El Rostro de una Mentira

By darlis_steff

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En un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personali... More

El Rostro de una Mentira
El día que nací
Prefaccio
Capítulo Uno: Hola, Leonid
Expediente abierto
Capítulo Dos: Gracias por tu compra
El Caso de Carolie Cox
Capítulo Tres: Espíritu, tumor o locura
Mensajes enviados entre Shaina y Azhar
Capítulo Cuatro: Cocodrilo
El caso de Lane Cove
Capítulo Cinco: ¿Quién es Rebecca?
Capítulo Seis: Crocodrile Woman
Capítulo Siete: Dos opciones
Capítulo Ocho: Hola, Traviesa
Capítulo Nueve: Primer paso
Capítulo Diez: Tres no son multitud (+)
Capítulo Once: Tentar
Encontrado cuerpo a las afueras de Ryde
Capítulo Doce: Ser mala
Capítulo Trece: Rara Vs. Normal
Capítulo Catorce: Miedo
Capítulo Quince: La niña
Capítulo Dieciséis: ¡Bienvenida al mundo de los raros!
Capítulo Diecisiete: Las voces
Capítulo dieciocho: Dependencia
Capítulo Diecinueve: El loco mundo de Azhar
Capítulo Veinte: ¿Demasiado?
Capítulo Veintiuno: alucinación vs realidad
Capítulo Veintidós: El despertar de Shaina
Sydney amanece con hallazgos escalofriantes
Capítulo Veintitrés: El beso de la muerte
Capítulo veinticuatro: el eslabón débil
La niña que ya no quiso creer en la ciencia (+)
Capítulo Veinticinco: Libre albedrío (+)
Capítulo Veintiséis: ¿Me crees? (+)
Capítulo veintisiete: La liberación de Shaina (Parte I)
Capítulo veintiocho: Víctima
Capítulo veintinueve: No una víctima
Capítulo Treinta: Los cocodrilos tienen hambre
Annie ya no será la chica mala.
Capítulo Treinta y Uno: Soy Azhar Beckett
Capítulo treinta y Dos: Ya no hay grietas, está roto (+)
Capítulo Treinta y Tres: Hola ¿...?
Capítulo Treinta y Cuatro: Odette(+)
Capítulo treinta y cinco: De cuando Odette le sonrío a André
Capítulo Treinta y Seis: La fiesta del pecado
Capítulo Treinta y Siete: La fiesta del orgullo
Capítulo treinta y ocho: la fiesta de la revelación
Capítulo treinta y nueve: Ser superior
Capítulo Cuarenta: ¿Familia?
Capítulo Cuarenta y uno: Reuniones
Capítulo Cuarenta y Dos: Los amantes trágicos

Capítulo Veintisiete: La liberación de Shaina (+) (Parte II)

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By darlis_steff

Capítulo veintisiete: La liberación de Shaina (+) (Parte II)

Shaina.


Anders avanza hacia mí, acariciándome por debajo de la camisa la cintura antes de tomar el dobladillo y alzarla con tal lentitud que le permite dejar una estela de fuego con la caricia de sus nudillos contra mi piel, me hace jadear y también me hace cerrar los ojos cuando pasa la prenda por sobre mi cabeza arrojándola en algún lugar del suelo.

Estoy exhalando con lentitud cuando siento las yemas de sus dedos por mi estómago y su aliento contra mis labios.

—Algún día, Traviesa, reconectarás con tu belleza y verás lo que veo siempre, lo que veo justo ahora, lo que deseo ver mañana —susurra contra mis labios antes de besarlos y tirar con sus dientes del inferior.

Abro los ojos con lentitud encontrándome con los suyos, sintiendo sus manos sobre mis hombros y luego en mi espalda desabrochándome el sujetador, lo que me hace tragar con fuerza a la espera de su próximo movimiento que no tarda en llegar cuando baja los tirantes hasta que las copas se aflojan, hasta que rueda por mis brazos, hasta que se acumula en el suelo y mis pechos quedan desnudos a su vista, pero sus ojos se mantienen en los míos cuando sus manos los toman, sopesando su peso y luego haciéndome gemir y arquear la espalda cuando sus pulgares hacen una presión circular sobre las puntas que endurecen y se yerguen bajo su ataque.

