FINISH LINE

By DaniTLeon

110 26 0

El verano ha terminado y ha dejado la vida de Leonel en un total desastre. Los estragos son muchos y ni siqui... More

Prólogo.
01 Una chica rubia.
02 Primer día.
03 Chico diferente
05 No es tu problema
06 Concordia

04 Intentos y encuentros

20 4 0
By DaniTLeon

Bianca.

Se me estaba complicando. Ya no era cosa de hacer una buena acción por el tal Leonel, se había tornado personal.

¡Y es que no paraba de esquivarme! Llevaba toda la semana tratando de entablar una conversación pero el maldito sabía librarse más rápido que cualquier chico de una relación seria.

Nunca nadie me había rechazado tanto en tan pocos días.

Ahora era lunes nuevamente.

—Jamás voy a perdonarte que no hayas venido el viernes, dijiste que pedirías permiso —mencionó una dolida Astrid en nuestra rutinaria plática antes de clase

—Ya te dije que lo siento, lo siento muchísimo. Pero es que con lo del nuevo trabajo se me complico. Te prometo que este viernes saldremos, no habrá nada que me impida estar contigo todo el día.

—No lo sé ¿Puedo confiar en que está vez es cierto?—arremeda sarcásticamente

—Te lo estoy prometiendo

—No es suficiente ¿Cómo sé que no recibiré un mensaje tuyo diciendo que no puedes nuevamente?

—Por favor confía en mí—le pido juntando mis manos como si fuera a rezar

—Mi lema es "No confíes en nadie, así llegarás lejos"

—¿Ni siquiera en tu amiga que no conoce la ciudad y necesita que alguien le dé un Tour? —ahora le pongo los llamados ”ojitos de cachorrito"

—Ya dije. NO.

—Bueno, —comente levantando los hombros fingiendo desinterés— creo que tendré que conseguir a alguien más que me...

—No, no, ni lo pienses. Yo soy tu amiga aquí, yo te llevaré.—me respondió violentamente

—Oki Doki, gracias, eso era lo que quería escuchar. Aunque me eches en cara que eres mi única amiga por aquí—digo suspirando

—Y así está bien, créeme no necesitas más.

—No sabía que eras celosa—le dirijo una sonrisa junto con una mirada inquisitiva

—¿Celosa? ¿Yo? ¡Ay por favor! Nada de eso, sólo digo que de todas las almas en la escuela, la mía es la mejor con la que te pudiste haber topado.—sonríe orgullosa—Así que cuídame ¿Ok?

—Ok —y reafirmó con un asentimiento de cabeza.

Realmente lo haré, no perderé a mi amiga.

Justo dos minutos antes de que empiece la clase entra él, inmediatamente pongo mi mejor sonrisa y cuando pasa a mi lado le dirijo con mi mano derecha el símbolo de amor y paz.

¿Y qué hace?

Me ignora.

Ni siquiera un asentimiento de cabeza o algún gesto que demuestre que me notó.

Realmente sospecho que el pobre no sabe sonreír.

Cómo dije, esto se torno personal, me desespera su indiferencia pero no planeo vencerme.

Para la última clase estoy agotada, ni siquiera sé por qué, simplemente es uno de esos días en los que te levantas sólo para tener todo el día ganas de volver a dormirte en tu cama con tu cobiita favorita.

