Order Volumen 1 (Remake)

By MikhailCossack

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"Que secreto se esconde en tu sangre" En un mundo lleno de gente con habilidades sobrehumanas, existe un únic... More

Introducción
I: Piloto 1
I: Piloto 2
II: Mi Héroe
II: Mi héroe 2
III: El color de la destrucción
III: El color de la destrucción 2
III: El color de la destrucción 3
IV: En la Oscuridad 2
V: Riders
V: Riders 2
VI: Fragmentos de Gleipnir
VI: Fragmentos de Gleipnir 2
VII: Alarido
VII: Alarido 2
VIII: El Flautista
VIII: El Flautista 2

IV: En la Oscuridad

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By MikhailCossack

En un principio existía un equilibrio.

Uno que duró hasta que el hombre apareció. Con su fuerza e inteligencia llegó a ser la especie dominante, pero entonces, un hombre inventó un arma y se convirtió en el humano dominante. Para vencerlo tuvieron que crearse más armas, con los siglos, las armas evolucionaron hasta que fueron ellas mismas el ser dominante. Pero llegó el día en que un solo hombre superó a todas las armas creadas a lo largo de la historia humana.

Y ese hombre fue el primer "Order".

—Douglas T. Butcher

Ciudad Helix, Año 2067.

Medio día, el sonido de las olas llenaba el aire. Los barcos pesqueros circulaban por el puerto de ciudad Hélix, el cielo brillaba en un opaco tono gris y los faros de luz quemaban a los pobres insectos que tenían la mala fortuna de acercarse demasiado.

La mujer de negro llegó a su destino, lo conocía, había estado ahí en el pasado, pero nunca se había acercado tanto a la costa.

Frente a ella una pequeña embarcación, donde había un hombre dormido con un notable miasma a alcohol y con un libro cubriendo su rostro. La mujer subió al bote y arrebató el libro de su cara.

—"Mil y una observaciones del mundo, por Douglas T. Butcher". ¿Tienes puta idea de la basura que estás leyendo? —reclamo sobresaltando al barquero.

—¿Qué hora es? —balbucea el hombre desubicado.

—¿Tú eres Ben Harrison? —Pregunto.

—¿Quién pregunta? —gruñó malhumorado antes de notar a la mujer frente a él, —Ah, hola, hola. Ese soy yo, pero mis amigos me llaman "Sharkie".

El hombre tenía un aspecto indecente. Una barba desaliñada y con restos de comida le cubría todo el rostro, usaba lentes de sol a pesar del clima y sus ropas estaban bañadas en alcohol y quién sabe qué otros fluidos.

—Necesito que me lleve a estas coordenadas —ordena, entregando un papel con números escritos. El hombre se limpió las manos en el pantalón y tomó el trozo de papel para leerlo.

—Hmm, me temo que no se va a poder. Todas las aguas por encima de la falla de San Andrés son territorio de la alianza o la secta del mar rojo —objeta el hombre con un aire despreocupado.

—Lo sé, Pero sé que podrás hacerlo, así como has completado tus pequeñas excursiones a China —se impone la mujer cambiando la actitud desentendida en el rostro del hombre.

—¿Cómo lo sabes? —exclama, poniéndose a la defensiva.

—Ese es mi trabajo, Sharkie. Rastreo personas, cazo personas, mato personas —repone la mujer —Has estado en la lista por un tiempo, sé que movías armas para la secta del mar rojo hasta no hace mucho. ¿No te gustaría salir a cambio de un favor?

—Eres una Rider —reniega atrapado, pero de igual manera le pone una sonrisa —¿Y qué puedes hacer tú por mí?

—Empecemos con dejar tu cabeza pegada al cuello.

—Sí, pero... —añade gesticulando con la mano izquierda para desviar la atención de su mano derecha que lentamente se deslizaba hacia su arma.

—Te recomendaría no hacer eso, Sharkie. Esperaba que al menos alguien con habilidades "médium" supiese cuándo no puede ganar una pelea.

La afirmación lo frenó en seco, muy pocos sabían que él era realmente un médium.

"Los médiums" son un tipo de usuarios cuyas habilidades residen en sus ojos, son capaces de ver más que una persona promedio. El caso de Sharkie era uno de los menos comunes, poseía la habilidad de ver el nivel de peligro de un objeto, lugar o individuo.

Era como un pequeño destello. Con esa habilidad pudo sortear los oscuros mares sin ser detectado por la alianza, incluso en una embarcación tan pequeña y maltrecha.

Sharkie estaba atrapado, alejó las manos mostrándolas vacías . Ya no valía la pena disimularlo, se retiró los lentes revelando un brillo anaranjado en sus retinas.