—Quiero hacerte las cosas que te gusta leer —susurra contra mi barbilla—. No sé qué libros exactamente lees, pero he leído un par con el simple propósito de saber qué es lo que hace que tu piel se sonroje, aprietes las piernas y te muerdas el labio, también quiero mostrarte todas las maneras en las que quiero devorarte y adorarte ¿Estás lista para eso, Shaina?

—Sí...

—¿Me dejas hacerlo?

—Por favor.

Me sonríe de costado antes de besarme nuevamente en la boca, bajando el rostro con una dirección directa hacia uno de mis pechos, en donde me lame toda la punta antes de morder haciéndome gemir con fuerza cuando chupa con fuerza, pellizcándome el otro pezón entre los dedos lo que ocasiona que casi de manera inmediata le enrede los dedos en el cabello, arqueándome tanto cómo es físicamente posible y liberando cada sonido que quiere escapar de mí.

Gimo su nombre cuando la mano que no me estimula el pecho se desliza por el centro de mi espalda, entre las mejillas de mi trasero y presiona los dedos contra el lugar en donde mi ropa interior ya se aferra a la humedad en tanto su boca hace un camino de pequeños besos hasta mi otro pecho, dedicándole la misma atención.

Me he tocado, eso puedo admitirlo, disfruto de darme placer a mí misma porque es de los pocos momentos en donde me siento conectada con mi cuerpo y en donde siento que me quería tal cómo soy, lo que es una gran mentira; el darme placer a mí misma me enseñó sobre cuán sensibles son mis pechos, pero con Anders es llevarlo a niveles diferentes, me enloquece, me hace humedecerme y querer más de esto.

Cuando bajo la vista, me encuentro con sus ojos mientras succiona mi pezón y sus dedos me estrujan entre las piernas por sobre la tela de mi pantalón algodón nada seductor, no es que ese sea un detalle que importe ahora. La manera en la que me ve como si en este momento lo fuese todo, es algo a lo que podría volverme una adicta.

Deja escapar de su boca el brote endurecido y húmedo con un sonido, arrastrando la lengua entre mis pechos, por el centro de mi garganta y luego mis labios antes de una vez más robarme el aliento con un beso duro e intenso tan enloquecedor cómo ambas de sus manos deslizándose por mis costados, mis pechos, mi espalda y luego tirando del pantalón de algodón que pateo a un lado.

—Eres hermosa —susurra contra mi boca antes de besarme de nuevo—. Me encantas.

»¿Te gusta esto? Porque quiero hacerte muchas cosas más ¿Puedo? —pregunta, metiendo la mano en la parte trasera de mis bragas, acunándome el trasero y presionándome contra él, haciéndome sentir su erección.

—Este momento lo es todo —Me escucho decir.

Su respuesta es esa sonrisa ladeada antes de hacernos girar y luego hacerme caer de espalda sobre su cama, instándome a subir hasta que mi cabeza descansa contra las almohadas en tanto se desabrocha el jean y luego lo deja caer, quedando en un bóxer gris del que casi sobresale la punta de su miembro.

Trago, ansiosa y nerviosa cuando lo veo trepar en la camina, haciendo una camino directo hacia mí que culmina con él acostándose con su rostro a escasos centímetros del vértice entre mis muslos, abriéndolos ampliamente.

—En un par de libros parece que esto viene primero y estoy de acuerdo ¿Qué mejor movimiento que comerte a la chica con la que te mueres follar? —susurra contra el pliegue entre la mejilla de mi trasero y muslo antes de morder—. Me parece un credo maravilloso.

—Los libros... —digo con la respiración agitada— son buenos manuales.

—Lo son —concuerda arrastrando la lengua por mi piel y luego acariciando con la nariz el borde de mis bragas—. Son educativos.

