room 72; camren

By milanolivar

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Camila es doctora en un hospital de Los Ángeles. Su vida se basa en ir al hospital, cuidar de su hermana Sofi... More

Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Último Capítulo
Epílogo
Epílogo 2
Room 72 en físico
Room 72 portada

Capítulo 2

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By milanolivar

Lauren's POV

El atardecer había tornado en un tono anaranjado el cielo, a la vez que se escondía tras el pacífico lentamente. El día anterior había sido bastante raro, a decir verdad. Pero no quería pensar en aquello. Tenía una casa frente a la playa en Malibú, de diseño. Con la piscina rectangular iluminada desde el interior, algunas hamacas balinesas de color blanco y el suelo de madera, que subían por una escalera hasta una segunda planta que era una terraza.

Normani se me acercó por detrás, no podía ir más provocativa.

-Dios, Normani que soy lesbiana. —Le dije mirándole los pechos y luego a su cara. Llevaba un vestido ajustado en el que sus pechos se marcaban perfectamente, no sabía de dónde las había sacado.

-Calma tu instinto depredador. —Me dijo alzando el dedo para callarme. —Los invitados están empezando a llegar, deberías recibirlos. —Me señaló la puerta y solté un gruñido, odiaba esas cosas de las fiestas.

Me puse en la puerta y fui recibiéndolos uno a uno con una sonrisa, mientras Normani revisaba su móvil por si tenía algunos mensajes.  Normani era mi asistente, que no secretaría. Normani me aconsejaba sobre qué hacer y cómo hacerlo, aunque yo también tenía alguna idea. Era una especie de amiga-secretaria, lo que se resume en asistente personal.

Llevaba más de dos horas recibiendo a gente, hasta que llegó todo el mundo, pero no Camila. La estaba esperando a ella, ¿dónde cojones estaba?

La puerta sonó cuando ya la había cerrado, y me levanté a abrir. Estaba sola en el salón porque todos estaban en la terraza, y abrí la puerta. Allí estaba ella. Con el pelo liso cayendo por sus hombros, los labios que vi ayer carnosos humedeciéndose bajo mi mirada y llevando un vestido negro bastante ajustado con el que me olvidé de que tenía novia.

-¿Lauren? —Preguntó Camila, sacándome rápido de mis pensamientos.

-Camila. —Sonreí, abriendo un poco más la puerta cerrando a nuestras espaldas. —Sígueme. —Le hice un gesto con la cabeza para que fuese conmigo y ella asintió.

Me colé por distintos sitios de casa hasta llegar a la cocina donde estaba el cáterin. Cogí una bandeja de canapés, una botella de vino y dos copas, llegando hasta uno de los sitios bajo todo el mundo, donde llegaba la música pero nadie podía ver.

-No hacía falta esto tampoco.. —Ella sonrió levemente y me encogí de hombros. Estábamos prácticamente en una mesa frente a la playa, y comencé a echar vino en nuestras copas.

-Te mereces esto, créeme. —Dije bebiendo un poco mientras la miraba. —Sé que es un poco raro para ti esto pero... Siento que te conozco más que de una simple comida ayer. Estuviste a mi lado día y noche dos semanas, hablándome de tu vida, y siendo tan amable conmigo.

-Sí.. Es algo raro. —Respondió ella humedeciéndose los labios en vino, dejándolo en la mesa. Me quedé mirándolos un momento, apreciándolos porque simplemente no había visto unos iguales. —Pero está bien, es muy bonito esto y tu casa es impresionante.

Ella intentaba ser afable, porque la verdad es que se veía muy incómoda. Cogí un canapé de salmón y se lo tendí, esbozando media sonrisa.

-Deberías probarlo, está muy bueno. —Asentí. Sus manos rozaron mis dedos al cogerlo y se lo llevó a la boca. Comía despacio, y yo no paraba de analizar cada gesto que hacía. Tomé un bocado de lo mismo que ella y bebí un poco más de vino, escudriñando con la mirada cada centímetro de la piel tostada de Camila.

-Lo está. —Respondió ella.

-¿Le ha parecido bien a tu novia que estés aquí? —Pregunté llevándome la copa a la boca para dar un leve sorbo, mirando de soslayo a Camila. Esta se quedó pensativa un momento y comencé a ponerme nerviosa.

