Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

18 de abril 1861.
Propiedad de Jonathan, Minnesota.

Ya eran las once de la noche y Olivia estaba aterrada leyendo el periódico y descubriendo que la guerra había comenzado. El doce de abril el sur había atacado Fort Sumpter y todo había seguido el curso ya marcado, no sabía dónde mirar, si la página en sus manos o a Jonathan y suplicarle que no se marchara.

—Están llamando hombres, nena.

—¡No a ti! —chilló, temblando como una maniática—. No debes ir tu...No puedes ir tú.

Él le sujetó el rostro y acarició su mejilla, peinando su cabello (que en esos momentos traía suelto) y acarició su espalda baja con otra mano.

—Sabíamos que este día llegaría, cariño —. Ella apretó los ojos y continuó negando en sus brazos—. Volveré, Olivia...te juro que volveré por ti.

—Por favor, no vayas.

—Estarás a salvo aquí con Chester y las mujeres, cuidarás de los niños y verás que el tiempo pasara volando —. Quiso golpearlo por decir todas esas cosas y lloró más fuerte en su pecho—. Por favor, no llores, nena...me destrozas.

—¡Tú me destrozas a mí! ¿Por qué debes ir? ¿Por qué tú?

—Le prometí a Moore que iría, debo hacerlo. Todo un grupo de soldados depende de mí como su teniente general.

Quería que encontraran a otro hombre para tomar el lugar de Jonathan, pero sabía que no podía ser así de fácil. Elegir un teniente general era un asunto de honor y normalmente elegían a hombres con experiencia militar o que eran cercanos a la nación. Jonathan era cercano a la nación como conocido de Lincoln y Moore.

Se limpió las lágrimas y puso distancia entre sus cuerpos.

—¿Puedes pensarlo una noche, por favor?

Asintió, solo para tranquilizarla y le dio un beso antes de dejarla marchar hacia la casa. Él fue por el campo, que se encontraba alumbrado por lámparas de alcohol en zonas específicas y se sentó junto al fuego con los hombres. Todos planeaban ir a la guerra en su momento, algunos irían con este primer llamado y otros esperarían al segundo, pero, aunque fueran a ir, estaban aterrados.

Ninguno había vivido una guerra antes y no imaginaban que fuera similar a lo que llevaban viendo todas sus vidas. A pesar de ser criminales, en una guerra se perdían las leyes y el honor, muchos hombres hacían locuras con tal de mantenerse con vida y las desgracias abundaban cada día.

Después de estar en silencio junto al fuego por media hora y decir alguna que otra palabra para intentar levantar el ánimo, se fueron todos en direcciones opuestas. Algunos recogieron las herramientas del huerto para guardarlas en el granero hasta la mañana siguiente, otros acomodaron las carpas para dormir y los demás montaron guardia.

Uncey se paseaba de un lado para otro cerca de Jonathan, en lo que este se acomodaba una carpa para dormir afuera esa noche, mientras Chester siguiera usando su cama. Jonathan se paró a su lado para ajustar las cuerdas de la carpa y cuando Uncey fue a llamar su nombre para hacerle alguna broma, la mitad de su rostro explotó y el rostro de Jonathan se salpicó en su sangre.

Le costó un segundo reaccionar y parpadear al sentir toda su piel humedecida y ver el cuerpo de Uncey caer al suelo con un efecto retardado. Cuando miró a su alrededor, no supo cómo, todo se había tornado en caos.

Los disparos resonaron entre los bosques de forma ensordecedora y crusaron el campo alcanzando a unos pocos y destrozando todo lo demás. Cuando Jonathan pudo reaccionar su primer impulso fue comenzar a correr hacia la casa y olvidarse de todos los demás.

Vio a Adrian de pie en el medio del campo, aterrado a juzgar por su mirada y temió no llegar a tiempo para su rescate, pero respiró aliviado cuando Lisie pasó corriendo junto al niño y se lo llevó de arrastro hacia la casa. Eli cruzó el campo corriendo de la mano de Lucy y ambos se agacharon detrás de un tronco en lo que la mujer cargaba el rifle y comenzaba a disparar hacia el bosque.

Jian estaba petrificada viendo el cuerpo desangrándose de la joven Ava Banner y de repente, chilló cuando algo la golpeó bruscamente desde la espalda y cayó al suelo con un cuerpo sobre ella. Derby se usaba a sí mismo como un escudo para protegerla de los disparos y al mismo tiempo disparaba con su revolver.

