Amateur ꩜ abo! larry

By tomlinhot

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Harry es un omega con un cachorro en casa y un trabajo que lo explota sexualmente. Louis quiere ser su único... More

Amateur
Guía
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39

Capítulo 27

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By tomlinhot

Cuando Harry recibió la llamada de Louis, él estaba viendo a Kenai entrar al jardín junto a uno de sus compañeros de aula.

Entonces, ese alfa astuto terminó convenciéndole de pasar por él, aún cuando Harry insistió en que debía hacer algo más en unas horas.

"Yo te llevo" dijo el alfa para convencerlo. Y Harry, naturalmente, cedió ante él.

Ahora está de pie, apartado de la multitud de personas que están dejando a sus cachorros en el jardín. Tiene sus manos ocultas en su abrigo para protegerlas del frío mañanero que está demasiado fuerte este día en particular.

Louis le ha dicho que no tardaba más de diez minutos en llegar, y apenas ha pasado la mitad del tiempo.

Harry tiene su pie derecho golpeando insistentemente en el pavimento. A él no le gusta esperar, mucho menos cuando tiene personas a su alrededor notando su presencia y pasando junto a él en cada momento.

Cuando su teléfono móvil resuena entre sus bolsillos, él lo lleva de inmediato a su oreja.

—Ya estoy aquí. —Es lo único que Louis dice antes de que Harry cuelgue.

Alza la mirada para buscar entre los autos que transitan, algunos deteniéndose un par de segundos para que los cachorros bajen. Entonces, entre dos autos blancos, Harry divisa el de Louis al que ya está acostumbrado.

Vuelve sus labios una línea delgada, contrayéndolos entre sus dientes, y evita que una sonrisa se deslice en su rostro mientras avanza hasta donde el alfa le espera.

Toma la manilla de la puerta cuando está frente a ella, y tira de ella para abrirla de par en par.

Apenas entra, sus fosas nasales se encuentran de momento con el aroma del alfa, suave, tranquilo, apenas danzando en el aire y acariciando hasta su último vello erizado. Y luego, está la esencia de Nimbe.

Ella tiene ese aroma a coco que queda tan bien con su pequeña personalidad. Y Harry se da cuenta de la salpicadura de vainilla que, al final, no sabe si viene de ella o de Louis.

—Hola. —Le saluda en un murmullo, abrumado por la sensación que el aroma que comienza a hacerse familiar le provoca.

Louis le sonríe cuando Harry se atreve a mirarlo, y el muchacho ni siquiera intenta batallar más. Deja que una sonrisa pequeña se pliegue en sus labios y cubra su rostro perlado, luciendo más bonito incluso de esa manera, él lo sabe.

—Buen día —responde Louis.

Harry siente su piel entibiarse. Aparta la mirada antes de que Louis le preste demasiada atención a su reacción, y gira su cabeza para saludar a la cachorra que aún no emite sonido alguno.

Al voltear a verla, se encuentra con su pequeño cuerpo acurrucado en una manta, acostada sobre los asientos. Tiene una respiración tranquila y sus labios entreabiertos, hay un dedo junto a estos y está empapado de saliva. Harry supone que es alguna maña de ella.

—Está dormida —susurra, regresando a su posición inicial.

Harry ni siquiera ha notado cuando Louis se puso en marcha, pero le ve asentir sin apartar la mirada del camino.

—Hoy nos despertamos demasiado temprano —dice el alfa. Gira su rostro un segundo para ver a Harry, y encuentra en él una pregunta que no llega a pronunciarse—. Tenía una reunión con el especialista, pero se le presentó una emergencia y programamos la cita.

El omega alza las cejas y asiente un par de veces.

—¿Aún no tienen respuestas de la situación de Nimbe? —inquiere con cuidado.

A estas alturas del partido, Harry aún se siente cohibido de preguntar cosas. Él sabe que todo sería más fácil si Louis pusiera sus límites, pero para eso él deduce que tiene que preguntar por ello, y es algo de lo que no tiene ni mínima intención.

—Precisamente para eso nos reuniremos —responde con un asentimiento—. Va a evaluar todos los exámenes recientes y todo eso —hace un ademán pequeño—. De todos modos, ¿a dónde te tengo que llevar?

Harry siente como comienza a encogerse en su asiento, volviéndose cada vez más pequeño.

Cuando responde, tiene su mirada en sus manos y la voz más baja.

