LASTRE

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No dejaba de pensar en esa palabra como si necesitara repetirme la constantemente o mis sentimientos más profundos saldrían a flote para chafarme los planes

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No dejaba de pensar en esa palabra como si necesitara repetirme la constantemente o mis sentimientos más profundos saldrían a flote para chafarme los planes.

La hora había llegado, Alexandre me esperaba para caminar junto a él y comenzar a recibir a los invitados. Habría un gran coctel de bienvenida en los jardines y después se dispondría una cena de gala para todos los comensales seguido de la fiesta con musica hasta altas horas de la noche.

En cuanto me abrieron la puerta, la figura de Alexandre alzó la vista para verme salir, me esperaba con su traje de gala, ese en el que había colgado tantas medallitas como rangos ostentaba y que le hacía ser oficialmente el hombre más guapo sobre la faz de la tierra.

Le había visto otras veces vestido así, sin embargo aquella noche mi corazón se aceleraba mucho más que esas otras veces, ¿Tal vez porque era consciente de que sería nuestra ultima noche? La última para besarnos, para abrazarnos, para volver a ser suya y tener ese recuerdo bien albergado.

—Bélgica tiene una reina digna de su belleza, sin duda estás espléndida —mencionó acercándose para rozar mis labios en un beso que apenas duró un segundo y posteriormente me ofreció su brazo.

Yo quería haberle besado con ganas, con fuerza, como si mi vida dependiera de ello y no comprendía porque seguía sintiendo aquello después de tanto tiempo.

Los invitados comenzaron a llegar continuamente y tanto Alexandre como yo les saludábamos cordialmente hasta que Amanda hizo su aparición. Si, la pechugoncia de turno asistiría con su vestido de Versace al evento.

Para mi desgracia y tenía que admitir también para la del resto, esa había sido su condición para no publicar en la prensa todo cuanto sabía sobre la casa real belga y para mi asombro, me parecía bastante contenida su condición tratándose de ella. ¿Estaba dispuesta a renunciar una cifra millonaria y ser el centro de atención solo por venir a una fiesta? No sabía porqué, pero intuía que Amanda escondía algo más en su intención de acudir a dicho evento.

¿Quizá aún creía que tendría una posibilidad con Alexandre ahora que este sabía que realmente no hubo nada con su hermano?, ¿Tal vez era consciente de que yo me marcharía esa misma noche? Su compromiso con Nathaniel llegaría a su fin tras la fiesta, así estaba programado y a pesar de que él y Eloise mantenían una relación desde que ambos se habían confesado sus verdaderos sentimientos hacía tres semanas, era un secreto que solo Alexandre y yo conocíamos, ni siquiera David era consciente aún de ello.

Como era de esperar, el dorado la hacía destacar entre los demás y su sonrisa frívola la acompañaba en todo momento. ¿A que había venido?, ¿Qué razón la llevaba estar allí? Era evidente que había perdido, no tendría a Alexandre ni tampoco a Nathaniel, eso sin contar con que este ultimo jamás había tenido una posibilidad para ser rey y en caso de serlo nunca la habría elegido a ella por encima de Eloise, eso después de todo me daba paz.

Y luego estaba la cuestión de Alexandre...

¿Podría él considerar algo con Amanda después de todo? Por más que me dijera que no y recordara las propias palabras de él, no dejaba de pensar que la sonrisa de superioridad que ella irradiaba era para decirme que pensaba meterse de nuevo en su cama.

¿Y por que no reconocerlo? Aquello me fastidiaba.

No. La palabra exacta no es fastidiar, definitivamente me enfermaba, me hacía sentir una sensación de aceleración muy adentro que me hacía querer gritar que Alexandre no le pertenecería jamás.

¿Sentiría lo mismo si fuera otra mujer la que quisiera estar con él? Era muy consciente de que algún día reharía su vida, se casaría, tendría hijos... era algo que había pensado más de una vez y que ahora sentía que a una parte de mi le dolía.

Probablemente ese sentimiento se difuminara con el paso de los días cuando estuviera lejos de allí y saliera de aquella burbuja regresando al mundo real. Estaba convencida de ello o necesitaba estarlo porque mi decisión no había cambiado, no podía quedarme allí para enfrentarme a una realidad que no me gustaría descubrir.

—Siempre te ha sentado muy bien el traje de gala, cariño —mencionó observando a Alexandre con descaro—, esta noche luces aún mejor... evidencia de que te quitarás un gran peso de encima —puntualizó dirigiendo su vista hacia mi de soslayo y guiñando un ojo para hacerme entender que sabía perfectamente que me marchaba.

¿Cómo era posible?, ¿Quizá Helia hubiera escuchado algo?, ¿Algún sirviente se lo podría haber dicho?, ¿Tal vez el propio Alexandre? ¡Si ni siquiera él me había vuelto a preguntar!

Era imposible. Técnicamente imposible que lo supiera.

Era Amanda, se suponía que debía ignorar sus palabras, ella había perdido la batalla incluso antes de ganarla, así que no deberían hostigarme sus comentarios, el problema es que lo hacían y no solo un poco, sino en sobremanera... una clara señal de lo que realmente me afectaba.

—Desde luego —soltó y casi se me cayó la boca al suelo.

¿Yo era un gran peso?, ¡Si me había pedido que me quedara hace tres semanas!, ¿Ya había cambiado de opinión?

¿Yo era un gran peso?, ¡Si me había pedido que me quedara hace tres semanas!, ¿Ya había cambiado de opinión?

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De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora