Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

13 de abril 1865.
Propiedad de Jonathan, Minnesota.

Después de que Jonathan se marchó en la mañana para intentar hablar con Winfred antes de que partiera hacia Washington D.C, Eli y Adrian se ocuparon estudiando con la ayuda de la señora Finn y tras llevarle el desayuno a Jian, Olivia se enfocó en limpiar la cocina, cuidar de Marie y organizar la casa.

Tenía la suerte de que Marie durmiera toda la noche sin interrupciones, aunque nunca faltaba ese día en el que le daban sus dolores de panza y Olivia se desvelaba intentando calmarla, afortunadamente eso no había sucedido la noche anterior y había podido dormir unas buenas cuatro horas hasta que Jonathan se había despertado para irse a la ciudad.

Colocó la tabla de cortar sobre la mesa y tomó el machete para desmembrar uno de los conejos que Jonathan había traído el día anterior y hacer con eso un buen almuerzo.

Marie estaba en su corral en el salón, donde la Señora Finn la vigilaba y también enseñaba a Adrian y Eli, Liam estaba con ellos, aunque Olivia no estaba segura de si lo encontraría estudiando o jugando con Marie. Lisie y Kyle aún no habían despertado y considerando que el hombre recién regresaba de la guerra, Olivia tampoco le había ido a llamar. Contrario a Kyle, Darion ya estaba de pie e intentando ayudar a Chester con cualquier cosa y Derby se había sentado junto a la fogata a mirar los leños arder con un semblante pensativo.

No tenía ninguna confirmación respecto a la paternidad de Liam, pero sabiendo lo que sabía, Derby tenía fuertes motivos para pensar que era su hijo y aun estaba intentando procesar aquello. Tenía hijos, sí...Muchos, de los cuales no se había hecho cargo y todos de distintas madres, pero a ninguno de sus hijos lo conocía y ahora que había visto a Liam estaba intentando asimilarlo. Un varón que se parecía tanto él que le asfixiaba y aunque había muchos hombres irlandeses en los Estados Unidos y Jian podía perfectamente haberse encamado con cualquiera, lo dudaba y la edad de Liam coincidía a la perfección para asumir que era su hijo.

Lo primero que intentaba asimilar era que tenía un hijo y lo segundo era que sin duda alguna Jonathan lo mataría si se enteraba. Y Jian seguía castigada y su marido la dejaría, todo estaba arruinado. No había planeado que nada de eso sucediera cuando se había acostado con ella aquellas noches, realmente había aceptado que ella se quedaría con Winfred y él tendría que limitarse únicamente a ser su amante, pero ahora tenía una oportunidad y no estaba seguro de querer tomarla.

No quería casarse y no quería un hijo.

Cuando las clases con la señora Finn terminaron y Eli y Adrian guardaron sus libros, Adrian se detuvo en el pasillo y se quedó mirando hacia su hermano cuando este lo esperó para ir hacia el campo.

—Quiero ir con mamá.

—Papá ya te dijo que debes ayudar al tío Chester.

—Pero no quiero, no me gusta, quiero ir con mamá.

—Bien, haz lo que quieras, yo no me meteré cuando papá se enoje contigo.

Se marchó bufando para ir hacia Chester y Adrian sonrió victorioso y fue a la cocina con Olivia. Realmente no esperaba que Jonathan llegara a tocarlo, después de todo, Olivia se metería en el medio.

—¿Qué haces aquí, cariño? ¿No te dejó tu padre unas tareas?

—Eli las hará —respondió sin importancia alzándose de hombros—. ¿Te ayudo a preparar la comida? ¿Podemos hacer tu pastel de frutas?

—No me queda mucha harina y debemos ahorrar, haré solo la comida sin postre.

—Pero tu siempre haces postre.

—Lo sé, mi amor y lamento mucho que no habrá pastel, pero hasta que papá no se consiga un trabajo y podamos hacer las compras, debemos reducir gastos.

Suspiró, cerró los ojos cuando su madre le acarició la mejilla y se quedó ayudándola a preparar el almuerzo. Hirvieron varias verduras junto con la carne y cuando todo se cocinó, Olivia le agregó abundante arroz y dejó que este absorbiera el agua en lo que se cocinaba.

