Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

679K 68.9K 65K

Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
69
70
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
GRUPO DE WHATSAPP.
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
100
101
102
103
104
105
106
107
108
109
110
111
112
AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

68

3.9K 432 332
By AbbyCon2B

21 de junio 1864.
Middletown, Maryland

Jonathan estaba acostado en la cama de la casa de los Merritt, donde como teniente del regimiento, la familia le había dado una de las habitaciones que ahora él compartía con Olivia. Le agradaba tener una cama para que ella descansara mejor durante su embarazo en lugar de dormir en el duro suelo y le agradaba poder pasar las noches en el calor de la habitación donde estaba seguro ella no enfermaría.

Despertó, bostezando y con los rayos del sol ingresando por la ventana y cuando miró hacia Olivia, la encontró frente al espejo de cuerpo completo, mirando su perfil con una mano en su vientre.

Muchas emociones se encontraban en ambos; ella estaba feliz porque había alcanzado el cuarto mes de embarazo sin complicaciones y sentía que su bebé crecía sano y salvo en su interior. Estaba demasiado emocionada porque finalmente podía ver como su vientre comenzaba a notarse muy sutilmente y al mismo tiempo estaba llena de energía y motivación para continuar haciendo lo que hacía; comer bien, mantenerse ocupada y respetar sus horarios de descanso. Jonathan estaba petrificado y con cada mes que pasaba sus miedos se hacían más y más reales, no quería que el parto llegara y se negaba a perderla, además de que detestaba tenerla en el campamento durante la guerra a pesar de que ella pareciera feliz de esa forma.

Su embarazo aun no se notaba, pero ambos sabían que cuando comenzara a notarse por sobre sus vestidos, ella tendría que encontrar una forma de ocultarlo.

—¿Estás bien? —inquirió sentándose en la cama.

Olivia lo miró con la sonrisa más grande que le había visto en mucho tiempo y acarició su vientre por sobre la camisola.

—Acabo de sentirlo moverse —. Jonathan la vio sonreír y emocionarse hasta las lágrimas y no pudo no sonreír con ella y sentir su corazón encogerse—. Bah, creo que se movió...Fue una sensación tan curiosa.

Ella se acercó a la cama y él se arrastró hasta el borde del colchón y apoyó su mano sobre su vientre. Solo la parte inferior estaba un poco abultada y aunque podía tratarse de una simple hinchazón, ambos sabían que era su bebé creciendo en su interior.

—Oh, creo que se volvió a mover —susurró y Jonathan retiró su mano—. Toca, toca... ¿No lo sientes?

Negó, acariciándola por sobre la tela de la camisa y le dejó un beso sobre el ombligo. Ella sonrió cuando volvió a sentir una curiosa presión en su interior y una cosquilla en su vientre bajo. Se sentía mucho más ligera que en los últimos meses, haber llegado hasta el cuarto mes era como una nueva zona de comodidad para saber que todo funcionaba de maravilla. Al principio los miedos de que todo se repitieran la habían paralizado y muchas veces el más mínimo dolor la había congelado en su caminata y había ido corriendo hacia Harvie para pedir su opinión. Harvie era de la mejor ayuda posible durante su embarazo y pronto también le contaría a la señora Butler para que la ayudara una vez la panza representara un problema.

Si algún soldado o el General la veía embarazada, la enviarían a su casa sin siquiera preguntárselo y Jonathan tampoco podría impedirlo.

—Te ves feliz.

—Lo estoy, debemos pensar nombres —dijo y se sentó en la cama a su lado—. Sí es niña y sí es varón ¿tienes ideas?

Negó, alzándose de hombros y ella le dio un suave empujón con su hombro.

—Vamos, cariño, ayúdame con esto ¿sí? No puedo elegir yo sola.

—No lo sé...Eh, ¿Henry si es niño? ¿Marie si es niña? —. Ella se rio y él la miró confundido y se rascó la nuca—. ¿No te gusta?

—Me encanta...Has dicho los nombres de mis padres.

—Oh, ¿en serio? Vaya, no tenía idea —. Se quedó con el ceño fruncido y cuando ella dejó la cama la siguió con la mirada—. ¿Entonces te gustan esos nombres?