Quería tenerlo todo bajo control, y una no-respuesta de la latina me estaba devorando los nervios.

-No tengo novia. —Respondió finalmente. Tomé aire y me quité una presión de encima, que no sabía por qué. Yo sí que tenía. El móvil empezó a sonar en mi bolsillo y lo saqué, la cara de mi novia estaba grabada en él.

-Perdóname un momento. ¿Sí? —Contesté al teléfono mirando al frente.

-¿Qué estás haciendo, cielo? —La voz de Kaylee sonaba a través del teléfono pero yo sólo podía pensar en Camila.

-En la fiesta para los diseñadores de moda, Kay. —Respondí. Mi tono era seco, porque sólo quería hablar con Camila y mi novia me estaba molestando. ¿Eso era normal? Con la que tenía que querer hablar era con Kaylee, no con Camila. Ella era mi novia, pero no. Era más interesante hablar con Camila.

-Hoy he ido a la sesión de fotos para Gucci, ¿sabes? Me han regalado un par de bolsos para que los pruebe, nada fuera de lo normal, y entonces

-Oye cariño, tengo que hablar con Dolce. Luego te llamo. —Colgué soltando un pesado, largo y profundo suspiro. Me giré hacia Camila que me miraba moviendo la copa de vino, como si no quisiese meterse en mi vida.

-Era mi novia, Kaylee. Es... Es modelo de Victoria Secret. Por eso la fiesta para los diseñadores y eso. —Esbocé una sonrisa muy forzada y ella lo hizo también.

-No me sorprende. —Dijo con una sonrisa pegada al borde de la copa de vino, dejándola en la mesa. Sus piernas estaban cruzadas y no sabía cómo responder a eso.

-¿Por qué dices eso?

-Mírate. Eres sexy, guapa, rica. ¿Qué menos que una modelo de Victoria Secret? —Ella soltó una suave risa y cogió otro canapé, esta vez de caviar y se lo llevó a la boca. Tras el primer bocado, volvió a mirarme. —Aunque no lo queramos, esto está jerarquizado, Lauren. Tú sales con una modelo de fama mundial y, si rompes con ella, saldrás con una actriz o cantante famosa porque te mereces eso.

-Esto no se rige por el dinero, ¿sabes? —Camila terminó de comerse el canapé de un bocado y se giró hacia mí, degustándolo lentamente. Ella sonrió, no me creía, pero yo no iba a replicar más. —Por ejemplo, tú eres más guapa que mi novia.

-Eso no es verdad. —Respondió Camila, frunciendo el ceño sacudiendo la cabeza. —Tú vas a fiestas, conoces gente. La gente de a pie se conoce en bares, discotecas, cafeterías. Tus bares son restaurantes de lujo al que sólo se pueden permitir ir la gente más exclusiva, haces fiestas y más de lo mismo.

-¿Y qué si esa persona tiene un accidente y conoce a alguien en un hospital? ¿Qué es eso entonces? —Fruncí el ceño esperando una respuesta por su parte, pero me gané un suspiro.

-Poco probable. —Respondió pasándose las manos por la tela del vestido, levantando la cabeza para mirarme luego. —No pretendía discutir contigo.

-Odio que todo el mundo me dé siempre la razón. —Sonreí y ella me devolvió aquella sonrisa, quedándonos mirando durante un momento.

-Adoro esta canción. —Flightless bird, American mouth comenzó a sonar de fondo y la verdad es que adoraba aquella canción. Me levanté y cogí las manos de Camila, levantándola del asiento para que bailase conmigo. —No sé bailar, soy muy torpe. —Las dos reímos mientras Camila negaba.

-Vamos, todo el mundo sabe bailar.

-Perdón si te piso. —Reí.

Cogí una de sus manos y la otra la puse en su cintura, mientras que Camila puso la mano en mi hombro izquierdo y cogió la otra mano, comenzando a movernos y bailar lentamente. Miré a los ojos de Camila, que estaban vidriosos y brillantes aunque los apartó un poco.

-¿Qué pasa? —Pregunté en voz baja, apretando la mano que tenía en su cintura.

