La Corona Del Príncipe (+18)

By Monsax18

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|||Terminada (sin editar)||| Hagamos una suma extraña. Un Amo con el título de príncipe + Una sumisa no tan s... More

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Epílogo

LIV

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By Monsax18

Otro larguito y este está tranquilo porque el que sigue es el que va estar fuertecito por unos detalles que al fin saldrán a la luz.

Feliz Lectura…



En el desayuno Samuel se encuentra en su silla mientras Bastián y Logan están a sus flancos, no me molesté en irme a otra silla cuando los hermanos extrañaron a mi esposo, el mismo que dialoga animadamente con el rey de una de nuestra naciones vecinas.

Mis ojos van de vez en cuando a los invitados que intercambian palabras con otros en la mesa, las invitadas de Samuel dialogan con mi madre que se sentó en la mesa por petición del rey. Estoy levemente aburrida porque aquí nadie tiene intención de hablar conmigo y en parte agradezco eso, siento un golpe en la silla y al bajar la vista veo al cachorro de león que quiere bajar a Kuno de mi hombro.

Lía es el nombre que le pusimos a la pequeña invasora, estiró mis manos para alcanzarla y cargarla, la pongo en mis piernas para acariciar el pelaje que me recuerda mucho al de Raya que no sé en dónde está metida, pero eso cambia muy pronto cuando la escucho entrar siguiendo a los perros que se supone Meredith mantenía alejados de ella.

Me pongo de pie dejando al cachorro en mi silla y me pongo entre Raya y los perros que persigue con ganas de matar, debieron hacerla enojar para que esté así de alterada.

—Tranquila—mi tigresa gruñe en advertencia—. Ya, paso—me acerco a ella y sólo bufa porque no la dejé continuar persiguiendo animales—, eso es… ya más tranquila.

Pasa su cabeza por mi costado mientras acaricio su cabeza despacio, niego antes de ir a tomar mi silla para llevarla a la ventana donde me siento con Raya a mis pies y la cachorro jugando entre las piernas de Raya que comienza a lamerlo.

Niego despacio a sus juegos antes de tomarle al jugo de naranja que Kuno trajo con esfuerzo y que milagrosamente no tiro una gota.

Empiezo a tararear una canción con Kuno en mis piernas antes de darle una de las nueces que dejó en mi silla. Le sonrío al mono antes de sentir las manos de Samuel en mis hombros dando un masaje suave que me hace sonreír.

—Mi reina disfruta de sus momentos no tan a solas—cruzo la pierna arriba de la otra.

Extrañaba estos momentos con él, en los que yo podía mandar el mundo a la mierda y él hacerlo conmigo, besa mi cabeza en un gesto tierno que sólo me relaja más en la silla.

—Necesitaba un respiro—es la verdad no le miento—. Me lo diste ayer en la iglesia—Raya se pone de pie para acostarse a mi lado y permitirle a Samuel arrodillarse frente a mí—, la próxima vez que te mueras, me iré contigo.

—Marcus te va a necesitar—toma mi mano para darle un beso en el dorso robándome un suspiro—. Aunque bien podría ser cuando ya seamos abuelos.

—No me arruines la mañana.

Sonríe porque el imaginarme toda una vida con Marcus me cuesta un poco de trabajo, y más cuando fui a revisarlo al despertar, seguía profundamente dormido, el pediatra me dijo que era normal en unos bebés dormir y sólo despertar para comer y avisar para que le cambien el pañal que es exactamente para necesitar llorar avisando sus problemas.

—Me debes un baile, majestad.

—Y tú dejarme descansar por siete meses.

Ríe antes de quitarme el vaso con el jugo y tomárselo de un trago para luego ponerlo en el suelo y tomar mi mano donde mis anillos de compromiso y matrimonio relucen, anoche me los puse de nuevo porque esto es lo que me une a él, mi esposo no tiene el suyo por eso pensamos que mandar a hacer otro sería buena idea.

