Una noche más a tu lado

By MariaFernanda282930

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¿Alguna vez han pensado que allá afuera hay alguien para nosotros? ¿Nunca se han preguntado, cómo es que las... More

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Capítulo extra

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By MariaFernanda282930


Ya había pasado una semana entera desde la última vez que la vi, hemos estado hablando por mensaje casi todos los días, después de clases, claro.

No podía ir a su escuela a recogerla porque teníamos horarios diferentes, ella salía a las doce y yo a las dos de la tarde.

Sí, una larga diferencia.

Otra de las razones por las cuales no nos veíamos eran por los proyectos que eran demasiado pesados, los maestros eran exigentes y nos dejaban trabajos realmente intensos.

Quien diría que la universidad no iba a hacer como te la pintaban en Zoe 101.

Y antes de que digan algo, sólo vi esa serie por mis primas, ser el único hombre por parte de la familia de mi madre es pesado.

En fin, ese es otro tema que no pienso tocar con ustedes.

- ¿Qué harán después de clases?- pregunta Cassian mientras comemos en la cafetería.

- Entrenar.- dice Elena a mi lado.

- ¿No quieren hacer algo?

- ¿Cómo qué?- pregunta Leon.

- No lo sé, hace mucho que no hacemos una noche de juegos.- revuelve la comida con su tenedor.

- Tienes razón.- digo.

- No tenemos tiempo, ahora somos universitarios y la vida adulta está más cerca de lo que pensamos.- dice la chica con hastío.

- Wow. ¿Quién te hizo enojar?- pregunta Cassian.

- Nadie, es solo que debemos de madurar.- nos mira.- No podemos seguir siempre juntos, llegara el punto en el que nos separemos y cada quien se vaya por su lado y es por eso que debemos de prepararnos para la vida, debemos de ser consientes de que no somos más unos niños.- toma aliento.

- ¿Estás bien?- la miro.

- Sí.- suspira.- Debo de irme.

Se ponde de pie rápidamente y sale disparada del lugar.

- Su padre.- dice el moreno.

- Sí.- suspiro.- Iré por ella.

- No, es mejor que la dejes sola.- dice el rubio.

- ¿Estará bien?- frunzo el ceño.

- Eso espero, pero creo que esta vez fue más fuerte la discusión, todo el día estuvo perdida, la mandaron a dirección por un reporte por dormir en clases.

- ¿Cuándo verá a su madre?- pregunta Leon.

- Se supone que la próxima semana.- hablo.

- No entiendo por qué su padre es así con ella.

- Todo comenzó desde que sus padres se separaron.

- Lo sé, pero por qué, su padre era diferente.- habla Cassian.

- Supongo que aveces las personas tienen un lado oscuro que no conocemos hasta que es demasiado tarde salir de ahí.

- ¿Iremos por ella más tarde?

- No, como dijeron, hay que dejarla sola.

- De acuerdo.

Trato de concentrarme en la comida que tengo frente a mí, en el clima, los trabajos que tengo pendientes, pero no puedo, no puedo dejar de pensar en Elena.

Sus padres se separaron hace más de dos años, su madre engaño a su papá y cuando él se entero no quizo saber nada de ella.
La relación que ellos tenían no era sana, siempre peleaban, siempre se gritaban que se odiaban y todo eso que los niños de ocho años no deben oír.

Sí, esto empezó desde que Elena tenía apenas ocho años, a esa edad ella ya presenciaba los gritos, golpes y discusiones que sus padres hacían.

Cuando se separaron pelearon por la chica, pero el que gano la custodia fue su papá, así que ahora vive con él.
Pero... no todo es lo que parece.

Mi mejor amiga se oculta en el deporte, exigiéndose más de lo que puede dar para demostrarle al hombre que es digna de su amor, que ella no es como la mujer que lo engaño y que ella no tiene la culpa de que su matrimonio se fuera a la mierda.

Es por eso que cada vez que pelean, ella se enoja y explota todo lo que tiene dentro, no la culpo, pero esos arranques de ira siempre terminan mal, es mejor no contarlo, por ahora.

Las horas pasan y finalmente las clases terminan, estoy agotado, tengo ganas de ir a dormir un poco.

Voy caminado hasta que me encuentro con una cabellera café, un cuerpo delgado que conozco demasiado bien. Alessandra.

- ¿Ale?- digo una vez que llego a ella.

- Nicolás.- sonríe de lado.

- ¿Qué haces aquí?

- Bueno.- aparta la vista apenada.- Quería... quería pasar el rato contigo.

- ¿En serio?- siento como mi corazón quiere salirse de mi pecho.

- Sí...- sus mejillas se tornan rojizas.

- Wow yo.- me corto a mí mismo al escuchar el timbre de mi celular, anunciando una llamada.- Espera un segundo. 

