Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

(ESPECIAL 100K)

2 de septiembre 1865.
White Oak Lands, Minnesota.

Jonathan salió de su casa con una camisa marrón, su chaleco de cuero, corbata (algo que usaba pocas veces) y las botas de montar por sobre su pantalón y un tapado azulado que le llegaba hasta las rodillas. Acomodó su sombrero y cuando asomó al exterior de la casa donde el sol ya ardía sobre ellos, levantó a Marie de los escalones del porche y la regresó hacia su corral.

—¿Qué haces afuera si papá estaba arriba?

Marie pareció sorprendida de verlo, como si no hubiera sabido que él había llegado a la casa, pero se abrazó a su cuello y no quiso soltarse cuando él la bajó al corral.

—¡Adrian, vigila a tu hermana!

—¿No debo ir al campo? ¡Genial! Yo la vigilo.

Jonathan rodó los ojos y volvió a salir de la casa esta vez consiguiendo llegar hasta el porche de Jian sin interrupciones, llamó a la puerta y bajó los escalones para irse hacia el carro con dos caballos que Terrell le había aprontado.

—Buenos días, pa.

—Buenos días, Jian. Voy a ir a la ciudad y tu madre me dio esta ridícula lista de tareas... —. Miró el papel rascándose la nunca un tanto confundido—. Realmente no sé qué quiere que haga.

—A ver —. Jian bajó el porche y tomó el papel de sus manos—. Oh, es bastante sencillo.

—¿Sí? Bueno, ¿me acompañas?

Lo miró, un tanto insegura pues quería pasar el día con su hijo, pero terminó suspirando y asintió. Se regresó a buscar su bonnet y su saco de lana que colgaría de sus hombros por sobre su vestido y avisó a Derby para que cuidará a Liam.

—¿Te irás ahora? ¿Y quién mierda va a preparar el almuerzo?

—Seguro mi madre cocina algo y te convida.

Derby bufó de malagana y ella besó a Liam y sonrió cuando este le entregó una flor.

Era el único que parecía acordarse de que era su cumpleaños.

Jonathan la ayudó a subir al carro y se sentó a su lado, tomó las riendas y puso marcha hacia La Crosse. El viaje podía tomarles desde dos horas hasta tres, dependiendo de que tan rápido avanzaran y como él quería demorar varias horas fue lento así que llegaron a La Crosse tres horas más tarde.

En la granja, una vez el carro ya no fue visible, Derby bajó el porche de su casa y bostezó en lo que se colocaba su boina.

Era el cumpleaños de Jian y todos en la granja lo sabían, incluso Darion que acostumbraba a olvidarse de las fechas fácilmente. Olivia asomó desde la casa para confirmar que el carro ya se había alejado y sonrió victoria. Le había encargado a Jonathan la tarea de distraer a Jian en la ciudad hasta las cuatro y cuarto cuando podían volver en no menos de dos horas para la celebración, así que calculaba tenía hasta las seis y cuarto (con suerte siete) para aprontarlo todo y apenas eran las diez.

Anudó su delantal en la espalda y sonrió de oreja a oreja.

Quería darle a su hija una buena celebración para sus diecinueve años y que fuera una hermosa sorpresa y quería que todo saliera perfecto, desde la decoración hasta las comidas. Su plan era combinar tiempos y culturas, haría algunas cosas basándose en lo poco que sabía de China y el resto de América e Inglaterra y por supuesto, traería algunas costumbres modernas del siglo veinte para compartir con todo el grupo.

Adrian estaba cuidando a Marie, Susan estaba terminando de limpiar su casa y Cate le daba un baño a su hijo, así que solo le quedaba Lisie para ayudarla a comenzar con los preparativos y los hombres para que armaran la mesa en el fondo de la casa. Quería que fuera en el fondo porque de esa forma Jian no los vería apenas llegara con su padre y todos tendrían el tiempo de ocultarse para gritar sorpresa cuando ella saliera por la puerta de la cocina.

Entró en la casa y asomó por un momento para ver a Adrian jugando con Marie y a Ollie echado en la alfombra junto a ellos. Al igual que Marie, Ollie crecía extremadamente rápido y ya era difícil identificarlo como un cachorro a excepción de su faceta juguetona.

