Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

بواسطة AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... المزيد

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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بواسطة AbbyCon2B

30 de abril 1865.
White Oak Lands, Minnesota.

Las cosas habían mejorado en la granja, les habían llegado los animales, tenían un bello perro que entretenía tanto a los niños como a las mujeres, ya las casas estaban construidas y Terrell acababa de llegar hacía unos días, salvo y sano con sus hijos, para descubrir que un hogar le esperaba en caso de que decidiera quedarse con ellos. Varios de los muebles que Olivia había recibido, se los había compartido a sus amigos y Jonathan había comprado otros, así que ahora tenían camas, mesas y sillas, abrigos y las cocinas estaban comenzando a adquirir forma. Era un proceso lento, pero iban avanzando muy bien. Y Jonathan le había publicado un anunció en el periódico para que Olivia pudiera comenzar a vender sus mermeladas y los niños empezaban de nuevo la escuela. Los días no podían ser más emocionantes.

Llevó una bandeja con la comida hacia la mesa que habían armado en el exterior para comer todos juntos y la apoyó en el centro, junto a las otras bandejas. Ya todos estaban sentados, los hombres se habían lavado para comer, Marie se sentaba en su silla para bebé junto a Olivia y estaba experimentando comer sola, aunque todo lo que hacía era un desastre con sus manos.

Se sirvieron entre charlas animadas y planes para el futuro y comenzaron a comer.

Terrell parecía tranquilo de estar con sus hijos, aunque Olivia imaginaba debía ser difícil volver a casa sabiendo que tanto su esposa como algunos de sus hijos habían muerto. Podían celebrar que la esclavitud había sido abolida y por lo tanto Terrell y su familia eran oficialmente hombres libres en todo el país y también podían celebrar que habían sobrevivido a una guerra y seguían todos de pie y en el proceso, podían recordar a aquellos que habían perdido.

Como Luke, cuyo cuerpo descansaba en el cementerio con una tumba repleta de flores o Uncey quien había sido enterrado también en el cementerio de la propiedad donde ahora crecían unos árboles.

Olivia los vio a todos felices y supo que sus excusas se habían acabado, les debía una explicación y responder a esas dudas que todos llevaban meses guardándose.

—Creo que es momento de que explique algunas cosas —confesó y todos guardaron silencio para mirarla—. A esta altura no es secreto para nadie que yo no soy de aquí...Les dejé una nota al irme detrás de Jonathan, pensando que sería lo último que les diría y quería ser honesta respecto a toda mi vida, pero al volver me enfrenté a la realidad de que debía dar explicaciones a dudas cuyas respuestas desconozco, así que entre en pánico y los hice esperar. Lamento haberlo hecho.

—No debes sentirlo, todos entendemos que debe ser tan difícil para ti como para nosotros —aseguró Lisie y tomó su mano por sobre la mesa—. Incluso más para ti, no puedo terminar de imaginarme lo confundida que debes de haber estado.

—¿Cómo fue que sucedió? —curioseó Chester—. ¿Cómo empezó?

Se llevó su vaso con jugo de naranja a los labios e hizo tiempo antes de comenzar a responder. Debajo de la mesa, sintió la mano de Jonathan apretándole la pierna suavemente, era su forma de decirle que la apoyaba.

—Hay un collar que mi abuela me dejó al morir...La noche que me lo puse, fue una noche extraña, estaba en mi habitación preparándome para ir a dormir cuando el reloj marcó las doce y sentí este fuerte peso en todo mi cuerpo, pude ver, a través del espejo, como la pared detrás de mí se abría en una especie de pozo negro y comenzaba a succionar todo hacia sí. También se sintió como si el tiempo fluyera más lento y cuando el agujero me succionó, se sintió como si yo cayera durante años y años.

—¿Y viste algo al caer? —inquirió Darion y se llevó un trozo de carne a la boca.

