Besos de Kalem |Completa|

By kellycasther

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|| DISPONIBLE EN FÍSICO EN AMAZON || Heather Scott, una joven escritora con un espíritu independiente y una p... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo Final | Parte 1
Capítulo Final | Parte 2

Capítulo 6

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By kellycasther

Habíamos llegado a mi casa, Kalem en su carro con su hermano menor y yo con mamá, quien no paró de darme sonrisitas en el camino. Agradecí que no me hiciera preguntas.

Estaba en la sala junto al castaño, Khaled había salido corriendo cuando mamá le indicó donde estaba la cocina. Fui por un vaso de agua para los dos, al regresar y acercarme al sillón donde estaba Kalem me tropecé con mis pies porque la alfombra me odiaba y una cantidad de agua fue a parar hacia el chico.

—¡Ay, señor! Juro que no fue intencional —Dejé los vasos sobre la mesita y me apresuré a tomar unas servilletas de unos de los cajones de los muebles. Kalem se puso de pie mientras sacudía su camiseta que resultó afectada—. Lo siento, a ver déjame arreglarlo.

—No hay problema, de verdad —Sonrió divertido—. Sí querías que me bañara solo tenías que decírmelo.

—Este chico —Negué con mi cabeza con una pequeña sonrisa, con las servilletas comencé a secar su camiseta como pude. Mis manos sintieron sus abdominales encima de la tela—. Pero si estás más bueno que el pan de la abuela —susurré hipnotizada por los trabajados músculos del chico atleta.

—Puedes enseñarme de nuevo tu cuarto —opinó en un susurro.

Al castaño le gustaba tentarme de esa manera.

—No tienes tanta suerte, Kalem.

—No pienso lo mismo —dijo sin dejar de verme a los ojos. ¿Qué quería decirme con esa mirada?

—Yo tengo tantas preguntas por ser un hombre curioso —Mi padre apareció de la nada dandome un susto—. Pero en este momento me gustaría saber porque mi hija tiene sus manos sobre el abdomen de este chico cuya identidad no conozco.

—Ay, papá. No seas así. —Quité mis manos abochornada.

—Kalem Taylor, señor Scott —El castaño extendió su mano con una sonrisa que derrochaba encanto. Mi papá arrugó su frente como lo hacía yo y estrechó su mano aprendo más de lo necesario la de Kalem.

—Necesito más que un nombre para comprender el porqué estás en mi casa a estas horas —dijo con sus brazos cruzados y la mirada intimidante.

Miré de reojo a Kalem y podía decir que el chico no parecía intimidado para nada. De hecho, se encontraba entretenido pues la sonrisa de su rostro no se iba y eso a papá parecía molestarle.

—La señora Scott nos invitó a comer —dijo.

—¿Nos? —Elevó una ceja.

Y como si lo hubieran invocado Khaled llegó corriendo al salón con un avión de juguete. Oh, no. Era uno de los que mi padre coleccionaba. ¿Cómo lo había conseguido? Los ojos de él se abrieron al ver al pequeño con uno de sus tesoros en las manos.

—Baja eso, pequeño huracán —Corrió detrás de él, pero el niño corría y lo esquivaba más rápido mientras soltaba risitas.

Kalem también corrió detrás y yo estaba de pie en el salón riéndome por el desastre en mi casa.

—¡No te rías, Heather Monserrat! —Me regañó mi padre, tenía la costumbre de llamarme por un segundo nombre diferente. La verdad era que yo no tenía segundo nombre, pero a él le divertía hacerlo—. Aún no me has dicho la relación que tienes con el muchacho como para que tu madre lo haya invitado a sentarse en mi mesa —dijo agitado por seguir persiguiendo al niño.

—Ajá —dije distraída mientras sacaba mi celular y comenzaba a grabarlos para reírme después.

Luego de un rato de lucha de los hombres detrás del pequeño huracán como lo había apodado mi padre, estábamos todos sentados en la mesa del salón. Mi padre con su dura mirada sobre Kalem y su hermano menor, quienes estaban distraídos devorando su comida. El niño se volteó a ver al castaño para sonreírle y mostrarle sus pequeños dientes, Kalem le devolvió la sonrisa y limpió sus comisuras sucias con los pulgares.

Esbocé una pequeña sonrisa, mamá parecía encantada. En cambio, papá estaba serio.

—¿Y bien? Suéltame información de ti, muchacho —pidió mi padre llevando un bocado de comida a su boca. Kalem se giró a verlo.