Sonrió y con una mano acariciando su vientre por sobre el vestido fue hacia la cocina y se organizó mentalmente.

—¿En que te ayudo, Liv?

—¿Comenzamos por el pastel? O mejor primero hacemos los espaguetis.

—¿Espaguetis?

—Uhm-mmm —. Tomó uno de los libros que tenía en la mesa y le enseñó la tapa—. Estuve leyendo sobre tradiciones chinas y en lugar de pastel acostumbran a servir un tarro grande de largos, largos espaguetis para simbolizar la vida larga del cumpleañero, pensé que a Jian podría gustarle.

—Eres una excelente madre, Liv —alagó con una sonrisa—. Y me parece una excelente idea. ¿Qué tan largos los haremos?

—Tan largos como sea posible y con cuidado de que no se rompan, dice en el libro que es de mala suerte.

Empezaron preparando la masa y estuvieron rato largo estirándola para que fuera tan larga y fina como esta les permitieran. Querían cortar unos delgados fideos e incluso unir dos de estos entre sí para hacerlos aun más largos y trasladarlos con extremada precaución hacia la olla de agua hirviendo. Para trasladarlos con cuidado necesitaron de la asistencia de Susan y Cate.

—Oh, cuidado, cuidado...Mierda...

Olivia maldijo cuando los fideos se rompieron y regresaron todo a la mesa para volver a empezar.

—Seguro podemos lograrlo —insistió Lisie intentando mantener la actitud positiva.

—Podríamos probar trasladarlos directamente en una bandeja.

—Es muy buena idea, Cate, con un poco de harina seguro podemos evitar que se peguen —. Trajo una bandeja algo grande y Susan comenzó a estirar la masa con Lisie—. Tráeme esta vasija llena de harina por favor, está abajo en la bodega.

Cate se llevó la vasija de madera hacia la puerta debajo de las escaleras que llevaba al descenso hacia la bodega, recorrió los pasillos formados por unas góndolas con alimentos, frutas y utensilios y cuando encontró la enorme bolsa de harina, reposando junto a otras dos bolsas de harina sin abrir, llenó el tarro, la cerró y se regresó, para volver minutos después a buscar unas cuantas frutas para Olivia y otras cosas.

—Oh, no, no...Baja de ahí, Olivia —. Chester se quitó el sombrero al entrar en la cocina y lo primero que hizo fue correr hacia Olivia y sujetarla de la cintura con cuidado para ayudarla a bajar del banco—. Jonathan nos matará a todos si te caes.

—Puedo trepar un banco, Chester.

—Pero no deberías. ¿Qué necesitas?

—La waflera, pero cuidado que pesa un montón, también el mortero, el triturador y la panera francesa...Es esa grande, no, no, la otra...Esa

Chester le bajó todas las cosas que estaban en el último estante en la pared de la cocina y Olivia lo dejó sobre una de las mesadas de madera y se regresó hacia los tallarines. Cate, Susan y Lisie habían terminado de armarlos tan largos como fuera posible y los habían colocado con cuidado en la bandeja dejando ahora la difícil tarea de meterlos en el agua.

Lo hicieron con mucho cuidado, Cate cargó la bandeja contra su vientre, la inclinó hacia la olla de hierro que colgaba sobre el fuego de la estufa y Lisie y Olivia los dejaron caer cuidadosamente en el agua, asegurándose de que se extendían por todo el contenedor y no se pegaban.

Olivia buscó en sus frascos de vidrio por uno que tuviera aceite y le agregó tres cucharadas grandes al agua para tener más seguridad de que los fideos no se le pegarían.

Tenía una colección de libros de cocina a los que le gustaba recurrir por guía e inspiración, el primero era su favorito y el que había recibido de Claire Solomon el día de su boda; El camino al corazón de un hombre. Y últimamente estaba disfrutando bastante de las recetas y explicaciones en otro libro, uno que había recibido junto con los regalos de soldados y familias, llamado; Mil maneras de complacer a un marido. Por ultimo El libro domestico de Miss. Beecher era asombroso y llevaba varios días disfrutándolo, aprendiendo y tomando notas. Tenía todo un capitulo sobre carnes que la había instruido un montón sobre cosas que antes no sabía.

