Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

19 de marzo 1861.
Propiedad de Jonathan, Minnesota.

En la madrugada del día siguiente, Olivia estaba acostada en la cama con Jonathan a su lado, sumidos en la oscuridad y el silencio, con su firme mano acariciando su vientre por sobre el camisón.

Él se sujetó en un codo y levantó su camisa para dejar su piernas y vientre desnudo y Olivia lo miró en la penumbra, su rostro alumbrado por la luz de la luna que se filtraba por la ventana. No había dicho nada durante el resto del día y dado los problemas y el estrés, había tenido que posponer la fiesta de Adrian hasta que las cosas se aclararan.

Jonathan acarició alrededor de su ombligo y descendió con la yema de sus dedos por su vientre bajo. El embarazo no se notaba todavía, solo un poco más hinchado su vientre. Extendió su mano sobre todo su vientre y lo acarició, ascendiendo hacia sus costillas y volviendo a descender por sobre su ombligo.

Olivia contuvo sus lágrimas cuando él apretó sus labios contra su vientre y lo sintió llorar contra su piel, dejando un rastro húmedo en su cintura.

—Perdóname —susurró sobre la panza y continuó acariciándola—. Perdóname por querer hacerte daño, hijo mío...Y perdóname tu también, por favor.

Olivia sonrió con las lágrimas descendiendo por sus mejillas y asintió.

Le acarició el rostro y lo recibió en sus labios cuando él se acercó. Él respiró profundo mientras la besaba y ella sollozó y se pegó a su cuerpo, cambiando lugares para acostarse sobre él y que Jonathan acariciara sus piernas.

Le peinó su largo cabello que caía sobre ellos y respiró profundo, sin separarse de sus labios y sin dejar de tocarla y abrazarla.

—Soy un bruto, te lastime esta tarde.

—No lo hiciste, Jona. Eres maravilloso, atento y yo detesto ser tan impulsiva y tener mi horrible carácter...

—Amo tu carácter —interrumpió. 

—Pero te hago daño, amor, cuando todo lo que intento es protegernos a todos...Protegerte. Tu siempre cuidas de mi, de los niños, has hecho tanto por nosotros y yo... —. Las lágrimas la hicieron trancarse—. Mereces más, Jonathan, a alguien mejor...

—Nena, no, jamás digas eso ¿de acuerdo? Te amo, amo tu carácter y yo también tengo un temperamento de mierda, pero logramos resolver las cosas y eso es lo que importa. 

La besó y Olivia se abrazó a él y lo apretó con fuerza. 

—Te amo, Jonathan, jamás lo dudes ¿sí? Jamás dudes del buen hombre que eres y de lo mucho que agradezco tenerte en mi vida. 

Él sonrió y unió sus frentes, tomó su mano y miró su muñeca donde no le había quedado marca, pero sabía que la había apretado muy fuerte.

—Estoy bien —le aseguró, al verlo.

Él negó y le limpió las lágrimas, sentándose con ella sobre su cadera y sus labios otra vez sellados entre sí.

—No quiero perderte...

—Shh, no pienses en eso.

—No puedo no pensar en eso, me persigue a cada minuto —. Le acarició la cintura y su mano volvió a su vientre—. No puedo perderlos.

Olivia sintió un calor en su pecho cuando comprendió que Jonathan se refería al bebé en su interior y no solo a ella. Respiró profundo para no volver a llorar y acarició su rostro, consolándolo con sus mimos y volviendo a besarlo.

—Disfrutemos del tiempo en nuestras manos.

—Olivia, por favor...

—Jonathan, disfrutemos del tiempo que tenemos ¿sí? Piensa que, si nuestras vidas fueran normales, tu jamás me habría conocido —. Él jadeó solo con imaginarlo, sería horrible si no la conocía—. Hemos sido afortunados ¿no crees? Nos encontramos a través del tiempo, estamos juntos y depende de nosotros hacer que este tiempo valga la pena.

Asintió y ella volvió a besarlo y él no se resistió. Jamás podría resistirse a sus besos. Le quitó la camisa, dejando su cuerpo desnudo e invirtió lugares, para acostarla en la cama y poder comenzar a repartir besos por su cuerpo. Besó su cuello y sus senos, lamió sus pezones y volvió a su boca para ahogar en sus labios el gemido que ella dejó escapar. Bajó por su vientre, cubriéndolo de besos y caricias y se detuvo antes de llegar a su sexo.

