Adicta a ti

By MelissaBecerra1

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Él, bipolar, obseso del control, agresivo, tierno a veces, posesivo, protector. Ella, atrevida, extrovertida... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Fin
You want me?
Informacion importante

Capítulo 4

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By MelissaBecerra1

-Ana, puedes guardar mi casco en tu taquilla?-pregunta Eddie mientras bajo de la moto.

Como es natural, las mujeres no se acostumbran a verme con el, me estoy cansando de esas tontas miradas y cómo prácticamente lo desnudan con la mirada, la verdad no me importa pero parecen auténticas gatas en celo.

-claro- accedo.

De todos modos mi taquilla está vacía, con el casco colgado de mi brazo camino hacia mi taquilla, coloco el código y se abre, lo guardo y cierro la puerta. Doy un respingo al notar a Jase prácticamente a mi lado, la comisura de sus labios se elevan en una medía sonrisa, lentamente se acerca a mi.

-yo no hago el amor, yo follo duro- me susurra al oído.

Al oír la frase que Christian Grey le dice a Anastasia Steel hace que suelte una sonora carcajada, no me puedo imaginar a Jase leyendo ese libro, no le pega nada.

-Lo leíste- afirmo cuando mi risa cesa.

- me dijiste que lo leyera...así que eso es lo que a ti he gusta ehh!- dice con el ceño fruncido.

Lo ignoro y empiezo a caminar hacia mi clase, me sigue mirándome de arriba abajo, llevo puesto una polera ancha negra con un hombro caído, un pantalón corto blanco y zapatillas negras.

-has leído el contrato?- pregunta curioso.

-si, Jase, lo leí, cual es el problema?.

-entonces te gustan que te azoten, amordacen y esas cosas?- pregunta como si fuera lo más degradante.

En realidad si lo es, lo que acaba de decir me traen malos recuerdos de los que prefiero dejar enterrado muy en el fondo, aunque eso no signifique que no les ese tipo de moverlas eroticas, me paro en seco y le respondo.

-no, no me gusta- bufo  – y por último, su me gusta cuál es el maldito problema? – pregunto con la voz más dura de la que pretendía.

Mi humor cambió radicalmente, el parece no notarlo, sonríe divertido y abre la boca para seguir preguntando pero una voz nos interrumpe.

-os vais a quedar aquí toda la hora o pensáis entrar?- Luna, la profesora de matemáticas está de pie junto a la puerta.

No me había dado cuenta que estábamos parados junto a la clase, con un movimiento de cabeza, Jase entra primero, me permito observarle desde detrás, lleva puesto un pantalón jean azul, zapatillas negras y una camiseta blanca dejando lucir su espectaculares brazos y tatuajes, al parecer este colegio es bastante liberal con respecto a este tema, en el que estaba antes, esto era prohibido.

Se va al final de la clase, como la última vez, me siento a su lado, ésta vez no dice nada, pero tampoco me habla, su actitud relajada de antes cambió, ahora parece distante, aburrido, frío, tiene tal cara que si seguro le hablo me gruñirá. Me olvido de él y atiendo a clases. Más tarde por fin toca el timbre librándome de la taladrante voz de Luna, me duele la cabeza de tan solo escucharla.

Cojo mi mochila y voy a la cafetería, hoy sí me muero de hambre, zigzagueo entre la multitud hasta dar con la puerta doble azul. La abro y entro, bueno, me empujan hacia dentro, hacen una fila a un lado con una bandeja, un plato y van avanzando para que la cocinera le sirva alguna comida pastosa horrible, se parece mucho a la que dan en la cárcel, no es que haya estado en la cárcel pero ya me entendéis. La cocinera es regordeta, cara redonda, ojos pequeños, lleva puesta gafas, se nota a leguas que las odia, diría que está entre los 40 años o menos. Me acerco y hago la cola, los que están delante de mí miran con asco su comida, si es que se puede llamar así.

-hola- me saluda cortante.