—Sí, me parecen que son precioso y les quedaran bien. Marie Morgan o Henry Morgan...No puedo esperar para tenerlo en mis brazos.

Comenzó a peinarse frente al espejo, mirando con fascinación su pequeña panza y Jonathan la miró a ella mientras se recogía el cabello. Debía estar feliz de que la mujer de su vida le daría un hijo y quería poder disfrutar de la experiencia con ella, besar su vientre y hacer planes, pero no podía...No quería un hijo sí eso la arrebataría de su vida.

Olivia se colocó el corsé bajó su atenta mirada y antes de comenzar a ponerse las faldas, volvió a acercarse a él y lo besó.

—Anímate un poco ¿sí? Estamos creando una vida en medio de todo este caos.

—Sí, por supuesto...Estoy feliz, nena —. Forzó una sonrisa para no angustiarla con sus preocupaciones y se puso de pie—. Me haces el hombre más feliz en el mundo y pronto tendremos a nuestro bebé en nuestras manos.

Ella sonrió ampliamente al verlo más tranquilo y se colgó de su cuello para besarlo.

—¿Te irás hoy?

Asintió y dejó que ella terminará de vestirse y comenzó a hacer lo mismo.

Llevaban siguiendo al ejercito del general Lee desde hacía ya algunos días, primero habían tenido otro enfrentamiento contra él en Gettysburg y luego lo habían seguido hasta Fairfield donde se había dado otro enfrentamiento y luego cerca de Waynesboro. Ahora sabían que Lee y su ejercito estaban en Williamsport y ellos acampaban a dos horas de cabalgata y planeaban atacarlo esa misma tarde.

—Cuídate, por favor.

Asintió y la ayudó a terminar de abrochar su vestido antes de sujetarle el rostro y besarla, largo y sin vergüenza, reclamó su boca y respiró profundo, sintiendo como separarse le dolía en el pecho.

—Tú cuídate, Olivia. No hagas nada estúpido.

—No lo haré —aseguró con una sonrisa, pero él se marchó con una sensación extraña.

Ya no tenían heridos con ellos, todos habían sido trasladados, muchos cuerpos enterrados o enviados a sus familias y los soldados que quedaban al cuidado estaban enfermos; algún refriado o un dolor de cabeza, sífilis siendo también uno de los más grandes problemas, pero no más amputaciones o heridas expuestas de momento.

La unión tenía doce cuerpos militarles más uno de caballería al servicio y uniéndose para ir detrás del regimiento de Lee y otros Generales, los confederados tenían tan solo tres cuerpos militares. La diferencia de números era apremiante y claramente la unión tenía ventaja de fuerza, pero los confederados tenían a Lee.

La batalla detrás de Lee y sus soldados estaba durando al menos un mes.

Esa mañana los soldados partieron hacia el enfrentamiento con la esperanza de bloquearlo cerca de Williamsport y Olivia se quedó esperando para recibir a los soldados heridos y hacer su trabajo.

La distancia de dos horas que había entre el campo de batalla y el campamento era un problema y tanto ella como Harvie lo sabían; los soldados perdían grandes posibilidades de sobrevivir en ese viaje en carro donde se desangraban o perdían conciencia.

Vio a todos los caballos partir y muchos de otros soldados siguieron a pie. La gran mayoría caminaba. Empujaban los cañones y cargaban con las municiones para equiparse durante la pelea. Otros nueve cuerpos militares se unirían a ellos desde Middletown y llegarían directo a Funkstown para el enfrentamiento y otros dos cuerpos militares tomarían una ruta alternativa llegando a la batalla por uno de los laterales a través de Sharpsburg.

Olivia los vio junto con los cirujanos y las enfermeras, como partían hacia la guerra y luego retomaron sus actividades. Los cirujanos charlaron y esperaron, realmente no podían ir la guerra salvo a pelear, aun no se había implementado el concepto de "atención medica en campo de batalla" y era una pena, porque de tenerlo estarían salvando muchas más vidas. Harvie ayudó a las enfermeras a limpiar todo lo mejor posible para cuando llegaran los soldados y prepararon el equipo. Olivia los ayudó.

—Queda menos para que este infierno termine —le susurró Harvie en lo que la ayudaba a tender una de las camas.