—Sí él está aquí adentro ¿no podríamos lastimarlo con...? Ya sabes...

Olivia sonrió y le acarició el cabello, alzando la cabeza para poder verlo entre sus piernas.

—Aún es muy pequeño para que sea peligroso.

Jonathan besó su vientre y sonrió.

—¿Qué tan pequeño?

Olivia miró a su alrededor en busca de una referencia y terminó quitándose su anillo de bodas para apoyarlo en su vientre bajo. Los ojos de Jonathan brillaron al verlo y su sonrisa creció. Una vez dejaba sus miedos de lado, Olivia podía ver que le ilusionaba la idea de ser padre.

—Es tan chiquito...Y es nuestro.

Recuperó el anillo y la tomó de la mano para deslizarlo por su dedo, le gustaba como se le veía, un símbolo de que era su esposa. Suya para siempre o mientras su pequeño para siempre durara.

La besó y Olivia le desabotonó la camisa para quitársela y que su piel se apretara contra la suya. Todo su cuerpo ardía cuando lo tenía cerca y él gobernaba sobre ella.

Gimió cuando sintió como se apretaba contra ella, frotándose suavemente en sus carnes sensibles y aumentando el placer que sentía y le enterró los dedos en la espalda. Jonathan la miró a los ojos al adentrarse lentamente en su interior y unió sus frentes, jadeando con ella con cada movimiento que hacía. Se movió suavemente, disfrutando de la sensación de sus carnes apretándose y el roce de su vagina contra su miembro. Mientras la penetraba sin apuro, besó sus labios, sus mejillas, su cuello. Repartió besos por toda su piel y acarició cada rincón.

Hacerle el amor era de las cosas que Jonathan más disfrutaba.

—No te perderé —susurró finalmente con determinación—. No me importa lo que digas, Olivia, sé que tú eres la mujer para mí y sé que moriremos juntos, pero no será hoy, ni mañana...

—Jonathan, sabes que eso no será así.

—Shh, lo sé...Puedo sentirlo —. Sonrió contra sus labios y acarició su mejilla—. No amaré a ninguna otra mujer, Olivia. Simplemente no hay otra mujer para mí.

No le creía, pero tampoco quería seguir extendiendo su angustia, así que sonrió y acarició su rostro, asintiendo.

—Está bien entonces, no habrá nadie más. Solo tú y yo.

—¿Por siempre?

—Por siempre, Jona.

Amanecieron abrazados y desnudos, enredados en las mantas y con sus cuerpos tan pegados que el aire no podía filtrarse entre ellos. Jonathan sonrió al verla dormir y apartó su cabello que cubría su rostro para poder apreciarla y besar su mejilla.

—Mmm, ¿ya amaneció?

—Sí, creo que dormimos hasta tarde hoy.

—¿Qué hora es?

Se giró en la cama para agarrar su reloj de la mesa de luz y respondió.

—Ocho y cuarto.

—Agg, mierda, iré a preparar el desayuno.

La retuvo en la cama con su brazo y negó.

—Seguro Jian ya se hizo cargo, pero ¿sabes que debes hacer ahora?

Olivia curvó sus labios y giró sobre la cama para verlo.

—¿Qué debo hacer?

—Darle mimos a tu marido que se ha despertado especialmente mimoso esta mañana.

Jian la escuchó carcajear desde la cocina y se limpió las manos en su delantal para poder dejar el tazón con masa sobre la mesa.

—Parece que mamá ya despertó.

—Y parece que están ocupados —observó la señora Finn con una sonrisa traviesa—. Esos dos no pierden el tiempo, qué te puedo decir.

—Son muy lindos juntos, aunque a veces discuten y no me gusta.

—Nah, es normal niña. Todas las parejas discuten de tanto en tanto, pero mientras se respeten mutuamente y sepan resolver sus problemas, no debes preocuparte.

—¿Y qué pasa si no hacen esas cosas?

