Línea Azul

By MMIvens

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Padecer hipocondría no es sencillo, tampoco tratar de mantenerlo a raya para no ser objeto de burlas; mucho m... More

• Dedicación •
• Prefacio •
Capítulo 1: Un día de esos.
Capítulo 2: No sé más de ti.
Capítulo 3: Como un perro.
Capítulo 4: Amistad de tres.
Capítulo 5: El que no dejaba de buscar atención.
Capítulo 6: Cuántas veces dije "sí" queriendo decir "no".
Capítulo 7: No te entrometas.
Capítulo 8: Parecías alguien honesto.
Capítulo 10: Nadie te entiende.
Capítulo 11: Si fallo, me desmoronaré.
Capítulo 12: Larguémonos de aquí.
Capítulo 13: Es un placer conocerte.
Capítulo 14: Soy mi peor enemigo.
Capítulo 15: El perdedor.
Capítulo 16: Sé que nadie me ayudará.
Capítulo 17: ¿Cuántos secretos puedes guardar?
Capítulo 18: Aunque durara tan solo un segundo.
Capítulo 19: No te importa.
Capítulo 20: Sé que no soy esa clase de hombre.
Capítulo 21: No soy detective.
Capítulo 22: Crecí cansado de este cuerpo.
Vivo como si estuviese en una obra.
Capítulo 23: Achinga, todos son más padres que mi papá.
Capítulo 24: Si no es ahora, no será mañana.
Capítulo 25: ¿Puedo llamarle?
Capítulo 26: Ojos negros.
Capítulo 27: No me vayas a hacer llorar.
Capítulo 28: Cuando era más joven.
Capítulo 29: Todas las cosas de las que no hablo.
Capítulo 30: Quiero ser tu as.
Capítulo 31: Estoy tratando de decirte algo.
Capítulo 32: Vive tu vida.
Capítulo 33: Soy violento, es la realidad.
Capítulo 34: Todos están de acuerdo.
Capítulo 35: Común acuerdo.
Capítulo 36: Odio cuando lloras.
Capítulo 37: Debería ser yo.
Capítulo 38: ¿Seguirá siendo igual?
Capítulo 39: Me está poniendo nervioso.
Capítulo 40: Vergüenza.
Capítulo 0.
Capítulo 1: Chivo Expiatorio.
Capítulo 2: ¿Qué esperas?
Capítulo 3: Llévame contigo.
Capítulo 4: La suerte que he tenido.
Capítulo 5: Déjà vu.
Capítulo 6: Hijo de la luna.
Capítulo 7: Hazte fuerte.
Capítulo 8: Así es como te amé.
Capítulo 9: No pretendas que es un misterio.
Capítulo 10: Para no matarme.
Capítulo 11: Supéralo.

Capítulo 9: ¿Le gustaría más así?

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By MMIvens


Amor; cada vez que escuchaba aquella palabra me salía un estornudo o me producía náuseas.

Como diría Ex: "Me sacó un pedo".

Ocultar los sentimientos, e incluso la vergüenza del pasado en que los expusiste, era como forzarte a dormir para no llorar ni pensar en la ansiedad que vomitarías al despertar.

DesDes.

Los tatuajes me parecían, de a ratos fugaces en los que mis delirios me llevaban a observar la sangre y la tinta estorbarse, un vistazo a lo que una relación romántica era.

Lo ansiabas, lo pedías, lo sufrías, te fundías en ello y al terminar solo quedaba una herida abierta que fue apenas rellenada para sentirte menos incompleto. Y aún sabiéndolo, sonreía al pensar en que mi primer tatuaje sería de pareja; eran mis metas personales, inocentes y también muy pendejas.

—¿Debería volver a teñirme de negro? —Suspiré, quitándome los restos de agua del rostro. Las gotas se deslizaban desde mis mejillas hasta mi boca como si se tratara de sudor frío, pero solo era agua helada intentando traerme de vuelta.

Tus ojos, le gustan negros y los tuyos son color chis de perro.

¿Pupilentes? ¿Qué opinas?

Solo sácate los ojos a la verga.

NO JODAS, DES.

