Hasta que comience a arder [E...

By blue_woods

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Una pesadilla marca el comienzo de la nueva vida de Meghan Holloway; su nueva vida como bruja. Pero no tendr... More

PRÓXIMAMENTE
IMPORTANTE
Prólogo
Capítulo 2: La locura de los hermanos Lowell.
Capítulo 3: Aceptarlos o morir.
Capítulo 4: La bruja moribunda.
Capítulo 5: Eleanor y las brujas.
Capítulo 6: El ritual.
Capítulo 7: Nuevo comienzo, misma vida.
Capítulo 8: Al borde del descontrol.
Capítulo 9: ¿Qué hay detrás de la puerta?
Capítulo 10: El dulce chico raro.
Capítulo 11: El último suspiro de Eleanor.
Capítulo 12: Lágrimas amargas.
Capítulo 13: Dos mentiras y una verdad.
Capítulo 14: No soy como las otras.
Capítulo 15: Las 7 brujas.
Capítulo 16: Los errores de nuestros padres.

Capítulo 1: Después del sueño.

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By blue_woods

Me despierto sobresaltada.

Mis manos están a cada lado de mi cuerpo y me encuentro sentada. Puedo sentir que estoy empapada en sudor frio y escucho mi corazón latiendo en mis oídos, mi pecho sube y baja rápidamente debido a mi respiración agitada, además de sentir que mi corazón asustado golpea con fuerza.

Estúpida pesadilla...

Mi celular suena con la alarma que puse antes de dormir, asustándome otra vez. Justo a tiempo, pienso. La apago con una mueca de fastidio y decido levantarme. No voy a encontrar calma en la oscuridad de mi habitación.

Cambio mi pijama por un conjunto deportivo y me coloco zapatillas. Paso al baño para cepillarme los dientes mientras observo mi reflejo con disgusto. Tengo unas ojeras horribles y estoy pálida, aunque siempre lo estoy cuando acabo de levantarme, pero ahora siento que me veo horrible. Usualmente no me veo tan mal.

Decido no prestarle atención a mi rostro o no saldré jamás del baño. Salgo de la casa sin hacer ruido para no despertar a mi padre, aunque seguramente debe estar en proceso.

Una vez fuera, la casa de la señora Jones —la mujer con la que soñé y mi vecina de enfrente— se ve más escalofriante que nunca.

Es bonita, arquitectónicamente hablando. Es enorme y de un color blanco gastado por la falta de cuidado, tiene tres pisos, posiblemente sea la única casa de Port Belmont con tres pisos. La propiedad está rodeada por altas rejas negras que son puntiagudas al final. La maleza suma puntos en su descuidada apariencia.

En el primer piso está el pórtico tan grande y espacioso, papá siempre comentó que es un buen lugar para sentarse a leer o tomar una taza de café, aunque la señora Jones nunca lo hizo. El segundo tiene grandes ventanales que están cubiertas por cortinas que jamás son abiertas y un balcón delantero donde nunca nadie se ha asomado. En el tercero no sé qué habrá, pero también hay ventanas, aunque tampoco fueron abiertas. Tal vez esté abandonado. Bueno, toda la casa luce abandonada.

Supuestamente es una de las primeras casas de Port Belmont. Es fácil darse cuenta por la arquitectura victoriana que posee, hay varios edificios del mismo estilo también. Es una pena que la señora Jones no la cuide como lo merece.

Con respecto a ella, es una mujer bastante grande ya de piel morena y un cabello rizado azabache que tiene algunas canas. No la he visto mucho porque nunca sale de su casa, pero siempre quise saber sobre ella. Al menos un poco más de lo que el resto del pueblo sabe; lo cual es nada.

Cuando mis amigos y yo éramos pequeños siempre retábamos a otros con entrar a su casa, por simple curiosidad, yo fui la única que se atrevió. Brandon no me hizo las cosas fáciles, me dijo que tenía que entrar de noche y aun así acepte.

Ese mismo día al oscurecer, nos encontramos frente a la casa de la señora Jones. Brandon sonreía, esperando que cambie de opinión, pero la sonrisa se le borró cuando le comenté que no era una miedosa como él y me adentré.

