Our Fairytale - [Minsung] [✓]

By SrtaBonsai

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La ceremonia de antifaces daba inicio como una intacta tradición a fines de invierno en el gran castillo de A... More

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XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL - [FINAL]
AGRADECIMIENTOS

XXXIV

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By SrtaBonsai

La primavera podía estar presente en cada esquina del reino, pero Jisung tenía la constante sensación de que el día estaba nublado. Que un fuerte viento azotaría su ventana de pronto y se llevaría con él todo ese dolor que cargaba en un solo rincón de su pecho. Quizás no era una sensación, sino un deseo.

Dejó acunar su mejilla entre las piernas de Hyunjin mientras una caricia en su cabello lo mantenía somnoliento. El menor le leía un libro en voz alta con la misma emoción que un niño contando su más apreciada aventura. Jisung adoraba oírlo, pero había dejado de hacerlo hacía rato, pues en su cabeza había demasiado bullicio como para aceptar algo más ajeno.

—Hay algo que nunca voy a entender de esta historia. —Hyunjin había cerrado el libro, Jisung supuso que ya había terminado—. Lo injusto que es el final y lo preciosa que continúa siendo la historia.

—¿Por qué te parece injusto?

—¿Acaso no has oído? El chico muere tras salvarla a ella en plena guerra, pero... ¿Qué sucede después? ¿Ella logra ser feliz sin él? Nada de esto está especificado en el libro.

—Tal vez solo quieren que te imagines tú como sigue.

—Pues mi trágica mente solo puede pensar que ella murió de un corazón roto.

—¿Eso es posible? —Jisung alzó la mirada. Hyunjin lo pensó unos segundos.

—Lo es, pero trataré de pensar en otra cosa. —Hyunjin sonrió levemente, no buscaba hacer pensar a Jisung sobre lo sucedido unos días atrás.

—La magia de los finales abiertos. —Jisung se sentó en su lugar, estirando sus brazos y alejándose de su hermano.

—Nuestra madre quiere que deje de leer romance porque en los libros todo es más bonito y cuando nos toca pisar la realidad, es más doloroso de aceptar. —Hyunjin hizo un leve puchero, Jisung agradecía tenerlo cerca porque a pesar de sus dramas y exageraciones, le hacía pensar menos en sus problemas.

—Mamá dice muchas cosas. —Jisung soltó aquello en un suspiro y desordenó los cabellos del menor en un gesto tierno.

Jisung se levantó de la cama y cerró la cortina del ventanal para así evitar que el sol de una tarde calurosa entrara con potencia a la habitación. Debería estar en plena clase de rutina como príncipe, pero exigió el día libre por descomposición física. Si supieran que el dolor sobrepasaba esa línea entre el exterior y el interior.

Hyunjin se deslizó hasta el borde la cama, apoyando su libro entre sus manos justo en sus piernas y mirando como su hermano ordenaba por decimoctava vez el escritorio. Hyunjin lo conocía como la palma de su mano, el mayor hacía eso cuando no tenía nada más que hacer.

Arreglar lo visible porque era imposible tratar el desorden de su cabeza. Jisung era una persona fácil de leer, pero que jamás quiso demostrar nada intencionalmente.

—¿Jisung? —El menor no sabía si aquella pregunta en su mente sería apta de hacer, pero ya había hablado y el mayor le estaba prestando atención—. ¿Sabes algo de él?

Jisung volvió la vista al escritorio y negó suavemente con la cabeza, sabiendo que de todas formas, no debería saber nada.

—Ya pasó una semana. Seguro está en alguna tierra lejana empezando de cero. Realmente lo espero. —Lo último sonó en un susurro pesado, perdido entre la nostalgia y el deseo.

—Si supieras donde está, ¿irías por él? —Jisung no contestó, pero Hyunjin supuso su respuesta—. Jisung, ¿aún esperas que su final no haya sido esa despedida?

—¿Cómo podría hacerlo? Tenemos tanto por vivir que me resultaría injusto no hacerlo.

—Me sorprendes —admitió Hyunjin, llamando la atención de Jisung con aquella afirmación—. Hasta hace unos meses atrás no tenías espacio suficiente en tu cabeza para algo tan humano como la valentía y el amor. Hoy no piensas con la corona, piensas con el corazón.

—¿Crees que tendrá muchas consecuencias hacer eso?