Volví a echar más agua a mi rostro, cerrando el grifo de los baños que a veces se asemejaban a cuevas de criminales, a excepción de que la limpieza era los fines de semana y comienzos, así que estaban lindos.
Era tan temprano y ya andaba pensando en el caos de mis emociones tras mi desmayo en la piscina; cuando volví en mí solo tenía a Exin recostado a mi lado, quien me llevó hasta casa y me metió en una pijama.

Ni siquiera era una relación de ese tipo, pero cada acercamiento se sentía como si me clavaran las agujas más delgadas para hacerme un pequeño diseño de por vida; si le manejaban con descuido seguro me abriría la piel.

No volvería a ser el mismo.

—Odio las heridas —musité, mirando de reojo que venían otros alumnos.

Abandoné los baños tras volver a atar mi cabello en una cola. Los pasillos fueron ruidosos de camino al salón, tan solo ver la tranquilidad de mis compañeros me ponía mejor, no eran personas con muchos chismes sino un objetivo en común.

Hipocondriaco y Exin hablaban en bajo tono como de costumbre. Inmiscuirme en sus problemas me resultaba incómodo, ambos eran personas poco sociables, Ex solo aparentaba serlo para rodearse de mis amistades y eso lo comprendía, era un buen amigo. Hipo, como es parte de mi grupo social, solo le ignoro cuando se pasa de listo, que es casi todo el tiempo.

Pero es un buen tipo.

Lo crees porque eso dice Ex.

Es muy buen amigo de Ex, también me apoya con las clases que debo reponer. Mira, solo lo saludo y...

—Hipo, el itinerario te quedó ameisin...

Levantó su mochila y se abrió paso a mi costado, golpeando con una fuerza intencional su hombro contra el mío. Trastabillé un poco, giré en mis talones para ver al tipo alto salir del salón mientras regañaba a personas en el pasillo por el poco uso de gel antibacterial.

Me miró antes de chocarme, ¿cierto?

Sip, nunca quitó los ojos de ti.

Me aferré a mi saco, sentí un cosquilleo en mi nuca pero quizás fue solo mi cabello. El momento se sintió tan poco orgánico.

¿Acaba de golpearme?

—¿Ofendí al amigo Hipo anoche o algo? —Hablé, dando media vuelta para estar fuerte al pupitre de Exin, el cual estaba arrastrado para juntarlo con el de Hipo sin importarle que el mío era el del medio—. Digo, creo que solo te debo disculpas a ti, mai frien...

Ex intentó darme su sonrisa relajada y burlesca de siempre, pero fracasó en el intento pues su mirada se cabreó en un matiz de abatimiento. Sus ojos oscuros contrastaban con el blanco y azul del salón, dando la impresión de que eran grises. Por mi cabeza se cruzó la idea de que no importaba el color de mis ojos, podría verme tan bien junto a los suyos.

SE ACABA DE ENCOGER. ESTÁ TRISTE Y TÚ PARECES UN PUTO CALIENTE.

SOY UN ROMÁNTICO, CÁLLATE.

Para uno noche. O dos.

Cállate, cállate, cállate.

—Nunca hablas de cosas sobre Hipo, pero si te hace sentir mejor no se lo diré a nadie. Sabes que solo me limito a escuchar. —Expresé, tomando asiento en dónde Hipocondríaco se encontraba solo para tomar de la mano a mi amigo.

Ex se agachó un segundo, rebuscando entre la mochila del cabeza de plato negro. Yo me aferré a mis propias manos para ignorar el que me soltó sin responder.

Salió a la superficie segundos después.

—Espera, es que me resbalé y agarré un pan. —Casi me ahogo en saliva tras escuchar su excusa del porqué le robó un pan.

Ex procedió a comerlo mientras intercambiaba miradas conmigo, algunas me parecían de coqueteo descarado, otras solo eran indiferentes, desviaba la mirada hacia el exterior y volvía a reparar en mí mientras decía que le esperara a terminar. Recargué mi mejilla en el pupitre, angustiado, tal vez era mejor no haber preguntado.

—Ha de estar malito por haber visto a quien intimidó en la secundaria. Entiendo.