En cuando cruce el gran portón, mi corazón comenzó a latir con rapidez, pero el orgullo y las ganas de ver la cara de Brandon me pesaban y no podía detenerme. No ahora.

El camino hasta la casa parecía interminable y el viento volaba mi cabello hacía todos lados, cubriéndome la visión. Aunque escuchaba a mis amigas alentándome a lo lejos, aquello me calmaba un poco.

Cuando llegué al pórtico, me sentía triunfante, lo peor ya había pasado, pero al poner un pie ahí. La señora Jones abrió la puerta y viéndome seria a través de sus ojos negros me dijo:

Lárgate de aquí, niña.

Me volví sobre mis pasos, mostrándome tranquila y confiada. Brandon tuvo que aceptar a regaña dientes que una niña fue más valiente que él y en cuanto estuvimos solas, les conté a mis amigas la experiencia.

Desde entonces —y posiblemente para justificar su cobardía— Brandon Davis, el ahora novio de mi mejor amiga Holly, la apodó "la bruja de Belmont".

Ya siendo adolescentes no creemos que de verdad sea una bruja porque esas cosas no existen, solo es una anciana solitaria, pero el apodo le quedó.

¿Por qué soñé con la señora Jones?

¡Ya no puedo protegerte!

¡Tienes que encontrarme!

¿Qué significan esas palabras?

Comienzo a caminar, pensando en mi pesadilla y mis ojos no se apartan de la casa de la señora Jones hasta que me alejo lo suficiente. Aun así, tengo la extraña sensación de que alguien me estaba viendo desde ahí, mejor dicho que alguien está viéndome en este momento.

Con ese pensamiento en mente, empiezo a trotar.

Mi pulso comienza a acelerarse, no solo porque ahora estoy corriendo, sino porque recuerdo sus uñas clavarse en mi piel y la piel se me eriza. Sus palabras. ¿Qué significan? ¿Qué está queriéndome decir mi subconsciente con este sueño retorcido?

Alguien más se une a mi agitado paseo por lo que bajo la velocidad e intento verme menos perturbada de lo que me siento.

— Buenos días, Meg.

Blake Hale me sonríe y todos mis males desaparecen. Sus ojos celestes se achinan un poco y sus hoyuelos se marcan cuando lo hace, lo cual, me fascina. Bueno, todo él me fascina pero hay un problema; es el hermano de mi mejor amiga.

Brid y Blake Hale vinieron a vivir a Belmont hace tres años, se mudaron de Miami luego de la muerte de su madre. Su padre vivió un año con ellos, luego consiguió trabajo en Florida con una paga muy buena, así que se mudó tras la graduación de Blake. Como él es mayor de edad y no quiso ir a la universidad, se quedó cuidando de Brid.

Holly Parker, mi mejor amiga desde que tengo uso de razón y yo, incluimos a Brid en nuestro grupo al instante. Nos cayó tan bien que dejamos que cruce esa línea que no le permitíamos cruzar a nadie. Desde entonces las tres somos inseparables.

En cuanto a Blake, me enamoré de él en el momento que lo vi y obviamente no iba a fijarse en una niñita de catorce, mucho menos en la amiguita de su hermana.

Ahora tengo diecisiete y él veinte, y las cosas no cambiaron mucho. Me ve como su hermana menor, pero yo no lo veo como un hermano. Sin embargo, eso es algo que ni Blake y ni Brid, van a saber.

Mi amor por Blake va a morir conmigo... y con Holly porque ella también lo sabe.

— ¿Meg?

Blake me observa confundido.

— Perdón —contesto volviendo la mirada al frente— Sigo dormida —corrección, babeaba por lo apuesto que eres y sufría porque no me quieres de la misma forma que yo a ti— ¿Qué decías?

— Te pregunté si habías tenido una mala noche —dice volviendo a ver al frente— Luces cansada.

De hecho, todo iba bien hasta que tuve esa pesadilla de mierda.

— Holly las está enloqueciendo con lo del partido, ¿uh?

— Sí, bueno... Holly siendo Holly —contesto.

Holly, como capitana de las porritas nos obliga a ensayar la nueva rutina al menos tres horas por día, eso incluyen los fines de semana. Quizás mi sueño fue por estrés y cansancio...

Claro que no fue por esa estúpida rutina.