—En el amor y en la tristeza…

Eso es lo que dice el anillo que tengo en mi dedo, el suyo decía: por siempre juntos.

Él los eligió, yo no soy mucho de traer estas cosas, sin embargo, ame mucho que pensara en una frase que se mantuviera en nuestros anillos de boda.

—Siempre juntos, Samuel.

Me sonríe antes de darme un beso en el dorso, me inclino para darle un roce de labios que él rompe al besarme completamente, al separarse y volver a dónde estaba saca algo de su bolsillo y al dármelo ladeó la cabeza, abro la caja que me dió y es un anillo de compromiso.

—Ya estamos casados, Sam.

—Enviudaste hace siete meses—ladeo la cabeza antes de sonreír con burla y acercarme a él de nuevo.

—Pues un muerto me cogió muy rico anoche—sonríe con malicia antes de poner su mano mi nuca con fuerza en un toque disimulado.

—Tengo ganas de una sesión, preciosa—me muerdo el labio sabiendo a que sesión se refiere—. Tengo interés en saber que tanto placer aguantas sin correrte.

—Eso puedes averiguarlo.

Sonríe negando antes de besarme los labios siendo tan él en ese beso que me roba un suspiro, y pensar que podría pasar mil años sin volver a sentir estos hermosos labios que me encantan y llevan a las nubes en la cama.

Al separarse me guiña un ojo porque ya me puso el nuevo anillo que remplazo a los otros dos.

///

Tocó el piano despacio mientras pienso en la melodía que quiero lograr, cuando tengo una nota la escribo en el cuaderno de música antes de seguir con lo que hago, tocó lo que ya llevo para ir apuntando y borrando cuando algo no me gusta. Samuel está con Bastián practicando arquería, Logan haciendo sus deberes, Liz cuidando de Marcus mientras lo lleno a pasear y yo en mis horas privadas de música.

—Majestad—detengo los movimientos de mis dedos para mirar a la puerta—. La amiga del rey quiere hablar con usted.

Frida.

—Déjala pasar—mi guardia lo hace pero no tengo mucho tiempo para terminar está canción que quiero enseñarle a Bastián a tocar, aunque el bastardo ha venido un par de veces a estar de chismoso.

—No creí que se vistiera así—levanto los ojos para mirar por la ventana entendiendo que traigo puesto un pantalón café para andar en casa y una blusa suelta de las que usaba para andar en la casa de mi padre—. Es extraño.

—Soy una persona normal—respondo sin sonar grosera.

O al menos para mí.

Pongo mis manos de nuevo sobre el piano para buscar la nota que necesito para que esto suene bien y Bastián no se ría de mí porque no quedó cómo predije que saldría.

—¿Cómo se conocieron Dorian y tú?—llevo mis ojos a ella—. Digo, Samuel.

—Era empleada del palacio y…

—Osea que te acostaste con él y te embarazaste de su hijo. Eso no es amor, Natasha.

Arqueo una ceja cuando captó lo que está insinuando de mí… o de lo que siente por Samuel, giro mi cuerpo a ella para verla de frente y escanearla.

Cuerpo dos tres, ojos bonitos y cabello demasiado dañado por el producto que usa para teñirselo, sus ojos son opacos en color y sus dientes demasiado cuidados para una enfermera. Demasiado superficial en ese caso, porque si vives para esforzarte en tu trabajo tus dientes no serían una prioridad.

—¿Por qué no le haces un favor?—esto será interesante—. Déjalo en paz y llévate a tu hijo, deja que Samuel esté con una mujer valga la pena.

—¿Terminaste?

Cruza los brazos antes de que haga algo de lo que tal vez Samuel me va a reprochar después, pero mi marido entenderá que yo no me dejó de nadie desde antes de estar casados y cogiendo felizmente.

