SURVIVOR ✓ ➳ James Potter

Baezzealy द्वारा

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𝙎𝙐𝙍𝙑𝙄𝙑𝙊𝙍 || ❝ Solamente tenemos un único objetivo, no morir. ❞ James tuvo la desgracia de ir a casa d... अधिक

ℛℯ𝓅𝒶𝓇𝓉ℴ
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EPÍLOGO
FINAL 2 - James Potter

" XXVII "

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Baezzealy द्वारा

N/A:

Letra 1: Presente. (1978)
Letra 2: Pasado/Recuerdos. (—. 1978)
Letra 3: Futuro. (1995)

EL TIEMPO
NO PERDONA

•°•

Ese fue un abrazo desesperado, y lleno de un sin fin de sentimientos que ninguno de los tres sería capaz de explicar en voz alta, a pesar de lo absurdo de la situación y de las mil dudas que cada uno tenía, sabían bien que aquello era real.

Pero ¿Qué diablos estaba ocurriendo en ese momento?

La pelirroja fue soltando poco a poco a ambos muchachos, para pronto retroceder un paso y verlos de pies a cabeza. Eran tan grandes, parecían tener la edad de ella o tal vez la edad de Erick y Erwin. No entendía, ¿Realmente ellos dos eran sus hijos?

—¿Cómo es posible? - Cuestionó James el cual trataba de limpiarse las lágrimas que seguían cayendo.

—¿Realmente eres tú, mamá? - Ahora fue Harry el que habló.

Eleanor trago en seco, ¿Realmente era madre de esos dos chicos? Su lógica y sentido común le decían que estaba enloqueciendo y que nada de eso era verdad. Sin embargo, el mar de emociones que tenía en el pecho le confirmaba que aquello no era más que una verdad absoluta.

Pero ¿Cómo podía decirles que no a esas dos caritas que solo esperaban una respuesta positiva?

—Creo que sí...

—Harry, Azor, no quiero arruinar este momento. - Hermione titubeo con ligereza, viendo con recelo y preocupación aquella interacción. —Pero... Se dan cuenta de que esto es imposible ¿Cierto?

—Mione... - Le reprendió Ron el cual le soltó un codazo en las costillas.

—¡Oh! ¡Vamos! ¡No pueden hacerse los que no tienen idea de que esto es imposible!

—Herms. - Habló Harry quien se giró con molestia hacia su amiga. —Estoy completamente seguro de que esto es real, es mi mamá.

—Pero Harry...

—Basta Hermione, ¡Es ella! ¡Puedes verla al igual que nosotros! - Respondió James.

—Esto tal vez pueda ser una trampa. - El pelirrojo de ojos azules se vio incómodo ante las frías miradas de sus dos mejores amigos, pero en esta ocasión estaba de acuerdo con su amiga.

—¿Trampa?

—¿De quién?

—De quien tú sabes. - explicó Hermione, con sus ojos fijos en todos los movimientos de la pelirroja. —Ustedes han dicho hasta el cansancio que ha vuelto, entonces tal vez él...

—¿Quién tú sabes? ¿Acaso hablan de Hitler sin nombre? - Les cuestionó la cobriza la cual estaba aún más confundida.

—Definitivamente es su madre. - Suspiró Ron antes de reír fuertemente.

—¡! ¿Ven? ¡Hitler sin nombre tiene todo el sentido del mundo! ¡Se los he dicho durante años! - Exclamó el pelirrojo de ojos marrones.

—Sí, sí, James. - Harry ajustó sus gafas después de limpiar sus lágrimas para después mirar directamente a la pelirroja. —Mamá ¿Cómo es posible que estés aquí? ¿Esto es... real?

—¡Ustedes cuatro! - Una voz tersa y arrastrada llamó la atención de los jóvenes. —Saben perfectamente como están las cosas con Umbridge a cargo y aun así se dan el lujo de tomarse su tiempo para platicar en los terrenos. Vaya arrogancia la de los leones.

—¡Padrino! ¡No va a creer esto! ¡Miré! ¡Mi mamá está aquí! ¡Es mamá!

Los ojos verdes de la pelirroja se elevaron, para poder apreciar a un hombre vestido con un traje azul oscuro y sobre este se posaba una túnica negra. El señor tenía una piel bastante pálida, unos cabellos negros que le llegaban casi por los hombros, una nariz pronunciada y ganchuda, y aquellos ojos ónix que brillaban a causa de la poca luz que aquella tarde le ofrecía.

Ese rostro ya lo había visto antes, hasta hace como una hora había estado con él y ahora...

—¿Severus? - Le cuestionó alucinada, estaba viendo la versión adulta de su amigo.

En cambio, el hombre se puso tan blanco como el papel cuando reparó en la nueva acompañante de los muchachos. Esos ojos verdes, aquellos cabellos escarlatas, las múltiples pecas, la cicatriz en la ceja y un tatuaje que se asomaba por su clavícula.

Pronto, Snape frunció el entrecejo y de un rápido y fino movimiento sacó su varita para apuntarle.

—¡Profesor Snape!

—¡Padrino!

Eleanor al sentirse atacada reaccionó de inmediato, por inercia tomó a los dos chicos del brazo y los jalo tras ella. Sus ojos se iluminaron de carmín dispuesta a todo por defenderlos.

—¡Prince!

Pero Severus no titubeó, aunque la mayor prueba eran los ojos escarlatas de la joven, él necesitaba comprobarlo por completo. Así que no se dejó intimidar y acercó su varita al cuello de la muchacha.

—Dime los nombres y apodos de todos los que crecieron en la Hilandera.

Eleanor aplanó sus labios en una fina línea antes de suspirar y responder. —Baldomero es Baloo, Gerardo es Gabo, Silvestre es Rambo, Gabriel es Pitbull, Eleazar es Halcón, Severus a ti te dicen Cuervo y a mí me dicen Harpía.

Snape siguió mirando con recelo a la pelirroja, aunque había acertado a todo necesitaba algo más.

—¿Cómo se llamaba el hermano menor de Pitbull y cómo falleció?

—Rómulo. - Fue inevitable no sentir un nudo en su garganta al recordarlo. —No era el menor, él era el mayor, tenía casi diez años cuando lo encontraron robando, le dispararon y murió poco después a mitad de la calle. El muchacho se desangró, cuando tu madre llegó para intentar ayudarlo ya era demasiado tarde.

Eso fue suficiente para el pocionista, el cual bajó lentamente su varita para segundos después mirar a su alrededor para ver si no había nadie más.

—Siganme, todos. - Siseo de mala gana mientras pasaba entre ellos en dirección a las rejas del castillo.

Todos los jóvenes compartieron miradas antes de avanzar y seguir al hombre de la túnica que ondeaba como una bandera.

Los cuatro chicos y la pelirroja salieron de los terrenos de Hogwarts para pararse del otro lado de la reja ya que Snape se detuvo en ese lugar.

—Agarrance. - Les ordenó. —Nos vamos a desaparecer.

—¿Desaparecer?

—¿Acaso no entiende el significado de esas simples palabras Weasley?