—Al Centro de Investigación.

Louis tararea girando levemente el volante.

—¿Qué harás allá? —pregunta. Harry sabe que en la voz de Louis hay más filtro del que debería, intentando no parecer demasiado curioso al respecto.

Para Harry es más difícil de lo que quiere aceptar.

—Tengo una reunión —Le dice. Al alzar la mirada, encuentra en el rostro de Louis la pregunta que está en la punta de su lengua—, con unos abogados.

El omega se remueve en el asiento un instante antes de que Louis frene el auto levemente. Harry, sin tener su cinturón de seguridad abrochado, se mueve hacia adelante por el freno repentino.

Al ver por la ventana, se da cuenta que ha quedado a escasos centímetros del auto que está frente a ellos. Harry supone que Louis no se había dado cuenta de él.

—¿Abogados de quién? —inquiere.

La curiosidad en su voz no se disfraza, Harry la nota enseguida.

El muchacho de ojos verdes humedece sus labios y lleva su mirada impaciente hacia la ventana, incapaz de ver los ojos zarcos del alfa esperando por una respuesta.

—Del caso... —murmura, arrastrando sus palabras. Laza apenas una pequeña mirada a Louis, y solo le basta un segundo para regresar sus orbes hacia la calle—. Uhm... Ya sabes.

—No, no sé —dice Louis con su voz rozando en lo ronco por el tono de voz tan bajo que está utilizando.

Harry pasa saliva a través de su garganta apretada. Resulta doloroso hacerlo cuando tiene la cavidad tan estrecha y el estómago revuelto.

Termina por humedecer sus labios en un intento de hacer tiempo para buscar las palabras adecuadas.

—Son para, para mí —Harry dice al cabo de unos segundos de silencio.

Louis vuelve a poner el auto en marcha cuando los de adelante avanzan también, la luz del semáforo cambiando al verde vibrante.

El silencio se mantiene entre ambos como una clase de tortura para el omega cuyo corazón se encuentra tan acelerado que no le da oportunidad de respirar correctamente.

Las manos de Harry comienzan a humedecerse con lentitud, provocando un cosquilleo molesto en la piel del jovencito.

—¿Para qué estás necesitando abogados, Harry? —cuestiona el alfa al cabo de unos segundos.

Su voz, teñida en ese tono al que Harry no está acostumbrado, termina por provocar que cada vello en el cuerpo del muchacho se erize en cuestión de segundos.

—Ah... —comienza con un suspiro—. Es que voy a, a realizar una denuncia.

Louis vuelve a verle, esta vez con sus cejas fruncidas y una pequeña línea de expresión en medio de las cejas del hombre. Harry no es capaz de sostener su mirada, así que regresa a ver sus uñas a través de la nebulosa que se planta frente a sus orbes.

—¿A quién?

Harry toma todo el aire que sus pulmones asustados pueden retener. Revolotea su mirada desde su lugar hasta el alfa, quien desliza su atención del camino a Harry cada pocos segundos.

—A Des... —responde con cuidado—. Y Ava también.

El omega se da cuenta de la manera en la que las aletas de la nariz de Louis se expanden cuando recibe su respuesta. Toma una respiración fuerte antes de dedicarse a mirar únicamente en el camino, y Harry se siente ridículo en su asiento.

Guarda silencio junto a Louis y hace esto de remover las impurezas de sus uñas con las de la mano contraria, enfocando toda su atención en ello mientras remueve una de sus piernas de arriba a abajo con demasiada desesperación.

Harry no sabe con exactitud cuánto tiempo dura sumergido en el silencio que le abruma, pero todo se ve cortado cuando Louis habla una vez más. El omega, sin embargo, no es capaz de levantar la mirada hacia él.

—¿Conoces a esos abogados, Harry?

Su voz se convierte en la tijera que corta la tensión que crece dentro de Harry. Es entonces que el muchacho de ojos verdes se da cuenta de que Louis tiene un poder que desconoce.

—No...

Sus palabras se convierten en un susurro ahogado con el que Louis asiente. Harry solo levanta su mirada cuando siente el auto dar una vuelta en U sobre el pavimento.

Él se da cuenta de lo que Louis hace, y solo puede fruncir el ceño hacia él.

—¿Por qué cambias de dirección? —inquiere.

Louis ni siquiera le ve, y a Harry le molesta más de lo que quiere admitir a él mismo.

—Porque ya no iremos a tu reunión.

