Mantequilla, huevos, sal, azúcar, chispas de chocolate, harina...
Todo medido a la perfección en tazas y cucharas para ser separadas aparte en el mesón. Solo que para Shōto apenas y podía diferenciar un cuarto y un tercio de taza si no fuese porque se lo señalaban los propios recipientes. Enji tuvo que repetirle varias veces para que era cada cosa y cómo hacerla, increíble era la paciencia que tenía, había que admitir. Tal vez incluso mejor a cuando Katsuki le enseñó.
Inconscientemente recordó el día de ayer, cuando Katsuki cenó con ellos después de encontrarse con un perdido Shōto junto a Takami en las afueras del centro comercial. La presencia del rubio sin duda animó a todos los que ahí estaban, era un alivio tenerlo cerca. Aún cuando este pidió regresar a la residencia de la UA en vez de quedarse a dormir (que por cierto, Shōto insistió bastante en que se quedase, parando solo cuando vio que el rubio se mostraba incómodo por ello), no quitaba lo agradable de aquel día.
Pasó lo mismo cuando fue semanas atrás a enseñarle su receta de las galletas con chocolate. Ese día recibió más de un regaño por quemar las masa en el horno o por no medir correctamente. Terminó saliendo algo decente a partir del décimo intento, recibiendo una ligera golpiza con la harina que él hizo caer de forma accidental, recibiendo risas por parte de Natsuo que lo grababa para la posteridad. Bakugō al final tuvo que hacer ejercicios de respiración para poder volver a enseñarle con mayor paciencia. Asimismo, le obligó a anotar todo para que no se le ocurra olvidarse ningún detalle, cosa que agradeció.
Aún con todo eso, fue divertido aprender de Katsuki. Los comentarios sobre cada tanda de galletas que probaba para ser aprobadas siempre eran de forma directa (porque según Katsuki no sirve de nada endulzarlas solo para no hacerlo sentir mal), pero su tono no mostraba molestia incluso si se quejaba del sabor a quemado en estas. A la hora de anotar la receta este incluso le ayudó a resaltar las cosas importantes y sobre qué usar y qué no. Cuando quería, Bakugō mostraba su profesionalismo. Se tomaba muy enserio el cocinar, tanto que admitió mientras tomaba chocolate caliente mientras comían las galletas ganadoras junto al resto de los Todoroki que si no estudiara para ser héroe hubiese estudiado gastronomía o algo similar. Enji no pudo evitar pensar en que, de haber sido así, se hubiese convertido en un gran chef. Cosa que tanto Fuyumi como Natsuo concordaron.
—Shōto también me dijo eso— comentó algo avergonzado el de ojos rubí—. Aunque luego escupió algo como "pero nunca podríamos habernos conocido, así que prefiero que hayas querido ser héroe"— sonrió burlescamente mientras imitaba la voz del bicolor—. Es un idiota, de verdad.
Era un recuerdo muy... lindo. De esos que se supone se comparten con la familia cuando deciden hacer algo juntos. Y aunque Katsuki no era parte de la familia Todoroki, se sintió como si fuese un hijo más.
Respiró de forma pesada, regresando a la realidad con el sonido de huevos romperse de forma brusca. Estando solo Shōto y él en esa misma cocina.
Aún así, no se sentía el ambiente familiar que uno esperaría de un escenario como este.
Era como si fuesen dos desconocidos bajo un mismo techo. No había nada más que indicaciones y palabras que ocultaban sentimientos distintos. El mayor suspiró mientras dejaba que Shōto mezclase los ingredientes a su modo. Había una concentración infinita mientras rompía los huevos en un recipiente aparte, por si caían trozos de la cáscara.
Era algo nuevo ver a su hijo hacer cosas de las que no esperaba que tuviese un interés. Bueno, seguro eso también habría pensado de él cuando Fuyumi dijo que el sabía hacer galletas.
—Deja de mirarme viejo, me distraes— gruñó Shōto, ignorando levemente lo que estaba haciendo.
