Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

Desde que había llegado a ese siglo los libros la habían sacado de apuros más de una vez, así que dejó que Jonathan fuera a hablar con sus hijas y ella se fue a la biblioteca, segura de que Jonathan tendría que haberle puesto libros educativos en ese lugar.

Tenían dos bibliotecas, lo cual imaginaba Adrian aun no había descubierto o no se habría entretenido con dulces sino leyendo. Una de las bibliotecas estaba claramente dirigida a las mujeres, pues la literatura allí almacenada iba desde novelas románticas hasta libros sobre cocina, maternidad, historia, geografía, lengua y por supuesto; manuales para una buena dama. La otra biblioteca era para hombres con novelas, pero también libros de historia, negocios, economía, guerra y otras cosas que no eran del interés de las mujeres.

Rodó los ojos con la idea, pero se rio; esas dos bibliotecas no permanecían igual en el siglo veinte.

Se agarró un libro de unas trecientas páginas que detallaba todo sobre la etiqueta de una dama y otro sobre como organizar al personal y se sentó en el sofá a leer.

Hacía algunos años que se había implementado una nueva moda entre las mujeres, así que Olivia tenía un polisón debajo de su vestido que enfocaba el volumen en sus caderas y la retaguardia, dejando el frente bastante despejado al caminar y sin el volumen de la antigua crinolette de falda completa.

El nuevo polisón (en particular ese que usaba ese día) tenía una almohadilla formando el volumen, por lo que esta se apretaba contra su espalda al sentarse y reconocería que estando embarazada era muy cómodo para su espalda.

Leyó algunas páginas sobre conducta, vestimenta, visitas, pero se saltó hacia la parte de empleados que era lo que le interesaba esa tarde, el libro lo ponía así.

Debía tratar a sus empleados con amabilidad, pero no familiaridad (y en eso concordaba), debía darles libertades, pero no tantas o sería un caos y considerando que estarían en su casa conviviendo con sus niños, Olivia sabía perfectamente que habría reglas. No estaba muy a favor de tener que elegir a sus empleados basado en apariencia (mas sí en carácter), pero entendía que sí quería una buena imagen para su casa entonces su personal tenía que verse bien. Tampoco le gustaba la idea de no darle horarios y acomodaciones para sus propias actividades, por lo que empezó a hacer sus propias modificaciones y buscó papel y lápiz en su dormitorio para sentarse en su tocador (boudoir) y empezar a organizarse.

Siempre encontraba que su mente funcionaba mejor cuando llevaba un registro de sus planes, lo que hacía y lo que haría y como lo haría. Tal vez era algo obsesiva respecto a todas las notas que tomaba, pero con dieciséis niños y otro en camino lo consideraba necesario.

Debía tener un minucioso control de absolutamente todo y ahora con esa nueva casa sus ganas de controlarlo todo aumentaban.

Nunca había tenido una relación muy estrecha con la clase alta, pero los conocía y leía las noticias; eran pretenciosos, algunos muy educados y agradables, pero todos igual de chismosos y los rumores no solo volaban entre ellos, sino que rápidamente juzgaban. No quería que su familia fuera tachada de cualquier evento o reunión por su culpa y definitivamente no quería que sus hijos e hijas sufrieran las consecuencias de dicho rechazo.

Dejó de escribir por un momento y miró por la ventana, pensativa.

La gran casa de su abuela; nunca lo habría imaginado, que todos esos años había estado recorriendo el mismo campo donde había jugado con su abuela de niña y donde había vivido tantas aventuras. Y ahora esa casa, que representaba tanto en su vida, era el hogar de su familia y no sabía como sentirse o que esperar.

Esa enorme casa; ella la convertiría en un hogar en el que luego su abuela viviría...Pero ella no estaría, pensó e imaginó que tarde o temprano otra mujer ocuparía su lugar y se sintió enferma.

Acarició su vientre y suspiró.

Miró hacia la puerta cuando Amelia entró cargando una bandeja con el desayuno y sonrió.

—Gracias, hija.

—Realmente quiero disculparme por lo de la cocina, no volverá a suceder madre.

—Espero que no —. Se llenó la taza de té y le agregó leche y azúcar—. Sabes perfectamente que tus hermanos no pueden comer mucha azúcar y eres la mayor, Amelia, espero cierto nivel de responsabilidad de tu parte o comenzaré a considerar que tal vez no estás lista para casarte.