Harry entreabre sus labios, indignado. Sus cejas se unen inevitablemente.

—¿Por qué no? —cuestiona—. Da la vuelta, tengo una cita.

—Cancela.

Él niega con la cabeza en un mero acto reflejo de la incongruencia que encuentra en las palabras del hombre. Rueda los ojos en su cuenca y suspira dejando caer su espalda sobre el asiento.

—¿Qué te sucede? —dice con ese tono meloso y acusador.

Louis alza una ceja hacia él por menos de un segundo, viéndole con la desaprobación palpando sus ojos azules. Luce apagado.

—¿Qué te sucede a ti? —Louis cuestiona con la voz siendo un susurro. Él ni siquiera luce enojado—. ¿Vas a realizar una denuncia y ni siquiera conoces a las personas que te representarán? ¿Siquiera tienes idea de la reputación y trabajo de esas personas?

Harry humedece sus labios antes de responder. Sus manos reposan en su regazo, unidas, transpiración por culpa de ese hombre que solo deja salir su aroma como si él no estuviese allí.

—Oliver...

—¿Quién es Oliver? —Louis le interrumpe.

El omega suspira con pesadez.

—El Jefe del Departamento de Investigación, Louis. Es quien lleva el caso —El alfa asiente solo para que Harry continúe. Él lo hace—. Oliver los consiguió para mí.

—Son abogados públicos. —No hay una pizca de pregunta en su tono de voz.

Harry asiente un par de veces y termina por alzar su ceja.

La actitud de Louis —quien ni siquiera le mira— es algo que está molestándole de momento.

—Lo son —responde el omega con un asentimiento ligero de su cabeza.

El alfa niega con la cabeza y rueda los ojos, Harry no pierde el detalle de sus movimientos.

—Todo mal ahí —dice, sin demasiado trasfondo—. Vamos a mi departamento.

—Louis... —Harry comienza. Sin embargo, pierde el hilo de su voz en el proceso.

—No te voy a dejar caer con abogados públicos, Harry.

Harry frunce su ceño por primera vez, mirando hacia el hombre con sus labios fruncidos también. En el bosque que es su mirada, no hay más que la oscuridad sin una pizca del encanto que de vez en cuando se luce sobre la copa de los árboles.

—¿Y por qué no? —inquiere. Los tintes en su voz demostrando pura inquietud—. ¿Qué tienen de malo?

—No voy a demeritar su trabajo —dice—. Pero no me parece que esté, o estén, aptos para tu caso.

Harry se remueve en su asiento, peinando su cabello con una mano en el proceso. Su expresión termina siendo indescriptible, casi como los sentimientos que le abruman en el instante.

—¿De qué hablas? —Le cuestiona, su voz arrogante palpando el aire—. Ni siquiera sabes quién es, o de dónde viene. O si es más de uno.

Louis rueda los ojos mientras ve por el camino. Harry, sin tener intención alguna de sacar las palabras del alfa con una cuchara, se cruza de brazos sin verle.

En cualquier otra situación, piensa, él podría solo pedirle a Louis que detuviese el auto y lo dejase en ese lugar para él mismo ir a su destino. Sin embargo, hay algo dentro de él que se remueve de gusto al tener, por primera vez, a un alfa que tome las decisiones por él.

Ninguno de los dos emite palabra alguna ante la decisión de Louis, y el camino al departamento del alfa se hace tan eterno y pesado como el sueño de la cachorra. El aroma de ella, impregnado de lavanda y vainilla, se cuela por sus fosas nasales con más insistencia cada vez.

Harry llega a pensar que lo único que le mantiene apaciguado, no es más que la esencia de ambos alfas. La sensación que siente en su pecho al cerrar los ojos, es de esas que quiere experimentar por el resto de su vida.

El silencio se quiebra cuando Louis detiene el auto después de lo que a Harry le ha parecido un largo camino de silencio tortuoso.

Louis es el primero en descender del auto, deshaciéndose de su cinturón de seguridad y abriendo la puerta cuando Harry apenas parpadea para deshacerse del sueño que le ha pegado tan de repente.

El omega también abandona su asiento en el automóvil, quedando de pie junto a la puerta mientras Louis batalla ligeramente para tomar a la cachorra en sus brazos sin llegar a despertarla.

Finalmente, Louis deja el asiento trasero con la chiquilla entre sus brazos. Harry ni siquiera espera que el hombre lo pida; solo va hasta la puerta y la cierra para él.