-Intimidas. —Respondió volviéndome a mirar mordiéndose el labio. Era, realmente, preciosa. No podía ni siquiera procesar nada en aquél momento porque estaba mirando su boca como si no hubiese nada más en aquél momento.

-Me lo dicen mucho. —Apreté un poco la mano con la que tenía sujeta la de Camila, y sus ojos oscilaron entre los míos un par de segundos, hasta que al final los apartó. Mis manos se colocaron las dos sobre las caderas de Camila, y sus manos rodearon mi cuello, quedando así pegada a mí.

No podía resistirme, no podía ni siquiera separarme de ella en aquél momento aunque quisiera, porque me sentía totalmente atraída por la morena. Incliné mi cabeza un poco para juntar sus labios con los míos..

Pero Camila se separó.

-Lauren.. Tienes novia.. —Dijo ella, mirándome algo tímida. —Podemos ser amigas.

-Claro, claro.. —Carraspeé. Acababa de hacer el idiota delante de Camila, acababa de quedar en ridículo.

-La quieres y no quiero que le hagas daño, por un beso tonto. —Sonrió y le respondí la sonrisa, observando cómo Camila cogía el bolso de la silla. —Ha sido un placer venir aquí, estar contigo. Es... Eres genial. —Ella sonrió y no pude más que devolverle aquella sonrisa. —Si necesitas hablar, o necesitas algo llámame. Me gusta verte... Aunque tengas novia. —Me dio una caricia en la mejilla y Camila desapareció entre el bullicio, y las luces y sombras de la fiesta.

*         *         *

Cuando me levanté, miré el mar por la ventana. Me había dado de golpe en la cara y no estaba de muy buen humor. Me froté la cara con las manos y bostecé, levantándome. Llevaba puesto un short de pijama azul y una camiseta de tirantes, porque en Los Ángeles hacía bastante calor. La habitación, con un ropero color gris combinaba perfectamente con la cama de diseño y un mueble bajo naranja, que sostenía la tele. El ventanal que daba a una pequeña terraza particular hacía que me sintiese un poco mejor.

Bajé las escaleras y escuché un ruido en el baño. Abrí la puerta y vi a Normani agachada en el suelo, vomitando.

-Joder, Mani, ¿qué bebiste ayer? —Normani negó levantándose y se recogió el pelo en una coleta. A sus 28 años, era aún más guapa que cuando la conocí en el instituto.

-¿Tú dónde estabas? —Su voz estaba totalmente apagada, y estaba menos... Menos negra que de costumbre, por decirlo de alguna manera.

-Yo.. Yo estaba.. Mmh..

-Da igual, no quiero saberlo. —Hizo un gesto con la mano y me miró con un suspiro. —Oye, esto es serio, casi me caigo por las escaleras del mareo.

-¿Quieres ir a un hospital? —Pregunté saliendo con ella del baño, sujetando su cintura para bajar hasta la cocina del salón con ella. La luz del sol de la playa entraba por los ventanales e iluminaba la cocina y el salón, decorado con muebles grises y naranjas. La senté en el sofá y ella negó, habiéndoselo pensado bastante.

-No, pero necesito que me vea alguien. Tengo el número aquí de..

-¡No! —Dije poniendo una mano sobre la suya para que no cogiese el móvil. —Yo.. Ya me encargo yo.

Mientras le preparaba una taza de té o algo, cogí el móvil y marqué el número de Camila.

Su voz sonó tras el teléfono.

-¿Sí? —Sonreí al instante.

-Hey.. Camila, soy Lauren. Ya sabes, mmh..

-Sí, creo que te recuerdo. —Dijo con una risa al final, que no evitó que yo soltase una risa.

-Si, emh, mi amiga Normani está aquí con mareos y vómitos, y necesita que la veas.

-Oh, claro, en diez minutos estoy allí.

-Bien, gracias. —Y colgamos.

Me acerqué con la taza de té en las manos y Normani me apartó de un manotazo.

-¿Qué coño llevas echado? ¿Perfume o un barril de vinagre? —Me quedé mirándola con los labios entreabiertos porque la única persona que consentía que me hablase así era ella. Ni siquiera Kaylee lo hacía.

-Dios, estoy intentando ayudarte. —Me recogí el pelo con una gomilla, bastante frustrada porque mi amiga no paraba de quejarse. Me miró con los ojos de un pequeño cachorro y suspiré, frotándome la cara.

A los diez minutos, llamaron a la puerta. Casi me caigo por el pasillo al ir a abrir, y allí estaba Camila. Llevaba unos jeans y una camiseta blanca ajustada, con un maletín en la mano.

-Siento  venir así, pero me has pillado recién despierta. —Se disculpó. Era adorable con esa camiseta, y sexy a la vez. Estaba teniendo los pensamientos con quien no debía y realmente me estaba torturando.

-No importa. Ven conmigo. —Dije cerrando la puerta. Caminé con ella al lado, mirándola de reojo a veces sin que se diera cuenta hasta llegar al salón.

Allí estaba Normani, con la cabeza apoyada en la mano frunciendo el ceño cuando nos vio entrar.

-Mani, esta es Camila. La doctora que me trató cuando estaba en el hospital. —Normani sonrió vagamente y cerró los ojos.

-¿Cómo te encuentras? —Preguntó Camila sentándose a su lado en el sofá.

-Mal. Muy mal. Tengo ganas de vomitar, mareos, y frío. —No levantaba la cabeza pero miraba a Camila.

-¿Qué comiste ayer? —Sacó un pequeño formulario, y Normani comenzó a hablar mientras yo miraba desde la cocina bebiéndome un vaso de zumo.

-Uh.. Un par de canapés, una copa de vino, tartar de atún, no sé, lo que había en la fiesta, nada raro. —Camila miró a Normani y se levantó, haciéndole un gesto a la más mayor para que se sentase con ella en la mesa del salón.

-Está bien, en principio no parece que te haya sentado nada mal. Voy a tomarte la tensión y hacerte unos análisis, ¿de acuerdo? —Normani asintió.

Camila le colocó como un pequeño brazalete en la muñeca y apretó un botón.

-No te muevas ni hables, es importante. —Advirtió la morena, tomando notas en su carpeta. Cuando pasaron unos segundos, miró la pequeña pantalla del aparato y siguió apuntando en su lista.

-¿Te dan miedo las agujas? —Preguntó Camila sacando del maletín una goma verde, mirando a Normani.

-Mucho. —Respondió Normani con cara de pánico al ver a Camila.

-Está bien, a veces las personas aunque crezcamos tenemos miedo a cosas que teníamos cuando éramos pequeños, ¿sabes? —Se rio y Mani sonrió. -¿De qué trabajas, por cierto? —Con cuidado, cogió su brazo y lo colocó sobre la mesa, atándole la goma en la parte superior de este.

-Soy asistente de Lauren. —Respondió. Camila se ponía los guantes de látex con cuidado y se giró con una sonrisa hacia mí.

-¿Le pagas bien? —Entreabrí los labios al escuchar su pregunta y terminé por reír.

-No sé, que te lo diga ella. —Respondí, dándole un sorbo al vaso mientras observaba.

Camila palpaba la zona del brazo donde estaban las venas de Normani, sin dejar de hablar con ella.

-Yo cobro unos 2,000 dólares al mes, así que no creo que sea menos que eso. —Normani negó mientras reía y Camila cogió un algodón, mojándolo en alcohol y lo pasó por la zona donde había tocado a Normani.

-No, es bastante más que eso.

-Vale, necesito que cierres el puño con fuerza. —Normani asintió y apretó el puño, Camila volvió a buscar su vena y asintió. —Suelta levemente. Entonces lleváis una vida genial, ¿no?

Preguntó Camila. Normani asintió con una sonrisa mordisqueándose el labio.

-Sí, o según como la veas.

-¿Según como la veas? —Camila empezó a sacar sangre del brazo de Normani y esta estaba mirándome a mí, por lo que no se dio ni cuenta de que Camila estaba haciendo aquello. Metía unos tubitos de sangre en una jeringuilla que, tenía una abertura por arriba. No hacía succión como las demás, a esta simplemente le metía los tubitos y estos se llenaban solos. Camila terminó de poner dos tubos en un vasito en la mesa y quitó la jeringuilla.

Le mantuve la mirada a Normani como si estuviese hablando con ella, pero en realidad simplemente la entretenía.