— Vas a ir al partido, ¿no? —le pregunto fingiendo desinterés— Sé que es en dos semanas, pero...

— Estaré ahí —contesta.

— Holly me contó que Jaime planea venir para alentar a Brandon —comento.

Jaime es el hermano mayor de Brandon. Él y Blake fueron buenos amigos en preparatoria. Era los típicos y apuestos populares rompe corazones.

Me gustaría que Blake hubiera roto el mío alguna vez, al menos así dejaría de preguntarme qué se sentirá ser querida por él. Bueno, tal vez pido mucho, solo quiero ser deseada por él. Algo. Lo que sea.

Aunque, lastimosamente, sé que no es capaz de verme como algo más que la amiga de Brid y posiblemente como hermana menor.

— Probablemente —contesta— Es un partido importante.

No decimos mucho más luego de eso. Solo seguimos nuestro usual camino intercambiando algunas palabras de vez en cuando.

-.-.-.-.-

Una vez que salimos de la escuela, tras haber practicado religiosamente la coreografía, acompaño a mis amigas a la tienda más recurrida del pueblo. Quise rehusarme porque me encuentro cansada, pero insistieron tanto que no pude negarme.

Holly es la primera en adentrarse a Le Blac Rosé o como todos preferimos llamarle "Rosé's" para evitar utilizar nuestro peor acento francés. Según lo que sabemos Sienna —la dueña— tampoco es francesa, pero sin dudas lo pronuncia mejor que cualquiera de nosotros.

Me mareo unos instantes y Brid lo nota. Toma mi mano entonces puedo sentir fría que me encuentro con la diferencia entre su piel y la mía.

— Te tengo —me dice sonriendo extrañada— ¿Estás bien?

A decir verdad, todo parece estar bien, pero siento que no, aunque no sé cómo explicarlo.

Tal vez mi periodo va a adelantarse este mes.

— Sí.

Prefiero mentir hasta solucionarlo.

Brid no quedó satisfecha con mi respuesta y sin soltar mi mano, nos adentramos al local. Como siempre hay bastantes personas. Tardamos unos segundos en encontrar a Holly. Ella se arrojó a las nuevas prendas que tiene Rosé's, sin percatarse de nuestra tardanza.

— ¿No es el rojo mi color? —pregunta acercando la blusa a su rostro— Tenemos que probarnos estas blusas.

— Em... yo estoy conforme con mi guardarropa.

— Dijo nadie nunca —le contesta Holly deslizando las perchas.

— De hecho lo dijo Bridget Hale —responde colocando ambas manos en los bolsillos traseros de su jean mientras recorre el lugar con la vista— Ya vengo. Blake me encargo que le diga algo a Sienna.

Sin darnos más detalles se aleja, dejándome intrigada por los celos.

Sienna y Blake tuvieron su "momento" por así decirlo. Bueno no fue un momento, tal vez fueron varios.

Está bien, fueron varios acostones. Esa es la palabra correcta.

Aunque según Brid, su hermano no siente nada por Sienna y ella tampoco por él.

"—Solo se llevan bien, se entienden, no lo sé. Aunque posiblemente también se acuesten algunas veces. ¿Por?"

Fue la respuesta que Brid me proporcionó un día.

Y obviamente no disiparon mis celos.

Sin embargo, Sienna es demasiado genial para caerme mal por mis celos.

De verdad, es una chica encantadora. Se mudó al pueblo hace dos años y nadie sabía de ella. Con el tiempo nos fuimos enterando —mejor dicho Brid se enteró por Blake y a través de ella nosotras y el resto del pueblo— que ella es huérfana. Sus padres murieron en un incendió en Connecticut y quiso alejarse de su hogar natal. Comenzar de cero en un lugar donde nadie la conozca, aunque no sé porque venir a un aburrido pueblo de Washington cuando lugares más atractivos en el mundo.

Aquí le va bien. A su tienda le va bien y todos la adoran, aunque su único "amigo" es Blake.

Ahí comienzan mis celos otra vez.

— Seguro no es nada —me dice Holly viéndome entre las prendas— Dudo que Brid sea la mensajera de sus encuentros furtivos —agrega intentando hacerme reír, pero solo logra una mueca de resignación.