Ex tosió con el pan atorado, revelando que era ese asunto. Yo estaba replanteándome mi amistad con Hipo tras escuchar que era un bully, no era capaz de tolerar esos asuntos. Miré con el ceño fruncido a Ex sin poder ocultar mis emociones, tan solo imaginar que a él eso no le incomodaba me hacía sentir mal.

—Seré breve contigo, pero detesto hablar de él a sus espaldas —chistó, peinando sus cabellos rebeldes hacia atrás mientras echaba miradas cautelosas al salón donde algunos alumnos dormían—. No quiero que tengas una idea errónea de Hipo, no tolero que un amigo vea mal a alguien tan importante en mi vida.

Jamás le había escuchado decir esas cosas. Ambos son realmente amigos.

Ex es lindo.

—Cuando íbamos en secundaria, Estocolmo llegó de repente a nuestro salón para dejarle algunos insumos a Hipo, cosa que desde el comienzo se tornó extraña —habló, tanteando el tema con delicadeza en su tono de voz—. Ni siquiera yo entendía qué debió hacer Hipo para que alguien con ese síndrome comenzara a tratarle con tanto detalle jotito, papá.

Anotado, no darle detalles jotos.

—Varios alumnos de nuestra clase lo observaban demasiado, de alguna forma el rumor se volvió famoso: Hipo era un bully que seguro abusaba de los beneficios de Col; recuerdo haber llegado a escuchar "chistes" donde insinuaban que Hipo se lo tiraba —hizo con sus dedos la representación de actos sexuales. Elevé las cejas en sobremanera—, lo sé, 14 pinches años, Hipo ni siquiera sabía los conocimientos básicos de educación sexual porque ni hablaba con nadie de esas cosas.

Hizo una pausa.

—Igual sigue sin entender un carajo de relaciones más allá de libros de texto —carraspeó.

—¿Pero por qué dices que Hipo fue su bully o...?

—Intentó enviarle indirectas a Est, le hacía señas para que mirara a su alrededor, a veces apretaba mucho los ojos casi como súplica de que no hiciera eso en un lugar público; no era bueno comunicándose con todos viendo cómo recibía cosas. Que Estocolmo siempre apartara la mirada como tonto y riera nos hizo llegar una conclusión...

Sé lo que es vivir con una cancelación en tu espalda.

Escucha a Ex, es importante.

—Estocolmo era el peor de todos. —Parpadeé con velocidad al notar que le perdí una parte, tal vez Ex vio esto así que repitió—: Él quería que eso sucediera. Al final fueron casi dos años de pelear por alejarle, de cuestionarnos porqué, de a veces dudar al intimidarlo. Pero ni siquiera yo sé a qué punto llegó el acoso hacia Hipo, o de Hipo a Est porque me retenía el miedo de entrar en peleas por defenderle y que mi padre se presentara.

Miré sus manos que rascaban sus brazos debajo de la manga larga. Me apoyé en ellas para que no se lastimara.

—Perdón, soy un asco explicando esto. Me habría gustado estar en esos momentos, no tendría que vivir solo intentando hacer que él hable conmigo.

—¿Hipocondríaco?

—Es que no lo conoces realmente, Des, hace su intento pero no habla. Él es probablemente la persona más importante en mi vida.

—¿Y tus padres...?

—No hay ni punto de comparación. —Se rió, no supe si apreciaba más a sus dos padres o si se refería que Hipo, con quien tenía una relación tan arraigada a cicatrices en ubicaciones desconocidas.

Medité un momento en sus palabras. Exin desvió la conversación hacia sus padres, después brincó a reunión de padres en la escuela, se centró en la escuela y volvió a el itinerario que nos hizo Hipo. Parecía tan determinado a quitarle relevancia a lo que contó, o tan solo no pensar en ello, como si se sintiera culpable de haber hablado o siquiera recordar su incapacidad de actuar en el pasado.

—Quieres mucho a Hipo, ¿verdad?

—Como a todos mis amigos —enfatizó, estirando sus dedos hasta alcanzar mi mejilla.

—Qué —bufé, tratando de no sonreír como bobo—. ¿También estarías de mi lado si me cancelaran?

—Sip, pero nadie te cancelaría. Eres un rolltito de canela.

