De Plebeya a Reina

Por FabiolaGp

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Soy la antítesis del protocolo. El ejemplo perfecto de la incorrección. La asombrosa falta de compromiso. Y... Más

ADRIANA
COPENHAGUE
REENCUENTRO
¿CORNUDA?
EL PLAN
EL ACUERDO
LA PALABRA MALDITA
CELESTE ME MATA
SUBNORMAL CON PATAS
INCREIBLEMENTE HERMOSA
EL MIERDIBESO
HABITACIÓN REAL
MARAVILLOSAS VISTAS
APARICIÓN INESPERADA
CONFESIONES
TENSIÓN SEXUAL
AQUÍ MANDO YO
RUEDA DE PRENSA
REBELDIA
DAVID
REVELACIONES
PASTEL DE MANZANA
VIVIENDO EL MOMENTO
ESTUDIANDO A ELOISE
CONFIDENCIAS
ROMPIENDO ESQUEMAS
EL CAMBIO
CONSCIENTE
PILLADA
CELOS
AHÍ TE QUEDAS PATÁN
PROMESA
LLEGADA
TIERRA TRÁGAME
GANANDO PUNTOS
PRELUDIO A LA ODISEA
SOSPECHAS
NO PUEDE SER CIERTO
CRUELDAD
SIN PRUEBAS
LA INDIA
PENITENCIA
CONFESIONES INESPERADAS
LA MADRE QUE PARIÓ A ESTORBOMAN
INTRIGAS Y ESPECULACIONES
ROJO
ESPECIAL Y DIFERENTE
NO TE DEJARÉ CAER
DESCUBRIENDO VERDADES
INQUIETUD
ACOPIO DE CONFESIONES
GEN ANOMALO
LEGADO DE NACIMIENTO
TOMAR PRESTADO
LA CARTA
LA PRIMERA JUGADA
ENFRENTAMIENTOS
LA JUGADA FINAL
ULTIMATÚM
REVELACIÓN
LA ÚLTIMA NOCHE
LASTRE
PALABRA DE REINA
ANABELLE 2.0
LAS MALDIVAS
MI MAYOR MIEDO
RENDICIÓN
REINA DEL MEJILLÓN
DESTINO
FINAL
EPILOGO
EPÍLOGO 2.0

DESPEDIDA CON SORPRESA

17.6K 3.3K 291
Por FabiolaGp

Atención flores!!!!! Porque se acercan capítulos dobles yuhuuuuuu por fin podré hacer algo de maratón en esta historia!!!
Y pasaos por Instagram que estamos de encuesta con un spoiler, a ver quienes de vosotras aciertan hahahaha


Durante los siguientes días me sentí la peor hija del universo por fingir que había sufrido un aborto y sentir la compasión de mis padres. Si decía la verdad, si les contaba lo que realmente estaba pasando, iba a preocuparles aún más que el hecho de creer que solo estaba pasando por un proceso natural.

Casi todas las mujeres experimentan uno o varios abortos a lo largo de su vida fértil, decía mi madre. Quizá lo había para calmarme o porque realmente era cierto, pero entre ella diciendo aquello y mi padre alegando que era muy joven aún los dos parecían creer que eran motivos suficientes para aliviar mi pena o al menos que esta fuera más llevadera.

Al tercer día estaba que me iba a subir por las paredes de mi propia habitación así que decidimos hacer parte de la programación ideada para la visita de mis padres y fuimos a visitar una fábrica de chocolate.

Los probé todos, absolutamente todos y no me veía saciada a pesar de que me habría comido al menos medio kilo entre pitos y flautas.

—Este es con fresas —dijo Alexandre ofreciéndome un trozo.

—Tengo la sensación —contesté cogiendo el trozo y dandole un gran bocado—. De que me estás cebando, ¿Voy a ser la cena de navidad? —pregunté restándole con la mirada y vi como reprimía una carcajada.

—Querida —proclamó pero entonces miró a su alrededor y se acercó hasta mi —Me has pillado —susurró y casi me atraganto con el chocolate por la risa.

Reconozco que el resto de días fue divertido. Visitamos las galerías principales, fábricas de cerveza, chocolaterías más antiguas de la ciudad, la catedral de San Miguel y Gúdula donde se habían casado todos los reyes de Bélgica —menos Alexandre, cabe destacar el porqué—, el palacio de congresos, el parque militar,  museos, plaza del mercado e incluso hicimos una ruta por la montaña de lo más divertida... y todo ello me llevó a pensar en lo increíble que era aquel país.