—Si no miro que estás haciendo no sabré qué haces— fue lo que respondió con toda la calma del mundo, tratando de disimular sus nervios al ver cómo Shōto resoplaba por lo bajo—. ¿No querías que te enseñe?
Hubo un pequeño murmullo por parte del aludido que no pudo entender, pero por su tono, parecía quejarse. Enji tuvo que respirar profundo y contar hasta 10, tal y como vio que hacía Katsuki algunas veces para calmarse y que se notaba le funcionaba muy bien, para no sentirse más frustrado de lo que ya estaba.
Shōto obviamente lo estaba evitando. De verdad, por muy inexpresivo que pudiese ser, el hecho de rehuir de su mirada así como ligeros gestos con sus manos lo hacían muy evidente. Más que nada porque eran los mismos que él, su padre, también hacía de joven. Quizás los suyos eran más explosivos, porque bueno, eso era parte de su personalidad, pero la escencia es la misma.
La terquedad para evitar confrontar los problemas parecía ser ya común en la sangre Todoroki.
—Shōto... Sabes que si no me dices nada no voy a saber qué ocurre. ¿Hice algo malo ahora?— el de cabellos bicolor enmudeció— ¿No te lo dije ayer? Estoy aquí para escucharte, aún si no soy el mejor, no voy a juzgarte.
Shōto dejó la cáscara de huevo que tenía en sus manos a un lado, ignorando la incómoda sensación de los restos del mismo entre sus dedos.
Era... muy incómodo. Para el menor de los Todoroki, pensar en tener una conversación normal con su padre seguía siendo algo complicado. El hombre lo sabía, por lo que quiso tenerle paciencia. Y lo agradecía, aunque le costara admitirlo, la amabilidad que su progenitor le estuvo brindando los últimos meses era un buen respiro para su propia salud mental.
Aunque, también, lo hacía sentirse culpable.
—... Katsuki me dijo hace poco que debería, ya sabes, darte una oportunidad— comenzó, llamando la atención del de pelo rojizo, pero antes de poder decir algo, Shōto lo paró—. Tú le dijiste que me lo dijera, ¿no?
Enji arqueó una ceja, confundido. De todas las cosas que esperaba que su hijo le fuese a decir, esa era la última. Y fue sorpresiva, tanto que se le notaba en su expresión.
—No soy un gran detective... pero Midoriya sí— la imagen de un peliverde apareció en la mente del mayor—. Cuando vino con mis amigos la última vez se puso muy nervioso. No sé si sea un problema suyo o algo, pero cuando está así tiende a hablar de más— "por no decir que balbucea todo lo que piensa en voz alta" pensó—. Entre esas cosas, te mencionó a ti y a Katsuki.
Oh.
—Luego, ellos— señaló, refiriéndose a su grupo— comentaron que era extraño que Fuyumi preguntaba por Kats cuando nos vio llegar. No le hubiese tomado tanta importancia si no fuese porque, por alguna razón, ayer de repente él parecía saber sobre Natsuo. Es raro que supiese sobre sus exámenes, porque no recuerdo habérselo mencionado
Okey, estaba muy sorprendido. Los ojos de Shōto estaban clavados sobre él, como si no fuese suficiente la conclusión que dió sobre lo que tenía escondido para sí para tenerlo acorralado.
Si, decir que Katsuki no lo había ayudado sería mentir. Por supuesto que lo ha hecho, e incluso, inconscientemente lo hizo mejorar para sí. No sabía si era porque sus personalidades fuesen parecidas, pero parecía que el rubio podía comprenderlo y lo animaba cuando lo requería. Decir que ese niño no hizo nada por él sería equivocado.
Enji asintió, volviendo a hacer ese dichoso ejercicio de respiración que le había enseñado ese rubio quien era el centro de la conversación. Encaró la mirada de Shōto, no enojado, ni molesto; sino, tranquilo.
—Bakugō y yo nos volvimos cercanos, eso es verdad— el menor se sorprendió porque su padre lo había aceptado tan rápido—. No pienso negar toda la ayuda y apoyo que me ha dado, es un buen chico que no merece ser menospreciado.
—Lo sé.
