Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

By AbbyCon2B

679K 68.9K 65K

Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
68
69
70
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
GRUPO DE WHATSAPP.
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
100
101
102
103
104
105
106
107
108
109
110
111
112
AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

27

8.3K 834 651
By AbbyCon2B

Olivia estaba terminando de reorganizar la cocina para su comodidad cuando los niños entraron desde el recibidor corriendo y Adrian se abrazó a su falda en busca de refugio.

—¿Qué pasó, cariño?

—Jonathan está enojado —respondió Luke ante el silencio de Adrian.

—Muy enojado y da miedo —agregó Eli.

Olivia miró hacia la entrada para ver a Jonathan cruzar la sala a zancadas, agarrar el hacha que colgaba de la pared del armario y volver a salir con la misma imponencia.

—¿Jona? —. Él no se detuvo para responderle y por un momento Olivia pensó que planeaba matar a alguien—. Quédense aquí, niños.

—No vayas, mami.

—Tranquilo, cariño, yo estaré bien ¿sí?

Le dio un beso en la frente y dejó a Eli y Luke a cargo de Adrian para poder salir de la casa. Se tranquilizó al ver desde el porche que lejos de estar matando a alguien, Jonathan desquitaba su furia con los troncos. Empujaba el hacha con tanta fuerza que los abría a la mitad de un solo golpe.

—¿Me dirás que sucede?

—Nada.

—Claramente eso no es verdad, entraste hecho una bestia e incluso los niños se asustaron de verte —. Jonathan apoyó otro leño sobre el pedazo de tronco para cortarlo y no le respondió—. Jonathan, dime que sucede.

Se detuvo con el hacha cuando ella se acercó y evitó mirarla.

—Vuelve a la casa, Olivia.

—No lo haré hasta que me digas que sucede —. Le giró el rostro acariciando su mejilla y encontró sus ojos—. ¿Honestidad ¿recuerdas?

Había dado en el clavo con esas palabras, pues los hombros de Jonathan cayeron rendidos y sus cejas (en un principio arrugadas por el enojo) se relajaron. Inclinó su cabeza hasta tocar la suya y negó.

—Te he fallado...Les he fallado.

Olivia no entendió a que se refería y su preocupación fue en aumento.

Jonathan dejó el hacha junto al tronco y se acercó al porche de la casa donde se sentó en el escalón.

—Te ofrecería el divorcio, pero eso solo arruinaría tu reputación y formaría un escándalo.

—¿Divorcio? Pero apenas nos casamos ayer.

—Lo sé, pero tú te casaste conmigo por estabilidad y seguridad y ya no puedo ofrecerte eso —. Evitó mirarla mientras hablaba y se golpeó la cabeza con la base de su mano—. No sé qué mierda pensaba, jodido estúpido.

A pesar de estar confundida y comenzando a asustarse, Olivia se sentó en el escalón a su lado y apoyó ambas manos sobre la rodilla de Jonathan.

—¿A qué te refieres?

—Mi padre no nos quieres aquí...No cumplirá su parte del trato, porque según él; Yo no cumplí la mía.

—Pero te casaste.

—No con la mujer que él eligió —. Dejó sus manos colgar entre sus piernas y miró hacia la mansión a la distancia—. Mi madre lo ha convencido de dejarnos permanecer en la casa durante el invierno, pero eso es todo. Tendremos que marcharnos a finales de marzo.

—¿Marzo? No desesperes entonces, esos son cinco largos meses y la peor parte la pasaremos refugiados que es el invierno.

—¿No comprendes, Olivia? Llegado marzo estaremos por nuestra cuenta y tu seguirás siendo mi esposa.

—Comprendo perfectamente, simplemente no veo que debamos angustiarnos tan pronto. Soy tu esposa y dudo que podamos cambiar eso, así que lo mejor es adaptarnos a vivir juntos como habíamos planeado desde un principio y de aquí a marzo ahorraremos para comprar una casa o algo.

—Mamá ya nos ha comprado un terreno y una casa.

—No te creo —. Se rio y miró hacia la casa—. Que mujer maravillosa. ¿Ves? No desesperes, Jonathan, estaremos bien.