—No, creo que cerré mis ojos por instinto porque no vi nada —. Ante el silencio del grupo continuó, con todas las miradas de asombro puestas en ella, incluso Jonathan descubría todos los detalles de la historia por primera vez—. Cuando impacté con el suelo, tan fuerte que me quedó doliendo la cabeza y abrí mis ojos, estaba en un bosque, era el mismo día, pero años y años en el pasado. Yo estaba en mil novecientos setenta y al despertar me encontraba aquí, en mil ochocientos sesenta.

Una serie de jadeos y susurros rodearon la mesa e incluso sus niños se quedaron mudos, en cierta forma siempre lo habían sabido, pues Olivia y Jonathan no solían ocultarlo al hablar al respecto frente a ellos, pero nunca antes habían escuchado toda la historia.

—Estaba asustada, desorientada y confundida. Recuerdo vagamente que me puse de pie y comencé a caminar hasta llegar a un lago y cuando estaba refrescándome, todavía sin saber realmente lo que me había pasado y pensando que podía haber caminado dormida, unos hombres me atacaron.

Jonathan se tensó a su lado y Lisie y Susan se mostraron horrorizadas e intentaron consolarla. Jian tomó su mano sobre la mesa.

—Estoy bien, el señor James Taylor y su yerno Charlie Lee me salvaron y después de ese día comencé a vivir con ellos. Tuve que adaptarme rápido y aceptar que había viajado en el tiempo incluso aunque no pudiera explicarlo, era demasiado evidente y abrumador como para intentar engañarme y sabía que cada minuto de autoengaño solo aumentaba mis posibilidades de morir, pues lo que debía hacer era prepararme. Poco después conocí a Jonathan y bueno, el resto ya lo saben...Sequía, campamento, bla, bla, bla.

Se rio y todos con ella en un intento por aligerar la tensión.

—¿Y cómo es el futuro? —curioseó Chester.

Era la pregunta que todos llevaban meses haciéndose y que a Jonathan seguía dándole vuelta incluso aunque ella le había dado múltiples detalles al respecto.

El futuro era difícil de describir, pero Olivia quería hacer todo lo posible por revivirlo para ellos y enseñarles el mundo que ellos en esos momentos construían para millones de personas, quería demostrarles que todos sus sacrificios y luchas permitirían que cientos, miles, millones de personas fueran libre, estuvieran a salvo y pudieran expresarse libremente. Así que sonrió y comenzó a detallar todo lo mejor que pudo.

—¿Usas pantalones?

—¿Fuiste a la Universidad?

—¿Qué son autos?

—¿Teléfonos? ¿Eso es como comida o algo?

—¿Qué es bacterias? ¿Entonces la ciencia avanza? ¿Y la guerra?

—¿Habrá dos guerras mundiales? ¿Con bombas atómicas? Nunca escuche eso en mi vida.

—¿Qué es atómico, Lisie? Pregúntate eso primero.

—Así que la escuela es obligatoria, me gusta eso, me gusta. Los niños deberían educarse.

La mesa estaba llena de todas sus voces, preguntas y respuestas y Olivia hacía todo su esfuerzo por detallarlo lo mejor posible. Se rio varias veces por las cosas que decían y las bromas de Derby, que los tenían a todos llorando de risa, regresaron como en los viejos tiempo y como si nada malo los hubiera sacudido durante los últimos años.

Jonathan parecía emocionado de poder hablar de todas sus confusiones y asombros con sus amigos y a Olivia le alegraba poder haberle dado un grupo de personas con quien desahogarse y compartir dudas e ideas, todos querían imaginar el futuro del cual ella venía, con calles de cemento y electricidad, cocinas modernas y baños integrados en las casas.

Muchos de ellos tal vez llegarían a ver los comienzos de la modernidad cuando el siglo terminara, pero otros probablemente morirían antes de que nada de eso sucediera.