—Sé que te gusta estar conmigo, Adrian, pero debes hacer lo que tu padre te dice —le comentó mientras esperaba que se hiciera la comida y se sentaba en una silla con Marie en brazos para amamantarla—. Tu padre ya está bastante enojado con tu hermana y lo último que quieres es que se enojé también contigo.

—Pero no quiero estar en el campo, no me gusta a menos que sea para leer —. Se agarró una galleta para comer y se sentó en la mesa a su lado—. ¿Por qué debo hacerlo?

—Porque, lamentablemente, es tu futuro.

—Pero no me gusta ¿por qué necesitan que yo lo haga? Eli puede hacerlo, yo no quiero y no lo haré.

Olivia fue a responderle para intentar calmarlo y que no se alterara como lo hacía en esos momentos, pero antes de conseguirlo, notó que Adrian había enmudecido mirando detrás de ella y al girarse, descubrió que Jonathan había llegado.

—¿No lo harás? —repitió Jonathan y Adrian se hundió un poco en la silla—. ¿Y quién te dio permiso para no hacerlo ¿uhm? ¿Te di una orden antes de irme ¿o no?

—Estuve ayudando a mamá.

—Eso no fue lo que te dije que hicieras —. Jonathan apoyó su sombrero sobre la mesa y besó la cabeza de Olivia y acarició la de su hija que se encontraba prendida del seno de su madre—. Ven aquí...

Adrian se agarró la oreja cuando los dedos de Jonathan se apretaron en su cartílago y se puso de pie inmediatamente para que no le tirara demasiado al hacerlo caminar hacia la puerta trasera de la cocina.

—Auch, auch...Me duele...

—Sí, por supuesto que te duele —. Le soltó la oreja y cerró una mano en su nuca para mantenerlo caminando a su lado—. ¿Quieres que te explique porque debes hacerlo? Te lo explicaré...Mira hacia la casa...

Adrian miró hacia donde su padre señalaba y notó varias cosas; aparte de la huerta de hiervas, los juguetes de Marie en el porche y la ropa colgada en las cuerdas, vio a su madre con Marie en brazos asomando preocupada por la puerta, a Lisie y la señora Finn comenzando a entrar la ropa y a Liam corriendo molestando a la vaca que pastaba en la sombra.

—¿Ves a esas mujeres? Dependen de ti para comer ¿quieres que se mueran de hambre? ¿Quieres que tu madre y tus hermanas mueran de hambre? —. Negó tragando saliva con fuerza—. Entonces agarra la maldita pala y ponte a trabajar, porque si no lo haces ellas no podrán comer y si mueren será tu culpa. Trabajas en la granja o te vas al pueblo a conseguir dinero para la familia, pero no te pasaras el día sentado en la cocina haciendo sociales, debes cuidar de tu familia, Adrian y si vuelvo a verte en la cocina preferirás la oreja roja, créeme.

Lo empujó hacia los hombres para que agarrara una pala y limpiándose las lágrimas, Adrian tomó el pico que le entregó su hermano y comenzó a ayudarles.

Jonathan regresó a la casa para compartirle a Olivia los resultados de su conversación con Winfred y ella lo siguió hacia la cocina y volvió a sentarse con Marie en sus piernas.

—¿Estuve mal? —le preguntó, temiendo que se hubiera enojado con él.

—No me agrada, pero entiendo que era la única forma de que Adrian hiciera caso —. Jonathan se relajó y tomó asiento en la mesa frente a ella—. ¿Cómo te fue con Winfred?

—No tuvo caso, no quiere quedarse con Jian...Se siente insultado y humillado y no lo culpo, pero que le rogara no sirvió de nada y tampoco que le ofreciera dinero —. Extendió sus manos para cargar a su hija por unos minutos y sonrió cuando ella se lanzó de los brazos de su madre hacia él—. Hola, princesa, ¿quieres venir con papá? ¿Sí?

Marie se aferró a los hombros de él y apoyó sus pies en las piernas de Jonathan mientras este la sostenía por la cintura. Estaba emocionada de estar con él y no perdió tiempo de comenzar a babearle el mentón y morderlo con su encía. Jonathan no la detuvo y continuó hablando con Olivia.

