El pastelito del Vaquero - KA...

Oleh nanac29

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Después de perderlo todo, Kyungsoo se ve obligado a vivir con su tío, un hombre que le deja muy claro que no... Lebih Banyak

CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10

CAPITULO 3

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Oleh nanac29

―No me gusta ―le dijo Jongin a Chanyeol mientras cerraba la puerta del corral―. Es casi como si estuviera demasiado aterrorizado como para pensar por sí mismo.

Había estado molestando a Jongin por días el no haber escuchado de Kyungsoo. Desde la primera vez que puso los ojos en el hombre hace más de diez días, el pequeño empleado delgado era todo en lo que podía pensar. La falta de comunicación estaba llevándolo no sólo a él, sino a su oso a la locura.

―Entonces, ve a verlo ―dijo Chanyeol mientras caminaba con Jongin hacia la casa victoriana de dos pisos que poseían junto con Chen y Sehun―. Es extraño sin embargo. Conozco a Insung hace mucho tiempo y él siempre ha sido un buen tipo.

Jongin estaba empezando a sospechar que la bonachona sonrisa de Insung era una fachada. Había más cosas en el hombre de lo que se veía. Pero lo último que Jongin quería hacer era meter una cuña entre él y Kyungsoo. ¿Y si él estaba leyendo esto mal y no solo era un mal entendido?

Cuando llegó a la entrada, Jongin tomó una decisión. Iba a pasar por el parque de remolques donde vivía Insung y echaría un vistazo. No haría daño, y la visita improvisada ayudaría a aliviar su mente.

―Pase lo que pase, sabes que te respaldamos. ―Chanyeol palmeó a Jongin en el hombro―. Ya sea que Kyungsoo sea tu pareja o no, tenemos un montón de habitaciones si necesita ayuda.

Aunque Jongin era propietario de una cuarta parte del rancho, era bueno saber que sus amigos estaban de su lado. Significaba mucho para él.

―Escuché que podrías estar detrás de algún pobre infeliz ―Sehun dijo mientras entraba por la puerta, simulando golpear a Jongin en el brazo―. ¿Quién es el desafortunado?

Jongin gruñó antes de golpear a Sehun en la parte posterior de la cabeza. ―Tu papá, hijo.

―Tu desearías ser tan afortunado de atrapar un apuesto hombre como mi padre. ―Sehun le guiñó un ojo―. Esa polla italiana es adictiva.

―No tienes remedio. ―Jongin dejó a Sehun riendo en la sala de estar mientras subió a ducharse. Quería estar fresco y limpio cuando acechara a Kyungsoo. Estar bien afeitado no lastimaría tampoco.

Alisó la mano por su camisa, tomando un buen vistazo de sí mismo en el espejo. Jongin no planeaba toparse con Kyungsoo, pero por si acaso, tenía que verse lo mejor posible.

Después de correr un cepillo por su pelo, Jongin tiró su sombrero en su cabeza, dispuesto a comerse el mundo, o al menos una pequeña parte de él. Bien.

Sehun le dio un silbido cuando bajó los escalones. ―Chico, te limpiaste

―Eso es lo que dijo tu papá anoche.

El hombre era afable, con una sonrisa de oreja a oreja. ―Me aseguraré de decirle eso a mi ma.

Jongin se congeló. La señora Kim Mi-Sook podría retorcerle el pescuezo a Jongin si supiera que él había estado hablando sucio. Nunca sería capaz de hacer frente a la dulce mujer de nuevo. ―Tú no lo harías.

Sehun no perdió un segundo para llegar a su teléfono. Jongin lo abordó, tratando de golpear el teléfono celular de la mano del shifter oso. Cayeron sobre el sofá, golpearon el suelo, y derribaron un cubo que contenía revistas de ganado.

Todo el tiempo, Sehun estaba riendo. ―Está bien, tú ganas.

Jongin lo miró, negándose a dejarlo levantarse. ―Jura que no vas a llamarla. ―Porque si la señora Mi-Sook se enteraba de la boca sucia de Jongin, entonces la madre de Jongin podría saberlo después.

Y Jongin preferiría enfrentar un pelotón de fusilamiento que a Kim HeeSeon. Incluso el padre de Jongin había temido a la mujer cuando estaba vivo.

―¿Qué gano yo? ―Preguntó Sehun, manteniendo el teléfono fuera de su alcance―. Tu fuiste el que estaba hablando sobre azotar a mi papá.

―No voy a golpearte con un calcetín enjabonado mientras duermes. Jongin retrocedió y luego se puso de pie, ayudando a Sehun antes de enderezar la papelera de revista.

