Terminé de servirle cereal a Carl en un tazón.
Lástima que no teníamos leche.
— Gracias por la camisa.— la mujer, Michonne, entró en la cocina y se sentó al lado del niño.
— No es problema.— me limpié las manos en el pantalón.— Al parecer la mujer que vivía aquí, no se llevó nada cuando escapó. — me encogí de hombros y ella asintió. Callada, salí de la cocina y vi a Rick sentado en los escalones de la escalera, no tenía nada más que hacer, así que me senté a su lado.
— Lo escucho reírse.— se pasó una mano por el rostro y luego, puso ambas tras su cabeza.
— Se llevan muy bien.— de fondo teníamos las voces animadas de Michonne y Carl. —Se oye feliz, más que ayer.— agregué.
— ¿Sabes? — levantó su cabeza y me miró.— Casi había olvidado cómo era su risa.— observé atenta cada expresión en su cara.— No puedo ser su padre y su mejor amigo.— asentí entendiendo a dónde iba.
— Es bueno que tenga a alguien más.
Nos quedamos en silencio unos minutos, y la risa de Carl se hacía presente cada tanto, lo que me hacía sonreír.
— ¿Cuál es tu plan? — fruncí mi ceño ante su repentina pregunta.
— ¿Disculpa?
— Quiero decir, ¿este lugar es tu hogar o solo una parada en el camino? — sus ojos azules me miraban fijamente.
— No tengo un lugar fijo. Me muevo de manera constante. — corrí mis ojos lejos de los suyos.— Me iré en unos días. ¿Por qué preguntas?
— Podrías venir con nosotros.— esperé para ver si lo que dijo era una especie broma.— No planeo quedarme y no creo que nadie deba estar solo. No deberías estar sola.
— Yo...— me quedé en blanco.— Mira, Rick, es muy amable de tu parte, — volví a mirarlo.— pero no tienes que hacer esto sólo porque los dejé quedarse.
Rick abrió su boca para hablar pero Michonne apareció frente a nosotros.
— Necesitamos más provisiones. Saldré con Carl a buscar. — asentí y vi como el hombre a mi lado se levantaba de su lugar.
— Los acompañaré. — lo tomé por el brazo, deteniéndolo.
— Hasta ayer estabas inconsciente.— le recordé.
— Y hoy estoy despierto.— giró su rostro hacia mí.
— Ella tiene razón. — me apoyó Michonne. — Te necesitamos fuerte. Descansa, un día más.— Rick no dijo nada pero volvió a su asiento.
— Me aseguraré de que descanse.— Michonne me hizo una seña con su cabeza.
[...]
Cerré mi bolso después de meter lo necesario en ella y tomé unos cuantos libros de un mueble que había en el segundo piso. Pasé por fuera de una habitación y vi a Rick dormido sobre una de las camas con un libro sobre su pecho.
Pensé en lo que me había dicho, lo de ir con ellos. Debería dejar una nota, o algo parecido, agradeciendo su propuesta y después marcharme.
Busqué sobre una mesa del pasillo un lápiz que sirviera y, de repente, oí la puerta abrirse y voces de hombres, muchos hombres.
Avancé rápido para tomar mi mochila y una mano agarró mi brazo, por lo que reaccioné a tomar mi arma.
— Soy yo, soy yo. — mi corazón latía con más fuerza de lo normal.— Bajo la cama.— Rick tiró de mí hacia dentro de la habitación. Puso su índice sobre sus labios y, en silencio entré, bajo la marquesa, justo después de mí, él hizo lo mismo.
No pasó mucho antes de tener frente a nosotros un par de botas. Comencé a preocuparme al no saber en qué momento llegarían Carl y Michonne.
— Esta será nuestra morada por hoy. — intenté pegar mi pecho al suelo cuando el hombre se acostó sobre el colchón y la cama bajó un poco. Rick me miró y casi pude ver los engranajes trabajando dentro de su cabeza ideando un plan para salir de aquí.
— ¿Estás cómodo?— oímos otra voz y me percaté de que había otra persona parada en la puerta.
— ¿Me despiertas para saber si estoy cómodo? — ambos hombres comenzaron a dialogar y luego su conversación se volvió una pelea, una fuerte pelea.