—Uhm...Buena pregunta —. Se detuvo con las manos en la cintura y alzó los hombros—. No sé, me casé seis veces y las seis veces me divorcié.

—¿Seis veces?

—Así es, no estoy hecha para el matrimonio, niña, mejor dicho...Los hombres no están hechos para mí. Todos los idiotas con los que me casé, resultaron ser peor que el anterior y por supuesto, boté el trasero de cada uno en cuanto tuve la oportunidad.

—¿Y no tuvo hijos?

—Sí, pero ya sabes cómo es; te divorcias y el padre se queda con los niños —. Volcó harina sobre la mesa y comenzó a amasar—. Al principio me dolió, pero después del sexto hijo dejó de afectarme.

—¿Tú tienes algún pretendiente, Jian?

La pregunta de Lucy hizo que Jian se sonrojara y todas la miraran con la boca abierta y rieran.

—¡Sí tienes!

—Cuéntanos todo, traviesa.

Se encogió un tanto cohibida por la atención y rio con ellas. No hablaba mucho de Winfred con nadie y no había vuelto a mencionar su nombre desde que se habían reencontrado en aquella fiesta. Él tampoco le había escrito, lo que la tenía un tanto decepcionada.

—Su nombre es Winfred Hancock.

—¡Uh, suena a un hombre adinerado! —picó la señora Finn y la chocó con su cadera.

—Lo es, tiene una gran fortuna y su padre es un hombre importante.

—Eso, muy bien, niña, debes asegurar tu futuro ahí —aconsejó Lisie y le giñó un ojo—. ¿Ya se han besado?

Asintió, completamente roja y más risas y chillidos le siguieron.

Nunca antes se había sentido tan cómoda rodeada por mujeres a quienes realmente consideraba amigas y que la aceptaban sin juzgarla. Muchas de las mujeres del campamento habían tenido que vender su cuerpo para sobrevivir antes de que Thomas y sus hombres las salvaran, otras habían sido violadas y maltratadas durante años. Ninguna se atrevería a juzgar a Jian por lo que ella había hecho para sobrevivir.

—¿Besa bien? —curioseó Sophie e inclinó su cuerpo sobre la mesa, sosteniendo su cabeza en ambas manos.

—Increíble. Es tan dulce cuando me besa que el mundo parece desaparecer.

—Oh, guau...Es muy hermoso.

—Lo es, y me cuida y es atento —. Sonrió y todas la miraron igual de ilusionadas—. Pero...

—¿Qué? Ay, no me digas algo feo ahora que me he emocionado.

—No, no, es solo que...Prometió escribirme y no lo ha hecho.

Lucy se paró detrás de ella y la sujetó por los hombros para reconfortarla.

—No desesperes, Jian, si este hombre te ama, no te escribirá, vendrá a verte en persona y le pedirá a Jonathan tu mano en matrimonio.

—¿Creen que él haría eso?

—Por lo que nos cuentas yo pienso que sí.

—También yo —apoyó Lisie y extendió sobre la fuente la masa que la señora Finn había estirado —. Pero debes ser paciente, si es un hombre ocupado, probablemente demore en venir a verte. Además ¿de dónde es? ¿Washington? ... ¿Ves? Eso es bastante lejos, querida, así que debes darle tiempo para que organice sus cosas y venga por ti.

—Procura ir hablando con Jonathan para que permita que te cases con él si llega el momento.

—Uy, sí niña, has eso, mira que ese hombre es muy celoso de sus mujeres —le advirtió la señora Finn —. Y tú eres su hija después de todo. ¡Y la única hija que tiene!

Jian palideció y retorció un trapo en sus manos intentando pensar que podía hacer. Le ilusionaba que Winfred viniera por ella, aunque no estaba segura sí algo como eso pudiera suceder, después de todo, Winfred nunca le había mencionado que quería casarse con ella o parecido. Pero las mujeres tenían razón y debía estar preparada solo en caso de que sucedería.

Miró hacia el pasillo cuando Jonathan entró en la cocina y palideció.

Todas borraron sus sonrisas y continuaron con lo que hacían, disimulando.

—¿Sucede algo?

—Nada que sea asunto suyo, Morgan.