Su plan era hacer; un pastel de pollo, un pastel de papa, la torta y los fideos, dos panes francés uno con frutos secos y otro con nueces y un pan común para acompañar con manteca o alguna mermelada, también quería hacer manteca y probar la receta de su libro favorito para agregarle sabor con unas hojas de flores, iba a hacer unos muffins de miel y nueces que sabía a Jian le gustaba y otros de moras porque eran los favoritos de Jonathan y Olivia no podía perder la oportunidad de preparar algo que sabía a él le alegraría. También haría Egg Foo Young o como lo ponía el libro; panqueques chinos. Haría unos huevos escalfados, unos pastelitos y su famosa tarta de frutas y probablemente se le ocurrirían otras cosas.

Estaba emocionada, su vida simplemente se sentía perfecta: tenía tres bellos muchachos (Adrian, Eli y Darrin), tenía una hermosa beba y por fin celebraría un cumpleaños con Jian, el primer cumpleaños que podían pasar con ella en familia y ya tenía diecinueve años (veinte en el calendario chino) y para sumarle, Jonathan tenía su propia mina (que aunque no estuviera sacando mucha cosa, era suya), tenían su propia casa y la granja ya tomaba forma y estaba embarazada y podía sentir al bebé moverse en su interior. Sospechaba que sería un bebé enorme considerando lo crecida que estaba su panza.

—¿Necesitan algo más? —se interesó Chester antes de abandonar la cocina.

—¿Pueden ir armando la mesa?

—¿La de siempre?

—Sí, pero también pensaba sacar otras dos maderas del establo e improvisar algo —. Se limpió las manos en su delantal y lo guio hacia la salida para caminar hacia el establo con él—. Vendrán algunas familias de las que trabajan en la mina y también invité a algunos amigos de Derby para que nos acompañaran, por lo tanto, seremos varias personas.

—De acuerdo, supongo que podemos improvisar algunas mesas en el jardín. ¿Atrás de la casa ¿no?

Asintió y le apretó suavemente el brazo al agradecerle y se regresó hacia la casa.

Chester llamó a Darion y Kyle para que lo ayudaran y pronto Derby y Terrell se les unieron para armar algo con lo que sostener las maderas.

Olivia caminó bajo el sol hacia la casa y llamó por Eli y Darrin al verlos sentados en unos troncos cerca del gallinero.

—¿Me ayudarán? —. Ambos muchachos asintieron—. Eli tu trae algunos huevos por favor y Darrin ven a hacer la manteca.

Puso al mayor de los niños a mezclar la gordura de la leche en la mantequera y se enfocó en su libro para continuar cocinando.

—¿En qué te ayudamos, Liv?

—Uhm, fíjense si pueden ir haciendo algunos carteles para decorar el jardín. ¡Oh! Y Cate, ¿podrías enviar a Terrell al pueblo? —. Se golpeó mentalmente al acordarse y dejó el libro para ir por el pasillo hacia el salón, donde Jonathan guardaba una bolsa con monedas, agarró cuatro de estas y se las entregó—. Dile que se dirija a lo de la señora Garnet, yo le encargué dos docenas de velas pequeñas hace algunos días.

Cate tomó las monedas y se marchó hacia el establo para dar el dinero a Terrell.

Los hombres estaban armando unos soportes improvisados con unos tablones y algunos clavos.

—Señor Arendse, la señora Morgan ha pedido que vaya al pueblo a retirar unas velas en casa de la señora Garnet —. Terrell se limpió las manos en su chaleco y tomó las monedas—. Son dos docenas de velas pequeñas.

—Iré enseguida. ¿Necesita algo más?

—Le preguntaré —. Regresó corriendo hacia la casa, levantando el frente de su falda para no tropezar y cruzó el pasillo hacia la cocina—. El señor Arendse pregunta si necesita algo más.

—Déjame ver...Tengo el regalo de Jian, la ropa, tenemos todos los alimentos...Mira, que traiga unos huevos solo por las dudas que los que tenemos no nos alcancen, ya te doy el dinero y puede pedirlo en la granja de Walterson, el señor siempre me cobra barato, es un amor.

Memorizó todo, agarró las monedas y se regresó hacia Terrell quien ya había montado.