—Lo estoy, estoy preparada, madre y juro que no volveré a permitir otro incidente.

—Bien, me alegra escucharlo —. Dio un sorbo a su té y se acomodó en el asiento, señalando la silla a su lado—. Tu padre me informó que al parecer podríamos tener visitas esta tarde, no está seguro, pero algunas señoras y señores podrían llegar por el puesto de mayordomo y ama de llaves.

—Me lo comentó, cuidaré de los niños mientras estés ocupada.

—Gracias, justo eso quería pedirte —. Echó un vistazo a sus notas y suspiró—. Tendremos que cambiar muchas cosas de ahora en más y algunas no me enorgullecen, pero es por el bien de la familia.

—Para que la gente no hable.

—Exactamente, tu y tus hermanas tendrán que acostumbrarse a estos cambios, no quiero que las dejes en presencia de un hombre si tu padre o tus hermanos no están acompañándolas —. Amelia asintió y Olivia volvió a mirar sus notas—. O a menos que haya más de una mujer en la habitación ¿sí? No cuenta si es una empleada.

—Comprendo y sé que no te gusta madre, pero no debes angustiarte por nosotras, estaremos bien, finalmente somos parte de la gran sociedad y podremos conseguir buenos maridos. 

—Lo sé, tan solo desearía no tener que presionarlas tanto y por favor no se apuren en encontrar marido. Quiero que se casen con un hombre que amen y las ame de regreso y Jonathan no las entregará fácilmente a cualquier hombre y yo no lo quiero de malhumor por un muchacho que no lo valga.

—Tranquila, iremos con calma y sin apuros.

—Así me gusta...Hablaremos de modales y etiqueta en otro momento, cuando yo misma me adapte a dichas cosas, por ahora, solo cuida de los niños y evitar que se metan en problemas ¿sí? Dile a Eleonora que te ayude.

Amelia asintió, dejó el banco y le dio un beso en la mejilla antes de retirarse.

Olivia desayunó y estuvo un rato con Aiden para darle el pecho, luego dejó al niño con Amelia en la guardería del segundo piso y acomodó el comedor con algunos aperitivos por sí, efectivamente, llegaban personas en busca de trabajo.

Le gustaba no sentirse tan perdida en esa enorme casa, después de todo conocía cada rincón como la palma de su mano, aunque no negaría que la decoración era un poco distinta. Su abuela había cambiado muchas cosas en el siglo veinte, adaptándolo a la modernidad y Olivia no sabía cual de los dos estilos le gustaban más. Jonathan sí había logrado mezclar ambas épocas en la casa y eso le fascinaba.

Cerca de las dos de la tarde, estaba esperando en la planta baja, sin rastro de sus hijos en dicho piso para evitar molestias o distracciones y con el salón pronto para recibir a cualquier interesado. No sabía como sentirse, salvo nerviosa y temía que nadie apareciera. No le gustaba la idea de tener empleados, principalmente porque eran desconocidos viviendo en su casa y conviviendo con sus niños (y Olivia era muy protectora de ellos), pero sabía que no podía mantener ese lugar sola y cuanto más tiempo pasara sin personal, más trabajo ella tendría y con su embarazo, era lo último que quería.

Conseguir una ama de llaves fue fácil.

Dos y cuarto vio desde el ventanal a una señora algo mayor que caminaba con paso apresurado por el camino hacia la entrada principal, venía con un vestido que denotaba se había esmerado para dar una imagen presentable, era un atuendo marrón oscuro, largo hasta ocultar sus pies y con el polisón levantando la parte trasera de este para dar volumen. Traía abrochado hasta el último botón en su cuello y una puntilla decorándolo, así como las mangas. El bonnet en su cabeza no era tan elaborado, pero considerando que estos podían ser costoso, Olivia no le dio importancia.

La señora prácticamente corría para llegar rápido y miraba sobre su hombro como si temiera que apareciera alguna competencia. Olivia sonrió al verla detenerse frente al porche y empezar a acomodar su atuendo sin saber que la observaba.

La campana sonó cuando la mujer llamó a la puerta y dejó unos minutos de espera antes de caminar para abrirle.