Uno de los hombres cayó, asustándome y en un movimiento rápido, Rick pasó su brazo por detrás de mi cabeza y colocó su mano sobre mi boca, impidiéndome hacer ruido alguno. Lo miré, con mis ojos abiertos mientras los suyos intentaban transmitirme seguridad.
— ¡Len! — el hombre reclamó.— ¡Len, basta! — trató de advertirle a su compañero de nuestra presencia, pero él no lo escuchó y siguió estrangulándolo hasta ver su cabeza chocar contra el piso de madera.
Nos quedamos en nuestro sitio unos minutos más y, sin esperarlo, el hombre que mató a su amigo ya estaba roncando, durmiendo como si no lo hubiese hecho en años. Miré a Rick y con sus ojos, me instó a mirar al muerto. Este se encontraba moviendo sus ojos bajo sus párpados, una señal clara de que estaba por volver.
Debíamos salir de aquí.
Con mucho cuidado, salimos por el costado de la cama.
— ¡Tony, Len! ¡Bajen de una vez! — me asomé a la escalera y un tercer hombre estaba subiendo. Nos escondimos en otra habitación e intentamos encontrar una ventana abierta, pero todas estaban selladas.
— Es mía.— dijo uno y contraje mis cejas al no entender de qué hablaban.
— Cierra el pico, trato de dormir.
— Aquí está viviendo una mujer.— Rick me observó y mi mente recapituló el día hasta cuando le presté la camisa a Michonne y ella dejó la suya secando luego de lavarla.
— ¿Es atractiva?
— No te entusiasmes. No está aquí.
Sentía el sudor caer por mi frente y me acerqué a Rick, que nos dirigió devuelta a la habitación en la que estábamos al principio. Pero al llegar a la puerta, alguien comenzó a subir otra vez y entramos al primer cuarto que hallamos, cerrando la puerta con cuidado.
Miré a la derecha y me encontré a un hombre sentado en la taza del baño. Se levantó para tomarme de los hombros, pero golpeé su estómago y lo volteé, colocando mi brazo alrededor de su cuello e hice fuerza. Rick aprovechó para abrir la ventana del baño. Al ver que el hombre no dejaba de pelear y había sacado una cuchilla de su pantalón, coloqué una mano en su mentón y otra en sus hombros, y en un movimiento rápido, rompí su cuello. Su cuerpo hizo un alboroto al caer, derribando los artículos que habían sobre la mesa del lavabo.
Me quedé mirando al hombre, hasta que Rick me jaló del brazo para que lo siguiera al techo.
Lo vi asomarse por fuera de la barrera y al percatarse de que la altura no era tanta, me miró.
— Bajaré primero y me aseguraré de que no sea peligroso. — me susurró y asentí viéndolo a los ojos. Al llegar al suelo, miró en todas direcciones y extendió sus brazos hacia mí.— Ahora, salta.— no perdí tiempo y acaté lo que me decía.
Al caer, me aferré a su cuerpo, intentando no haber causado tanto ruido y caí en cuenta de que Rick había robado uno de los rifles que tenía el grupo de hombres.
Rodeamos la casa con cuidado y Rick se detuvo.
— ¿Qué sucede? — me acerqué a su espalda para susurrarle y que pudiese escucharme. No respondió pero tomó mi muñeca para que lo siguiera nuevamente, esta vez, en cuclillas. Con su mano me señaló un punto y cuando miré, había (para colmo) un hombre canoso, comiéndose una lata de las provisiones que Carl había encontrado ayer.
Me preocupé cuando vi a Michonne y Carl venir caminando en la esquina de la manzana. Levanté mi arma y apunté a la cabeza canosa del hombre.
— No, espera.— me detuvo.
— ¡Deténganla, lo ha matado! — el hombre de cabello blanco oyó los gritos del interior y fue a ver. Aprovechamos la oportunidad y corrimos para encontrar al hijo de Rick y a Michonne, que nos siguieron con sus armas en alto.
Después de una gran distancia, paré el paso y dejé que ellos tres se adelantaran. Había dejado que padre e hijo se refugiaran en la casa y Rick me había salvado de aquellos hombres, pero era momento de seguir sola.
Me senté en la tierra.
— ¿Amelie? — el niño notó que me había quedado quieta y caminó hasta mí. — Te estás quedando atrás. Vamos. — me extendió su mano. Consideré tomarla por unos segundos, pero no lo hice.