―Conduces un negocio duro, Jongini.

Jongin se estremeció ante el apodo que sus amigos a veces lo llamaban. Lo odiaba, pero después de veinticinco años de escuchar el maldito nombre, él se había acostumbrado. Con suerte nadie se lo diría a Kyungsoo.

―Llama a tu madre y voy a alimentar a los cerdos contigo. ―Jongin advirtió.

―Nosotros no tenemos cerdos ―Sehun contrarrestó.

―Entonces voy a comprar algunos sólo para hacerte desaparecer. ―Jongin se dirigió afuera y subió a su camioneta.

A medida que Jongin conducía por la ciudad, miró por la ventana a la barbería donde dos señores mayores estaban sentados afuera jugando a las damas. Había una antigua tienda al lado y una tienda de flores junto a esa.

La gente caminaba por las calles, algunos empujando cochecitos, otros deteniéndose para charlar con alguien que conocían. Jongin saludó a algunas personas mientras conducía. Amaba esta ciudad. Él y sus amigos no podrían haber elegido un mejor lugar para vivir.

Los  postes  de  la  calle  sostenían  plantas  decorativas  y  la  plaza  del pueblo se estaba llenando con las familias que estaban disfrutando del día. Jongin pasó la oficina del sheriff y la oficina de correos. El Sr. Lee, el cartero, saludó a Jongin antes de caminar hacia su camión de correo.

Tardó diez minutos para llegar al parque de remolques, que estaba situado en las afueras de la ciudad. Este no era un lugar en el que Jongin viviría de buena gana. No es que tuviera algo en contra de los parques de remolques. Sólo que para este parecía ser un requisito que tenías que ser una persona culo-inútil para vivir en el Cielo de Remolque de Lamont.

No,  eso  no  era  cierto.  Muchos  de  los  residentes eran ancianos. Era la generación más joven era la que estaban arruinándolo para todos. Jongin tenía unos pocos amigos allí y eran gente bastante decente. No había demasiadas personas con las que Jongin no se llevaba bien.

Todo el mundo sabía que él y sus tres mejores amigos eran gays y no se inmutaban. Eran los habitantes del fondo del barril en este parque los que siempre gritaban insultos homófobos. Odiaba cuando la gente usaba esas referencias para describir algo.

Mientras conducía a través del laberinto, Jongin vio pequeños niños que deberían estar en cama para ahora. Estaban corriendo como una manada de lobos, sin adultos a la vista.

Oh, espera un minuto. Sí que había. Los adultos estaban frente del remolque de Ji Soo, bebiendo como peces y escuchando ruidosa, música rock perforadora de tímpanos. La mayoría  de  las mujeres estaban apenas vestidas y Jongin sólo podía negar cuando vio a algunas personas a un lado, empujando algo en sus narices.

Una vez más, era la generación más joven la que rebajaba este parque. Había algunos chicos jóvenes con gorras de béisbol al revés, con caídos jeans que mostraban su maldita ropa interior, y todos ellos, llevaban camisetas sin mangas blancas.

Jongin no olía un shifter entre ellos. Pero, de nuevo, con el olor de las drogas flotando a su alrededor, era difícil de decir. El lugar olía a mofeta.

Antes de llegar al remolque de Insung, Jongin se detuvo al lado de la pequeña calle que serpenteaba por el parque y apagó las luces. El lugar de Insung estaba bañado por la oscuridad excepto por una sola luz que brillaba a través de una ventana lateral.

Después de unos diez minutos de observar el remolque, Jongin vio a Insung tropezar hacia fuera, apenas capaz de estar de pie. El hombre se apoyó contra el costado de su casa, escupiendo –¿eso era sangre? Jongin se enderezó.

Esperó hasta que Insung tejió su camino hacia la casa de Ji Soo antes de levantarse  y  moverse  furtivamente  a  la  puerta.  Jongin  no  se  molestó en llamar. Caminó directamente adentro. Kyungsoo estaba parado en el fregadero de la cocina, con una bolsa de hielo sobre su ojo.

―¿Qué está pasando, Kyungsoo?

El hombre saltó, dejando caer la bolsa de hielo, mientras sostenía su mano  sobre  su corazón.  ―¿Qué  estás haciendo  aquí,  Jongin?  Insung me matará si te encuentra cerca de mí.