—Prince... - Le riño la pelirroja la cual lo tomó del brazo. Pronto la chica le ofreció la mano a Harry quien la tomó de inmediato.

El muchacho de gafas redondas tomó del brazo a su hermano. Mientras que él pelirrojo tomó del cuello de la camisa a Ron quien logró sujetar la mano de Hermione justo a tiempo para desaparecer todos juntos.

Todos sintieron como fueron absorbidos por el hechizo, y la mayor parte cayó de bruces en el piso de madera una vez que aterrizaron.

Eleanor apenas y pudo mantenerse en pie.

La pelirroja no reconoció el lugar donde había terminado, pero tampoco le prestó importancia ya que rápidamente comenzó a ayudar a los muchachos a ponerse de pie.

—¿Se encuentran bien?

—Quiero vomitar todo el pollo frito. - Se quejó Ron.

Severus se quedó de pie, perplejo ante la imagen de la pelirroja. No había duda alguna de que era ella, pero ¿Cómo diantres eso era posible?

La cobriza se quedó quieta cuando sintió la penetrante mirada negra del pocionista en ella. Aquella muchacha se giró poco a poco para ver a la versión adulta de Severus. Al menos le daba gusto ver qué ya no estaba en los huesos.

—Prince... estás viejo.

El Slytherin no resistió más, dio dos zancadas para acortar la distancia y abrazar a su amiga.

—Y tú estás... - El hombre detuvo sus palabras para después separarse un poco de Eleanor. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste a esta época? ¿Utilizaste un giratiempo?

—¿Un giraqué? - Le cuestionó confundida. —No sé ni siquiera qué está pasando. - Le explicó. —Estaba en el colegio cuando me advirtieron del ataque a Hogsmeade. Tú, Sirius y yo fuimos al pueblo a alertar a los demás pero nosotros no logramos volver al castillo. Solo sé que estaba peleando con unos mortifagos cuando de repente hice explotar medio pueblo y entonces... cuando abrí los ojos de nuevo estaba aquí.

—¿Ataqué a Hogsmeade? - El pálido hombre se lo pensó por un momento antes de recordar. —Abril de 1978 ¿Cierto? Meses antes de salir de Hogwarts.

—Así es. - La joven miró nuevamente a los chicos que decían ser sus hijos. —Ellos son...

—Tus hijos. - Le confirmo.

La cobriza posó sus ojos en ellos, viendo cómo ambos estaban emocionados y ansiosos. —¿Cuántos años... ? ¿Tienen ustedes dos? - Les cuestionó amablemente.

—¡Quince! - Respondieron de inmediato.

Eleanor se sorprendió por eso, sin embargo, se le escapó una pequeña sonrisa al escucharlos hablar de esa manera. Le recordaban a los dos más pequeños de sus hermanos.

—¿Cuánto tiempo...? ¿En qué año estamos?

—Estamos en 1995, O'Malley. - Aseguró Severus. —Y tú... tú moriste el 31 de octubre de 1981, tú no deberías estar aquí.

°•°

DÍA DEL ATAQUE

La noche por fin había llegado, y después de una lucha constante Harrison logró hacer que cuatro de sus seis hijos volvieran a casa, no era bueno que se quedarán ahí, en un lugar lleno de brujos y que podría ser atacado en cualquier momento.

El mayor volvió a casa con sus hijos solo para asegurarse de que estos cenaran y ver qué tal se encontraban de ánimo, volvería en unas cuantas horas con ayuda de Pomona.

Sin embargo, Eleanor no se quedó sola, su mellizo estaba sentado en una incómoda silla de madera, sosteniendo una de las pequeñas manos de la muchacha.

Halcón rechazó la cena que le ofrecieron un par de horas atrás, y solamente se quedó ahí, velando por el bienestar de su hermana.

Sus ojos verdes se elevaron para ver la enfermería. En la cama de enfrente se encontraba Severus, quien tampoco había reaccionado en todo el día. Junto a él se encontraba el muchacho que parecía momia por tantas vendas que cubrían su cuerpo, pero al parecer el cansancio había podido con él ya que ahora estaba dormido sobre su silla.

Hace unas horas dieron de alta a una chica rubia que tenía bastantes rasguños. Mientras que la otra rubia era cuidada por su madre la cual no estaba en ese momento ya que había ido a su casa a recoger unas cosas.

También estuvo un niño, el cual no tuvo más que un chichón en su frente, fue dado de alta de inmediato.

Así que él era el único despierto. Eleazar suspiró de nueva cuenta antes de posar sus ojos en la blanquecina y huesuda mano de su hermana. Sonrió ligeramente al ver unas cicatrices en sus nudillos.

Aún recordaba cuando ella le abrió el pómulo de un golpe, debía de admitir que de todos, ella era la que mejor peleaba.

—No necesito ser brujo para saber que estás ahí. - Hablo tranquilamente.

Segundos después, James se quitó su capa de invisibilidad dejándose ver por completo.

—Vaya, esa cosa sí que debe de ser útil.

—Tiene sus ventajas... - James suspiró al tiempo en que su mirada se empañaba por la tristeza al ver a su novia en ese estado. —¿Cómo sigue?

—No ha reaccionado.

Los labios del moreno temblaron ligeramente. —¿Y crees que lo haga? - Su voz se cortó a mitad de la frase. —¿Crees que ella despierte?

—Lo hará. - Aseguro con un temple de hierro al hermano de su novia. —Despertará, así que deja de llorar Princeso porque pareces una nenita.

—Perdón... es solo que verla así...

—Te comprendo, créeme. - Eleazar suspiró. —Verla a ella en esta cama es... desolador. Sobre todo ella quien es alguien que corre, grita y pelea mucho.

—Y pelea muy bien. - James sonrió levemente.

Por su parte Eleazar también soltó unas cuantas risas. —Así es, tiene un puño izquierdo fenomenal.

—¿Has visto sus patadas rompe puertas? ¡Son fabulosas!

—¿Qué si las he visto? Ya me debe dos puertas ¡Y también las he sentido! ¡Me rompió cuatro costillas!

—Auch...

Eleazar no pudo contener su risa, pero poco después se quedó en silencio, viendo al moreno fijamente.

—¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo qué?

—¿Desde cuándo sales con mi hermana? - Eleazar rodó sus ojos cuando vio las claras intenciones de soltar una larga explicación de aquel cuatro ojos. —Es obvio, lo supuse desde la segunda vez que te vi. - Explicó. —¿Desde cuándo?

—Desde el veinte de diciembre. - Admitió. —¡Te juro qué...!

—Eres una buena persona, y que la quieres mucho, no hace falta que lo digas, lo sé. - El joven rasco su nuca con fastidio. —Me da gusto que haya puesto sus ojos en un catrín como tú en lugar de estar con un delincuente de medio pelo. Se ve que la valoras y que la defiendes a toda costa.

—No... si yo la hubiera defendido ella no estaría en esta cama.

—No te responsabilices por esto. - Le frenó en seco. —Mi hermana es muy idiota como para hacer este tipo de cosas, y si queremos un responsable... es él. - Con su cabeza señaló un periódico que estaba sobre un buró. Cómo título principal tenía "El que no debe ser nombrado."