Ante sus ojos, la mujer emanaba un brillante destello magenta más grande que la totalidad de su cuerpo, ella sola era tanto o más peligrosa que una tormenta eléctrica a mitad del mar. La única forma de salir con vida era cooperar.

Sharkie le hizo un gesto amistoso y sin más demora, partió rápidamente al interior de la embarcación, el motor tosió varias veces hasta finalmente encenderse. Mientras tanto la mujer volvió a abrir el libro y lo empezó a ojear.

Hace 10 años en un lugar indeterminado...

Olivia siempre ha sido una chica extraña. Vivía temiendo de su condición, haciendo todo lo posible por evitarla, pero más que nada temía lo que la gente diría de ella y lo que podría pasar si se activase en un momento inoportuno. No, En realidad nunca tuvo miedo.

Desde su perspectiva, ser un bug no era nada más grave que estar enfermo. No era diferente al cáncer o el VIH, pero nunca imaginó la magnitud de la oscuridad que dormía dentro de su cuerpo.

La joven levantó la mirada solo para encontrar un completo y oscuro vacío. Su cuerpo se sentía mucho más ligero y bajo la cintura sentía agua hasta los tobillos.

No era capaz de ver los dedos de sus manos frente a su rostro, pero, pese a eso estaba en completa calma. Tras un tiempo y sin nada mejor qué hacer, empezó a caminar en la oscuridad.

Pasó el tiempo y todo cuanto veía a su alrededor era la nada.

Ideas empezaron a cruzar su mente: «¿Esto será un sueño?, ¿O es efecto de mi bug?, Quizás estoy muerta, ¿será así por siempre o se supone que estoy esperando algo?». Se hizo muchas preguntas, pero no la más importante de todas.

La joven, sin pensarlo, se pasó las manos por la nuca, cuando algo la atrapó, no la dejaba mover su mano. Intentó zafarse, pero eso le había mordido con fuerza los dedos, aumentando su agarre al igual que el dolor en la joven.

El suelo bajo el agua empezó a hundirse como fango, sus pies quedaron inmovilizados rápidamente, el agua a sus pies se volvía viscosa y pesada como el alquitrán. En un descuido cayo y su mano restante también fue inmovilizada.

De repente y sin explicación, sus dedos fueron liberados de la mordedura y una voz demoníaca resonó en el aire.

—¿Qué haces estúpida?, ¿acaso quieres morir?

—¿¡Quién dijo eso!? —balbuceó alarmada, pero la voz no parecía tener intenciones de hacerle daño —¿Quién anda ahí? Por favor, necesito ayuda.

—Cierra la boca bolsa de carne, relaja tu respiración y tranquilízate —ordena la voz —Este lugar reacciona a tu estado de ánimo, si te dejas llevar por tus emociones te ahogarás.

—Uh, entiendo, está bien —asiente Olivia. Intentó calmar su respiración a pesar de seguir hundiéndose, logró calmarse y su cuerpo dejó de hundirse.

—Di un nombre, cualquier nombre —imperó la demoniaca voz.

—¿Qué nombre? ¿Cuál?

—¡Sólo di uno, ya!

—Alberto, Roberto, Anna, Jonathan... —exclamó la chica confundida. Con cada nombre que pronunciaba su cuerpo empezaba a liberarse del alquitrán.

—Sigue así, ya casi estás afuera. —El alquitrán comenzó a bajar su nivel liberándola poco a poco, la habitación empezaba a llenarse de luz, pero rápidamente la voz le espeta —Espera, ¡detente! Dije que te detuvieras.

Pero la chica no paraba de nombrar desesperada sin tomarle atención.

—¡Para!

La voz estremeció todo el lugar y Olivia volvió a caer en la oscuridad. De alguna forma entendió que quien le estaba hablando no quería hacerle daño, pero tampoco quería ayudarla. Se levantó entre la penumbra y se plantó firme mirando al frente.

—¿Quién eres tú? —preguntó mucho más tranquila —¿Dónde estás?

—Digamos que estoy muy cerca tuyo bolsa de carne —respondió aquella voz cansina.

—¿Dónde? —replicó mirando a todos lados, empezando a buscar.

—Estás fría —se burla la voz, Olivia sintió cómo la voz susurraba en su oreja, así que de un solo movimiento se dio media vuelta —No, aún fría.

La voz se había deslizado nuevamente detrás de sí, estaba jugando con ella.

—¡Oh, por favor! No puedes ser tan inepta. Cualquiera con una pizca de intelecto ya lo hubiera deducido antes que tú.

Olivia lo entendía. Empezó a temblar y llevó sus manos hacia su nuca.