Y ya que la clase sólo es Tutoría y el profesor simple y sencillamente nos ha puesto un vídeo que nos recuerda por qué es importante no tener hijos en la adolescencia, mi mente empieza a divagar. Específicamente en Leonel, en todos mis encuentros con él desde la semana pasada.

~~~~~~~~~~

   >>Día martes, primer intento.<<

Tan sólo recordar lo que pasó hace me estremezca de la vergüenza.

Llegaba a la escuela, pintaba que el día sería cálido por lo que traía mi sudadera amarrada a la cintura igual que cuando tenía 10 años y llevaba puestos mis botines con tacón negros. No sé por qué pero la combinación me hizo sentir preciosa.

Como siempre aún tenía tiempo de sobra, iba caminando tranquilamente por el estacionamiento tomando un licuado de fresa cuando oí no muy lejos el sonido de un auto derrapar, cuando volteé divise una Jeep Wrangler Ufas, se veía el signo de pesos en cada parte de la camioneta.

Procedía a seguir mi camino cuando ví quién era el conductor que en este momento salía de ella después de estavionarla. Era él ¿Llegando temprano? Cómo sea, eso no me importaba, sino que justo ahora tenía la oportunidad de hablarle.

Empezó a andar rumbo al edificio y fui tras de él pero la cosa es que caminaba muy rápido, y yo soy bajita así que mis pequeñas piernas corrían para alcanzarlo.

Justo cuando estaba a unos cuantos pasos de llegar a su lado mi desesperación hizo que me tropezara y casi cayera si no fuera porque choqué contra su espalda. Él reaccionó rápido y su cuerpo se puso firme con el impacto.

No, no me caí pero todo mi licuado cayó sobre mi blusa que para mí mala y conocida suerte era blanca. Y no sólo eso, de paso ensucié la chaqueta de él. ¡Carajo!

Cuando voltea puedo ver lo furioso que está, puedo notar que me reconoce.

—Tonta —es lo único que dice mientras me mira

Aparto la mirada con pena para echar un rápido vistazo al desastre que parezco ahora mismo toda embarrada de licuado color rosa. Se me acelera la respiración y la vergüenza me sobrepasa que ni siquiera puedo hablar para pedirle una disculpa.

Necesito alejarme, así que corro hasta entrar al lobby en busca de los servicios. Me meto en uno de ellos y me apoyo contra la puerta de metal. Espero a que mi pulso se desacelere y que la respiración por haber corrido se normalice.

Inhala por la nariz, exhala por la boca. Respira Bianca. Cálmate.

Decido quitarme la camisa y ponerme la sudadera que antes llevaba atada. Justo ahora ya no me siento tan preciosa.

Llegó tarde a la clase y cuando entró notó que Leonel me está mirando, se ha quitado su chaqueta. No intentó hablar con él por el resto del día.

   >>Miércoles. Segundo intento.<<

Parte de mi vergüenza se había ido durante la noche, no podía comportarme como una cobarde con él sólo por tropezarme. Así que había decidido que pedirle una disculpa sería el modo perfecto de entablar una conversación.

Lo estaba esperando en el estacionamiento al igual que ayer, pero nunca vi llegar si camioneta y cuando ya faltaban 5 minutos para que iniciara la clase decidí entrar. Él volvió a llegar tarde.

Mi oportunidad de acercarme fue en el almuerzo, lo sigo al salir del salón y observo que junto con el tal Daniel se van a los jardines. En un momento en el que éste lo deja un momento solo aprovecho y me siento a su lado.

El chico levanta la vista, y tiene una expresión de sorpresa en la cara. Sus ojos azules parecen nerviosos por alguna razón.

—Encantada de conocerte. Soy Delilah —saludo sonriendo—. Pero eso obviamente ya lo sabes.

Leonel levanta una ceja, y luego regresa su mirada a su teléfono que sostiene con la mano derecha.

—Esteeee —digo—, amm quería disculparme por lo de ayer, por chocar contigo y de paso ensuciarte.

Nada, ni una palabra o siquiera otra mirada me dirige.

Empiezo a dudar si me escucho cuando vuelve a aparecer Daniel

—¡Ey! ¿Me descuido un momento y ya estás ligando bellas damas? —le dice emocionado

—Hola, soy Bianca

—Lo sé estamos en la misma clase, no soy ciego.

—Pues lo parece por ignorarme y pensar que tu amigo está ligando —hago las señas de comillas—  conmigo

Leonel gruñe, se levanta y con un movimiento de cabeza le dice Daniel que lo siga

—Lavé la chaqueta —medio voltea y me dice antes de marcharse

Bueno, al menos me dirigió 3 palabras. Intento volver a hablar a la salida, pero es más rápido en irse y no lo logro.

   >>Jueves. Tercer intento.<<