—Si me dieran un dólar por cada vez que una mujer me ha dicho eso, sería millonario —confesó y se acercó a la mesa—. ¿Ya sirvieron el desayuno?

—Así es, pero le hemos guardado un poco para usted y la señora.

Jonathan se agarró una de las tostadas en su plato y sirvió café en su taza.

—Olivia debe comer por dos ahora.

La cocina quedó silenciosa sin previo aviso, cuando todas dejaron lo que hacían y lo miraron.

—¿Ya sabe?

Y ahora Jonathan quedó silencio y congelado.

—¡¿Usted sabía señora Finn?!

—Ay, yo y mi bocota.

—¡¿No se le ocurrió decirme?! —inquirió caminando detrás de ella por el pasillo—. Pensé que eramos amigos.

—Y lo somos, Morgan, pero no voy a ir por la vida ventilando los asuntos de tu mujer. Era cosa de ella decirle, no mía.

—Pero...Señora Finn —. Se detuvieron y la mujer se giró para mirarlo—. Oficialmente me ha lastimado.

—Pero no exagere, señor Morgan. ¡Señor!

Jonathan se alejó por el campo, más bien exagerando que realmente molesto por la situación y Finn bufó y miró hacia las muchachas en el porche.

—Díganme a ver cuándo aprenderé a dejar mi bocota cerrada.

Olivia bajó las escaleras justo cuando las mujeres regresaban a la cocina riéndose y las siguió.

—¿Escuche a Jona gritar o me pareció?

—Se "molestó" con la señora Finn por no decirle que usted está embarazada.

—Lo cual me recuerda ¿no iba a mantenerlo en secreto?

Olivia se detuvo junto a la mesa y sonrió al ver que ellas se habían puesto en la tarea de hacer el pastel de moras que ella había mencionado el día anterior para tomar el té en la tarde.

—Iba, señora Finn, pero la conversación surgió por accidente cuando nos dirigíamos al pueblo y no pude mentirle.

—¿Se molestó? —inquirió Sophie y tomó su mano para consolarlo.

—Un poco, pero creo que ya ha logrado digerir la idea. Veo que han comenzado el pastel de moras.

—Así es, pero debería probar el relleno para decirnos si está bien hecho.

Olivia cruzó la cocina hacia la estufa de hierro y revolvió la mermelada de moras antes de llevarse la cuchara a los labios. El sabor no estaba mal, pero la textura no era la correcta.

—Necesita otra taza de azúcar y al menos media hora más de cocción. Realmente me gustaría celebrar el cumpleaños de Adrian el fin de semana, para no seguir posponiéndolo —. Se limpió las manos en un trapo y dejó que Sophie agregara más azúcar a la olla—. Después de lo de ayer no teníamos muchos ánimos para una fiesta, pero confío con que las cosas estén mejor para el fin de semana.

—Por supuesto, Thomas debería disculparse por lo que le dijo al pobre de Morgan.

—Tiene razón, señora Finn, fue muy grosero —apoyó Sophie y Lisie rodó los ojos.

—Ese hombre no va a pedir perdón ni aunque mate a uno de nosotros por accidente.

—Me alegra saber que al menos todos ustedes saben que él estuvo mal.

—No nos meta a todas en la lista —pidió Lucy y se limpió las manos antes de abandonar la casa.

Olivia frunció el ceño y dirigió su atención hacia las mujeres.

A diferencia de ellas, Lucy apoyaba a Thomas y culpaba a Jonathan por la muerte de Sammy. Olivia no lo comprendía. ¿Cómo podían culpar a Jonathan de algo como eso cuando él había sido el único en proponer algo distinto para garantizar la comodidad de Sammy? No tenían derecho alguno a culparlo.

—Ignórala, no sabe de qué habla.

Afuera de la casa, Jonathan cruzó el terreno hacia el pozo que Terrell continuaba cavando. Había avanzado unos cuantos metros en esas horas mientras Jonathan dormía.

—Buenos días. ¿Llevas mucho con esto?

—Buenos días, señor. Desperté temprano para poder avanzar —. Tomó la canasta con tierra que Terrell le pasó y volcó la tierra afuera antes de regresársela—. Pensé que las mujeres se alegrarían si podemos terminarlo esta tarde.