Jongin gruñó cuando escuchó un disparo de escopeta, seguido por un chillido fuerte. Pero ese gruñido no era nada comparado con la ira al rojo vivo que se apoderó de él cuando vio los moretones en el lado de la cara de Kyungsoo. Agarró suavemente la barbilla del hombre, inclinando la cabeza del humano hacia un lado. ―¿Insung hizo esto?

―Tienes que irte. ―Kyungsoo retiró la barbilla, caminando hacia donde su hijo estaba en el sofá. La mandíbula de Jongin casi se le cayó cuando vio el sudor salir del niño.

El chico no se veía muy bien. Había un lamentable ventilador soplando aire caliente en el niño mientras Kyungsoo presionó el paquete de hielo sobre la piel de Taeoh. ―¿Por qué te golpeó?

Usando sus dedos, Kyungsoo apartó el pelo enmarañado de la cara de Taeoh. Podía ver las lágrimas sin derramar en los ojos de Kyungsoo y una expresión de desesperanza que era tan pesada que la emoción casi ahogó a Jongin.

―Encontré unos papeles hoy que decía que Insung perdió su estación porque debía muchos impuestos atrasados. Y no mucho después de eso, un tipo vino a buscar a mi tío, diciendo que Insung le debía por las drogas que le había dado. ―Kyungsoo soltó un suspiro tembloroso―. Estaba furioso porque sé que es un consumidor de drogas y perderá su estación. Simplemente no estoy seguro de lo que va a hacer. ―Señaló su ojo―. Esto fue sólo él calentando. Dijo que regresaría para terminar lo que había empezado.

Las muelas traseras de Jongin se molieron con tanta fuerza que sus dientes deberían haberse destrozado. ―Empaca tus cosas.

Kyungsoo parpadeó un par de veces antes de que él mirara a Jongin. ―¿Perdón?

Jongin se acercó a la ventana y se asomó por las persianas rotas. Joder, hacía un calor sofocante en este lugar. Vio a Insung discutiendo con alguien y sabía que ellos se estaban quedando sin tiempo. ―Tú y tu hijo vienen a quedarse conmigo.

Kyungsoo negó. ―No puedo. No tengo dinero para pagarte y ...

―Yo no te pedí dinero y tengo un puesto en el bar que puedes tener. No paga mucho, pero va a ser suficiente para que tengas un poco de dinero en el bolsillo.

―¿Por qué? ―Kyungsoo se rascó la sien mientras fruncía el ceño―. No entiendo por qué sacas la cara por mí, apenas nos conocemos.

Porque  nadie  debería  vivir  así  y  creo  que  eres  mi  pareja, pensó Jongin―Solo consigue tus cosas. No vas a volver aquí, así que asegúrate de que tienes todo, documentos importantes, ropa, juguetes, todo.

Esto no era lo que había planeado cuando decidió espiar. Pero después de ver la obra de Insung, y sabiendo que el hombre iba a venir a por más, Jongin no estaba dispuesto a dejar a estos dos en esa situación peligrosa.

Le tomó a Kyungsoo cinco minutos para agarrar sus cosas. El hombre tenía sólo dos maletas en la mano. Jongin recogió a Taeoh del sofá y se dirigió fuera, Kyungsoo justo detrás de él.

―¿Qué demonios está pasando aquí? ―Insung preguntó mientras doblaba la esquina. Ya no estaba tambaleándose. En todo caso, parecía completamente sobrio. Sus ojos taladraron a Kyungsoo y el hombre delgado retrocedió.

Eso sólo cabreó a Jongin el ver a Kyungsoo tan temeroso de alguien que debería haberlo protegido. Mantuvo una mano firme en la espalda de Taeoh mientras daba un paso hacia Insung. El superaba al hombre por unas buenas ochenta libras y se alzaba sobre el humano. Jongin no era de los que intimidaban a sus mayores, pero Insung era un pedazo sucio de trabajo y no se merecía el respeto de Jongin. ―Si te acercas a estos dos de nuevo, tendrás que vértelas conmigo.

―Esa es mi familia ―argumentó Insung, pero no dio un paso más cerca.―No tienes derecho venir aquí y tomar una maldita cosa.

Jongin cabeceó hacia su camioneta. ―Kyungsoo, ve a poner tus cosas en la parte de atrás.

Kyungsoo corrió hacia la camioneta mientras Jongin se giró hacia Insung.

―Ellos son mi familia ahora. Deberías haberlos apreciado mucho más.

Jongin se sorprendió como el infierno cuando Insung lo atacó. Esquivó el puño volando mientras Kyungsoo gritó y corrió hacia ellos, agarrando a Taeoh de los brazos de Jongin. Una vez que el niño estaba fuera de sus brazos, Jongin estiró su cuerpo hasta su altura completa. ―Créeme cuando te digo que empezar una pelea conmigo será el peor error de tu vida.