Darrin se había puesto a hacer la manteca y Eli fue hacia el gallinero como su madre le había ordenado. Levantó su pantalón desde el cinturón y pasó por sobre el cerco hacia donde estaban las gallinas, todas se aceleraron al verlo entrar y algunas huyeron y otras intentaron picotearlo, alcanzó varios huevos del interior del gallinero y levantó su remera para formar una bolsa con esta donde sostenerlos contra su pecho.

Estaba por subir el porche de la casa cuando Terrell se puso en marcha con su caballo y Ollie salió corriendo como un torpedo desde el salón y pechó a Eli que intentaba entrar. Olivia solo escuchó un fuerte golpe desde la cocina e inmediatamente temió lo peor, así que lanzó la cuchilla en la mesa y corrió hacia el porche principal. Encontró a Eli tirado en el suelo sobre manos y rodillas y un puré de huevos frente a él.

—Lo siento —susurró sin mirarla—. De verdad lo siento.

—Tranquilo, amor ¿te lastimaste? —. Negó y aceptó su mano para ponerse de pie—. No pasa nada, ya lo limpio, por suerte pedí a Terrell que comprara más huevos. ¿Quedó alguno en el gallinero?

—Sí. Estúpido perro, perdón, ma.

—Fue un accidente, lo importante es que nadie salió herido.

Lisie trajo un tarro con agua y dos trapos y cuando Olivia se dispuso a tomarlo para agacharse a limpiar, Lisie negó y se hizo cargo de la tarea.

Eli se regresó a buscar los huevos que quedaban en el gallinero y Olivia volvió a la cocina.

—¿Hacemos un pastel de carne? A los hombres les gusta bastante y al menos así se llenarán más rápido y no acabarán toda la comida tan rápido.

—Mmm, buena idea, Susan ¿tú cortas las cebollas?

Susan se dedicó a pelar y cortar cebollas en delgadas hebras semicirculares, Lisie trajo la carne de la bodega y sobre la mesa la corto en finos trozos y Cate hizo la masa, en cierto momento Susan comenzó a ayudar a Lisie con las cebollas y Olivia se concentró en el pastel.

—¿Escucharon del terrible accidente en Ohio?

—No, ¿Qué accidente?

Susan apretó los labios al sacudir la cabeza y suspiró, no se sabía si lagrimeaba por las cebollas o por lo que estaba a segundos de contar.

—Unos barcos se estrellaron contra las rocas en medio de una tormenta y diez pobres personas perdieron la vida y otras dieciocho terminaron gravemente heridas, en el periódico dicen que probablemente no se recuperen.

—Dios mío —. Lisie trazó la cruz en su pecho—. Pobres almas.

—Y lo peor es que mucho de esos pasajeros a bordo eran soldados finalmente regresando a casa después de la guerra, pensar que sobrevivieron toda esa muerte y sangre para ser arrebatados de este mundo en tan trágicas circunstancias.

—Ay, sí, leí algo de eso en el periódico hace unos días —recordó Olivia—. Fue muy trágico, pobres familias.

—Al menos el estado estará dando una pensión a las familias, no me imagino el dolor y las dificultades que tendrán que enfrentar.

Se quedaron charlando otro poco y Susan hizo dos pasteles de carne.

Llevaba la masa en la base, trozos de carne en el centro, un poco de harina salpicando la superficie y los trozos de cebollar, finalmente la agregó caldo a la tarta antes de cubrirla con otra masa y abrió un agujero en el centro para ponerle más agua y lo cerró. Cocinó ambos pasteles dos horas en el horno.

—También escuche rumores muy comprometedores sobre una tal Bessie Cannon —compartió Cate reprimiendo una sonrisa traviesa.

—¡¿Bessie Cannon? ¿No es esa la hija de Niles Cannon ¿el barbero?

Olivia y Lisie abrieron sus bocas al identificar el nombre gracias a Susan y se miraron sorprendidas.

—¿Qué escuchaste, Cate?

—Uy, les cuento, pero no digan nada ¿vale? Es que no sé sí sea cierto, pero al parecer huyó con el mismo hombre que le robó al señor Cannon dos caballos y tres ovejas.

—¡No te creo!

Lisie comenzó a negar ante el asombro y se sirvió un vaso con jugo.

—Dicen que se enamoraron o algo así, pero el señor Cannon no quiere hablar al respecto. Me enteré cuando visité el pueblo el sábado pasado con Chester.