Todos enmudecieron en sus comidas y Derby y Kyle se congelaron con sus brazos en alto a nada de chocar los cinco por sobre la mesa, cuando Olivia abandonó su silla sin previo aviso y corrió hacia la casa.

Jonathan se puso de pie tan rápido como ella y detrás de él corrieron los niños y Jian.

—¿Qué le pasó?

Jonathan estaba acariciando la espalda de Olivia mientras ella vomitaba sobre una de las cubetas todo lo que había comido recientemente en el almuerzo. Las arcadas le quemaban la garganta y le dejaba una horrible sensación en el pecho.

—Tráele un vaso con agua, Jian.

Obedeció rápidamente y en la mesa todos preguntaron por ella.

—Nauseas.

—¿Otra vez? —preguntó Susan y abandonó el banco para seguirla—. Ay, mi solcito, creo que tenemos un bebé en el horno.

Olivia se rio al escucharla y bebió el agua limpiándose las lágrimas que vomitar le provocaba.

—Creo que podrías tener razón, Susan.

Jonathan parpadeó, atónito e intentando procesar lo que escuchaba y su sonrisa creció de oreja a oreja cuando llevó una mano para acariciarle el vientre. A diferencia de su primer o segundo embarazo, esta vez él se sentía un poco más tranquilo y libre de emocionarse, tenía un buen sentimiento con todo eso.

—¿En serio?

Olivia comenzó a asentir mientras bebía.

—Hay una posibilidad, Jona, pero todavía no te hagas muchas ilusiones...

Él se lazó a abrazarla antes de que pudiera terminar de advertirle y le plantó un besó en la frente y se fue a dar la noticia en el grupo. Desde la muerte de su hermano y sobre lo cual seguía negándose a llorar, esa era la mejor noticia que Jonathan podría haber recibido. Alzó a Marie en brazos, limpiándole su boca llena de comida y besó su mejilla.

—¿Escuchaste eso, princesa? Tendrás un hermano o hermana. Espero que sea varón.

—Sí, por favor, ya nos estamos rodeando de mujeres —bufó Eli y miró a su alrededor—. Necesitamos un hermano.

—Aunque me duela tener que apoyar a Eli, debo admitir que tiene razón —. Adrian se llevó una mano al corazón y apretó los ojos con sufrimiento—. Eli está en lo cierto...Ay no, que dolor...No puedo, no puedo darte la razón...Me lastima.

—Ya no seas estúpido, Adrian.

—Estúpido es una mala palabra, papá pégale.

Jonathan terminó dándole un manotazo no muy brusco a Adrian y este se enderezó en el banco indignado, mientras Eli carcajeaba.

—Era a él no a mí.

—Ay, me confundí.

Y mientras Eli carcajeaba, también le llegó su golpe y dejó de reír para sentarse a ver como Adrian se burlaba de él y continuaba su comida.

Era la primera vez que Jonathan se permitía ilusionarse con la idea de tener otro hijo, durante la guerra no había podido acompañar a Olivia paso a paso y muchas veces, ni siquiera había podido sentir el bebé en su vientre cuando se movía, pero ahora se les presentaba esa oportunidad de experimentarlo todos juntos y preparar la casa para cuando llegara...La casa...Sentía que esta comenzaba a quedar chica para su familia. Marie y Adrian tendrían que compartir cuarto cuando esta fuera más grande y sí tenían otro hijo, sin duda alguna terminarían poniéndolo en una habitación con Eli ¿y cuantos hijos planeaban tener? Olivia no le había dado una idea clara al respecto, pero viendo lo mucho que a ella le gustaba tener niños a su alrededor y como estos la entretenían, dudaba que ella quisiera detenerse pronto, así que su emoción se remplazó por pánico.

Necesitaba una mejor casa para su familia, algo más grande y donde sus hijos podrían tener sus propios cuartos y llenarlos con sus cosas. Adrian tenía adoración por los libros y aun así debía estar cambiándolos por nuevos en lugar de llenar su propia biblioteca y aunque ahora tenían bastante dinero, Jonathan quería ahorrar todo lo que fuera posible y no podía darle la biblioteca que él tanto quería o a Eli su propio rifle con un equipo de limpieza personal o a Jian todas sus propias cosas para su cocina.