—Pero lo que prometí tendrías si te casabas conmigo...

—Lo tendremos, quizás con un poco más de complicaciones de las esperadas, pero aun así lo tendremos.

Se quedó mirándola sin palabras para contradecirla y por mero impulso y necesidad, se inclinó en busca de su boca y ahuecó su rostro para acercarla a su cuerpo. Nunca antes se había sentido tan frustrado y decepcionado de sí mismo como esa mañana y aun así en un segundo ella le regresaba la esperanza y motivación como si fuera magia.

—Puaj.

Se apartaron para mirar hacia la puerta de la casa y Olivia se rio al ver a los tres niños.

—¿Cómo que puaj?

—Es asqueroso —aseguró Luke y se acercó a Jonathan para sentarse en su falda.

—Los papás y las mamás se besan ¿ustedes son papás?

—Son nuestros papas —explicó Adrian convencido y se colgó del cuello de Olivia.

Jonathan la miró preguntándole en silencio si debían detenerlo de llamarlos de esa forma, pero Olivia negó.

—Ellos no son nuestros papas, Adrian —corrigió Eli.

—Claro que sí. Mamá nos cuida y papá nos protege.

De alguna forma, su respuesta tuvo sentido para Luke y Eli cuando se miraron confundidos y miraron a Jonathan en busca de una explicación.

—No sé qué responderle —concluyó Eli.

Olivia decidió intervenir

—Que cada uno nos llame como más le guste ¿les parece?

Los niños asintieron y después de confirmar que Jonathan estaba más tranquilo, abandonó el porche para volver a la casa y continuó ordenando la cocina, esta vez con los niños dando vuelta e inundándolo de sus gritos y risas.

Jonathan entró la leña para dejarla junto a la estufa y se agarró algunos cubos de queso para comer en lo que esperaba el almuerzo.

Luke y Eli pasaron corriendo por la cocina, dieron la vuelta entorno a la mesa en una carrera y sus gritos de guerreros se escucharon desde el recibidor en lo que volvían a pasar corriendo.

Jonathan se detuvo detrás de Olivia y rodeó su cintura con sus brazos, tirando de su cuerpo hacia su pecho. Temió que lo apartara o le molestara su cercanía, pero lejos de eso, ella lo sorprendió sonriendo y mirando sobre su hombro.

—No sabía que eras de los hombres mimosos.

—Tampoco yo sabía, pero te veo y me resulta difícil contener mis ganas de abrazarte y besarte.

Le mordió el hombro por sobre el vestido y ella se rio.

—¿Morder también?

—Si me lo permites.

Ella peló algunas papas para hervirlas en una olla de hierro que colgaba sobre el fuego y luego de pasar algunos minutos con los brazos de Jonathan rodeándola y su cabeza apoyándose sobre su hombro, le entregó una cubeta vacía y sonrió.

—No tenemos leche.

Jonathan se obligó a apartarse y abandonó la casa llamando a Luke y Eli para que le ayudaran a ordeñar la vaca.

Solo quedó con la compañía de Adrian que jugaba más tranquilo con sus muñecos de madera y peluches de felpa sentado en el suelo del salón.

Olivia estaba siguiendo una de las recetas del libro que la señora Solomon le había obsequiado por su boda, a pesar de que muchas de las cosas escritas y los títulos como; Ser una buena esposa o El lugar de una mujer le molestaran, las recetas las encontraba útil junto con algún que otro consejo.

Iba a hacer unos dumpling de papa con unos filetes de la carne que Dalia le había enviado en la canasta envueltos en papel, pero seguir la receta para preparar los dumpling la estaba ayudando más de lo que había imaginado.

Bajó su atención hacia Adrian cuando lo sintió tirándole del vestido y sonrió.

—¿Qué sucede, cariño?

—Tengo hambre.

Lo alzó en sus brazos y como las papas demorarían en cocinarse y por lo tanto el almuerzo no estaría hasta algunas horas, lo sentó en la mesa y le sirvió uno de los pastelillos que venían en la canasta.

—Ahora cuando Jona traiga la lecha te caliento un poco ¿sí?