—Voy a encontrar una forma... - Los ojos del moreno se iluminaron por la determinación y el coraje. —Yo voy a luchar hasta el último de mis alientos para destruir a Voldemort.

Halcón se quedó en silencio por unos segundos después se giró para ver a su hermana. Pálida, llena de raspones y con la cabeza envuelta en vendas.

—Pues tú di rana y yo salto, cuñadito.

°•°

Hermione corrió desde la cocina a la sala con el fin de llevarle un vaso con agua a la mamá de sus amigos.

—Tome señora Potter.

Eleanor se aferró al vaso con agua que la muchacha le ofreció mientras que por su propio bien ignoraba el término de "señora Potter"

Harry y James estaban preocupados, sentados a un lado de su madre, aunque a decir verdad era más que obvia aquella reacción, antes no se desmayó.

—Bebe el agua, mamá, te hará sentir mejor.

—Gracias Harry. - Musitó la cobriza antes de darle un pequeño sorbo al vaso. —Estoy ¿Muerta?

Pero está vez la pregunta no era hacia Severus, la pregunta era directamente para sus hijos.

Pudo ver el rostro de cada uno, los cuales rápidamente se empañaron ante la tristeza y desolación.

Tenían solo quince años y ellos crecieron sin su mamá. Cuando en la escuela le dijeron que era muy común seguir patrones, ella se juró que jamás seguiría el ejemplo de sus padres. Por nada del mundo ella se volvería alcohólica y por nada del mundo ella se convertiría en Gabrielle.

Sin embargo, al igual que su propia madre, ella había abandonado a sus hijos.

—No puedo creerlo. - Suspiró antes de dejar el vaso de agua a un lado y tapar su rostro con ambas manos.

Treinta y uno de octubre de mil novecientos ochenta y uno, ese fue y será el día de su muerte.

Sin embargo antes de que terminará de digerir aquella situación, algo hizo "click" en su cabeza.

Eleanor se descubrió y el rostro para ver casi con desesperación al pocionista el cual no había quitado su vista de ella.

—¿Y James? ¿James está bien? - Pregunto de inmediato. —Por qué es obvio que él es su padre. - Dijo señalando a Harry el cual tenía un increíble parecido físico con el león. —¡Dios! Debió ser difícil criarlos él solo.

Los ojos negros del profesor se posaron sobre la joven. —No, O'Malley. - Severus suspiró. —James también murió.

Aquello sí que había sido un golpe bajo y doloroso. ¿Ella está muerta? Bueno, eso podría soportarlo, pero ¿James muerto? ¿Su Princeso había muerto?

Sus ojos se llenaron de lágrimas al instante con la simple imagen de su querido novio muerto. Su novio, con el que esa mañana bailó en el invernadero. Aquel que le cantó una canción frente al lago, él que le abrió las puertas de su casa y de su vida, su James estaba muerto.

Todas las sonrisas resplandecientes del muchacho habían sido borradas, sus bromas olvidadas, todo él había desaparecido.

No, no debía de ser así. Si ella moría, James tenía que quedarse y rehacer su vida con una buena mujer. James debió quedarse con sus hijos, él debió cuidarlos, él debió sobrevivir y seguir siendo feliz.

—¿Gusta más agua, señora Potter?

—Por favor no me llames así que voy a terminar de enloquecer. - Soltó con rapidez ante el llamado de la chica. —Y sí, un poco más de agua por favor.

—Uh, si seño... sí.

—Sí James y yo... Si ambos morimos, entonces ¿Quién se hizo cargo de ustedes dos? - Les cuestionó a los muchachos. —¿Quién cuido de ustedes? ¿Lo hizo bien?

—Mi padrino. - Le explicó el pelirrojo el cual señaló a Severus quien estaba mirando a otro lado. —Él se hizo cargo de ambos, aunque siempre se queja de que nuestros tíos estaban metiendo su cuchara en nuestra educación.

—¿Eres el padrino de mis hijos?

—Solo de James. - La cobriza quiso reír. ¿Prince aceptando apadrinar a un hijo de James Potter y que para rematar tenía su mismo nombre? Ni en mil vidas eso hubiera sido posible. —Black es el padrino de Harry.

—¿Sirius? No me sorprende... ¡Un minuto! Si ese perro sarnoso también era padrino ¿Por qué no te ayudo a cuidar de mis hijos?

—Bueno mamá... - Harry estaba un tanto incómodo. —Él...

—No me digan que él también murió. - La chica de cabellos rizados y alborotados llegó con más agua, la cual tomó de inmediato tras agradecerle.

—¡No! ¡Él sigue vivo! - Respondieron ambos jóvenes.

—¿Entonces?

—Black estuvo trece años en Azkaban. - Severus suspiró.

—¡¿Qué?!

—Si le sirve de consuelo señora Potter. - Hablo Ron. —Sirius no cometió ningún crimen.

—¡¿QUÉ?! ¡No cometió ningún crimen y estuvo encarcelado durante trece años! ¡¿Quién fue el imbécil que lo condenó?!

El pocionista tomó el puente de su nariz en busca de paciencia, había olvidado lo ruidosa que era la pelirroja cuando era joven.

—O'Malley, cálmate, eso ya pasó.

—¡Oh sí! "ya pasó" ¡Cómo no estuviste encerrado en Azkaban!

—Y tú tampoco.

—¡Pero...! - Eleanor se vio interrumpida por el ruido de una puerta ya que se escuchó claramente como está se abrió y se cerró.

—¿De verdad Sirius? ¿Tu plan es pasearte como perro todos los días? ¡¿Sabes lo estúpidamente peligroso que es eso?!

—Te dije que nos evitaríamos este tipo de situaciones si le ponemos una correa.

—¡Para ustedes dos es fácil decirlo! ¡No son los prófugos más buscados del país!

Por el pasillo aparecieron tres personas. Eleanor los miro desde la esquina de la habitación. Uno era alto y delgado, vestía un traje marrón. Por las finas cicatrices de su rostro pudo reconocerlo al instante. Ese era Remus.

A su lado se encontraba otro más, con una bata para dormir que muy probablemente se había puesto justo a tiempo. Su cabello estaba por la altura de sus hombros, dejando ver sus alborotados rizos contrastando como siempre con esos ojos grises. Sin duda, ese era Sirius.

Y por último pero no menos importante, junto a ellos venía un hombre ligeramente más bajo, con un traje gris y una camisa color vino. Tenía un sombrero y un maletín, pero también llevaba unas galletas de limón en su mano. Estaba más que claro que ese era Peter.

—¡Ey chicos! - Los saludo Sirius. —Un segundo ¿Qué hacen aquí?

—Por lo que más quieran, no me digan que los suspendieron otra vez.

—¡Ey! ¡A mí nunca me han suspendido! - Respondió Harry. —Ese fue James.

—Eso no importa ahora, ¿Hermione, Ron? ¿Qué hacen aquí? ¿Acaso las cosas se salieron de control con Umbridge?