—Buenas tardes, señora —saludó e hizo una pequeña inclinación cruzando un pie detrás del otro—. Espero no estar molestándola o haber llegado tarde —. Abrió la bolsa que traía colgando de su muñeca y sacó un periódico—. Pero he visto que busca una ama de llave y quería ofrecerme para el trabajo, señora.

—Pues es la primera en llegar —. La mujer sonrió de oreja a oreja y respiró con alivio—. Pase, por favor.

La guio hacia el salón y le ofreció tomar asiento en la mesa para charlar un poco.

—¿Cómo se llama, señora?

—Charlotte Mitchell —. Echó un vistazo a la mesa servida con varios aperitivos y se sintió un poco nerviosa al sentarse frente a Olivia—. Realmente espero no haberle interrumpido su tarde con mi llegada.

—En lo absoluto, he preparado esto en la espera de que alguien viniera. Sírvase por favor y cuénteme, percibo por su acento que es de Inglaterra.

—Así es, señora, nacida y criada con mucho orgullo.

Olivia llenó dos tazas con té y le extendió una con el platillo a Charlotte para que lo endulzara a su gusto y le agregara leche. Charlotte no había esperado tomar el té con una señora, así que sus nervios la delataron cuando comenzó a temblarle la mano mientras tomaba el azúcar.

—¿De qué parte viene?

—Lincolnshire —. Olivia asintió con una sonrisa—. Crecí en el pequeño pueblo de Gainsborough, no más de unos cien habitantes cuando era pequeña y está tan cambiado ahora, señora.

—Me imagino debe estarlo, desafortunadamente hace mucho no visito el país. ¿Qué la trajo a América?

—Lo mismo que a todos supongo; la vida soñada. Mi marido y yo renunciamos a nuestros trabajos para viajar, pero tuvimos mucha mala suerte en el viaje.

—Cuénteme más, por favor.

—Pues...Soy una señora mayor y es difícil conseguir trabajo a mi edad, especialmente con los cambios que dejó la guerra, pero no soy débil señora, no, no, puedo hacer cualquier tarea que se me asigne —. Olivia sonrió, imaginaba que sí lo decía debía ser cierto—. Cuando llegamos no pudimos encontrar trabajo y el dinero no alcanzó mucho, acabamos en la calle mi pobre marido y yo, pero afortunadamente él consiguió trabajo en una gran casa al norte del estado.

—¿Y usted no?

—No les gustaba mi acento; Hable americano o váyase, me dijeron y no tuve opción mas que irme porque no se me da bien fingir otro acento. No veo a mi pobre esposo hace meses.

—¿Dónde ha estado viviendo?

—Con unas señoras muy amables en un pueblo, me dejan quedarme con ellas gratis, pero sigo buscando trabajo y no voy a dejar de buscar hasta encontrarlo. Soy muy buena ama de llaves, incluso le traigo una carta de recomendación de mis antiguos jefes —. Buscó en su bolsa de tela y le extendió una hoja algo arrugada—. Perdone, se me ha arrugado.

—No es problema.

Leyó la recomendación para sus adentros mientras Charlotte la miraba nerviosamente y se atrevía a probar su té, quemándose en el proceso.

A quién corresponda:

Reciba un cordial y respetuoso saludo.

A través de estas líneas deseo hacer de su conocimiento que la señora Charlotte Mitchell, quien laboró en mi propiedad durante veintiséis años, es una ciudadana con una conducta intachable. Ha demostrado ser una excelente mucama y ama de llaves, gran trabajadora, muy comprometida, responsable y ordenada, cumple sus tareas como marcadas, se preocupa por mejorar, aprender y actualizar sus conocimientos.

Durante diez años se desempeñó como mucama, encargada de limpiar doce habitaciones, atender seis niños, lavar ropa, cocinar, barrer, lustrar, entre otras actividades y lo ha realizado con excelencia.

Durante los últimos dieciséis años se desempeñó como ama de llaves a cargo de ocho mucamas y el orden de la casa y lo ha hecho con excelencia.

Es por ello, que le sugiero que considere esta recomendación con la confianza de que estará siempre a la altura de sus compromisos y responsabilidades.

Sin más a que hacer referencia, espero sea tomada en cuenta esta recomendación.

Atentamente.

Thomas Clifford.

Olivia dobló la hoja a la mitad y la dejó a su lado en la mesa.