—Creo que estás creciendo y sabrás cómo enfrentarlas —respondió Hyunjin con seguridad.

—Hyunjin, soy capaz de sacarme la corona con tal de correr a los brazos de Minho. Estoy esperando una señal, solo una para tomar un barco y escaparme a una vida a su lado. Estoy perdiendo la cabeza.

—Estás enamorado, Jisung. Deja de tapar tus sentimientos con locura. El amor es el impulso más efectivo para dejar de ser un cobarde.

—Ya no sé si estoy perdiendo cobardía o ganando imprudencia.

—Eres tan primerizo que me das ternura. —Hyunjin se levantó de su lugar y tomó a Jisung por los hombros para que lo mirara a la cara—. Vive, Jisung. Hazlo porque el libro se termina, no sabes lo que está escrito en la página siguiente y eres solo otro heredero a la corona más en esta larga y eterna dinastía.

—Te hubieses llevado increíble con Lee Know —soltó Jisung con una sonrisa leve.

—Ya tendré la oportunidad de conocerlo.

Hyunjin soltó un bufido divertido y antes de que pudiera soltar otra pregunta inoportuna para los sentimientos de Jisung, la puerta de la habitación sonó y los dos chicos se miraron entre ellos con curiosidad.

—Adelante. —La puerta se abrió, Changbin en el umbral se quitó el sombrero de guardia para hablar con los príncipes—. Guardia Changbin, ¿está todo bien?

—Príncipe, ha llegado un correo especial para usted. —El guardia se acercó al escritorio y entregó dos sobres de papel en distintos estados—. A este de aquí... —Changbin señaló el más descuidado—, lo trajo el príncipe Christopher Lee. Pidió que fueran entregados exclusivamente a usted y a nadie más.

Jisung los tomó con miedo y en cuanto leyó en negro con tinta algo descuidada la palabra «girasol» supo que su estabilidad emocional se quebraría en ocho pedazos con solo abrir ese pedazo de papel.

—Gracias, Changbin. —Jisung tomó asiento en la ventana con las dos cartas en la mano, tenía miedo de no ser capaz de soportar aquellos textos.

—¿Quieres que me quede? —El guardia se retiró, pero Hyunjin tomó asiento a su lado. El mayor le miró con las lágrimas atacando la estabilidad de sus ojos por resistirlas.

—Creo que será mejor que haga esto solo —opinó Jisung, recibiendo un medio abrazo de su hermano, quien salió posteriormente de la habitación y dejó un silencio abrumador por detrás.

Jisung tomó la primera carta y la sacó con sumo cuidado de no lastimarla más. Leyó unas veinte veces la palabra «girasol» como si fuera a desaparecer de allí y se apoyó en el borde de la ventana cerrada para comenzar a leer con pausas de por medio aquella preciosa carta.

⠀⠀

29 de Marzo de 1803, Alsanne.

Para la flor más bonita del jardín, desde la profunda oscuridad de la noche.

He escuchado durante años que los escritores siempre saben qué decir, pero en estos momentos, niño de oro, con una pluma en la mano y un sentimiento embriagador en mí pecho, no tengo forma de expresar con palabras algo que en mí cabeza estalla en sonidos.

Viví una vida distinta a la tuya. Quizás por esa razón somos tan distintos y nos complementamos tan bien. Siempre que abría mis ojos pensaba en disfrutar ese día como si la posibilidad de que fuese el último me obligara a mantenerme despierto, mientras que tú, del otro lado en un reino distinto, pensabas en la lista interminable de tareas que debías hacer y lo aburrido que sería tu día.

Nacimos en distintos polos, incluso visto desde fuera de la metáfora de distancia. Somos la noche y el día, al fin y al cabo. El eclipse más esperado, pero protagonista solo por una noche.

La primera vez que caí en tus encantos fue al verte vestido de dorado. No es que nunca había visto una cosa igual en mí vida, pero no era el traje, el lugar o lo extravagante de tu antifaz. Era tu mirada, más brillante que tu ropa, mirándome como una persona más de la tierra. No era un bastardo ante tus ojos y eso me atrapó por completo.

Tu forma de hablar, lo impulsivo que puedes ser cuando nadie te ata a un molde perfeccionado por los demás. Eso es atractivo a mí modo de ver, tu deseo de ver el mundo incluso si no sabes qué tan peligroso es vivir en él. La curiosidad que te carcome sin vergüenza y la insaciabilidad de respuestas que tienes dentro.