Ninguno de los tres se había percatado de la pelirroja la cual los miraba con sorpresa, pero al mismo tiempo con una tenue sonrisa en su rostro.

—Severus... - Black se acercó ligeramente al mago. —¿Las cosas se salieron de control en Hogwarts? ¿Es hora de que le llame a Halcón y vayamos a quemar a la vieja con cara de sapo?

El pocionista dio un paso hacia atrás. —No seas idiota. - Suspiró. —Solo qué... ¡Argh! ¡Véanlo ustedes mismos!

Aquel hombre se quitó de en medio, para dejarles a los tres restantes el campo de visión abierto.

La sorpresa e incredulidad en los tres fue más clara que el agua. El portafolio y las galletas de Peter se cayeron al suelo. Remus tenía sus ojos tan abiertos que bien se podrían salir de sus cuencas, y Sirius se había puesto tan blanco como el papel.

—¡Ey! - Los saludo Eleanor. —¿Qué les pasa? Parece que están viendo un fantasma.

°•°

DÍA UNO DESPUÉS
DEL ATAQUE

—Vamos Canuto, tienes que ir a desayunar. - Insistió Peter. —Bueno, tienes que comer, cenar y desayunar. - Puntualizó todas las comidas que le faltaban.

—No tengo hambre. - Respondió lentamente. Parecía que le habían robado el alma y el espíritu de una sentada.

El muchacho suspiró antes de tomar asiento frente a su amigo. —¿Qué sucede? ¿Por qué te afecta tanto está situación?

—¿Te parece poco que Snape se encuentre entre la vida y la muerte?

—En primer lugar, los sanadores nos acaban de explicar que ya está prácticamente fuera de peligro.

—¿Entonces por qué no despierta?

—¡Porqué lo electrocutaron! ¡Dale su tiempo! Necesita descansar y tomar fuerzas ya que de lo contrario su cuerpo hará corto circuito nuevamente.

Sirius resopló antes de moverse incómodo en su silla y cruzarse de brazos. Sin embargo, Peter pudo escuchar el quejido que su amigo intentó disimular.

—¡Por Merlín, Canuto! ¡Te duele hasta respirar! ¡Tú debes descansar!

—No, no, no voy a descansar ¡No puedo moverme de aquí hasta que Snape no despierte! - Replicó con impaciencia. —¡Él me salvó! ¿Puedes creerlo? ¡Me salvó! Yo era el imbécil que estaba parado en el charco y cuando él se dio cuenta de lo que iba a ocurrir me quitó del medio.

Peter abrió sus ojos impresionado antes de mirar al pálido muchacho que seguía sin intención aparente de despertar.

—Bueno, no me sorprende tanto. - Soltó una vez que se recompuso. —Aunque no lo parezca, Snape no es mala persona. - Admitió. —Nos ayudó con las pociones PPP de Remus, y no solo las hizo, las mejoró y se quedó a verificar su estado de salud cada noche... Y te lanzó una vara como ¿Mil veces?

Sirius suspiró ligeramente. Peter tenía razón, Snape no era un zángano.

—Snape podrá ser un amargado, antipático, deprimido, egoísta y egocéntrico, pero no es alguien capaz de dejarte morir.

—Colagusano... ¡Argh! ¡Eso no me ayuda! ¡Soy el perro infeliz que lo ha insultado, hechizado, golpeado y lastimado durante muchos años!

—Bueno, Snape también se encargó de lanzarte uno que otro hechizo ¿Recuerdas la vez en la que te quedaste pegado en el techo del baño de chicas por diez horas?

—Doce...

—Ahí está, y no olvidemos que hizo que Slughorn te considerará un imbécil cuando se encargó de arruinar todas tus pociones del tercer año.

—Bueno...

—Así que se puede decir que están a mano, porque si tú hubieras estado en su lugar también lo hubieras quitado del camino ¿No?

Sirius se quedó en un profundo silencio, dudando de sus principios y de él mismo ¿realmente él hubiera quitado del camino a Severus? Recordaba claramente el incidente que ocurrió con Remus años atrás, donde él no solo le falló a su mejor amigo, sino que creyó que eso realmente había sido una excelente broma.

Aquella noche él quería darle una lección a Snape, y eso casi lo mata de manera literal. No pensó en la culpa que cargaría Remus por el resto de su vida ni siquiera pensó en que podrían terminar en un lugar peor que Azkaban. Fue James el del sentido común, fue él quien logró hacer todo lo correcto, sacó a Snape de ese lugar sano y salvo y logró controlar a un lobo.

Pero, sobre todo, con un golpe que lo dejo en el suelo y le provoco un moretón que permaneció en su cara por semanas, logro hacerle ver lo estúpido e imbécil que había sido.

¿Realmente él era una buena persona?

El dilema moral de Sirius pudo ser apreciado de forma clara ante los ojos de Peter, reconocía esa cara en el rostro de su amigo, la había visto en múltiples ocasiones cuando la culpa y los remordimientos se acumulaban sobre sus hombros.

Peter suspiro antes de soltarle un fuerte golpe en la cabeza.

―¡AUCH! ¡Idiota me duele todo y aun así me golpeas!

―Te lo mereces por estúpido. - Se defendió de inmediato. ―¿Dudar de ti mismo? ¿En serio Black? Serás un egocéntrico, gigoló, narcisista, bravucón y vanidoso, pero escúchame bien, Sirius Orion Black ¡No eres una mala persona! Tal vez tú no puedas verlo ahora, pero yo, que te conozco y te quiero, sé que hubieras sido el primer idiota impulsivo en saltar para proteger a Snape.

—¿De verdad...?

—Tuviste la oportunidad de entrar a Hogwarts y estar a salvo, pero no quisiste hacerlo porque Snape aún no había vuelto, ¿Ves?

Los ojos grises del muchacho se llenaron de lágrimas y pronto se lanzó a los brazos de Peter para llorar con toda la tranquilidad del mundo.

Por su parte, Colagusano lo recibió sin problema alguno y dejó que se desahogará, el ser el único consciente después del ataque le había sentado mal a su amigo, Pettigrew apostaba todo su capital a que se sentía culpable por no haber hecho más por sus amigos.

Después de varios minutos donde lo dejó llorar mientras él comía papitas adobadas que la pelirroja le había traficado días atrás, Sirius se recompuso.

―Anda, vamos a que te des un baño y te quites toda esa sangre seca, luego comerás correctamente y dormirás lo que te hace falta, y solo hasta entonces vendrás a ver a Snape.

―Pero...

―Nada de peros, estoy seguro de que Snape seguirá dormido cuando vuelvas. – Peter tomó a Sirius de una oreja y se lo llevó fuera de la enfermería.

Harrison y Eleazar compartieron una mirada en unas camas al fondo. Ambos habían escuchado la conversación y no porque fueran chismosos, sino porque ese par no tuvo la sensatez de correr aunque sea sus cortinas o hablar más bajo.

Entonces tanto la mirada verde y azulada de ambos varones se posó sobre la cama de Snape.

―Creo que a Gabo no le gustará esto. – Se burló ligeramente el chico.

―¿Gabo? ¿Hablas de Gerardo? ¿El chico que los tatuó y ahora es bombero?