—Tienes razón, lamento haberte dejado solo —. Miró a su alrededor y suspiró—. Y que nadie se ofreciera a ayudarte.

—Descuide, no es nada a lo que ya no este acostumbrado. 

Jonathan le ofreció una mano para ayudarlo a salir del pozo y por unos minutos, Terrell la miró inseguro. Ningún hombre blanco le había dado la mano antes. Sus palmas se juntaron y Jonathan tiró de él para ayudarlo a salir y le sirvió un vaso con agua.

—Puedes llamarme por mi nombre ¿sabes? No me voy a ofender.

Terrell lo miró de reojo y sonrió.

—¿Por qué? He conocido muchos hombres blancos y ninguno me dejó llamarlo por su nombre o me dio la mano, ¿por qué usted sí?

—Culpo a mi mujer de eso, sí ella me viera haciendo comentarios racistas me daría una patada en el trasero y dormiría con los caballos el resto del año —. Terrell se rio—. Ella me educó para ser un mejor hombre.

—Sí parece una buena mujer, mis hijos la aman.

—Y te aseguro que ella ama a tus hijos, distráete un segundo y podría incluso llevárselos con ella —. Se rieron y Jonathan bajó al pozo para continuar el trabajo—. ¿Recuerdas lo que hablamos ayer ¿sobre los embarazos de tu esposa?

—Lo recuerdo.

—Imagino que después de tantos partos podríamos considerarla una experta en el tema.

—Oh sí, todo lo que hay que saber sobre entregar a un bebé y cómo hacerlo, pregúntaselo a ella. ¿Por qué lo dices?

—Olivia está embarazada —. Le pasó la canasta con tierra y Terrell la vació—. Y quiero que alguien con experiencia la asista durante el parto para que no le suceda nada.

—Comprendo. ¿Puedo felicitarte o es una mala noticia?

Jonathan se rio.

—Creo que está comenzando a gustarme la idea.

—Felicidades entonces.

—Gracias —. Le regresó otra vez la canasta vacía y cuando Jonathan se la devolvió, agregó—. No le digas a los otros hombres ¿sí? Tengo un mal presentimiento con algunas cosas.

—¿Por lo que te dijeron ayer? —. Jonathan asintió—. No conocí a esa mujer que mencionaron, pero dudo mucho que hayas tenido algo que ver.

Jonathan no respondió y Terrell no volvió a tocar el tema.

No sabía si podía no culparse de lo que le había sucedido a Sammy. Ella había muerto en los caminos dando a luz porque el bebé se había adelantado y siempre le quedaría esa duda en la cabeza; ¿Realmente ella se habría salvado si hubieran ido con Thomas? ¿O habría sucedido todo de la misma manera?

Miró hacia el campamento donde algunos ayudaban a limpiar y otros montaban guardia y ubicó a Thomas hablando con Kyle y Perry cerca de granero. Parte de él no quería hacer caso a lo que Olivia le decía y se negaba a aceptar que, durante todos los años, Thomas solamente lo había utilizado y manipulado, pero confiaba en ella ciegamente y la consideraba una mujer inteligente, mucho más que él y cualquier otra persona en el campamento, sí ella lo decía es porque tenía un motivo. Y ese motivo era válido.

—¿Jona, vienes a cazar con nosotros?

—¿Cazar? ¿Ahora, Derby? —. Estaba a punto de negarse, pero lo miro, acompañado por Darion y Uncey y supo que sucedía algo. Uncey nunca iba a cazar—. Está bien... ¿Me esperas un rato Terrell? Así no debes terminar tu solo.

—Descuida, le pido a uno de mis hijos que me ayude.

Salió del pozo con la ayuda de Darion y fue a su caballo, donde ya tenía su rifle asegurado en la silla. Montó al animal y siguió a los hombres por el camino para salirse de la propiedad. Antes de irse se detuvo junto a Jian.

—¿Puedes avisarle a tu madre que iré a cazar? Volveré en unas horas.

—Está bien, ¿y puedo hablar contigo cuando vuelvas?

Jonathan arrugó las cejas y entrecerró los ojos.

—¿Sobre qué?

—Te diré cuando vuelvas.