—Pobre hombre, que su hija lo abandoné de esa forma y encima lo traicione yéndose con el ladrón que le ha dado problemas.

—Escuché que Cannon enfrentó al ladrón una vez —comentó Olivia y se rio—. Salió en el periódico y todo ¿lo vieron?

—No, cuenta, cuenta.

—El señor Cannon quería saber porque sus troncos seguían desapareciendo durante la noche incluso cuando el fuego estaba apagado, así que se quedó despierto para ver que sucedía y en la madrugada cuando estaba sentado en el balcón, escuchó ruidos afuera, así que asomó con su rifle —. Cortó las frutas; manzanas, naranjas, duraznos y frutillas y las metió en la olla para cocinarlas un poco—. Miró al delincuente y le dijo: ¡Esos son mis troncos, muchacho! ¿Qué estás haciendo? Y entonces... —. Se detuvo para reírse un momento y sujetó su vientre—. Entonces el hombre lo mira con unos troncos en sus brazos y le dice; Al fin se digna a asomar ¿va a quedarse ahí parado o me ayudará a cargar estos troncos al carro? Y el señor Cannon ni siquiera supo que hacer.

Las mujeres se rieron con ella y Olivia negó sin poder creérselo.

—El descaro que se requiere para hacer semejante comentario en medio de un robo.

—Dicen que el muchacho es muy carismático, pero tanto como para que Bessie abandonara a su padre...Mmm, no sé.

Cuando Olivia terminó de cocinar las frutas por apenas unos minutos y las caramelizó, extendió la masa sobre una fuente, volcó las frutas caramelizadas en esta, la extendió homogéneamente y las cubrió con otra hoja de masa a la cual le hizo pequeños agujeros con un tenedor y la metió en el horno junto con los dos pasteles de carne.

—Cambiando de tema, quiero empezar a planear el cumpleaños de Jonathan con anticipación. Aparte de que cumple veintiocho años y quiero hacerle una pequeña fiesta, también es nuestro aniversario y no hemos podido celebrarlo antes.

Susan y Lisie sonrieron de oreja a oreja al escucharla.

—¿Ya cinco años ¿no?

Se sintió muy orgullosa al asentir; cinco años y habían sobrevivido a una guerra, a estar separados, a varios ataques, a un parto, la perdida de dos hijos y a la pobreza, entre otras cosas. La lista de numerosas aventuras que tenían en tan solo cinco años la abrumaba, pero también le fascinaba y el amor que compartían era demasiado preciado para ella en ese mundo y no se arrepentía de nada.

—Esperaba pudieran cuidar de los niños por esa noche si no es molestia.

—Por supuesto, los dejaremos completamente libres para que disfruten.

—Muchas gracias —. Abrazó a Lisie al pararse a su lado y les sonrió—. Ustedes son de gran ayuda y realmente no sé qué haría si no las tuviera.

—Aww, no te pongas sentimental, Liv que me harás llorar.

Se rieron y Susan tomó su mano por sobre la mesa, le dio un suave apretón y continuaron cocinando.

Afuera los hombres comenzaron a armar las mesas y Olivia, que iba a empezar a preparar la torta, agarró una de sus enormes cacerolas de hierro, la colocó sobre un montón de brazas calientes dentro de la estufa, pero fuera del fuego y la cubrió con la tapa de hierro sobre la cual puso más brazas calientes. Era otra forma de hornear y ahí planeaba hacer la torta.

Revolvió los fideos e hizo la masa liquida para la torta la cual dejó cocinándose mientras salía a ayudar a los hombres.

—Veo que se armaron todo un sistema para la mesa.

—Había que asegurarse que no se caería —explicó Kyle y se apoyó en la mesa para probar su estabilidad.

—Además ya nos queda para los almuerzos de los domingos.

—Los voy a mantener ocupados los domingos —. Todos la miraron como si quisieran colgarse a sí mismos—. Ah, sí, se acabaron las haraganerías.

—¿Harg...? Trabajamos todos los días de sol a sol —protestó Derby y ella le lanzó uno de los manteles para que pusiera en la mesa—. Considero esto insultante.

—Deja de quejarte, nena —se burló y Derby abrió la boca ofendido, pero se rio.

