cafetería"

Pero, mi vaga imitación de un ave con las alas lastimadas tuvo éxito, Stella logró verme y ya vienen para acá.

—Ni de broma vuelvas a hacer eso, jamás. —dice Jace sentándose frente a mí.

—¿Qué cosa? —inquiero.

—Pues eso de actuar como pájaro descompuesto. —añade Stella, sentándose junto a Jace.

—Era para que pudieran verme, además eso da igual. —digo restándole importancia. —¡Nos hemos sacado un diez en el informe!

—¡Qué bueno! Hacemos un gran equipo, esto hay que celebrarlo. —exclama Stella.

—Conmigo no cuenten, yo tengo que irme ya. —soltó Jace.

—Oh, sí, olvidaba que tu mugrienta cita era más importante que cualquier otra cosa en el mundo. —dice ella, enojada.

—Esperen... ¿Con quién tendrás una cita? —interrogo.

—Con...

—Lamento interrumpir, si quieren los dejo solos. —se disculpa Allan, colocando dos bebidas sobre la mesa.

—¡No! —exclama Jace, levantándose. —No interrumpes nada querido Hill, ya justo nos íbamos ¿Verdad Stellita? —la toma de la mano, obligándola a levantarse. —Que disfruten su comida, hasta luego. —ríe nervioso.

Lo fulmino con la mirada, mientras comienzan a caminar a la salida. Pero, Stella se zafa de su agarre, corriendo nuevamente hacia la mesa.

—Saldrá con tu amiga, la que tiene nombre como de desierto. —susurra, para luego echar a correr detrás de Jace.

Mi expresión de asombro es inevitable, ¿En qué momento pasó eso? No logro entender cómo es que va a tener una cita con Zahara, esa tarada sí que se trae sus secretos bien guardados.

—Parece afectarte mucho. —añade Allan. Lo miro desconcertada. —Digo, el hecho de que Jace saldrá con alguien.

—Primero, no me afecta. Solo me sorprende porque la persona con quien saldrá es mi amiga. —aclaro. —Y segundo, eso a ti no debería importarte. —le informo con voz gélida.

—Ok, discúlpame entonces por ser tan entrometido.

Ignoro su comentario y me dispongo a comer, pedí un poco de puré de papas, con pollo y ensalada. Bueno, en realidad lo pidió Allan por mí, aún no sé cómo pronunciar todo eso en italiano.

—Te traje jugo de naranja. —me dice ofreciéndome la botella. —Ya sé que dijiste que estarías bien así, pero, no conozco nada de primeros auxilios y siendo sincero, no me apetecía verte atragantada, sin saber qué hacer para ayudarte.

—Gracias. —le contesto riendo por su absurdo comentario.

—Los de mi nonna son mucho más sabrosos. —menciona él, refiriéndose a los spaghettis que está casi devorando.

—Pues estos no parecen desagradarte demasiado, ya llevas casi medio plato vacío. —bromeo.

—Eso es lo que hace el hambre querida, te incita a comer cualquier cosa sin importar lo repulsivo que pueda llegar a ser.

Decido no responder a eso y en su lugar me concentro en mi comida.

Minutos después ya él se acabó la suya, mientras a mí aún me queda una buena cantidad, no sé si él come muy rápido o yo demasiado lento.

—A Valy le agradas, deberían conocerse mejor, tal vez sean buenas amigas.  —comenta.

—¿Y Valy es...?

—Valeria, mi hermana.

¿Es que acaso está de moda que los hermanos le asignen apodos ridiculos a sus hermanas? Porque yo no me he enterado.

«Ya quisieras tú tener un hermano que te llamara "Aly" o "Alita"»

¿Alita? Mejor no tener hermanos, ese apodo horroroso sí que me avergonzaría.

«Pues te queda bien. Además, si te preguntan el significado tendrás dos opciones de respuesta: puede ser por el diminutivo de Alessia o por la alita rota que tenías cuando estabas llamando a los chicos desde el ventanal»

—Ja, ja, si mi conciencia fuera una persona de seguro sería comediante. —digo con sarcasmo.

—¿Qué? —Allan me mira confundido.

—¿Qué? —respondo.

Mierda, estaba pensando en voz alta.

—¿Qué tu conciencia, qué cosa?

—Nada, solo que... —tomo un sorbo de mi jugo. —¡Me encantaría ser amiga de tu hermana! —respondo con agilidad.

—Bueno, podríamos salir un día juntos. —noto como se sonroja. —O solo ustedes dos, como prefieran.

—Si, ya lo veremos. ¿Podemos irnos ya? Tengo algo superimportante que hacer. —miento.

—Claro, ¿Quieres que nos vayamos juntos? —ofrece. —O si prefieres, podemos ir cada uno por un lado diferente de la misma calle, hacia el mismo destino. —bromea.

