Transalterna

By Hitto_

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Maya y Sophie son la misma persona viviendo dos vidas diferentes. ¿Ambas vidas son reales?¿una es un sueño? E... More

Intro
Scielo1
Almarzanera
El chico nuevo
Un tatuaje gratis
Respuestas por parte de un odioso
Mirar alrededor
El fantasma del depósito
Tarde de playa
El ritual de cumpleaños
La fiesta de Maya
Gente indeseable
Guerra en la familia
Secretos íntimos
No salgas del círculo
Estar como en un sueño
En la fila del desempleo
El proyecto Transalterna
Un día espectacular
La peor espía
El chico más peligroso del pueblo
La primera misión
Lazos fraternos
Revelaciones en la montaña
Descubriendo una verdad
El misterio del culto
La cacería
Acechando en la oscuridad
Marcus
La primera cita de Ian
La verdad sobre Marcus
Confesiones entre hermanas
El misterio de Anelise
El espacio interdimensiones
Noche en el Spice club
El nuevo Ian
Consiguiendo justicia
La mansión del círculo
El certificado de pureza
Niña buena
La verdad sobre Dylan
Rescatando a Ian
Saltar de un risco
El secreto de Grecia
El nuevo Aaron
Un giro del destino
Las jóvenes del Círculo
Mis dos padres
Familia
Cómo ocultar un crimen
Thaly
La dimensión T50
Dos años de cambios
La partida inconclusa
Alguien en quién confiar
La luna roja
Shifting
Epílogo
Transalterna 2
Guía de entes
Guía de personajes

La estrella Polar

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By Hitto_

Dejen sus comentarios de todo lo que se les ocurra. Un beso!

Su atuendo era impecable, su traje negro y camisa blanca no tenían la más mínima arruga. Su cabello blanco muy bien peinado hacia atrás y me sorprendió comprobar que tenía una complexión gruesa y musculosa, imponente incluso para alguien de su edad.

Bajé la vista y me quise alejar de nuevo, mas no me lo permitió.

Mi corazón se detuvo en seco cuando tomó mi brazo con sutileza y pronunció mi nombre.

—¡Aléjate de ella! —mi padre corrió hacia nosotros y se interpuso entre ambos.

De estar detenido, mi corazón pasó a latir a mil por hora, tomé a papá del brazo y le pedí alejarnos. Él se mantenía firme, mirándolo directamente a los ojos, con furia. El otro hombre, por el contrario, mantenía una expresión neutra.

La gente volteó a vernos. Yo seguía insistiendo, quería sacar a papá de ahí.

—Me alegra ver que mi nieta está sana y viva. Hace mucho que le sigo el rastro —dijo con cierta petulancia en sus palabras.

—Viva, porque la mantuve alejada de ti. Y no vas a correr con esa suerte si te le acercas de nuevo.

—¿Es esa una amenaza? —sonrió, yo no dejaba de mirar al rededor, el salón de golpe se puso en silencio.

—Hicimos un trato, más te vale cumplirlo —mi padre añadió entre dientes, dándole la espalda y poniéndome delante de él de manera protectora.

—Si la quieres mantener a salvo, no lo vas a lograr con quienes se está juntando. Pronto vas a venir a buscar mi protección.

Nos detuvimos un segundo a escuchar lo que dijo y retomamos el paso, saliendo de la fiesta.

—Papá, tranquilo. Fue mala suerte encontrárnoslo —le dije afuera, él lucía tan enojado.

—Sabe quién eres, te está vigilando. Sabía que debíamos escondernos de nuevo —exclamó, frustrado.

—No, papá, no vamos a renunciar a nuestras vidas por el capricho de un viejo loco. Solo quiere asustarnos.

—No quiero que vayas sola a ningún lado. Si no estás conmigo, ve con Ian y veré de comprarte un arma —expresó, contrariado.

—Si eso te calma, está bien. Pero solo... no dejes que eso perturbe nuestra paz —le pedí abrazándolo con cariño.

Insistió en acompañarme hasta la torre de 3IE, donde Ian vivía. No quería dejarme a solas ni con el chofer. Me costó convencerlo de no ir con él a su casa. Necesitaba ver a mi novio. A veces salía de las cápsulas como si nada, otras en muy mal estado y no sabía cómo se encontraba en ese momento.

Ni bien entré, me saludó Aaron, el ente, al final no había crecido demasiado y controlaba su tamaño a voluntad. Podía estirarse como un caballo o hacerse pequeño como un gato. En dos años no nos había intentado devorar, así que ya tenía la plena confianza de Ian.

Lo primero que hice fue sacarme el vestido y liberar mi busto. Sentí alivio. Me senté sobre la cama y puse mi teléfono en la mesita de noche.

—Thaly —le hablé a la inteligencia artificial—. Apaga la luz y muéstrame los archivos de Franz Ayala.