- Claro.

- Diga.

- ¿Nicolás?- escucho la voz de Elena tras el teléfono.

- Elena.- me preocupo.- ¿Qué pasa?

- Puedes... ¿Puedes venir? No... no me siento bien.- escucho como solloza.

- ¿Qué pasó?

- Es... es una de esas veces.

- ¿Dónde estas?- frunzo el ceño.

- En mi habitación, yo... yo no quise, de veras.

Mi mundo se detiene, y lo único que escucho es mi corazón latir con tanta fuerza que hasta me duele.

- No...

- De veras lo siento.- llora más fuerte.

- No te muevas de ahí, iré enseguida.

- De acuerdo...- cuelgo el celular.

- Lo siento, amm.- trato de que mi cerebro se concentre en la chica que tengo frente a mí.- Tengo que irme.

- ¿Qué pasa?

- Nada.- me alejo de ella, sin embargo Alessandra me sigue.

- ¿Qué pasa Nicolás?

Los autos pasan con mucha velocidad, escucho las ruedas chocar con el suelo, algunos carros tocan el claxon, las personas ríen y gritan.

Mi vista se nubla, mis manos pican y mi cabeza duele.

- ¿Nicolás?

- ¡Solo cállate! ¡Cállate un momento!- exploto.- ¡¿Quieres saber qué pasa?! Bien, mi mejor amiga esta teniendo un ataque de pánico y si no llego a tiempo puede pasar algo peor, así que cállate un momento.

No dejo que me conteste y salgo disparado hacía su casa, corro hasta que mis piernas arden, hasta que siento como el sudor me recorre la cara.

El cansancio me pide que pare, pero no quiero, no quiero que ella este un segundo más sola. 

No sé cuánto tiempo he corrido, pero finalmente llego a su casa. Ni siquiera me preocupo por tocar la puerta, sé que su padre está trabajando ahora mismo.

Subo a su habitación y la abro de un portazo.

- ¡Elena!

No responde.

- ¡Elena!- recorro toda su cuarto.

- Nicolás...- escucho su voz a pocos metros.

Finalmente deduzco dónde está, se encuentra en la bañera con las piernas en su pecho, el cabello mojado, su cuerpo temblando y sus ojos llenos de lágrimas.

- Aquí estás.- me arrodillo junto a ella.

- Lo siento, no quería.- la corto.

- Está bien, todo está bien.- la abrazo.

- Yo...

- Shhh.- mis ojos viajan hasta un frasco de pastillas vacío.- ¿Lo hiciste?- me separo.

No contesta.

- ¿Lo hiciste?- vuelvo a preguntar.

- Sí...

- Ay no.- cierro los ojos, tratando de meter aire a mis pulmones.- ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Apenas diez minutos.

- Okay.- suspiro aliviado.

- Nicolás, fue mi culpa, es mi culpa que mis padres estén separados, es mi culpa que no sea la hija perfecta que ellos quieren.

- No, no lo es.- limpio sus lágrimas.

- Si.- la corto.

- No Elena, no lo es. No dejes que él te meta esas ideas absurdas a la cabeza. Eres perfecta tal y como eres, no fue tu culpa.

Abrazo su cuerpo tembloroso, escucho como llora más fuerte, como se aferra a mi camisa como si fuera su salvavidas.

Y lo soy, siempre seré el salvavidas que ella necesita para salir de ese agujero en el que se encuentra.

- Necesito que vomites.

- No puedo.- niega con la cabeza.

- Sí, sí puedes.

- No.

- Vamos, eres más fuerte de lo que crees. Hazlo por mí.

- No...

- Por favor Elena. ¿Qué acaso no ves que sin ti no podré vivir? No me hagas esto por favor, no te vayas.- siento como se me corta la voz.

- Bien.- suspira.

La levanto y la acerco al escusado, tomo su cabello y le meto dos dedos a su garganta para que suelte todo.
Y lo hace, escupe todo lo que tiene dentro.

- Nicolás, yo.- la interrumpo.

- Ya paso, ya estás bien, todo está bien.- su cuerpo cae sobre el mío.

- Lo siento, lo siento, lo siento.- repite una y otra vez.

- Shhh, todo esta bien. Yo estoy aquí, siempre estaré aquí para ti mi niña.- acaricio su cabeza.

- No me dejes, tú no.- nuevamente se aferra a mí.

- Jamás me iré de tu lado, jamás.

Ese día, esa tarde. Pude sentir el miedo de perder a alguien importante por primera vez, esa vez sentí cómo mi mundo estaba a punto de ser destruido.

La chica siempre había tenido ataques de pánico, pero jamás había llegado a esto.
Siempre se mostraba alegre y sonriente en todo.

Supongo que las personas siempre se ocultan detrás de una mascara.

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