Dedos toman la cinturilla y las bajan por mis piernas luego no hay advertencia, simplemente su boca se encuentra en mí cómo aquella noche en el almacén en la librería. Me arqueo y aferro a las sabanas en tanto un grito agudo escapa de mí al sentir su lengua, sus besos y pequeños mordiscos, ante los sonidos húmedos que resuenan y la manera en la que poco después sus dedos también me tocan, introduciendo un par de ellos y elevándome tanto, pero tanto que ni siquiera veo venir cuando el orgasmo me abruma y gimo con fuerza.

Estoy segura de que estoy mojando sus sabanas, pero no parece importarle cuando me ve directamente a los ojos con pupilas totalmente dilatadas y se quita el bóxer, revelando su destacable erección y para mi sorpresa descubro que esa parte de su cuerpo no se encuentra pálida cómo el resto de su piel, no es lo que esperaba...De hecho está tatuado justo ahí.

En todo su grosor y longitud no logro distinguir el intricado diseño a blanco y negro, pero cuando me incorporo y gateo hacia él para verlo de cerca, descubro que se trata de un diseño demasiado vivo del interior de un robot, es demasiado real tanto que casi pensaría que no es de carne cómo cualquier miembro masculino. Tentativamente lo tomo con una mano, sintiéndolo caliente, terso y duro, con el pulgar intento seguir los trazos de la tinta y se estremece también vislumbro letras y números unidos al azar en uno de los lados, su punta es la única parte libre de tinta y el contraste es impresionante, maravilloso, un tipo de arte que no puedes dejar de ver.

—¿Cómo...? —No completo mi pregunta cuando mi otra mano también lo envuelve, no puedo despegar la vista porque no dejo de descubrir trazos y detalles de nuevo de tinta.

—Confianza, horas, dolor y una erección —responde con una risa ronca.

Me lamo los labios antes de sacar la lengua y pasarla por la punta, nunca he hecho esto y pese a que he leído un montón de ello, no es lo mismo en la práctica, pero consciente de la manera en la que una de sus venas late supongo que eso es bueno y abro la boca tomando tentativamente una parte de él, cerrando los ojos con deleite cuando un sonido de satisfacción escapa de él. Le gusta.

Así que me meto otro poco más, deslizando mis manos y viendo la manera en la que la tinta desaparece y reaparece entre mis manos y la humedad de mi boca.

—Shaina —dice mi nombre y alzo la vista aun teniéndolo en mi boca—. ¡Maldita sea! Esa es toda una imagen.

Desliza su pulgar por mi mejilla hasta la comisura de mi boca en donde se acumula saliva y luego desliza ese dedo alrededor de mi boca envolviéndolo.

—¿Puedo estar ya dentro de ti? Porque esto me está matando, traviesa.

Lo libero de mi boca y me incorporo pasando los brazos alrededor de su cuello. No sé cómo me ve o si soy tan hermosa físicamente cómo lo dice, pero sus ojos en este momento me hacen creerle, me hacen desear tener la visión de la forma en la que físicamente me percibe.

—Sí, estoy lista.

—Déjame ir por el condón.

—No.

—¿No?

—No —Sacudo la cabeza en negación—. Yo solo...Tuve sexo pocas veces.

Dos veces un mismo día, eso fue todo, pero no entro en detalles.

—Y no he estado con más nadie —Siento el calor acumularse en mi rostro, pero ha quedado en claro que en este momento soy otro tipo de Shaina a la que eso no le importa.

—Estoy limpio, siempre lo he hecho con condón, pero no tengo papeles inmediatos que mostrarte para que me creas.

—No me importa.

—Claramente debería importarte en este momento —Comenta retirándome cabello del rostro y bajando la vista a mi rostro—. Estoy limpio ¿Tienes algún método anticonceptivo? No me lo tomes a mal, apuesto a que haríamos unos bebés francamente bonitos, pero no suena atractivo embarazarse en los primeros encuentros ¿No te parece?

—Tonto —Rio por lo bajo— y no, no puedo.