Y otro hijo en camino...No quería que crecieran con un perdedor como padre.

Abrazó a Marie mirando hacia la casa para ver a Olivia verse rodeada por todo el grupo que comenzaba a felicitarla y sonrió. Ella se llevaba bien con todos y él ya no se sentía tan molesto de verla abrazar a Darion con fuerza o llenar las mejillas de Chester de besos; con sus amigos no se sentía tan celoso...A cualquier otro hombre lo mataría, pero eran progresos y estaba orgulloso de eso.

Se unió a ellos para celebrar y Olivia cargó a Marie en sus brazos y se alzó hacia él para besarlo brevemente.

—¿Estás bien? —le preguntó ella y le acarició el brazo.

Jonathan sonrió y asintió.

—Mejor que nunca.

6 de mayo 1865.
White Oak Lands, Minnesota.

Olivia estaba caminando por la huerta, revisando las hojas de las acelgas para ir recogiendo las que ya estaban listas y llevárselas a la casa. Planeaba hacer unas buenas lasañas para el almuerzo de ese día y por lo tanto necesitaría acelgas, algunos tomates para la salsa, carne, la cual tenía en la bodega guardada en salmuera y otras verduras para el relleno.

Arrancó alguno de los tomates más rojos para agregarlos a la canasta y rebuscó en la tierra por algunas de las papas ya crecidas y grandes. Luego camino por el campo hacia la otra enorme porción de tierra que Chester llevaba cultivando desde hacía meses y se cubrió del sol con una mano para hablarle.

—¿Tienes idea si los ajos ya están listos?

Chester cruzó por sobre las líneas de la tierra evitando pisarlas y dejó su pala en el suelo para caminar junto a ella hacia el otro lado del campo. Se agachó en la tierra para evaluar las hojas y le consiguió un ajo de generoso tamaño y que aportaría un buen sabor a la salsa.

—¿Qué almorzaremos hoy?

—Pensaba hacer una lasaña y como toma tiempo y debo hacer tres fuentes para alimentarlos a todos, empezaré temprano.

—Ya quiero que sea hora. Nadie cocina como tú, absolutamente nadie.

—Sigue así y tal vez me convenzas de darte la porción más grande —. Chester se rio y le dio un beso en la sien antes de alejarse para continuar con su trabajo.

Se regresó a la cocina después de haber recogido algunos condimentos y otras verduras y comenzó preparando la masa con papa para que queda más suave y llenadora. Encendió el fuego dentro de la cocina para que comenzara a calentarse y apoyó la enorme cacerola de hierro sobre la superficie para comenzar a dorar la cebolla y los pimientos.

Estaba revolviéndolo cuando sintió que le tiraban del vestido y al bajar la vista, casi chilló de emoción al ver a Marie gateando hasta su lado.

—¿Viniste hasta aquí tu solita? —preguntó y se agachó para alzarla en sus brazos—. ¿Tu solita, solita? Eres toda una aventurera, mi amor, hay que decirle a papá. ¿Le decimos a papá?

Marie comenzó a gritar emocionada pues solo reconocía una palabra de todo lo que ella había dicho; papá y ya todos sabían que Marie tenía una adoración con Jonathan tan grande como la que él tenía con ella.

Olivia dejó las verduras dorándose, lo cuál tomaría bastante pues primero debía calentarse la olla y salió de la casa para ir hacia el taller, donde Jonathan se encontraba con una de las vacas.

Cinco años atrás, entrar y ver a la vaca muerta en el suelo de madera y abierta de par en par la habría horrorizado y probablemente se habría echado a llorar, pero se había acostumbrado a la vida en la granja y sabía que esa vaca, que ya no daba leche y estaba algo vieja, los alimentaría por los próximos meses.