—Veo que tiene una gran experiencia, señora Mitchell.

—Así es señora y como le dije puedo hacer cualquier tarea que se me encargue y no me escuchará emitir una queja jamás.

La invitó a servirse algunos pasteles que (afortunadamente) habían sobrevivido al ataque de sus hijos y un tanto sonrojada, Charlotte aceptó.

—No dudo que sea capaz y como podrá ver, capacidad es necesariamente lo que se necesita para dirigir esta casa, hablamos de un lugar muy grande, aparentemente más grande que la casa del señor Clifford.

Charlotte no dudó en asentir, era lo primero que había pensado al llegar a la propiedad y ver la enorme mansión desde la distancia, alzándose con más de un edificio acompañándola.

—Y de ser ama de llave no estará dirigiendo solo ocho mucamas, hablamos de más de quince, señora. ¿Cree estar apta para la responsabilidad que eso representa?

Charlotte empezó a asentir sin dudar por un segundo.

—Quince mucamas incluso treinta o más, usted puede tener la certeza de que haré un excelente trabajo. Organizaremos este hogar bajo sus ordenes e indicaciones y le aseguro que no tendrá que preocuparse por un solo detalle.

—Me gusta lo que escucho, señora Mitchell. ¿Qué hay de los niños? No sé si sabe, pero tengo dieciséis hijos de diversas edades viviendo conmigo y uno más en camino.

—No debe preocuparse, he trabajado en casas con niños y sé que pueden ser muy caóticos y rebeldes, pero he aprendido mil trucos para poder ordenar sin que ellos representen un impedimento.

Tres cosas resaltaban de la señora Mitchell.

Primero su determinación, hablaba con seguridad y experiencia, claramente cuando decía algo no lo decía a la ligera y en ningún momento agachaba la cabeza. Estaba nerviosa y era evidente, pero después de haber sido rechazada, de estar en situación de pobreza y necesidad y tener ante ella una oportunidad de trabajar para una familia adinerada donde la alimentarían y vestirían, los nervios no eran sorpresa.

Segundo su educación, tenía modales y los demostraba y una ama de llaves con educación y modales era importante para que proyectara una buena influencia en las mucamas, de esa forma la imagen que el personal transmitiría sería excelente y eso mejoraría la imagen de los Morgan.

Finalmente, su amabilidad, Olivia resaltaba mucho esa cualidad en las personas, pues no quería gente grosera o malagradecida entorno a sus niños, simplemente no sería buena influencia ni buena imagen para la casa.

Así que, con esas tres cosas en mente, Mitchell parecía la persona indicada y no solo eso, había demostrado su gran preocupación por obtener ese empleo al llegar primera y con entusiasmo.

El timbre las interrumpió y se disculpó para atender la puerta principal donde una nueva mujer llegaba por el puesto de ama de llaves.

La saludo, la invitó a ingresar y le pidió que esperara en el vestíbulo en lo que terminaba con la señora Mitchell.

—Bueno, señora Mitchell, sin duda veo está muy capacitada para el trabajo y la tendré en cuenta al momento de hacer mi elección. ¿Le importaría esperar unas horas mientras hablo con la señora en el pasillo? —. Charlotte negó un tanto confundida—. Muchas gracias, puede tomar asiento en el vestíbulo.

Olivia la escoltó y luego se sentó en la mesa con la nueva mujer.

En realidad, solo buscaba evaluar sus opciones, pero tenía ese fuerte instinto que señalaba a la señora Mitchell como la indicada. Simplemente había algo en la personalidad de la mujer que le decía estaba capacitada para dirigir una casa tan grande como esa.

Acompañó a la segunda mujer a la salida después de la entrevista y accedió a entrevistar a otras dos, pero al terminar, rechazó a las otras tres mujeres que habían llegado y les informó que el puesto ya había sido ocupado, luego se reunió con Charlotte en el vestíbulo.

—Ahora sí, acompáñeme por favor.

Charlotte tomó su bolsa de tela y caminó a paso apresurado detrás de ella.

Olivia la dejó esperando unos minutos en la mesa del salón y aprovechando que estaba sola y comer no le daba tanta pena se agarró un trozo de pastel y lo mastico rápido. Moría de hambre, pero tenía miedo de insultar a la señora comiendo en su presencia.