—¿No puedes, qué?

—No puedo tener hijos. Soy estéril.

Sus cejas se alzan y creo que no sabe qué decir, así que lo saco del aprieto para que el momento no termine.

—Estoy bien con eso, no quiero hijos, nunca.

No quiero a niños heredando mis locuras – si es que las tengo –, no quiero esa responsabilidad, no me imagino en ello, nunca estaré lista y no siento un vacío en mi vida por ello, me da paz saber que no me reproduciré, que no traeré vida al mundo ni siquiera me gustan los niños y mi infertilidad nunca me ha molestado, se ha sentido cómo otro rasgo en mí que no cuestiono y que acepto sin problema.

—Por favor, haz que suceda, Anders.

—No tienes que pedírmelo dos veces, te doy todo lo que quieras, Shaina. Todo.

Me hago hacia atrás en la cama, volviendo una vez más a caer con la cabeza sobre sus esponjosas almohadas, con lentitud abro las piernas a la expectativa cuando se arrodilla entre ellas, apoyando su peso contra los talones de sus pies y alzándome hasta que mi trasero descansa sobre sus muslos, consiguiendo un ángulo en donde mis caderas se encuentran elevadas.

Sigo con la mirada la manera en la que se toma con una mano y gimo cuando lo desliza contra mi humedad, mojándose y torturándonos a ambos. Apoyándome y alzándome sobre mis codos, junto a él veo la manera en la que poco a poco, centímetro a centímetro, su tinta se pierde en mí cuando comienza a introducirse en mi interior.

Mi cuerpo protesta porque no está acostumbrado al estiramiento y esto es algo que solo hice un par de veces, me quema un poco por su tamaño y resulta excitante con una pizca de extrañeza. La estimulación visual de presenciarlo ayuda a que mi cuerpo se relaje e inicie un proceso tan natural como lo es adaptarse a su invasión en mi interior que es deseada. Cuando se encuentra totalmente dentro de mí sigo el ascenso de sus manos hasta mis caderas, en donde me toma fuerte y luego mis ojos suben por sus tensos abdominales tensos y sudorosos, su tembloroso pecho por las respiraciones erráticas y la belleza irreal de su rostro en contención: mandíbula tensa, ojos a medio cerrar y manchas de sonrojos en sus mejillas, sudor cubriéndole la frente.

Me dejo caer de espalda contra la cama y no puedo evitar sonreír. Estoy haciendo esto y se siente bien, sin culpas, sin miedos, sin arrepentimientos.

—¿Esto está bien? —pregunta con la voz enronquecida.

—Quiero más —respondo removiéndome y sonríe una vez más.

—Entonces hay que darte más.

Sus manos en mis caderas me mueven contra él y en un principio el ajuste es un poco incómodo, pero consigo humedecerme todavía más, mi cuerpo se adaptándose tras un par de minutos en los que sus embestidas comienza a hacerse más fuerte, ocasionando que la carne de mis muslos tiemblen y que mi cuerpo se deslice arriba y abajo contra las sabanas. También comienza a hacerme gemir y sudar en tanto entra y sale de mí, clavándome los dedos contra la piel y viendo la manera en la que se pierde una y otra vez dentro de mi cuerpo.

Se siente increíble, me hace sentir viva y poderosa, además me da la visión preciosa de su cuerpo empujando contra mí, de su deseo ardiente incrementando con cada empujón de sus caderas. Y cuando nuestras miradas conectan, maldice, viniendo hacia mí en un cambio de posición en donde básicamente está acostado sobre mí, sosteniendo con un codo parte de su peso, apoyado aun de rodillas y con su otra mano empujando una de mis rodillas hacia mi pecho para mantenerme abierta y dispuesta. Sus estocadas se vuelven más fuerte y en esta posición consigo sentirlo más profundo, lo que me hace emitir cortos y agudos gritos en tanto mis dedos se enredan en su cabello lleno de sudor y lo aprieto en mi interior, queriendo aferrarme a cada pulgada de su miembro, a la manera en la que se siente dentro de mí.