—Cariño, te tenemos una noticia —dijo, evitando mirar a la vaca pues su embarazo si le provocaba nauseas.

Jonathan se enderezó, dejando su tarea por el momento y remojó sus manos en agua para limpiarse la sangre y se quitó el delantal que cubría su ropa.

—¿Qué noticia?

—Marie gateó solita hasta la cocina.

Marie no entendió mucho de lo que sucedía, pero vio a su padre emocionarse y comenzar a hablarle así que se emocionó con él y lanzó su cuerpo en sus brazos, olvidándose por completo de su madre. Olivia ya se había acostumbrado a que Marie la buscaba en su mayoría cuando Jonathan no estaba a la vista o cuando tenía hambre.

—Mi princesa gateó solita hasta mamá —. Jonathan le dio un beso en la mejilla y Marie se apoyó en su hombro y comenzó a chuparse el puño—. Está creciendo muy rápido y no me gusta.

—¿Por qué no? Es hermoso.

—Porque no quiero, no me gusta...Debería dejar de crecer.

—Jona ¿ya te estás poniendo celoso? Aun no tiene ni un año.

—Pero falta poco y crece muy rápido... —. Bajó la cabeza para verla acurrucarse en su pecho y suspiró completamente enamorado—. Dios, es perfecta...Vamos con mamá que papá debe terminar con la vaca. ¿Dónde pongo la carne?

—Dile a Jian que la meta en los barriles con salmuera y ¿me darías un pedazo del muslo? Pensaba usar la que tengo de ciervo, pero la de vaca es más blanda.

—Debes usar la de ciervo antes de que se eche a perder.

—Sí, sí, haré un estofado para mañana con eso.

Se regresó a la casa para continuar con el almuerzo y dejó a Marie en el suelo para que continuara explorando su nueva habilidad y gateara por la casa. Afortunadamente no había nada peligroso a su altura y Olivia podía vigilarla mientras cocinaba.

Jonathan llegó minutos después cuando Olivia se encontraba revolviendo los vegetales en la olla. Le apoyó un trozo de carne sobre la tabla de picar en la mesa y Olivia tomó la trituradora de carne y comenzó a molerla manualmente.

—En la mañana iré a buscar trabajo en Caledonia.

—¿Y que pasó con Spring Grove?

—Pues lo que te conté, no me aceptaron.

—Pero eso fue en una tienda, cariño...Prueba en otra.

Negó y se sirvió un vaso de jugo.

—No tiene sentido, la gente habla demasiado sobre Jian y su hijo, pero quizás en Caledonia todavía no hayan escuchado nada al respecto. Mi última opción será pedirle al viejo Parrish.

—Mmm, de acuerdo, pero antes de que hagas nada de eso, iremos a casa de tu madre —. Jonathan bajó el vaso y se la quedó mirando con los labios apretados—. No me mires así, debes ir. Ni siquiera respondiste su carta y aunque puedas engañar a los demás fingiendo que estás bien, yo te conozco y sé que no lo estás. Así que iremos en el tren de la mañana y volveremos en el tren de la noche y llevaremos a Marie para que tu madre la conozca.

—¿No me dejarás negarme ¿verdad?

Negó y se acercó a él para darle un beso antes de que se marchara.

—Te amo, mi amor y detesto tener que obligarte, pero eres muy testarudo y sé que no irás con tu madre por voluntad propia y ella te necesita —. Se dispuso a alejarse para continuar la comida, pero Jonathan se limpió las manos rápidamente y tiró de ella hacia su pecho—. Se me quemara la comida.

—Bésame otra vez.

No pudo resistirse y volvió a sus labios sonriendo y rodeando su cuello evitando tocarlo con sus manos manchadas. Jonathan la apretó con fuerza contra su pecho y chupó su labio inferior al apartarse. Se la quedó mirando, completamente fascinado con toda ella y le dio otro breve beso antes de dejarla continuar con la comida y marcharse para continuar él con la vaca.