En silencio, sin nada más que el zapateo de ambos hombres, caminan hasta el elevador y esperan lo que resulta ser menos de un minuto para abordarlo y subir la cantidad de pisos innecesarios.

Harry muerde sus labios durante todo el momento. Su pie moviéndose inquieto, necesitando golpear el suelo y generar ese ruido tan molesto, pero que resulta tan tranquilizante para él.

Sin lograrlo, el ascensor se detiene en el piso que él mismo ha marcado previamente, y ambos hombres se deslizan fuera de él.

—La llave está en el bolsillo —dice Louis mientras caminan por el corto pasillo.

El omega, sintiendo sus manos húmedas y dedos temblorosos, toma la tela que es el mono de Louis y toma del bolsillo las llaves, tal como él le ha indicado. Sin esperar ni un segundo, incrusta la única llave de puerta puerta la cerradura, y en cuestión de segundos empuja la madera para dejar el espacio libre para que el hombre entre.

Cuando Harry entra al departamento, el lugar al que se está acostumbrando lentamente, se deshace de sus zapatos mientras ve a Louis perderse en el camino hasta su habitación, aún con la niña en sus brazos —Harry cree escuchar un par de susurros de su parte, sin embargo, no indaga más en eso—. Con cuidado, va hasta la sala de estar y toma lugar en el mismo sillón donde durmió con Kenai noches atrás.

Él, sin importar cuán ansioso luce con eso, cuenta cada uno de los segundos que pasan mientras espera por Louis, a sabiendas de que el alfa solo tiene intenciones de hablar con él como no ha podido hacerlo por la presencia de su hija.

Cuando la puerta de la habitación del alfa se escucha cerrarse, Harry toma una bocanada de aire que está lejos de darle paz.

Louis se sienta junto a él unos pocos segundos después, soltando un suspiro suspiro el proceso. Está descalzo, Harry lo nota, con nada más que sus medias dónde antes habían un par de zapatos también.

—No sé qué haré contigo, Harry —murmura al cabo de un minuto de silencio.

El omega de quiere remover, acercarse más a él, sentir al menos el roce de sus prendas. Sin embargo, se mantiene sereno. Harry sabe que no es su verdadero deseo, es solo su lobo apoderándose de él.

—¿Qué quieres decir? —inquiere, sin siquiera atreverse a levantar la mirada. Sin embargo, tiene sus cejas fruncidas en mera molestia.

Se escucha un nuevo suspiro de parte del hombre, y el muchacho humedece sus labios.

—Eres muy difícil, Harry —responde en su lugar—. Me cuesta entenderte.

Harry se humedece los labios. Con sus cortas uñas, comienza a jugar con la piel muerta que está en uno de sus dedos, tirando de él hasta que el dolor comienza a esparcirse por su cuerpo.

Louis, con un suspiro de por medio, deja una de sus manos ligeramente más arriba de la rodilla del muchacho. Sin saberlo, le ha aliviado una de sus inquietudes.

—Pues no sé —dice con sencillez—. No sé qué quieres entender.

La risa corta y amarga que deja escapar Louis, no es más que una razón más para que los vellos de la piel de Harry se ericen.

Alza su mirada, atreviéndose por primera vez, y se encuentra con los ojos zarcos viéndole de esa manera que él ni siquiera puede descubrir. Las pupilas dilatadas del alfa y su sonrisa de medio lado —que resulta estar demasiado cargada de lástima, o dolor, Harry ya no sabe identificar entre ellas— es todo lo que él le permite ver.

—Cómo funcionas. Eso quiero saber —murmura—. ¿Por qué no dejas que yo te ayude, pero sí permites que alguien más lo haga?

Harry pasea su mirada por el rostro de Louis. Él tiene esa mirada sincera que al omega llega a incomodarle, demostrando verdadera inquietud y siendo el complemento perfecto de sus palabras, que suenan tan dolorosas que resulta irreal.

—No te conozco —responde, tomando las palabras que Zayn le dijo un par de días atrás—. No sé cuál es tu verdadera intención con todo esto.

Louis suelta un suspiro, luciendo tan agotado como su mirada demuestra. Cierra sus párpados por unos segundos y niega con la cabeza.

—¿Te parece que a estas alturas soy un desconocido? —inquiere el alfa. Harry se remueve en su lugar, no pudiendo soportar por más tiempo el peso que siente sobre sus hombros—. Me has dejado entrar a una parte mínima de tu vida, y tú lo has hecho en la mía. ¿Aún así soy un extraño para ti?