-¿Crees que no sé lo que haces? Me entretienes con ese viejo truco de "no darme cuenta", pero nunca funciona, así que —Normani apartó a Camila que estaba desinfectando la herida con el algodón- deja de desinfectar eso y acaba con la agonía.

Camila presionó el algodón en su brazo e hizo que doblase el brazo, mirando a Normani.

-Mantén el brazo diez minutos así, cielo. —Le respondió de forma dulce con una sonrisa, mostrándole el brazo con los dos tubos de sangre. —Y vuelvo en eso de dos horas.

No podía ser que aquella chica fuese tan sexy en sus labores de doctora. Era imposible. La forma de hablar, de tratar al paciente, simplemente era enamoradiza. No podía dejar de mirarla.

Camila lo guardó todo en el maletín y se giró hacia mí, acompañándola a la puerta.

-Eh, disculpa a Normani, tiene cambios de humor así. —Sacudí la cabeza y ella rio.

-No importa, se ve buena chica.

Y Camila se fue.

Pasaron dos horas en las que, Normani se había quedado dormida. ¿Cómo era eso posible? Tenía hambre pero no podía desayunar por si llegaba Camila y me pillaba en mitad del desayuno.

Por fin, la puerta sonó y abrí, dejando que Camila entrase en el salón con el maletín.

-¿Qué tal fue todo? ¿Estoy bien? —Normani  preguntó, ladeando la cabeza.

-Sí, está todo perfecto. Además tus niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa en sangre, todo está perfecto. No hay problema. —Sonrió mirando los informes y yo me quedé mirándola. —Y.. Felicidades, estás embarazada.  

Me quedé de piedra, pero a Normani se le puso una sonrisa en la cara que empezó a llorar de la emoción.

-¿Es en serio? ¿¡De verdad!? —Se levantó del sofá limpiándose las lágrimas. Estaba sonriendo hacía un segundo, joder, cómo no lo había pensado antes.

-De verdad. Hay un bebé en tu tripa, Normani. —Rio Camila, dejando los papeles en la mesa.

-¡No me dijiste que Jesse y tú estabais buscando un hijo! —Me quedé helada de nuevo. Camila había empezado a salir con Jesse Williams cuando apenas tenía 22 años. Hace cuatro años que se casaron y ahora van a tener un bebé. Abracé a Normani con una sonrisa, porque era demasiado adorable Normani con un bebé de ojos verdes.

-Supongo que Jesse es tu marido. —Camila sonrió, y yo asentí.

-Sí, el morenito rapado de ojos verdes de Anatomía de Grey. —Reí pasando las manos por la espalda de Normani. -¡Me vas a hacer tía! He de ir comprando ya entradas para Disney y malcriarlo mucho.

-Tengo que irme y contárselo, aunque no sé cómo decírselo. ¡Adiós! —Cogió su bolso y salió volando.

Miré a Camila y escuché mi estómago rugir, carraspeando.

-No como desde que cenamos ayer, y son casi las once. —Me encogí de hombros y ella negó.

-No importa, yo estoy igual de hambrienta, a decir verdad. —Su risa era preciosa, ni muy alta ni muy absurda. Era una risa preciosa.

-Voy a hacer tortitas y bacon, huevo, ya sabes. Me gustaría que te quedases.

-Claro. —Aceptó.

En un rato, los huevos revueltos y el bacon estaban encima de la mesa, y las tortitas salían una a una. Camila andaba por el salón y cogió uno de los marcos, mirándolo.

-¿Esta es tu novia? —Preguntó pasando los dedos por el borde. Asentí y eché un poco de zumo en el vaso.

-Sí, se llama Kaylee. —Dije sentándome en la mesa, Camila uniéndose a mí.

-Es preciosa, a decir verdad. —Cogió un tenedor y tomó un mordisco de bacon y revuelto de huevos, humedeciéndose los labios.

-Ya sabes lo que pienso sobre eso. —Le recordé que ella era aún más preciosa que mi propia novia, y ya estaba sobrepasando los límites de esa amistad. Comí un poco bebiendo del zumo, observando y analizando cada movimiento de la morena. Apreté la mandíbula y removí el plato, escuchando el suspiro de Camila.

-Eres una mujer estupenda, Lauren. —Dijo Camila, dejando el tenedor en el plato. —Y sería mentira decirte, que no me atraes o que anoche no quise besarte.


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