Afortunadamente, Jongin no tuvo que decirle una palabra a Kyungsoo. El hombre tomó a su hijo y corrió hacia el interior de su camioneta. Taeoh estaba completamente despierto ahora y Jongin no quería que el pequeño niño escuchara o viera algo que lo asustara. Jongin señaló con el dedo a Insung, manteniendo su voz baja. ―Ellos son mi negocio ahora.

―Vamos a ver eso. ―Insung irrumpió en su remolque y Jongin salió de allí. Lo más probable es que Insung iba a recuperar una escopeta. Jongin podría ser un shifter oso, pero él no se recuperaría si Insung le disparaba en la cabeza.

Jongin saltó en su camioneta y salió del parque. Recorrió dos millas por la carretera, y se detuvo en el borde del camino. Él palpitaba con la ira y la rabia por la forma en que Insung había tratado a los dos. ―Abróchate y a Taeoh.

Mientras esperaba, Jongin se pasó una mano por la cara. Era demasiado tarde para echarse atrás ahora y no lo haría de todos modos. Él acababa de tomar la responsabilidad de otra persona y un pequeño. Aunque Jongin  no  tenía  ni  idea  cómo  cuidar  de  un  niño,  él  estaba  a  punto  de conseguir un curso intensivo.

―Fono ―Taeoh dijo mientras levantaba la mano hacia Kyungsoo.

Mientras conducía, Jongin vio como el niño no sólo introdujo el código de cuatro dígitos para entrar en el teléfono de su padre, sino que fue directo a los juegos y escogió uno para jugar. Se sorprendió al ver la inteligencia del niño.―¿Cómo sabe hacer eso? 

Kyungsoo se encogió de hombros. ―Repetición. Yo paso mucho tiempo con mi hijo, enseñándole las cosas y hablando con él.

Jongin podía oír el orgullo en el tono de Kyungsoo. Un dolor sordo comenzó en su pecho. Si Kyungsoo realmente era su pareja, Jongin iba a ser el hombre más afortunado. Sólo por el poquito tiempo que lo había visto interactuar con Taeoh, Jongin podía ver que el hombre era un gran padre.

―Umo.

―Yo no tengo zumo en este momento, Taeoh ―dijo Kyungsoo―. Te prometo que conseguiré algo de beber cuando lleguemos a la casa del tío Jongin. El hombre lo miró, como si temiera haber sobrepasado sus límites.

Jongin se rió entre dientes. ―El niño puede tener todo lo que quiera.

La mirada de alivio en el rostro de Kyungsoo hizo que Jongin quisiera darle al niño el maldito rancho sólo para que esa expresión no se fuera. Él sabía que estaba haciendo lo correcto, pero tenía que ser aterrador como el infierno para Kyungsoo. El chico lo no conocía demasiado bien y ahora venía a quedarse en el rancho con extraños.

―Escucha ―Jongin dijo mientras mantenía un ojo en la carretera y el otro en Taeoh. Quería ser cuidadoso con sus palabras―. Sé que esto es abrumador para ti, pero te prometo que tu y el pequeño estarán S.E.G.U.R.O.S

Kyungsoo ladeó la cabeza. ―¿Por qué estás deletreando seguro? Jongin se encogió de hombros. ―Yo no quiero preocupar al bebé.

―No soy un bebé ―Taeoh argumentó antes de volver a su juego.

Los ojos verdes de Kyungsoo se suavizaron. ―Gracias. Pero creo que podemos hablar sin preocuparnos de Taeoh. Es inteligente, pero estoy bastante seguro de que no va a recoger nuestra conversación. La única vez que sus oídos se animan es si mencionas C.A.R.A.M.E.L.O.

―¡Caramelo! ―Gritó Taeoh.

Kyungsoo rodó sus ojos. ―Sabelotodo.

Jongin  se  metió  en  el  rancho,  conduciendo  por  el  largo  y sinuoso camino antes de detenerse. Después de salir, cogió a Taeoh desde el asiento delantero antes de entregarlo a Kyungsoo. Tomó las dos maletas de la caja y señaló con la cabeza el porche delantero. ―Mis amigos son ruidosos y actúan como niños a veces, pero son inofensivos y protegerán a ti y a Taeoh con sus vidas.

―Todavía no entiendo por qué estás haciendo todo esto por mí y mi hijo. ―Kyungsoo contempló la casa con miedo en sus ojos―. Nadie es tan agradable sin querer algo a cambio.