—Uh. Tibio. —Los dedos comenzaron a tantear su nuca y se deslizaron yendo un poco más abajo —Caliente. ¡No! Estás que ardes, te estás quemando.

Sintió cómo una protuberancia le deformaba la piel en su nuca, formando una monstruosa y quebrada mandíbula. Sintió sus dientes afilados y una larga y reptiliana lengua a su lado.

Olivia rápidamente retiró sus manos asustada, mientras aquella lengua de reptil se paseaba por su mejilla.

—Tu miedo es delicioso, bolsa de carne —se regocijó retirando su lengua con una risa maliciosa. Luego se hizo dolida y dijo —¿Por qué me dejaste sola aquí abajo tanto tiempo? Creí que me habías olvidado.

—¿Qué cosa eres tú? —intentó preguntar, pero la lengua rodeo su cuello para estrangularla.

—Dejemos bien en claro una cosa. Yo no soy una "cosa" tampoco soy un "monstruo'' y soy lo último a lo que le deberías temer aquí —expuso antes de dejarla libre nuevamente —Responderé tus preguntas, pero tendrás que tener la mente bien abierta.

—Está bien —responde tosiendo adolorida tras ser liberada...

—Ahora mismo ambas estamos en peligro. Estoy trabajando para hacernos durar, pero necesito de tu ayuda o si no, las consecuencias serán terribles.

—¿Peligro? Pero, qué... En primer lugar, ¿dónde estamos? —pregunta tratando de comprender la situación.

—Estás dentro de un "Velo". Lamento tenerte a oscuras, pero si vieras lo que pasa afuera te asustarías y quedarías sumergida —explica —Puedo dejarte ver si es lo que deseas, pero tengo que advertirte que la situación fuera es de lo menos agradable.

Olivia estaba confundida, no estaba entendiendo nada. Se sentía aterrorizada, pero no era un terror común, el miedo que sentía era bastante familiar y a la vez adictivo.

Con la mano en el corazón y suspirando un aliento frío, asintió. La oscuridad se disipó, pero la imagen que se formaba en sus ojos era peor que sus peores pesadillas.

Vio un par de garras llenas de sangre en el cuerpo de una criatura atroz.

En el exterior... 

AJ y Winnyfer trataban de contener a la bestia. Luchaban con furia e incluso invocaron a Calibur pero todo era inútil.

En menos de un pestañeo la bestia propinó tremendo golpe a AJ, quien soltó la espada, rompiéndole las costillas y atravesando una pared. La criatura lo vio, pero desvió su mirada al arma.

Trató de levantarla, pero sin éxito, no pudo moverla ni un centímetro de su posición. Rápidamente sus dedos empezaron a congelarse con velocidad, al punto de quebrarse, pero la bestia los regeneró con evidente facilidad.

El suelo, las paredes y el techo de la habitación empezaron a agrietarse y a mostrar humedad, para acto seguido liberar una gran cantidad de agua desde las tuberías en su interior.

La bestia fue arrastrada hacia el exterior del edificio y fue atrapada en una burbuja de agua a presión.

No había forma de saber cuánto tiempo estaría contenida en aquel orbe de agua, se agitaba violentamente mientras daba zarpazos sin éxito, pero que evidenciaban su monstruosa fuerza.

Calibur se transformó en un charco y Winnyfer emergió de este. Sin demora fue en busca de AJ, quien se encontraba gravemente herido y tosiendo sangre.

Quiso moverlo, pero se retractó rápidamente, eso sólo empeoraría las cosas. Algo tenía que hacer, tenía que idear una forma de sacarlo de aquí, lejos del peligro. Entonces se le ocurrió suturar sus heridas conteniendo la hemorragia al congelarla, pero alguien la interrumpió.

—Si cierras sus heridas ahora, lo matarás —le advirtió una voz joven que emergía de la oscuridad —Su sangre se está coagulando en 7 partes de su cuerpo, si no se despejan sus canales sanguíneos morirá por una cardiopatía, o peor aún, quedará con una isquemia permanente.

—Zelda, ¿eres tú? —pregunta Winnyfer —Entonces, ¿qué se supone que haga?

—Puedo salvar su vida por ti, pero quiero algo a cambio —exige con una plácida sonrisa en su rostro —Adicionalmente te ayudaré a contenerla a ella.

—¿Sabes lo que es? —preguntó compungida por su situación.

—Aunque te lo explicara no lo entenderías —Señala la joven, antes de que Winnyfer dirigiese una estaca de hielo contra su cuello.

—Inténtalo —Exclama la joven.

—"La madre de todas las calamidades", ¿eso significa algo para ti? —pregunta Zelda.

—No...

