Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

8 de abril 1970.
Minnesota, Estados Unidos.

El sol brilló entre las cortinas cuando Elisa despertó enredada en las mantas y tan cansada que levantarse fue una tortura.

Estiró su cuerpo y bostezo, antes de girarse en la cama y apagar el despertador que estaba sobre la cómoda y no dejaba de aturdirla. Eran las siete y cuarto y estaba tentada a permanecer otras dos horas en la cama, pero no podía, había acordado con Olivia que la ayudaría a limpiar la casa y empacar todo desde temprano para que terminarán en poco tiempo y pudieran volver a Inglaterra.

Salió descalza con su camisón y asomó al pasillo donde no vio un alma.

La casa era tan grande y silenciosa que se sentía agobiada recorriendo sus pasillos, imaginaba una época en la que todo habría estado lleno de vida, la familia de Elizabeth recorriendo los pasillos y ocupando todas las habitaciones, los empleados dirigiendo cada rincón para que fuera impecable y los padres de Elizabeth organizando eventos, pero de eso ya no quedaba rastro; solos fantasmas.

Entró en el baño que estaba junto a la habitación que ocupaba y se desnudó para entrar en la bañera y darse una rápida ducha antes de bajar a desayunar.

Lavó su cabello con champú y acondicionador, disfrutó del agua caliente lloviendo sobre su rostro y cuando terminó de enjabonarse y de afeitarse las piernas con la rasuradora, se secó y usó la toalla para envolver su cuerpo y volver al dormitorio donde se vistió.

Tenía un estilo muy distinto a Olivia, mientras que ella encontraba consuelo y comodidad en los pantalones y camisas y lograba hacer un gran atuendo de esas dos prendas, Elisa prefería los vestidos y las faldas. Estaba un tanto influenciada por la moda de su madre en la década de los cincuenta.

Se puso unas medias negras translucidas que llegaban hasta la cintura, una falda azul terminando en la rodilla y una camisa celeste un tanto holgada y de seda que tenía mangas de tres cuartos y unos lazos en el cuello que se ataban en una moña.

Conectó su enruladora al enchufé y pasó la siguiente hora frente al espejo, enrulando su cabello, cepillándolo para darle ese volumen característico de la época y lo selló con un aerosol fijador y algo de perfume en crema. Se hizo su maquillaje, sutil hasta deslumbrar con sus labios rojos y salió de la habitación para bajar las escaleras hacia la cocina donde podrían desayunar.

Esperaba encontrar a su amiga llena de energías y preparando unos waffles con café para convidarles, pero tan solo encontró a Jacob preparando panqueques y café con la radio en el rincón de la mesada reproduciendo el canal de música.

Él giró sobre sus pies con la espátula en sus manos y continuó bailando al ritmo de los Rolling Stone mientras se acercaba a ella.

Se rió al verlo usar la espátula como micrófono para cantar y tomó asiento en la isla de la cocina. Le agradeció cuando él deslizo un plato con panqueques hacia ella y también una taza con café y el azucarero. Agregó jarabe a sus panqueques y unos trozos de manzana y endulzó su café con tres cucharadas de azúcar como le gustaba.

—¿Olivia no ha despertado?

—No, iré a llamarla en cuanto termine con esto.

—¿Quieres que yo vaya?

—No, tranquila, es bueno que este descansando, estaba bastante angustiada por la abuela —. Puso un plato con panqueques y café para su madre y otro para él, dejando otros tres panqueques para su hermana—. Tenemos un día largo por delante, he pensado que Olivia podría encargarse del ático, ya sabes que a ella le gusta ver cosas antiguas y conocer a la familia, así que pensé eso la ayudaría a distraerse y tú puedes hacer el dormitorio de mi abuela si no te molesta, realmente yo prefiero mantenerme lejos de ese cuarto por ahora.

—Por supuesto, cuenten conmigo.

