FUE UN ACCIDENTE
|Sara Stone |
Uno... Dos... Tres...
Solo tenía que respirar profundamente mientras me miraba al espejo y así conseguiría no salir a gritarle la santa de mierdas que se merecía directo a la cara mientras renunciaba a este estúpido juego. No había sido capaz siquiera de pedirme una simple disculpa. Su trato había sido tan injusto e irrespetuoso y no me importaría el hecho de que fuese mi jefe como para patearle las bolas. Él no debió tratarme de aquella manera tan humillante. Pero... Solo pensaba. No podía quedar desempleada nuevamente, yo solo debía aguantar siete meses más.
¡Parecía una eternidad!
Salí del tocador después de haberle pedido permiso hasta para eso, y todavía faltaba que me lo hubiese negado ¡Maldito patán! Nunca fue de mi agrado, pero si antes solo me caía mal, ahora lo detestaba como no tenía una idea.
Me acerqué a él, que se encontraba charlando con Esteban y por lo que pude alcanzar a escuchar, estaban planeando llevarse a una mujer a casa.
¡Cerdos degenerados!
— Ya estoy lista — dije sumamente fría — Deberíamos subir ya.
—Tu encárgate de promocionar a Valeria. — le ordenó a Esteban.
—Entendido, jefe.
Subimos al elevador para ir directo al treceavo piso, pero un brusco movimiento dentro de este nos hizo perder el equilibrio provocando que casi cayéramos. Pero no fue así...
— Señor...
— Está oscuro aquí — gruñó, él. — Pero, ¿qué mierda pasa con estos elevadores? ¡Joder!
— Seguramente se fue la electricidad en el hotel — respondí a su santa de majaderías —. Solo una cosa...
—No tengo tiempo para sus tonterías, Sara.
—Si, bueno, yo tampoco — me estaba comenzando a enfadar — pero sería tan amable de dejar de tocarme los pechos.
—¿Qué? — preguntó cómo si no supiera a lo que me refería.
Al darse cuenta de ello, rápidamente me soltó y recobro la compostura dejando escapar un carraspeo de incomodidad.
—No me di cuenta, está muy oscuro y... Pensé que eras la pared.
Intenté contener la risa por su comentario que en lugar de ofenderme, me causó gracia.
—Si no fuera mi jefe — respondí de inmediato — Ya le habría dado una gran patada en las bolas.
En ese momento la electricidad regresó y el elevador volvió a su funcionamiento normal. Él ya no dijo nada después de mi comentario, lo cual agradecía profundamente, porque dije "bolas". ¡Por dios que dije la palabra bolas delante de mi jefe!
Estaba claro que fue un accidente, pues en el momento en el que elevador se detuvo perdimos el equilibrio y él por inercia se sostuvo de mi. Claro estaba que olvidó que soy mujer.
Por fin nos encontrábamos dentro del evento y la cantidad de gente promoviendo sus marcas era impresionante.
—Encárgate de ofrecer nuestro producto a las mujeres que solo vienen a ver qué consiguen, ellas son las más importantes — me ordenó —Yo me encargaré de los ejecutivos.
—De acuerdo, Señor.
Me acerqué a un grupo de mujeres para ofrecer los productos de catálogo, ya que Esteban mostraría el producto en físico junto con la modelo.
— ¿Por qué debo creer lo que me está diciendo? — preguntó una clienta.
— Porque estoy diciéndole la verdad — reiteré mi propuesta — Usted no va a encontrar este resultado en ninguna otra marca.
—¿Usted lo usa? — me preguntó, otra.
— Claro — mentí. — Uno debe probar su propio producto o si no con que derecho se da en ofrecerlo.
— No pareces estar usando maquillaje.
— Si que lo estoy, señoras.
Mentira. Yo no usaba maquillaje.
— Es tan bueno el producto que da un enfoque más natural — añadí — No suelo usar rímel muy seguido, pues como verán, estoy prácticamente ciega.
Las hice reír.
— Oh, cariño. Tienes unos ojos hermosos.
—Gracias, señora — respondí a su elogió — Pero no tan hermosos como los suyos.
Volvieron a reír.
— Ciertamente su piel es tan bonita que no necesita usar mascarilla para pestañas.
— Exacto. — le di la razón a la mujer que me veía con suma atención — Esa es la magia de este producto. Resalta la belleza natural. Gracias a la hermosa base mis ojos al natural lucen más bonitos.
Así continúe por diez mesas seguidas ofreciendo los productos y el resultado en las mujeres era casi siempre el mismo.
Bien, ahora era el momento de poner en marcha el plan que me tomó unos minutos construir. Busque a Esteban con la mirada para preguntarle quién era la tal Andrea y saber exactamente a lo qué me estaba enfrentando.
—¡Esteban!
—Oh, María.
—Sara — le corregí — Tengo una pregunta que hacerte....
— Oye, tu también deberías probar nuestros productos — comenzó a tocarme el rostro mientras lo veía detenidamente.
— Si, oye... ¡Deja mis lentes!
— Tu piel es muy bonita. Deberías resaltarla un poco más.
— Si, ya. Gracias — le quité las manos de mi carita. — ¿Sabes de casualidad quien es Andrea?
— ¿Andrea? — actuó pensativo — Ah si, Andrea. Es la que está con nuestro jefe en estos momentos.
Volteé la mirada para toparme con otra supermodelo y otra pelirroja más. Mierda, esto si que iba a estar complicado.
—Él jefe deberá esmerarse mucho está noche si quiere obtener información muy valiosa.
Esto necesitaba medidas extremas.
— ¿Harás algo especial está noche?
Primero tenía que deshacerme de alguien que pudiese arruinar la locura que estaba a punto de cometer.
—Supongo que pasar una divertida velada con mi modelo de prueba — se detuvo en seco —. Oh, espera... ¿Me estás invitando a salir?
—¿Qué? ¡No! —negué de inmediato.
—Mentirosilla...— respondió dándome un rápido golpesillo en la nariz.
— Pásatelo súper con la modelo — lo interrumpí — No desperdicies cada minuto. La vida es una sola, nene. Esa mujer puede ser el amor de tu vida, solo ve como te mira.
—Sara — me llamó por detrás mi adorado jefe. ¡Puaj!
—Tu secretaria me da miedo —Le dijo pasando por su lado. Él ignoró su comentario.
—Ya hemos finalizado con las promociones. Puedes disfrutar de la cena a partir de este momento.
— Si, señor.
Bien, era hora de poner el plan en acción y solo podía esperar a que diera como resultado lo que yo necesitaba. ¡Y ahora, a beber como si no hubiera un mañana!