—Estoy estudiando veterinaria, disfruto formar parte del equipo de Lacrosse de la universidad y también, tengo decir que me gusta su hija, señor —Kalem sonrió de manera adorable al decir eso último. Mis ojos se abrieron, mamá aplaudió con emoción y mi papá comenzó a toser.

¿Cómo podía soltar eso de repente y de esa manera tan tranquila?

—¡Lo sabía! —gritó mamá encantada por la revelación—. Kalem, futuro yerno, come más, cariño. Tienes que alimentarte para mantener ese cuerpo saludable. Para ti también, perrito —Mamá le sirvió más comida a los dos, Kalem le dio las gracias, papá tenía la frente arrugada—. ¿Quieren postre? Ay, no respondan. Ya lo traigo.

Se levantó de la mesa emocionada y se fue a la cocina. Llevé mi mano a la frente. ¿Cómo que futuro yerno? Eso no pasaría.

—¿Por qué les ofrece postre a ellos y no a nosotros? —susurró papá celoso, aunque era gracioso porque los dos chicos Taylor podían escucharlo con claridad.

—No lo sé, y eso que soy su favorita de los dos —Me encogí de hombros.

—Kalem —El pequeño jaló de la camiseta que llevaba el castaño. Volteé a verlo con disimulo, aunque papá no sabía lo que significaba eso.

—¿Sí? —Kalem le pasó una mano al cabello de su hermano haciéndolo para atrás.

Podía darme cuenta que Kalem era una persona amorosa y que le gustaba dar afecto a las personas que quería.

—Ella me agrada, me dará pastel, llevemosla a casa —dijo Khaled con una sonrisa inocente, pero de inocente no tenía nada. Kalem soltó una risa nasal abrazándolo de costado.

—Creo que eso no será posible, amo demasiado a mi esposa como para dejarla ir, pequeño huracán —habló mi padre con el rostro serio mientras seguía comiendo—. Y tú, Kalem Taylor, tendré que hablar contigo porque también amo a mi Heather del Socorro —Y ahí estaba otra vez con los segundos nombres—. Y necesitas saber que me encanta hacer demasiadas preguntas, digo esto, muchacho para que te prepares mentalmente.

—A mí me encanta hacer plática, señor. Así que no se preocupe —Le sonrió de lado y se llevó la cuchara a la boca con una actitud relajada. Papá se fastidió más por no lograr intimidarlo.

—¿De dónde salió este? —Apretó el tenedor sin dejar de mirarlo.

—De mi mami —respondió el niño con la boca llena. Me eché a reír porque papá no esperaba esa respuesta.



(...)




Estaba en la cafetería de la universidad junto a Kalem, quien estaba sentado a mi lado buscando algo dentro de su mochila. Estaba comiendo mi sandwich que había preparado en casa mientras esperaba a que Nora volviera de comprar su comida.

—¿Qué buscas, Taylor? —pregunté mirándolo con curiosidad.

—Esto —Sonrió cuando lo sacó. Era un colorido cubo rubik.

—Interesante. ¿Qué más traes en tu mochila? —Elevé una ceja.

—Mi ropa de entrenamiento, una botella de agua, un lapicero, papel y creo que un par de chicles —Se arrecostó en su silla deslizándose un poco de manera relajada—. ¿Quieres uno?

—No gracias, al saber cuanto tiempo tienen esos chicles ahí —Solté una risa nasal y él asintió dándome la razón. Miré como Kalem comenzaba a jugar con el cubo y movía las piezas muy concentrado—. Yo jamás he podido resolverlo —dije y le di un mordisco a mi sándwich.

—Con el tiempo le agarras práctica. Yo ahora puedo resolverlo en minutos, lo hago para pasar el rato —Me dio una sonrisa y luego volvió su atención al cubo. Las manos de Kalem se movían con rapidez, el chico sabía lo que hacía. Parecía tener experiencia.

Kalem era bueno usando sus manos.

¡Aleja esos pensamientos impuros de tu mente, Heather Fernanda!

—Sorprendente —Fue lo único que dije sin dejar de ver los movimientos que hacía. Le di otro mordisco al sándwich.

—También me encanta hacer origami, soy ágil con las manos —Contó finalizando de poner el último color en su lugar. Con una linda sonrisa puso el cubo resuelto sobre la mesa, el castaño me miró.

—¿Qué tan ágil? —susurré distraída con mi vista sobre él. Las mejillas de Kalem comenzaron a teñirse de rojo—. Espera, ¿Lo dije o lo pensé? Ay, señor.

