Amateur ꩜ abo! larry

By tomlinhot

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Harry es un omega con un cachorro en casa y un trabajo que lo explota sexualmente. Louis quiere ser su único... More

Amateur
Guía
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39

Capítulo 24

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By tomlinhot

Cuando la mirada de Louis se encuentra con la suya después de colgar la llamada, es cuando Harry se da cuenta de que las vocales se le han escapado de la garganta y no tiene nada para decir.

Entonces, al verle, sus ojos azules convertidos en un lío que no entiende y aroma cargado de eso que desconoce, Harry sabe que no está bien.

Pese a tener su cabeza inundada de cosas que a él le gustaría decir, no sale nada. Es incapaz de pronunciar una sola palabra solo porque nada parece coherente en este momento.

Harry pasa saliva, traga con dificultad ese nudo que se ha formado en su garganta y, después de lo que parece una eternidad, él logra coordinarse.

—¿Pasó algo? —Y se escucha ridículo, él lo sabe, pero en su situación, más incómoda que cualquier otra cosa, él no sabe qué más decir.

Louis suelta un suspiro, como si hubiese estado esperando lo peor de parte de Harry, como alguien que recibe una sentencia corta después de años de espera.

—Sí —dice el alfa. Su teléfono ahora junto a él, sus manos a su lado y el cabello desordenado. Harry sabe que no debería, pero termina pensando que Louis luce bien sin importar la situación—. Es mi hija. Viene para acá.

El omega, con más preguntas que respuestas, parpadea solo para disipar la sequía que siente en sus orbes y poder enfocar al hombre como es debido.

—Pero… ¿Le pasó algo? ¿Ella está bien?

La mirada de Louis cae sobre él. Harry encuentra en ella un profundo vacío que no sabe identificar, y es entonces que se da cuenta que ese alfa carga con más piedras de las que pretende.

—En teoría lo está —murmura. Remueve sus piernas para apartar las sábanas y quedar completamente expuesto al frío de la primera hora de la mañana—. Según los médicos, claro. Pero no quiero arriesgarme.

—Oh.

De sus labios no sale nada más.

—Lo siento —dice Louis. Harry le ve, cerrando los ojos por un par de segundos y abriéndolos una vez más, como si apenas se estuviera dando cuenta de que, de hecho, Harry no tiene idea de lo que habla—. Nimbe presenta convulsiones desde hace tres meses —comienza, su voz baja y cansada de repetir lo mismo por sabrá Dios cuántas veces—, los medicamentos no cumplen su función y nadie encuentra una razón de sus crisis, es como si su cerebro no quisiera dar una respuesta.

Harry pasa saliva y, de repente, el cuerpo de su hijo se siente como plomo sobre él, aplastándolo, cortando su respiración solo porque sí.

—Cielos —murmura como un jadeo.

—Ha tenido seis convulsiones seguidas esta madrugada y aún no despierta desde la última, que ha sido hace dos horas. —El hombre comenta, ignorando por completo lo poco o nada que Harry ha dicho.

El omega, como puede, se sienta en el sofá. Él no quiere que Louis lo note atento, ni siquiera tiene idea de la razón, pero es importante para él.

—¿No es normal eso? —pregunta. Kenai se remueve—. No sé nada sobre convulsiones, lo siento.

Louis asiente con una pequeñísima sonrisa en su rostro perfilado, y ante la poca luz que hay en el lugar, Harry cae rendido.

—Ven, recuesta al cachorro aquí —dice antes de darle una verdadera respuesta. Harry le obedece, por supuesto. Como puede, toma el cuerpo de Kenai y lo tiende sobre las mantas y cobijas que Louis preparó, y por un segundo cruza en su mente la idea de lo similar que luce al compararla con un nido—. Se supone que sí, es normal que duerma demasiado después de un ataque, pero usualmente ella está consciente. Si le llamas y la sacudes un par de veces, Nimbe va a abrir los ojos y decir que la dejen dormir.

Harry muerde su labio. Al ver a su hijo con el rostro hundido en las almohadas, él solo puede pensar en lo terrible que pasa las noches cuando a Kenai le da una simple gripe. Entonces, no tiene idea de cómo se siente Louis teniendo a su hija con algo como eso.

—¿No lo hace ahora?

El hombre niega con la cabeza.

—No responde cuando la llama, y los doctores no dicen nada.

Tomar una sola bocanada de aire resulta imposible para Harry. Siente el aire cortado con tijeras a su alrededor, abrumado, el aroma de Louis estando agrio, triste, él nota el cambio.

—¿Qué harás con ella aquí, entonces? —pregunta. Louis se encoge de hombros, dudoso.

Pasa una mano por su cabello y Harry no se pierde la acción, queriendo hacerlo él mismo para poner en su lugar cada hebra castaña.

Harry es un completo imprudente.

—Quiero una segunda opinión —responde con sencillez.

—¿Tan lejos? —Harry se apresura a decir.

Louis asiente. Limpia sus ojos con su dedo índice y parpadea fuerte para disipar cualquier rastro de sueño.

—No sé qué más hacer —dice con un suspiro. Harry está por decir algo, pero los labios de Louis presionan a los suyos en un beso corto que no llega a ningún lado—. Vuelve a dormir.

El omega frunce el ceño y niega con la cabeza con rapidez.

—No, ¿cómo se te ocurre? No voy a dormir mientras tú te quedas despierto esperando por tu hija —murmura con rapidez. Toma la misma manta que está cubriendo a Kenai y cubre sus piernas después de moverse hasta que su espalda chocara contra el sofá—. Aquí me quedo. Contigo.

Louis frunce las cejas hacia él. Sin embargo, al notar que Harry no tiene intención de pelear por ello, cede. Se remueve de la misma manera en la que Harry lo ha hecho y ocupa un lugar justo a su lado, también cubriendo sus piernas con la manta.

—No es necesario —dice de todos modos—. Solo tengo que esperar un par de horas.

—Bien, te haré compañía durante esas horas. Y no está en discusión.