—¿Tu recuerdas cuando termina?

—Quince de abril del próximo año cuando Lee se rinde al ejercito de la unión.

—¿El Lee que persiguen ahora? —. Harvie asintió con una sonrisa orgullosa—. Eso me alegra un poco, Jonathan ha llegado muy lejos.

—Sí y tu también...Tal vez no debas morir después de todo...

—No lo digas, Harvie —pidió con un suspiro—. Sí me lo dices comenzaré a hacerme ilusiones y entonces le temeré a la muerte. No puedo temer.

Se enderezó al terminar con la cama y suspiró.

Se negaba a aceptar que Olivia fuera a morir, pero respetaba porque ella decidía mentalizarse al respecto; en plena guerra y priorizando el bienestar de su marido por sobre el de ella o cualquier otra persona, Olivia debía estar dispuesta a arriesgarse en más de una ocasión si quería salvarlo y el miedo se lo impediría.

—Está bien...Como tu digas, Liv.

Los soldados comenzaron a llegar durante el mediodía y aunque ella quiso comenzar a atender, Harvie la había dejado en la carpa para que almorzara su buena porción de carne y verduras y ella no se resistió. Terminó de comer bastante rápido, escuchando gritos y llantos y comenzó a trabajar como ya era rutina.

Las amputaciones seguían abundando y algunos soldados eran dormidos con cloroformó para que no sufriera durante el proceso. Ella se encargó de reposicionar algunos hombros dislocados y entablillar los huesos rotos. Le llegó un paciente con una fractura de fémur expuesta y regresó el hueso al lugar a pesar del grito del hombre y le cerró la piel desgarrada antes de sostenerle la pierna en el lugar con unos palos y vendarla. Lo correcto era que el hombre no usara la pierna por varios meses.

Fue entre cama y cama y cuando dejó de encontrar trabajo en la carpa salió hacia el campo. Corrió, ayudó a ubicar a los soldados en el suelo, otros llegaron y se acostaron por sí solos a pesar de estar heridos y entre curarlos, alimentarlos, hidratarlos y consolarlos, se olvidó por completo de cualquier problema suyo. Le gustaba sentirse útil y distraerse.

—¡General Anderson ha muerto! ¡Han matado al General Anderson!

Se enderezó de golpe, volcando por accidente con su falda el vaso de agua de un soldado y miró hacia el hombre que cabalgaba rápidamente hacia ellos con un carro llegando detrás, portando el cuerpo del General Anderson.

Su corazón dio una sacudida en su cuerpo cuando vio como bajaban el cadáver con un disparo en la cabeza y lo acostaban en la tierra a una distancia considerable.

La muerte de Anderson solo significaba una cosa; Jonathan era ahora General.

—¿Dónde está el General Morgan? —inquirió y corrió hacia el hombre—. ¡Soldado! ¿El General Morgan?

—Sigue en la batalla, señora, no lo he visto.

Giró sobre sus pies, atónita en el lugar cuando el hombre se marchó dejándola sin muchas respuestas y a lo lejos notó que Harvie la miraba y negaba lentamente con la cabeza, para que se calmara.

Intentó no pensar demasiado y mantenerse ocupada; había mucho trabajo para hacer.

Comió un poco durante la tarde a pesar de su estomago cerrado y cuando la noche comenzaba a caer lentamente, miró hacia la distancia esperando ver a Jonathan llegar. La sensación desesperante de ver a los soldados, pero no encontrar a su marido por ningún lado se estaba volviendo una costumbre.

Pasó otros minutos yendo paciente por paciente con su bolsa de equipo medico y mirando hacia el campo para respirar una vez lo viera llegar. La batalla seguía tomando lugar incluso en la penumbra.

—¿Dónde está el General Morgan? —inquirió, deteniendo a un soldado que llegaba desfallecido por el cansancio y el miedo.

—Lo han rodeado los hombres de Lee, señora y nos ha ordenado la retirada. Creo que un grupo de cien hombres permaneció con él.

—¿Está a salvo?

—Estaba herido cuando nos ordenó retirarnos.

