— Lo lamento, pero no podré ir a verte en tu ceremonia de graduación. Es que mi cariñito tiene su acto de egreso el mismo día.
— Lo entiendo, Charly — le decía mientras desayunábamos —. Tu novio es más importante que un amigo.
Charly me envió una mirada llena de culpa.
— No quise decirlo así.
Me reí un poco, no podía negarlo porque era verdad. Él pondría a Mikael ante cualquier cosa, incluso ante su amigo y compañero de habitación.
— Pero prometo que tendremos una gran fiesta en el club. Dile a Javi que compre el mejor alcohol, el más caro, vamos a romperla esta noche — las noticias llamaron de repente su atención en el televisor —. Oh, mira eso — sus ojos se iluminaron —. Hoy se vota sobre el matrimonio igualitario.
Centré mi atención en la pantalla. Algo había escuchado sobre una nueva ley, pero no le había prestado mucha atención al tema. Pues, con mi "buena" suerte en el amor, creo que nunca lograré encontrar a alguien decente. Así que era mejor no pensar mucho en eso.
Momento. Fijé mi mirada en Charly, se veía muy entusiasmado al respecto, nunca creí que él fuera un chico muy interesado en el matrimonio.
— ¿A ti te gustaría casarte?
Charly lanzó una sonora carcajada que rebotó por todo el departamento.
— Ni en una de mis borracheras más locas — le dio un mordisco a una galleta rellena y después continuó —. Pero hay muchas personas que estarán muy felices con esto. Me alegro por ellos.
Lo miré fijamente. ¿Qué pensaría Mikael si escuchara esto? Talvez nada, porque existía una posibilidad muy alta que él pensara lo mismo que su pareja sobre el compromiso formal.
— Me voy — dije terminando mi desayuno.
Me miré frente al espejo antes de salir.
— Hueles a shampoo, rico — dijo Charly oliéndome el cabello, y luego lanzar un gemido placentero. Si no fuera Charly creería que trataba de ligar conmigo.
Mi bolsillo vibró. Busqué de él el celular para descubrir que era otro mensaje de Ariel.
— ¿No vas a arreglar las cosas con él? — me preguntó mi amigo mientras miraba la pantalla del teléfono mientras apoyaba su mandíbula sobre mi hombro.
— Me gustaría, pero tengo miedo de verlo y...
— ¿Que te lastime? — completó por mí.
— Sí — le confirmé. Odiaría encontrarlo felizmente con su novia. Eso me dolería mucho.
Charly me rodeó el cuello con su brazo y caminó conmigo hasta la salida.
— Lo harás bien — dijo al notar que comenzaba a impacientarme. Me estaba convirtiendo en un manojo de nervios por asistir al día de mi graduación —. Serás un buen abogado. Ahora podré delinquir tranquilo, ya que tengo un amigo abogado que me sacará de la cárcel — bromeó logrando que me relaje un poco.
Reí ante su comentario.
— Talvez te deje en la cárcel. Siento que serías un buen recogedor de jabones.
Charly lanzó una de sus famosas carcajadas.
— Sí, tengo un talento para eso. Pero prefiero recoger sólo el jabón de Mika.
Lo miré frunciendo el ceño.
— Iugh, salte imagen mental — dije golpeándome a mí mismo en la frente, mientras me maldecía por tener tan buena imaginación.
Charly rio por mi reacción.
— Nos vemos más tarde— dijo.
— Dale mis felicitaciones a Mikael por su graduación.
— Se las daré.
Y me marché en dirección a la universidad. Cuando ya no tuve a Charly conmigo para distraerme con sus estupideces, volví a ponerme nervioso.
Pisé el suelo de la universidad, y pensar que esta sería la última vez que estaría en el campus me puso melancólico.
La ceremonia fue simple, decían nuestro nombre por el micrófono para que subamos al escenario a recibir nuestro diploma. Luego, cuando el alumno lo recibía, debajo lo esperaba su familia y un fotógrafo para inmortalizar el momento.
Hice una mueca descompuesta al pensar que nadie me esperaría después de recibir el mío, pues, nadie de mi familia estaba aquí. Ni siquiera sabían que hoy era mi graduación y estaba seguro que tampoco a él le interesaría si lo supiera.
Mi corazón latió con fuerza cuando la presentadora dijo mi nombre.
Subí las escaleras apretando mis manos contra mis muslos, para detener el tembleque. No quería que toda la universidad me viera agitarme como una gelatina frente a ellos.
Le agradecí cuando recibí el rollo y escuché los aplausos de mis amigos y compañeros. Sonreí, y a pesar de que debía ser el momento más feliz de mi vida, yo no podía dejar de sentirme melancólico.
Bajé las escaleras, pensando que pasaría del fotógrafo, pues, mi familia no había venido para la ceremonia, no los había buscado con la mirada, y tampoco necesité hacerlo, sabía que mi padre nunca vendría a verme, y mucho menos, le permitiría a mi hermana asistir.