El trago amargo de saliva que pasa por su garganta es asfixiante. Sus paredes se contraen y el nudo le lastima más de lo que debería.

Aunque sus ojos arden, él no dejaría jamás que Louis le vea llorar por algo que, después de todo, no tiene sentido.

—Es que yo, yo no sé... —Las palabras del muchacho se desvanecen en el aire.

La mirada de Louis se encuentra iluminada, sintiéndose cálida. Aún así, Harry no cree poder soportarla más tiempo.

—¿Qué no sabes?

Niega con la cabeza, tomando la excusa para bajar su mirada y enfocarla en sus manos. Cuando las ve, se da cuenta de una pequeña herida que se ha provocado con sus uñas sin siquiera darse cuenta.

El dolor nunca llega. Harry piensa que tiene que ver con que ya se ha vuelto inmune.

—Qué es lo que quieres conmigo —dice, ni siquiera hay una pizca de pregunta en su voz—. Para qué quieres involucrarte tanto, por qué quieres seguir entrando en mi vida.

Como si se tratase de un toque de alivio, las manos de Louis toman la suya, calentando su piel que se ha estado sintiendo tan helada últimamente. Harry no puede evitar alzar su mirada hacia el alfa.

Él, con esos ojos azules tan encantadores, solo le otorga tranquilidad con sus pupilas dilatadas. Luce como un querubín, tan espectacular como la misma Biblia lo ha descrito —Harry alguna vez leyó en ella—.

—¿Por qué no te das cuenta de que realmente me gustas, Harry?

Su voz, lejos de aliviar el corazón acelerado del muchacho, solo lo alborota mucho más. Le toma más de un parpadeo para entender las palabras del hombre.

Harry niega con la cabeza tan rápido como puede.

—No digas tonterías, Louis —dice en respuesta.

El alfa alza solo una de sus comisuras, en una media sonrisa que solo tiene duda en ella. Con una de sus manos, besa la piel de Harry en un contacto que enciende las llamas de su alma.

Cuando Harry siente la palma de Louis sobre su mejilla, piensa que sería buena idea permanecer en ella durante toda su vida.

—No lo hago —murmura—. Es tan tonto como suena, pero estoy seguro de que me he enamorado de ti desde el primer momento, y es por eso que no te he podido olvidar.

Sus palabras terminan por encantar a Harry. Pese a tener a su corazón revoloteando en su pecho, él no se permite emocionarse por ello.

Lo que Zayn le estuvo repitiendo solo hace eco en su memoria, y se da cuenta de que el omega tiene más razón de la que debería.

—Eso no es posible —responde Harry, en un murmuro también.

Louis inclina la cabeza, ellos ni siquiera pueden romper el contacto de sus miradas.

—¿Por qué no lo sería?

Harry quiere encogerse de hombros y evadir su pregunta. Pero antes de hacerlo, decide que no quiere huir más.

—No puedes enamorar de un, un gigolo.

El alfa frunce el ceño y niega con la cabeza.

—Un omega —Le corrige—. Tú no eres solo un gigolo. Eres un hombre, una persona. Eres un omega.

Harry bufa, aire saliendo por la nariz.

—Un omega gigolo. Así me conociste.

Es el turno de Louis de bufar.

—Pero ya no lo eres, porque no quiero que lo seas —dice, su voz cargada de la inocencia más pura.

El muchacho, sin terminar de entenderlo, inclina la cabeza solo un poco.

—¿Por qué?

Louis alza las comisuras de sus labios, ambas esta vez. Su mano curiosa se desliza por el cabello del omega, apenas con unas cuantas ondas allí.

En el proceso, termina por acomodar cada hebra en su sitio, deslizando algunas más detrás de su oreja. Harry quiere cerrar los ojos y solo disfrutar de él.

—Harry, tú realmente no tienes idea de cómo se siente el amor, ¿verdad?

Y le duele, incluso más de lo que debería. Harry no puede evitar pensar en lo transparente que puede ser como para que Louis lograse adivinar. Eso, o es que él es demasiado obvio.

Niega con la cabeza, es un movimiento tan pequeño que Louis casi no lo nota.

—Claro que sé —responde, su tono de voz delata su indignación—. Lo descubrí cuando nació Kenai.

