Un Criminal

By Kaenx9

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SINOPSIS El antiguo detective Waller Frederick se encuentra inmiscuido en un embrollo en el cual la ayuda ven... More

N/A
Sally
Caso
Carl
Ashley
Compañeros
Los Bulldoguer
Intentando no ser el disparado
En el Hospital
La Inocencia
Me has roto el corazón
Mamá
La Carta
Anhelando la Paz
¿Y si vemos una película?
Yo soy el Papá
¿Un hombre?
Perjuro
Respuesta
El Juicio
Sinceridad: La hipocresía
Fatiga
Y es que, hace tiempo
En ese tiempo
A finales del fin de semana
La traición se paga
Fatalidad
Represalia
Berbiquí
Bienvenido Gaspar
Interno en Emergencias
Para que NO me olvides
Los Fusiles de Asalto: Las Armas Negras
Mal, papá
Algo bueno
La palabra del jurado
Dicta la Jueza
Mi media parte
Hace un año
¿...Melody...?
Por la noche
Incógnito
Un corazón más roto
Movimiento de Los Fusiles de Asalto
Un Amor

Es el Amor

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By Kaenx9

Su sorpresa fue muy evidente, muy a pesar de habérselo imaginado contenía el deseo de que no hubiese sido así.

-¿Por qué la pregunta? -comenta Ramírez.

-Curiosidad -desvía su mirada cristalina.

Bull se le acerca palmeando su hombro- Oye, me tengo que ir -comienza diciendo mientras le observa fijamente-, pero por favor, si pasa algo, no importa la hora que sea tú llámame ¿Ok?

Asiente con su cabeza -Sí, está bien.

Maiban, relaja sus hombros. La verdad es que a él le preocupa que le pase por la cabeza a Waller la idea de suicidarse, peor aún que lo intenté estando viviendo solo, siendo alguien que se aisló del mundo que ni conversaba siquiera con sus vecinos lo ve más propenso a poder ceder en ese estado en que se encuentra.

Ambos hombres lo vieron salir de la habitación dejando la puerta abierta en el transcurso. Al final, se ven un momento bajo el silencio. Waller estudia al joven que se encuentra con un pantalón formal, anda con sus manos dentro de los bolsillos de esté una camiseta blanca y arriba una campera abierta de invierno, azul oscuro, su pelo rubio le dice a gritos que es impeinable el chico.

-Capitán...

-Está bien muchacho. Vete tú también a casa -le dice despreocupado.

-Es que ya es tarde, pero si usted lo desea me puedo quedar un rato más con usted.

-No. Está bien, sé que tienes trabajo que hacer a primera hora, mejor ve a casa y descansa.

-Como usted diga mi capitán. De igual forma, pasaré mañana para ver cómo se encuentra -sonríe.

Ambos se dan la mano y el muchacho se va por la puerta igual que Maiban, dejándolo está vez a él solo.

Waller respira profundo al oír la puerta principal de su casa siendo cerrada. Se siente un tanto solo, por primera vez en años. Se debate si lo mejor hubiera sido pedirle a Ramírez que sí se quedará y le ofrecía un café para tomar. O agua, jugo, o lo que él quisiese (es que, él es cafetero).

Después de un buen rato pensando, decide levantarse de su silla y con pasos despacios dirigirse a bajar las escaleras hacia el primer piso. Ya ahí, en el último peldaño, se queda observando la puerta principal, reconstruyendo dentro de su cabeza el momento en que estaba ahí tirado, apoyado en aquella puerta. Ahora siente un dolor insoportable en su abdomen de solo pensarlo.

Sale de su nube dentro de unos pocos minutos para con bastante dificultad ir hacia la cocina, pone la cafetera sobre la estufa y enciende la radio. Luego, se sienta en el comedor para recuperar las fuerzas invertidas, hacer solamente eso, algo que diariamente hace en sus días hoy le ha parecido un gran esfuerzo. Lleva su mirada a su izquierda en donde se halla una ventana con sus cortinas corridas, así permitiéndole apreciar la casa de su exvecina, automáticamente su cerebro reproduce aquella noche, la pelea entre el esposo y él.