—Me dijo que los papeles de divorcio nos llegaran la próxima semana, así que tenemos hasta entonces para conseguirle un marido —. Hizo unos sonidos con Marie, jugando con ella para que no se aburriera en sus brazos y luego retomó—. Pensaba preguntarle a Hamnet Battle...

—¡¿El carnicero?! — Olivia le habría lanzado la tabla en la cabeza si Jonathan no tuviera a Marie en sus brazos—. Ese viejo tiene más de cincuenta años, Jona, nuestra niña apenas tiene diecinueve.

—Pero está soltero y tiene estándares muy bajo —. Lanzó un beso a Marie cuando ella comenzó a lanzarle besos, algo que había aprendido de su madre y alzó los hombros—. Además, le gustan jóvenes, tengo entendido que las divorcia cuando alcanzan los treinta y de aquí a que Jian tenga treinta probablemente él ya este muerto.

Lo escuchaba y más se horrorizaba, tomó a Marie de sus brazos para angustia de Jonathan y lo señaló con un dedo.

—Llegas a casar a Jian con ese viejo asqueroso y no dejaré que vuelvas a poner un pie en esta casa, Jonathan.

—Estoy intentando salvarla.

—Intenta con más ganas —le espetó y abandonó la cocina dejándolo solo.

Jonathan suspiró y quiso darse la cabeza contra la mesa o agarrar su revolver y volarse los sesos. Se puso de pie, consciente de que no podría sentarse a almorzar hasta solucionar parte del problema y recuperó su sombrero para irse hacia el segundo piso.

Olivia salió de la casa con Marie en brazos y cruzó el campo, pasó por detrás de Derby, le dio un golpe en el brazo y señaló hacia el granero a la distancia para que la siguiera. Derby suspiró, se terminó su whisky y la siguió, imaginándose lo que le diría y que no terminaría bien.

Cuando entró en el granero y cerró la puerta a sus espaldas, Olivia se giró para enfrentarlo y antes de que pudiera hablar, le cruzó el rostro de una bofetada, dejándolo mudo.

—Debería hacer que te maten, debería decirle a Jonathan que te follaste a nuestra hija cuando tenía tan solo quince y tu casi treinta y la dejaste embarazada estando casada, debería decírselo y sentarme a ver como te mata a golpes y, no obstante, mi hija está intentando protegerte —. Derby no dijo nada—. Te harás cargo de ese niño, Derby y le darás a mi hija una vida y por tu maldito bien, más te vale que sea una buena.

—Olivia...

—Señora Morgan —le interrumpió.

—No puedo casarme, señora Morgan.

—No seas idiota, ella está arruinada por tu culpa.

—No era mi intención que quedara embarazada...Yo no quería que sucediera.

—¡Eso sucede cuando se la metes a una mujer, idiota! —. Se calmó cuando Marie comenzó a llorar en sus brazos y la meció para consolarla—. Tu provocaste esto y ahora debes hacerte cargo y no me hagas volver a decirlo, Derby, porque la próxima vez será mi marido quien venga a hablarte.

Salió del establo furiosa y se regresó a la casa.

Jonathan había subido las escaleras hacia el segundo piso en lo que Olivia iba a hablar con Derby y pasó unos dos minutos mirando la puerta cerrada del dormitorio de Jian antes de llamar con sus nudillos e ingresar. Aun le hervía la sangre al verla, pero al mismo tiempo la consideraba su hija y, por lo tanto, no podía evitar amarla.

Jian se puso de pie cuando lo vio entrar y acomodó las mantas de su cama rápidamente.

Llevaba acostada desde que él la había castigado, con tan solo su camisola y el cabello suelto, los ojos hinchados por tanto llorar y un pequeño moretón en donde Jonathan le había tirado del cabello, aparte de aquellos en sus nalgas. Él cerró la puerta a sus espaldas y cruzó el dormitorio para abrir la ventana y que el viento limpiara un poco el aire saturado del lugar, dejó su sombrero sobre el escritorio y se giró para mirarla con sus brazos cruzados.

—¿Quién es el padre? Y será mejor que me digas porque no dejaré este dormitorio hasta que lo hagas.

Jian se dejó caer sentada en la cama y comenzó a sollozar.

—Por favor...

—¿Quieres volver a prostituirte? —. Negó sin pensarlo—. Entonces dame un nombre, porque es lo que acabaras haciendo si no lo haces... ¿Quién es?