—¿Y con qué nos ocuparas? —se interesó Harvie.

—Pues he hablado con Jonathan y como los niños de la mina vienen todos los días pensaba construir un pequeño salón para dar clases.

—¿Serás maestra ahora? Doctora, General, enfermera, madre, esposa y maestra ¿Qué más, Olivia?

Se rio y les ayudó a colocar el último mantel.

—Aun soy joven, supongo que puedo seguir acumulando títulos de aquí a que muera. En fin, ¿construirán el salón?

—Supongo, ¿pero con que dinero compraran los tablones?

—Respecto a eso...sí... ¿No podrían hacerlos ustedes?

Esta vez todos, incluyendo Harvie, se mostraron bastantes desconformes con la idea y todo el trabajo que aquello les tomaría, sumándole que solo podrían avanzar los domingos, por lo que estarían la menos dos meses trabajando. Finalmente, Chester y Darion alzaron las manos y aceptaron.

—Supongo que podemos hacerlo, aunque nos tomará más tiempo.

Olivia sonrió de oreja a oreja y les plantó un beso en la mejilla a cada uno.

—Son los mejores, les prepararé un pastel de frutas solo para ustedes.

—¿Y cerveza?

—Sí, Derby, también cerveza.

El irlandés celebró por lo bajó y se quedó con los hombres terminando de acomodar la mesa.

Susan y Cate fueron a buscar las decoraciones para poner en el centro de esta y ellos clavaron dos postes a la tierra frente al porche a unos ocho pasos de distancia para amarrar unas cuerdas a los extremos superiores; Olivia quería poner las velas que Terrell traería colgando de esa cuerda como luces decorativas.

Cate dejó las flores en el centro de las mesas y Susan trajo una silla a la vez con la ayuda de los hombres hasta que todo quedó acomodado y solo faltaba la comida y algunos detalles pequeños.

Sonrieron, oficialmente celebrando el progreso y sin previo aviso, Derby se sobresaltó cuando una gallina le voló en la cara, trepó en la mesa y corriendo detrás como un salvaje, apareció Ollie, quien saltó sobre la mesa buscando a la gallina, ladró, dejó sus patas marcadas en los manteles blancos y cuando bajó, enganchó uno de los manteles y tiró todo lo que había sobre este, para alejarse corriendo por el campo, llevándose el mantel enganchado a su collar.

—¡Maldito perro!

Salieron corriendo detrás de Ollie para agarrar el mantel, pero cuando el perro los vio pensó que estaban jugando, así que huyó de ellos y con cada minuto que pasó, el mantel se arrastró por el barro, el pasto, incluso el lago y acabo de color marrón e inutilizable.

Darion lanzó un golpe al perro que lo hizo marcharse corriendo en medio de unos chillidos y cuando Olivia asomó y vio el desastre, comenzó a palpitarle la vena del estrés.

—Tranquila, querida —comenzó Susan conociéndola lo suficiente para saber que se estaba estresando—. Podemos ordenar esto.

—¿Tienen hora?

Darion miró en su reloj.

—Dos y media.

Respiró hondo y estiró las arrugas en su vestido.

—Está bien, tenemos tiempo, iré a buscarles otro mantel. Eli, querido, puedes atar al perro, por favor.

Olivia se fue hacia las escaleras para buscar un mantel en su dormitorio, pero se detuvo cuando Adrian apareció con Marie en brazos.

—Creo que se hizo popo y tiene hambre.

—Vale...Ve a buscar un mantel ¿sí?

Adrian fue a buscar el mantel y ella cambió a Marie de su pañal de tela sucio, la amamantó y cuando Marie se durmió, la dejó en la cuna y bajó a lavar el pañal en un tarro con agua.

Adrian regresó a los minutos sin mantel.

—No hay mantel.

—¿Cómo que no hay mantel? Agg, ¿buscaste bien?

—Sí, pero no hay.

—¡Lisie! ¿Puedes fijarte si hay mantel, por favor?

Lisie asintió y cuando Olivia terminó de lavar el pañal, lo colgó y regresó a la casa, se fue al salón para recoger algunos de los desórdenes de Marie y estaba por irse a la cocina cuando Terrell regresó en su caballo.

—Muchísimas gracias, Terrell. ¿Te alcanzó el dinero?