El alfa niega con la cabeza. El silencio se instala entre ambos hombres y la respiración pesada de Kenai es lo único que se apodera del aire.

Harry mueve sus dedos sobre la manta, indeciso. Él realmente no sabe cuál es el límite de Louis porque nunca ha establecido uno, entonces es difícil para él adivinar qué es lo que no debe cuestionar.

—Harry, sobre lo de tu caso… —comienza el alfa.

Antes de que el hombre pueda decir algo más, Harry toma sus manos, siendo eso suficiente para que se detenga de inmediato.

—No es el momento de hablar sobre eso.

Louis niega con la cabeza, Harry alza su mirada y lo ve. Sus ojos se encuentran en el vacío de la habitación y el omega comienza a sentir la tibiez arropando su cuerpo.

—Es importante —murmura Louis. Harry no tiene tiempo de contradecir—. Quiero que me dejes ayudarte con esto, ya te lo he dicho.

Harry intenta fruncir los labios, falla en el proceso.

—No quiero.

El suspiro que larga Louis le deja en claro al omega su descontento. Las manos del alfa se remueven de su agarre pero Harry solo no lo permite.

Entonces, con sus manos todavía unidas en lo que es un pequeño nido de calor, Louis se remueve.

—Ya sé que no quieres, y no te voy a obligar —comienza. En su mirada no hay nada que a Harry le cause desconfianza—. Pero te lo vas a pensar.

—No tengo nada que pensar, Louis.

Él niega con la cabeza, sus cejas fruncidas y corazón acelerado son solo las secuelas de su estrés repentino. Harry simplemente no entiende a Louis.

—No, de hecho tienes muchísimo que pensar —dice, todavía su voz baja, pero ya no está esa ronquera que a Harry estaba volviendo loco—. No es cualquier cosa, Harry. Es importante para ti.

—Para mí —repite—. ¿Por qué te estás empeñando tanto en esto?

Louis infla su pecho y el sonido es tan fuerte que los labios de Harry se contraen. Sus ojos azules no le dicen nada, y él ya se ha acostumbrado a encontrar en ellos las respuestas que él mismo crea.

—Porque es importante para ti.

—Eso no tiene sentido —Harry brama. Su voz se eleva más de lo que debería y de inmediato lanza su mirada hacia el cachorro. Al asegurarse de que todo está en orden, vuelve a los ojos del alfa—. ¿Por qué te quieres meter en mis asuntos?

Él sabe que no debería hablarle de esa manera, ni siquiera lo merece. Pero Harry, un omega que no conoce más allá de los problemas que ha arrastrado consigo desde que era solo un niño, no tiene idea de cómo tratar a un alfa que tiene la buena intención tatuada en sus ojos.

—Ya estaba metido en eso, ¿sabes? Solo voy a cambiar de bando.

Para Harry resulta ser demasiado y rompe su mirada con el alfa. Ve al frente, donde su hijo duerme con la respiración tranquila, ajeno a todas las cosas que pasan por la cabeza de su madre.

—No quiero que te cambies de bando —murmura después de unos segundos que para Louis parecieron interminables—, solo quiero que te mantengas alejado.

Cuando no obtiene una respuesta de parte de Louis, Harry cree que ha ganado.

Después del silencio que le ofrece el alfa, el muchacho de ojos verdes deja que su cabeza caiga en el hombro de Louis y él lo permite.

No hay palabras, Harry no sabe qué más podría decir, y en espera de que pasen las horas necesarias, termina por cerrar sus párpados para descansar.

No duerme demasiado, sobre todo porque esta es una de esas veces en las que está más despierto que dormido, atento a los movimientos de Louis, su hijo, y el tiempo que pasa.

Al cabo de lo que a él le parece una hora, abre sus párpados para encontrarse con Kenai cambiando de posición entre las mantas y Louis tecleando cosas en su teléfono.

—¿Tienes hambre? —pregunta.

Ve al alfa dar un pequeñísimo salto, seguramente demasiado perdido en sus asuntos como para notar que Harry se había despertado.

—¿Tú tienes? —cuestiona Louis. Harry asiente—. Voy a hacer el desayuno, entonces.

Harry levanta su cabeza del hombro de Louis, perdiendo la posición cómoda, y niega con la cabeza rápidamente. Louis lo ve y el omega no sabe si la pequeña sonrisa que está en los labios del hombre es un producto de su imaginación.

—Deja, lo hago yo —murmura. Comienza a remover las mantas y al darse cuenta de la intención del alfa de rechistar, agrega—: No es negociable. Además, no sabes lo que me gusta desayunar.

Ellos terminan atravesando la sala de estar, descalzos y en silencio. Cuando llegan a la cocina, Louis toma el mismo lugar que Harry había tomado el día anterior.

—¿Qué te gusta desayunar?

Harry muerde su labio cuando se hinca para rebuscar entre las bolsas que no acomodaron el día anterior y de allí toma todo lo que necesita.

Deja todo sobre el mesón de granito y se gira hacia el alfa con una sonrisa en sus labios rosados.

—Panqueques.

Y es lo último que dice antes de sumergirse en la cocina para preparar la mayor obra culinaria del día —es así como Louis la llama—.

Que Kenai despierte no toma demasiado tiempo. Lo hace cuando los dos hombres están por terminar su desayuno, y Harry se ve interrumpido por el llanto que llena todo el departamento.

Harry llega casi de inmediato a su lado. Lo toma por debajo de las axilas y lo carga para dejarlo sobre su cuerpo, de pie. El niño no tarda en ocultar su rostro empapado en lágrimas en el cuello del omega.

—Ya, cielo, estoy aquí. —Le arrulla mientras se mese de un lado a otro con suavidad.

Con Harry dejando círculos en la espalda del cachorro con su palma abierta, es como el chiquillo va apagando su llanto lentamente.

—Mami —llama entre hipidos—. ¿Por, por qué te fuiste?

Harry sonríe, besa la oreja del niño y niega con la cabeza.

—No me fui, hijo. Estaba en la cocina con Louis, desayunando.