-¿Qué será de la jovencita ahora? -Se interroga con curiosidad viendo la casa, las cortinas entre las que le miraba a su casa la señora. Un momento, ¿la vecina lo acechaba?... que raro.

Se pasa la mano por la cara algo confundido, volviendo a la realidad nuevamente, se pone sobre sus pies otra vez para buscar la comida que le compraron los chicos para almorzar... pero un segundo -¿Qué hora son?- curioso observa al reloj que se encuentra sobre una pared, ve que son las siete cuarenta y cinco de la noche. De modo sorpresa eleva sus ejas incrédulo- Qué rápido pasa el tiempo cuando te sumerges dentro de tu cabeza -se dice para sí mismo.

Cuando regresa a bajo se sorprende al ver la puerta de la casa abierta -¿No estaba cerrada antes?... sí- se interroga y responde a la misma vez así mismo dentro de su cabeza. Algún ladrón tuvo que haberse metido a la casa sin que se diese cuenta. Observa por toda la casa para acabar tomando un hacha para su defensa, le da una vuelta en el aire para pegar con la parte de atrás y no con el filo de esté, no desea matar a alguien aunque sí darle un buen golpe por infiltrado.

Deja la comida en un estante del pasillo a la entrada de la casa. Ahora camina con lentitud observando a todos lados: en el recibidor no se encuentra nadie, todo se encuentra en su sitio, pero cuando llega a la cocina encuentra a una persona a espaldas suyas removiendo la cafetera de la estufa que se ve brotando humo, hasta mojo algo la estufa al tardarse tanto en ser removida. Al ver eso arruga el entrecejo incrédulo de lo que ve, la persona parece que se va dar la vuelta y él reacciona más rápido para aventarsele... en cuestión de segundos ambos llegan a flechar mirada, y en ese momento sutil siente como hace click dentro de su cabeza mientras la otra persona mueve su mirada para ver lo que lleva en la mano y...

-¡Frederick, no! ¡Soy yo! -exclama Santos dejando caer una taza de sus manos a la misma vez que lo recibe de golpe contra su cuerpo.

Él con todo su autocontrol deja caer el hacha de sus manos hacia atrás mientras se va de bruces sobre ella. Ambos se quedan en shock con lo más inesperado que termina ocurriendo: con miedo de que su excompañera se hiciera daño al caer, la envuelve entre sus manos, aunque no planeo sus labios quedarán juntos también producto de sus sorpresa.

La abertura de sus bocas acabo siendo perfecta para el acogimiento del otro, aunque ninguno lo espero o planeo. Al reaccionar, ella ciera sus ojos y acepta el beso con gusto, él pestañea varias veces saliendo de su trance para separarse con lentitud de ella escuchando ese particular sonido de los labios al juntarse, luego analiza que... ¿la beso? O ¿Se besan? Él y Santos. Ella pasea su lengua por su labio inferior fino saboreando la sensación de los labios del que ya no estaban.

Él sin embargo abre su boca y la cierra de nuevo sin poder articular palabra alguna. Aunque no siente culpa tampoco siente satisfacción, él siempre la respetó aunque deducía que a ella él le gustaba, porque cuando antes la abrazaba sentía como si la respiración a ella se le cortara. Cuando sus manos por cualquier motivo se rozaban ella se ponía tiesa, hasta en ocasiones presiente haberla visto cerrar los ojos ante su llegada ante ella, como cuando alguien huele un rico perfume. En muchas ocasiones la hallaba viéndolo muy fijamente, en una que otra ocasión la notó respirar profundamente su perfume al abrazarse. Claro, ella trataba de no ser evidente aunque cuando uno está enamorado se siente en el aire inevitablemente. Sumándole que su mirada sobre él era muy profunda, como si lo viera desnudo.

Él traga saliva para tratar de ponerse de pie con algo de dificultad, ahora se separa de ella completamente: necesita hacerlo, sabe que si se queda en esa posición más tiempo esa mujer lo puede violar ahí mismo, sobre el piso de su cocina.

-Yo... -afina su garganta- lo siento. No fue mi intención -le da la mano para ayudarla a levantarse-. De verdad.