No es que estuviera pensando en quedarme. Por supuesto que no. Obvio que no... pero Bélgica era encantadora.

Y a pesar de que yo había vaticinado la visita de mis padres como un desastre —cosa que así fue la primera noche—, lo cierto es que fue bastante bien a pesar de los acontecimientos previos.

Amanda no volvió a abrir la boca en ninguna de las cenas que estuvimos presentes, es más, se mantuvo en un sepulcral silencio del que ni siquiera irrumpía con Nathaniel o David que era a quienes tenía a su lado. ¿Tal vez Alexandre había hablado con ella?, ¿Sería porque se había salido con la suya al creer que se había deshecho del heredero? O ¿Quizá temía que volviera a echarla del comedor? Fuera cual fuera la respuesta, agradecía su silencio.

O quizá no tanto porque no tenía la excusa de echarla y evitar su presencia.

Lo reconozco; me caía mal. Peor que mal para ser exactos.

—Llamadme cuando estéis en casa —dije tras despedirme de mis padres justo antes de que el coche privado les llevara hasta el avión privado en el que regresarían a España.

—Que zi, tate tranquila que no nos vamo a perdé «Que si, estate tranquila que no nos vamos a perder»

Evidentemente no era la primera vez que viajaban solos, habían cogido ese mismo tipo de aviones y vuelos en numerosas ocasiones para visitar a Celeste, pero era la primera vez que lo hacían para verme a mi y aquello era nuevo en mi caso.

—Tú solo llámame cuando estés en casa —insistí y mamá se acercó para abrazarme.

—Y tu abre bien loh ojoh, la muchacha eza no me guhta, no sabe disimulá la envidia Adriana y eso nunca trae na bueno «Y tu abre bien los ojos, la muchacha esa no me gusta, no sabe disimular la envidia Adriana y eso nunca trae nada bueno»

Por muchacha entendí que se refería a Amanda, estaba claro ya que con Eloise mantenía conversaciones algo animadas, la verdad que era una suerte que la mayoría comprendiera vagamente el castellano o Alexandre y yo les hacíamos de traductor momentáneo.

—Lo haré mamá. No te preocupes —dije solo para que estuviera tranquila, al fin y al cabo en algún momento tendría que decirles que todo había finalizado y ahí les contaría la verdad de todo aquello y la razón por la que ahora no podía hacerlo.

No es que no confiara en ellos, muy a pesar de que a mi madre le costara un infierno guardar secretos con las vecinas cotillas del pueblo, sino porque la inquietud les haría preocuparles y estando a distancia no lo consideraba recomendable.

—No me preocupo, Alesandre tiene er serebro en su sitio y no e tonto. No hay ma que vé como te mira pa sabé que ta enamorao «No me preocupo, Alexandre tiene el cerebro en su sitio y no es tonto. No hay más que ver como te mira para saber que está enamorado»

Quise reírme de aquello, ¿Cómo me mira?, Enamorado?

Si ella supiera la verdad...

Probablemente lo que mi madre había visto en esa mirada era lujuria y deseo, pero ¿amor? Estaba claro que no, yo no era candidata a optar amor por Alexandre y eso lo tenía más que asimilado.

Tampoco es que creyera en el amor, nunca lo había hecho, ¿Por qué iba a cambiar eso? Alexandre podría ser un rey, podría estar increíblemente bueno, ser absolutamente perfecto, la mismísima creación de los Dioses personificada, un deleite sexual y... seguía sin creer en el amor, porque al fin y al cabo solo era un sentimiento absurdo e insustancial.

Lo que sentía por Alexandre solo era una burbuja de emociones creada por el hecho de tener que convivir juntos y sumada a la atracción que existía entre nosotros.

Nada más.

Que no me hubiera cansado de él, que aún no deseara apartarme de su lado o se hubiera metido en mis pensamientos, solo era debido a su majestuosa virtud de ser un caballero tanto fuera como dentro de la cama. Es cierto que con ningún otro hombre había experimentado aquel nivel sexual tan extremo, pero dudaba que fuera el único en el mundo que lograse hacerlo.

O al menos eso era lo que me decía constantemente para apagar la vocecita de mi cerebro, esa que insistía en querer recordarme que lo que Alexandre despertaba en mi, no lo había logrado ningún otro.

Pero no era amor. Por supuesto que no era amor bajo ningún concepto.