Comenzaron a comer con la música sonando de fondo, pero Jacob le bajó el volumen cuando su madre se les unió en el desayuno. Traía el cabello recogido y un vestido sencillo de color azul con un chal para protegerla del frío de la mañana.

—Buenos días, mamá ¿cómo te sientes?

—Mejor, más tranquila ahora que he podido procesar todo esto —. Se sentó y empezó a comer su desayuno—. ¿Tu hermana no se ha levantado?

—No, probablemente debería ir a despertarla...

Se disculpó cuando dejó su desayuno sin terminar y abandonó la cocina para ir hacia el dormitorio de Olivia en el segundo piso. Ella no había querido ocupar el dormitorio de Elizabeth por obvias razones, después de todo aun procesaban su muerte, así que había tomado la habitación que estaba justo al lado.

Era un dormitorio de considerable tamaño, con la cama de dos plazas en el centro de la pared frente al ventanal, un tocador donde podía poner sus maquillajes y un armario para guardar su ropa, aunque no había desempacado considerando que no planeaban quedarse mucho más en la gran casa.

Llamó a la puerta y esperó, pero solo le llegó el silencio.

Volvió a llamar con sus nudillos esta vez un poco más fuerte.

—Olivia, despiértate, dormilona o no terminaremos de limpiar nunca más —. Se rio, pero dejó de hacerlo cuando pasado algunos segundos no escuchó respuesta—. Olivia, abre la puerta por favor.

Tanteó el picaporte confirmando que estaba cerrada desde adentro y golpeó más fuerte.

—¡Olivia, abre la puerta, esto no es gracioso!

Volvió a golpear, aporreando la puerta con la palma de su mano y provocando un fuerte eco por toda la casa, de estar durmiendo era imposible que su hermana no lo escuchara cuando incluso Elisa y Marie subieron las escaleras para ver que provocaba tanto ruido.

—¿Qué sucede?

—No me está contestando —. Volvió a llamar a la puerta e intentó abrirla—. Y está encerrada desde adentro.

—A ver, déjame —. Llamó a la puerta y también a Olivia—. Liv, despierta, por favor, nos estás preocupando.

Solo escucharon el silencio y los nervios empezaron a ir en aumento.

Marie retrocedió con manos temblorosas hasta que su espalda chocó con la barandilla del espacio abierto que miraba hacia la planta baja de la casa. Su vista se volvió nerviosa y se cubrió la boca con una mano.

Vio como su hijo empezaba a golpear la puerta para intentar abrirla, pero al final optó por usar la llave, cunado eso no funcionó, pues Olivia había puesto el pasador, empezó a empujarla.

—No llores, ma, estoy seguro de que está bien, seguro está escuchando música con los auriculares —. Golpeó la puerta con el costado de su cuerpo, pero la madera no cedió—. Todo estará bien.

Optó por patear la cerradura dos veces y fue en la segunda que consiguió romperla y que la puerta se abriera y golpeara la pared.

Elisa y Jacob esperaban entrar y encontrar a Olivia saltando del susto en su cama, con los auriculares en su cabeza y la radio en su falda, pero lejos de eso, entraron a un dormitorio completamente vacío y Marie asomó detrás de ellos apresurada y miró todo el lugar en busca de su hija, pero terminó rompiendo en llanto y su cuerpo tembló de adrenalina.

Elisa la abrazó y Jacob fue hacia la ventana.

—¿Dónde está, Jacob?

—No lo sé...La ventana está cerrada. ¿Habrá salido?

—¿Por dónde? La puerta estaba cerrada también —. Intentó consolar a Marie que se abrazaba a ella con fuerza y Jacob continuó revisando todo el dormitorio—. No puede haber atravesado las paredes.

—Tal vez usó una llave para trancar desde afuera y se marchó.

—¿A dónde?

—¿A hacer un mandado? No sé...

—Jacob, son las nueve de la mañana y llevo despierta desde las siete, la habría escuchado sí se hubiera marchado y no parece muy propio de Olivia el irse sin avisar a dónde.