Ella se pone sobre sus pies -Pensabas que era un ladrón ¿Verdad? No debí meterme así sin más pero es que la puerta estaba abierta, los guardias andan merodeando allá a fuera y no quería que me vieran, podrían mal pensarlo ¿Me entiendes?

-¿No crees que lo haría más si te metes a escondidas?

-Ah... sí, tienes razón pero si no lo descubren no pasa nada. ¿O qué se los dirás tú?

Se pone una mano en el estómago y se dirige a preparse su café -No, claro que no.

-Lo sabía -sonríe a sus espaldas.

-Pero, ¿a qué veniste? Y más a estás horas -la mira con una taza en su mano dirigiéndola a su boca.

Ella se queda embelesada viendo cómo su boca se entreabre y sopla antes de pegarse al borde de la taza.

-Santos...

-¡Ah! Bueno, yo escuche que ya te habían dado el alta y quería vert... -a clara su garganta- Ver cómo estas.

Se pega a la encimera y la observa con cuidado, algo tenso con lo que podría estar pasando por la cabeza de ella. Necesita aclararle de una buena vez que entre ellos dos no puede ni se podrá haber un algo, no se pudo y menos ahora, aunque antes era por su exesposa también era porque no la veía ni podría verla de una manera tan... así. Para él ella es solo una muy buena amiga. Nada más. Le duele la idea de herirla bastante al decirselo, por eso antes simplemente la ignoraba, pero después de lo que acaba de pasar no lo puede ignorar más.

-Ahm, ¿y ya has comido?

Suspira -Iba a eso, ¿me acompañas?

Ambos se dirigen a donde dejo la bandeja de comida y ahí se quedan viendo dos hamburguesas de doble carne.

-¿Hamburguesa?, ¿todavía sigues en esas? Se nota que no cambiaras -sonríe negando con su cabeza.

Se ríe bajo -Fueron los chicos, ahora cocino. Bueno, a veces lo hago.

Ella le acompaña en la risa.

-No. Hagamos algo -dice dirigiéndose al refrigerador (otra vez a la cocina).

Abre los ojos impactado al recordar que no hay nada ahí -¡No!... No vayas a abrir... El... Refri... He estado toda está semana en el hospital, así que no he comprado nada todavía.

En realidad no hay ni agua para tomar, solo una botella de vino a por la mitad.

-¡No hay problema! Saldré a comprar lo que se necesita, debes comer bien para poder recuperarte rápido -dice viéndole con dulzura.

¿Dulzura? -¿Pero qué le pasó a está mujer?-, se interroga él en su cabeza.

-No hay necesidad Santos, ya es muy tarde para estar en eso.

-No. Además eso ya anda frío.

-Se puede recalentar en el microondas -dice despreocupado.

Al final (como son las mujeres), Santos acaba haciendo lo que le place. Compro unos paquetes de espaguetis y preparo eso con unos tostones, hizo tanto, que hasta sobra. Según dice ella que lo hizo así para que no tenga que cocinar mañana.

La verdad, quedo delicioso, al parecer el tiempo en que estuvieron sin comunicarse pudo aprovechar para mejorar en la cocina, aunque antes no cocinaba tan mal, ahora lo hace cien veces mejor. En la cocina se nota su habilidad en su mover con agilidad, como corta de rápido las verduras, su quebrar los espaguetis (aunque a él le gustan enteros) y, demás.

Mientras se comía su segundo plato ahora sí saboreando ya que en el primero se lo trago todo en un parpadear de ojos, aún recuerda cuando le cuestiona ella si se comería 'todo eso' según sus palabras. Aunque no era mentira, era tanto que hasta el caldo sobresalía del plato, los tostones se instalaron en el medio de los espaguetis ya que no había lugar propio en el plato para ellos como en el de ella.

Ella come con una sutileza y elegancia, que parece lo hace porque ellos son desconocidos o andan en un ritzor y se tiene que cuidar la apariencia. Pero no, él ya la había visto comer antes en bastantes ocasiones como para estar seguro que es su forma de hacerlo: lento, delicadamente, con proporción mínima. Y nunca la había visto repetir un plato tampoco.

Él le suelta la pregunta que antes se debatió en si hacer-: ¿Y, tienes pareja?