Adrian asintió y comenzó a comer en lo que continuaba jugando con su caballo tallado en madera sobre la mesa.

Jonathan regresó minutos después con la cubeta y los niños armando un alboroto. Los tuvieron gritando y correteando a su alrededor.

—¡EH! —. Ambos se congelaron ante el llamado de Jonathan—. Si quieren correr vayan afuera, cerca del fuego no.

Los dos se marcharon por la puerta trasera y desde la ventana los vieron comenzar a jugar con ramas como si fueran fusiles o espadas.

—Pensé que no te gustaban estos libros —comentó Jonathan al volver a acercarse a ella mientras leía.

—Son más interesantes de lo que imaginaba, tienen recetas hasta de vinagres y todo un apartado de mermeladas —. Lo miró de reojo al sentir su rostro junto al suyo y contuvo una sonrisa—. Estaba pensando que como tu madre me mandó un montón de estos frascos, podía hacer mermeladas con las frutas feas y guardarlas para acompañar el pan y las galletas.

Jonathan levantó uno de los frascos de vidrio con tapa de mental y alzó sus hombros. La idea le parecía genial siempre y cuando Olivia quisiera hacerlo, él realmente no tenía mucha opinión que dar cuando se trataba de cosas del hogar. Normalmente cualquier otra mujer lo habría echado a patadas de la cocina para que no estorbara, pero le alegraba que Olivia no hiciera eso.

Quería estar con ella.

—Y mira esto —. Ella le enseñó el contenido de una pequeña bolsa de tela—. Hacía meses que no veía chocolate en polvo. Esto es demasiado costoso en estos años.

Olivia lo olió y su cuerpo enterró se derritió por dentro.

—Usaré un poco en la leche de Adrian, pero haremos que nos dure al menos seis meses.

Ella hirvió la leche para el niño y Jonathan se quedó sentado en la mesa observándola y preguntándose si acaso estaba perdiendo la cabeza por pasar tanto tiempo en su presencia. Comenzaba a tener ideas y pensamientos que le desconcertaban, como lo bien que se sentía teniéndola entre sus brazos o lo mucho que quería volver a besarla y no dejar de hacerlo. No dejaba de revivir la noche anterior una y otra vez, pensando en todo el placer que había sentido y al cual siempre le había temido.

Decidió buscar algo para ocuparse hasta el almuerzo y así darle a Olivia su espacio, por lo que pasó el resto de la mañana en el campo, trabajando la tierra, cuidando de los caballos y en su mayoría sentado bajo el sol viendo a los niños jugar.

Necesitaba conseguir un trabajo pronto para ocupar su día.

Almorzaron en el salón un poco más tarde de lo que se consideraría correcto, pero Jonathan se ahorró de hacer comentarios y agradeció la comida cuando Olivia les sirvió.

—Mañana me iré a buscar trabajo —le comentó y comenzó a comer—. Volveré para la cena.

—¿Te irás todo el día? —. Olivia no estaba segura de que la idea le agradara—. ¿Esa será la costumbre o es solo por mañana?

—Debo trabajar y por lo tanto estaré ausente durante el día.

Quiso convencerse de que no sería tan solitario y aburrido como imaginaba. Con Jonathan lejos entonces podía enfocarse en los niños y en ocupar su día como quisiera, leer, cocinar, limpiar, jugar con Adrian y no se sentiría incomoda ante los sentimientos tan intensos que él despertaba en ella cuando se acercaba.

—De acuerdo, fíjate si puedes encontrar al Señor Seward en la ciudad, ahora que nos hemos instalado me gustaría invitarlo a él y a su familia a cenar para agradecerles por su ayuda.

—Mírate, ya suenas como mi madre planeando reuniones.

—Oh, claro que no...Solo pienso que es lo correcto después de lo que esa familia hizo por nosotros.

—Veré si puedo contactarlos.

—¿Yo puedo invitar a unos amigos de la escuela a casa?

—¡Sí! Y yo.

—Yo también quiero, mami.

Olivia los vio y el horror pinto sus facciones cuando buscó algo de apoyo en Jonathan. El fingió que no había escuchado a los niños para evitar intervenir en aquella decisión y mojó un trozo de pan en el jugo de la carne.