Ya que ayer medio me funcionó la hora del almuerzo me apresuro a comer y luego le doy una excusa a Astrid para dejarla e ir a buscarlo. Reviso en el jardín donde lo vi ayer, en el comedor y en el salón pero no lo encuentro ¿Se habrá retirado? Decido comprobarlo yendo a ver si está su camioneta en el estacionamiento.

Mientras voy caminando notó que cerca de la pista de atletismo hay un pequeño jardín con el pasto algo crecido y tal parece que muy poco frecuentado aunque cuenta con unas rocas cuadrangulares con las que imagino se usaban de asiento aunque ahora están llenas de grafittis, nada interesante. Pero cuando enfoco mi vista noto que hay algo fuera de lo común.

Leonel.

Está acostado encima de una de las rocas y tiene un brazo colgando. Viéndolo así aprecio que es demasiado alto porque sus pies sobresalen demasiado. Parece dormido, su pecho sube y baja lentamente al ritmo de su respiración.

Camino despacio por el césped y algo de arena hasta que estoy a un lado de él.

—¿Hola? —susurro—. ¿Hola, Leonel?

Se le han caído unos lentes de sol en el césped. Tiene la mitad del pelo aplastado y la otra mitad de punta.

Me acerco de puntillas, como con miedo aunque no debería y con suavidad le doy golpecitos en el hombro. Se incorpora de un salto y se cae con un gran estruendo. Intento aguantar la risa, pero es difícil. Se me escapa.

—Perdona —digo, sonriendo—. No pretendía asustarte.

Él se levanta y se limpia las manos en los vaqueros.

—Deja que te ayude. Lo siento de veras —le digo, estirando la mano para quitarle unas basuritas que quedaron en su espalda.

Él se aparta y saca su móvil del bolsillo. Escribe algo, y entonces me habla enojado, lo cual me sorprende.

—¿Qué haces aquí?

Yo levanto las manos en señal de defensa y sonrio

—Te estaba buscando.

Él se encoge de hombros y hace una mueca, como para decir «¿Para...?».

—Sólo porque sí, se me ha ocurrido venir a decirte
"Hola Leo".

Hay algo en Leonel que me intimida un poco. Tal vez sea su altura. Quizá la maneraen que sus ojos ahora parecen analizarme concienzudamente, o que siempre parece estar a la defensiva, quién sabe.

Escribe algo más en el teléfono pero vuelve a hablar.

—Vale, pues ya lo hiciste. Te dije que lave la chaqueta, no tienes de que preocuparte, ahora vete. No necesito que nadie venga a saludarme.

Es maleducado. Pero yo soy orgullosa, así que aunque analizo el irme termino quedándome. Pero aún en el fondo de mi mente tengo miedo de que me haga daño. No sé nada sobre él ni sobre su estado mental, sólo por sus actitudes que es algo introvertido pero hasta donde yo sé podría ser un psicópata o sociopata. Lo dudo muchísimo, pero siempre hay una parte de mí que piensa lo peor por ver tantos programas policiacos con Melissa.

Así que cruzo los brazos sobre el pecho y trato de sacar otro tema para conversar

—Y... ¿De qué escuela venías tú? ¿Es de por aquí o también vienes de otra ciudad?

—¿No me entendiste o eres sorda? Vete

—Estoy tratando de ser amable, cosa que al parecer no va mucho contigo tonto

—¿Se le llama amabilidad a meterte donde no te llaman? ¿Despertar a la gente? Ah, y te recuerdo que la tonta eres tú por no saber caminar

—No era mi intención asustarte y lo de ayer fue un accidente. En serio.

—Primero no me has asustado. Y segundo no me importa si eres propensa a accidentes sólo quiero que me dejes y te vayas.

Rayos, no, no, no. Aún puedo aferrarme.

—Si no te asustaste entonces ¿Por qué te caíste? ¿No serías tú el propenso a accidentes?

—Creo que tú no conoces lo que es el equilibrio, investigálo. Una vez que sepas qué significa sabrás que me caí simple y sencillamente porque lo perdí por un momento gracias a ti y tu amabilidad —ahora me copia y hace comillas con sus manos

Sé que está intentando parecer grosero y sarcástico, pero no le está saliendo así, de hecho me provoca cierta gracia y empiezo a creer que quizá sí que podamos ser amigos.

Pero no quito que sigue intimidándome un poco. Tal vez sea culpa de su manera tan soberbia de pararse, o por su cicatriz; lo que sé es que hay algo en su mirada que es acerada y fría.

—Como quieras Leo. —He decidido que no voy a presionarlo, sé lo que se siente así que me marcho y lo dejo

—No me llames por mi nombre —dice en voz alta

—Okay Leo —me burlo

Es como un acertijo y por mucho que lo llegue a negar, me encantaría darle solución a Leonel Harrison. El intento de hoy no salió tan mal, ya veremos mañana.

   >>Viernes. ¿Aún es intento?<<

