Este capítulo estará narrado por dos personas.
Nicolás
- ¿Qué?- dice Ale tras el teléfono.
- Hoy es el cumpleaños de Cassian. ¿Lo recuerdas?
- Sí.
- Bueno, pues mis amigos y yo pensamos en ir todos juntos a los bolos, claro, contigo también, no quería dejarte. Además sería una buena oportunidad para que te lleves mejor con ellos.
- Mmm.- lo piensa.
- Vamos, di que sí, son buena gente.
- Bien, iré.- dice al fin.
- ¡Genial! Pasaré por ti en un minuto.
- De acuerdo.
Cuelgo la llamada y me apuro para ir por mi novia.
Cuando estoy listo, bajo corriendo las escaleras hasta que veo a los dos chicos sentados en la sala comiendo galletas y viendo un programa.
- Vámonos- digo.
- ¿Qué dijo?- pregunta Elena mientras se pone de pie.
- Que sí.
- Genial, conoceré a tu novia.- sonríe.
- Ya la conoces.- tomo mi chaqueta de cuero.
- Sólo la vi una vez y jamás le hable.
- ¿Por quién pasaremos primero?- habla Leon.
- Por Cassian.- hablo.- Después por Alessandra.
- De acuerdo.
Salimos de mi casa y nos subimos al auto del chico, iba distraído y por ese motivo la castaña me gano el asiento de copiloto.
- Quítate ese lugar es mío.- la miro mal.
- Era.- sonríe con arrogancia.
- Que pesada.- pongo los ojos en blanco mientras le renuevo el cabello.
Subo a la parte trasera y juntos nos ponemos en marcha para la casa de Cassian.
Una vez que llegamos al lugar, la primera en bajarse en Elena, veo que lleva una bolsa en manos. ¿De dónde la saco?
Leon y yo nos bajamos y caminamos hasta llegar a la puerta.
- Jamás la había visto así.- dice él.
- Yo tampoco.
- Se ve que es feliz.
- Sí...
- Tú también te ves feliz con tu chica.- me sonríe.
- Lo soy.- imito su acción.
- Me alegra que los dos sean felices.
- Hola chicos.- nos saluda Cassian.
- ¡Mira lo que te traje!- grita ella mientras le extiende La Bolsa azul.
- No tenías porque.- sonríe de lado.
- Tu tómalo.
- Gracias cariño.- la toma de la cintura para después besarla.
- Hay gente presente que se siente incomoda.- digo.
- Cállate, en un rato estarás igual.- dice ella.
- ¿En un rato?- pregunta él.
- Sí, queremos ir a los bolos y Nicolás invito a su novia.- contesta Leon.
- Me parece un plan excelente.- sonríe.
- Sí, pero debemos de apurarnos si queremos llegar a tiempo.- digo.- Pero necesito saber qué es lo que te dio esta niña.
- Ah, claro.- se separa de la castaña y abre el regalo.- Es un rompecabezas, una playera y una carta.
- ¿Un rompecabezas?- dice el moreno mientras trata de no reírse.
- Sé que le gustan.- se defiende ella.
- Y es verdad, me distraen.
- ¿Qué dice la carta?- pregunto como todo un chismoso.
- No le digas.
- No pretendía hacerlo.
- Que pesados, mejor vámonos.- los arrastro hasta quedar en el auto.
Supongo que este día será interesante.
Elena
Me sentía nerviosa por conocer a la chica que le había robado el corazón a mi mejor amigo.
Nunca he sido una chica que le agrade a las demás, siempre que conozco a gente nueva me pongo nerviosa y digo cosas sin sentido, y creo que es por eso que las demás no me hablan.
¿Y si no le agrado a Alessandra? Tengo miedo de que sea como en las películas, en donde la chica aleja al chico de su mejor amiga porque la otra no le cae bien y se odian a muerte y él prefiere a su novia y no se vuelven a hablar después de media año.
Creo que debería de dejar de ver tantas películas y de leer tantos libros.
Después de un rato de viaje por fin llegamos a su casa, es linda, me gusta el columpio que hay en el árbol, me dan ganas de subirme.
Nicolás sale del auto y con pasos rápidos se dirige a la puerta, la toca y de ésta sale ella.
Lleva un pantalón beige, tenis blancos y camisa del mismo color.
Llega con nosotros con pasos cortos y con la cabeza agachada.
- Llegamos, Elena quítate, hazle un espacio.
- ¿Algo más?- alzo una ceja.
- Cállate y has lo que te dije.- nos reímos.
