Mi cuerpo se levantó del suelo y por primera vez en varios días, la inseguridad se adueñó de mi interior.
Eddy, quien se situó a mi lado, me miraba con cierta confusión en el rostro.
-¿Qué demonios has hecho?- le pregunté, observando cómo nos encontrábamos en el mismo lugar, a unos metros de la capilla, pero sin nadie a nuestro alrededor.
Empecé a sentir el tan familiar ardor en mis manos y él pareció percatarse de ello. Dió un paso en mi dirección pero yo di dos para alejarme de él.
-¿Qué demonios has hecho, Eddy?- volví a preguntar, con agitación en mi voz.
-Devolverte a la debilidad. Eso es lo que a intentando a hacer.
Noté la tensión en el cuerpo de Eddy y la alerta en su mirada. Yo no me inmuté ante la voz a mis espaldas, ya que sabía perfectamente quién era su dueño.
Aradia posó sus manos sobre mis hombros. Apreté la mandíbula ante el frío que recorrió mi cuerpo. Siempre que pensaba ya haberme acostumbrado a esa sensación, volvía a sorprenderme como la primera vez. Los ojos de Eddy, los cuales nunca vi tan desorbitados, observaban fijamente a la esbelta mujer que dejó su posición a mis espaldas para situarse a mi lado. Se llevó mi atención por lo hermosa que lucía.
Sus cuernos no estaban, y en su lugar tenía una larga cadena dorada enredándose en su negro y sedoso cabello. Su vestimenta era un vestido blanco con unas largas mangas. Su mano se posó sobre mi barbilla y me acarició con suavidad, con una tierna sonrisa.
Por alguna extraña razón sólo pude corresponder a su sonrisa, sintiendo una confianza que no sentí en ninguno de los encuentros que había tenido con ella. Entonces desvió su mirada hacia Eddy, quien automáticamente cambió su mirada desencajada a una desafiante.
-Yo soy Aradia- se presentó, sin acercarse a él y sin borrar la amplia sonrisa de su rostro- Pero no hace falta que tú te presentes. Ya que se te conoce bastante bien...- murmuró por lo bajo.
¿Se le conoce? ¿Dónde? ¿Qué demonios estaba ocurriendo?
-Aradia- habló por fin Eddy- Hija de Lucifer y bruja de brujas.
Aradia levantó un dedo para detener sus palabras. Sonrió, divertida.
-Hijastra, de Lucifer- corrigió- Me sorprende la de tonterías que el ser humano puede escribir, para que más tarde otros sigan esos escritos como si de la verdad absoluta se tratara.
Caminó hasta estar a unos metros de Eddy.
-Eres Eddy Douglas- confirmó ladeando la cabeza y borrando lentamente su sonrisa- Un bastardo. Sin conocimiento alguno de tus padres biológicos... aunque percibo el deseo que tienes por hallar dicha información- ronroneó, mirándome de reojo.
-¿Porqué tu interés en ella?- preguntó Eddy, ignorando toda tentación que Aradia dejaba salir por su boca- Es una simple humana qu-
La risa de Aradia le interrumpió.
-Ella...- suspiró, mirándome de reojo- Ella no posee nada de simple, querido Eddy.- mi mirada se enlazó con la de ella, quien cambió su relajada expresión a una amenazante, tornándola en dirección de Eddy- Todos sabemos de tu inteligencia, muchacho. Y te sugiero el prestar atención al siguiente consejo- caminó hasta estar a unos centímetros de él. Me sorprendió la firmeza de éste- Kimberly está destinada a algo bastante grande. Algo en lo que no te conviene ser la piedra. Ya que la piedra puede ser pateada por entrometerse en el camino.
Mi confusión creció más y decidí entrometerme en la conversación.
-¿De qué estás hablando? Nunca me dijiste nada de-
-Entiendo que cuando nombras a los demás, te refieres a todas las demás entidades- me interrumpió Eddy- ¿Puedo saber qué es lo que posee que es tan valioso para todos vosotros?
Tragué saliva, esperando la respuesta de Aradia.
-Nosotros no somos los seres que te están persiguiendo- se dirigió a mi, con mirada seria- Por eso ella me envió a ti. Necesitas de mi protección en este momento.
-¿Ella?- susurré, dando un paso hacia delante- ¿Quién es ella?
Ignoró mi pregunta para caminar hacia mi.
-Sabemos de tu preocupación por ella- dijo sin apartar su mirada de mi rostro- Pero créeme, no tenemos intenciones oscuras. Ella es un arma letal en este momento, y ellos están intentando arrastrarla hacia un pozo sin salida... Un pozo en el que podrán extinguirte- acabó susurrando, pasando delicadamente su dedo índice por mi mejilla derecha.
Mis ojos escocieron por las lágrimas que no pude evitar dejar aparecer.