Jian le sonrió y comenzó a alejarse para no tener que responder más preguntas.

Continuó avanzando detrás de sus amigos, pero la expresión de su rostro dijo todo lo que pensaba y Darion se rio al verlo.

—¿Qué pasa, Jona?

—La niña quiere hablar conmigo.

—¿Y? Seguro quiere algún consejo de padre.

Aquello lo relajó un poco.

—Quizás tengas razón.

En cuanto dejaron el territorio del campamento, comenzaron a trotar para avanzar más rápido, siguiendo a Uncey que había crecido en la zona y la conocía mejor que ellos.

Había un río circulando colina abajo a unas dos horas a caballo, pero como apuraron el paso, pudieron llegar en menos. Desmontaron afuera del bosque y ataron a los animales a unos troncos delgados para que no se alejaran. Jonathan sacó su rifle de la silla y se lo colgó a la espalda, agarrando también algunos cebos de su bolso por si llegaban a ser necesarios.

—Imagino que no me trajeron solo para cazar.

—No, pero sí debemos conseguir algo o no se lo tragaran —comentó Uncey y Jonathan se rio.

—Mírate, Uncey, nunca creí que pudieras razonar.

Recibió un codazo y volvió a reírse.

Avanzaron los cuatro entre la vegetación hasta llegar al río, donde el ruido del agua fluyendo opacaba sus voces. Era mejor asegurarse de que nadie a la redonda podría escucharlos.

—¿Qué sucede?

—Thomas no está feliz contigo —explicó Derby—. Se molestó bastante cuando volvimos sin ti en Louisville.

—Pero luego dijo que no era problema y pensamos que lo decía enserio.

—Hasta ayer —concluyó Uncey—. No debió decir lo que dijo, Jona. Sammy te quería mucho y ella lo mataría de estar presente escuchando lo que dice.

—Pero no está...porque está muerta, porque yo decidí tomar otra ruta.

—No te culpes a ti mismo, Jona. Estuve presente cuando sucedió, vimos que perdió mucha sangre, habría muerto en cualquier lugar.

—No sabes eso, Derby.

—Pero sí sé que tú te preocupaste por ella, pero Thomas...Thomas no se preocupa por ti.

En el momento de silencio durante el cual Derby intercambió miradas con sus amigos para buscar apoyo, Jonathan se concentró en el río y guardó las manos en su pantalón. No le gustaba la conversación porque tenía un gran respeto y aprecio hacia Thomas. Después de cinco años no podían esperar que lo abandonara sin más...

—Jona...Me conoces de años ¿verdad? —. Asintió y se enfocó en los ojos de Derby—. ¿Alguna vez te he mentido?

—No.

—Y no comenzaré a hacerlo ahora. Escuchamos a Thomas hablar anoche con Kyle y otros hombres.

—Traman algo —completo Uncey.

—¿Qué traman?

—Thomas quiere que vuelvas al grupo, Jona, a toda costa te quiere de regreso siendo su perrito obediente como antes y sabe perfectamente que es lo que te detiene de volver.

—Así que quiere destruirlo —terminó Derby.

Le tomó un minuto entender a que se referían, pero cuando lo hizo, retrocedió un paso, con su rostro cambiando completamente de expresión y apretó los dientes hasta que su mandíbula sobresalió.

—¿Olivia? —. Ellos asintieron y Jonathan maldijo—. Voy a matarlo...

—No, no, eh. No tan rápido, Jona.

Derby se atravesó en su camino y Darion le sujetó la remera para que no se alejara.

—Si actúas ahora, más de la mitad del grupo se pondrá en tu contra y Thomas será la víctima. Sé que esperar es un riesgo a tomar, pero debes conseguir poner al grupo de tu lado antes de atacar a Thomas.

—Nosotros ya te apoyamos y hablaremos con los demás también.

—Pero no pienso correr riesgos con la seguridad de Olivia, no me importa...

—Piensa Jona, piensa. Si matas a Thomas, el grupo la mata a ella.

Quiso darse la cabeza contra un árbol por lo que sucedía.