Abrí la boca con sorpresa al encontrarme a Lea y a mis amigos esperándome debajo del escenario junto al fotógrafo. Estaban todos, Lea, Nicholas, Diana, Marcus, Helen y su novio, incluso estaba el hermano de Lea que había vuelto del extranjero. Sólo faltaba Charly y Mikael, pero entendía sus ausencias.
Diana me tomó por el brazo y me obligó a pararme entre ella y Lea, pues, yo estaba pasmado y no podía moverme.
— Digan whisky — dijo el fotógrafo y así lo hicimos.
El flash de la cámara nos dejó ciegos a todos.
— Quiero una copia de esa foto — le decía Lea al fotógrafo.
— Yo también — dije.
Al final todos tuvieron su copia.
Sonreí, sintiendo que esa melancolía con la que había subido al escenario se había evaporado gracias al flash. No, gracias a mis amigos.
Pensar que ellos habían estado allí para mí, le generaba una sensación cálida a mi corazón, apartando, por un momento, aquellos malos pensamientos de mi cabeza.
— Gracias — mascullé vergonzosamente.
Le a me miró confundida.
— ¿Qué estás agradeciendo? — preguntó.
Lea, quien me conocía demasiado, creyó comprender de alguna manera mi extraño gesto.
— Si me agradeces, siento que lo estuviera haciendo por obligación, y no es así — dijo pinchándome el hombro, como si estuviera regañando a un niño —, no, cuando realmente quiero estar aquí — y luego me envió una pequeña mirada de párpados entrecerrados, como si mi agradecimiento la hubiera ofendido.
Yo negué con la cabeza con una agradable sonrisa comprendida.
— Ya entendí, no volveré ha hacerlo.
— Bien — se carcajeó suavemente.
Durante la ceremonia, visualicé a Ariel entre la multitud. Su hermana era una de las graduadas, por lo que también había asistido.
— Hola, Jeremy... — me saludó.
— Hola — le respondí escuetamente, aunque por dentro era un caldo de emociones en ebullición. Hacía bastante que no lo veía, y al encontrármelo de frente, encima guapo y de traje, hizo que mis hormonas se tomaran un viaje hasta la estratósfera.
— Felicitaciones por tu graduación.
— Gracias.
Ariel intentó entablar una conversación conmigo, pero yo no le di lugar. Posiblemente, era muy evidente que lo estaba evitando. Pero si volvía a acercarme a él, todo mi progreso con mis sentimientos daría marcha atrás y tendría que comenzar desde cero. Así, que con esa determinación en mi mente, me alejé de él, fingiendo que uno de mis compañeros me llamaba.
Esa noche, en el club, mientras estaba sentado en la barra. Sí, esta vez estaba como cliente y no como empleado. Javi me había dado el día libre para que pudiera festejar con mis amigos, Charly y Mikael.
— Felicitaciones, Jeremy, por tu graduación — Mikael se sentó junto a mí en la barra y pidió un trago para él y su novio.
— Igualmente — le respondí, en ese momento sentí que Charly me abrazaba por la espalda. Siempre me había molestado que fuera tan cariñoso conmigo, pero en esos momentos lo agradecía, sentía que necesitaba un poco de cariño de terceros, algo de lo cual estaba muy falto y comenzaba a afectarme —. Felicitaciones, también.
Nos quedamos en la barra charlando y tomando, la única interrupción fue cuando sentí que le llegó un mensaje a mi teléfono celular.
"Jeremy. En la ceremonia noté que me estabas ignorando. Soy idiota, pero no tanto para no darme cuenta de ello. Además, no has respondido a ninguno de mis mensajes por semanas. Somos amigos y no me gusta que las cosas estén mal entre nosotros. Por favor, mañana ven a la librería y hablemos".
— Ah, qué complicado — masculló un entrometido Charly desde mi hombro — ¿Irás a verlo?
— No lo sé — le respondí.
— Deberías — dijo Mika, me sorprendí que él diera su opinión, ya que solía ser bastante reservado.
— No, cariñito, yo creo que no debería hacerlo.
— Eso tendrá que decidirlo él. Sólo Jeremy sabe que es lo mejor para sí mismo.
Charly le frunció el ceño, pues no estaba muy de acuerdo con su novio.
— Jeremy, te quiero, por eso no quiero verte con el corazón roto de nuevo. Si vas a verlo, prométeme que será para mejor.
— No puedo prometerte eso, porque ni yo mismo sabría para qué iría a verlo.
Le di un sorbo a mi trago lleno de alcohol.
Era irónico que le recriminara a Ariel sobre volver con su novia, cuando yo estaba en una posición muy similar. Ahora mismo, me estaba replanteando volver con él, sólo, para que me siguiera haciendo daño con su amistad.