Recuperó su machete y comenzó a cortar los huesos y los trozos de carne, los cuales lanzó en los barriles para que luego Jian se encargara de hacer la salmuera.

—Papá, ¿me compras un libro?

—Buenos días, hijo, estoy muy bien, gracias por preguntar, veo que te eduque correctamente —se burló y enderezó su espalda sintiendo la presión en sus brazos acumulándose por estar agachado—. Vuelve a entrar y esta vez saluda.

Adrian rodó los ojos, se regresó sobre sus pasos y entró otra vez en el taller.

—Buenos días, papá, ¿Cómo estás? ¿Bien? Excelente, ¿me compras un libro?

Intentó pintar su mejor sonrisa cuando Jonathan lo fulminó con su mirada y alzó los hombros.

—¿Qué pasó con los libros que ya tienes?

—¿Qué mas va a pasar? Me los leí —. Se sentó sobre la mesa del taller y agarró una de las pinzas para jugar—. Me cuesta dejar de leer una vez comienzo. No sé si te conté que me leí el libro que me enviaste; La letra escarlata...no lo entendí.

—Vuelve a leerlo cuando seas mayor.

—De acuerdo, ¿pero me compras libros?

Jonathan le puso la cuchilla ensangrentada en las manos y Adrian contuvo una arcada y la lanzó hacia la mesa.

—Los libros salen caros, Adrian y debemos ahorrar, especialmente mientras yo no tenga trabajo.

—Pero no es justo, yo tenía mis libros hasta que Jian lo arruinó y ahora no tengo nada. Quiero un libro, pa, al menos uno al mes.

—¿Uno al...? —. Se le quedó mirando y Adrian se hundió un poco en sus hombros—. Voy a fingir que no escuche nada.

—¿Uno al año? Al menos uno...Por favor, ¿de regalo de cumpleaños?

—Ya pasó tu cumpleaños.

—Ajá, pero tu no estabas, así que me debes un regalo...Técnicamente me debes como cuatro, pero seré amable y te cobraré solo uno. ¿Qué dices?

Lloriqueó cuando Jonathan lo bajo de la mesa tirándole del cabello no muy bruscamente y bufó al acabar de pie junto a la vaca.

—Ayúdame a separar la carne y tal vez me lo piense.

Prefería trabajar en el campo antes que descuartizar una vaca, pero prefería aun más tener un nuevo libro, por lo tanto, se tragó sus ganas de vomitar y comenzó a ayudar a su padre.

Se quedó pensando que libro se compraría, había algunas opciones, aunque la mayoría de novelas eran muy complicadas de leer y los libros infantiles demasiado aburridos y sencillos. Se sumió en pensar al respecto y ayudar a su padre no fue tan complicado de esa forma, apenas era consciente de lo que hacía cuando Jonathan se lo ordenaba.

En cierto momento alguien asomó en el taller y Jonathan dejó lo que hacía y le extendió el mango de la cuchilla a su hijo.

El hombre que acababa de llegar vestía de traje elegante con un sombrero de copa alta, tenía una pequeña porción de vello en su mentón y el chaleco debajo de su chaqueta se abotonaba sobre su abultada barriga. Tenía unos kilos de más y no era un hombre muy alto, pero al menos no era intimidante tampoco.

—¿Se le ofrece algo, señor?

—¿Es usted Jonathan Morgan? —. Se limpió las manos y asintió en lo que caminaba hacia él—. Mi nombre es Sheridan Westley, señor, disculpe que visite sin avisar, pasaba por la zona y pensé venir a saludar.

—Tendrá que disculpar mi atrevimiento, ¿pero acaso lo conozco, señor Westley?