En la escuela realmente no me pude acercar a él, en la mañana llegó tarde, en el almuerzo estuve conviviendo con los demás amigos de Astrid y no quise desaprovechar la oportunidad de conocer a más personas así que no lo fui a buscar; y en la salida él se fue más rápido que de costumbre.

Así que consideraba que hoy había sido un día fallido en mi misión de acercarmele.

Pero lo bueno del día es que había encontrado trabajo ¡Yei!

Astrid me comentó que en el centro había muchos establecimientos que buscaban gente así que ahí estaba, en el corazón de San Francisco, tenía que admitir que era realmente bonito.

Pasé toda la tarde presentándome en diferentes lugares pero el que mencionara que podía trabajar medio horario por sólo tres días me lo complicaba; no encontraba nada y a estas alturas ya estaba algo triste.

Pero entonces el pequeño gastropub "YESSI" apareció ante mí como un milagro y juro que hasta pude sentir el airesito de alivio en mi cara como en aquellos programas mexicanos. Resulta que Clay, el dueño y también cocinero del lugar, ya tenía a alguien más que le ayudaba y trabajaba ahí, Ginna, pero ahora ella estaba embarazada y requería trabajar menos tiempo. Adivinen... ¡Sí! Yo era perfecta para el puesto.

Sería la mesera y limpiaría, y los días que acordamos  serían lunes, miércoles y viernes. Ginna sólo trabajaría martes y jueves.

Para cuando me dirigía a la parada de autobús para irme a casa ya empezaba a oscurecer.

Mientras miraba al horizonte esperando ver que pronto apareciera mi transporte sentía la sensación de plenitud y un pequeño destello de felicidad.

—Perdone, ¿Qué es lo que acaba de decir? —La voz con atisbos de enojo de un joven que le hace una pregunta a la bocina de su teléfono me hace voltear rápidamente.

Conozco esa voz.

Levanto la vista y observo la escena con disimulo. No lo veo bien porque está a contraluz, por lo que solo puedo vislumbrar su silueta. Pero reconozco la camioneta estacionada.

Mientras escucha lo que le dicen por llamada saca un cigarrillo del bolsillo de su pantalón e intenta encenderlo, pero el viento se lo impide. Así que se obliga a girarse y es en ese preciso instante
cuando consigo ver su rostro.

Está igual que siempre, con su cabello negro desordenado, ropa oscura, expresión de que odia todo lo que le rodea... Sólo cambia un pequeño detalle: no lleva ninguna sudadera o chaqueta, lleva los brazos descubiertos, y descubro que tiene dos tatuajes, uno en cada brazo. Un alambre de púas alrededor de su bíceps derecho y una figura que no alcanzo a distinguir en el antebrazo izquierdo.

Una vez consigue prender el cigarro, le da una calada

—¡Pues yo le pido que haga bien su puto trabajo que para eso pagamos! Si no puede con lo encomendado solo avíseme, puedo conseguir a alguien más.—ducho esto cuelga y le da una patada a la llanta de su camioneta en un gesto de frustración.

Tengo nervios y eso hace que dude entre acercarme y hablarle o no.

Finalmente me armo de valor y camino hasta su encuentro. Lo hehecho tan rápido que ni siquiera he pensado en qué decir. Cuando me doy
cuenta, estoy parada justo delante de él.

—¡¿Es malditamente enserio?! ¿Tú otra vez? ¿Acaso me acosas?

Suelto una carcajada

—Eso quisieras, ni que tuvieras tanta suerte

—Entonces ¿Tienes algún problema? —me pregunta con una voz grave

Su cara es de asombro e irritación.

—Perdona, te ví y sólo quise venir a saludarte—He dicho lo  que me ha pasado por la cabeza. Que tonta

—¿Tienes algún fetiche con "saludar" a las personas?—Su forma de hablar es demasiado seca. Se nota a kilómetros que no quiere seguir con la conversación

—¿Y tú con tener esa cara de estirado todo el tiempo? —contesto mientras me tomo la libertad de recargarme en el cofre de su camioneta

No me contesta, sólo se voltea, le da la vuelta a la camioneta y abre la puerta del conductor dispuesto a marcharse

—¿Tanto te molesta mi presencia? —pregunto indignada.

—Sí.

—¿Sí?

—A parte de todo ¿Estas sorda? ¡Sí, sí molestas!

—Pues en ese caso supongo que no tengo porqué volver a hablarte.

—Te estabas tardando.

Bien, eso a dolido.

—Tranquilo, puedes quedarte, ya me marcho —digo firmemente y de hecho es verdad, mi autobús se acerca

—Gracias y por favor no me vuelvas a dirigir la palabra —responde elevando el tono de voz mientras se sube a la camioneta

Leonel parece no tener ningún tipo de interés en entablar relación con nadie, es irritante y descortés.

Decepcionada empiezo a alejarme y antes de subir al camión me despido

—¡Adiós imbécil!