Al escuchar la última palabra, Kenai se levanta de inmediato para encarar a su madre. Los ojos del niño, que a Harry le parece que lucen como una pelota de golf, le miran expectantes.

—¿Desayuno?

—Ajá —dice Harry con una risa oculta—. ¿Quieres desayunar ya?

Kenai asiente con rapidez y rápidamente seca su rostro con sus manos. Harry no tarda en emprender su camino a la cocina, donde Louis sigue desayunando.

—Buen día, Louis. —Es lo primero que el chiquillo dice cuando entran al lugar.

Louis le sonríe y, al tragar su bocado, regresa el saludo.

El desayuno transcurre con tranquilidad. Kenai habla, como siempre, dice muchas cosas pese a que día apenas comienza y se supone que no debería tener tantas cosas por contar. Y Louis está allí riéndose de las cosas que dice y alentándolo a que diga más.

Harry ayuda a Kenai a comer su desayuno. Al final, su plato queda completamente vacío y su panza llena.

—Dico, mami. Muy dico —dice con una sonrisa.

—Es cierto —Louis interviene—. Todo ha estado delicioso, Harry, muchas gracias.

El omega sonríe a ambos y recoge los platos de todos y los apila uno sobre otro. Lleva todo hacia el fregadero y deja toda la porcelana en el lugar.

—¿Te ayudo, mami?

Harry niega con la cabeza y lanza un beso al aire que su cachorro recibe con gusto. Comienza a lavar cada utensilio con cuidado y cada pocos segundos lanza su mirada hacia donde está el chiquillo, asegurándose de que no esté a punto de caer o algo así.

—Voy a tomar un baño, ya se acerca la hora —dice Louis. Harry de inmediato voltea su rostro hacia el hombre con sus cejas fruncidas y labio entre sus dientes—. Puedes quedarte, no pasa nada.

Las palabras de Louis están lejos de ser reconfortantes para Harry. Entonces, el omega deja la losa y toma un pañuelo que está junto al lavabo para limpiar sus manos llenas de jabón.

—¿Aquí? —pregunta—. ¿Kenai y yo?

—Ajá.

—¿Te irás sólo, entonces? —Harry no puede evitar que las palabras salgan de su boca.

Louis frunce las cejas solo un poco y pasea su mirada hacia Kenai.

—¿Te gustaría acompañarme? —inquiere.

Harry no estaba esperando ninguna respuesta a su pregunta, y de cualquier cosa que pudo haber imaginado, nunca pensó en Louis diciendo tal cosa.

De inmediato abre sus ojos y siente como el calor invade su rostro a cada segundo que pasa. Harry también ve al cachorro, quien apenas y es consiente de las palabras de los dos hombres, completamente ajeno a ellos.

—¿Yo? —murmura—. Uhm… No creo, quiero decir… yo no debo, solo no, no me parece bien que vayas solo…

Louis sonríe. Tiene el descaro de realmente hacerlo y Harry ni siquiera sabe cómo tomárselo.

—Entonces ven conmigo.

La sencillez en su manera de decirlo es lo que descoloca a Harry.

Entonces, el muchacho se da cuenta de que Louis realmente no toma le toma en serio.

—No debo…

—Ya, no será gran cosa. Ya hablé a la clínica, su consulta no durará más de una hora.

Harry pasa saliva con cuidado. Él tiene ese mal sabor en la boca pese a haber tenido un desayuno agradable, y sabe que la razón está más apegada a sus emociones q cualquier otra cosa.

—Pero, ¿qué haré yo mientras tanto? —inquiere.

—Puedes esperarme en el auto. Si no quieres está bien, lobito —dice con tanta naturalidad que a Harry le da un poco de envidia—. Me bañaré.

Louis sale de la cocina y Harry aún no se mueve de su lugar. Con sus labios entreabiertos y la mirada perdida en el lugar que el alfa abandonó, él se cuestiona.

¿Debería…?

—Lobito. —Escucha al niño decir.

Solo así es como Harry logra salir de su ensueño y se gira para ver al cachorro, quien tiene una sonrisa en su rostro y los brazos estirados frente a él.

—¿Qué?

—Mami lobito.

Es suficiente para que Harry se remueva en su lugar y regañe a Kenai como si éste hubiese dicho alguna mala palabra.

   

(...)

  

Louis sale de la habitación completamente renovado.

Tiene un cambio de ropa nuevo y su cabello empapado peinado perfectamente hacia un lado, haciendo que los lados rapados se noten mucho más ahora.

Harry puede contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que ha visto a Louis con otra cosa que no sea un traje formal, y en definitiva, que se vista como si estuviese a punto de ir al gimnasio para ejercitarse; es su favorita.

Kenai yace sentado sobre las piernas del omega con el control remoto en la mano viendo algo en el televisor. Harry, en cambio, está perdido en la manera en la que Louis seca su cabello con una toalla.

Salir de la burbuja en la que se ha metido le cuesta más de lo que debería, pero lo hace después de un rato y es solo para levantarse del sofá junto al chiquillo.

—Mamá, la peli —dice con una mano tomando la del omega y la otra apuntando detrás de él, donde ha dejado el control remoto.

—Vamos a bañarnos primero, hijo.

—¿Por qué? —cuestiona Louis casi de inmediato.

Harry pasa por su lado, directo a la habitación, escuchando como el alfa le sigue los pasos.

—Porque debo regresar a mi casa, Louis —responde con obviedad.

—¿Tan temprano? —inquiere.

El omega rueda los ojos mientras abre la puerta del armario y toma de allí una toalla nueva que nadie más ha utilizado.

—No me voy a quedar aquí.

—Vale, entonces te espero y los llevo. Tampoco está en discusión.

Harry niega con la cabeza y pasa junto a Louis una vez más solo para ir hasta el baño y encerrarse allí con el cachorro.

Tomar una ducha no le toma mucho a ninguno, considerando que Harry decide que lo harán juntos para ahorrar más tiempo y no hacer esperar demasiado a Louis. Kenai hace su parte él solo, Harry solo se encarga de tallar su cuerpo con sus propias uñas, y cuando hace lo mismo para su propio cuerpo, enjuagan los restos de jabón que queda en sus cuerpos.