Tras la orden, en la pared del frente se proyectó lo que llevaba de investigación. Por dos años, a escondidas de mi padre, había ido reuniendo información sobre la familia Ayala y los niños desaparecidos. Además de Grecia y Tiago, otros cuatro niños menores de cinco años habían sido secuestrados. Solo dos cuerpos hallados, incluyendo el de mi hermano, y el resto... no tenía pruebas, pero estaba segura que estaban relacionados. Niños portal, asesinados en Scielo1. Franz Ayala, mi abuelo biológico, seguro involucrado, no solo en la muerte de mi hermano, sino de mi madre. El problema era que no había cómo conectarlo.

La prensa y la policía jamás habían sospechado de él. Solo lo trataban como la víctima. Nuestro querido Ministro de seguridad, comprometido con la seguridad del país, tras perder de manera trágica a su hija y nieto. Comprometido a que nunca, nadie más sufra lo mismo en nuestra nación. Sonaba hasta como propaganda, y tal vez eso era: simple propaganda para llegar a un puesto más alto.

A esas alturas, tenía miles de teorías y cero pruebas. Lo que me dijo retumbaba en mi cabeza: "Si la quieres mantener a salvo, no lo vas a lograr con quienes se está juntando". ¿A quiénes se refería? ¿era una amenaza? ¿hablaba de la familia Cohen? ¿o de los Key? ¿sabía del proyecto?

—¡No hagas eso! —grité cuando Ian me abrazo por la espalda, en plena oscuridad, mientras pensaba en temas escabrosos.

—Perdón —me dijo cerrando sus manos en mis pechos desnudos y comenzando pasar su lengua por mi cuello.

—Thaly, prende la luz —ordené, Ian me abrazó con más fuerza.

—Venía a cambiarme para la fiesta, pero parece que acabó temprano. ¿Cómo estuvo? —me preguntó poniendo más interés en acariciarme el cuerpo.

—Oh aburridísimo, no pasó nada. Solo que me encontré cara a cara con Franz Ayala. —Eso hizo que dejara de succionarme el cuello—. Mi padre lo enfrentó y... bueno, por suerte no pasó a mayores.

—Debía pasar en algún momento, se mueven en los mismos círculos sociales.

—Lo sé... ah y en noticias más agradables, Arthur le dijo a la prensa que va a poner veinte por ciento de las acciones de la compañía a tu nombre.

—¿Qué? —Eso lo impactó más que la otra noticia, me soltó y yo caí echada sobre su regazo.

—El tonto cree que dándote parte de la compañía, tú me convencerás de fusionar a Galata.

—Es un idiota, sus otros hermanos lo van a matar.

—Seguramente, aunque si lo hace será genial. Imagina, tú como empresario.

—Prefiero cortarme un testículo.

—No creo que tu padre lo permita, lo de la compañía, no lo del testículo... o eso tampoco.

—Me da igual—se agachó para besarme y bajar sus manos por mi pecho hasta mi vientre.

—¿No estás cansado?

—No, dormí todo el día, estoy excitado.

—Eso siempre —consideré incorporándome de nuevo. Yo sí me sentía bastante cansada.

—Llego y estás medio desnuda en mi cama, ¿cómo quieres que me ponga?

—Siempre estoy así.

—Como me gusta —respondió empujándome de espaldas y poniéndose encima de mi para proceder a besarme con desenfreno y meter su mano pode debajo de la única prenda que llevaba cubriendo mi intimidad.

***

Debí quedarme dormida muy rápido, porque apenas recordaba lo ocurrido en la noche. Esperé tener a Aaron a mi lado cuando desperté en Almarzanera. Sentí el cuerpo peludo de mi gato sobre mis pies, dándome demasiado calor.

Lo primero que veía ahí cada mañana era el cielo celeste y las nubes a través del tragaluz en el techo. La mejor idea que habíamos tenido.

Me levanté de la cama y busqué a Aaron por la casa. Lo encontré en la sala, terminado el hermoso mural que había empezado días atrás. Pintó el cielo nocturno, tal como se veía en el hemisferio norte y cada estrella era una piedra brillante. Desde hacía meses que él y yo estábamos restaurando esa casa. Todo lo habíamos hecho nosotros, desde instalar el tragaluz hasta a poner el piso nuevo y pintar. Trabajo que Aaron realizaba con maestría. Convertíamos ese lugar en nuestro hogar. A veces lo llamábamos la dimensión T50, porque era nuestro escape al proyecto, los portales, los entes y donde solo soñábamos con tener una vida y tranquila y normal.

—¡Está hermoso! —exclamé bajando las escaleras para verlo de cerca. Aaron se levantó del suelo, con la camiseta llena de pintura.

—Por fin lo terminé.

—Me encantan las piedras, parecen diamantes de verdad.

—Una es un diamante de verdad.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Por qué pusiste un diamante?

—Para que lo encuentres. Si lo encuentras es tuyo.

Observé el mural, medía como tres metros de alto y cuatro de ancho, con cientos de piedras simulando ser estrellas pegadas en él. Localicé a la estrella Alioth en la constelación de la "Osa mayor", si una era un diamante real, imaginé que esa sería la estrella más brillante de esa constelación. Se la señalé a Aaron.