Quiso llevar sus manos hacia mi cabello pero me aparté un segundo. Devolví la cabeza al mismo sitio cuando volví en mí, esperando aún pasara sus dedos entre mi cabello; lo hizo, soltó la liga para después peinarme con sus movimientos.

Ya me han cancelado, tan solo el pensar que puedes enterarte me asusta tanto.

—Oye, ¿puedo quedarme en tu casa hoy?

—Ay, ayer te quedaste porque me puse malito pero no está mi papá y sabes que no le gusta que vayan hombres a la casa cuando él está de viaje —hablé rápido, tratando de explicar la situación antes de que creyera cualquier otra cosa—. Es que todos en mi familia son para él como... cómo se dice, ¿blanditos?

—Yo puedo cuidarlos —agregó, haciéndome suspirar de tan solo pensar en que tuvimos esa conversación bastantes veces.

Mi padre lo veía en parte como alguien que podía cuidarnos cuando no estaba, pero a veces me veía con sospecha y me preguntaba si teníamos algo, si no éramos pareja entonces que no se fuera a quedar en la casa cuando él no estaba. No aceptaba que nos cuidara si no era su yerno.

—No puedes cuidarnos si él quiere protegernos de ti.

Me iba a comenzar a reír hasta que me di cuenta de lo que dije. Exin elevó una ceja, como buscando una explicación a lo que dije. Me puse de pie rápido por los nervios.

—Es que es parte de una secta donde no le permiten dejar descuidado a personas rubias, es por mantener la genética. —Creo que eso sonó peor, mis manos sin saber de dónde agarrarse revelaron que mi cerebro quedó frito—, ah, no me refiero a relaciones sexuales. Bueno sí, pero no es como si fueses a hacer eso con alguno de mi familia ni conmigo, lo digo por la secta. No te ofendas, tu cabello está bien, también tú físico, en el buen sentido. No creas que...

Mordí mi labio, rebuscando en mi caja de ideas para cambiar a otro tema.

—La próxima semana, puedes quedarte los días que quieras. —Palpé su cabeza.

Exin me sostuvo de la mano y la besó. En ese momento decidí que la secta fuera real para que no me anduviera confundiendo.

—Ya cuídame toda la vida, ¿no?

—Claro que sí, mi amor. —Tiré besos al aire, aferrándome a mi mochila para salir.

—Si fueras mi media naranja, me pasaría exprimiéndote todo el día.

—Esa fue buena —irrumpí, elevando el dedo índice para señalarlo. Lo sacudí en alto, con una mirada astuta que intentaba expresar calma aunque mi cabeza disparaba luces conmemorativas—. Nos vemos el lunes, mai suit jert.

—Te veo en mis sueños. —Guiñó un ojo.

~•~•~•~

Decir que mi primer encuentro con Exin fue amor a primera vista, algo predestinado, un flechazo, sería una mentira descarada que inventó mi cerebro para ignorar el hecho de que nos encontramos en distintas situaciones desfavorables.

La primera vez que cruzamos miradas fue en la línea azul de autobuses, en la primera semana del ciclo escolar. Yo ya había escuchado de él, se sentaba delante de mí, pero me daba muy meh; en general cualquier alumno se sentía ajeno en esos días porque mi esfuerzo de hacer amigos no daba resultados.

Subí al autobús con una somnolencia animal. Apenas consciente para buscar un asiento del lado donde no pegaba el sol ya que me ponía rojo al llegar a clases. Quité la mochila de mi espalda y me senté con ella delante, abrazándola como protección contra cualquier asalta bolsas; apenas tenía 30 pesos y mis libretas.

Pinche exagerado muerto de hambre.

Esos 30 pesos pueden ser dos pasajes, o unas papas fritas, también se pueden convertir en inversiones futuras.

¿Y las libretas? Solo vas a cotorrear a la escuela, mamapitos.

EL MAMAPITOS NO IBA ALLÍ.

Tan temprano y mi cabeza ya se estaba desrealizando, todo se veía tan incierto a esa hora, como si no hubiese un destino al que llegar. Vi a Exin subirse en la siguiente parada, supuse coincidimos en horas al levantarnos porque no nos habíamos cruzado antes.