Recarga su frente de la mía y nos vemos con fijeza mientras su aliento cálido me golpea en los labios. Es el momento más intenso de mi vida y me doy cuenta de que me hace feliz, de que podría vivir de esta sensación toda mi vida y creo que lo percibe cuando inesperadamente le doy una pequeña sonrisa que lo hace empujar con más rapidez.

Cuando mi pierna se cansa, envuelvo ambas a la altura de su cintura y me muevo contra él en busca de presión en donde más lo deseo, sé lo que necesito y él también por la manera en la que me ve con descaro, esperando.

—Hazlo, no te avergüences, Shaina. Aquí solo somos tú y yo, hazlo si así lo quieres.

—¿No te molesta? —pregunto con una voz enronquecida que me cuesta reconocer.

—¿Molestarme? La idea de que te toques a ti misma me enciende, pero no se trata de mí, se trata de tu placer ¿Quieres tocar? —pregunta en un susurro y asiento—. ¿Quieres que frotarte al ritmo en el que te follo?

Sus palabras me hacen apretarlo en mi interior y gime, empujando aún más fuerte y lamiéndome el centro de la garganta.

—Ayúdame a hacerte sentir bien, muéstrame la manera en la que quieres tocarte, vamos a llevarte al orgasmo, traviesa.

Alentada y sobre excitada con sus palabras, libero una de mis manos de su cabello y la muevo entre nosotros, tocándome en el nudo de nervios entre mis piernas y gimiendo porque embiste más rápido en sintonía con los movimientos circulares de dos de mis dedos y luego me estoy arqueando, gritando y elevándome tan alto que cuando caigo en picado sobre el orgasmo se siente casi doloroso el nivel de placer que experimento.

Me elevo tanto que solo alcanzo a escuchar vagamente sus maldiciones y elogios en tanto se pone tenso, derramándose en mi interior y dejando caer su cuerpo sobre mí con la mejilla entre mis pechos y los dedos aferrados a la sabana.

Mi respiración es agitada, estoy pegajosa entre mis piernas con su miembro aun dentro de mí, mis piernas tiemblan y arden por los músculos trabajados, pero me siento tan bien, tan increíble. Es liberador.

Estoy sonriendo, con la vista clavada en el arte plegado en el techo, percibiendo nuestro olor en la habitación y dejando los minutos correr hasta que se incorpora, me da un beso en la boca y se levanta, yendo al que supongo es un baño y volviendo poco después con una toalla húmeda, pero prefiero envolverme en la sabana e ir hacia el baño a hacerme cargo de mí.

Cuando regreso, está acostado aun desnudo y me invita a acostarme a su lado, dándome el tipo de intimidad que me resulta extraña, pero no desagradable en tanto pasa sus dedos entre los mechones de mi cabello.

No hablamos solo nos vemos y aunque él no es un espejo y no puede ser el reflejo de mí, por un momento encuentro la belleza pérdida de mí en sus ojos y creo en sus palabras, también me aferro a su creencia de que un buen día podré enfrentarme a quién soy, es un tipo de fe en el que me gustaría creer.

Le pido que me hable de los dibujos en sus paredes y apenas comienza, me duermo con el sonido de su voz, no alcanzando a escuchar demasiado y no por estar aburrida, se trata de la calma en su voz, la suavidad de sus dedos acariciándome la piel y la calidez de su cuerpo; y cuando despierto, la cena está esperándome. Es nuevo y a la vez todo parece tan normal, que me gusta creer que no soy tan rara y que tengo derecho a vivir momentos cotidianos cómo cualquier mujer de mi edad.

Se me ha negado este tipo de contacto y relación durante largos años, me dijeron que estaba mal y me hicieron creer que estaba dañada, pero soy más que eso. Quiero ser mucho más que miedos.

Durante el pasar de las horas, Anders hace la mayor parte de la conversación, pero también formo parte de ella cuando me pregunta sobre mi amor por los libros, cosas casuales cómo algunos de mis gustos, que no son demasiados, y pequeños detalles en los que nunca nadie se ha interesado.