—No, no es ese.

Señalé entonces a Alkaid.

—Tampoco... no vayas a señalarme una por una todas las de la Osa mayor. Tienes tiempo para descubrirlo. —Me depositó un beso en la cabeza y se fue a dar un baño.

Me dejó con la curiosidad y permanecí mirando el mural, mientras tanto recibí una llamada de mi hermano. No lo veía desde que se había escapado con Grecia, sin embargo, hablábamos todos los días.

—Stonehenge es una locura. Lo ves como piedras apiladas, pero arriba hay un portal. Se abre seguido. Durante el eclipse saldrá de todo de ahí. —Empezó a decirme con entusiasmo. La sede del proyecto en Londres lo mandaba a muchos lugares, él y Grecia no podían estar más contentos. Lo envidiaba un poco, también quería conocer otros sitios, mas la universidad me lo impedía, y el armar el proyecto en Almarzanera también. Instalamos el laboratorio con la excusa de ser una farmacéutica, lo que era lógico considerando la tradición del pueblo en medicina, con uno de los mejores hospitales del país así como su famosa universidad. Teníamos apenas tres cámaras de monitoreo y menos de veinte personas trabajando ahí, incluyendo algunos hermanos de Aaron; como Anne, que me alegraba mucho que estuviese ahí; Philip, uno de los primeros portales creados por el proyecto y por supuesto Liam. El doctor Jones iba y venía, así como otros portales. De los veintiún hermanos ya conocía a quince.

—Estarás muy ocupado. Seguramente aquí también lo estaremos, sabes que Almarzanera es un foco de actividad inter dimensional.

—Sí, pero no es lo mismo, ojalá puedas venir, te extraño, a cada sitio que voy pienso que te encantaría.

—También te extraño y con Aaron estamos pensando viajar cuando acabe el semestre. Las cosas aquí están más encaminadas.

—Si vienes pronto te daré una sorpresa.

—¿Qué sorpresa?

—Una noticia interesante. Así que tendrás que hacer todo por venir pronto. Ya debo irme, hablamos más tarde.

Colgué el teléfono con una sensación agradable. Conversar con Tiago aunque sea unos minutos me relajaba.

—Debo irme al laboratorio —Aaron regresó colocándose una camiseta sobre su pecho mojado.

—Pensé que irías recién en la noche.

—Yo también, pero me llamó Philip, me quiere ahí.

— ¿Yo debo ir también?

—No es necesario, además ¿hoy no tienes esa cosa?

—El desayuno con mi madre. Sí, le diré que le mandas saludos.

—Dile que la odio—espetó sacudiéndose el pelo, como si fuera un perro.

—Ya lo sabe y te odia igual.

—Genial, por fin coincidimos en algo. —Se acercó a mí para tomarme por la nuca y darme un beso en los labios—. Cuando regrese voy a estrenar el mesón nuevo de la cocina contigo.

—¿En serio? —Arqueé una ceja, estaba determinado a que tuviéramos sexo en cada rincón de la casa que íbamos habilitando. Incluyendo el patio trasero que colindaba con la playa, lo que fue una pésima idea. Arena que se nos metió por todo lado, viento y nulo romanticismo.

—Sí, en serio y a ver si lo hallas. —Me señaló el mural con los ojos—. Seguro tardarás meses, pero cuando lo hagas sácalo, es tuyo.

Lo vi salir por la puerta y me quedé un rato más ahí. Una vez al mes veía a mi madre, nos encontrábamos en una cafetería en el bulevard y solo conversábamos un poco. Era increíble que me hubiese empezado a llevar mejor con ella una vez que la empecé a ver de manera esporádica. Daria también iba con nosotras algunas veces. El resto de mi familia no quería saber nada de mí. De alguna forma, no sé por qué, me culpaban por la muerte de Tiago.

Me fui a alistar y me serví un café antes de salir, tenía tiempo así que volví a mirar el mural. Todas las pierdas se veían iguales, mas debía haber una diferente.

"La estrella polar" pensé. Otra estrella conocida y brillante. Si el diamante no estaba en la Osa mayor, en la menor sería. La busqué y cuando la localicé con la vista me di cuenta que el brillo de la piedra era diferente. Sonreí satisfecha, Aaron de seguro pensaba que no la hallaría nunca. O sí, porque había sido bastante obvio. Estirando el brazo llegaba a la piedra y confirmé que sí estaba suelta para sacarla y presumírsela en la noche cuando nos viéramos de nuevo. La rasqué con la punta de los dedos y en definitiva estaba suelta, pero no pegada a la pared como el resto, estaba incrustada.

La jalé y lo que continuaba al diamante me dejó sin palabras. No era una piedra suelta, era un precioso anillo de oro blanco, con un gato diseñado en el mismo material rodeado la piedra. Atado a este había una cinta, con una nota escrita:

¿Nos casamos?

----

Mucha azucar?


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