—Así es, le traje los huevos y las velas.

—¡Cate! ¿Puedes ir colgando las velas de la cuerda en el patio? —. Cate se llevó las velas y Olivia llamó por Susan—. Pon estos huevos a hervir, por favor, haremos unos huevos rellenos en lugar de escalfados.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Terrell.

—Fíjate si los hombres necesitan ayuda y pídeles a tus niños si me pueden traer agua del pozo y algunas moras del bosque.

Terrell se marchó con sus nuevas tareas y para el momento en el que Olivia regresaba a la cocina el olor a quemado le llegó y la hizo correr.

—¡No, no! ¡Mierda! —. Levantó la tapa de la olla de hierro, la soltó cuando se olvidó de agarrar un trapo y sopló sus dedos mientras la retiraba del fuego con la ayuda de Susan—. ¡Joder, se me arruino la torta!

—Perdona, querida, olvidé que lo habías puesto en el fuego.

—No ha sido culpa tuya, Susan, soy yo que no sé dónde tengo mi cabeza...Ay, joder, ¿Qué hago con esto ahora? No quiero tirarlo.

Maldijo, pidió a Harvie la hora y se agarró la cabeza.

Ya eran las tres y veintidós.

Podía hacer otra torta y con suerte conseguiría decorarla a tiempo, pero todavía debía bañar a los niños, a Marie y debía bañarse ella y ponerse un vestido para la noche. Y tan solo le quedaban tres horas.

Su estrés comenzó a ir en aumento.

Empezó a hacer otra torta, la puso en el fuego y destrozó la que se le había quemado, salvando todo lo que era comible para inventar un postre de último minuto con crema y frutillas.

—Mamá, Marie está llorando —avisó Eli.

—Tengo hambre —protestó Adrian caminando entorno a ella—. ¿Qué puedo comer? ¿Me das la leche? ¿Puedo comer pastel?

—¡Adrian! —. Se quiso arrancar la cara de la exasperación—. Cate, ¿puedes llevártelos de aquí, por favor?

Cate sacó a Adrian, Eli y Darrin de la cocina y los llevó a su propia casa para darles la leche y algo de comer. Olivia fue a buscar a Marie, la sostuvo en sus brazos mientras terminaba de cocinar y le dio del pecho antes de dejarla jugar en su corral.

Volvió a pedir la hora y ya eran las cuatro y cuarenta.

—Darrin, prepara el baño para Marie, por favor y avísale a Adrian y Eli que luego les toca a ellos.

Dejó que la torta se enfriara un rato, terminó de preparar la sopa en la cual serviría los fideos y fue llevando los platos con las comidas a la mesa. Los pasteles ya cortados y decorados, las tartas, los emparedados, vasos y bebidas.

Cortó la torta en tres hojas para rellenarla con mermelada de frutilla y merengue, luego la cubrió con un glaseado de chocolate y la decoró con más merengue y frutillas encima, escribiéndole; Feliz cumpleaños, Jian en el centro.

La bajó a la bodega para que estuviera más fresca y bañó a Marie antes de dejar que Adrian usara el agua, luego Eli y por último Darrin, del menor al mayor. Cuando ellos terminaron, tiró el agua, puso una limpia y se bañó ella.

Se sentía bastante tranquila al ver que encendía las velas en el jardín y ya eran las seis y media.

Lo habían logrado en hora y Jonathan llegaría en cualquier momento con su hija, solo les quedaba esperar. 

...

El accidente del que habla Susan en este capítulo es verídico y salió en los periódicos de la época. La historia es muy triste porque muchos de los que murieron eran soldados que habían sobrevivido a la guerra y querían volver a casa con sus familias. Creo que leer el capítulo sabiendo que esa parte es verídica choca distinto emocionalmente. 

La historia del Señor Cannon también es verídica y salió en los periódicos, ahora, aquí tomé ciertas libertades, pues la segunda parte de esa historia, sobre el robo de troncos también es verídica (muy cómica, por cierto, la leí en el periódico y estuve media hora carcajeando) pero sucedió a otra persona, so yo me tomé la libertad de unirlo. Igual creo que saber es verídico es super interesante pues nos permite entender cómo vivían las personas en el pasado y al menos yo lo encuentro fascinante. 

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