-hola- le contesto con una sonrisa- me gusta tus gafas, donde las compraste?- le pregunto al tiempo que pone en su cucharón ese mejunje blanco.

La mujer eleva la vista con los ojos abiertos en platos por mis palabras, pobre ilusa.

-te gusta?- dice y se sonroja.

Con ese rubor parece mas joven, aprovechando que ha bajado la guardia, apoyo mis codos en la mesa y asiento efusivamente.

-hay gente como a ti por ejemplo que le quedan bien las gafas, y otras como yo que lo quedan horribles- le digo haciendo un puchero.

Me sonríe con cariño y vuelve a dejar el cucharón donde estaba, mirándome con más atención,

-tu crees?- pregunta mirando a los lados como si no hubiera una larga fila esperando por su menjunje- no debería, pero me caes bien- dice con un guiño.

De algún lugar debajo de la mesa, saca un plato, sirve puré de patatas, arroz y filete de carne, lo pone sobre mi bandeja con cuidado, los que están detrás y delante de mi, me fulminan con la mirada.

- gracias- le digo avanzando- ohhh espera, tengo algo para ti- me detengo con una sonrisa.

Me mira curiosa, meto la mano en mi mochila y busco algo que pueda darle, cuando lo localizo, lo saco y se lo doy a modo de agradecimiento.

-me dijeron que te gustan- le digo dándole chocolate.

Sus pequeños ojos se iluminan, cojo mi bandeja y busco un lugar donde sentarme, hay varias mesas donde la gente se sienta en grupos, busco una mesa vacía, la localizo al final, camino decidida y me siento a degustar mi comida, espero que esté buena, bueno, al menos es mejor que lo que les da a los demás.

-eso no es justo- dice Kat sentándose enfrente de mí.

Mira mi comida con adoración, lleva puesto un vestido negro con la falda floreado, el pelo rojo suelto.

-linda comida- me burlo.

-te lo cambio- dice esperanzada.

Suelto una carcajada y niego divertida, con su cuchara juega haciendo círculos en el mejunje, su tripa ruge de hambre. Como hoy me siento buena, le doy la mitad de mi comida, mas tarde me lo recompensará, me agradece con una radiante comida.

-ejem- un grupo de chicas carraspean delante de nuestra mesa.

Son tres chicas, la del medio es rubia teñida, ojos negros, labios gruesos, el kilo de maquillaje que lleva no logra camuflar sus pecas, baja, delagada, pechos grandes, se podría decir que incluso mas grande que su cabeza, parece un caniche, las otras dos son gemelas, mas alta que ella, castañas, morenas, ojos marrón oscuro, labios delgados, con ligero sobrepeso. Las miro de pies a cabeza.

-estais en mi mesa- dice la caniche.

- ah si?...no veo tu nombre por ningún lado- le digo simulando buscar algún nombre en la mesa.

-Ana, vámonos - me pide Kat.

-eso, hazle caso a la zorra de tu amiga- me dice con una sonrisa.

Me levanto indignada, recorre su mirada oscura por mi cuerpo con superioridad, es la típica pija del instituto, lo se por su ropa de color rosa a juego con su bolso, todo en ella es rosa, ya tuve un enfrentamiento anteriormente con una chica como ella.

-por que no te vas tu?- le digo controlándome.

-mira guapa, éste es mi instituto, y yo me siento donde a mi me de la gana, así que largo.

-y si no quiero, que me vas hacer?- le reto.

-Ana, no vale la pena, ella es la hija del director- dice Kat.

Ruedo los ojos, abusando del poder de su papito, patetica!

-como si es la hija del mismísimo papa, no me importa- le digo cruzandome de brazos.

La caniche suelta suspiro, chasquea los dedos y se va, las gemelas la siguen como perritos falderos, Kat me mira reprobatoriamente, me vuelvo a sentar y terminamos de comer.