~~~~~~~~~~

Cuando me doy cuenta la clase ha terminado, salgo de mi letargo de recientes recuerdos y sacudo mi cabeza rápidamente para despejarme.

—¿Has entendido la tarea que ha dejado el Papu? —Pregunta Astrid acercándose a mi lado

—¿El Papu? ¿Tarea? —¿Qué?

El Papu, el profesor de Tutoría. Era nuevo cuando recién entramos al primer semestre y hasta antes de que llegara Julio era el más papi de por aquí... Ya sabes —menciona sugestivamente

—Ugh, no, no está para nada guapo. Tiene la cara llena de barros y los brackets a su edad no le ayudan

—No dije que fuera guapo ¿Pero le has visto esas asentaderas y lo que se carga de frente?

—¡Qué asco! ¡No!

Astrid empieza a reírse a medio pasillo

—No seas mojigata

—No lo soy, pero ¿En serio?

—Bueno, al menos ya sabes quién es El Papu... Pero bueno, ¿Entendiste la tarea?

—Realmente no, no estaba prestando mucha atención

—¿Y quién sí? Por Dios, yo podría explicar mejor el uso de cada método anticonceptivo —dice muy orgullosa de sí misma— Por algo mis padres son médicos.

No sé que responder, así que sólo me sonrió.

—Como sea, si averiguó la tarea te aviso ¿Va?

—Va, muchas gracias. —me acerco y la abrazo rápidamente— Ahora me tengo que ir, no quiero llegar tarde a mi primer día, se ve que el jefe es algo exigente.

—Ok —termina el abrazo y levanta los puños en señal de triunfo— ¡Suerte chica!

~~~~~~~~~

Mientras iba rumbo a mi centro de trabajo pensaba en otras formas de acercarme a Leonel, ¿No es raro que a veces entre más rechazo sufres por parte de una persona, más te aferras a la esperanza de que llegue a verte como algo más que alguien sin importancia?

Esperaba que nunca me pasará con un chico que me guste, apuesto a que eso sí que ha de doler.

~~~~~~~~~~

Ya en el lugar me cambio de ropa y me pongo el uniforme: una chalequillo rojo y un mandil azul marino, casi negro, a la cintura. Me recojo el pelo en un moño y me coloco el gorro, asegurándome de que me tapa las orejas. Y empiezo a atender mesas, recibir pedidos y limpiar todo.

Poco a poco, el ritmo de trabajo se va incrementando hasta que, a eso de las 17:00pm se convierte en una auténtica locura.

—Bianca, Bianca, Bianca… más rápido —me ordena Clay.

Está removiendo una gigantesca olla con sopa de cangrejo con camarones, mejillones y almejas, uno de los platos más típicos de por aquí. Los platillos que van saliendo han llenado la cocina de un olor sencillamente delicioso.

—Tienes que darte más prisa —repite.

—Sí, chef —respondo— Y dígame ¿Siempre es así el ritmo?

—Estas en el mejor restaurante de la ciudad, por supuesto que es así —dice guiñándome un ojo antes de volver a la plancha

El murmullo en el comedor se suaviza de a ratos, pero se vuelve continuo. Las voces de los trabajadores se entremezclan con los cubiertos chocando contra los platos. Me gusta. No dejo de recibir las ordenes, llevar y traer charolas y sacudir en todo el día.

Sigo así hasta que dan las 19:00pm, mi turno ha terminado. En definitiva es cansado y agobiante. Es cansadamente agobiante.

Cuando salgo de "Yessi" siento todos mis músculos entumecidos, sólo quiero llegar a casa, darme un baño e irme a dormir. Pero aún tengo que llegar a hacer tarea; así que le mando mi ubicación a Melisa y le aviso que ya salí de mi turno para proceder irme a mí ya conocida parada de autobuses.

Voy caminando paso a pasito mientras me subo el cuello de la chaqueta marrón. Me frotó las manos congeladas y exhaló mi cálido aliento sobre ellas tratando en vano de calentarlas. Eran finales de septiembre y las temperaturas ya empiezan a bajar.

Ya ha oscurecido y estoy a cuadra y media de la parada, reprimiendo un estremecimiento, echó un vistazo a la calle estrecha y angosta por la que me he metido. Me doy cuenta de que no me resulta familiar.

—Maldita sea—farfullo fastidiada. ¿Dónde estoy? aún

Aún no estoy muy familiarizada con los alrededores.  Definitivamente en esta callejuela, flanqueada por enormes edificaciones grises, sucias y podría jurar que abandonadas no iba a llegar a donde me dirigía en un principio. Me abraza a mí misma y sigo caminando, esperando encontrar alguna bifurcación en la que pueda vislumbrar una calle más llena de vida. La zona tiene toda la pinta de estar abandonado desde hace ya tiempo. Las construcciones no son más que antiguas viviendas obreras, apiñadas, con materiales de poca calidad y escasa estabilidad. Las ventanas estanrotas y descuidadamente tapiadas en algunos casos. Las puertas roídas y las paredes oscurecidas, posiblemente por el humo contaminado que alguna fábrica antiguamente cercana una vez desprendió. Las diminutas aceras, apenas lo suficientemente anchas para que una persona pudiera caminar sobre ellas, estaban llenas de suciedad y algunas hojas arrugadas de periódicos viejos.