Un sentimiento como ningún otro; un frío recorriéndole la espalda y provocando escalofríos por toda su columna hasta generarle incluso un dolor en el pecho. Miró hacia la distancia, donde no se apreciaba la batalla, pero podían escucharse las explosiones de los cañones y el mundo comenzó a moverse en cámara lenta ante sus ojos, incluso respirar se volvió tortuoso y lento, un proceso que consumía demasiada de su energía.

Primero bajó la atención hacia su vientre y dejó escapar un jadeo. Había cometido un gran error, no tendría que haber quedado embarazada y el Universo no podía ser tan cruel al ponerla en esa situación. No podía obligarla a elegir entre su embarazo y Jonathan, porque no era una decisión justa. Los amaba a ambos, quería protegerlos a ambos. 

Luego sintió una calma, una agradable sensación recorriendo su pecho que le dijo todo estaría bien, se sintió un poco como magia, como si la fuerza que la había llevado al pasado, estuviera regresando ahora para consolarla, y darle el valor de correr hacia su marido, con la seguridad de que su bebé estaría a salvo en su interior. No morirían esa noche. 

Dejó ir el brazo del soldado, que le dijo algo que no escuchó cuando comenzó a correr hacia el caballo más cercano y Harvie gritó su nombre desde la distancia, ordenando a los hombres que la detuvieran.

Los soldados se atravesaron en su camino e intentaron hacerla entrar en razón, pero ella tomó el rifle de uno de ellos y se lo colgó al hombro antes de subir al caballo con su bolsa de medicina en mano.

—¡Señora, no puede ir! ¡Señora!

Sintió que alguien corría detrás de ella, pero no miró atrás y dio las indicaciones al animal para iniciar la carrera. Pasó a gran velocidad junto a los hombres que regresaban de la batalla y dejó que los gritos de guerra la guiaran hacia su marido.

Su corazón parecía haber dejado de latir en el momento que había imaginado lo que por tres años había temido de forma constante y su mente se había ausentado llevándose consigo cualquier uso de razón. Tenía paz y seguridad en su interior, algo la protegía...Incluso aunque fuera descabellado y difícil de explicar, podía sentir el mismo calor que la gema había expulsado aquel día de abril en la mansión de su abuela, y sentía la magia revoloteando a su alrededor, cuidando de ella y su bebé, para que pudiera concentrarse en salvar a Jonathan. 

Sabía que el tiempo era crucial cuando un hombre era herido en batalla, un periodo de dos horas o más hasta el campamento médico dejaría su vida pendiendo de un hilo cuando lo ingresaran y, por lo tanto, probablemente se le moriría en la mesa de operar.

Tiró de las riendas del animal para detenerlo antes de entrar en la batalla y por primera vez sus ojos presenciaron el verdadero infierno; cientos (miles) de hombres corriendo por un extenso campo de batalla compuesto por kilómetros y kilómetros, muchas casas de familias atrapadas en el medio de la guerra y que habían sido evacuadas o ocupadas por voluntarios que se sumaban a la guerra de uno u otro lado, también habían soldados que abandonaban a su ejercito para unirse al enemigo en un cambio de ideales y el fuego ardía en algunas casas o árboles, mientras las balas llovían sobre todos y los cañones lanzaban pesadas bolas de hierro hacia los hombres.

Miró al caballo y acarició su cabeza susurrando una disculpa por arrastrarlo a esa situación, no conocía al animal o que hacía, pero podía sentir que estaba asustado. Probablemente moriría si lo llevaba con ella, así que suspiró y desmontó.

—Vete... ¡Vete lejos!

Le dio un golpe en la nalga para ponerlo en marcha en la dirección opuesta a la guerra y el caballo regresó cabalgando hacia el campamento.

Lo vio alejarse en la oscuridad y regresó su vista hacia la guerra.

—Sí estás escuchando, Dios, sí es que realmente existes, por favor...Protégenos esta noche y guíame a través de estos campos para salvar a mi marido y que mi bebé esté bien, es todo lo que te pido, por favor—. Respiró profundo cuando su propio llanto le cortó la respiración y apretó los ojos—. Por favor...No permitas que ninguno de nosotros muera.

Sujeto el rifle en sus manos, no sabiendo si llegaría a necesitarlo y se colgó la bolsa al hombro con sus materiales dentro. No tenía la mejor ropa para una batalla, su vestido terminaba en sus tobillos y la crinolette era amplia y molesta, pero eso nunca había detenido a las mujeres antes y definitivamente no la detendría a ella.