Me quito de mi lugar y pronto se sube ella. ¿Qué hago ahora? ¿Le hago platica? ¿Me quedo callada? ¿Le digo hola?
Bueno, no hice nada.
Me entro pánico.
Después de un rato de recorrido demasiado incómodo, por fin llegamos al boliche.
Es de color rojo, grande y tiene un pequeño jardín bien cuidado.
Cassian, Leon y yo nos vamos por otro lado, mientras que los otros dos se van por su cuenta.
Lo que más amo de estar saliendo con el rubio, es que nuestra relación que teníamos antes no cambio.
Nos tratamos como amigos, pero también nos tratamos como novios, siempre quise algo así.
Casi sin darme cuenta ya estamos todos jugando.
Soy un asco en esto, pero aún así lo intento, los otros tres son expertos en estos juegos.
Alessandra también es buena.
- Me toca.- dice Nicolás.
- ¡Ánimo!- grito.
- Cállate, todos te voltean a ver.- nos reímos.- Que pesada eres.
- Así me quieres.
De reojo veo como la chica se mueve en su lugar incómoda, como hace una mueca y como se truena los dedos de las manos.
Creo que ya sé qué está pasando aquí.
Algún día tendré que superar mi miedo al hablar con gente nueva, y qué mejor que hacerlo con la novia de mi mejor amigo.
Me acerco a ella lentamente, para no ahuyentarla.
- Hola.- hablo.
- Hola.
- Que agradable esta el clima. ¿Verdad?
¿En serio Elena? ¿Fue lo mejor que se te ocurrió?
- Sí.- suelta una risilla. Bien, algo es algo.
- ¿Has jugado antes bolos?
- Sí, con mis amigas.
- Ya veo.
- Sí...
Silencio. Mierda. ¿Ahora qué?
- Te toca niña.- dice Nicolás mientras llega a nuestro lado.
- Cierto.- me levanto rápidamente y camino hasta tener la bola y aventarla.
- Eso fue patético.- se ríen de mí.
- Cállense.- los miro mal.
- Te toca ranita.- se dirige a la chica.
- Que bien, a ella le hablas con cariño y a mí casi me avientas del quinto piso de un edificio.- me rio.
- Ella me cae bien y tú no.
Alessandra se levanta y camina hasta estar un poco lejos de nosotros.
- Idiota.
- Me amas.
- Obvio no.- me cruzo de brazos.
Y así nos la pasamos peleando durante todo el rato ahí metidos, la chica no hablo ni volví a escuchar su risa.
- Vamos, tengo hambre.- dice mi novio.
- Esperen, falta Ale.- habla Nicolás.
- Yo la esperare, ustedes adelántense.- digo.
- ¿Sí?- dice él.
- Sí.
- Bien.- suspira para que después los tres chicos caminen hacia la salida.
A los pocos minutos sale ella, se detiene de golpe al verme ahí.
- Hola.- sonrío.
- Hola.- fuerza una sonrisa.
- Tengo una duda.
- ¿Cuál es?
- ¿Te caigo mal?
- No.- frunce el ceño.
- Te vi muy rara hoy.
- No, no, claro que no.
- Mientes.- aveces odio que sea muy directa.
- Ah.- se sonroja.- No... no era mi intención. Es solo que los veía muy animados, y supongo que me sentía extraña con ustedes, más contigo porque eres su mejor amiga, pero siento que...
- ¿Qué?
- Es una tontería.- niega con la cabeza.
- No lo diré si prometes que no dirás que antes estuve practicando para conocerte.- sonrío.
- ¿En serio?- me mira.
- Sí, es ridículo, lo sé.
- No, bueno, solo un poco.
- Te toca.
- Bueno.- suspira.- Sentí que... ustedes habían tenido algo antes, por la forma en que se hablan y se miran, él es muy bueno contigo y tú también.
- ¿Eso crees? ¿No viste cómo casi nos aventamos las sillas que estaban a nuestro lado?- alzo una ceja.
- Sí, pero se llevan bien, y creí... que no podría estar a tu altura.- aparta su vista.
- No digas eso, eres increíble y él te ama. Y para que sepas jamás hemos tenido nada, es como mi hermano, sería raro sabes.- suelto una risa.- Eres linda y maravillosa, sólo falta que tú te lo creas.
- Gracias.- sonreímos.
- ¿Ahora somos mejores amigas?
- Claro.- se ríe.
- Genial.
Bueno, esto no salió tan mal como me lo imagine.
Creo que he conseguido una nueva amiga, me agrada.