Ex no tardó en hacerse notar. Ahora que lo pienso ese día lucía de mal humor desde que puso un pie arriba; llevaba lentes de sol y cubrebocas, también el cabello cubriéndole la mayor parte del rostro cual alma lúgubre. Le vi sostenerse con esfuerzo y trastabillar, hasta sentarse en el área de asientos reservados.

Tosió con fatiga. Lo miré varias veces desde mi sitio preguntándome si se encontraba bien.

—Disculpa, joven, debes darle tu sitio a la señora; viene de pie y está agotada —le explicó una mujer, sacudiendo sus manos delante de los lentes de sol para que le hiciera caso—. ¿Joven? ¿Me estás escuchando?

—Yo también estoy cansado, ¿por qué debería darle mi sitio?

Mi cuello se giró con velocidad a observarlo otra vez. Hasta olvidé parpadear al escuchar la TREMENDA MAMADA QUE DIJO TAN TEMPRANO.

—Son lugares reservados, no deberías haberte sentado allí en primer lugar. —La discusión escaló. Un señor que bebía agua comenzó a regañarlo, las gotas se le escapaban por la boca.

No te metas, que se anden chingando solos.

¿La estación en la que nos bajamos tiene la imagen de una cucaracha?

—No le saques, rata con peste bubónica —le hizo el feo al olor de los señores, hablando de la peste como si no fuese un tema delicado—. Aguántense dos putas estaciones de mierda.

Me puse de pie, llamándole a la señora para que tomara mi sitio. Los rostros de los desconocidos se aliviaron un segundo, la chica elevó la mano y dijo que era un ejemplo de estudiante honrado. Me sostuve de las barras de metal, sin poder mantener la mirada o responder a los halagos que también comenzó a echar el señor.

—¿Te criaron con los huevos o porqué eres tan imbécil? Al menos ten decencia como él, malcriado. —Exin levantó la vista al escuchar aquella ofensa, aunque no supe si me miraba a mí o al señor detrás de sus lentes.

Por qué carajo no se calla, viejo choto.

—Tus padres estarían decepcionados de que no puedes ni siquiera dar la cara... —Intentó sacarle los anteojos, Exin se levantó de golpe para empujarle.

El señor chocó conmigo. El autobús hizo una parada y nos fuimos con el mismo pulso hasta delante. El señor me empujó a un costado para que dejara de golpearme con él, pero en su lugar tropecé con Exin hasta clavarle un codo en el estómago; sus piernas no soportaron ni un poco de peso.

El pelinegro se fue sobre mí, golpeándonos entre los asientos. Él ya no podía mantenerse de pie así que solo tiró de mis cabellos y trató de sostenerse tanto como yo de sus prendas, mi miedo de meterme en discusiones o siquiera pensar en las paradas fue dejado de lado, entre tanto jaloneo se volvió intencional el querer golpearnos.

—SUÉLTAME, WERO.

—SUÉLTAME TÚ, RABIOSO.

El autobús volvió a detenerse, enredando nuestras piernas hasta azotarnos contra el suelo que olía a meados. Mi mochila cayó sobre su costilla y sus lentes se cayeron, revelando el horrible moretón en su ojo izquierdo que amenazaba ser una herida casi para perder la vista.

Saqué mi mochila debajo de él mientras se retorcía, con el terror invadiéndome por variedad de escenarios donde terminaba siendo estrangulado hasta la muerte.

Desde aquella mañana discutíamos al entrar al salón de clases, cuando cruzábamos miradas, cuando siquiera uno levantaba la mano para hacer preguntas. Le oía rechistar al verme participar, yo giraba los ojos cuando decía mierda pseudo-intelectual junto a su aparente amigo Hipo.

—Come, come, come. —Sacaba el dedo malo al verme comer cualquier objeto con silueta de genitales.

—El que tiene hambre en pan piensa. —A veces Hipo se reía al oírme pelear con él, ni nos miraba pero su espalda se encogía.

—El que come lo delira. —Infló sus mejillas para imitarme al comer un plátano.

—Y el que recibe solo se quej...

—Ya cállense. —Hipo nos calló, era otra persona más del salón para mí.