―Ese mero, ha estado coladito por el Cuervo desde que este lo salvó cuando se rompió toda la madre en su moto.

―¿Lo salvó? No entiendo.

―Simón, al igual que Eileen al Cuervo se le da bien lo de las pociones y brujería sanadora, así que lo ayudó de esa manera.

―¿Expuso el secreto mágico?

―No, para nada, creo que le dijo que eran remedios herbales y así.

―Vaya... No sabía que a Severus le iban los chicos. – Musito ligeramente sorprendido el mayor.

―Y según yo no le van del todo, por eso mismo Gabo ha tenido dos años difíciles.

―Oh... de lo que uno se entera.

―Eres un chismoso, Harrison.

―Tú también.

°•°

Los ánimos en el gran comedor no eran para nada buenos, aunque la mayoría de los estudiantes estaba estudiando como cada lunes, una buena parte no podía simplemente con la idea que el día anterior un ataque se había registrado de nueva cuenta.

Aquel periódico de nombre "El Profeta" tenía un llamativo titular en la primera plana:

"MORTIFAGOS ROSTIZADOS"

En sus páginas se hablaba del ataque que se registró en Hogsmeade, pero más allá de profundizar en un ataque más, el texto se volvió en torno al "¿Cómo treinta mortifagos terminaron severamente heridos y se encuentran en estado crítico en San Mungo"

En ese ejemplar del periódico se mencionaba a los locatarios quienes pelearon hasta ser chamuscados, pero también hacía un gran énfasis en los alumnos de séptimo año que se quedaron a combatir, insinuando que ellos o al menos uno de ellos, se había encargado de causar semejantes daños hacia los magos oscuros más temidos.

Y después de eso, se encargaba de burlarse ligeramente de Hogwarts haciendo una falsa alabanza por tener bien capacitados a sus alumnos para destruir un pueblo entero. Pero finalmente la pregunta que quedó en el aire fue ¿Quién había sido capaz de hacer semejante destrozo? O mejor aún "¿Cómo..?"

James explotó al leer esas líneas, y arrojó con fiereza el pedazo de papel que tenía en sus manos.

―¡Son unos malditos! ¡En lugar de preocuparse por los estudiantes hacen este tipo de notas absurdas!

―James... cálmate un poco. – Musito Lily. ―No te enfrasques en estas notas sin importancia.

―¡Ese es el problema! ¡Qué si tienen importancia! – Refuto. ―Ahora las miradas estarán sobre los chicos.

―Stella y Pandora apenas y han podido librarse de los aurores. – Aportó Remus. ―Cuando fui a verlas esta mañana, ambas estaban respondiendo el interrogatorio, ni una sabía que había ocurrido, pero los aurores insistían en que mentían.

―Si ellas no fueron. – Habló Marlene. ―Significa que los únicos que quedan son Sirius, Snape y O'Malley.

―¿Acaso estás insinuando que uno de ellos destrozó el pueblo? – Le cuestiono Frank.

―¿Qué no es obvio? Dudo mucho que los mortifagos se hayan atacado entre ellos.

―O bien, puede qué...

―Uno de sus hechizos...

―Saliera mal... - Comentaron Fabián y Gideon.

―Lo dudo. – Insistió la rubia. ―Los mortifagos no son cualquier cosa, ¿Creen que el señor tenebroso tendría a unos ineptos trabajando para él? Yo digo que fue...

―Severus recibió una potente descarga que lo mató por unos minutos. – Replicó de inmediato Lily, la cual estaba bastante enojada con ese tema. ―Sirius apenas y puede moverse, y Eleanor está en coma ¡¿Qué importa si uno de ellos destrozó el pueblo?! ¡Solo querían sobrevivir!

Las mejillas de la rubia se enrojecieron de inmediato al ver como los demás tomaron sus palabras. ―Yo... no me malinterpreten, solo me da curiosidad saber... - Marlene se quedó en silencio ya que el puntapié de Alice le hizo comprender que tenía que cerrar la boca.

―Al diablo. – James dejó su tenedor en su plato antes de ponerse de pie. ―Iré a verla,

―Te acompaño. – Se le unieron de inmediato Remus y Lily.

°•°

―Sirius... ya suéltala.

―No, la última vez que la solté terminó muerta.

―Sarnoso... voy a terminar muerta si no me dejas respirar.

Solo hasta entonces Sirius la soltó. Los ojos grises de aquel hombre estaban empañados por lágrimas y melancolía, pero al mismo tiempo llenos de felicidad por poder volver a ver a su mejor amiga.

―Entonces, el brote de magia que acabó con Hogsmeade años atrás, logró traerte hasta acá. – Dedujo Remus.

―Increíble, la magia sigue sorprendiéndome. – admitió Peter.

Lo primero que pensaron los tres merodeadores cuando Eleanor apareció frente a ellos, es que eso era una broma de muy pero muy mal gusto, cuando se dieron cuenta de que realmente era una persona, del mismo modo como lo hizo Severus, cada uno sacó su varita y le amenazó.

Aunque la serenidad de Severus era la prueba latente de que realmente era ella, cada uno tuvo que verificar que así fuera, ya que si de lo contrario, alguien se atrevía a usurpar el lugar de la cobriza, esa persona terminaría muerta.

Cuando por fin comprobaron que Eleanor era real, las lágrimas y los abrazos no se hicieron esperar, aquello era como una especie de milagro.

Y fue entonces cuando comenzó la lluvia de explicaciones y deducciones de cada uno de los mayores para encontrarle sentido a todo este embrollo.

―Tenemos que irnos. – La voz arrastrada del pocionista llamó la atención de todos. ―Prácticamente ya anocheció y ustedes no han vuelto al castillo. – Señaló lo que estaban dejando pasar por alto sus estudiantes.

―¡¿Qué?!

―¡No!

―¡No nos vamos a ir!

―¡Es mamá!

―Sé que es su madre, pero también sé que los expulsarán del colegio si se enteran que están a kilómetros de distancia del lugar.

―¡Al diablo el colegio! – Soltaron a la misma voz los dos muchachos antes de avanzar directamente hacia la pelirroja y ponerse tras de ella, como si la cobriza los fuera a proteger.

Ese gesto fue de manera instintiva, y casi por instinto Eleanor quiso pelear con Snape para quedarse con sus hijos, pero el ver esa seria y oscura mirada sobre ella, le hacía entender que el pocionista tenía sus razones.

―¿Hay alguna forma de que ellos puedan salir de Hogwarts sin perder el año? – Le cuestiono al pálido hombre.

―La hay, soy su padrino y tutor legal. – Afirmó Snape. ―Pero para poder sacarlos del colegio, necesito que estén dentro y que Umbridge los vea.

―¿Quién chingados es Umbridge?

―La nueva directora del colegio. – Le informo Remus.

―¿Ya se murió Dumbo?

―No, lo destituyeron.

―¿Qué?¿Por qué?

―Eso no importa ahora. – Severus prácticamente gruñó. ―Tenemos que volver.

―¡No! – Volvieron a decir los muchachos.