Eres un barco de madera que encontré en pleno hundimiento por el infierno, y si bien nadie se apoyaría en ese soporte, encontré en ti la estabilidad que necesitaba para respirar una vez más antes de hundirme de nuevo.

Escribo esta carta a las apuradas para dejarte en claro que eres el amor más bonito que encontré en mí vida y el único que voy a mantener conmigo hasta el final de mis días. Hiciste del invierno la estación menos larga, arreglaste esa habitación a oscuras con una simple vela y tomaste una pequeña cobija para envolver mí corazón después de tanto frío.

Quizás mí único modo de expresarme es con metáforas y eso evita que sea claro y conciso. Déjame que te plasme esta idea en palabras cortas y que me encantaría decir en voz alta...

Te amo, Jisung. Amo el campo de girasoles que por siempre me recordará a ti, el dorado de tu presencia, la ausencia de luz que denominan negro y amo cada detalle de ti incluso si no debería hacerlo. ¿Es un pecado amar a un hombre? Entonces creo que tendré que acostumbrarme a las llamas de este infierno.

Me encantaría quedarme en estas hojas por horas, decirte cada pensamiento que cruzó por mí mente desde el primer beso hasta el último de todos. Me encantaría regalarte palabras, pero eso cuesta tiempo y es eso lo que menos poseo.

Espero que, el apuro por dejarte todo en claro, mí falta de organización y mis deseos desesperados por no olvidarme de nada, no hayan convertido esta carta en un despelote de sentimientos y emociones.

¿Recuerdas cuando dije que eras mí serendipia? Hasta el final de la vida, cuando el cielo se una con la tierra.

Dime que lo recuerdas. Por siempre, niño de oro.

Nos encontraremos al final del campo de girasoles, allí siempre estaré. Lo prometo. Mi destino es buscarte en cada flor y no puedo estar más feliz de aquello.

Con el más grande amor de todos, Minho.
Tu Lee Know.

⠀⠀
Lo último de la carta era un girasol dibujado y fue aquello lo que terminó por destruir a Jisung, quien entre lágrimas y sollozos invadió la habitación de dolor y presiones en el pecho. Apretó la carta contra su cuerpo, abrazándola como si alguien pudiera entrar en ese momento y robársela. Su mente se nubló, tenía la sensación de que le faltaba el aire, pero incluso si le dieran una ráfaga de viento, seguiría sintiendo ahogamiento.

Quería estar con él, quería tenerlo al frente para responderle la carta y decirle que él pensaba igual. Que Minho lo había salvado de la forma más preciosa de todas. Pero la vida era injusta, tal cual los finales de Hyunjin, y esta vez dolía más.

Pasó su mano por sus mejillas, limpió las lágrimas que fueron reemplazadas por otras y deseó que esa presión en su estómago no lo llevara a llorar por horas enteras cuando llevaba días en la mismísima miseria sentimental. Pero sabía que sería así, de cualquier forma, ya estaba muy roto como para fingir arreglarse.

Minho se llevó su corazón en su huida y no le molestó en absoluto saber que no había mejor cuidador.

Rebuscó en la carta alguna dirección, pero por más que revisó cada esquina del papel o algún mensaje oculto en el texto, no halló nada. ¿Minho había olvidado decirle a dónde iría?

Abrió la ventana con la intención de que el viento entrara a limpiar el aire, pero entró con más fuerza de lo que esperaba y movió los objetos de arriba de la mesa con fuerza. Jisung se levantó a recogerlos, guardando las hojas dentro de un cajón con lágrimas aún en los ojos, pero se detuvo de golpe cuando encontró en el fondo de este, las notas que compraba en el pueblo todos los días antes de visitar a Minho.

—Esta caligrafía... —Jisung llevó la carta al escritorio y comparó cada una de las letras. Eran iguales, exactamente idénticas. Jisung tuvo que abrir la boca para soltar el pesado suspiro de sorpresa que invadió sus pulmones—. Minho es el escritor. Todo este tiempo...

Comenzó a leer texto por texto, uniendo los rompecabezas y sabiendo que había sido un ciego por elección. Su forma de expresarse, su modo de ver el mundo y su manera tan romántica de hablar sobre esa persona especial. Persona que ahora Jisung sabía quién era.