Las siguientes clases pasa demasiado lento, mi estómago ruge, no lo alimente bien, cuando toca el timbre, salgo en busca de mi taquilla, tengo que devolverle su casco a Eddie e ir a meter algo a mi vacío estómago. Al rededor de mi taquilla hay un grupo grande de alumnos, se ríen y sacan fotos con la cámara, me abro paso a ver que es lo que tanto miran, en la puerta de mi taquilla está escrito en letras rojas grande "Ana "la puta" Fox".

Casi desesperada saco una botella de agua que tengo en mi mochila y la vierto toda en la puerta, las personas cuchichean de mi, me miran mal mientras que yo con la mano intento borrar esas palabras escritas con rotulador permanentes

-vaya, así que la nueva resultó ser una puta- dice una voz conocida.

Mi mirada viaja hacia la caniche que mira divertida la escena montada, aprieto mis manos en un puño y avanzó hacia ella dispuesta a limpiar esas letras con su maldita sangre, pero cuando ya puedo sentir su piel sobre los nudillos de mis dedos, una mano fuerte me coge de la muñeca y evita que impacte mi puño en su pecosa cara.

-se acabó el espectáculo!!- grita Jase.

Intento deshacerme de su agarre pero me coge de la cintura, mis pies ya no tocan el suelo, siento que mi garganta quema, mis ojos me arden avisandome que voy a llorar.

-ruega por que no te pille sola en la calle perra- le siseo con tono amenazante.

-mira como tiemblo- dice con una sonrisa.

Gira sobre sus tacones caros y se va contoneando demadiado las caderas, Jase me suelta, antes de que vea mis lágrimas que ya empiezan a correr por mis mejillas salgo corriendo. Corro sin parar, no se cuanto tiempo llevo corriendo, pero cuando miro a mi alrededor me encuentro en un parque, me siento en un banco, escondo mi cara en mis piernas, retengo mis lágrimas, el pasado siempre vuelve, de una manera u otra lo hace y yo no puedo hacer nada por evitarlo, esas mismas palabras escritas en cada rincón de mi antiguo instituto, las miradas dirigidas a mi, como si fuera mi culpa.

Impotente me levanto y golpeo con fuerza el primer árbol que encuentro, la corteza se clava en mis nudillos pero no me importa, sigo con mis arremetidas sin parar, yo solo quiero alejar esos maldito a recuerdos de mi cabeza, pero de pronto alguien me abraza desde atrás, evitando así que deje de golpear al árbol, el olor de Jase inexplicablemente me calma.

-no te desquites con el árbol- me susurra al oído.

Mi mano palpita e hilos de sangre descienden entre mis dedos, me deshago de su abrazo, sin saber que hacer antes esa mirada fija en mi, saco un cigarro de mi mochila y fumo sintiendo el humo bajar por mis pulmones, en cierto sentido fumar me relaja, en los ojos de Jase veo pena, pena por mi.

-no me mires así, no necesito tu pena- lo digo mientras tiro el humo.

-no se tú, pero yo necesito tus manos sanas para la proxima pelea- dice cambiando de actitud-ven, te llevaré a tu casa.

Empieza a caminar hacia un moto, lo sigo ya que es de noche y no quiero caminar, su moto es completamente negra, recuerdo que a mi abuela le pedí una así pero se negó en rotundo, es una BMW K 1300 S, bastante rápida, cuando la vi en una revista prácticamente me enamoré de ella.

-sube- dice colocándose el casco.

Me subo en la parte trasera, tiro el resto de mi cigarro lejos de mi y me sujeto a unos mangos que hay a cada lado de mi pierna, lo enciende y el motor ruge con fuerza, acelera y sale derrapando. En un santiamén para enfrente de mi casa, ni bien mis pies tocan el piso acelera y desaparece de mi vista, se marcha sin despedirse lo cual agradezco.

Cruzo el humbral de mi casa, el olor a comida despierta mi estómago, se me había olvidado que antes me moría de hambre, avanzo hacia la cocina conducida por un magnifico olor.

-oh por Dios- dice mi tía cuando me ve aparecer.

Suelta el sartén y lo deja caer con violencia en el fregadero, doy un respingo por su reacción, miro atrás de mí por si algo la asustó, se acerca a mi, coge mis manos preocupada, me arrastra y hace que me siente en un taburete de la barra de desayuno.