Observa sutil cómo se queda tiesa mirando su plato sin hacer ningún movimiento solo con la vista fija en el plato.

-No -suelta dentro de un buen rato.

-Oh, pensé que con todo este tiempo ya le habrías dado aunque sea una oportunidad a Hernández.

-¿Y eso por qué? -comenta ahora sí viéndolo.

-Bueno, es evidente que tú le gustas. Y él no es un tipo feo. Incluso es simpático te podría sacar muchas risas y buenos momentos juntos.

-... Sí se lo di -confiesa con su mirada puesta en la nada-, pero luego rompí con él.

-¿Y por qué? ¿Acaso fue un idiota contigo? -interroga llevando su último bocado de espaguetis a su boca.

Suspira -No podía estar con él mientras mi corazón late por otra persona, e-eso no está bien.

-Tienes razón...

Se apoya completamente en el respaldar de su silla, la mira con curiosidad esperando que se lance a él, que libere lo que siente por fin.

-Waller yo...

-Lo sé -la interrumpe.

-No. Déjame hablar, yo siempre he estado enamorada de ti... sé que nunca me corresponderás, que no sientes lo mismo que yo, sé que no. No negaré que me duele, al igual que no puedo seguir ignorando lo que siento por ti. Es por esa razón que he decidido que me iré de la ciudad.

Waller se queda mudo escuchándola.

-¿Qué es lo que me estás diciéndo?

-Eso. Que me voy al pueblo en el qué viven tus padres, allá mi papá trabaja como Sheriff, anda de baja por su edad así que iré a sustituirle, así también regreso a casa, a mi tierra.

-No sabía que tu naciste allá.

-Pues ya lo sabes, aunque no creo que te importase.

-¡Santos! -la toma de la nuca y acerca su cara al suyo, observa sus labios 'de la misma forma que ella lo hace' para con voz baja decirle-: Te quiero, eres hermosa, pero lo que necesitas es a alguien que te ame de la misma forma en que lo haces... con el corazón -acaricia su mejilla.

»Yo te quiero como a una amiga. Sí me importa saber de ti y sí me duele el hecho de que tu te vas, pero sé que es lo mejor... -besa su frente

»Sé que te duele lo que te digo. Mírame -levanta su rostro empapado de lágrimas tomando sus ambas mejillas y seca sus lágrimas-, eres hermosa, mira ese cabello -acaricia su pelo negro suelto hasta sus hombre y un poco más a bajo-, tus ojos son preciosos (son cafes) y tu blanquecina piel, es bonita.

Santos se pierde en las caricias que él le da.

»Deseo, de verdad, que pueda llegar pronto ese hombre que te pueda hacer muy feliz -besa su frente otra vez.

Él la suelta con lentitud y se queda viéndola. Se queda así un buen rato, viendo cómo algunas lágrimas se escabullen de sus ojos y bajan hasta caer en la camisa azulada que ella lleva puesta, presiente que es una de sus favoritas o su color, porque recuerda haberla visto en varias ocasiones usando una camiseta azul en las veces que anduvieron juntos fuera del trabajo.

Respira profundo ya algo preocupado, no quería llegar a está posición pero es importante saber decir que No. Ve cómo ella se levanta de bruces con su cabeza gacha, ve cómo sus labios se entreabren y cierran varias veces, como que anduviese teniendo una batalla interna entre hablar o no hablar. Le duele verla así de indefensa, la conoce como una mujer dura, muy difícil de tratar, verla así en su casa en ese preciso momento... es algo duro de apreciar.

-Tengo que irme... -dice para salir rápido del comedor y dejarlo ahí a él solo.

Suspira y ve la silla en la que se encontraba ella sentada, enfrente de él, ahí donde sobre la mesa se aprecia su plato casi totalmente terminado de comer. Se pasa dos veces las manos por la cara sin saber qué hacer ahora, sin saber qué pensar, qué accionar. No es la primera vez que rechaza a una chica, a una amiga de ser su novia, pero con todas se sintió mal al hacerlo, porque reconoce que no es fácil el rechazo y no desea hacer pasar a ninguna chica a por eso.

El amor no es fácil, no es malo tampoco, aunque sí complicado en ocasiones.

PARTE 13

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