Olivia volvió con su libro de cuentas (que mantenía en orden desde que se había casado con Jonathan) y una libreta con sus notas.

Se sentó enfrente de Charlotte y le sonrió para tranquilizarla.

—Asumo tiene experiencia con un libro de cuentas.

—Así es, señora.

—Este es el mío, como podrá ver los gastos han aumentado en los últimos años y manejamos números muy grandes —. Charlotte echó un vistazo a las páginas y asintió—. Esperaré que lleve su propio libro de cuentas, porque le estaré dando el empleo señora Mitchell.

Charlotte asintió y su labio inferior tembló al sonreír y la vista se le nubló.

—Realmente siento que usted es capaz de dirigir esta casa y soy una mujer que sigue sus instintos, así que espero no me decepcione.

—Le aseguro que no lo haré, señora.

—Bien, notará rápidamente que me gusta involucrarme un poco más que las señoras a las que podrías estar acostumbradas, ojalá no sea un inconveniente para usted —. Charlotte solo podía asentir e intentar contener su enorme sonrisa—. Volviendo al libro de cuentas, debe hacer los pedidos semanalmente y esto es muy importante porque la comida no alcanzara si no lo hace semanalmente, rápidamente se dará cuenta de que cosas duran más que otras y las cocineras seguro podrán guiarle en el tema.

Dejó el libro a un lado y pasó a su lista.

—Encontrará que la casa es bastante grande y no me sorprendería se pierdas al comienzo, pero es de suma importancia que aprenda rápido todos los recorridos y habitaciones y el uso adecuado de las llaves —. Se las entregó para que las viera y Charlotte comenzó a contarlas—. Hay habitaciones que deben permanecer cerradas todo el tiempo y abiertas únicamente para su uso y cerradas inmediatamente tras abandonarlas, otras permanecer abiertas durante el día y se cerraran de noches y algunas deben permanecer abiertas todo el tiempo. El armario de galletas y la pastelería, el armario de cuchillos, la armería y el horno son las habitaciones que es de gran importancia siempre estén cerradas, no quiero ser cruel, pero una sola vez que esas puertas queden abiertas y podría tener que pedirle se marche, la seguridad de mis niños depende en esas puertas permaneciendo cerradas.

—Comprendo, señora y le aseguro que no la decepcionaré.

—Me alegra y espero confirmar pronto que está en lo cierto. En cuanto a la demás habitación, la biblioteca permanece abierta día y noche y también la sala de dibujo, todo lo demás se debe trancar con llave una vez todos nos hemos ido a dormir.

Olivia se puso de pie y Charlotte la imitó.

—Le enseñaré la casa y explicaré mis términos, luego puede retirarse y volver en la mañana con sus pertenencias ¿de acuerdo? —. Charlotte comenzó a seguirla y Olivia recuperó sus llaves—. Despertamos entre las siete y las nueve, aunque depende mucho del clima, si está lloviendo es probable despertemos cerca de las nueve, todas las estufas deben estar encendidas antes de que despertemos y el desayuno se servirá a las ocho y media o nueve y media. Entre esas horas puede asegurarse de que todas las tareas de limpieza se lleven a cabo, especialmente antes de que mi marido ingrese en la habitación, no deseo que se le moleste en las mañanas.

Asintió, recordando todo con detalle y llegaron a la cocina donde Olivia le enseñó las habitaciones y armarios.

—Cuando comience su servicio tendrá que encargarse de realizar un listado de mucamas y lavanderas que considere aptas para el trabajo, para eso realizara algunas entrevistas en la que será su oficina —. Señaló la puerta y la abrió para que entraran—. Aquí podrá acomodar todas sus cosas y llevar a cabo sus registros. Y también realizará las entrevistas comenzando mañana, la cual tendré que apremiarle para que esté lista el domingo, la casa no puede sostenerse sin un personal que la atienda.

—Tiene toda la razón y conseguiré la lista para el domingo como pide ¿Cuántas personas tiene pensado contratar?

—Comenzaremos con quince mucamas, tres lavanderas, dos cocineras y cuatro asistentes de cocina. Tres jefas de limpieza y, por último, dos mujeres que se encarguen de la destilería y los lácteos. Yo me encargaré de contratar al mayordomo.