La cobriza suspiro y se giró hacia sus hijos. ―Harry, James, ya escucharon a su padrino, tienen que volver y pronto él los traerá de vuelta.

―Pero ¿Y si te vas?

―¿Y si te vas antes de que volvamos?

―Yo... - La pelirroja no podía prometer cosas que estaban fuera de su alcance, pero tampoco podía darles una negativa. ―Estaré aquí cuando vuelvan. – Afirmó, así tuviera que aferrarse desesperadamente a esa época, lo haría. ―Así que vayan que no me moveré de aquí.

Los hermanos se giraron para poder comunicarse a través de una mirada y pronto vieron directamente a los ojos verdes de su madre. Aquella mirada solo les transmitía confianza y seguridad, por lo cual ambos chicos salieron detrás de ella para caminar hasta Snape.

―Qué sea rápido.

―Tenemos muchas cosas que contarle.

―Y ella tiene mucho que decirnos.

―Así que no tardes.

Snape volvió a gruñir ante las demandas de los adolescentes, para después mirar a Hermione y Ron quienes habían hecho hasta lo imposible por camuflajearse con la alfombra para no incomodar a los demás.

―Andando.

Los dos chicos restantes se despidieron de los mayores a sabiendas de que estos no volverían.

Cuando Severus desapareció junto con los adolescentes, inmediatamente la sonrisa de Eleanor se esfumó. La pelirroja soltó un suspiro bastante pesado antes de girarse hacia los tres mayores.

—Estoy muerta. - Susurro con desaliento.

—Sí... - Le confirmó Remus con su voz empañada de pena. —Desde hace catorce años.

—James... - Continúo Sirius. —Él también murió.

—Pero tus hijos fueron bien cuidados. - Le aseguro Peter. —Severus se hizo cargo, pero tus hermanos, tu padre, Remus y yo, estuvimos presentes en su crianza.

—¿Y qué hay de Fleamont y Euphemia? ¿Ellos no quisieron...?

—Eleanor. - Sirius aplanó sus labios en una fina línea antes de negar. —Ellos murieron por viruela de dragón, eso fue meses antes de que los niños nacieran.

La pelirroja se derrumbó, de manera literal. Aunque Lupin fue lo suficientemente rápido para sostener su espalda. Los dos se quedaron sentados en la alfombra, mientras que la más joven sufría de un mareo aplastante.

—James, Fleamont, Euphemia. - Musitó con desesperanza. —Esto es horrible. - Sollozó. —¿Alguien más?

—No creo que sea conveniente...

—Peter, ya me dijeron que estoy muerta si tengo que enterarme de más muertes, que sea ahora.

—Eleanor, este día ha sido agotador para ti, tal vez debas tomar un baño y descansar, lo necesitas.

—No Remus, lo que necesito es que me den todos los golpes ahora, quiero saber que más ha pasado.

—Siendo así necesitarás un trago, tal vez toda una botella. - Apuntó Sirius quien estaba conforme con la idea de poner al tanto a la cobriza de todo.  —¿Licor de limón, ron o whisky de fuego?

—Lo que arda más.

—Whisky de fuego entonces.

—¡Black! - Le reprendió Lupin el cual ayudó a la joven a ponerse de pie y ahora la estaba guiando al sofá. —Ella tiene diecisiete, es solo una niña...

—Una niña que acaba de viajar al futuro para ver qué su vida es un asco.

—Mi vida... ni siquiera es un asco por el simple hecho de que no estoy viva. - Eleanor elevó la cabeza para después tomar el vaso con aquel licor ambarino que Sirius le entregó.

Segundos después, Peter Remus y Sirius ya estaban sentados en esa sala, viéndola y mandándose entre ellos.

—James, Fleamont, Euphemia y yo... - Musitó. —¿Uno de mis hermanos o Harrison han muerto?

La simple idea de pensar en que uno de sus niños, de sus queridos hermanos haya perecido en ese tiempo le aterrorizaba más que saber que ella ya había pasado a mejor vida.

—No, El. - Las palabras de Peter la hicieron suspirar de puro alivio. —Tanto tus hermanos como tu padre se encuentran bien, tardaron bastante en reponerse de tu partida, pero James y Harry fueron sus pilares para no derrumbarse.

—Gracias a Dios. - El alivio en su rostro era notable. —¿Qué hay de Stella?

En ese momento la habitación se sumió en un tenso silencio. Las miradas de Black y Pettigrew se pusieron sobre Remus, el cual se mostró incómodo pero al mismo tiempo dolido.

—Stella... - Carraspeó para aclararse la garganta. —Ella y yo estuvimos juntos por un tiempo, hasta que se enteró de que soy un hombre lobo, ella se fue aterrorizada y nunca más volvió.

—¡Oh Remus! - Los ojos verdes de la joven sólo reflejaron la pena y la tristeza por aquello. —Lo siento tanto... pero Stella tiene un trauma con...

—Los hombres lobo, lo sé. - Lupin tomó la mano que la pelirroja le ofreció. —Greyback se encargó de arruinar las vidas de ambos. - Suspiró. —Tranquila El, eso ocurrió hace muchos años, está bien.

Pero la joven sabía que no era así, que Remus no estaba bien. Por lo que decidió cambiar la conversación.

—¿Y Regulus?

—Murió. - La voz de Sirius se escuchó robótica, como si hubiera dicho eso durante tantos años que ya salía por pura inercia. —Murió un mes antes que tú, no sabemos las causas ni como, solo sabemos que había muerto.

Eleanor le dio un trago a su whisky mientras sentía como sus ojos comenzaban a picar.

—¿Pandora...?

—Murió cinco años después, ella estaba creando un hechizo nuevo pero de la nada ese mismo rebotó y la mató. - Le explicó Peter.

La joven bebió un trago más antes de limpiar la lágrima que se le escapó.

—¿Narcissa?

—Ella y Lucius se casaron poco después de salir de Hogwarts, tienen un hijo de la edad de Harry y James.

—Que alivio... ¿Bartemius?

—Murió hace un par de años, al igual que yo fue condenado injustamente en Azkaban, los dementores drenaron su alma y voluntad y terminó muerto.

—¿Y Bella?

—Estuvo en Azkaban, pero se escapó hace unos meses...

—¿Hay alguien que no haya estado en Azkaban? ¿Qué pasó con Gideon y Fabián?

—Murieron en un combate, los mataron a ambos.

El corazón de la muchacha se estrujó, ya que aquel par de pelirrojos le recordaban a Elián y Elías.

—¿Frank y Alice?

—Fueron torturados por Lestrange, los torturó hasta que perdieron la razón, ambos se encuentran en San Mungo.

Conforme preguntaba las cosas se iban poniendo peor. ¿Realmente ese era el futuro?

—¿Qué pasó con Amos, Hanna y Amelia?

—Amelia fue jugadora profesional de quidditch hace unos años, ahora es jefa del departamento de regulación mágica en el ministerio. - Le informó Peter.

—Amos se volvió jefe del departamento de control de las criaturas mágicas mientras que Hanna es alquimista. - Continúo Remus.