Se fue hacia atrás en la cama, hasta apoyar su espalda en la pared y negó con los ojos apretados y muchas lágrimas empapando sus mejillas. Jonathan no se movió y tampoco relajó su postura.

—Quiero entender por qué tu madre y tú hacen tanto esfuerzo por protegerlo.

—Porqué lo mataras si te digo.

Jonathan se alejó del escritorio y fue a sentarse en la cama a su lado.

—Aun así, no me iré hasta que me digas —. Se sentó a su lado y aunque debía seguir molesto con ella y alejarla, terminó abriendo sus brazos para que se acercara. Jian se arrastró por la cama y se recostó contra su pecho para llorar—. Intento entender por qué te harías tanto daño a ti misma por un hombre...Por qué después de vivir todo lo que has vivido volverías a arruinarte...

—Porque soy una tonta, por eso, amo a Winfred, papá, lo amo.

—No, no lo amas —aseguró entre risas—. Si lo hicieras no lo habrías insultado como lo hiciste...Lo ridiculizaste frente a un montón de otros hombres, lo insultaste y le fuiste infiel.

—Lo siento, realmente lo siento.

—Eso no resuelve nada —. Le levantó el rostro para que lo mirara y limpió sus lágrimas—. Pero debemos asegurar tu futuro y tienes dos opciones; o vuelves a las calles a prostituirte o me dices el nombre del padre de tu niño para que puedas casarte con él. Y créeme Jian que no deseo vuelvas a las calles.

La puerta se abrió y Olivia entró con esa mirada preocupada en su rostro al descubrir que Jonathan había entrado al dormitorio de Jian, temía que volviera a enojarse con ella, pero se relajó al ver que él la tenía en sus brazos.

—Mamá, por favor, no quiero decirle...No puedo decirle...

—¿Te obligó? ¿Es por eso que no quieres decirme?

Negó y se fue hacia atrás en la cama enterrándose en su almohada, Jonathan le acarició la cintura y Olivia se acercó para agacharse en la cama a su lado.

—Es por tu bien, Jian, tu padre necesita saber quién es por tu bien.

—Lo matará.

—No lo dejaré ¿sí?

—Confía en tu madre, no me dejará por más que quiera —le aseguró y se recostó en la cama a su lado y le acarició el brazo—. Me pateará las pelotas si no le hago caso, ya la conoces.

Jian se rio entre lágrimas al igual que Olivia y Jonathan apoyó su mentón sobre su hombro.

—Dime, hija, ¿Quién es el hombre?

—Soy yo, Jona.

Olivia ni siquiera miró hacia la puerta cuando reconoció el inconfundible acento de Derby, fijó sus ojos en Jonathan y su reacción. Al principio, Jonathan se quedó mirando a Derby sin abandonar el lugar junto a Jian, Jian tembló en sus brazos y rompió en llanto con más ganas que nunca. Después de uno minutos, en los que pareció procesar lo que acababa de escuchar, se enderezó lentamente en la cama y antes de que se pusiera de pie, Olivia retiró el cuchillo de la funda que colgaba de su cinturón y también el revolver que él se había traído del ejército, lo hizo rápidamente y sin que Jonathan se percatara, pues su atención estaba puesta en Derby.

—¿Tú qué?

—Puedo explicarlo, Jona —. Derby comenzó a retroceder cuando lo vio caminando en su dirección—. Juro que no era mi intención, no quería...

—¡Jonathan!

Olivia gritó cuando Jonathan se lanzó sobre Derby y lo golpeó contra la pared del pasillo, cerrándole las manos en el cuello, intentó detenerlos, pero Derby rodó por las escaleras y Jonathan bajó como una fiera detrás de él.

Olivia lo siguió tan solo para ver como pateaba a Derby en el estomago antes de que este pudiera ponerse de pie y lo arrastraba de la remera para lanzarlo a la tierra desde el porche.

—¡Mi hija! —le gritó, bajando las escaleras del porche para llegar a él—. ¡En mi casa!

—Puedo expl...explicarlo, Jona.

Jonathan volvió a golpearle el rostro, dejándole el pómulo enrojecido y Derby retrocedió unos pasos e intentó protegerse cuando volvió a golpearlo, esta vez cortándole el labio.