—¿Sugieres?

—Que llamemos a la policía.

—¿Por qué? Ella podría estar en cualquier parte.

—Exactamente por eso, podría estar en cualquier parte y ella jamás se iría sin avisar y en plena madrugada —. Marie lloró en su hombro—. Debemos reportar esto a las autoridades.

Si hubiera sido otra persona, habría rechazado la idea y se habría sentado a esperar por el regreso de su hermana para demostrarle a todos que tenía razón, pero no podía ignorar a Elisa o rechazar sus ideas, así que, aunque lo consideraba una pérdida de tiempo, dejó la habitación y fue hacia el teléfono que colgaba de la pared en el pasillo de la casa; había uno en casi todos los corredores y salones.

Marie lo siguió dejando a Elisa sola en el dormitorio.

Todo estaba intacto, la cama hecha como si nunca se hubiera acostado a dormir, sus pendientes sobre el tocador y la toalla con la que se había limpiado el maquillaje. Estaba su ropa de cuando se había cambiado por el pijama, pero cuando reviso entre sus atuendos, descubrió que no faltaba ninguno de los que Olivia usaba en el día, pero sí faltaba su pijama. Dudaba que su amiga se hubiera parado en plena madrugada, abandonado su habitación usando una llave para pretender que cerraba desde adentro y simplemente desaparecido en plena oscuridad con nada más una camisola, sin calzado o abrigo, en una noche que había sido congelante. No solo no era propio de Olivia, sino que dudaba hubiera alguna persona en el mundo que hiciera algo tan extraño sin motivo alguno.

Dejó de tocar las cosas en la habitación temiendo que pudiera haber algo de importancia para las autoridades que ayudara a localizar a su amiga y que de tocar demasiado pudiera arruinarlo.

Jacob llamó a la policía y en un principio no consiguió que se interesaran en hacerles una visita.

—Espere unas horas y si su hermana no aparece puede llamarnos, señor.

—No, no, insisto en que deben venir en este momento, mi hermana no se iría sin avisar y su habitación estaba cerrada desde adentro.

—¿Cómo dijo?

—La habitación estaba cerrada desde adentro.

La mujer suspiró al otro lado de la línea y cambio su conclusión de los hechos por una posible invasión de propiedad.

—Estoy enviando la unidad más cercana a su casa, por favor no toquen nada y esperen a que las autoridades lleguen.

Esperar se sintió como una eternidad y aunque Jacob quería ir a revisar las cosas de su hermana para saber si podía encontrar alguna pista sobre su paradero, Elisa lo arrastró hacia el salón para esperar por la policía.

El salón estaba junto a la entrada y tenía todavía parte de su decoración original, con tapizados coloridos, alfombras gruesas y pesadas y cuadros por doquier, aunque la modernidad había cambiado algunas cosas como las velas por lámparas, las cartas por teléfonos y la campana principal por un timbre.

—¿Crees... ¿Crees que le sucedió algo?

Elisa notó que los nervios de Jacob iban en aumento, así que suspiró y fue a sentarse a su lado para consolarlo.

—No digo que algo malo, pero no puedo ignorar que estos hechos no son propios de Olivia, ambos la conocemos y ella nunca se marcha a ningún lado sin avisarnos.

Jacob suspiró y se ocultó en sus manos.

—¿Y sí alguien irrumpió en la casa durante la noche y le hizo daño?

—Mmm, poco probable que simplemente se la llevaran sin tener que primero pelear con ella. ¿No recuerdas como se puso con aquel niño de segundo grado? —. Jacob se rio—. Nunca más volvieron a intentar levantarle la falda.

—Sí, armó todo un escándalo y le enterró los dientes en el brazo con tanta fuerza que los maestros no podían separarlos.

—Así es Liv, por eso dudo mucho hayan entrado a la casa, pero esperemos a ver que dice la policía ¿sí?