—Vaya, al menos ellos... - La pelirroja suspiró antes de acordarse de algo. —¿Y Cedric? ¿Cómo está su hijo? - Les cuestionó ligeramente emocionada ya que esa mañana ella había descubierto que era un varoncito y que sería su madrina.

Cedric... El muchacho murió hace unos cuantos meses.

“Será un niño lindo, tan exitoso. Será un gran chico.”

Las palabras de Hanna sonaron en su cabeza, también pudo recordar con claridad los gritos de emoción, lloriqueos y besos que se dieron aquellos tres cuando se enteraron de que era niño.

Y ahora habían pedido a su bebé, a su querido hijo. No quería ni imaginar el dolor tan grande que sintieron tras la muerte de ese muchacho.

Eleanor se puso de pie en un arrebato de violencia para después lanzar su vaso estrellándolo contra la pared. Agarró con desespero su cabeza antes de gritar con la más pura de las rabias.

—¡Eleanor!

—¡¿ÉSTO ES EL FUTURO?! ¡¿O UNA PESADILLA?! ¡La mayoría estamos muertos! ¡Y los que quedan han perdido más de lo que han ganado! ¡¿De verdad este es nuestro futuro?! ¡Por qué no lo quiero!

—Tal vez debas calmarte...

—¡No te atrevas a decirte que me calme, Peter! ¡No me voy a calmar! ¡¿Cómo puedo mantener la calma si mi vida se ha ido de mis manos?! ¡Tengo dos preciosos hijos que son huérfanos! ¡La mayor parte de mis conocidos perecieron! ¡¿Cómo me voy a calmar?!

—Rojita... - Sirius intentó acercarse a ella, pero ésta lo rechazó. Él la comprendía, si su versión joven viajará dieciocho años en el tiempo y se diera cuenta de lo horrible que se volvió su vida, también estaría gritando como desquiciado y rechazando esa realidad.

—¡James está muerto! ¡James murió! ¡¿Cómo se atrevió a morir?! ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo fue que pasó esto?! ¡¿Cómo es que casi todos terminamos cuatro metros bajo tierra?!

Remus se acercó a la cobriza y a pesar de sus manoteos y gritos la jalo hasta él para abrazarla.

Eleanor peleó para librarse de sus brazos, pero el mayor era más fuerte y más terco, por lo que terminó rindiéndose y comenzó a llorar en el hombro de su amigo.

—Todo tiene una explicación Eleanor. - Apuntó Peter. —Todo esto ocurrió gracias a...

—¡¿DÓNDE CARAJOS ESTÁ?! - Un potente gritó se escuchó en la entrada, junto con el portazo de una puerta que muy probablemente quedó estrellada en la pared.

Fuertes pisadas se escucharon, por lo que Sirius y Peter se miraron antes de avanzar para ver al intruso.

—¡¿Dónde demonios está Snape?! ¡¿Está borracho?! ¡¿Cómo diablos se atrevió a mandarme un Patronus diciéndome esa sarta de estupideces?!

—Eleazar, cálmate, Severus está en Hogwarts en este momento. - Comenzó Peter. —Pero todo lo que te dijo...

—¡Es una maldita broma de mal gusto! ¡Gracias a Dios que mis hermanos y mi padre no estaban ahí!

—Halcón, escúchame... - Sirius suspiró, explicar aquello sin que aquel hombre le arrancará la cabeza era prácticamente imposible. —¿Sabes qué? Míralo tu mismo.

Eleanor que seguía en los brazos de Remus, elevó la cabeza cuando escuchó la palabra “ Halcón ” sus ojos verdes conectaron con los ojos dorados del lobo, el cual sonrió y asintió.

La pelirroja se separó del abrazo del mayor, y con el dorso de su mano limpió sus mejillas para así poder girarse.

Entonces fue cuando su mirada colisionó con una del mismo color. Frente a ella, a unos cuantos metros de distancia, se encontraba un hombre, era bastante alto y robusto, muy seguramente tenía una musculatura muy marcada. Mientras que sus facciones eran duras y tensas. Tenía una barba pronunciada en su mandíbula.

Aquel hombre quien venía dispuesto a matar al "gracioso" quedó desarmado inmediatamente cuando sus ojos miraron a esa muchacha de cabellos rojizos.

—¿El?

—Hola El. - Sonrió la pelirroja antes de soltar muchas lágrimas más. Su muchacho había crecido tanto y se veía bien. —Supongo que ahora soy la menor ¿No lo crees?

Aquel hombre pasó como un rayo entre los demás, para después plantarse justo enfrente de aquella muchacha. Con un nudo en la garganta y sus ojos picando, la envolvió en un abrazo desesperado.

Por fin estaba completo, su otra mitad había vuelto.

°•°

—Eleazar. - Aquella joven de cabellos rojizos llegó hasta él y segundos después lo abrazó. —Todo estará bien, Eleanor va a despertar pronto.

—Lo sé. - El chico se sintió ligeramente incómodo ante el abrazo, pero aún así lo aceptó. —Yo estaré aquí cuando ella despierte.

—Eleanor te va a golpear a penas te vea. - Puntualizó la joven. —Mírate por un segundo, estás lleno de ojeras porque muy seguramente no dormiste en toda la noche, y apuesto mi cabellera a qué no has probado bocado desde ayer.

—No tengo hambre. - Explicó con simpleza mientras se separaba de ella.

—Eleazar, necesitas comer y dormir, ¿Eres estudiante de medicina no? Pues sigue las recomendaciones que te han dado en estos meses. - Le riño cuando se separó de él. —Vamos, necesitas estar fuerte para tu hermana.

—Lily no es... - Pero el joven no fue escuchado ya que la bruja lo tomó de la mano y lo arrastró junto con ella. —No te importa mi opinión ¿Cierto?

—En lo absoluto.

Ambos jóvenes salieron de la enfermería dejando solamente al moreno y a Harrison a un lado de la cama de la pelirroja.

Los ojos azules del mayor miraban al chico, aquel muchacho de piel morena estaba parado a los pies de la cama con su mirada fija en su hija.

—Yo... iré por un café. - Se excusó el mayor el cual comenzó a caminar en dirección a la puerta, antes de marcharse por completo palmeó la espalda del chico antes de retirarse.

En cambio James, se quedó ahí, con sus ojos fijos en su novia. Le dolía mucho verla tan pálida y ojerosa, con aquellos rasguños y aquellas manchas rosadas de sus quemaduras que estaban por sanar.

—Hola, Bonita. - Le saludo con tristeza. —Creo que ya has dormido demasiado ¿No? - Le pregunto con una ligera sonrisa triste. —Tienes que despertar pronto, cariño. Apenas llevas unas cuantas horas sin despertar y ya me siento como un loco sin ti.

El león tomó asiento en la cama y después con su mano acarició la mejilla de su novia.

A unas cuantas camas de distancia Sirius seguía haciendo guardia a un lado de Severus. El primogénito Black solo se fue a dar un baño y a comer un poco antes de volver. Ya que tenía que estar aquí cuando Snape despertará.

Y en otra cama se encontraba Remus, el cual había llegado con un ramo de margaritas para ver a Stella.