—¡Jonathan, basta! —. Olivia se atravesó en su camino y le puso las manos en el pecho para intentar detenerlo—. ¡Basta!

—¡¡Mi hija y en mi casa!! ¡¡Puto imbécil, ¿no te basta con joderte a cada mujer que se te atraviesa ¿tenías que joderte a mi hija también?!

Cuando Olivia no pudo contenerlo, pues innegablemente, Jonathan estaba furioso y lo veía todo rojo en esos momentos en los que todo lo que quería era matar a Derby, comenzó a gritar y empujó a Darion, Kyle y Chester para que hicieran algo.

—¡Deténganlo, por el amor de Dios!

Darion y Kyle sujetaron a Jonathan desde los brazos para que no volviera a lanzarse sobre Derby y como resultado este le lanzó una patada. Chester se atravesó en el camino, para evitar que siguiera lanzando patadas y cuando Jonathan fue a agarrar su arma de la funda, descubrió que esta estaba vacía y sus ojos volaron hacia Olivia.

Respiró profundo, se soltó bruscamente y señaló hacia la distancia.

—Largo —. Derby retrocedió con torpeza al escucharlo y Chester lo sujetó—. ¡Largo! No quiero volver a verte o te mataré.

—Jona —susurró Olivia intentando acercarse a él, pero Jonathan la evadió.

—¡Vete de mi casa! ¡Ahora!

Olivia se giró hacia Derby y lo ayudó a enderezarse y recoger rápidamente todas sus cosas.

—Vete al pueblo y no vuelvas hasta que él vaya a buscarte. Y si te desapareces, te acusaré de haber violado a mi hija y haré que te cuelguen ¿entendiste?

Derby asintió todavía desorientado y sangrando por la boca, subió en su caballo con la ayuda de Chester y se marchó cabalgando hacia el pueblo más cercano.

Jonathan se frotó el rostro al verlo alejarse y maldijo, su mejor amigo, se decía a sí mismo, de todos los hombres era el único en el que no se había atrevido a pensar, jamás había imaginado que Derby podía insultarlo de esa forma en su propia casa y aprovecharse de su familia sin vergüenza. Se sentía ridículo porque todos parecían haberlo sabido a excepción suya y era lógico; Liam era idéntico a Derby.

Miró hacia la casa para ver a Jian de pie en el porche y su furia regresó.

—¿Dije que podías salir de tu habitación?

Olivia se atravesó en el camino de Jonathan y le puso ambas manos en el pecho para obligarlo a retroceder,

—¡Basta, Jonathan! ¡Basta! ¡Jian vuelve a tu cuarto!

—¡¡Se acostó con mi mejor amigo!! ¡Arruinó nuestra familia, mi imagen y mi amistad con Derby!

—¡Derby lo arruinó él solo! ¡Jian no lo obligó, ella no le pidió que se metiera a su habitación y le rogara que no se casara con Winfred!

—¿Él hizo eso? —. Olivia asintió y alejó las manos de él, dejando que Jonathan retrocediera—. ¿O sea que se acostaron un día antes de la boda? Y luego me dice que ama a Winfred...

Se rio sacudiendo la cabeza sin poder creérselo y respiró profundo. Jian los miraba desde la ventana de su cuarto y todos los demás estaban reunidos frente a la casa. Chester se había quedado donde momentos antes estaba Derby con su caballo, la señora Finn abrazaba a Adrian contra su pecho y Eli estaba junto a ella con Liam. Kyle y Darion se habían quedado cerca de Jonathan para asegurarse de que no volviera a estallar en ira y Lisie lo miraba todo desde la carpa con los niños de Terrell.

—Y todos ustedes sabían y a ninguno se les ocurrió decirme. ¡Me vieron la cara de estúpido!

—Queríamos evitar que reaccionaras de esta forma.

—¿Ah sí? ¿Y cómo les salió, Olivia? —. Levantó su sombrero del suelo, que se había caído durante la discusión y le sacudió la tierra, se acercó a ella y sus rostros se enfrentaron—. Dijimos que no habría más secretos...

—Y tu dijiste que ya no te enojarías.

—Oh, perdona... ¿Querías que felicitara a Derby por su nuevo hijo? ¿Querías que le invitara a tomar el té? ¡¿Eso querías?! ¡¿Estás contenta con todo esto?!