Olivia asomó al porche desorientada por todos los disparos resonando y vio el mundo moviéndose en cámara lenta. Jonathan corría en su dirección gritando algo que no era capaz de escuchar por sobre los disparos, tenía el rostro cubierto de sangre y las balas llovían a su alrededor de forma peligrosa. Le aterró pensar en que lo alcanzaran. Recorrió el campo con su mirada, algo impactada e incapaz de reaccionar, respirando de forma agitada y notó a los hombres uniformados que emergían del bosque con sus rifles y caballos y a las mujeres que caían sin vida intentando pelear por sus vidas.

Lisie pasó junto a ella e intentó arrastrarla hacia la casa para ponerla a salvo junto con Adrian, pero ella no se movió. Sus ojos se habían enfocado en dos de los niños que yacían muertos en el suelo; Lamonte y Elissa, el primero hijo de Terrell y la segunda hija de Ryley, quien también caía gravemente herido junto al cuerpo de su hija y se arrastraba llorando y desangrandose para poder abrazarla.

Jonathan disparó contra los policías que entraban en su propiedad masacrando a su familia y continuó corriendo hacia la casa, maldiciendo todo en esos momentos.

Los disparos retumbaron, los cuerpos cayeron y muchos gritos llegaron por todos lados junto con las carpas comenzando a arder cuando una bala atravesaba las lámparas de alcohol y estas estallaban sobre la tela.

El sheriff Manson y sus hombres comenzaron a atrapar a todos los que podían, arrastraron a Derby y a Darion, encadenándolos a pesar de sus resistencias y Jonathan mató a varios en su carrera para intentar que soltaran a sus amigos.

Y los dispararon resonaron por lo que se sintió una eternidad y de repente todo se volvió silencioso en la mente de Olivia. Se zafó bruscamente del agarre de Lisie y bajó los escalones desorientada, sintiéndose nauseabunda y débil.

—No... —susurró y comenzó a caminar rápido y luego a correr—. ¡Agáchate! ¡Agáchate, mi amor!

Jonathan comenzó a correr más rápido cuando vio que Olivia se lanzaba a los peligros del campo y al seguir la dirección en la que ella corría con su mirada, descubrió que Luke estaba de pie en medio del campo, cubierto con la sangre de Sophie Sylvia y en estado de shock. Su corazón se encogió como el de Olivia y en su vida corrió tan rápido para intentar alcanzarlo.

Ella llegó al niño y se dejó ir de rodillas para intentar tirarlo al suelo, pero antes de lograrlo, algo empujó a Luke contra su pecho y se le fue en sus brazos ahogando un jadeo.

Lo miró, respirando agitadamente, desorientada y su grito desgarró el viento y detuvo todos los disparos. Era el grito de una madre destrozada y todos lo conocían. Los hombres de Manson se detuvieron en medio de la batalla y la miraron aferrar al niño en sus brazos y volver a gritar con lágrimas nublándole la vista y su garganta destrozándose en el proceso.

Jonathan se congeló en el medio de la carrera y parpadeó con su vista nublada por las lágrimas y el corazón haciendo ruido en sus oídos. Susurró su nombre, pero supo que ella no lo escuchó.

Olivia sujetó a Luke en sus brazos comenzando a llorar más fuerte y apretó la herida en su pecho, manchándose en toda su sangre. Lo abrazó, viendo como su cabeza colgaba sin fuerza y su mano caía hacia el lado cuando intentaba que la sujetara y se ocultó en su cuello, meciéndose de adelante hacia atrás sin querer aceptarlo.

Jonathan quiso llegar a ella, pero sus pies se resbalaron en la tierra cuando dos hombres lo sujetaron y cayó de rodilla, llamándola a gritos y rugiendo furioso para que lo soltaran.

La vio llorar con Luke en sus brazos entre las llamas y los cuerpos y volver a gritar destrozada y su corazón se rompió con ella y con la imagen ante sus ojos.

Lo lanzaron dentro de un carro y le cerraron la reja en las narices antes de que pudiera escaparse para ir a acompañarla. Volvió a gritar su nombre mientras se alejaba de la granja en llamas y golpeó la reja con su puño, comenzando a llorar contra el metal.

Se llevaron a un numeroso grupo de hombres en un carro, encadenados y con un destino fijo; la horca y en el proceso, dejaron el hogar de Olivia destrozado. 