Una sonrisa se formó en su rostro y sus deseos de abrazar a Minho aumentaron. Pensó en un futuro dónde se volvían a encontrar y le podía decir con euforia todo aquello que quería. Pensó en escribirle una carta y esperar a tener noticias de él para enviarla. Pensó en mil excusas distintas para no casarse con ninguna mujer hasta idear un plan fantástico dónde tenía su final feliz con Minho.

Pensó aquello que era imposible hasta que sus ojos viajaron hasta la segunda carta y olvidó por completo que existía. ¿Otra carta de amor? ¿No le había alcanzado con destruir su corazón con una? Jisung sonrió en lo bajo, sabiendo que había tenido la suerte más linda de todas al encontrar un amor tan perfecto.

Se acercó, tomó la carta y la abrió sin tanto cuidado, pues esta se veía más seria que la anterior. Sus manos extendieron el papel y por unos minutos su cuerpo dejó de reaccionar. Su alma salió del cuerpo abandonándolo por completo y la sonrisa en su rostro se convirtió en la mueca más triste de todas. Sus mejillas volvieron a mojarse y la carta perdió protagonismo cuando sus ilusiones cayeron al suelo como una lluvia de estrellas sin piedad alguna.

«...se le informa, con nuestro más sincero pésame, que el joven bastardo Minho, hijo natural del rey Javoid II Lee y su amante, Lesha Glide, y sin derechos a un apellido, ha sido reportado como fallecido entre las pérdidas del hundimiento del barco pesquero «Magna Navi» dónde viajaba como prófugo. Sus penitencias, la condena y su título le han prohibido un entierro digno».

Fallecido. Jisung se detuvo en esa palabra durante minutos enteros, y hasta que el sol no cayó por la ventana, fue incapaz de moverse un solo centímetro. Temía que al hacerlo la vida tomara realismo y se viera obligado a aceptar lo que el destino le estaba ofreciendo.

Su corazón se mantuvo destrozado en el frío suelo incluso si el aire se mantenía caliente. Su pecho se hundió en la miseria de un amor obligado a separarse y los finales injustos de Hyunjin se volvieron un sueño al lado de la pesadilla espantosa que estaba viviendo Jisung.

Sus mejillas dejaron de mojarse con lágrimas, pero en aquellas comisuras no volvió a extenderse una sonrisa nunca más. Estaba roto por dentro y nada podría arreglar aquello.

Jisung había muerto un poco aquel día. La mitad de su corazón, perteneciente por completo a Minho, no permitió sus latidos durante un tiempo. La depresión le cayó como un balde de agua fría y cada mañana, al abrir los ojos, se hundía un poco más en sí mismo.

Su cabeza se convirtió en un refugio e incluso Hyunjin, su más fiel compañero, fue incapaz de sacarlo de allí. Minho creyendo que su vida sería más feliz sin él al lado, Jisung deseando morir solo para renacer en el campo de girasoles con el bastardo a su lado.

La vida se basaba en injusticias, pero lo que le hicieron a aquel amor imposible fue el desequilibrio más horrible de todos. Jisung vio como cada girasol se secaba con el paso del tiempo, las cartas se guardaron en cajones para que el dolor sea menor y aunque intentó con todas sus fuerzas superar a Minho, nunca fue capaz de soltarlo.

Y por más que Minho prometió esperarlo por siempre al final del campo de girasoles, Jisung nunca fue capaz de hallarlo. Se perdieron entre la flor más triste de todas. Jisung esperando una luz que vuelva a poner en orden su vida y Minho deseando la felicidad de Jisung incluso si eso destrozaba la suya.

Era cuestión de tiempo, como todo en la vida, para que la luna y el sol volvieran a encontrarse en el cielo. Al fin y al cabo, el eclipse sigue siendo un fenómeno y si bien la vida es injusta... ellos saben muy bien como convertir el dorado y el negro en algo más que un color rechazado y poco común.

Su cuento de hadas se había consumido en llamas, pero el campo nunca dejó de esperar que las flores renacieran en sus tierras.

N/A: Veo venir muchos pedidos de terapia y solo me queda decir que la historia NO termina. Me retiro para dejarlxs llorar tranquilxs. Lxs quiero <3

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