Había invitado al enemigo a su propia casa como un completo idiota y ahora la seguridad de su familia peligraba sin que él pudiera hacer algo para remediarlo. Se sentía usado y dolido, porque durante años había confiado en Thomas hasta el punto de querer dar la vida por él, lo había seguido con los ojos vendados a mil lugares y había defendido su nombre otras mil veces sin pensárselo y su forma de pagarle...No, eso no se lo perdonaría. Nadie se metía con Olivia sin meterse con él en el proceso.

—Podemos conseguir el apoyo de varios hombres y ayudar a proteger a tu familia, pero debes ser paciente y avisar a Olivia de que se cuide.

Asintió y sujetó la mano de Derby cuando este la apoyó en su hombro.

—Gracias por decirme.

—Para eso están los amigos. Me sorprendió de Thomas —confesó y Uncey y Darion lo apoyaron.

—Siempre pensé que Thomas era una buena persona.

—Creo que todos lo hicimos, Uncey.

El resto de la tarde la ocuparon buscando un venado y en cuanto lo consiguieron se regresaron al campamento. Jonathan bajó de su caballo y retiró al ciervo de su lomo para llevarlo en el hombro hacia el taller. Olivia lo vio y lo siguió, encontrándose con él en el camino.

—Justo iba a pedirte si podían conseguir un animal. Está grande.

—Sí, los muchachos me han ayudado. ¿Todo en orden por aquí mientras no estuve?

—Sí, Terrell estuvo ayudándome con la huerta y sus hijos son muy hermosos. Estaba pensando comenzar a darles clases dado que no pueden ir a la escuela local —. Se limpió las manos en su delantal y cuando Jonathan dejó al ciervo sobre la mesa lo acomodó con las patas separadas—. ¿Me prestas tu cuchillo?

—¿Quieres darles clases tú?

—Sí y a los niños también. En cierta forma es mejor ¿no? Así no tendrán que dejar la casa solos.

—¿Pero en que horario?

—Puedo liberar mis tardes un poco con la ayuda de las mujeres.

Le sujetó al animal mientras ella lo abría y vaciaba su interior en uno de los tarros y luego la ayudó a lavarlo y lo colgó de los fierros por ella para que no se esforzara.

—Está bien, supongo que es una buena idea.

Olivia sonrió y tomó la cubeta con todo el interior del animal y comenzó a lavar las tripas y otros órganos para poder llevarlos a la casa. Ahora que tenían carne pensaba preparar un estofado para la cena.

—Te perdiste el almuerzo, ven a la cocina que te he guardado un poco y llama a tus amigos también.

La vio marcharse con la cubeta repleta de carne y se quedó atrás limpiándose la sangre de las manos y buscando a Thomas por el campamento. Lo encontró y por primera vez en su vida, verlo le hizo hervir la sangre.

Llamó a Derby, Uncey y Darion para que fueran a comer a la cocina y ninguno perdió tiempo de correr hacia la casa. Él se tomó su tiempo y detuvo a la señora Finn para llevarla aparte.

—¿Ya no está enojado conmigo, señor Morgan?

—Nunca estuve enojado con usted, señora Finn, de hecho, que guardara el secreto de mi mujer, me demuestra que la respeta mucho.

—Por supuesto que sí.

—¿Y la protegería de ser necesario?

La señora Finn frunció el ceño e inclinó la cabeza.

—Sin pensarlo, señor Morgan. ¿Por qué? —. Ella se respondió a sí sola antes de que hablara—. Oh no, no, no, no señor...Voy a matar a ese ido...

—Por favor no haga nada apresurado, señora.

—¿Apresurado? La señora prácticamente le salvo la vida ¿y así es como él planea pagarle? ¡No! Lo mataré.

—De eso yo me encargaré, pero debo esperar y hasta entonces, necesito saber que alguien cuidará de Olivia cuando no este.

Finn enderezó su espalda y alzó el mentón.

—Cuente conmigo. Protegeré a Olivia y a sus niños con mi vida si hace falta.

Jonathan sonrió y la atrajo para abrazarla.

—Muchas gracias, señora Finn.

—Oh, llámeme Susan.

Y descubrir cuál era su nombre le sorprendió y lo hizo sonreír.

Cinco años viajando con ella y apenas descubría como se llamaba. 

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