—No lo creo, señor, pero yo he escuchado mucho de usted —. Sheridan miró hacia la vaca despedazada en el taller y tragó saliva con fuerza—. Esperaba poder hablar con usted sobre su tierra...Estoy comenzando un nuevo emprendimiento y deseo construir por estas zonas, quizás pueda darme un precio y yo le pag...

—Mi propiedad no está en venta, señor Westley.

—Pero seguro puede dar un buen precio y reconsiderarlo. ¿Cuánto quiere?

—No está en venta —. Jonathan le hizo un gesto a Kyle y Darion y ambos se acercaron—. Pero mis amigos le guiaran hasta la salida.

—Señor Morgan, es la oportunidad de su vida.

—Adiós, señor Westley —agitó el trapo en su mano a modo de despedida y se regresó a su tarea.

Adrian lo miraba con la cuchilla en mano.

—¿Por qué no aceptaste el dinero? Nos habría ayudado.

—¿Y viviríamos dónde? Tendríamos que volver a trasladarnos y con tu madre embarazada no podemos permitirnos tantos cambios —. Arrancó una de las patas del animal y la lanzó al barril tras limpiarla—. Además, no es coincidencia que venga por mis tierras específicamente.

—¿Por qué lo dices?

—Un sentimiento que tengo.

Se quedó viendo como Darion y Kyle alejaban a Sheridan de la propiedad y el resto de la mañana la ocupó en limpiar la vaca y llenar los barriles, luego dejó a Jian para que los remojara en salmuera y fue por la cocina para ver a su esposa.

Marie estaba sentada debajo de la mesa con sus juguetes y cuando Jonathan se agachó y la saludó sin previo aviso, Marie entró en un ataque de risa y agitó sus brazos, lanzando por accidente los juguetes en sus manos.

Gateó para salir de debajo de la mesa y seguir a su padre, Jonathan se lavó las manos, las secó y cuando bajo la vista, Marie estaba tirándole del pantalón y canturreando para que la levantara.

—Venga con papá —. Se quedó con ella en brazos y se acercó hacia Olivia para abrazarla por detrás—. ¿Necesitas algo?

—No, ya tengo todo bastante encaminado...Aunque podrías cambiarle el pañal a Marie —. Lo miró de reojo y notó su expresión que fue la respuesta que necesitaba—. Vale, vigila que no se queme el relleno mientras yo la cambio ¿sí?

Asintió y dejó que se llevara a Marie hacia la habitación.

Revolvió el relleno como pudo y luego se apoyó en la mesa a comer una manzana, cuando Olivia regresó, le entregó a Marie y comenzó a armar las lasañas, capa por capa.

—Vino un hombre hace unas horas, un tal Sheridan Westley.

—¿Quién?

—Ni idea, pero por su aspecto creo que es un empresario.

—¿Y que quería?

Sostuvo la manzana frente a los labios de Marie y dejó que la chupara un poco e intentara morderla con sus encías, luego él le dio una mordida y sentó a Marie en la mesa a su lado para agarrar el cuchillo y cortarle un pedazo, lo suficientemente grande para que no fuera a atorarse.

—Comprar mis tierras.

Olivia dejó lo que hacía y lo miró.

—¿No aceptaste ¿verdad?

—No soy tonto, querida. ¿Está rica la manzana? —. Besó la nariz de Marie y le dio otro pequeño pedazo—. Pero mi curiosidad comienza a aumentar ¿primero el banco y ahora este hombre?

—Uhm, tienes razón, es muy extraño —. Aceptó un trozo de manzana que él cortó y les puso frente a los labios y se llevó la primera fuente de lasaña hacia el horno—. ¿Investigarás?

—Supongo, mi curiosidad va en aumento, pero primero quiero conseguir trabajo.

—Y primero iremos a casa de tu madre —. Jonathan rodó los ojos—. Mañana en la mañana, ya le he avisado a Susan.

Olivia le sonrió, le dio un beso en la mejilla al pasar por detrás de él y luego dejó la cocina y Jonathan suspiró, alzó a Marie y la siguió. 

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