-como te hiciste eso?- pregunta sacando el botiquín de primeros auxilios.

Con un algodón mojado de alcohol desinfecta y quita la sangre seca de mis nudillos, hago una mueca de dolor.

-me caí- ¿me caí? Enserio? No se me pudo ocurrir algo mejor.

Mentalmente me golpeo la cabeza con la pared, que tonta, me mira con desconfianza, no la culpo, ni yo me lo creería. Saca una venda y me venda los nudillos.

-digamos que te creo- dice con una media sonrisa.

Mi móvil suena en mi mochila indicando que me ha llegado un mensaje, lo cojo y con el ceño fruncido lo leo, mientras mi tía vuelve a la tarea de terminar lo que sea que estaba cocinando.

"Te espero en media hora en el descampado. Kat".

Que querrá ahora, dudo un momento pero decido ir, la curiosidad puede conmigo, me levanto, dejo mi mochila y me voy, mi tía no me dice nada, camino hacia allí, solo espero que no se haya metido en graves problemas.

Al llegar no veo a nadie, todo está prácticamente vacío, el ring ha desaparecido, parece un auténtico descampado, al otro lado localizo a una mujer, vestida con ropa de deporte gris, lleva puesta la capucha de su chaqueta por lo que no puedo ver su cara, sumándole mas el hecho de aquí está oscuro, iluminada únicamente por una farola que parpadea anunciando que el foco está a punto de quemarse. Levanta su mano y me señala, coloca su dedo de manera que parece una pistola, apreta el gatillo imaginario, instantáneamente me giro. Un hombre con la cara cubierta por un pasa montaña está de pie detrás de mí, sin esperarmelo me da un puñetazo en el pómulo, caigo al piso por la magnitud del golpe, mi cabeza choca con violencia en el piso haciendo que mi visión se nuble, a duras penas me pongo de pié, me da otro puñetazo, ésta vez soy mas rápida y me cubro la cara con los brazos, me da otro en las costillas, caigo nuevamente al piso y empieza a darme patadas por todo el cuerpo sin piedad, mi boca empieza a sangrar, siento mi pómulo, costillas, piernas, brazos y cabeza palpitar de dolor, cuando creo que me voy a desmayar sus arremetidas cesan, abro los ojos e intento identificarlo, pese a mi visión borrosa logro ver que en su mano derecha tiene tatuado un dragón chino. La mujer de antes aparece en mi campo de visión, lo único que distingo de ella es sus labios gruesos y rojos curvarse en una sonrisa llena de satisfacción.

-alejate de Jase, él es mío- dice con voz engañosamente dulce.

Junto con su gorila se van como si nada, me quedo tirada en el piso por no se cuanto tiempo mirando el cielo despejado, mirando las estrellas hasta que mi visión se vuelve nítida, intento sentarme pero mis costillas me lo impiden con un dolor punzante insoportable, giro sobre mi misma y me levanto gruñendo de dolor, nunca en mi vida me habían dado tal paliza, mi pantalón blanco ahora es marrón.

-vamos, tu puedes Ana- me animo yo misma.

A cada paso que doy mis costillas manda punzadas de dolor por todo mi cuerpo, camino por las calles como una moribunda, mis piernas tienen magulladuras al igual que mis brazos y codos, me apoyo a un árbol hasta que el dolor cesa y continúo.

Al llegar a casa subir las escaleras se me hace una tarea casi imposible, ya todos duermen ajenos a mi aspecto, al subir el último escalón sollozo de dolor lo que causa aun mas dolor. Me acuesto en mi cama boca arriba siguiendo una respiración lenta y constante rezando porque mañana ya no me duela.

A la mañana siguiente me despierto en la misma posición en la que me acosté, el dolor no disminuyó en absoluto, a duras penas me levanto y me meto en la ducha, lágrimas silenciosas camufladas por el agua bajan sin control.