Eso sucedió el dieciocho de abril casi llegada la media noche y cuando el sol asomó, el diecinueve, con un día brillante y caluroso, muy opuesto a como todos se sentía en el campamento, Olivia seguía sentada en el césped con el cuerpo de Luke en sus brazos, lágrimas secas en sus mejillas y la mirada perdida mientras tarareaba una de las canciones que a Luke solían gustarles para dormir.

Le temblaba la voz y el cuerpo y no podía soltarlo.

Miró hacia las carpas carbonizadas con sus ojos rojos e hinchado por tanto llorar y continuó meciéndose con Luke en sus brazos. Estaba pálido y frío, sus labios de un color morado y su pecho ya no se movía hacia horas. Había sido una muerte rápida, pero dolorosa para ella.

Lisie intentó acercarse a ella y apartarlo, pero le gritó no muy consciente de sí misma y se aferró a Luke con más fuerza, cantando la misma canción una y otra vez mientras lloraba.

Chester había intentado ayudar, pero lo habían encontrado desmayado a los pies de las escaleras cuando se había caído mientras bajaba apresurado, por lo tanto, las mujeres se habían reunido para subirlo a la cama y habían dejado a los niños en el salón para que no vieran el campo de cuerpos que el sheriff había dejado atrás.

Todas tuvieron que armarse ahora que no había más hombres para protegerlas y temían que el sheriff volviera. Cargaron los cuerpos hasta alinearlos cerca del granero y pasaron el día cavando varios pozos para poder enterrarlos. Cada tanto miraban hacia Olivia y alguna lloraba por ella.

—No ha dejado al niño en todo el día.

—Déjala llorar a su pequeño —dijo Susan mirando en la misma dirección con Lucy y Jian—. Perder un hijo es el dolor más grande que una madre puede experimentar...Déjala llorar.

La noche llegó y Jian colocó una manta sobre el cuerpo de Olivia y se sentó a su lado, tomando su mano manchada con la sangre seca de Luke y lloró con ella en silencio.

—Debemos enterrarlo, mamá.

Olivia negó, volviendo a llorar en silencio y no respondió.

Jian tampoco volvió a insistir y permaneció a su lado el resto de la noche, rodeadas por la niebla y el frío y las mujeres que cada tanto asomaban para asegurarse que estuvieran bien o les traían más mantas para calentarlas.

El martes por la mañana, Olivia se sobresaltó cuando sintió que una mano se apoyaba en su hombro y al mirar, reconoció a Shanice cuando se arrodilló a su lado. A ella también le había arrebatado un hijo y lloraba como ella.

—Debe dejarlo ir, señora...Debe dejarlo descansar —. Volvió a llorar y suplicar cuando Shanice tomó el cuerpo de Luke de sus brazos, pero no se resistió—. Deje que la ayudemos a limpiarse.

Se mareó cuando entre Lisie y Susan consiguieron ponerla de pie y muy débilmente dio unos pasos hacia la casa y entró en el baño para que le quitaran su vestido ensangrentado. No comía en dos días y se sentía vulnerable y débil, mareada y adolorida. Su espalda y vientre dolían y su corazón estaba en pedazo.

No se movió mientras la limpiaban y apenas parpadeó.

Estaba en un estado de transe y en su cabeza revivía lo sucedido una y otra vez. La conmoción era tal que ni siquiera había reparado en el arresto de Jonathan, él se pudría en una celda en Spring Grove, pero ella aun no reaccionaba.

Cuando la llevaron a la cama, Chester ya había limpiado todo para que ella se acostara y permanecía de pie, apoyándose en un palo para no perder el equilibrio y con un vendaje en la cabeza, donde se había golpeado al caer.

—Mis niños...

—Shh, ellos están bien, Liv —aseguró Lisie y la cubrió con las mantas—. Debes descansar...Todo estará bien.

Se quedó mirando la pared, completamente inmóvil y sola en la habitación y por un momento pensó que todo había sido un sueño y no era real. Se negaba a aceptar que fuera real. Su niño seguía jugando afuera y cuando conseguía dormir un rato y despertaba bruscamente, despertaba pensando que lo encontraría, pero volvía a llorar cuando al mirar por la ventana, veía las carpas carbonizadas y la sangre que había quedado en el césped.

¿Qué había hecho mal? Se preguntó a sí mismo y miró el techo con su respiración agitada. Estaba desorientada, repitiendo lo sucedido en su cabeza sin poder evitarlo, para intentar entender que había sucedido y porque no había hecho nada para evitarlo.