—Eres una pervertida, Heather del Socorro —bromeó aún con su rostro enrojecido y una pequeña sonrisita en su rostro.

—Ay, no te hagas el santo conmigo ahora. Ambos sabemos que no lo eres a pesar de que tienes esa cara de inocencia. A mí no me engañas —Estiré mi mano para pincharle la mejilla con mi dedo índice. Eso pareció gustarle.

—Tú me robaste mi inocencia la noche de la fiesta —Kalem tomó mi mano con suavidad y dejó un beso sobre el dorso. Fue un gesto dulce, así como él.

—¡Me dijiste que no eras virgen! —Susurré en forma de queja acercándome a él, no quería que los demás me escucharan.

—Y era verdad —Asintió con su cabeza—. Pero esa noche estuviste increíble.

Y fue mi turno de sonrojarme. ¿Por qué soltaba cosas como esas? Los recuerdos de esa noche y la vez que lo invité a mi casa vinieron a mi mente. Aparté mi mano de su agarre sin ser grosera y me giré para no verlo, seguí comiendo pero podía sentir su vista fija en mí. Le di un sorbo a mi jugo.

—Y la segunda vez fue aún mejor en especial porque fue en tu cuarto —Lo escuché decir, noté de reojo como acercó su silla y sentí su pierna rozar la mía—. ¿Cuándo lo haremos en el mío?

Me atraganté con mi jugo y comencé a toser. Llevé mi mano al pecho y el castaño me dio palmaditas en la espalda.

—Kalem Taylor, no sueltes esas cosas de la nada, mucho menos cuando hay mucha gente alrededor —Le reproché dándole una mala mirada.

—Pero si ellos andan en sus propios asuntos y nosotros en los nuestros —dijo para restarle importancia. Terminó de darme palmaditas y llevó su mano para peinar mi cabello atrás de mi oreja, examinó mi rostro—. ¿Estás mejor?

—Sí, sí. Casi me da algo, pero ya pasó.

—Hola, acaramelados —Nora apareció con una bandeja de comida en sus manos. El castaño le devolvió el saludo a mi mejor amiga, quién tomó asiento frente a nosotros.

—¿Cómo que acaramelados? No me gustan los caramelos —Mentí, alejando un poco mi silla. Kalem frunció el ceño.

—Dile eso a tu obsesión con esos dulces de osos —Nora sonrió con diversión.

—Mis gomitas no son una obsesión —respondí a la defensiva. Nora soltó una risa nasal sin creerme.

—¿Qué hay de malo con los caramelos? A mí me gustan —Kalem se encogió de hombros, su entrecejo estaba arrugado. Se veía terriblemente adorable.

—Mi amiga es dulcera, no le hagas caso —intervino Nora—. Solo que no había probado antes los terrones, y tiene miedo de que le gane a sus adoradas gomas de osos —La rubia me dio una mirada pícara, entrecerré mis ojos en su dirección. Kalem sonrió captando que se trataba de él.

Yo no tenía miedo. Eso era absurdo, yo no cambiaba mis gomitas por nada. Me negaba a hacerlo.

—Dale una oportunidad al terrón, Heather —Kalem susurró.

—Lo único que quiero en este momento es comer mi sándwich —Me quejé.

—Y después viene el postre, ¿cierto? —El castaño me dio su sonrisa de chico bueno. Nora contuvo una sonrisa.

Iba a decir algo, pero el novio de mi mejor amiga apareció frente a nosotros. Charles llevaba su bata blanca de laboratorio puesta, siempre se le olvidaba quitársela. La carrera de Charles era Química. Tomó asiento y depositó un beso sobre los labios de su sonriente novia.

—Hola, pelirrojo —Saludé con un gesto de cabeza.

—Hey, escritora —Me extendió su mano para que chocaramos los puños. Charles me caía bien, a pesar de que Nora y él habían comenzado a salir hace poco.

—¿Y a mí no me saludas? Me dueles —Kalem se llevó una mano al pecho, haciéndose el ofendido.

—Pero si te acabo de ver hace rato —Charles rodó los ojos.

—¿De qué me perdí? —habló la rubia.

—Yo tampoco los sigo, contexto por favor —pedí confundida—. ¿Se conocen?

—Lamentablemente —contestó el pelirrojo.

—Somos primos —informó el castaño con una sonrisa divertida.

—¡¿Qué?! —La rubia y yo dijimos al mismo tiempo.
















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Historia entretenida , espero q os guste eeee