Lo mejor que podía hacer era salir de allí. Todos saben que los drogadictos, mendigos y pandilleros suelen refugiarse en esas casas abandonadas al caer la noche, y aunque llevo polvo pimienta en el bolsillo no me siento segura en este lugar.

Decido regresar por donde había venido, pero tras caminar durante unos cuantos segundos, me doy cuenta de que no sabía cómo había llegado hasta allí. Me había distraído y ahora estaba perdida ¡Genial, que tonta!

Algo asustada e intranquila saco mi teléfono y enciendo la linterna para orientarme un poco Al final, aferrando el teléfono con fuerza, resuelvo a tomar la primera calle que encuentre y en cuanto tuve la oportunidad así lo hice.

La nueva callejuela era tan angosta y curva que no podía ver el final, y bastante más estrecha. No tenía mucho mejor aspecto que la anterior, y el asfalto que la cubre esta lleno de baches, desgastado  y abierto en algunos lugares. Apreté aún más el celular y continue avanzando durante unos minutos, experimentando la creciente sensación de ser observada. A estas alturas ya tenía ganas de llorar, creo que era momento de llamar a Melissa.

El lugar parecía desierto y tratando de contener mi nerviosismo, aprete el paso todo lo que pude sin llegar a correr. Solté un grito y me asusté muchísimo cuando sentí algo que paso corriendo por encima de mis pies, cuando mire me di cuenta de que había sido una sucia, desgarbada y esquelética rata. Sigo tratando de contener las lágrimas respirando hondo en repetidas ocasiones. Observo que la rata salió de la planta baja de un deteriorado edificio, cuya "puerta" consistía en unas cuantas tablas de madera atravesadas y mal clavadas que trataban inútilmente de impedir la entrada. Yo hubiera podido pasar tan sólo con agacharme, si es que lo hubiera querido. Cosa que ciertamente no deseaba.

Lo único que quería era largarme de allí cuanto antes.

Ni bien di un paso más escuché un ruido, como de algo pesado arrastrándose por el suelo a mi derecha. Concretamente, dentro del edificio abandonado del que había salido disparada la rata.

Ok, definitivamente era hora de llamar a Melissa.

No hay señal. ¡CARAJO!

De pronto tuve un extraño presentimiento que hizo que el vello de la nuca se me erizará y mi respiración se acelerara. Tenía que armarme de valor.

—¿Hay alguien ahí? —pregunte a la nada. No obtuve ninguna respuesta, pero tras unos segundos volví a escuchar ese sonido que parecía alejarse de mí apresuradamente por el interior de la casa. Tragando en grueso, me dije a mi misma que me estaba comportando como una niña asustadiza, y que posiblemente lo que había asustado a la rata era un gato, puede que incluso un perro callejero.

O no.

Me mordí el labio inferior con inquietud y tarareando en voz muy bajita mi canción favorita para tranquilizarme, y con mi teléfono fuertemente sujeto en la mano, me acerque a la puerta tapiada y eché un vistazo con cautela al interior del edificio por encima de un tablón de madera mal clavado.

La estancia era una especie de hall, lleno de suciedad, telas de araña y sumido en las sombras. No había ni un solo mueble y la pintura de las paredes que algún día debía de haber sido blanca, ahora estaba desconchada, revelando el tabique de hormigón en algunas zonas.

Y entonces lo ví.

Una sombra replegándose hacia la oscuridad que arrojaba una columna a uno de los lados del hall.

Abrí la boca para preguntar quién estaba ahí, pero de algún modo supe que no obtendría respuesta. Fuera quien fuera, o lo que fuera, que estuviera allí no iba a mostrarse ante mí.

En un ataque de valentía, o locura, según se mirase, me colé bajo los tablones atravesados que franqueaban la entrada y comencé a adentrarme en el lugar.

Camine un par de pasos, ahora con el polvo pimienta listo para ser disparado en alto, preparada para 'disparar' a la mínima que algo o alguien se moviera, pero lo que quiera que se había ocultado, no se movió, ni mostró. Con cautela, seguí avanzando hacia la columna, rodeándola a una distancia prudencial para ver lo que ocultaba y sentí que el corazón se me paraba en seco cuando vislumbré una figura oscura apoyada con aire indolente en el poste.