Después de secar el agua del cuerpo del cachorro con una toalla, Harry toma la misma ropa interior que le ha quitado minutos atrás y solo la voltea.

—Ew, mami, sucio —Kenai dice con una mueca en su boca cuando Harry le acomoda el interior.

—Lo sé, cielo. Pero apenas lleguemos a casa te cambias, ¿sí?

Kenai asiente y Harry besa su nariz antes de continuar con el resto de sus prendas.

Él hace lo mismo con su propia ropa, pese a tener prendas nuevas esperando por él en el armario. Sin embargo, Harry simplemente no quiere que su hijo se de cuenta de ello.

Al salir del baño, Harry se encuentra con la habitación vacía y los zapatos de ambos esperando por ellos junto a la cama.

Harry tiene una pequeña discordia con Kenai porque quiere calzar él mismo sus zapatos sin ayuda de nadie más. El omega le recuerda que Louis está esperando por ellos y no pueden perder el tiempo. Entonces, Kenai tiene una pequeña rabieta y llora demasiado mientras Harry ata las trenzas de los zapatos deportivos que van de acuerdo a su uniforme.

Cuando dejan la habitación, Louis es quien logra calmar al pequeño con un par de palabras y una barra de chocolate que tomó de lo que han comprado el día anterior.

Así es como los tres dejan el departamento, cuando el reloj de Harry apenas anuncia las ocho de la mañana, y él se da cuenta que les espera un día demasiado largo.

El viaje es corto porque en sábados por la mañana no hay demasiadas personas provocando tráfico en la vía. Louis maneja con cuidado de todos modos, respetando cada semáforo aunque la avenida se encuentre desierta.

Cuando Louis detiene el auto frente al edificio de Harry, ellos tienen un par de segundos de silencio.

¿Debería…? Es la pregunta que no abandona la cabeza de Harry, dando vueltas en cada rincón de su mente sirviendo de tortura.

Él deja que su mano se encuentre con la manilla de la puerta y, antes de moverla para abrir e ir por su cachorro en la parte trasera; se detiene.

—¿Esperas por mí mientras dejo a Kenai arriba con Zayn? —murmura.

Las comisuras de los labios del alfa se elevan solo un poco, lo suficiente para que Harry lo note y pueda dejar su respiración salir apresuradamente, quemando sus pulmones en el proceso.

—Sí, por supuesto.

Harry humedece sus labios y asiente. Tarda más de lo necesario en abrir la puerta e ir por Kenai, pero cuando lo logra, es el cachorro quien los retrasa por despedirse de Louis.

—Adiós, Louis —dice con una sonrisa en su rostro.

—Nos vemos, cachorro  —Louis le responde—. Pórtate bien.

—¡Siemprre!

Y es lo último que dice antes de que Harry comience a alejarse.

Arriba se encuentran con Zayn apenas despertándose. Kenai, con demasiada energía acumulada, se lanza sobre el omega en la cama y le llena de besos por todo el rostro.

Harry se cambia de ropa tan rápido como puede, y apenas termina de atar los cordones de sus zapatos, se despide de Kenai y promete volver pronto.

—¿De verdad, mami? —dice el chiquillo en la puerta, despidiéndose—. ¿Pronto?

El omega sonríe y besa su nariz.

—Estaré aquí para la hora de la merienda.

Eso es suficiente. Zayn no pregunta nada y Harry se despide de ambos rápidamente para bajar casi corriendo por las escaleras del edificio.

Al encontrarse otra vez con el automóvil de Louis, él abre la puerta y ocupa una vez más el asiento que ha dejado vacío.

Louis tiene su teléfono móvil junto a su oreja y solo le mira. Murmura un par de cosas monosílabas y retira el móvil para colgar la llamada.

—¿Listo? —inquiere.

Harry humedece sus labios y pasa las palmas abiertas por la tela de su pantalón, intentando eliminar la fina capa de sudor que allí nace.

—Sí.

El alfa asiente y enciende el auto una vez más para ponerse en marcha.

Sabe que no debería torturarse tanto por una decisión ya tomada, pero Harry no puede evitar sentirse tonto durante el camino. No sabe qué es lo que le ha llevado a aceptar algo como eso, y lo que más le incomoda es pensar en entrar a la vida de Louis como si él siquiera le hubiese invitado.

No lo hizo, en absoluto. Louis solo ha estado necesitando compañía y para eso está Harry, es el acuerdo al que llegaron.

Así que, durante el trayecto Harry se siente incapaz de decir algo. Louis tampoco lo hace y el omega solo puede pensar en lo difícil que es para Louis mantener la calma en un momento así.

Si hay algo que Harry no puede entender, es la tranquilidad con la que Louis maneja su situación. No está alterado, ni se muestra estrenado, y mucho menos está intentando pasar por sobre cualquier auto para llegar a la clínica incluso cuando su propia hija no ha llegado en absoluto.

—¿Sabes qué es lo bueno de hacer favores, Harry? —Louis cuestiona.

Harry parpadea un par de veces al salir de sus pensamientos de manera tan brusca, y ve hacia el alfa con su expresión neutra.

—No. Dime.

Louis sonríe. No es el tipo de sonrisa que puede volver loco a Harry durante las noches, es más una sonrisa tranquila, cansada, una que busca algo que decir porque el silencio está por matarme.

—Poder aprovecharse de ciertas cosas por el favor que te deben.

Ante su respuesta, Harry frunce sus cejas.

—¿A qué te refieres?

El alfa gira el volante del auto y ni siquiera se molesta en ver al muchacho, cuyos ojos verdes le miran con intriga.

—¿Sabes lo difícil que es ingresar a la Clínica de Londres sin un seguro? —pregunta. Sin embargo, Harry sabe que no está esperando una respuesta—. El director se vio apretado en un escándalo el año pasado porque uno de sus mejores médicos acosaba a medio gremio de enfermería. Al final, logramos que la clínica no se viera más envuelta en ese asunto y el médico fue despedido sin que toda la comunidad de doctores del país se enterara de la razón.