-¿Cómo se que puedo fiarme de tus palabras?- preguntó Eddy, dando unos pasos hacia adelante.- ¿Cómo se que estás diciendo la verdad?
Aradia entonces sonrió y giró lentamente, para dirigirse a él.
-Te daré dos razones- susurró, caminando con elegancia hacia él- La primera es que yo nunca pierdo el tiempo hablando con alguien si no es con una intención. Y no malgastaría mi voz en dejar salir mentiras. Es más, tu cabeza no estaría unida a tu cuerpo debido a la osadía que tuviste al darle ese líquido dañino.- sonrió ante la tensión de Eddy- Y segundo, e permitido que seas testigo de mi presencia para un objetivo.
Yo simplemente me mantenía en silencio. De pie. Estática. No comprendía nada de lo que estaba sucediendo.
-Me dieron un objetivo a mí también. Y es el de protegerla en el reino espiritual- explicó, indicándome con la cabeza que me acercara a ella- Y ésta noche me han enviado para darte el objetivo de protegerla en el reino de la realidad, muchacho.
Detuve mis pasos para mirarla con el ceño fruncido.
-No necesito que él me proteja. Además, ¿no me dijiste que tu te encargarías de eso?- siseé sin querer cruzar miradas con Eddy.
Aradia dejó salir una breve risa.
-Si pudiera protegerte del ser humano, no me molestaría en seguir caminando en ésta realidad- dijo señalando a la soledad de alrededor. Devolvió su atención a Eddy- Y por tu mirada, sé que e acertado en no arrancar tu cabeza del cuerpo...- sonrió.
Y al cabo de decir aquello, su mano derecha empezó a emitir una extraña luz blanca con unas sombras negras bailando alrededor de ésta.
-Eddy, ni se te ocurra.- siseé.- No necesito que te metas en esto.
Me adelante en comentar la duda que más cruzaba mi mente en ese momento.
-¿Porqué va a necesitar protegerme del ser humano?- pregunté, intentando desviar su atención de la de Eddy- No tengo enemigos humanos, solamente esas sombras negras que corren detrás de mí.
Entonces Aradia me observó de reojo con una mirada la cual no supe descifrar.
-Los tendrás.
Y tras decir aquello, impactó con fuerza su mano contra el pecho de Eddy.
-¡NO!- grité, corriendo hacia él.
Pero de repente el suelo a nuestro alrededor tembló y yo caí de rodillas. Y lo último que llegué a ver fue un asentimiento de Aradia en mi dirección.
⛥
Mi primer instinto al levantarme fue el de apoyar mis manos en el suelo y vomitar.
Sentía el sabor del líquido en mis papilas gustativas y eso me provocaba más nauseas. Alexander se agachó a mi lado para sostenerme cuando cesé de vomitar. Me apartó el pelo de la cara y yo me senté, respirando agitadamente.
Agradecía el ya no sentir el dolor que provocó el desmayarme.
-¿Eddy? ¡Eddy!
Me levanté rápidamente ante el grito de Tracy. Eddy seguía inconsciente en el suelo, a unos metros de mí.
Sentí un bruto empujón y alcé las cejas cuando Priscila se arrodilló a su lado, poniendo su cabeza en su regazo. Richard le daba ligeras cachetadas en las mejillas y Alexander se arrodilló junto a él con una botella de agua.
Conté tres intentos para abrir la botella.
Le arrebaté la botella de la mano y la abrí para arrojar todo el contenido sobre el rostro de Eddy. Devolví la neutralidad a mi rostro cuando éste abrió los ojos, con un suspiro ahogado. Tracy apartó a Priscila para incorporarlo, quien apartó a todos con débiles empujones para ponerse de pie.
Todos se rieron de alivio ante el pequeño susto causado, pero yo únicamente podía mantener mi mirada seria sobre él.
-¿Porqué has tardado en despertar?- pregunté, desconfiada.
¿Acaso él se había quedado más tiempo? ¿Habría hablado algo más con Aradia?
Sus oscuros ojos me observaron durante varios segundos. Segundos donde todos los demás guardaron silencio. Los segundos pasaron, pero él no respondió.
-Vosotros no habéis tomado nada, ¿no?- pregunté con una sonrisa de incredulidad- Me has conducido a una trampa- me dirigí hacia Alexander, quien desvió la mirada hacia el suelo.
Apreté la mandíbula, asintiendo.
-Todos dudasteis de mí. Y para descubrir la verdad, me habéis tenido que acorralar- siseé con rabia.
Tracy intentó coger mi brazo pero me zafé con brusquedad.
-Que vuestro querido Amo os cuente todo, yo me largo.
Me quité la capa y la arrojé a los pies de Eddy, quien apretó la mandíbula.
-Que te den, Eddy Douglas. A ti y todos los presentes.
Y tras decir aquello me alejé, sin que nadie se atreviera a venir detrás de mi.