―Yo lo soy ―dijo Jongin―. Ahora ve adentro donde esta agradable y fresco.

Cuando entraron, Sehun estaba sentado en el sofá. Miró por encima del hombro, frunció el ceño, y luego se puso de pie. ―¿A quién tenemos aquí?

Jongin colocó las maletas a un lado. ―Sehun, este aquí es Kyungsoo y su hijo Taeoh.

Sehun se empujó del sofá, cruzó la habitación, y le sonrió a Kyungsoo, pero fue Taeoh quien le llamó la atención. ―¿Hambriento?

―Caramelo.

―Claro, campeón ―dijo Sehun.

―No. ―Kyungsoo negó―. ¿Qué pasa con ustedes y darle dulces a los niños?

Jongin le dio a Sehun una rápida mirada y la comprensión pasó entre ellos. Jongin no le había dicho a Kyungsoo que él era un shifter oso. Y puesto que los cuatro hombres que eran dueños de la Triple-B eran shifters oso, había un montón de dulces y delicias en la casa. Ninguno de ellos podía cocinar algo que valiera lamer, pero siempre tenían algo dulce a la mano. Eso era la perdición de un oso. Jongin no podía dejar pasar los pasteles, galletas de miel, o cualquier cosa que hacía que su diente dulce doliera de alegría. Los osos eran feroces, a veces, especialmente cuando protegían a aquellos que les importaba, pero se derretían cuando el olor de los productos horneados flotaba en su camino.

―Te mostraré tu habitación. ―Jongin agarró las maletas y llevó a Kyungsoo y Taeoh arriba. La casa había venido con la propiedad, y era lo suficientemente grande para un par de invitados. Había siete habitaciones en total. Jongin había considerado convertir una de ellas en una sala de entrenamiento, pero ahora estaba contento de haber esperado.

Abrió la puerta y cabeceó a la cama individual. ―Iremos a conseguirle a Taeoh su propia cama mañana.

Kyungsoo  se  giró  hacia  él,  sorprendiendo  a  Jongin  besándolo en  la mejilla. El olor a galletas dulces con miel y pastelitos de fresas llenó sus pulmones cuando Kyungsoo se echó hacia atrás. ―Muchas gracias... por todo esto. Te prometo que te pagaré.

Jongin sintió sus mejillas calentándose. Dejó el equipaje a un lado y luego miró a su alrededor con nerviosismo. Coquetear con un chico había sido bastante fácil para él. Pero esto era más que coquetear. Jongin había sellado su destino. Por alguna extraña razón, sabía que Kyungsoo era para él.

Su mamá le había dicho que su oso sabría cuando encontrara a su pareja. Jongin todavía no estaba seguro pero su oso estaba muy contento que Kyungsoo estuviera allí ―No te preocupes. Iremos a la ciudad mañana y te mostraré el bar.

―¿Qué pasa con mi hijo? ―Kyungsoo preguntó mientras frotaba una mano sobre su brazo―. ¿Qué voy a hacer con él mientras trabajo?

―Hay tres hombres aquí que pueden ayudar.

Kyungsoo frunció los labios. ―Y bombearlo completamente de dulces todo el tiempo.

Podía  oír  la  preocupación  en  el  tono  de  Kyungsoo.  Jongin  suspiró.

―Está bien, voy a llamar a mi mamá y decirle que la necesito aquí. Ella estará  encantada de tener un cachorro que cuidar.

―¿Cachorro?

Jongin se dio cuenta de su error demasiado tarde. ―Así es como ella llama a los  pequeñitos  ―dijo  rápidamente,  cubriendo  su  desliz―.  Sólo descansa un poco esta noche.

―Está bien ―Kyungsoo colocó a Taeoh en la cama antes de regresar a Jongin, dándole un fuerte abrazo―. Una vez más, gracias.

Jongin se quedó allí absorbiendo en contacto del hombre. No tenía idea de que se sentiría tan bien tener a Kyungsoo en sus brazos. Cuando Taeoh se sentó allí sólo mirándolos, Jongin se aclaró la garganta.

―Oh. ―Kyungsoo se rió entre dientes―. Lo siento. No era mi intención entrar en tu espacio personal.

El hombre podía trepar por todo el espacio personal de Jongin. Él definitivamente planeaba invadir el de Kyungsoo.

Después de desearles buenas noches, Jongin cerró la puerta del dormitorio y se apoyó contra la pared, dejando escapar un largo suspiro.

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