—Es que soy inútil una. - Lloriqueo la chica. —Si yo hubiera sido buena en defensa, nada de esto hubiera pasado.

—Stella, eso no es verdad.

—¡Es cierto! ¡Pandora y Norelea lo dieron todo pero yo no nada hice! ¡Solo estorbe! ¡No debo de ser llamada bruja!

Remus suspiró antes de acercarse y abrazar a la chica. —Eres una bruja maravillosa, eres excelente en herbología, eres capaz de clasificar cada planta, y también... Eres muy buena en pociones. - Aseguro. —Eres una excelente bruja.

—Pero...

—Ven aquí. - El muchacho atrajo a la rubia a sus brazos para poder consolarla. —Eleanor estará bien, y no cargues responsabilidades que no son tuyas Stella.

—Musre... ¿Me dejas llorar un poco?

—Aquí siempre tendrás dos hombros para llorar. - Aseguró.

Y entonces la tejona se quebró en un fuerte e inconsolable llanto, en dónde el león acarició sus cabellos y la envolvió para que está sintiera seguridad.

Pero en el fondo, aquel lobo estaba muy molesto, desde ayer cuando se sintió un inútil por no poder cruzar al pueblo para ayudar como refuerzo. O desde que todos sus amigos llegaron en un mal estado a la enfermería.

Pero sobre todo, estaba angustiado por Stella, ya que la simple idea de que algo o alguien le hiciera daño le volvía loco.

Remus no sabía en qué momento aquello había empezado a surgir en su interior, aunque ahora estaba más que claro que tenía unos fuertes sentimientos con respecto a Stella.

Él tenía que encontrar una forma para protegerla y hacer que esto no volviera a suceder.

Sus ojos se elevaron para ver a unos ojos marrones que también lo miraban desde una de las camas del fondo. Pronto, su mirada se conectó con una grisácea.

Los tres comprendieron los pensamientos del otro. Esa situación no iba a ser pasada por alto.

°•°

—Estas... estás viva. - Eleazar se negaba a soltar a su hermana. Él lloró y sufrió tanto su muerte.

Aún recordaba esa noche, cuando llegó a la casa de su hermana y su esposo, cuando encontró el cadáver de su cuñado en las escaleras y también recordaba perfectamente el cuerpo sin vida de la pelirroja.

Una habitación destrozada, con una cuna al fondo en donde dos niños lloraban, y su otra mitad ahí, inerte en el suelo, con sus ojos viendo a la nada, con rostro sin alma, era solo un cuerpo vacío.

Recordó cuando caminó hasta ella, cuando la tomó en sus brazos y sintió una frialdad estremecedora. Su piel tersa estaba helada, porque ella había muerto.

Por ese motivo no la soltaba, quería sentir su calidez, escuchar los latidos de su corazón. Quería quedarse con ella hasta el final. Meterla dentro de una cajita y no dejar que nadie le volviera a hacer daño.

—Mi hermanita. - Sollozó nuevamente.

—Eleazar. - Lloriqueo la pelirroja, ya que por fin en los brazos de su mellizo sintió la seguridad que tanto le faltaba desde que llegó a ese tiempo. —¿Cómo es que sucedió todo esto? ¿Por qué? ¿Por qué lo perdí todo?

El mayor tragó en seco, sintiendo un nudo en su garganta. No quería ni imaginar el dolor y la confusión que su otra mitad estaba sintiendo, era solo una niña que le dio un vistazo a un futuro desolador.

Pero ella tenía una buena pregunta ¿Cómo es que había pasado todo eso?

Aquel hombre besó la frente de su hermana, y poco a poco se separó de ella para poder hablarle con franqueza.

—Lo que pasó... El peor error de todos, fue unirnos a la Orden del Fénix.

°•°

Ellos siempre fueron cuatro, conocidos por años como los “merodeadores” o bien, como ”cuarteto de idiotas” Si uno de ellos hacía una estupidez, el otro también lo haría.

Por ese motivo, si tres de sus amigos querían hacer algo estúpido, él los apoyaría con los ojos cerrados.

Y gracias a esa decisión, es que cuatro individuos se encontraban dentro del despacho de su director.

Dumbledore, a pesar de su cansancio mental de lidiar con Harrison O'Malley, se encontraba complacido de que cuatro muchachos sobresalientes se encontrarán ahí, pidiéndole aquello.

—Ustedes... ¿Están seguros de lo que me están pidiendo?

—Sí, señor. - Respondieron los cuatro.

—No se atreva a decir que nos equivocamos.

—Hay un rumor que va de boca en boca donde se dice que usted lidera a ciertas personas.

—Para combatir a Lord Voldemort.

—Sí , eso es cierto.

—Entonces estamos dentro.

—Ustedes son solamente unos chicos, son mis estudiantes. - Señaló lo obvio el director. Pero él sabía bien la tenacidad y terquedad de un Gryffindor.

—Y también somos mayores de edad, profesor Dumbledore.

Aquel hombre entrelazó sus manos y recargo su barbilla sobre ellas, mirando uno a uno a cada muchacho.

—¿Esto es por venganza, señor Potter? ¿Es por vengar a la señorita Le Fay?

—No es necesario vengarla porque ella no está muerta ni morirá. - Señaló con la mandíbula tensa. —Esto es para prevenir, señor.

—Los cuatro seremos aurores. - Apuntó Sirius. —La academia ya nos ha aceptado, de todas formas vamos a pelear contra mortifagos.

—Así que será mejor para usted tenernos en sus filas.

—Esto no es venganza, es para que el señor tene... Voldemort sepa que hay alguien dispuesto a pelear. - Aseguro Remus.

—Y nosotros estaremos ahí.

—Para hacerle frente.

Dumbledore ocultó una sonrisa debajo de sus manos. Tener a esos cuatro en sus filas era lo que necesitaba para atraer a más personas con potencial que había visto a lo largo de los años, pero sobre todo, para atraerla a ella.

—Siendo así, bienvenidos a la Orden del Fénix.














Antes que nada ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!
Espero que la estén pasando bien con sus seres queridos, ya que este y el anterior han sido años muy difíciles.

Sé y entiendo lo feo que es ver un lugar vacío en la mesa, sin embargo aunque es difícil la vida tiene que continuar, atesorando los bonitos recuerdos de las personas que quisimos.

Disfruten lo más que puedan están fechas ya que nunca sabremos cuando será nuestra última navidad.

Ahora quiero dar un anuncio que ya la mayoría debe de saber pero que aún siguen preguntando.

LAS ACTUALIZACIONES SON LOS DÍAS DOMINGOS O LUNES.

Cuando no voy a actualizar, les aviso en mi muro, o bien en mi instagram @baezzeal.

Así que no me digan que actualicé antes de tiempo. Sé que les emociona algún capítulo y esperan continuación, pero tengan piedad por mí, quiero comer y emborracharme en mi querido Guadalupe Reyes, así que sean empáticos con la escritora y esperen una semana.

Sin más que decir, los quiero mucho y los quiero ver triunfar.
Mizada Mohamed.
❤️

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