Una figura familiar.

—¿Leonel? —musité con voz temblorosa. El susodicho giró el rostro y eso me permitió ver algo más que su perfil, y la escasa luz que se filtraba por la puerta tapiada cayó sobre él.

Era él, sin duda. Alto, delgado, con su rostro más pálido que de costumbre, el negro pelo despeinado y con su capucha negra, aunque en esta ocasión estaba rota.

Parecía un vago, un ladrón, en lugar del chico inteligente y reservado con el que había intentado entablar una conversación toda la semana pasada Se veía casi igual que siempre, pero había algo que no sabría definir que estaba diferente, quizás sus vibras jajajajaja ¿Desde cuando piensas en las 'vibras' de los demás Bianca?

Hubo algo que me dejó sorprendida: Con la poca luz que entraba, después de casi un mes de conocerlo descubrí que el color de sus ojos no era el azul iceberg que yo creía, eran color gris, lo que creaba la confusión era que su iris tenía notas azules y ellas eran las que sobresalían. Wow.

Hubiera jurado que habían pasado años antes de que me diera cuenta de esto. Pero ahora tenía que centrarme y no distraerme con sus espectaculares ojos.

Estaba ahí, erguido frente a mí como un príncipe de la calle. Sucio, pero con el mismo porte orgulloso.

—Veo que tenía razón, me sigues. Prepárate para una demanda por acoso —dijo arrastrando las palabras con tono de superioridad.

El primer pensamiento que tuve fue pedirle una disculpa y explicarle que no era así, no obstante, no tenía por qué darle explicaciones y no le daba confianza.Había varias cosa que no encajaban, como el aspecto que él tenía por ejemplo.

—No te sigo, me he...perdido —contesté sintiéndome ridícula. ¿Qué hacía él con esas pintas y en un lugar como ese? ¿Y si vendía drogas? ¿O era maleante?—¿Tu qué haces aquí?

—Estaba esperándote.

—Hablo en serio —le replico frunciendo el ceño ante la ironía que destilaba en su voz.

—Sólo lárgate de aquí. Este no es lugar para ti. Vete y olvida que me has visto —dijo él con su habitual tono de prepotencia. No obstante, puede percibir algo más en su voz. ¿Miedo?

¿Por qué estaba él en ese lugar? ¿Estaba ocultándose de algo? ¿De alguien?

Tal parece que se dió cuenta de la deducción que estaba haciendo, y se incorporó de la columna con brusquedad, supongo que con la intención de intimidarme con su altura. Pero en cuanto despegó la espalda de la columna, un profundo dolor le atravesó, haciéndole doblarse en dos. Tuvo que aferrarse con fuerza a la columna para no caer de rodillas y arrugó el rostro en una mueca de dolor, sintiéndolo con demasiada intensidad para importarle que la sangre sucia lo viera.

—¿Leonel? —murmuro asustada

Aferrado a la columna, se dejó caer poco a poco hasta que sus rodillas tocaron el suelo suavemente y respiró con desesperación, tratando de calmar el dolor que, se veía, le llenaba.

—¡Leonel! —exclamé esta vez, arrodillándome a su lado con preocupación. ¿Qué demonios le ocurría? —¿Estás herido?

—Déjame en paz, fuera de aquí ¡Ahora! —repitió con todo el desprecio del que fue capaz. Le miró dolida, no obstante, no obedecí su orden sino que alargue una mano hasta él, y antes de que pudiera hacer nada para impedirlo, subí un poco el borde de su sudadera revelando una camiseta azul llena de manchas oscuras.

—Sangre —susurré y le miré con gesto preocupación —Estás herido. Tengo que llevarte a un hospital... —le fue poniéndome en pie.

—No —se negó mirándome desde el suelo.

—Lárgate —siseó con amenaza, cubriéndose con la capucha.

—Pero... —musité sorprendida —Estás herido...tienes que ir al hospital...

—¿Es que no lo entiendes? ¡Sólo lárgate de aquí! No te quiero ver y no quiero tu ayuda. ¿Quieres llevarme al hospital? ¿Tú? Que a leguas se ve que acabaste aquí extraviada —replicó, incapaz de contenerse— no lo creo, mejor ayudate a ti misma y déjame en paz

—Pero...

—Ya cállate —respondió entre dientes y se estremeció como si una corriente de aire frío le hubiera lamido la nuca.

—¿Por qué no dejas de ser tan borde? Hazme caso, ven, le llamaré a mi hermana y veremos qué hacer

—¡Que no! —ordenó mirándome fijamente, y luego giró el rostro para que no pudiera ver su expresión de modo que mechones de pelo despeinado y sucio le cayeron sobre los ojos.