Sienna no tiene celular. Cree que las redes sociales son tóxicas y por estar tanto tiempo al pendiente de lo que pasa en la pantalla, nos perdemos de las cosas que realmente valen en la vida, así que si quieres hablar con ella debes enviarle un email o venir personalmente a Rose's.

Así que tal vez eso está haciendo Brid, pasándole un mensaje de Blake. Aunque él trabaja en el bar de mi tío West que está al otro lado de la plaza principal. No es mucha distancia. ¿No podría venir él?

— Ten —me pasa una percha con una blusa de color azul.

— Yo no estaba pensando en comprar nada —le contesto viendo más detalladamente la blusa.

— Es para que cambies esa cara de amargada —me dice sonriendo— ¿Me pasas la falda que está allá?

Volteo sobre mis talones y tomo la falda que me pide. Es una de cuero, bastante apretada. En cuanto se la paso, me sonríe otra vez y desaparece en el área de los probadores.

Brid vuelve con Sienna. Ella observa la blusa que tengo en manos.

— Puedes probártela, si quieres Meghan —me dice con una sonrisa amigable.

Sienna es hermosa. Tiene unos enormes ojos de color avellana que a veces parecen verdes y pestañas quilométricas que te proporcionan viento cuando parpadea. Una sonrisa perfecta, dientes perfectamente blancos, no tiene una nariz pequeña como de modelo pero tampoco la hace imperfecta. Además su belleza viene acompañada con su personalidad divertida, aunque reservada y misteriosa. En resumen es perfecta.

Y a Blake le gusta y lo entiendo.

— Sí, creo que te quedaría hermosa. El azul es tu color.

Por alguna razón siento que Brid me suplica con la mirada que me vaya, así que acepto en silencio, algo desconcertada por mi percepción.

En cuanto me encierro en el probador, me deshago de mi sudadera y me pongo la blusa. Cuando volteo para verme en el espejo, me quedo perpleja al ver mi reflejo y no exactamente por cómo me queda la blusa.

En mis brazos hay dos manchas rojas que no recuerdo cómo diablos me las hice. Parecen pellizcos y me duelen cuando las toco. Mientras venia caminando sentía una leve molestia al rozar mis brazos, también cuando los movía durante el ensayo, pero pensé que era porque estaba cansada, no porque estaba... golpeada.

— ¿Cómo te queda, Meghan?

La voz de Sienna del otro lado de la cortina me sobresalta.

— No me gusta el color.

La verdad ni siquiera me fijé en cómo me queda, solo quiero irme para pensar en ¿Qué diablos me pasó? Me la saco rápidamente y vuelvo a esconderme debajo de mi sudadera.

— ¿De verdad?

Abro la cortina. Sienna se ve desconcertada por mi reacción.

— Tampoco me queda bien —me encojo de hombros pasándole la prenda— Pero es hermosa. Tienes buen gusto —agrego porque siento que mi actitud fue descortés.

Busco a mis amigas con la mirada. Holly está esperando en la caja con la falda de cuero y Brid deslizando perchas con la mirada perdida. Sienna no dice nada más y va a la caja registradora. Aprovecho que dejó de prestarme atención para centrarme en mi amiga.

Brid al verme venir, se pone derecha y finge prestarle atención a la ropa.

— ¿Pasó algo? —le pregunto cuando estoy a su lado.

Niega con la cabeza.

— ¿A ti te pasa algo? Te ves pálida.

Llevo una mano a mi rostro.

— Solo estoy cansada.

— Sí, yo también —contesta rindiéndose con las perchas— Blake se puso a trabajar en un auto de madrugada.

Blake además de trabajar en el bar de West, también es mecánico de autos en su patio. Hace unos meses construyó un pequeño taller detrás de la casa donde prácticamente vive cuando no está en el bar. Lo cual perjudica a Brid, ya que su habitación queda frente al taller, entonces escucha el sonido de las maquinas, la música que pone su hermano y demás. Aunque esto último es bastante placentero de escuchar porque su repertorio se basa en canciones de Queen.

— ¡Brid!

Holly llama a Brid y decido no acercarme. Me quedo viendo las mismas perchas que miraba mi amiga. Son vestidos negros que quizás puedan interesarme en el momento de alguna fiesta. El negro es mi opción segura a la hora de elegir una prenda porque combina con todo.

