Capítulo 4

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-Ana, puedes guardar mi casco en tu taquilla?-pregunta Eddie mientras bajo de la moto.

Como es natural, las mujeres no se acostumbran a verme con el, me estoy cansando de esas tontas miradas y cómo prácticamente lo desnudan con la mirada, la verdad no me importa pero parecen auténticas gatas en celo.

-claro- accedo.

De todos modos mi taquilla está vacía, con el casco colgado de mi brazo camino hacia mi taquilla, coloco el código y se abre, lo guardo y cierro la puerta. Doy un respingo al notar a Jase prácticamente a mi lado, la comisura de sus labios se elevan en una medía sonrisa, lentamente se acerca a mi.

-yo no hago el amor, yo follo duro- me susurra al oído.

Al oír la frase que Christian Grey le dice a Anastasia Steel hace que suelte una sonora carcajada, no me puedo imaginar a Jase leyendo ese libro, no le pega nada.

-Lo leíste- afirmo cuando mi risa cesa.

- me dijiste que lo leyera...así que eso es lo que a ti he gusta ehh!- dice con el ceño fruncido.

Lo ignoro y empiezo a caminar hacia mi clase, me sigue mirándome de arriba abajo, llevo puesto una polera ancha negra con un hombro caído, un pantalón corto blanco y zapatillas negras.

-has leído el contrato?- pregunta curioso.

-si, Jase, lo leí, cual es el problema?.

-entonces te gustan que te azoten, amordacen y esas cosas?- pregunta como si fuera lo más degradante.

En realidad si lo es, lo que acaba de decir me traen malos recuerdos de los que prefiero dejar enterrado muy en el fondo, aunque eso no signifique que no les ese tipo de moverlas eroticas, me paro en seco y le respondo.

-no, no me gusta- bufo  – y por último, su me gusta cuál es el maldito problema? – pregunto con la voz más dura de la que pretendía.

Mi humor cambió radicalmente, el parece no notarlo, sonríe divertido y abre la boca para seguir preguntando pero una voz nos interrumpe.

-os vais a quedar aquí toda la hora o pensáis entrar?- Luna, la profesora de matemáticas está de pie junto a la puerta.

No me había dado cuenta que estábamos parados junto a la clase, con un movimiento de cabeza, Jase entra primero, me permito observarle desde detrás, lleva puesto un pantalón jean azul, zapatillas negras y una camiseta blanca dejando lucir su espectaculares brazos y tatuajes, al parecer este colegio es bastante liberal con respecto a este tema, en el que estaba antes, esto era prohibido.

Se va al final de la clase, como la última vez, me siento a su lado, ésta vez no dice nada, pero tampoco me habla, su actitud relajada de antes cambió, ahora parece distante, aburrido, frío, tiene tal cara que si seguro le hablo me gruñirá. Me olvido de él y atiendo a clases. Más tarde por fin toca el timbre librándome de la taladrante voz de Luna, me duele la cabeza de tan solo escucharla.

Cojo mi mochila y voy a la cafetería, hoy sí me muero de hambre, zigzagueo entre la multitud hasta dar con la puerta doble azul. La abro y entro, bueno, me empujan hacia dentro, hacen una fila a un lado con una bandeja, un plato y van avanzando para que la cocinera le sirva alguna comida pastosa horrible, se parece mucho a la que dan en la cárcel, no es que haya estado en la cárcel pero ya me entendéis. La cocinera es regordeta, cara redonda, ojos pequeños, lleva puesta gafas, se nota a leguas que las odia, diría que está entre los 40 años o menos. Me acerco y hago la cola, los que están delante de mí miran con asco su comida, si es que se puede llamar así.

-hola- me saluda cortante.

-hola- le contesto con una sonrisa- me gusta tus gafas, donde las compraste?- le pregunto al tiempo que pone en su cucharón ese mejunje blanco.

Adicta a tiWhere stories live. Discover now