Charlotte había sacado una libreta de su bolsa y había empezado a anotar todo con un pequeño lápiz que se perdía entre sus dedos.

—¿Qué hay de su ayudante y el de su esposo, señora?

—Mi marido atenderá personalmente la búsqueda por su ayudante y yo la mía, es algo bastante intimo a elegir. En fin...De momento esas son mis indicaciones, una vez nos hayamos acomodado le daré toda la información que necesitará. Muy importante, cuando entreviste a las cocineras, asegúrese de que no tengan problema dejando que yo cocine con ellas algunas veces, sé que las cocineras tienden a ser muy protectoras de su espacio, pero a mí me gusta cocinar para mi familia y es un hábito que no quiero perder. 

En cuanto Charlotte se marchó, Olivia exhaló aliviada.

Tendría que pensar en otra forma de dirigir a sus empleados sin tener que montar un show de mujer seria, refinada y estricta. Simplemente no le quedaba del todo cómodo para ser ella misma, quería ser estricta y seria, pero no quería ser una completa maquina con esas personas.

No presentó sus hijos a Charlotte esa tarde, pues prefería dejar que la mujer se instalara y se acomodara antes de hacerlo.

—¿Cómo estuvo el día?

—Bastante bien, de hecho, conseguí una ama de llaves.

Jonathan sonrió al recibir la noticia y empezó a asentir con orgullo.

—¿Fue tan difícil como pensaste?

—Peor —aseguró con horror en su rostro y trenzó su cabello al ir a la cama—. Me sentía muy nerviosa dando tantas reglas.

—Pero si a ti te encanta mandonear.

Le dio un manotazo no muy brusco haciéndolo reír y se acostó en la enorme cama a su lado. Una cama que era realmente gigante y cómoda lo que hacía más fácil dejar la vieja casa atrás.

—Volverá en la mañana con sus cosas y ya le he pedido que contrate al resto del personal. Y he hablado con algunos hombres para mayordomo en la tarde, pero no sé...Las opciones no me convencen a excepción de un tal —. Tomó su libreta y miró los nombres que había anotado—. Edgar Horsfall, es bastante encantador y muy educado, además de que tiene experiencia.

—¿Lo contratarás a él?

—Ya lo he hecho, vendrá también en la mañana con sus cosas, aunque a diferencia de la señora Mitchell, le he dicho que estaría a prueba por un mes.

—Lo tienes todo controlado —. Sonrió y la atrajo hacia su pecho—. Sé que es un gran cambio, pero siento que nos hará un gran bien.

—Lo sé, especialmente para nuestros niños, Jona...Me emociona tanto pensar que ahora podremos mandarlos a la Universidad.

—¿Sí ¿verdad? Ya le he dicho a Darrin y Oliver que empiecen a evaluar sus opciones.

Charlotte y Edgar llegaron en la mañana e ingresaron por la puerta del personal donde podrían acceder a sus oficinas. Estrecharon manos y se presentaron para entablar una buena relación laboral, después de todo, empezarían a trabajar juntos dirigiendo esa casa.

Y durante el resto de la semana, Edgar entrevisto hombres en busca de mozos, chofer para los carros, seguridad, jardineros, hombres para trabajar la tierra y cuidar de los animales, para cuidar de los caballos, asistentes y jóvenes que pudieran llevar a cabo tareas más demandantes y fueran jóvenes para soportarlas.

Charlotte consiguió las mucamas, cocineras, lavanderas, asistentes de la cocina, jefas de limpieza y tanto ella como Edgar presentaron sus listas de mejores candidatos a Olivia, no el Domingo, sino el sábado en la mañana.

En cuestión de una semana todo el personal entró como estampida por la puerta de empleados y la señora Mitchell y el señor Horsfall los esperaban de pie en la enorme cocina para organizarlos. 

...

Estos son algunos de los polisones que se usaban en la época (algunos):

Iban debajo del vestido para darle volumen, podían dar un volumen bastante exagerado o ser más sutiles, algunos daban volumen desde la cadera hacia atrás y otros solo atrás. Esta moda duró desde 1869-1877 con sus últimos tres años mostrando una disminución en el volumen del polisón. Regresó en el 1883-1888 cuando desapareció otra vez de la misma forma, con el polisón disminuyendo en volumen con el pasar de los últimos años. 

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