Sería la única mujer en ese campo.

Acomodó el símbolo que Harvie le había regalado tiempo atrás y el cual se sujetaba de su delantal y respiró hondo.

No podía pensar y no podía temer, suprimió todas sus emociones y lanzó a correr colina abajo.

Fue una carrera de algunos minutos hasta que entró en terreno de guerra y vio cosas como no las había visto nunca antes. Los hombres corrían en todas las direcciones, algunos intentando evitar la muerte y otros enfrentándola. Disparaban hacia cualquiera que llevara uniforme enemigo y en otras zonas se congregaban muchos hombres luchando con espadas, cuchillos, lanzas o simplemente disparándose y golpeándose con sus propios puños. Llovía la sangre y el humo cubría el campo del fuego que devoraba todo a su paso. Había unas trincheras donde los soldados se protegían mientras recargaban sus largos fusiles (el proceso de cargara era mucho más largo y tedioso que en el futuro) y unas barricadas hechas con carros, barriles o cualquier otra cosa para disparar a cubierto o proteger a los heridos.

No había una ruta segura ni un rumbo fijo hacia Jonathan, solo correr por el campo esperando encontrarlo y que las balas no la alcanzaran. Cruzó tan rápido como pudo, agachándose un poco como si eso pudiera llegar a protegerla y esquivó cuerpos de soldados o de caballos y algunos objetos caídos en el camino. Los disparos eran ensordecedores, pero no tanto como los gritos.

Se dejó caer de rodilla detrás de una barricada y apoyó una mano sobre el pecho del soldado que sangraba.

—Todo estará bien, soldado, míreme...Todo estará bien, haga presión con esto —. Le entregó unos trapos y los apoyó sobre la herida en lo que buscaba agua dentro de su bolso. Tenía suficiente para atender a unos cincuenta hombres y debía guardar para Jonathan—. ¿Sabe donde se encuentra el General Morgan?

—N...No s-señora...P-pero debe...Debe irse...

Ella no le hizo caso y tomó el hilo y aguja para comenzar a cerrar su herida de forma algo provisoria y detener el sangrado hasta que llegara a manos de Harvie.

—Busque por Harvie cuando vuelva al campamento, él puede salvarlo —. Le abrió un pequeño agujero en las costillas para liberar la presión en su pecho y que pudiera respirar y el hombre lloró del alivió—. Sobrevivirá, soldado.

Se quedó agachada unos segundos y en cuanto vio una oportunidad la tomó y salió al descubierto en la carrera. Esquivó soldados en su camino, apartándolos de un empujón o siendo empujada por ellos y se detuvo bruscamente en el lugar cuando una lanza pasó rozándole tan cerca que tuvo que dejarse ir hacia un lado de rodillas y sintió como la afilada hoja de metal cortaba su brazo en el proceso. No sabía como había echo para esquivar la lanza, por un minuto casi se sintió como si una fuerza invisible hubiera tirado de ella para protegerla, pero no lo pensó dos veces y corrió hacia un lugar seguro. 

Sujetó la herida en su brazo y miró la sangre en su mano.

Dolía y le ardía, pero no era nada letal o que fuera a matarla.

Respiró hondo y apoyó una mano en la tierra para ponerse de pie.

—¡Jonathan! —gritó con todas sus fuerzas, aunque no esperaba que él la escuchara por sobre el caos de la guerra.

Continuó corriendo por el campo, apareciendo inadvertida entre el denso humo para salvar la vida de un soldado que lloraba en silencio y se preparaba para despedirse. Lo hizo varias veces y las balas la envolvieron, pero como si un manto la protegiera, ninguna la alcanzó con éxito. Su rostro estaba lleno de tierra y cenizas por todo el humo que la rodeaba, se le había soltado el cabello de tanto correr y ahora este volaba suelto por el viento y estaba manchada en sangre, pero seguía avanzando sin descanso.

—¿Ha visto al General Morgan?

El hombre apretó la herida en su pierna y señaló hacia una trinchera a la distancia.

—En esa direcc...dirección...