Le hablo de Sun Hee y sobre cómo he estado teniendo celos de Seung Wook porque ella ahora pasa la mayor parte de su tiempo con él. No hablo sobre mi familia y solo menciono que mi mamá es complicada luego de enviarle un mensaje haciéndole saber que estoy bien, no deseo que llame a la policía o me reporte cómo desaparecida.

Él no me pregunta si me quiero quedar a dormir y me da vergüenza asumirlo, pero cuando el tiempo se desplaza y vistiendo una gran sudadera suya me siento a su lado en la cama mientras lo veo dibujar sobre mí, en otro episodio de su manga de la Crocrodile-Woman, parece evidente que ninguno de los dos desea que yo me vaya.

Me maravillo de los trazos de su dibujo, la destreza y concentración con la que lo hace, sin inmutarse de que lo observe, sin cohibirse y luciendo tan confiado de algo en lo que sabe que es bueno, tal vez, más que bueno.

—¿Por qué no haces tus propias novelas gráficas para publicar? —Me escucho preguntar.

—El contrato lo impide, soy el escritor y dibujante fantasma de alguien reconocido —responde sin dejar de trazar.

No me dice quién es la estafa dándole cara a su trabajo y parece ser un tema del que no quiere hablar demasiado, así que continúo observando en silencio y cuando termina, toma cinta adhesiva pegándolo en la pared por encima del cabecero de la cama.

En ese dibujo estoy vistiendo su sudadera como ahora, sin lentes, despeinada y sonriendo, con el dialogo de: "Me quedo esta noche contigo, chico tonto, ya que insistes."

Y eso me hace reír por lo bajo antes de que me bese, me quite la sudadera y poco después una vez más esté dentro de mí.

***

—¿En dónde estabas y de quién es la ropa que usas? —Exige saber mi tío apenas ve que me ubico detrás de la caja registradora en la librería.

Estoy vistiendo un suéter de Anders por encima de una de sus camisas amplias que me queda hasta las rodillas, no es un look que verías en mí y mi tío Shane parece en alguna especie de shock.

—Me la prestó un amigo.

—¿Un amigo?

—Sí —respondo sin alzar la vista y ordenando todo lo que esté a mi alcance.

No me arrepiento de lo ocurrido durante las últimas veinticuatro horas, ha sido lo mejor que me ha pasado en muchísimo tiempo, fue algo nuevo, pero no me incómodo, ha sido una especie de descubrimiento. En un principio me costó dormirme con alguien a mi lado que no fuese mi mamá y horas después de conseguirlo, cuando me desperté gritando por una pesadilla que no podía recordar, Anders no se quejó, tuvo paciencia trayéndome un vaso de agua y conversando al azar hasta que me volví a dormir.

Me ha traído en su motocicleta y me ha dicho que nuestro trato de que sea quien llame se rompía porque ahora él también quería hacerlo cada vez que quisiera hablar conmigo, me hizo saber que podía usarlo siempre que quisiera y me invitó a cenar, dije que sí a todo porque en serio quiero, de verdad lo hago y estoy asustada de que este golpe de realidad sobre mi familia me lo impida.

—Hemos estados preocupados por ti, Shaina.

—Dije que estaba bien, le avisé a mamá.

—Eso no es suficiente —dice.

Y alzo la vista con lentitud hacia él, lo veo fijamente y eso parece incomodarlo porque desvía la mirada.

—¿Y qué se supone es suficiente, tío Shane? Tengo veintitrés años, puedo salir si así lo quiero y avisé que estaba bien.

—Sabes que no funciona así, afuera hay mucho peligro.

Y adentro con mi familia también.

—¿Por qué tu amigo no vino a saludar? —Inquiere saber.

—No se lo pedí —Vuelvo a reorganizar todo para canalizar mi atención en algo y no concentrarme demasiado en la manera irracional en la que parece que una rabia despierta en mi interior por una simple pregunta.

—¿Será tu amigo un problema?