El miércoles en la madrugada consiguió dormir unas horas hasta despertar con lágrimas en los ojos y completamente sola en la cama. El tiempo parecía consumirse especialmente rápido cada día, pero en su alma se sentía eterno. Se sentó con dolor de cabeza y miró su entorno intentando entender dónde estaba y que había sucedido.

Se arrastró hacia el borde de la cama y acarició la almohada de Jonathan.

Sollozó y la abrazó, respirando profundo su aroma en la tela. Probablemente lo colgarían y quedaría sola, pensó...Otra muerte que enfrentar y la cual no creía ser capaz de soportar.

Salió de la cama y por primera vez desde que había llegado a ese siglo, se vistió completamente de negro. Desde sus medias y zapatos, hasta el vestido y su sombrero. Ni una sola pieza de color en su cuerpo, ningún pendiente o collar, tampoco usó maquillaje.

Limpió sus lágrimas y respiró profundo mientras tendía la cama.

Estaba mareada y débil por no haber comido en algunos días, pero su mente se había enfocado en Jonathan. Era todo lo que tenía en esos momentos para mantenerse fuerte.

Se quedó sentada en la cama, mirando la pared e intentando idear un plan para salvar a Jonathan. Pero su mente estaba aturdida y sumida en un eco. Lloraba de tanto en tanto cuando pensaba en Luke e hiperventilaba al pensar en Jonathan y su destino.

Abram Manson había matado a su hijo y sin más se había ido arrestando a su marido. ¿Por qué? Se preguntaba, ella nunca le había hecho nada, había pasado meses salvando vidas en Washington, preocupándose por la gente, intentando detener la guerra y así el Universo le pagaba...

Pensó en la guerra y limpió sus lágrimas, dirigiendo la vista hacia su escritorio, donde tenía unas hojas y el tintero. Tenía una última esperanza para conseguir sacar a Jonathan del apuro en el que estaba y como Lisie le había dicho días atrás; Los hombres hacen lo que deben hacer y no piensan demasiado en las consecuencias, pero para eso estamos nosotras. Para advertirles y luego limpiar todo el caos que dejan...Y ella debía limpiar el caos de Jonathan.

Se sentó frente al escritorio y comenzó a escribir una carta con su mejor letra para enviársela a Abraham Lincoln, lloró varias veces mientras escribía y luego tomó otra hoja y escribió la misma carta para el coronel Moore e hizo dos copias idénticas, aunque no tan prolijas.

Metió las dos primeras en unos sobres sellados y con el destino y las otras las dobló y se las guardó en la chaqueta de su vestido. Limpió sus lágrimas y su nariz por milésima vez y después de colocarse sus guantes negros y el sombrero, abandonó la habitación.

La casa estaba silenciosa con la muerte viviendo entre ellos, pasó junto al salón al recorrer el pasillo y se detuvo momentáneamente en la puerta al ver un cuerpo sobre el sofá, ocultó debajo de la manta. Sabía que era su hijo y se negaba a acercarse y verlo.

Entró en la cocina y todas las mujeres y Chester, se giraron para verla.

—Olivia, ven a comer algo.

—No tengo hambre, señora Finn —rechazó y fue tan seria en el proceso, que Susan decidió no insistir—. Lisie, ¿puedo habar un momento contigo?

Su amiga asintió y la siguió hacia el frente de la casa.

—Iré a buscar a Jonathan y sacarlo de la prisión, pero necesito que hagas algo por mí.

—Haré lo que sea, dime.

Le entregó las dos cartas que tenían sobre y una la cual no, cuando ella las agarró sujetó sus manos.

—Es importante que hagas exactamente lo que te digo.

Lisie asintió, la escuchó y luego ambas partieron.

Olivia llegó a Spring Grove hora más tarde y empujó la puerta de la estación de policía, casi tirando a Abram Manson de su banco al asustarlo. Jonathan se pegó a la reja de su celda al verla y de haber podido, habría metido su cabeza entre los barrotes, susurró su nombre e intentó estirar una mano en su dirección, pero estaban en lados opuestos de la habitación.

—Señora Mo...

—No me hable —interrumpió y cerró la puerta a sus espaldas, pasando llave—. No tiene derecho alguno a hablarme.