—¡No, pero Jian es nuestra hija y quieras o no Derby es el padre de su hijo, golpeándolo o matándolo no cambiaras nada!

Jonathan la mandó a la mierda y regresó a la casa prácticamente azotando la mosquetera en el proceso. Olivia suspiró, se puso una mano en su corazón que latía de forma acelerada y lanzó una mirada al grupo.

—Nadie entra a la casa hasta que se haya calmado. ¿Señora Finn, por favor, podría cuidar de mis hijos en mi ausencia?

—Por supuesto, querida, no te preocupes.

Le agradeció y remangó un poco su falda para subir al porche y entrar en la casa detrás de Jonathan. Él volvía a encontrarse en la cocina con la botella de whisky, botella con la que últimamente pasaba bastante tiempo.

—Te entiendo ¿vale? Y te apoyo, Jonathan, lo he estado haciendo, pero Jian no puede pasar toda la semana encerrada, su hijo la necesita y ella debe respirar aire fresco y tu no puedes seguir reaccionando de esta forma cuando algo te molesta.

—No me sermones, Olivia.

—No te sermoneo, te digo la verdad. Necesitamos a Derby, Jonathan —. Antes de que pudiera terminar de hablar, Jonathan bufó, rodó los ojos y se rio en lo que se bebía su whisky—. Lo necesitamos y lo sabes, es el padre de niño y debe reconocerlo para que Jian no quede arruinada.

—¿Y tu quieres que Jian pase el resto de su vida ¿con Derby? La chica sería más feliz casada con un burro.

—Lo sé y no me gusta, pero ¿Qué opción tenemos? ¿Hamnet Battle? —. Jonathan alzó los hombros, considerándolo—. No, Jonathan, no puedes preferir a ese vejestorio antes que a Derby.

—Derby es un alcohólico, mujeriego, malhumorado y "machista" como dice tu amiguito Harvie —enumeró con sus dedos—. Es buen hombre, pero no es uno decente y sabiendo que se acostó con nuestra hija en mi casa, lo último que quiero es verle la cara.

—De acuerdo...Entonces le buscamos otro marido.

—¡Nadie aceptará casarse con ella, Olivia! Ningún hombre de bien al menos, si lo que quieres es buscarle un príncipe azul entonces ve buscando un burdel para que trabaje, porque no encontrarás ninguno.

—¡Jonathan!

—¡Es la verdad! —espetó, queriendo arrancarse los pelos—. Jian es una prostituta, es asiática, fue esclava y además engañó a su esposo y se embarazó de otro hombre...No hay forma en este mundo de que ningún hombre decente la acepte, acabará arruinada antes de que el mes termine y nosotros con ella. Maldita niña...

Olivia respiró hondo y comenzó a marearse, esas últimas veinticuatro horas habían sido caóticas y estresantes y todo lo que por siete meses había anticipado finalmente le había estallado en la cara. Quería culpar a Jonathan por reaccionar como lo hacía, pero una parte de ella no podía; él tenía incontables traumas de la guerra y estaba cansado, pero en lugar de poder disfrutar de su familia debía enfrentar más y más estrés. Era como si Dios no le diera un descanso. Y ella quería defender a Jian, pero cuanto más y más lo pensaba, menos argumentos se le ocurrían.

—Vas a ir al pueblo en la mañana y hablarás con Derby —demandó sin pensárselo demasiado.

Jonathan se rio.

—Sí claro.

—Hablo en serio, Jonathan, arreglaras una boda para el fin de semana y salvaremos a Jian. 

—¡Esta es mi casa! ¡Son mis reglas!

—¡También es la mía! ¡Soy tu esposa así que no te atrevas a imponer tu autoridad sobre mí porque dejaré de serlo! —dijo y estampó su mano contra la mesa—. ¡Es mi hija y es mí casa y mi familia! ¡Y tu te tragaras tu maldito orgullo y hablarás con Derby para que se case con ella! Lo harás, Jonathan, porque si Jian termina en las calles no volveré a hablarte en mi vida.

Se dispuso a marcharse dejándolo mudo en la cocina, pero regresó sobre sus pasos para agregar.