Vuelvo a alzar la vista.

—¿Serán ustedes un problema? —pregunto y parece exaltado por mi pregunta.

—¿Shaina qué está sucediendo contigo?

—Nada, no sucede nada, solo quiero... —Respiro hondo—. No pasa nada.

—Shane —Aparece Pablo bajando las escaleras—. Aun no logro comunicarme con Annie.

—Tal vez viene tarde cómo siempre —comento y Pablo enarca una ceja hacia mí—. Es una de sus especialidades.

El y mi tío parecen desconcertados por mi actitud, pero bajo la vista y remuevo un portalápices.

—No, es algo más —Insiste Pablo—. Ayer tampoco vino y usualmente avisa para que la cubra, pero no está respondiendo mis mensajes —Le hace saber a mi tío, ignorándome.

—Esperemos unas horas más y si no tenemos noticias, procederemos a investigar sobre esto o preguntar a sus conocidos y... ¿Por qué sonríes, Shaina? Esto podría ser alarmante, podría estar mal o en peligro, no hay razón para alegrarse por ello.

—Solo pienso en que hoy Annie no me molestará —respondo en voz baja.

—¿Annie te molesta? —Mi tío de verdad parece sorprendido de este hecho.

En otra ocasión habría mentido, ocultado cuánto me molesta su trabajadora, lo he hecho durante el último año, pero esta vez es diferente.

—Siempre, no hay un día en el que no esté molestándome para hacerme sentir mal o incómoda, también me hace hacer mucho de su trabajo o se larga sin permiso. Es la peor trabajador de esta librería, pero no quiero hablar de ello ahora, tal vez después —respondo dando por finalizada la conversación.

—Shaina... —Es impactante la manera en la que suena perturbado por mis palabras o mi actuar.

—Dije que después —zanjo cerrando con demasiada fuerza la caja registradora.

Pablo dice algo sobre seguir intentando localizar a Annie e ir más tarde a su apartamento para ver si la encuentra, todo esto mientras sube las escaleras y vuelve a su trabajo con la promesa de tío Shane de que subirá a ayudarlo.

—Te harás cargo hoy de esta área y no creas que he pasado por alto tu falta de ayer incluso si eres mi sobrina tienes responsabilidades.

—Lo siento.

El trabajo fue lo último en lo que pensé.

—Llamaré a tu mamá para hacerle saber que estás bien, estaré arriba.

Asiento y dejo ir una lenta respiración cuando me deja a solas.

No tengo malos pensamientos aunque aún siento esta sensación extraña de una rabia ajena a mí. Me siento en la silla alta y leo un nuevo ejemplar en tanto uno que otro cliente se pasea y compra libros. Es una mañana y tarde tranquila hasta que la puerta se abre y cuando alzo la vista encuentro al hombre pálido de cabello negro, ojos igual de oscuros y presencia etérea imponente: Atlas.

Lo sigo con la mirada, se mueve entre los estantes fingiendo leer los títulos y luego esos orbes oscuros conectan con los míos en una rápida mirada antes de avanzar por el pasillo solitario de libros espirituales y sobrenaturales.

Verifico que no hay más clientes y salgo de detrás del mostrador, sintiendo la necesidad de ir hacia él cómo un viejo reencuentro, la sensación de familiaridad fraternal de aquella vez en la fiesta en la que lo vi, está de vuelta.

Lo encuentro con un libro sobre explicaciones demoniacas en las manos y sin verme, dibuja una mínima sonrisa en su rostro.

—Te ves diferente hoy, Shaina.

—Ya no tomo mi medicamento —No puedo evitar decir y alza la vista.

—¿Y cómo te va con eso?

—Es...Extraño, no malo, pero sí raro.

—¿Alguien lo sabe?

—No.

—Aun no encuentras la información.

—Yo...Creo que está en un lugar que es muy improbable.

Cocodrilos, eso dijo la niña, pero ¿Dónde? En Australia eso abunda y digamos que están bien protegidos.