Los policías hicieron una inspección general de la casa, empezando por el dormitorio de Olivia y el resto de las habitaciones y rincones. No dejaron un solo mueble sin revisar o puerta sin abrir. Cuando terminaron se detuvieron con ellos y los separaron para reunir sus datos básicos y detallar los eventos en orden.

—¿Cuándo fue la última vez que vio a la señorita Eades? —preguntó uno de los detectives en llegar a la mansión.

—Anoche cuando se fue a dormir —respondió Jacob.

—Anoche, estaba emocionada por su nuevo collar —explicó Elisa—. Luego nos fuimos a dormir.

—Anoche —contestó Marie.

—¿Notó algún comportamiento extraño en la señora Eades?

—No...Estaba normal, bastante animada de hecho, nuestra abuela falleció hace unos días y le dejó un collar en su herencia, creo que eso la puso bastante feliz.

—No, ningún comportamiento extraño. Liv es bastante transparente cuando algo le sucede, al menos para mí, la conozco desde los pañales.

—No, estaba normal, bastante tranquila, aunque un poco emocionada por la herencia que mi madre le dejó.

—¿Qué hizo usted anoche?

—Preparé la cena, me quedé lavando la losa y luego me di una ducha y me fui a dormir a eso de la una y media. Mi hermana ya se había acostado.

—¿La vio acostarse?

—No, solo que fue a su dormitorio.

—Cenamos lo que cocino Jac, el hermano de Liv y luego...Me fui al dormitorio, me puse el pijama, limpie mi rostro del maquillaje, ya saben lo básico que hace toda mujer antes de ir a dormir, estuve leyendo una revista un rato intentando que me diera sueño y me dormí a eso de las dos creo.

—Cenamos y me fui a dormir, ya estoy muy mayor para quedarme despierta hasta muy tarde.

—¿Cree que la señorita Eades tendría algún motivo para querer huir?

La respuesta fue igual para los tres:

—No, ella jamás haría eso.

—¿Hay alguien que podría querer lastimar a la señorita Eades?

—Pues no que yo sepa.

—Aquí en los Estados no, sí tiene un ex novio que está algo loco y obsesionado con ella, pero él está en Inglaterra y dudo se viniera hasta aquí ¿o sí?

—No, todo el mundo ama a Olivia, ella es un sol...Siempre ayudando a todo el mundo, siempre preocupándose por su familia y por...Perdonen, todo esto es demasiado para mí.

—Está bien, señora, tómese su tiempo, entendemos que esto puede ser difícil para usted —. El oficial tomó unos pañuelos de papel de la caja en el centro de la mesa de té y se los entregó a Marie—. Retomemos... ¿Se enojó la señorita Eades cuando usted recibió toda la herencia?

Jacob frunció el ceño y se encogió de hombros.

—Sí lo hizo no me lo dijo, imagino le debe haber dolido, yo tampoco entiendo porque la abuela me lo dejaría a mí, no parece propio de ella excluir a Olivia de la herencia, especialmente con lo mucho que la amaba...Eran muy cercanas de niñas y compartían este lazo que yo nunca pude compartir con la abuela.

—Oh, no, por supuesto que no se enojó, Liv ama a Jac y estaba feliz de que él tuviera el dinero que sabía le ayudaría mucho, aunque obviamente le dolió, no lo dijo, pero era evidente, su abuela y ella eran tan cercanas que le dejó un tanto preocupada la excluyera de la herencia.

—No, no, ella no se enojaría por eso —aseguró Marie.

El oficial tomó noto del testimonió de Marie y continuó las preguntas. Uno por uno, los fue entrevistando por separados hasta tener todos los datos necesarios en su libreta y cuando llegó la noche, dos detectives llegaron a la mansión.

—Detective Brown y este es mi compañero, detective Hernández, somos de la oficina de Crímenes y personas desaparecidas y estamos aquí para hacerles algunas preguntas, repasar algunos datos proporcionados a los oficiales y pápelo de rutina. Nos gustaría comenzar con el hermano si no les molesta.