—Y déjala salir a tomar aire y estar con su hijo, no me importa que tan enojado estés, es inhumano que pase encerrada todo el día. Vuelve a castigarla en la mañana, pero esta tarde la quiero ayudándome con la casa.

Jonathan maldijo cuando Olivia se retiró para ir con Marie que lloraba por ella y apoyó sus manos en la mesada de madera, respirando profundo y largo. Estaba cansado y enojado, también algo dolido porque no había esperado de Derby que lo traicionara de esa forma y arruinara una amistad que había sido compleja pero fuerte durante años.

Subió las escaleras con pasos pesados y abrió bruscamente la puerta del dormitorio de Jian, para verla brincar del susto y sollozar.

—Vístete y baja a ayudar a tu madre con la casa, rápido.

Jian asintió y él se retiró de regreso a la salida dejándola para que se aprontara.

Jian se puso su corsé y todas las prendas de su vestido, incluyendo el delantal, se recogió el cabello y cuando se miró en el espejo, limpió sus lágrimas y cubrió sus ojos rojos con un poco de maquillaje para que no se le notara llevaba dos días enteros llorando. Apenas había podido dormir la noche anterior por culpa de la desesperación y la angustia y se sentía demasiado avergonzada.

Sabía que había cometido un gran error y no podía sentirse más terrible al respecto. Jonathan y Olivia le habían dado una nueva oportunidad en la vida con la que ella tan solo había soñado durante muchos años y ahora lo había arruinado, probablemente si Jonathan no le conseguía un marido que se hiciera cargo de su hijo y Derby no accedía a casarse con ella, acabaría en las calles volviendo a prostituirse, esta vez para mantener a su niño, incluso aunque Olivia quisiera evitarlo...No habría otro final posible para ella.

Bajó al salón y cuando asomó al porche, Liam vino corriendo hacia ella.

—¿Te has portado bien?

Liam asintió y lo alzó en sus brazos para abrazarlo.

Notó que todos en el grupo la miraban y probablemente la juzgaban en silencio y se esforzó para no volver a llorar e irse a la cocina donde podía ayudar a su madre.

Olivia estaba con Marie en brazos y comenzaba a servir los platos para el almuerzo.

—Mamá —llamó y Olivia se giró para mirarla—. Perdón.

—Shh, ya está, ya deja de pedir perdón ¿sí? Ayúdame a poner la mesa.

Dejó a Liam para que se sentara y comenzó a ubicar los platos y los cubiertos en silencio, no tenía nada para decir y tampoco se creía con el derecho de decir lo que pensaba; que no quería casarse con Derby.

Sirvió algunos platos con el estofado de conejo y los llevó hacia el grupo afuera, reservando la mesa únicamente para la familia. Chester le agradeció cuando le dio su plato, pero Darion y Kyle ni siquiera la miraron y tampoco lo hicieron las mujeres.

Jonathan estaba sentado en el tronco con ellos mirando el fuego y la ignoró como si simplemente no estuviera ahí.

—¿Papá? —llamó indecisa y él no le respondió—. Está lista la comida...

Jonathan se puso de pie colocándose el sombrero y pasó por su lado para ir a la casa, llamando también a los niños que vinieron corriendo. Les esperaba uno de los almuerzos más incomodo de la historia, en el que Jian se sentó junto a su hijo y le ayudó a comer, Adrian y Eli se sentaron frente a ella en absoluto silencio y Jonathan ocupó una cabecera en lo que Olivia ocupaba la otra con Marie sentada en su regazo. Nadie habló durante la comida y solo se escucharon los cubiertos golpeando contra los platos de madera y a Marie haciendo sus sonidos y experimentando con los sabores de su comida en la lengua.

Jonathan remojó el pan de centeno en el estofado y se quedó mirando a Olivia y Marie mientras comía. Le gustaba verla con su hija y como le hacía morisquetas al llevarle la cuchara y Marie se reía en sus brazos y estrellaba ambas manos intentando aplaudir, saber que Olivia le había dado a esa hermosa princesa que ahora tenía en sus brazos le conmovía, junto con el incontrolable miedo de que algo pudiera pasarle.

—¿Podemos...ir al pueblo...hoy? —preguntó Adrian apenas asomando en la mesa al hablar por miedo a que su padre se molestara.

—¿Para que quieres ir al pueblo?