—¿Por qué? —preguntó Hermione en voz baja.

—No es asunto tuyo, chismosa, pero mientras estés cerca de mí corres peligro. Así que si sabes lo que te conviene, te largarás y no le dirás a nadie que me has visto.

—Pero... no puedo dejarte aquí herido...

—No quiero tu compasión, ya suficiente con que tenga la desgracia de haberte visto aún fuera del horario escolar—respondió él mirándola con desprecio —Tú y yo no somos amigos ¿De acuerdo? No me debes nada, así que despreocúpate y ya vete.

—Sé bien que no somos amigos, pero no puedo dejarte aquí —respondí tratando de mostrar que no estaba siendo afectada por su declaración y el insulto que me dedicó —Si no quieres ir al hospital, puedo acompañarte hasta tu camioneta o...

—Muy buena idea —la interrumpió él con voz cargada de ironía — quizás al tratar de llevarme te tropiezas y vuelves a empujarme o tirarme. O terminamos perdidos. No, no, no, espera peor aún, nunca te callarías ¿Verdad?

—Sólo trato de ayudar —no sólo ahora, en verdad quería ser su amiga para ayudarlo, pero ahora me siento lastimada— ¿No tienes un poco de humildad para aceptar que la necesitas?

—Te lo repetiré porque veo que tu reducido cerebro no te llega para entenderlo, no necesito nada de ti, sólo quiero que me dejes en paz y jamás vuelvas a acercarteme ¿Es mucho pedir?

Aprieto los labios. No merece mi amistad. Es una persona detestable y un gilipollas prepotente de mierda. Tenía razón, no le debía nada. No tenía por qué intentar ayudarle. Podría dejarlo ahí tirado y nadie le diría nada, de hecho, él lo prefería.

Había tratado de ofrecerle mi ayuda y sólo había recibido a cambio desprecio. ¿Pero qué esperaba? Ni siquiera el que estuviera herido lo volvía un poco menos orgulloso, lo suficiente para aceptar la ayuda que podría darle.

—Muy bien —dije— Pues quédate aquí entonces. Muérete desangrado o por cualquier enfermedad que te contagien las ratas si es lo que quieres.

Le miré atentamente, esperando a que me contradijera, pero él se limitó a mirar a otra parte, negándose a prestarme atención, me hizo saber cuan indeseable le resultaba mi presencia. Furiosa por su rechazo, bufé y me levanté

—Como quieras —mascullé y comencé a alejarme de él. Me agaché para salir por la puerta y pronto ya estaba fuera el edificio.

Respiré hondo y me propuse salir de estás callejuelas, no podía perder un segundo más si quería llegar a casa cuanto antes.

Sí.

Pero por alguna razón no podía moverme del sitio. No importaba que él me hubiera despreciado, insultado y rechazado una media docena de veces en cinco minutos. Tampoco que toda la otra semana se haya comportado tan desinteresadamente. Simplemente no podía dejarlo abandonado a su suerte, sabiendo que estaba herido. Y sospechaba que bastante más mal herido de lo que él había dejado ver.

Lanzando un bufido de resignación, volví a entrar en el edificio, encontrandolo arrodillado justo dónde lo había dejado. Estaba más encogido que antes, tenía la vista pérdida y temblaba ligeramente.

Parecía próximo a un estado de shock.

—¿Leonel? —le llamé asustada. Lentamente, él movió los ojos hacia ella, pero no parecía verme

—Te he dicho que te largues, Bianca —logró decir con voz espesa.

¿Dijo mi nombre?

Después él se desmayó.

Continue Reading

You'll Also Like

8.7M 1M 53
[COMPLETA] Adam tiene una fascinación por las frases de asesinos. Reachell ama tocar el piano. Adam es reservado y misterioso. Reac...
890K 100K 43
«Las mentiras terminaron, pero las obsesiones se multiplican». Sinaí cree ser la reina del tablero, y perseguirá a su rey a donde haga falta, aunque...
DESCONOCIDO By Alicia Markus

Mystery / Thriller

713K 6.4K 6
UN DESCONOCIDO UN MUNDO DESCONOCIDO UNA CHICA DISPUESTA A CONOCERLO SECRETOS Y UNA PERVERSA VERDAD Portada hecha por la hermosa y talentosa: @Arte...
257K 17.3K 36
Este es un fanfic hecho por aburrimiento , el personaje de brahms no me pertenece . (todo lo que sucede es ficticio , no se debe tomar nada en serio...