Vi como mis padres se marchaban e incluso agitaban el brazo por la ventanilla a lo lejos, sentí entonces que Alexandre me había rodeado la cintura para acercarme a él y fui consciente del calor que emanaba su cuerpo. Tal vez creía que era necesario hacerlo ahora que volvía a quedarme sola de nuevo, pero en pocos meses volvería a verlos de nuevo.

Pero si que estaba emocionalmente un poco triste por su marcha, a pesar de que en un principio me había parecido una idea apocalíptica y espantosa. Lo cierto es que me había divertido junto a ellos y Alexandre no parecía aterrado para mi estupefacción.

—Me caen bien tus padres —mencionó sonriente.

—Son buena gente —contesté evitando reírme—, una pena que se nos hayan acabado las mini vacaciones —admití sabiendo que ahora tocaría volver a la rutina.

Ni siquiera había querido mirar la agenda que Helia me había preparado para no estresarme. Y ahora que lo pensaba, llevaba días sin verla por palacio, ¿Dónde estaba? Normalmente siempre pululaba por allí, pero desde que llegaron mis padres había desaparecido. ¿Quizá Alexandre le mencionó algo y decidió darnos espacio? Si era así lo agradecía, aunque desde la ultima conversación que mantuve con ella amenazándola con despedirla su comportamiento había sido mucho menos errático.

Tampoco es que fuéramos a ser amigas, pero al menos era bastante más tolerable.

Sigo creyendo que está enamorada secretamente de Alexandre o me considera muy inferior a la posición que ostento a pesar de saber que será por poco tiempo. ¿Podría haber sido ella quien...

Imposible, era quien menos se beneficiaba de todos los sospechosos para deshacerse del supuesto heredero al trono.

—Si, una lástima. Dime una cosa, ¿Has visitado alguna vez la India? —preguntó sorprendiéndome aquella clase de demanda.

—Nunca he ido más allá de Europa, pero estaba en mis planes de viaje para este verano ir de visita —dije sin añadir que pensaba hacer el viaje en plan mochilera.

Tampoco hacía falta admitir que el dinero no me daba para más y que me negaba a pedir prestado a mis padres o hermana para mi beneplácito.

—¿Qué países pensabas visitar este verano? —exclamó ahora curioso.

—Todos los que me diera tiempo a ver en dos meses —reí—. Comenzaría por Grecia y Egipto, para proseguir con la India, Tailandia, Filipinas e Indonesia y acabar en Australia.

La verdad que era un viaje ambicioso, tanto para el bolsillo como para conocer tantos países en tan poco tiempo, por eso no lo tenía programado y pulido del todo, aunque también estaba el hecho de que en cuanto se acabara el dinero regresaría a casa de nuevo.

—¿Y pensabas dejar las islas Seychelles atrás?, ¿Las Maldivas?, ¿Nueva Zelanda o nueva Guinea?

—Algo tenía que dejar atrás para no regresar mendigando, aunque pensándolo bien creo que a las Maldivas me iré en cuanto todo esto acabe, me merezco unas buenas vacaciones después de tanta intriga y estrés palaciego —admití en broma a pesar de que no era para nada una broma.

Iba a necesitar una buena dosis de isla paradisiaca para olvidar aquello.

Alexandre se echó a reír y le miré atónita. Aún teníamos un culpable por descubrir, pero me agradaba que hubiera dejado de sentirse culpable respecto a ello.

—Entonces tal vez puedas añadir alguno de los que faltaban al tachar de la lista la India, porque nos vamos mañana —aclaró tratando de no sonreír.

Me aparté bruscamente de él pensando que era una broma.

—Repite eso —dije seriamente porque no sabía si me estaba tomando no o el pelo.

—Es una visita oficial con fines de crear vínculos entre ambos países y como reina consorte es tu deber acompañarme querida —dijo en una mueca—, espero que no te resulte muy desagradable hacer algunas visitas culturales, la comida muy especiada y tener algunas reuniones con el jefe de estado y su esposa que nos darán la bienvenida.

En cualquier otras circunstancia me habría puesto a bailar o gritar, pero en aquel momento salté sobre Alexandre que afortunadamente me cogió al vuelo a pesar de la sorpresa y me incliné sobre él, colocando mi cabeza más alta que la suya pero viendo perfectamente como sus ojos verdes brillaban bajo los míos.

—¿Está tratando de sobornarme para que me quede, majestad? —exclamé con sorna.

—Es posible, ¿Lo estoy consiguiendo? —contestó en el mismo tono.

—Aún no —dije acercándome peligrosamente a sus labios—, pero está ganando puntos para que lo reconsidere —admití antes de besarle y notar como respondía candentemente a mis labios.

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