—Te diré sólo dos cosas y que te queden bien claras, Frida—la joven se acomoda mientras está parada—. La primera es que aquí en Comarca, acusar a la reina de ramera sin pruebas tiene una pena de diez años. La segunda es que si no sabes nada de mi vida o de la de Samuel no tienes porque abrir la boca y venir a interrumpir mi hora libre para decir lo que piensas.

<<¿Crees qué puedes quedarte con Samuel? Adelante, ve y dile tus sentimientos y si son correspondidos te regalo la corona, pero luego no vengas a llorar por no soportar las nueve o diez horas que tienes que pasar firmando documentos de exportación, revisarlos hasta que la más mínima norma sea realizada, no te quejes si en la noche Samuel no quiere coger porque está demasiado cansado para hacerlo después de soportar al parlamento.

<<Y una cosa más, a Samuel no ocupé seducirlo para que me cogiera… él lo hizo conmigo, me llevo a las Vegas donde nos casamos en secreto lejos de la corte sabiendo en los problemas que nos meteríamos al casarnos aquí.

<<Ve y dile… está a unas cuantas habitaciones de esta con su hermano, supongo que ya debió terminar. O esperalo aquí, le gusta cogerme contra ese sillón porque aprovecha nuestras horas libres para eso.

Se queda callada y es lo que yo tengo para poner las manos sobre mi piano y volver a tocar, no me dice nada mientras muevo las manos por las teclas del piano.

Pero no pasa mucho antes de que Samuel entre en la estancia, saluda a Frida que le da una sonrisa que se ilumina mucho antes de sentarse a mi lado quitándome el cuaderno de las piernas para ver lo que llevo de la música que tengo días haciendo.

—Debe estar quedándote bien—mueve las manos sobre el piano para seguir el ritmo de lo que llevó escrito—. Aquí puedes poner doble de…

—Frida quiere saber cómo nos conocimos para después casarnos—detiene sus manos del piano para mirar a su amiga que debe estar pálida.

No sonrío porque no amerita que lo haga, pero si lo haré cuando le diga que me ama y que se puede ir al diablo con su comentario de llevarme a Marcus y dejar a Samuel para darle chansa a ella.

—Nat, trabajaba para mis padres cuidando de Logan—pongo mis manos en el cuaderno para quitárselo y poner la nota que sugirió—… la force a tomar una hora de lectura diaria conmigo por unos meses, claro que esas horas se iban en conversaciones e iba a interrumpir su trabajo cuando sabía que mi hermano haría algo de la institutriz.

<<La convencí de ir conmigo a las Vegas, la emborraché lo suficiente para que aceptará casarse conmigo—me hago la tonta mientras muevo mis dedos por el piano—. Me enamoré de ella y sabía que ella de mí, pero no… no querría soltarla, así que moví todo para terminar casados y aquí por ley el divorcio no existe en la familia real.

Mis ojos van a Frida antes de guiñarle un ojo con burla y regresar al piano que roba toda mi atención antes de cerrar los ojos y sonreír tocando algo que parece ser divertido en el piano.

—No me habías contado eso.

—No voy por ahí diciendo que fui un idiota que no le pidió permiso a la mujer que amo para casarme con ella.

Abro un ojo para ver qué está dolida y con la esperanza reducida a pedazos.

—¿Qué pasa si te divorcias en contra de tu ley?

Vaya que es insistente.

—Por ley le dejó la corona a Natasha por separarme de ella—sigo con lo que hago—. Y mis hijos tienen derecho a dejarme fuera del árbol genealógico.

—¿Todo por dejar a una mujer?

—Frida, mi nación tiene sus reglas—abro los ojos para mirar a Samuel—. Por eso la obligue a casarse conmigo, sabía que ella no tendría escapatoria de nuestro matrimonio.

—Así de romántico es—Samuel hace un gesto divertido—. Ahora la corona es mía al igual que él.

—Todo tuyo, amor.

Cómo les cayó la Frida?

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