Capítulo 4 •Hipnotizada•

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Una vez fuera de la cafetería, emprendo camino hacia el aeropuerto. Está un poco retirado, pero no me puedo permitir pagar un taxi acuático en estos momentos, así que me iré caminando.

El panorama es hermoso, las calles están llenas de turistas y la arquitectura me tiene fascinada, realmente es una ciudad de ensueño, así que, la vista, el gorjeo de las palomas y la felicidad que irradian las personas que transitan por aquí me hacen disfrutar mucho del camino.

Una hora y algunos minutos después, por fin, llegué al aeropuerto, lo bueno es que siempre me he mantenido en forma y en constante ejercicio, aunque no puedo negar que las piernas me duelen y el sudor que me empapa ha logrado que mi outfit se viera mucho más horrible de lo que ya era, así que antes de hacer cualquier otra cosa camino hacia el baño para ver si puedo mejorar un poco mi aspecto.

Me lavo la cara y con una toalla de papel comienzo a secar las partes sudadas, comienzo por mi frente, mejillas y cuello, para luego ir bajando hasta mi pecho. Escucho la notificación de mi celular y me alegro al ver que es mi mamá respondiendo al mensaje que le deje esta mañana.

"Buenos días mi Ale, estamos muy bien por aquí aunque te extrañamos mucho, que tengas lindo día y recuerda que te amamos, esperamos que nos llames pronto"

Sonrío y guardo mi celular sin responder, ya cuando esté en casa los llamaré, por ahora debo dedicarme a lo que vine, recuperar mis pertenencias.

Salgo del baño directamente hacia la oficina de atención al cliente, donde me recibe un señor algo mayor y le comento mi situación, me invita a tomar asiento mientras él va a buscar mis cosas en otra sala. Pocos minutos después siento que se me ilumina la vida al ver al señor caminando hacia mí, con el estuche de mi precioso violín y mi maleta.

—Aquí tiene su equipaje, señorita. —dice con acento extraño el señor que claramente no maneja muy bien el español.

—Muchas gracias. —tomo mis cosas.

—Disculpe por el mal rato, tenga un reembolso. —me extiende un sobre blanco.

—Gracias, hasta luego. —me despido luego de tomar el sobre.

Bueno, esto fue más rápido de lo que pensé. Ahora, piecitos, prepárense para el regreso y no me vayan a fallar en el camino.

Salgo del aeropuerto cargada de equipajes, aún no he caminado bien y ya estoy cansada.

—¡Ragazza! —volteo al escuchar una voz masculina detrás de mí.

—¿Si? —pregunto confundida al joven que ahora se encuentra a mi lado.

—Io sono un tassista. —dice y mi cerebro se tarda unos segundos en traducir: "Soy un taxista"

—Non parlo italiano. —le explico mi poco conocimiento en el idioma.

—35 €. —dice.

La verdad me lo pensé, mis pies me suplicaban un descanso, además tengo el dinero del reembolso con el que no estaba contando, así que prácticamente es un dinero extra.

—Vale, voy hacia el centro de la ciudad. —dije aceptando el servicio de taxi.

El chico me hizo señas para que lo acompañara hasta los canales acuáticos, donde se encontraban varias embarcaciones pequeñas pero muy lindas, como una especie de lancha pero algo más grande y con techo.

Luego de que el joven me indicara cuál es la suya, me subo y me hago espacio en uno de los asientos colocando mi maleta en medio de mis piernas y el estuché del violín me lo colgué del hombro, la verdad es más cómodo de lo que creí y definitivamente más cómodo que caminar otra hora más.

En alguna calle de VeneciaWhere stories live. Discover now