Dos semanas después nos encontramos en la encrucijada de los pasillos, veníamos de direcciones contrarias pero estuvimos por girar en el mismo camino. Nos miramos con cautela, después los papeles en las manos del otro; íbamos a aplicar al club de basketball.

No, no, no, no.

Su expresión se arrugó, casi gritando que no le jodiera.

Por qué carajos un trastorno como ese se va a meter al equipo.

Calladito, Des, el reglamente estipula que cualquier desacuerdo con un compañero del equipo te niega la participación.

Exin también comprendía la pauta así que no expresó nada en voz alta. Durante las pruebas todo se desmoronaba.

—Vamos, tómense de las manos. —El capitán trató de resolver nuestros malentendidos. Yo le miré desesperado, me acababa de hacer amigo de la mayoría del equipo excepto de Ex, lo detestaba.

—PERO ÉL NO QUISO LIMPIAR. —Me quejé.

—¿ME LLAMAS INÚTIL? LIMPIAS PARA EL CULO, así que cállate la boca, hablas pura chingadera.

—Me tienes hasta la madre —solté su mano y también dos de las pelotas que recogíamos—. Cállamela tú, pelos de trapo.

El uniforme prestado estuvo por rozarse al tenernos tan cerca, listos para volver a discutir. El entrenador apareció junto a nosotros con los brazos cruzados, esperando el momento en que rompiéramos el reglamento para echarnos con esa sonrisita que portaba. Apenas unos segundos en los que pude conectar con Ex.

—Cuando quieras. —Me sacó la lengua.

—Tú pon casa y yo pongo el pasaje. —Continué, uniendo mi única neurona con la suya.

—Mejor en la tuya —llevó su mano a mi mandíbula—, a las cuatro.

—Ya quedamos.

El entrenador James apagó su sonrisa, no tuvo el gusto de expulsarnos en ese momento. Yo me aferré al brazo de Ex para apartarlo con disgusto, pero sus muñequeras se removieron hasta descubrir las cicatrices de cortes que ocultaba detrás de ese pedazo de tela.

Les miré al sentir la textura, cinco cortes horizontales y uno vertical que destacaba por el trozo de piel que se levantaba. Mi cabeza se enfrió, en lugar de desconectarme fue un trago de sobriedad, la simpleza de la vida. Bajé los ojos y di un paso más para cubrir su brazo de cualquiera alrededor.

—Lo siento —murmuré, juntando mejillas con él mientras removía su mano a mi pecho.

Ex no dijo palabra alguna, solo subió la muñequera, apartó su brazo y se retiró a los baños para tomar una ducha. La sensación de culpa me apagó el ánimo las siguientes horas, cuando íbamos a comer con el equipo.

Nos explicaron sobre los papeles que debíamos presentar, comprar que no éramos un peligro para los demás o nosotros mismos al practicar un deporte. Fingí que escuché, no podía ni siquiera centrarme en agarrar con el tenedor la pasta delante de mí.

¿Se cortó?

La herida vertical es un intento de morir.

¿Me pueden pasar la sal, por fis? —Levanté la voz, esperando los que la tuvieran cerca pararan sus risas y charlas. Exin me miró, pero comió más lento sin sostener esa imagen retadora que siempre llevaba.

Continuaron riéndose por una anécdota de asalto que le hicieron a Bipolar. Volví a pedir la sal, esta vez un poco más fuerte aunque no demasiado porque tampoco quería cortarles la emoción; de igual forma no hubo respuesta.

—Oigan, ¿alguien me alcanza la...? —Tomé aire. Maldecí mi propia voz por ser tan sosa e incapaz de distinguirse del ruido que ambientaba.

Han de pensar que alguien te la pasará.

Y al final ninguno lo intenta.

Bajé mi tenedor y eché mi silla hacia atrás. Estuve por levantarme hasta que la sal fue puesta junto a mi plato. Exin se había levantado para alcanzármela.

—Gracias...

—No es nada.

No volvió a sentarse. Le comentó al entrenador que saldría un momento para enviar un mensaje. Yo salí después con la excusa de tomar aire, aunque fue más mi poco apetito e incomodidad por no poder encajar tan pronto.