—Entonces no serás capaz de entender. Lo principal que debes saber es que los ataques físicos son inútiles, al igual que los mentales, o con aura, estamos frente a una existencia creada para esparcir muerte —Expone la joven —Mi padre me había hablado sobre ellas, no sé cómo matarlas, pero sí como contenerlas.

Zelda era una chica rara, no parecía tener ni el más leve dejo de pena en su rostro incluso tras la muerte de Douglas, ahora que se daba cuenta, parecía una versión incluso más tétrica del propio Douglas.

A regañadientes tuvo que acceder, después de todo era la única persona que parecía entender la situación y estaba en posición de ayudarla.

—Está bien, ¿qué es lo que quieres?

—Mantén contenida a la criatura, yo me encargo de AJ —ordenó Zelda rápidamente.

Sin dejar de desconfiar, Winnyfer salió rápidamente dejando a AJ en manos de Zelda, quien se aseguró de que la joven Wagner abandonara la habitación para proseguir.

De la punta de los dedos de Zelda emergieron delgadas agujas de sangre, quien con precisión las enterró en el pecho del joven. La sangre de AJ empezó a emerger de entre sus heridas, sanándolas de dentro hacia afuera, comandadas por las órdenes de Zelda.

La hija de Butcher era una usuaria con una habilidad del tipo elemental. Al igual que los de su tipo tenía pleno control de su determinado elemento, algunos incluso tenían el poder de generarlo de la nada, en el caso de Zelda su habilidad era la Hemokinesis, el dominio sobre la sangre.

Winnyfer no dio tregua a la criatura, aumentó drásticamente la presión de su orbe para contenerla. Con lo mucho que se movía, hacía que el agua salpicara en todas direcciones haciendo que el volumen disminuyese, si Zelda no la hubiera relevado era muy probable que la bestia hubiese escapado.

Mientras su lucha avanzaba, mantener la concentración se hacía cada vez más difícil. Empezaba a agotarse y fuertes migrañas le martillaban la cabeza. La orbe de agua no aguantaría mucho más.

El dolor la puso de rodillas, a pesar de que se sentía agotada no se permitió rendirse. De pronto, Zelda apareció detrás de ella, con su ropa y un par de guantes quirúrgicos que portaba manchadas de sangre.

—¿¡Qué pasó con AJ!? —gritó Winnyfer tras voltearse bruscamente.

—Descuida, vivirá, pero me vi obligada a desviar sangre de su cerebro como emergencia. No fue mucho, pero se desmayó —contestó quitándose los guantes ensangrentados.

—No creo que pueda contenerlo mucho más.

—Descuida, cuando te lo indique, libérala en la habitación —afirma recogiendo la mordaza con los fragmentos de Gleipnir.

—Esos son los fragmentos que trajo AJ...

—Para ella, los fragmentos de Gleipnir son veneno, si se los ponemos la contendremos —expuso Zelda a Winnyfer.

Ambas retrocedieron al fondo de la habitación. Winnyfer tuvo que prepararse para lo que iban a hacer, Zelda también estaba tensa, movía compulsivamente sus manos, pero también tomó posición y se preparó.

Tras un cambio de miradas, Zelda dio la orden y rápidamente la burbuja se deshizo en el aire, liberando a la criatura.

Sin siquiera tocar el suelo, la bestia entró como un huracán a la habitación. En menos de un parpadeo quedó frente a las dos. Aprovechando un segundo donde tomó atención a Winnyfer, Zelda se deslizó para arrojar varias agujas de sangre que se incrustaron en el cuerpo de la bestia.

No había sido suficiente, las agujas no parecían haberle hecho ni el más mínimo rasguño. La bestia se abalanzó y justo antes de dar su golpe final, quedó inmovilizada ante la expectante mirada de Winnyfer.

Los ojos de Zelda empezaron a tomar un tono negro mientras las venas de su rostro se hinchaban, La pura fuerza de la bestia era temible. A través de la sangre, Zelda era capaz de manipular como un muñeco a prácticamente cualquier ser vivo, o destruirlo desde adentro.

Pero, aun así, la pura fuerza bruta de la criatura era la que estaba destruyendo el cuerpo de Zelda desde adentro.

—Win...nyfer —alcanzó a decir entrecortada mientras tosía sangre. La chica entendió perfectamente.

Aprovechándose de la oportunidad, Winnyfer corrió rápidamente para tomar la mordaza y de un salto logró atarla al cuello de la bestia. 

Al devolverla a su lugar, la presión sobre Zelda empezó a debilitarse y una mirada aterrada se dibujo en la criatura.

Esta retrocedió 4 pasos observando hacia arriba paralizado por el miedo, cual mosquito antes de ser aplastado por una fuerza que las jóvenes no llegaban a visualizar pero que efectivamente estaba ahí.

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