—Idiota, casi somos vecinos, vamos juntos. —río.

***

Nos detenemos frente al edificio donde vivo, Allan insistió en acompañarme hasta aquí. En el camino no hablamos mucho, pues mis padres me llamaron y aunque quise decirles que los llamaría más tarde, Allan se negó.

—Gracias por acompañarme, lamento no haberte prestado mucha atención. —me disculpo.

—No, si fui yo quien te pidió que contestaras la llamada. —me recuerda. —La familia es lo más valioso, Ale, debes darles prioridad.

—Tienes razón. —sonrío.

«Es un frasco de lindura, ese cabeza de zanahoria»

—Bien, pues, me temo que ya debo irme, le prometí a mi nonna que la ayudaría en el café. —explica.

—No te preocupes, vete. "La familia es lo más valioso, debes darle prioridad" —digo imitándolo.

Me dedica una sonrisa y me causa ternura que cuando lo hace, sus ojos casi logran cerrarse por completo y dos pequeños hoyuelos aparecen en ambos costados de sus mejillas.

—Puedo... —dudo por un instante. —¿Puedo darte un abrazo? —suelto.

Me mira con obviedad y extiende ampliamente sus brazos, invitándome con la cabeza a acercarme.

Me inclino de puntitas hacia él, extendiendo mis brazos para envolverlos alrededor de su cuello, pegando mi pecho contra el suyo.

Siento una agradable calidez cuando él desliza cuidadosamente sus manos por mi cintura, colocándolas finalmente con mucha suavidad sobre la parte baja de mi espalda, su cabeza está apoyada sobre mi hombro y viceversa. Es un abrazo cariñoso, o al menos así lo percibo yo.

No quisiera separarme aún, pero Allan lo hace. Entiendo que ya debe irse así que también me alejo unos centímetros de él, facilitándole un poco la situación.

Siento su mirada sobre mí, así que también hago lo mismo con él, manteniendo el contacto visual.

Hay tanta tensión a nuestro alrededor que podría cortarse con un cuchillo.

La mirada del pelirrojo desciende hasta llegar a mis labios, que por impulsividad lamo.

Me acerco nuevamente hacia Allan, destrozando la poca distancia que teníamos, sin quitarle la mirada de encima, coloco mis manos rodeando su cuello. No sé muy bien que estoy haciendo, pero la mezcla de nervios y deseo me hacen actuar sin pensar.

Su cara me transmite que se siente igual que yo, ansioso, pero temeroso.

Sus manos suben hasta mi rostro y con suavidad las desliza por mis hombros y mis brazos, hasta llegar a mi cintura, me abraza con fuerza, pegándome más contra su cuerpo. Puedo sentir como nuestras respiraciones chocan y mi corazón no para de latir, lo observo relamer sus labios una y otra vez, mientras me mira con sus ojos chispeantes de deseo.

«Es ahora o nunca Alessia, te mueres por besarlo.»

Es cierto, en este momento no me importa nada más, no me interesa si después me voy a arrepentir, solo somos él y yo ahora mismo. Así que, subo un poco mis manos, enredándolas delicadamente entre sus preciosos rizos rojos y atrayendo su rostro hacia mí, nuestros labios casi pueden rozarse. Cierro mis ojos tomando una bocanada de aire y...

—¡Ouch! —me alejo de Allan, quejándome.

—Mi scusi, signora. —se disculpa un pequeño niño, tomando la pelota que por poco me descalabra. Para luego irse corriendo.

—Alessia, ¿Estás bien? —me pregunta Allan preocupado.

—Si, no sabía que una indefensa pelota podría ser un arma letal. —bromeo, masajeando el costado de mi cabeza herida.

—Yo no sabía que una indefensa pelota podría ser tan inoportuna. —ríe.

Miro por encima de su hombro, algo llamó mi atención.

El mismo niño de hace un momento, se acerca a un hombre y le choca el puño. Luego, observo cómo él le entrega unas monedas al niño, el cual las recibe y se va corriendo con alegría.

El hombre se gira cabizbajo hacia mí, por lo que me percato de que es un chico, luego, se quita la capucha de su sudadera y levanta la cabeza, dejándome ver una estúpida sonrisa triunfante en su rostro. 

No puedo creerlo.

Lo miro con asombro y muchísimo enojo mientras me guiña un ojo.

¿Quieres guerra Zaid? Pues prepárate. ¡Porque guerra tendrás!



N/A:

¡Hola! Espero que les guste este capítulo❤️

En la multimedia pueden ver una foto de nuestra preciosa Alessia, ¿O deberíamos comenzar a llamarla Alita?😂

Seguir leyendo

También te gustarán

330K 27.5K 19
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
46.7K 11K 25
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
243K 16.4K 33
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
7.2M 114K 27
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...