Manson se acomodó en la silla sin decir otra palabra y Olivia se acercó al escritorio y tomó asiento frente a él. Verlo la enfermaba y le daba esas fuertes ganas de tirarse sobre él y estrangularlo.

—He venido a llevarme a mi marido y sus amigos a casa...

—Me temo que eso no se va a poder, señora Morgan.

—¿Sonó como una pregunta? Porque me temo que entonces me he expresado mal. No saldré de este lugar sin ellos.

—Su marido es un criminal y será enviado a morir en la horca junto con sus amigos.

—¿Y usted con ellos ¿verdad? Usted no es muy diferente de mi marido —. Metió la mano en su abrigo y sacó las dos hojas dobladas que había escrito esa mañana—. ¿Cuál creer que será la opinión de Abraham Lincoln y David Moore cuando les informe de sus acciones? Soy buen amiga de ambos hombres y sé saldrán en mi defensa luego de escuchar que ha matado a mi hijo, por no olvidar que ambos son cercanos a Jonathan y, por lo tanto, defenderán su honor y libertad.

Le entregó las hojas y Abram las agarró bruscamente de la mesa y comenzó a leerla. El horror creciendo en su rostro con cada línea que leía.

—Tengo una amiga en estos momentos esperando en el correo y si no me reúno con ella en la siguiente hora enviará ambas cartas al instante. Incluso he pagado un poco de dinero extra para poder asegurarme de que llegaran lo más rápido posible —. Apoyó el codo en el brazo de la silla y alzó los hombros—. ¿Supongo que podrían estar condenándolo por el homicidio de un niño en ¿qué? ¿Tres días? Y por supuesto todo el país se enterará y su nombre será difamado y despreciado por el resto de la historia...

Se estiró sobre la mesa, viendo el odio y temor en los ojos de Abram y retiró las cartas de su mano.

—O puede liberar a mi esposo y a sus amigos y dejarnos volver a casa para enterrar a nuestro hijo. El cual usted mató —. Se puso de pie y apoyó ambas manos en la mesa para inclinarse hacia él—. Y no se crea por un segundo que no lo quiero muerto, le abriría el pecho y lo vería desangrarse mientras me baño en su sangre, señor Manson y disfrutaría cada maldito minuto, así que piense bien su decisión porque podría ser la última que tomará en esta vida.

Abram tragó saliva y acomodó su corbata antes de hacer un gesto hacia uno de sus oficiales para que abriera la celda de los hombres.

Jonathan esperaba poder abrazarla y besarla, pedirle perdón y consolarla, pero cuando salió de la celda descubrió que ella ya estaba abandonando el edificio sin esperarlo.

La siguió y descubrió que había traído los caballos de todos, como si hubiera estado segura de que el resultado sería el que tenían enfrente.

Los hombres montaron sin decir una palabra y la miraron a la espera, cuando ella avanzó, cabalgaron detrás de ella.

Se escuchaban todas las patas de los caballos golpeando la tierra y levantando una nube de polvo detrás de ellos. Avanzaron en tres filas detrás de Olivia y cuando ella comenzó a reducir la marcha, en un punto medio entre el pueblo y la casa, todos se detuvieron con ella.

—Continúen adelante, por favor, quiero un momento a solas con Jonathan.

Se quedó en el caballo, viendo como uno a uno todos pasaban por sus lados para seguir el camino y Derby miró sobre su hombro y en cierta forma temió que aquello destrozara la relación que tenían. No sabía que diría Olivia a su amigo, pero esperaba siguieran juntos al volver.

Olivia bajó del caballo y Jonathan la imitó, en absoluto silencio y petrificado, sin saber que esperaba.

Se enfrentaron con tan solo unos pasos de distancia y entonces ella rompió en llanto y lo golpeó en el rostro. Le ardió la mejilla, pero no se movió y recibió otro golpe en el pecho y en el estómago, algunos manotazos aquí y allá, que lo hicieron comenzar a retroceder lentamente, mientras ella desquitaba toda su furia, gritándole de ira absoluta y golpeándolo cada vez con más fuerza.

No la detuvo en ningún momento y recibió cada golpeó con los labios apretados y los ojos cerrados. Cientos de lágrimas ocultas detrás de estos.

Cuando ella dejó de golpearlo y apoyó su frente contra su pecho, la rodeó en sus brazos temiendo su rechazo y acarició su espalda.

—N-no me culpes, por favor —le pidió y ella sollozó más fuerte y se fue de rodillas arrastrándolo también—. No lo soportaré si me culpas, Olivia.

