Capítulo 13 •Llámame por mi nombre•

89 36 21
                                    


Despierto con el sonido de la alarma y un dolor punzante en mi cabeza me trae flashbacks de todo lo ocurrido anoche.

Observo mi celular y son las 8:40 am.

Zahara duerme plácidamente al otro lado de la cama y con mucho cuidado me levanto para no despertarla.

Luego de asearme me dirijo a la cocina, tomo un vaso y lo lleno de jugo de fresa para luego sentarme en el sofá.

Mi celular está lleno de notificaciones desde ayer, comienzo a revisarlas una a una, empezando por varios mensajes de mis padres, los cuales respondí explicándoles la razón por la que no había respondido. Luego, una notificación llama mi atención, son varios mensajes de Allan, los observo desde la barra de notificaciones porque no quiero abrirlos, en este estado de confusión en el que me encuentro no creo que sea bueno responder.

"Que terca eres, te dije que no debías pagarme nada".

"¿Ya estás en tu casa?"

"Ale, ¿llegaste bien? Me preocupas".

Me da pena no responderle, quisiera explicarle, pero la verdad no tengo ganas de hablar con él.

—Buenos días. —saluda Zahara mientras se tira en el sofá a mi lado.

—Buenos días, pensé que dormirías más.

—No puedo, me duele la cabeza. —hace una mueca de dolor.

—Pues ya somos dos.

Recuerdo todo lo que hablé anoche con Zahara. Me contó que en su casa estalló el problema de la amante de su padre, su hermano comenzó a beber desenfrenadamente, algo que ella dice ser muy raro en él, y a raíz de eso surgió una horrible discusión entre él y su padre.
Su mamá, tomo una botella de vino y la lanzó contra una pared, un trocito de vidrio desafortunadamente rebotó sobre la mejilla de Zahara, eso explica su herida.

Ella se sentía muy mal porque en su casa jamás había sucedido algo así, por eso salió de allí y decidió venir a mi casa.

—Tengo una duda. —me pregunta ella.

—¿Cuál?

—Ayer, cuando estábamos en el parque y llegó mi hermano, ¿por qué saliste huyendo? —me mira fijamente esperando una respuesta.

—Bueno... —me aclaro la garganta. —¿Es necesario hablar de eso ahora?

—Sí, es muy necesario, ya que no entiendo nada.

—Es que, conozco a tu hermano. —confieso.

—¿Cómo así? Él dijo que actuaste muy extraño, no parecía haberte conocido. —me mira confusa.

—Eso es porque él no me conoce a mí. —explico, mientras juego con mis dedos.

—Cada vez entiendo menos, ¿podrías por favor ser más clara?

Me remuevo sobre el asiento, quedando de perfil hacia ella, meditando rápidamente mi respuesta.

—Resulta... —carraspeo. —¿Recuerdas el chico de la góndola del que te hablé?

—Si, pero eso que tiene que ver con mi herm... —reflexiona. —¡No me digas que!

—Es él. —suelto de golpe.

—¡¿Estás segura?! —dice con una sonrisa enorme.

—Si, ¿y eso a ti por qué te alegra tanto?

—¿No es obvio? Encontraste al chico que tanto buscabas y resultó ser mi hermano al que siempre quise presentarte. ¡Es el destino, amiga! ¿O debería comenzar a llamarte cuñada? —ríe.

En alguna calle de VeneciaWhere stories live. Discover now