Es el turno de Louis de negar, su sonrisa desvaneciéndose.

Si es honesto consigo mismo, Harry ni siquiera entiende cómo es que se siente ahora.

—No, no hablo de eso —comienza. Louis acaricia la mejilla del omega con su dedo pulgar. El toque termina siendo tan delicado, como si estuviese demasiado temeroso de dañarle—. Es como, el verdadero amor. El que sientes cada vez que te despiertas junto a esa persona y está junto a ti, la ves dormir, y te das cuenta que la amas, y que te ama de vuelta.

El omega baja la mirada por un instante. Se siente apenado, no sabe la razón.

Siente como en su pecho se crea un agujero que termina por acabar con todo lo que había en su lugar. Cuando se ve al espejo, Harry se da cuenta de que está demasiado agujereado.

—No tengo tiempo para esas cosas —responde. Baja su mirada hasta el pecho del alfa e intenta ignorar la sensación que siente en su propio estómago.

Louis suspira.

—No lo tenías —Le dice. Harry se da cuenta que su voz es solo un hilo—. Yo quiero que lo tengas ahora.

—¿Para qué?

No puede evitarlo. Louis le genera más preguntas de las que debería, y él se siente incapaz de dejarlas salir todas, pensando que él mismo podría responderlas por el alfa.

—Para demostrarte cómo se siente —responde—. Para que te des cuenta de qué es lo que siento por ti, y que lo sientas tú de vuelta.

—Louis, yo no sé cómo...

—Déjame enseñarte, entonces. Déjame estar en tu vida, cuidar de ti, de Kenai, y enseñarte que existe más de un tipo de amor.

—Louis.

—Por favor, no me digas que no. Quiero hacerlo. Quiero que estés aquí, siempre. Todos los días si es posible. Quiero verte cada día y enseñarte todo lo que no conoces.

Puede que él no sea merecedor de demasiadas cosas. Quizá su piel está demasiado manchada como para merecer caricias verdaderas. Es posible que su corazón no esté preparado para algo como esto. Sin embargo, Harry está agotado de correr todo el tiempo.

Louis se acerca, apenas un poco, evaluando la expresión de Harry y cómo reacciona a su cercanía. El omega solo cierra sus párpados, una lágrima escondida en sus orbes que están más lastimados de lo que parece, y deja que el alfa una sus labios en un beso tan inocente como el mismo muchacho.

La humedad en la lengua de cada uno se une a la ajena. Sus labios, humedecidos por culpa del otro, dejan besos y marcas que nunca más se borrarán.

Harry desliza su mano hasta la nuca del hombre y lo acerca a él, queriendo más, porque probablemente nunca sea suficiente de él. Louis lo hace caer sobre su espalda en el sofá, subiendo sobre él, besando sus mejillas y tocando sin darse cuenta la lágrima que finalmente se ha dejado caer en la piel quebrantada del muchacho.

—Quiero hacerme cargo de ti —Le murmura tan bajo que se siente infinitamente íntimo—. Quiero estar en tu vida y quiero un montón de cosas más, pero sobre todo, quiero que tú quieras eso también.

Hay algo especial en la manera en la que Harry toma los labios de Louis con su dedo pulgar. El alfa cierra sus párpados y deja besos en él y un par de suspiros escapan de su garganta.

—Alfa...

No tiene voz, él lo sabe. No hay palabras, lo ha tenido claro desde el principio.

—¿Te gustaría ser algo más para mí, Harry?

En lugar de responder, el muchacho le besa una vez más. Une sus labios que guardan una respuesta tan obvia, y a él le gustaría creer que Louis la ha entendido bien.

Las manos del hombre se deslizan debajo de su camisa, tocando su piel, provocándole el más delicioso de los escalofríos. Louis besa sus mejillas, sus pómulos y su mandíbula antes de volver a sus labios, el lugar al que quiere pertenecer.

No hay ni una pizca de maldad en cada uno de sus toques. Harry, por primera vez en su vida, siente el tacto ajeno como si estuviesen cuidándole.

Le gusta, se da cuenta. Le gusta la manera en la que Louis le toca y le hace sentir. Pero, al final, también se da cuenta de que le gusta él.

—Louis —llama Harry cuando se aparta ligeramente del alfa. Él le mira, entornando sus ojos casi negros hacia él, con una sonrisa pequeñísima en sus labios y la respiración más pesada de lo que debería—. Por favor, no me hagas daño.

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