Por reflejo miro por la vidriera y luego vuelvo a mirar con más detenimiento.

La señora Jones está al otro lado de la calle viéndome. Está vistiendo de blanco y tiene su larga cabellera negra —la cual siempre tiene en un rodete perfecto— está suelta, cayendo a ambos lados de sus hombros.

Extrañada, camino hasta la puerta y salgo sin pensarlo. Un camión se interpone entre la señora Jones y yo, espero a que termine de pasar para poder cruzar la calle. Pero cuando pasa, ya no hay nadie.

La señora Jones desapareció.

— Meghan.

Escucho mi nombre a lo lejos, pero no con la voz de la señora Jones, sino con la de alguien más. Veo en la esquina de la misma cuadra en la que estoy; ahí está otra vez. Parada y viéndome de forma enigmática.

— Meghan.

Una mano en mi hombro me hace escuchar con claridad otra vez. Brid está viéndome desconcertada y yo la veo sin entender nada.

Todo se sentía tan extraño, los autos, la voz de mi amiga, los sonidos de la calle, todo se escuchaba tan lejano y mi cuerpo se sentía liviano. Cuando la mano de Brid me tocó sentí como si me jalara devuelta a la realidad.

Mi amiga adopta la misma expresión que yo, esperando una respuesta a la pregunta que no escuché salir de sus labios.

— Yo vi a la señ...

Señalo la esquina donde había visto a la señora Jones, esperando encontrarla ahí, pero no hay nadie.

Veo detrás de Brid; Sienna y Holly me miran desde la caja registradora, haciéndose la pregunta que hasta yo misma me estoy haciendo; ¿Qué diablos está mal conmigo?

— Creo que necesito descansar —musito algo apenada.

— Está bien. Te llevo a casa. Vamos a esperar a Holly.

Al cabo de unos segundos Holly está a nuestro lado con preguntas sobre mi comportamiento pero que, sorprendentemente, se las guardó —también lo agradezco—. Hablaron poco durante el trayecto y me dejaron en mi casa.

Mi padre llegó al rato con mucho cansancio y poco que decir. Los días con él son así.

Es decir, papá es así. Taciturno, ordenado y ensimismado. Sus días son calculados y programados. Todo debe salir cómo lo planeo porque justamente lo planeo de principio a fin.

Pasa sus días en la escuela, ejerciendo su rol de director y cuando no, está en el jardín de nuestra casa cuidando de sus plantas. Es muy bueno en ambas cosas, aunque si le preguntas, dirá que lo segundo es su preferido.

Helechos, flores, cactus, orquídeas... cualquier planta que puedas imaginar está en nuestro patio. Es su pasatiempo favorito al cual le dedica silencio y meticuloso cuidado.

Mi madre por otro lado, es todo lo contrario.

Vivaz, alocada y desordenada. Nunca sabías que esperar con ella porque con ella no hay planes, todo es espontaneo, solo vive el momento.

La música y el baile eran sus pasiones hasta que sufrió una lesión en la rodilla que le impidió bailar por mucho tiempo, y ni siquiera con terapia física logró volver a hacerlo como antes de aquel accidente.

Dejó el baile y se convirtió en profesora. Daba clases de literatura en la misma escuela que papá y en otras de pueblos cercanos, algunos días de la semana.

Ellos son tan distintos. Por eso su matrimonio terminó.

Me estremezco al recordar aquel día, cuando presencie ese horrible momento. Cierro los ojos, volviendo a esconderlo en lo más recóndito de mis recuerdos. Si no lo pienso, no pasó y si no pasó, no tengo por qué sentirme mal.

Cansada de no poder dormir y temerosa de que mi memoria quiera jugarme una mala pasada, me levanto para sentarme en la silla que tengo junto a la ventana y me dedico a ver la luna.

Esta casi llena, le falta un poco para completarse. No sé mucho del ciclo lunar, pero en cualquiera de sus fases la luna es hermosa. Podría pasar horas mirándola, en silencio y con las estrellas acampándome.

Peroesta vez es distinto. Siento algo dentro de mí. Me siento rara, inquieta, comosi estuviera esperando algo, pero al mismo tiempo no sé qué es.

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