—No te culpo... —susurró y se acurrucó contra él—. Te responsabilizo.

Aquello le destrozó por dentro.

—Prometiste que te harías cargo y que traer a tus amigos a la casa no nos daría problemas. Dijiste que lo arreglarías y fallaste. ¡Yo falle!

Ella intentó empujarlo lejos, pero no se lo permitió y la abrazó más fuerte.

Peinó su cabello que seguía suelto dado que ella no había tenido fuerzas para peinarse esa mañana ni el día anterior y besó su cabeza, meciéndola en sus brazos.

—Le prometí que lo cuidaría y ahora está muerto, ni siquiera pude decirle que lo amo. Jamás pude decirle... ¡Oh, Dios! ¡¿Por qué?! —. Volvió a intentar empujarlo lejos, pero no la soltó—. Era mi bebé... ¡Mi niño! E...Era un niño...Y tu conseguiste que lo mataran.

Ella escupió aquellas palabras con odió y se apartó de él con éxito, abandonándolo allí, en el suelo del camino.

—¡Tú lo hiciste!

Jonathan no se movió ni parpadeó cuando ella lo señaló con el dedo de pie frente a él y continuó llorando y gritándole.

La vio abrazarse a sí misma y temblar.

—Yo...yo lo hice...Es mi culpa —. Negó a aquellas palabras y se puso de pie para volver a ella—. Es mi culpa, Jona...Es mi culpa, le fallé, le...

—Cúlpame a mí, Olivia, culpa a todo el grupo si te hace sentir mejor, pero no te destruyas a ti misma culpándote —. Sujetó su rostro y le limpió las lágrimas—. Es mi culpa...

Ella negó y acarició su pecho, llorando y mirando la remera que él tenía puesta.

—No, Jona...Es mi culpa, me congelé y simplemente lo vi morir...No hice nada para correr a él más rápido y salvarlo...

—Hiciste todo lo que podías hacer —. Unió sus frentes y ella apretó los ojos—. Luke sabía que lo amabas, Olivia, él siempre lo supo...

—No pude de...decírselo...No pude...Y ahora ya no está...

La apretó contra su cuerpo y ella se aferró a él con todas sus fuerzas y lloró en sus brazos. Ya no volvió a golpearlo o culparlo de lo sucedido, tan solo se abrazó a él y lloró. Había necesitado su consuelo desde el momento que Luke había muerto y se había encontrado sola en aquel escenario.

—Debemos enterrarlo —decidió finalmente y se limpió todas las lágrimas—. Y no puedo hacerlo sola.

—Yo estoy aquí, no estarás sola.

Ella asintió y antes de regresarse a su caballo, se volvió a él y lo abrazó y unió sus labios. Eso era lo que Jonathan tanto había necesitado y se rompió por completo cuando ella lo aferró con tanta necesidad y reclamó su boca. Por un momento había temido que ella ya no lo besara y aquello le desesperaba. A él también le dolía la muerte de Luke, pensaba en los tres años que había pasado con el niño y el día en el que lo había conocido, recordaba todos los momentos que habían compartido y le dolía en cada poro de su cuerpo.

—Perdón —susurró ella y le limpió las lágrimas, pegando sus frentes—. No eres culpable, Jona...Sé que no...

—Thomas fue el que le dio a Abram la información y todo porque yo lo dejé irse y no lo maté.

—No es tu culpa —repitió y le dio un pequeño beso—. Te vi correr y sé que lo intentaste...Lo sé.

Esas palabras le regresaron el calor al pecho, pero no fueron suficientes para ahuyentar su angustia.

—Déjame llevarte a casa.

Olivia montó en el caballo frente a él y llevaron a su Tennessee de las riendas. De esa forma no se sentía tan fría y sola, porque tenía los brazos de Jonathan rodeándola y sus labios, cada tanto, acariciando su mejilla.

Cuando llegó a la casa, Lisie ya se encontraba reunida con todos los hombres y al menos un momento de tranquilidad se había instalado cuando pudieron compartir un abrazo todos juntos. Los hombres se quitaron los sombreros al acercarse a las tumbas de todos los que habían muerto, muchas más mujeres que hombre y eso para ellos no se sentía justo.

—Tendríamos que haber sido nosotros —susurró Darion—. No ellas.

—La dulce Sophie —recordó Derby con una sonrisa—. Era una muchacha muy inteligente.