Harry alza las cejas, la pregunta rondando en la punta de su lengua.

—¿Y fue eso un favor?

Louis niega con la cabeza y chasque la lengua.

—Fue un milagro —responde.

El omega niega con la cabeza y sonríe. Su mirada se vuelve al frente y se da cuenta de que la entrada del gran recinto está justo frente a ellos, y es algo que en definitiva no le ayuda.

Louis maniobra con el volante y par de veces hasta parquear el auto en un puesto vacío en el estacionamiento. Todo está lleno, hay autos en cada espacio y algunos doctores caminando de un lado a otro con una taza de café entre sus dedos y sus teléfonos en sus orejas.

Harry ve todo desde su lugar recordando cuánto detesta cualquier tipo de hospital.

—Vamos. —Louis dice retirando la llave de la ranura, el auto apagándose por completo.

—¿A dónde? —pregunta Harry con su rostro girando rápidamente para ver al alfa.

—Adentro —responde con sencillez—. Tengo que registrar a Nimbe antes de que llegue.

El omega evalúa su situación.

—Bueno, aquí te espero.

Louis le mira por fin después de lo que se ha sentido como una eternidad, con sus labios fruncidos y mirada cansada.

—Ven conmigo —repite—. No es nada, será rápido. La registro y regresamos al auto para esperar.

Aunque duda, Louis ni siquiera le da tiempo a Harry de pensar en ello. Solo toma la manilla de su puerta y sale del auto, y Harry, solo para evitar que el alfa quiera hacerse el educado esta vez, se apresura a abrir su propia puerta.

El frío de la mañana no tarda en golpearle la nariz, siendo que el lugar es incluso más frío pese a que se encuentra en la misma ciudad.

Louis no se hace esperar, solo comienza a caminar hacia la entrada del lugar, justo al lado de la entrada de urgencias, donde más de cinco ambulancias están a la espera de ser utilizadas. Entonces, ellos se adentran en el edificio lleno de personas yendo de un lado al otro, y se detienen a un par de pasos de la entrada, justo donde se encuentra la recepción.

Harry pasea su mirada a su alrededor. Las baldosas del suelo color crema y las paredes en un blanco pulcro que incomoda al muchacho más de lo que debería.

Hay personas que van de aquí a allá con batas blancas, carpetas en sus manos, batas quirúrgicas, o las tres juntas. Hay un enfermero llevando una silla de ruedas mientras habla con una sonrisa en su rostro, y Harry no entiende cómo alguien puede pensar en estirar las comisuras de sus labios en un lugar como este.

Lo detesta, sin lugar a dudas. El escalofrío que invade su cuerpo mientras esperan es asfixiante, y solo provoca que su mente se desplace hacia un lugar entre sus recuerdos que él definitivamente no quiere desenterrar.

—Siguiente —dice una mujer. Ella le hace salir de sus pensamientos, y Louis solo deja una de sus manos en la espalda baja del omega para hacerlo avanzar.

Frente a la recepcionista, cuyo rostro se ve agotado y somnoliento, Louis comienza a hablar sin alargar demasiado el saludo de cortesía.

—Voy a registrar a mi hija, quien viene en camino —comienza—. Mi nombre es Louis Tomlinson.

Al terminar de pronunciar el apellido que no ha salido de la cabeza de Harry en días, la mujer aclara su garganta y se yergue en su silla, tecleando rápidamente en el teclado.

—Señor Tomlinson, lo estábamos esperando —responde casi de inmediato. Harry lleva su mirada discretamente hacia el alfa, quien con su rostro neutro y nariz curvada no quita la atención de la mujer que parece muy apurada por tomar el registro del hombre—. ¿Puede decirme el nombre completo de su hija?

Louis aclara su garganta antes de seguir.

—Nimbe Tomlinson Tecuapetla.

La mujer se detiene cuando el alfa termina de pronunciar. Incluso Harry, que había regresado su atención a las uñas de la que parece ser una beta sonando contra las teclas, vuelve a mirar hacia Louis.

—¿Puede deletrear el nombre y segundo apellido, por favor?

El alfa asiente. Harry no pierde la pista de que Louis realmente está acostumbrado a hacerlo porque lo deletrea sin dudar ni un segundo de las letras que está pronunciando.

—¿Edad y fecha de nacimiento? —Vuelve a preguntar.

—Cuatro de enero. Seis años.

La mujer asiente y anota aún más rápido todo lo que Louis dice. Después de esa llegan un par de preguntas más que Louis responde con rapidez, como el historial médico y lugar de residencia del paciente, teléfonos de emergencia y otro par de cosas que Harry no termina de escuchar porque realmente no es demasiado importante para él.

Parece que todo termina cuando la mujer se detiene con las preguntas y comienza a teclear aún más rápido hasta que para, y junto a ella, una máquina que Harry reconoce como la impresora comienza a sonar.

—Este es el primer registro, después de la consulta puede venir a completar los datos junto a todo lo que le proporcione el médico de cabecera.

Louis toma la hoja que la beta extiende hacia él y asiente en un pequeño agradecimiento que no llega a pronunciar, demasiado concentrado en leer toda la información que la mujer ha escrito en el papel.

Harry quiere lanzar su mirada para curiosear, incluso comienza a hacerlo cuando el estruendo de la puerta siendo abierta le interrumpe y le hace saltar en su lugar.

Lo que Harry ve pasa demasiado rápido como para que le de tiempo de analizarlo.

Con las puertas abiertas de par en par, una camilla negra se adentra al lugar con al menos dos personas de cada lado. Harry no tiene tiempo de ver demasiado a través de ellos, pero puede ver la silueta de una niña dormida, ajena a todo el estrépito que se forma a su alrededor.

Al girar su cabeza hacia Louis, Harry se da cuenta.

Los ojos azules del alfa ni siquiera parpadean cuando la camilla pasa con velocidad frente a ellos, y en el instante que parece que el alfa comenzará a correr detrás de ellos, una voz le detiene.