—¿De cuantos amigos hablamos?

—Uhm... ¿Seis?

—Mi Dios... ¿Seis niños? No lo sé, deben preguntarles a sus padres primero.

—¿Pero podemos?

—¿Jonathan, ¿me ayudas con esto?

La miró y señaló a su boca llena de pan y carne.

Ella bufó.

—De acuerdo, pueden, pero se comportan y no quiero peleas de ningún tipo.

Después del almuerzo y hasta la cena el día se pasó bastante rápido para Olivia a diferencia de Jonathan que todo lo que tenía por hacer era sentarse afuera de la casa y disfrutar del sol. Olivia le llamó algunas veces para que trajera agua, agregara leños a la estufa o simplemente vigilara a Adrian mientras ella iba hasta la letrina.

Para la hora de la cena volvieron a sentarse en la mesa para comer la carne que había sobrado con una ensalada y finalmente, con el día llegando a su fin, Jonathan fue a cambiarse por su pijama mientras Olivia terminaba de limpiar la cocina y acostaba a los niños.

Había tenido un día tan movido que estaba exhausta.

—A la cama ustedes dos, ya han gastado suficientes energías para toda una semana.

—Pero no tenemos sueño, Olivia —protestó Eli a pesar de subir en su cama—. ¿Nos lees un cuento?

—¡Sí! Un cuento.

Los arropó a ambos con las mantas y agarró uno de los libros con relatos para niños, leyó algunas páginas y cuando terminó, le dio un beso a cada uno y apagó la lampara de alcohol al salir.

Cargó a Adrian hacia el cuarto de arriba y lo acostó en su cama.

—¿Duermes conmigo, mami?

—Debes aprender a dormir solo, cariño.

—No quiero —. Se colgó a su cuello y Olivia suspiró y se acostó a su lado, aun con su vestido y acarició su cabeza de rulos dorados—. Te quiero, mami.

—Yo a ti, cariño.

Le contó un cuento como acostumbraba algunas noches y se quedó apoyándose en su codo hasta que él se durmió abrazándola. Solo entonces salió de la cama y pudo ir a su habitación.

Jonathan seguía despierto, leyendo uno de los libros que Olivia había organizado esa tarde en el cuarto y otro de los tantos obsequios de la señora Solomon; novelas.

Se quitó la ropa quedándose únicamente con la camisa de algodón y remojó un trapo en una vasija con agua que había subido antes de la cena para poder limpiarse el cuello, las axilas y entre las piernas. Cuando terminó se metió en la cama junto a Jonathan y suspiró.

—¿Los niños se durmieron?

—Por suerte sí... —. Lo miró cuando él se apoyó en su codo junto a ella—. No sé si estoy hecha para esta forma de vida.

—¿Por qué? Yo veo que lo has hecho de maravilla.

—Pero es agotador.

Se giró en la cama dándole la espalda y como la noche anterior, Jonathan la abrazó y la atrajo hacia su pecho.

—Imagino entonces que no estás de humor para algo más.

—Perdón.

—Está bien —. Se estiró por sobre ella para apagar la lampara y volvió a abrazarla—. ¿En la mañana?

—Si los niños no se han despertado, sí.

Jonathan sonrió contra la piel de su cuello y le dejó un beso ardiendo en su cuerpo antes de cerrar los ojos para dormirse a su lado. 

Continue Reading

You'll Also Like

27.4K 2.2K 55
Ni los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....
342K 29.1K 61
Desde el primer momento en que te vi supe que había algo más que belleza en ti... ~ • Eres mi alma y mi mente, eres mi preciosa joya, eres mi alegría...
170K 28.1K 109
Título en español: La amada emperatriz del tirano. Título original: 暴君的宠后[重生] Título corto: TBE Autor: 绣生, Xiu Sheng. Capítulos: 135 + 3 extras. Esta...
11.9K 1.2K 26
¿Nunca pensaron en venderle su alma al diablo por conseguir todo lo que quieran en la vida? Yo si lo pensé y lo hice pero, ¿Que pasa cuando te termin...