—Y Ava...—agregó Kyle—. Ella quería ser escritora.

—Oh, sí. Recuerdo el cuento que escribió —. Todos se rieron—. Era un buen cuento.

—Lo era.

Lisie se acercó a Olivia y la abrazó cuando llegó con Jonathan.

—¿Enviaste las cartas? —. Lisie asintió—. ¿Y una copia al periódico?

—Lo publicarán temprano en la mañana.

—Bien, quiero ver al bastardo retorcerse por lo que ha hecho.

Lisie le limpió las lágrimas y volvió a abrazarla.

—Hemos preparado a Luke para ti...

Olivia no entendió aquello que decía y cuando quiso comenzar a caminar hacia la casa, la mano de Jonathan la detuvo y lo vio negar.

—No vayas.

—¿Por qué? ¿Qué hicieron?

Jonathan le señaló a Lisie el camino para que se alejara y una vez quedaron solos, la atrajo hacia sus brazos y acarició su espalda.

—Hay una tradición de hacer una fotografía con los muertos, si entras al salón, dudo que puedas borrar de tu memoria la imagen que verás —. Él le acomodó el abrió y limpió sus lágrimas—. Yo iré y acomodaré a Luke para enterrarlo, no hace falta que sufras más.

—¿Me dices que han...han aprontado a Luke para una foto?

Jonathan asintió y aquello le provocó nauseas.

—¿Por qué me harían algo así?

—No es contra ti. Es un ritual y la forma como lidiamos con el duelo aquí —. Besó su mano y suspiró—. Perdón.

Él se alejó hacia la casa y ella se sentó en el escalón del porche y esperó, realmente no quería ver aquello pues con su imaginación ya era suficiente y le perturbaba.

Jonathan se quitó el sombrero al entrar en el salón y congeló su cuerpo en la puerta cuando vio a Luke sentado en una silla. Su cabeza caía un poco hacia un costado y sus ojos estaban abiertos, casi como si estuviera con vida. Le habían cambiado su ropa ensangrentada por un traje con corbata y habían maquillado un poco su piel para disimular la lenta descomposición de los días.

Se limpió la nariz con el dorso de su mano y dejó el sombrero en la mesa de té antes de acercarse a él.

Lo sujetó y sintió lo frío que estaba y como no se movía y aquello terminó de destrozarlo. Cargó a Luke en su falda y se sentó en el sofá con él en brazo, para llorar largo y tendido por un rato.

—Lo siento... —le susurró deseando que pudiera escucharlo—. Lo siento tanto.

Olivia esperó sentada en el frente de la casa hasta que escuchó pasos a su espalda y al girarse, vio a Jonathan salir con el cuerpo de Luke envuelto en una manta en sus brazos.

Se cubrió el rostro con lágrimas en los ojos y sollozó al verse obligada a seguirlo hacia la tumba que esperaba por el en el campo.

Lo acostaron con mucho cuidado y el grupo se reunió en un círculo y lloraron o contuvieron sus lágrimas, mientras Derby y Darion comenzaban a cubrirlo con la tierra.

Jonathan regresó a Olivia y la abrazó, ocultando aquella imagen de sus ojos.

—Era un niño tan brillante —sollozó Susan y se abrazó a Terrell sin poder evitarlo—. Alegraba a todo el grupo en los peores momentos.

—Y tenía la sonrisa más bella del mundo.

—Y las mejores bromas —. Todos se rieron recordando aquello que Kyle mencionaba y Olivia lloró en silencio contra el pecho de Jonathan—. Nunca se quejaba por nada...Aceptaba lo que tenía y no pedía más.

—Incluso en las navidades cuando no podíamos regalarle mucho más que una banana y una pelota agujereada él se emocionaba.

—Era un ángel...y ahora e-está con los ángeles —. Susan terminó de desmoronarse con aquello y se disculpó con el grupo al marcharse para estar sola.

Olivia se apartó de Jonathan y fue detrás de ella para que ambas pudieran apoyarse en su duelo.

—Debemos matarlo, Jona —determinó Darion deteniéndose a su lado—. Debemos verlo sufrir.

Comenzó a asentir con sus mejillas húmedas y exhaló, ahuyentando toda la angustia para ponerse firme.

—Lo haremos... —. Se giró hacia sus amigos y volvió a ponerse su sombrero—. Lo encontraremos en el campo de batalla y volaremos su cabeza.

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