Le agradeció, terminó de anudarle un trapo en la pierna para que no se desangrara y le dejó haciendo presión en la herida en lo que venían los soldados para llevarlo al campamento.

Se quedó con la espalda pegada a la barricada y respiró hondo con su corazón yendo demasiado rápido. Nunca antes había presenciado algo como eso y el caos no se comparaba con lo que había visto en los últimos tres años, entendía en carne propia el miedo que enfrentaban esos hombres cada día y que se veían obligados a suprimir para seguir con vida. Era una sensación compleja de describir, como si perdieran su humanidad para matar y así no ser matados y perdieran sus emociones para poder salir ante fuego abierto sin acobardarse ante la latente posibilidad de que el enemigo los alcanzara y la vida se les fuera de las manos.

Acarició su vientre y lloró en silencio, estaban bien, su bebé estaba bien. Jonathan estaba bien. Tal vez no debía morir después de todo, tal vez...¿Qué debía hacer? Joder, estaba tan convencida de que su destino era morir, pero no podía hacerlo mientras tuviera a su bebé en su interior, no quería perderlo. 

Respiró hondo y miró fijo hacia la distancia cubierta en humo.

Se puso lentamente de pie acomodando el rifle en su hombro y lanzó a correr.

Su llegada era como una gloria para los hombres que morían y después de largos minutos de correr por el campo muchos hombres comenzaron a notarla. La única mujer presente salvando cuantas vidas fueran posibles sin mirar los uniformes; confederados o de la unión, ella los salvaba a todos y la veían llegar y lloraban de alivió, pues el ángel de la batalla los había encontrado.

—¡Jonathan! ¡¡Jonathan!!

Por un segundo, creyó haberlo soñado por culpa de la sangre que perdía, pero cuando volvió a escuchar la voz entre las explosiones, Jonathan se enderezó en la tierra y asomó su cabeza sin pensarlo.

Vio a Olivia en medio del campo, corriendo entre explosiones y disparos, con su cuerpo un poco encorvado para intentar protegerse y el rifle agitándose en su hombro.

Se apretó la herida en su vientre y resbaló en la tierra cuando intentó salir de la trinchera.

—¡General!

—Mantengan posición soldado —ordenó y consiguió ponerse de pie—. Pase lo que pase, mantengan la posición hasta recibir nuevas órdenes.

Agarró su fusil en el camino fuera de la trinchera y corrió hacia ella con la poca fuerza que le quedaba, con una mano sujetando la herida en su vientre y la otra agitándose en el aire para indicarle que se tirara al suelo.

—¡Al suelo, Olivia! ¡Al suelo!

Ella le obedeció y se agachó en el suelo con cuidado, pero no fue suficiente y el hombre se acomodó sobre ella y sus manos se cerraron en su cuello.

Jonathan maldijo y comenzó a correr más rápido, intentando recargar su fusil en el camino. Era imposible hacerlo si no se quedaba quieto y no iba a perder tiempo. Lanzó el arma al suelo y corrió más rápido olvidándose por completo de su dolor o la sangre que perdía.

Se lanzó sobre el hombre, consiguiendo que soltara a Olivia y ambos rodaron por el suelo hasta caer distanciados.

Olivia tosió, con lágrimas en los ojos y apretó su vientre para asegurarse de que no la había lastimado. Giró en el suelo y miró hacia Jonathan, para verlo entre la penumbra y el humo, como se arrastraba lentamente en la tierra para ponerse de pie y se enfrentaba al hombre confederado que la había atacado.

—¡Nos volvemos a ver, amigo! 

Continue Reading

You'll Also Like

24K 1K 89
-"Perdón por no aprender como amarte"-🕷☁️🕰 -"Aveces extraño escuchar Soda Stereo con ella"- 🪐🌙 🕷 Julian Alvarez y Luna San...
383K 13.3K 40
Summer tiene 17 años y estudia en la preparatoria de New York, ella vive con su tía pero tendrá que mudarse con su hermanastro y sus amigos. -Ella no...
170K 28K 109
Título en español: La amada emperatriz del tirano. Título original: 暴君的宠后[重生] Título corto: TBE Autor: 绣生, Xiu Sheng. Capítulos: 135 + 3 extras. Esta...
27.4K 2.2K 55
Ni los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....