Jacob miró hacia su madre y Elisa, un tanto preocupado por como la policía interpretaría la situación y accedió. No era bonito, pensó mientras seguía a los oficiales hacia el viejo estudio que solía ser ocupado por el padre de Elizabeth en esa misma casa y permanecía intacto, con todas sus pertenencias aún en el salón.

Siempre que una mujer desaparecía, los oficiales apuntaban hacia cualquier hombre en su vida y como estaban en Inglaterra y no había ningún ex de Olivia cerca, el único hombre presente era Jacob.

Se sentó frente al escritorio y el detective Brown se sentó del otro lado, dejando a Hernández de pie con su espalda recostada en el librero y los brazos cruzados.

—De acuerdo —Brown tomó su libreta y empezó a registrar lo que hablaban por escrito—. ¿A qué se dedica, señor?

—Soy maestro.

—¿Hace mucho es maestro?

—No, empecé a ejercer este año.

—¿Y que lo llevó a elegir la carrera?

Se encogió de hombros y trató de mantener la calma en su silla.

—Siempre me ha gustado enseñar y considero que preparar a los jóvenes del futuro es importante.

—¿Enseña a jóvenes?

—Niños de prescolar, son los años más importantes en el desarrollo cognitivo y social de una persona.

—Y su hermana ¿ella es psicóloga ¿verdad?

—Es correcto —confirmó asintiendo levemente.

—Debe haber recibido de su ayuda ¿no? Entender el desarrollo cognitivo y social de un infante requiere de cierto conocimiento psicológico ¿ha trabajado con su hermana?

—Ella tiene un consultorio en la escuela donde enseño y atiende allí algunas veces, pero es una psicóloga independiente.

—Comprendo. ¿Y cómo es la relación entre ustedes?

—Normal, no lo sé...Nos llevamos bien y siempre hemos sido muy unidos, ella es la hermana protectora y yo soy el mimoso —. Se rio y Brown lo acompañó para romper el hielo—. La amo demasiado, detective y sí algo le sucedió quiero saber qué fue.

—¿Tiene motivos para pensar que algo podría haberle sucedido?

—No, aunque concuerdo con la señorita Thompson cuando dice que mi hermana no se marcharía sin avisar.

—¿Nunca la vio escaparse de casa de adolescente quizás?

—Sí, pero ella ya no es una adolescente y es una mujer muy seria y aplicada, sé que no se escaparía.

El detective anotó sus palabras.

—Por más aplicada y seria que la señorita Eades pueda ser, usted le dijo a la policía que su abuela acababa de fallecer ¿no?

—Sí, falleció hace unos días.

—Mis condolencias, señor Eades. ¿Y era la señorita Eades cercana a la abuela? —. Jacob asintió—. ¿Y supone usted que la angustia de perderla podría haberla hecho huir de casa? ¿La angustia de no ser mencionada en la herencia tal vez?

—No, no lo creo. Mi hermana no haría eso y ella estaba feliz anoche porque la abuela sí le dejo una herencia.

—¿El collar? ¿Tiene algún valor para la señorita Eades?

—Pues sí, que su abuela se lo dejó.

—¿Solo un collar? ¿No podría la señorita Eades haberse molestado de que ella recibe un collar y usted una mansión y cientos de millones de dólares? —. Jacob empezó a negar y se dispuso a explicarse cuando el detective lo interrumpió y revisó su nota—. Porque vera, los oficiales fueron informados de una discusión entre ustedes dos respecto al futuro de la casa ¿es eso cierto? ¿Usted planea vender, pero la señorita Eades quiere conservarla?

—Sí, pero habíamos llegado a un acuerdo.

—¿Eso hicieron?

—Sí, nos llevaríamos lo más importante y venderíamos la casa.

—¿Por qué la señorita Eades aceptaría vender la casa de su abuela hacia quien tiene tanto amor y aprecio? Pero sí no la vendieran, usted tendría que invertir sus cientos de millones de dólares en mantener esta casa ¿o no?