—Sin embargo, lo que te dijo, sobre perdonarme, salió de él, no de una indicación mía. Ni siquiera le ordené algo, era él quien me daba ideas y me decía que hacer para mejorar mi relación familiar— rió con pesadez—. Lo aprecio, como si fuese... bueno, un hijo mío.
Hijo.
Keigo decía que eso era lo que parecía su relación con el rubio: una de padre e hijo. Y no podía estar más en lo correcto, porque Enji se sintió feliz por ello.
Irónico, que esa persona que se suponía iba a ayudarlo con sus hijos se volvió como uno suyo. Algo que Shōto también pensó.
—Si te... dijera que Katsuki me importa mucho, probablemente no me creerías. Y yo tengo la culpa de ello, porque fui un padre de mierda con todos ustedes... con Touya— tragó saliva al mencionar ese nombre—. Y quería cambiar, te lo dije, quería volverme un padre del que estuvieras orgulloso.
Shōto desvía la mirada— Lo sé, se que lo estás intentando, viejo. Me sorprendió, no, aún me sorprende que recurrieras a un... amigo mío para ello. No supe que pensar cuando me di cuenta de eso, ¿qué se supone que debo de decirte o cómo debería reaccionar?
Volvió a mirar a su padre, a Enji. El brillo en sus ojos denotaban duda, miedo, incertidumbre.
Enji se acercó, a paso lento, mirando que su hijo no se sintiese incómodo por la cercanía. Shōto cerró los ojos.
—No tengo el derecho de ser un padre, lo sé. No tengo el derecho a decirte qué hacer, ni cómo actuar. Lo supe muy tarde, hice todo mal hasta ahora— la mano del de hebras rojizas aterrizó sobre la cabeza del menor, acariciándola con ternura y miedo al mismo tiempo—. Shōto, no tienes que llamarme padre si no quieres, porque no me lo merezco. Pero, y esto te lo estoy jurando, siempre estaré ahí para hacer lo que debí haber hecho desde que naciste; desde que nacieron todos ustedes. Tratarlos como mis hijos.
La mano se alejó, abrió los ojos. Una sonrisa triste fue lo primero que pudo ver. Sin lágrimas, porque no eran necesarias. Shōto lo entendió.
Su mente estaba clara ahora.
—Padre... — murmuró, sintiendo algo de vergüenza por lo que iba a decir después de esa charla— Si te dijera que me gusta Katsuki, ¿qué dirías al respecto?
El otro parpadeó confundido.
—¿Debería de decir algo? Yo ya sabía que te gustaba Bakugō— intentó no reírse por la expresión de sorpresa que hizo el de ojos heterocromáticos—. Eres mi hijo, después de todo. Aunque bueno, incluso Keigo se dió cuenta.
—No puede ser que ese tipo también se dió cuenta— su sorpresa cambió a repulsión por el nombre del chico alado.
—Oh, vamos. Sé que te molesta su existencia pero podrías al menos fingir que no te molesta tanto— suspiró—. Entonces, volviendo al tema ¿debo de suponer que lo que me pediste ayer es por Bakugō?
Shōto se sonrojó.
—Y también las galletas... Quería devolverle el favor y pensé que podría hacerlo con esto.
El mayor miró cómo Shōto jugaba con sus manos nerviosamente. Oh, era justo como cuando él era joven, de cierta forma, le hizo feliz verlo así, algo que nunca creyó ver en su hijo tan inexpresivo.
—Llegará más tarde, así que no te preocupes. Ahora, volvamos con lo que tenemos aquí en las manos.
Enji tuvo una sonrisa en su rostro el resto del día, sintiéndose más liviano que antes.
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¡Feliz año nuevo gente!
Espero que les haya ido muy bien este año y que el siguiente sea aún mejor.
Voy a ser sincera xd
Había escrito el siguiente capítulo antes que este porque ya lo tenía desde hace tiempo que quería escribirlo. Siendo ese el penúltimo.
¡En fin! Muchas gracias a todos por leer esta historia y acompañarme durante todo este tiempo. Los aprecio mucho gente ✨✨✨✨