—¡Louis!

Harry voltea su mirada casi al mismo tiempo que el alfa, y puede asegurar que siente todo en cámara lenta, como si su memoria le sirviese jugando una mala pasada para que recordase cada detalle del momento en el futuro.

Cuando encuentra a la persona dueña de la voz que llamó tan fuerte al alfa, Harry suelta un jadeo.

Un hombre de piel tostada, casi tan clara como la canela, cejas tupidas y labios delgados, se acerca a ellos. Da grandes pasos a través de la corta distancia que les separa y con su rostro preocupado llega hasta ellos en un abrir y cerrar de ojos.

—Estábamos… —comienza, pero su respiración cortada no le permite continuar rápidamente—. Estaba despierta, estábamos bajando del taxi y no me di cuenta.

—¿Qué pasó? —Louis inquiere con rapidez.

Harry, junto a ambos hombres, se siente pequeño.

—No noté que la niña comenzó con otra crisis sino hasta que la escuché caer contra el pavimento, estaba pagando. No sé, solo vi como… como sangre, y los enfermeros vinieron por nosotros hasta que se dieron cuenta.

Su acento, Harry reconoce, no es ni siquiera parecido al londinense al que él está acostumbrado. En realidad, no arrastra las palabras como Louis y se preocupa demasiado en pronunciar correctamente hasta la última letra, como si buscara ser entendido a la perfección.

—¿A dónde la llevan? —Louis se apresura a preguntar.

—¡Qué se yo! —responde él, su tono de voz alto cuando dice cada palabra—. ¡Que se rompió la cabeza, presta atención!

Harry ve como Louis chasquea la lengua contra sus dientes y toma de las manos del hombre todas las carpetas que sostiene con tanta fuerza.

—Pediré información —dice hacia él. Cuando el omega piensa que le dejará allí, Louis se gira hacia él y hace que sus miradas se encuentren en un desesperado instante—. No me tardo.

Al muchacho ni siquiera le da tiempo de responder, solo ve la pista de Louis caminando rápido intentando seguir el camino que han recorrido los enfermeros con la camilla momentos atrás.

Harry sigue el cuerpo de Louis hasta que desaparece por el pasillo, y su corazón descolocado en su pecho no halla la paz ni por las respiraciones largas que toma el omega al intentar recomponerse.

Entonces, lo escucha detrás de él. La respiración pesada del hombre que le ha hablado a Louis hace unos segundos, buscando aliento como si lo hubiese perdido en esa pequeña carrera cuya adrenalina se disparó a mil por hora.

Ignorando cualquier grito de coherencia que su mente le hace llegar, Harry gira su cuerpo hacia el hombre.

Cuando se encuentra con él, sus miradas se conectan casi de inmediato. Él, con sus ojos de tintes marrones y miel en el centro, demasiado parecidos a los de Zayn, con nariz recta y mandíbula cuadrada, es el único soplo de tranquilidad que Harry encuentra en medio de ese caos.

—Tú eres Harry, ¿cierto? —dice él.

La garganta de Harry se halla seca. No hay saliva para él y sabe que al hablar se sentirá rasposa.

Asiente, y ante cualquier cosa que pudo haber imaginado, nunca pasó por su mente que el hombre frente a él extendería su brazo hacia él, ofreciendo su mano.

—Soy Alexander —habla una vez más.

Al omega le cuesta más de lo que debería, pero cuando logra desenredarse de la mirada acaramelada del hombre, la dirige hacia su mano y se apresura a tomarla antes de pasar por maleducado.

—Un gusto —dice como primer recurso que viene a su mente.

Alexander cubre su rostro filoso con una sonrisa tranquila, casi risueña, y niega con la cabeza un par de veces antes de que sus manos se separen y se vuelva a crear la distancia entre ellos que se siente como abismal.

—El gusto es completamente mío, cariño —comienza. Harry se da cuenta de cómo mueve su mano en un gesto parecido al de Louis—. Siento mucho que nos hayamos conocido de esta manera, pero ya ves.

Entonces, Harry cae en cuenta.

Este hombre, el anterior omega del alfa con el que él se acuesta, ya ha escuchado de él. Incluso, Louis tuvo la completa libertad de dejarlo a solas con él —dentro de su mundo, por supuesto, porque ellos todavía están rodeados de pacientes, doctores y enfermeras que van de un lado a otro recuperándome de la adrenalina y todo lo que acaba de ocurrir—. Ni siquiera dudó en irse o se preocupó en poner al tanto a Alexander de su presencia, simplemente se esfumó.

—Yo no… —intenta decir, sin embargo, falla. ¿Qué se puede decir en una situación como esta? Harry no tiene voz—. Lamento mucho aparecerme así.

—Ah, descuida —dice el hombre—. Louis me dijo que estarías con él.

Cuando Harry le escucha, es cuando las pocas cosas coherentes que aún estaban en su mente escaparon de inmediato.

—Oh.

Parece que la corta palabra monosílaba es más que suficiente para el otro omega, quien solo señala el pasillo con una sonrisa corta en sus labios.

—Deberíamos buscar donde esperar a Louis, no sabemos cuánto tardará y definitivamente no deberíamos estar aquí atravesados como tontos.

Harry asiente y deja que este hombre, que es de su estatura, apenas un poco más alto, sea quien se adelante con él siguiéndole el paso. Ellos caminan en silencio entre el mismo pasillo por el que Louis ha desaparecido hasta que encuentran una sala de espera que no tiene más que a un par de personas en ella.

Toman asiento, uno al lado del otro. El corazón de Harry yendo en ascenso indiscreto y la transpiración en su mano no le ayuda para nada.

—Qué terrible, ¿no te parece? No me imaginé que volver a Londres después de meses sería de esta manera, pero es que Louis es demasiado impulsivo, ¿no crees? ¡Hacerme venir hasta aquí, y en taxi! —dice Alexander hablando rápido. Harry quiere evitarlo, pero cae una vez más en esa manera suya de pronunciar cada palabra—. Pero bueno, no lo culpo. Entre los dos, él es el que menos sabe mantener la calma cuando Nimbe comienza con una crisis, por eso no quise llamarlo antes para decirle lo que estaba pasando. ¿No crees que es como, no sé, super loco? Él realmente no dudó en mandarme hasta acá solo por capricho. Es que no piensa ese hombre, de verdad, yo creo que nunca va a dejar esas mañas.