— Niño, — sus ojos azules, obviamente heredados de su padre, me observaron con confusión.— yo no iré con ustedes.
— ¿Por qué? — su tono se había vuelto bajo, pero su mirada seguía pegada en la mía.
— Yo...debo buscar a alguien.— mordí mi labio, aguantando la tristeza. — No puedo dejar de hacerlo hasta encontrarlo.
— Puedes buscarlo, con nuestra ayuda. — otra vez, su mano se presentó ante mí. — Pero debes venir con nosotros.
— Oye...— me interrumpió.
— Sabes que te ayudaremos. — me quedé seria y luego le mostré una pequeña sonrisa.
— Carl, no quiero ser una car...—
— Amelie, sé que lo sabes.
Miré a sus espaldas y no me había dado cuenta de que Rick y Michonne estaban ahí, apoyando la iniciativa de Carl.
— Nunca más estarás sola.— cerré mis ojos, digiriendo esa frase y tomé su mano, que me ayudó a ponerme en pie.
— No ibas a recibir un no por respuesta, ¿verdad, niño?
— Claro que no. — acomodé su sombrero en un gesto amistoso.
Seguimos caminando hasta encontrarnos con las líneas férreas.
Rick y Michonne caminaban delante de nosotros hablando sobre qué harían para encontrar un nuevo lugar en el cual vivir.
— Encontré algo para ti.— miré a Carl, curiosa de lo que podría ser.
— ¿En serio?
— Sí.— buscó algo en el bolso que colgaba de su hombro.— Me acordé de que la primera noche dijiste que antes te gustaban mucho. — me lo tendió.
Una alegría se instaló en mi corazón y las ganas de abrazar a Carl con todas mis fuerzas se hicieron presentes, pero no creí que fuera el tiempo, aún.
— ¿Eso es...— lo tomé entre mis dedos.— Dios, gracias, Carl. — Era una caja de goma de mascar. Recuerdo haberle dicho al niño que las usaba para concentrarme al estudiar.— Ten.— le ofrecí uno de ellos y negó.
— Es para ti.
— Vamos. — le sonreí.— ¿Hace cuánto que no comes una? — agité el pequeño paquete con una sonrisa. Lo tomó con duda y vi su rostro transformarse por el sabor. — Está bueno, ¿verdad?
— Debemos descansar. — Rick se giró a nosotros. — Tenemos que buscar un lugar para hacerlo. — asentí y antes de que pudiera hablar, lo hizo Michonne.
— Iré a ver al bosque.— no hizo falta una respuesta, dado que desfundó su katana y se abrió paso entre los árboles. Miré su rastro con una expresión confundida.
— La acompañaré. — Carl fue tras ella.
— Es su fase de desconfianza. — Rick se había parado a mi lado.— También tuvimos que pasar por eso. — hice un mohín con la boca y moví mi mano restándole importancia.
— ¿Crees que encuentren algo? Porque personalmente no me molestaría tomar una siesta al aire libre.
— Al parecer el verano está haciéndose presente. Comienza a hacer calor. — mis ojos viajaron más allá del hombro de Rick y vi unos vagones de tren en la vía, no muchos metros más allá. — Amelie, ¿qué pasa?
— Mira, allí.— lo apunté y él se giró. — Hay una especie de...anuncio, colgando de la puerta. — con los bolsos que aún teníamos, nos acercamos. — "Santuario para todos. Comunidad para todos...
— Los que llegan sobreviven". — terminó de leer y lo observé reaccionar.
— ¿Qué opinas? — cuestioné.— Se oye como un buen refugio.
— Vamos a ir.— se quitó unas vendas de las manos y las lanzó al suelo.— Sí, iremos. — me miró.
— ¡Chicos! — me volví para ver a Michonne, que nos llamaba. —No hallamos una casa, pero sí un terreno plano...—
— Y un auto. — agregó el pequeño y la mujer lo miró por interrumpirla.
—...para montar un pequeño campamento.— volvió a hablar y Rick asintió.
— Cambio de planes. — Michonne y Carl se acercaron para poder leer, sin entender lo que el hombre quería comunicar.— Nos mantendremos caminando.— comenzó a seguir el camino de metal.
Presencié por última vez el gran cartel y seguí al hombre.
Todavía teníamos esperanza.