Jacob quedó en silencio mirando a los detectives y bajó la mirada hacia sus manos.

—No me importa el dinero, jamás lastimaría a mi hermana y eso es todo lo que tengo que decir.

Salió del estudio minutos después cuando los detectives concluyeron que no respondería más preguntas y continuaron con Elisa.

—¿Usted y la señorita Eades son grandes amigas ¿verdad?

—Así es, nos conocemos desde muy pequeñas.

—¿Y cómo describiría su amistad con la señorita?

Elisa se encogió de hombros y acomodó su espalda contra el respaldo de la silla.

—Muy hermosa, las dos siempre nos hemos apoyado en buenos y malos momentos, no hay persona en el mundo que me conozca como Liv. Nos conocemos muy bien y llevamos tantos años como amigas que es prácticamente como si compartiéramos cerebros.

Se rio y los detectives la imitaron para aligerar la tensión.

—¿Pelearon alguna vez?

—Pues sí, en todas las amistades hay peleas alguna vez, pero siempre pudimos resolverlas.

—¿Pudieron? Porque vera, alguien comentó a los oficiales de una discusión entre ustedes dos hace unos meses —. Brown miró sus notas para buscar la información—. Discutían por su interés en el señor Eades ¿es eso cierto?

Elisa se tensó un poco en la silla y forzó una sonrisa al ver que esa entrevista no era meramente para entender la situación.

—¿Soy sospechosa de algo, detective?

—No, señorita, tan solo intentamos entender su relación con su amiga. Entonces ¿discutieron por su interés en el señor Eades o no?

—Sí, pero fue un malentendido.

—¿Cómo es eso?

—Ella pensó que engañaría a mi pareja del momento y Liv no soporta las infidelidades así que se molestó conmigo y discutimos, pero luego le aclaré que no pensaba engañar a mi pareja y resolvimos el problema.

—Pero imagino debe haberla molestado que ella no la quisiera con su hermano.

—No, claro que no, Liv no tiene problema con eso.

—¿No le dijo la señorita Eades que No dejaré que juegues con el corazón de mi hermano como haces con ese muchacho?

—Como le dije, eso fue cuando pensó que planeaba engañar a mi pareja, a Liv no le molestaba.

Elisa salió de la habitación con un pésimo sabor en su boca y sintiendo que se había incriminado a sí misma en una investigación que ni siquiera sabía a dónde los llevaba. Claramente estaban estudiando la desaparición tan compleja e inexplicable de Olivia desde una habitación cerrada desde adentro, pero ahora ella y Jacob eran sospechosos.

Y por el último fue el turno de Marie.

—¿Cómo se sintió al descubrir que su hija no estaba en la habitación?

—Angustiada, temo lo peor por ella.

—¿Alguna vez le había sucedido algo similar? —. Marie negó—. Y tengo entendido no comió muy bien los últimos días por lo sucedido con su madre, mis condolencias por su perdida, señora.

—Gracias y no, no he comido muy bien.

—¿La angustia le cierra el apetito? —. Marie asintió—. ¿Y cómo es que se comió un plato de tres panqueques con jarabe y una manzana minutos después de temer lo peor por su hija?

Marie enmudeció y miró hacia el detective Hernández que escuchaba todo en silencio desde el librero.

—¿No estará intentando insinuar que yo le hice algo a mí hija ¿verdad, detective? Porque no debo solo recordarle que es mi hija y la amo con mi vida, sino que ella desapareció de una habitación cerrada desde adentro.

—Lo sabemos, señora y tan solo estamos investigando, no debe preocuparse.

Las entrevistas realizadas por los detectives los dejaron a los tres sintiéndose extraños e incomodos. Los estaban señalando por la desaparición de Olivia cuando no solo no tenían nada que ver, sino que cargaban con la angustia de no saber dónde estaba.

Jacob aún esperaba verla regresar, pero ese día ella no volvió...Y tampoco durante los siguientes cinco años. 

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