Ante toda la información que recibe en solo un minuto, Harry solo puede ver al omega con los labios entre abiertos.

Alexander ni siquiera se da cuenta de la manera en la que Harry le ve, sino hasta que voltea a verle y sus miradas conectan por un par de segundos. Entonces, el omega de ojos acaramelados inclina su cabeza ligeramente con una sonrisa de duda en sus labios.

—Lo siento —murmura Harry de inmediato, bajando su mirada—. Es que te ves tan… acostumbrado.

El omega ríe por la nariz y niega con la cabeza.

—Lo estoy, cariño —responde con su propia mirada bajando—. Pero no pienses que estoy relajado, porque no lo estoy en absoluto.

—¿Ah, no?

Harry se toma la atribución de ser estrépito en un tema que no le debería interesar, pero el omega parece necesitar hablar de cualquier cosa y él realmente no pondrá una cara larga al moreno.

—No, claro que no —niega un par de veces—. Me asusta, sin embargo, el golpe que se ha dado la niña en la cabeza, creo que es lo que más me preocupa. Lo demás ya es común, pero Louis parece entrar en una especie de ataque de pánico cada vez que sucede, no se acostumbra.

El muchacho de ojos verdes muerde su labio y comienza a jugar con sus dedos en su regazo.

—Yo tampoco lo haría…

Alexander asiente y parece no tener nada más que decir. Harry no insiste.

A Harry le parece que el tiempo pasa con demasiada lentitud. No puede evitar encender la pantalla de su teléfono cada poco tiempo para encontrarse con que solo pasan un par de minutos entre cada vez.

Durante la espera, Alexander realiza una llamada. Harry no quiere ser chismoso, pero parece que habla con alguien bastante cercano.

Le termina explicando todo lo que ha ocurrido y también tacha a Louis de exagerado con las cosas que hace. Harry quiere reír porque tiene sentido y muy en el fondo, aunque no conoce completamente la situación, le da la razón al omega.

Al terminar, ellos comparten una corta sonrisa y Harry toma su teléfono para teclear en él.

"está todo en orden  ????"

Envía el mensaje y bloquea el móvil. Comienza a mover la pierna de arriba a abajo con velocidad, inquieta.

Cuando pasan más minutos de los que puede recordar contar, Harry está por desbloquear su teléfono una vez más, pero su atención se desvía hacia el omega.

Él está hablando por teléfono otra vez, su móvil contra la oreja y un brazo cruzado en su pecho. Todo está en completo orden, a excepción del lenguaje que el omega tiene.

Harry no tarda en darse cuenta de que no es inglés lo que está hablando. Él no tiene idea de qué es porque, vaya, no reconoce ningún otro idioma, pero le inquieta la manera tan rápida en la que las vocales y consonantes abandonan su boca con tanta velocidad.

El muchacho es discreto. Desbloquea su teléfono y teclea un par de cosas que realmente no observa porque su atención está en el hombre junto a él.

Y es que nadie le puede culpar, Harry tiene una naturaleza curiosa.

La llamada dura más que la anterior, y al termina, Alexander cuelga la llamada antes de girar a ver al omega.

Harry aparta la mirada tan rápido como se encuentra con la de Alexander, sus mejillas se incendian por pura vergüenza y el omega no comenta nada al respecto. Sin embargo, el muchacho no puede evitar pensar en eso.

Louis dijo hace días que le conoció en algún otro lugar, pero él no puede recordar exactamente cuál. Eso significa que Alexander está lejos de ser británico, y Harry duda mucho en que siquiera sea Europeo.

El segundo apellido de la cachorra es lo que debería darle al menos una pequeña pista, pero es tan inusual que Harry ni siquiera puede imaginar su origen.

Harry está sumido en sus pensamientos cuando los zapatos de Louis se detienen frente a ellos. Alza la mirada para encontrarse al alfa esperando por ellos.

—¿Qué te han dicho? —Alexander es el primero en ponerse de pie y abordar al alfa.

Louis desvía su mirada hacia Harry un segundo antes de enfocarse en el otro omega.

—Es una herida superficial, solo la desinfectaron.

Harry deja salir todo el aire que ha tenido acumulado y escucha como Alexander lo hace también.

—Eso es bueno, Louis. ¿Y qué más? —inquiere el omega de piel morena—. ¿La verá el neurólogo?

El alfa asiente antes de pasar su mano por su cabello, peinándolo sin realmente necesitarlo.

—Sí, pero no ahora —Louis dice. Alexander deja caer sus hombros de inmediato—. Está en una operación o algo así, no presté atención. Pero debemos esperar.

Harry se remueve, incómodo. Él no quiere esperar a nadie.

—Ah, qué más queda —Alexander murmura—. Bueno, iré yo a quedarme con ella, ¿vale? Cualquier cosa te llamo.

Louis asiente y se aparta del medio del camino para darle espacio al omega.

—Iré a desayunar con Harry.

Eso es suficiente para que Alexander asienta con su cabeza una vez, despidiéndose de Harry de momento, para perderse por el pasillo hasta un lugar que seguramente ya conoce.

Louis se gira hacia el omega y esboza una pequeña sonrisa.

—Te dejé un mensaje. —Es lo primero que Harry dice, sin siquiera dejarle hablar.

—Lo sé, lo siento.

Harry asiente.

—Vamos a desayunar —dice Louis extendiendo su mano hacia el aire, apuntando la salida.

El omega lleva su mirada de Louis hacia el pasillo, y regresa una vez más a los ojos azules del alfa.

—Yo, uhm… —Harry se aclara la garganta—. Me gustaría ir a casa. Estaré tranquilo ahora que sé que no estás sólo y, ya sabes, necesitas tu espacio.