—Está en una casa, una importante, una familia influyente con su propio estanque ilegal —Me ofrece e intento grabar las palabras.

—¿Puedes decirme de dónde nos conocemos? ¿Por qué siento esta familiaridad y confianza cuando te veo?

—Somos una especie de familia —Me ve con intensidad.

—Pero ¿Cómo?

No me responde y siento que me frustro por lo que aprieto una de mis manos en puño, me ve con curiosidad y un toque de diversión en la mirada.

—Si me conoces bien o algo así, sabes cosas de mí ¿Cierto? —intento averiguar.

—Algo así.

—Sabes cosas malas.

Su diversión desaparece mientras que mis manos comienzan a sudar ante lo que preguntaré.

—Cuando yo era una niña... Suponiendo que eres mayor que yo...

—Por unos años sí lo soy —Me hace saber y asiento.

—Y sabes cosas de mí... Tú... Yo era una niña... —Me aclaro la garganta—Fui...Yo fui vio...

—Lo sé —Aprieta los labios y veo la manera en la que su expresión se transforma en una de rabia apenas contenida—. Lo sé. Sé lo que te sucedió.

—¿Cómo?

—Simplemente lo sé y odio que te sucediera, odio que vivieras eso.

—¿Me-me crees? ¿Crees cuando digo que sucedió?

—No lo pongo en duda, nunca, sé lo que te sucedió.

—Entonces me crees —digo y esas palabras tienen un peso importante sobre mí—- gracias, gracias, tú...Eres el único en hacerlo, no estoy sola, me crees.

Estirando la mano tomo un puñado de su camisa, viendo borroso por las lágrimas contenidas y no por la falta de lentes.

—Mi familia nunca lo ha hecho, mamá no me cree.

—No creo que sea eso, Shaina —dice retirando mi mano de su camisa y rodeándome para comenzar a alejarse.

—Atlas, no te vayas, por favor, no te vayas.

—Un día no lo haré —Me hace saber—, no estás sola, Shaina y eres más que un número.

—¿Qué número? Espera, por favor, no te vayas.

Básicamente corro para alcanzarlo y pese a mi desprecio por el contacto inesperado o incomodidad de muestra de afecto, lo abrazo desde atrás, presionando la mejilla contra su espalda y el gesto me resulta tan familiar y reconfortante que casi puedo escuchar el eco de su voz en viejos recuerdos, diciéndome que no le duele, que no llore por él y sea fuerte, pero no lo entiendo, no entiendo esos fragmentos en mi mente.

—Mi familia me oculta cosas, ellos me están medicando, algo no está bien —murmuro sin control—. Mamá me encierra, me duerme y me controla, ella...Algo pasa con ella y...

—Lo sé. Sé lo que ella hace.

—Entonces es cierto... Mamá me miente, me controla, no es mi imaginación. ¿Por qué lo hace? ¿Me odia por el pasado? ¿Me odia porque siempre creerá que miento?

Me muerdo el labio inferior con tanta fuerza que saboreo la sangre, pero me niego a llorar de la misma manera en la que una parte de mí, que tal vez nunca desaparezca, se niega a crer que no conozco a mi madre, que me está haciendo daño con sus acciones ¿Cómo podría hacerme tanto?

—Mi mamá, ella no puede...Ella...

—Ella no es tu mamá, Shaina —Corta Atlas sin tacto y con voz firme—. Esa señora, no es tu mamá, quiere serlo, pero no lo es.

Mis brazos caen inertes a mis costados mientras siento que sus palabras me golpean. Me ve por encima del hombro, estoy paralizada.

—Esa señora, no es tu mamá y no tiene ningún derecho a controlarte. No se lo permitas y cuídate de ella.

No encuentro palabras, mi lengua se trabaja y no puedo moverme mientras lo veo irse cómo si no hubiese soltado palabras que me cambian la vida.


Mis amores, espero se encuentren bien y saludables.

Aquí les dejo esta segunda parte que empieza súper Hot y termina muy: ¿Espera que? jajaja me encanta.

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Espero les guste.

Un beso.

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