Miró hacia Olivia, relajándose un poco al ver que Jonathan no había estallado en furia y se enderezó un poco.

—La señora Hobbes me da libros, ma ¿recuerdas? Pensaba darles algunos de los que ya leí a cambio de nuevos.

Olivia miró hacia Jonathan y este se congeló con un trozo de pan entre los labios; conocía esa mirada y no quería acceder y llevar a Adrian al pueblo, pero terminó suspirando.

—¿Dónde vive esta señora Hobbes?

—En Bratsberg, tiene una linda casa y le gustan las flores...aunque las tiene todas muertas —. Adrian comenzó a hablar sobre la señora Hobbes, su casa, sus gatos y los libros que le daban y nadie lo interrumpió—...Creo que uno de sus gatos está muerto porque huele muy, muy feo, pero si le digo tal vez se ponga triste, así que no le he dicho nada... ¿Podemos ir?

Asintió y se terminó su comida y tomó la botella de whisky para llenarse un vaso.

—Partiremos en la mañana. Con permis...

—Jonathan —interrumpió Olivia antes de que se pusiera de pie—. Aun no hemos terminado de comer, por favor.

—Tengo cosas que hacer, nena.

—Puede esperar —aseguró distraída con la papilla de Marie—. Ayuda a Liam con su comida así Jian puede comer la suya ¿sí?

Lo hacía apropósito, se dijo, conociendo a esa hermosa (pero frustrante) mujer como a la palma de su mano; lo obligaba a permanecer en la mesa y ayudar a Liam, porque Jonathan ni siquiera le había hablado al niño desde que había llegado la mañana anterior.

Se dejó caer de nuevo en la silla y terminó el contenido de su vaso antes de tomar el tenedor de Liam y ayudarlo a llevarse la comida a la boca sin hacer un desastre.

Le enfermaba ver ahora el parecido con Derby no poder ignorarlo.

—¿Puedo ir yo también, abuelo? La señora Hobbes me da pasteles.

Una sensación fría se deslizó por su espalda al escuchar como le había llamado y estuvo tentado a corregirle, pero no pudo. Le gustó, nunca antes había imaginado que tendría nietos o que, de tenerlos, llegaría a conocerlos y relacionarse con ellos como para escucharlo llamarle de esa forma.

—Supongo que puedes venir...Si tu madre te deja...

Jian levantó la vista de su comida y encontró que Jonathan la miraba, tragó lo que tenía en su boca sin importarle que un trozo de conejo se le fuera entero por la garganta y comenzó a asentir.

—Claro, si no te molesta, padre.

—También deberíamos comprar harina, mamá no puede hacer pasteles sin harina —comentó Adrian terminando su comida—. Y yo quiero sus pasteles, así que veré si consigo un trabajo en el pueblo.

—¿Un trabajo? Claro que no, Adrian.

—Pero papá dijo que puedo conseguir un trabajo y traer dinero y si lo hago podremos comprar harina, lo cual es mucho más efectivo que tenerme trabajando en la granja donde no soy bueno y no me gusta —. Se chupó los dedos y limpió su cara con el trapo antes de ponerse de pie y agarrar unas frutas, incluyendo una banana para Jonathan y una manzana para Eli—. Puedo trabajar en una tienda ¿no?

—No —espetó Olivia al tiempo que Jonathan asentía—. No, Jonathan.

—Pero sí él quiere...

—Tiene ocho años, no trabajara en el pueblo solo y lejos de mi vista. No trabajaras, Adrian y punto.

Adrian miró hacia su padre intentando confirmar aquello y Jonathan se alzó de hombros y suspiró. Realmente estaba cansado de las discusiones y los problemas; no era un hombre hecho para la vida de familia y cada día lo confirmaba un poco más.

—Tendrás que seguir en la granja con tu hermano.

Adrian se terminó su banana, decepcionado, pero se ahorró los comentarios.

Después del almuerzo y cuando Olivia les dio el permiso, Jonathan se puso de pie y salió de la casa con Eli siguiéndolo y Adrian hablando sin parar, Liam se quedó con su madre y cuando Marie se durmió y Olivia la acostó en su canasta, comenzaron a limpiar la mesa y organizar la cocina.

Ninguna habló demasiado pues no sabían que decir. 

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