Ex estaba en una llamada a plena banqueta, pidiendo apoyo con sus papeles para el deporte. Llevaba puesta una playera verde militar y un suéter negro holgado que le llegaba a las caderas. Jugó con la cadena en sus dedos: una pelota de basketball.

—Sé que estás preocupado por mí, pero de verdad quiero hacer esto y necesito tu ayuda para redactar el archivo. Soy más que una mecha corta o una discusión, sabes que me cortaría los dedos antes de dañar a un compañero que me agrade.

Yo quiero unirme al equipo para hacer amigos, también me gusta entrenar.

—No lo hago por una tontería como entrenar y ponerme mamado. —Ex igual me seguía cabreando.

Su conversación fue breve. Tan pronto terminó la llamada se encaminó al área donde yo estaba sentado, un pequeño espacio para beber café aunque lo único que me acompañaba era mi voz interna y respiración.

—Gracias por lo de hace rato.

—¿Qué cosa? —Me confundí, yo iba a agradecerle por la sal.

—Cubrirme —respondió, estirando apenas sus comisuras en una sonrisa; a pesar de la oscuridad pude ver su mano a contra luz elevarse hasta descansar en mi cabeza—. Eres más agradable de lo que pensé.

La punta de sus dedos pareció darme masaje para adentrarse en la hebras, tocar mi nuca y después quitarme la liga de cabello hasta dejarlo suelto. Escalofríos, sonrisas, confusión; Exin creyó jugar con mi cabello, pero yo sentí que lo hizo con mi corazón.

El tinte negro que solía usar cubría casi por completo mi cabello, excepto los primeros 10 centímetros de raíz rubia. Me preguntó si así hacía mi cabello, a lo que aclaré que solo se me estaba creciendo.

—Oh, me gusta tu cabello rubio, es de un tono único para tu color de piel. —Pensé que le gustaba.

No volveré a teñirlo de negro.

Espera, espera, ¿qué dijiste?

—¿Sí? —No fui capaz de mantener una conversación, solo de inclinarme para que siguiera jugando con mi cabeza unos segundos más. Puso su otra mano en la coronilla, casi juntándome con su pecho que estaba a esa altura.

—Sip, voto a favor. —Me sacudió como papel.

Por las patas de Dios, sus manos son enormes.

Oye, oye, oye, ¿por qué lo ves guapo de repente?

—¿Volvemos a dentro?

—¿No quieres ya irte y caminar? —Me invitó a dar una vuelta.

Espera, Des.

—Claro, vamos. —Me aferré a su mano.

Puta madre, acaba de conquistarme el trastorno explosivo intermitente.

Incluso si Ex se equivocaba o mentía sobre lo sucedido con Hipo y Estocolmo, yo no era capaz de cuestionarle dos veces. Sus ojos me suplicaban creer en él, sus gestos me atraían y sus palabras podían ir desde rechazos inconscientes a solicitudes románticas.

Y me notaba, entre cientos de personas gritando, cuando quería comer algo o algún programa no me gustaba. Me escuchaba hablar en mi fanatismo, y me acariciaba el cabello, como si fuese un papel fácil de rasgar al que debía tratar con cuidado.

Me tenía de su lado, siempre. No sabía si él protegería mi corazón, pero yo solo tenía el deseo de besarle y cuidar de sus heridas hasta que mi cuerpo no diera más.

Para Exin, Hipo sostenía su vida. Ex estaba comenzando a sostener la mía.

¿Te gustaré algún día?

• • •
Exin y Des se hicieron amigos gradualmente. Creo que sus peleas constantes les dieron más confianza con el otro, pelear sobre mamadas crea lazos fuertes.

Parece que Exin realmente se aferra a Hipo, es el único que ve por él en todos los sentidos.

Sobre Hipo y Estocolmo, ¿la versión de Ex tiene sentido? ¿O le falta un detonante? ¿Ustedes qué creen?

¿Algún comentario adicional? ¿Pregunta curiosa?

CÓMO HAN ESTADO.

Dibujé a Des en un estilo semirealista, estuve experimentando y dio este resultado:

LINDO DÍA, BESOS.

~MMIvens.

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