Entre sollozos y gruñidos me visto, me pongo un pantalón pitillo negro, mis piernas palpitan ante la presión que ejerce la tela en mi pierna, me pongo una blusa de tirantes blanca y un suéter con botones, delgado y con capucha, me miro en el espejo, mi cara es un desastre total, mi pómulo y mis labios están hinchados, tengo moretones en la frente y la barbilla, el ojo izquierdo ligeramente hinchado, me pongo la capucha, al menos cubre la mitad de mi cara cubriendo lo peor, me lavanto la blusa y me asusto al ver grandes círculos verdes en todo mi cuerpo, la espalda, las costillas, el vientre, hasta en el pecho, ese es imposible taparlo, podría faltar a clases pero soy de esas chicas que al menos que me esté muriendo no iría.

Te estas muriendo tonta.

Escalón por escalón bajo, la noche anterior me deje la mochila en la sala, sigilosa la cojo sin que Eddie se percate de mi presencia y salgo. Cojo el primer taxi que pasa importándome bien poco la forma en que mi corazón late y mi cuerpo se paraliza al escuchar el motor del vehículo, pero el dolor que siento impide que piense en lo sucedido hace años, Eddie me mira con el ceño fruncido desde la entrada, me despido con un movimiento de mi mano y le digo al taxista mi destino. Al llegar todos me miran curiosos, no se si porque no vine con Eddie o por que llevo puesta la capucha en un día donde hace mucho sol.

-no te vas a creer lo que me paso ayer- dice Kat caminando a mi lado.

-no me importa lo que te haya pasado ayer, dejame en paz- le digo cortante.

No puedo ver la expresión que pone pero seguro es de incredulidad total, a estas alturas me importa una mierda, me ha traicionado y eso nunca se lo perdonaré, de hecho, si no estuviera en éste estado le partiria esa cara de niña buena que tiene.

- que te pasa, estás bien?- pregunta posando su mano en mi hombro.

Ese simple gesto hace que mi cuerpo se queje de dolor, me alejo de ella.

-no lo has oído o que? Dejame en paz joder!!- le digo levantando un poco la voz.

Oigo sus pasos alejarse, entro a clase y me siento al final, me siento en el asiento de Jase, alado de la ventana, apoyo mi mejilla dolorida en la fría pared, suspiro cansada, la gente empieza a entrar y como siempre, por ultimo Jase, aun sin mirar, siento su presencia, mi cara está oculta por la capucha.

-Ana- me llama a la vez que con un ágil movimiento me quita la capucha.

Gruño de dolor al sentir la tela rozar con mi piel, su cara es de completo horror, después de completa furia contenida, la profesora lo mira esperando que se siente, hace caso a la orden no dicha.

-como te hiciste eso?...recuerdo que ayer te deje en tu casa intacta- me susurra para que la maestra no nos oiga.

Lo fulmino con la mirada y vulevo a ponerme la capucha ignorándolo completamente.

-señorita Luna, Ana no se encuentra bien, la llevaré a enfermería- le dice a la maestra.

Ella asiente, Jase al ver que no me muevo se cuelga mi mochila y la suya al hombro, me coge del brazo con fuerza y me arrastra fuera, reprimo un sollozo, mi cuerpo se queja.

-Jase, me duele- le digo cuando no puedo mas con el dolor.

El pasillo está vacío, me mira curioso, ve el moretón en mi pecho, su mirada se oscurece, con un movimiento certero me quita el suéter, al ver los moretones de mis hombros, cara y todo lo que se ve a simple vista apreta la mandíbula con tanta fuerza que temo que se vaya a dilocar, con cuidado me arrastra al baño de las chicas, echa el pestillo, se acerca a mi, coloca sus manos en mi cintura con suavidad, lentamente va subiendo mi blusa.

-quién te pegó?- pregunta tenso.

-me caí por las escaleras- miento.

-y las escaleras tiene puños no?- dice sarcástico.

Me quedo callada, furioso da un puñetazo a la puerta de una de las cabinas del baño, maldice en voz alta, sale del baño dando un fuerte portazo.

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