Harry se siente indispuesto de mantenerle la mirada al hombre, así que la baja levemente sin querer lucir demasiado afectado por los ojos azules que muestran más de lo que deberían, sirviendo como una pequeña puerta a su alma.

Louis asiente.

—Está bien —dice, el tono delatándole—. ¿Te gustaría desayunar primero?

Para el omega resulta más difícil de lo que debería, pero termina negando con la cabeza.

—Prefiero hacerlo en casa.

El alfa no dice nada más y juntos se encaminan de regreso por el lugar que han llegado.

Louis se despide con un saludo corto de la mujer que lo ha atendido al entrar, y solo el ruido de los zapatos de Harry son los que rompen el silencio que se crea entre ellos mientras caminan hacia el auto.

Una vez dentro del coche, Louis se pone en marcha en silencio con Harry cambiando entre emisoras en la radio.

El omega encuentra una de su agrado y deja en un volumen muy bajo la canción que se reproduce en ella. Louis ve la oportunidad de preguntar lo que ha estado en la punta de su lengua desde que se encontró con él otra vez.

—¿Alexander… te he hecho sentir incómodo de alguna manera?

Harry alza las cejas para verle e inclina la cabeza ligeramente.

—¿Qué? No. En absoluto —Harry niega con una sonrisa pequeña en sus labios—. Es agradable y…hablador.

—Demasiado —Louis concuerda.

Harry ríe por la nariz y niega con la cabeza.

Después de un par de minutos de silencio, el omega se vuelve a mirarle con la curiosidad palpando su piel.

—Él… —El omega humedece sus labios—. No quiero ser entrometido, pero, ¿es extranjero, no es así?

Louis aparta la mirada del camino por un instante solo para verle y sonreír.

—Sí —asiente—. Es mexicano. Nimbe también lo es.

Harry alza las cejas y abre ligeramente sus labios.

—¿De verdad?

—Nació allá —Louis dice. Tiene una sola mano en él volante—, y estuvo de un lado a otro después de que Alexander y yo nos separamos, hasta que empezó a estudiar.

El omega frunce sus labios y ve al frente para, segundos después, volver a verle.

—Pero… Dijiste que no estudiaba.

Louis tararea.

—Ahora no, porque no quiero que lo haga hasta que su tratamiento funcione. Pero lo hizo durante un año, en Cambridge.

Es todo lo que Harry necesita saber, no pregunta más.

Revolotea su rodilla con la punta de sus dedos, y está intentando contener sus ganas de llevarlos a su boca y comenzar a morder la piel del alrededor.

—Yo, yo realmente espero que todo esté bien con ella —Harry dice—. No se ve fácil todo eso.

Él en serio, en serio quiere no sonar tonto con eso. Pero ni siquiera tiene idea de cómo dirigirse al hombre en un tema como ese.

—Gracias. No lo es.

El silencio les invade una vez más, esta vez siendo cómodo y tranquilo.

Harry se dedica a observar por la ventana y suspira de vez en cuando sin ninguna razón real. Él sabe que Louis le observa, y no le molesta.

El muchacho es plenamente consciente de que Louis está yendo tan lento como puede, sin embargo, no hace ningún comentario al respecto.

El aroma de Louis se siente fuerte en la cabina. Harry se siente cómodo pese a tener su estómago vacío, porque la esencia del hombre no es sofocante.

Al detenerse frente al edificio donde vive, Harry no quiere bajar del auto.

—Gracias por acompañarme hoy —Louis dice casi tan pronto como los dedos de Harry rozan la manilla—. Y en serio siento mucho si algo te ha incomodado.

Harry sonríe sin verle, y asiente.

Sus dedos se enroscan en la manilla, listo para descender, pero Louis toma la muñeca del omega que está más cerca a él y lo atrae sin siquiera ejercer fuerza, porque Harry se la ha dejado fácil.

Sus labios se encuentran en un beso tibio que eleva el ritmo que lleva el corazón de Harry en su pecho. La lengua del alfa se desliza con cuidado sobre la ajena y es amoroso cuando muerde apenas el labio inferior del otro.

Harry suspira en sus labios de manera inconstante. Lleva una de sus manos al pecho del hombre y toma la tela del suéter que le cubre para tener algo que lo una a la realidad, estando él ya mismo tocando el cielo con la punta de sus dedos.

Louis apenas despega sus labios para tomar un bocanada de aire, y deja un beso corto en los labios de Harry que significa mucho más de lo que pretende demostrar.

—Te estaré llamando. —Es lo único que dice.

Y aún con sus narices en contacto y párpados cerrados, Harry asiente, encantado.

Bajarse del auto resulta más difícil de lo que quiere aceptar, y se da cuenta que Louis se marcha solo cuando él cierra la puerta de entrada del edificio.

Con su paso lento y labio entre sus dientes, Harry asciende cada piso en silencio, pensando solo en todo lo que no ha tenido tiempo de pensar.

Él espera encontrarse con su cachorro y Zayn haciendo cualquier cosa dentro de su hogar, pero cuando entra, se da cuenta que el silencio es lo que arropa el departamento, solo con el ruido del televisor zumbando en el fondo.

Harry se deshace de sus zapatos y camina en silencio hasta la habitación de Zayn, donde encuentra a sus dos cachorros con los párpados cerrados y respiración tranquila, acostados sobre la cama.

Sonríe, solo porque sabe que el omega se las ha ingeniado para obligar al pequeño alfa a dormir en plena mañana, y que seguramente ninguno de los dos ha desayunado.

Harry apaga el televisor, dejando la habitación casi a oscuras. Con cuidado, toma la manta en la que están medio envueltos y la levanta para cubrir a ambos hasta los hombros.

Allí, en silencio, Harry no puede evitar que sus lágrimas comiencen a crear un camino por su rostro delicado, y comienza a dejar salir todo aquello que necesita drenar.

 

  

les dejo una foto de alexander, para que lo visualicen como yo.

 

gracias Nimbehot por dejarme usurpar tu identidad para darle vida a nimbe. tqm miamor<3

 

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