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No salió como pensé... Pero pueden disfrutar del capítulo que les tengo el día de hoy. Nos vemos en la siguiente actualización.

Feliz lectura...

—¿Cuál quieres que te lea?—hace una mueca, piensa en el cuento indicado para hoy.

—¡Jack y los frijoles mágicos!—tomo el cuento y voy a la cama donde el pequeño espera ansioso.

—Bien…

Me siento en el colchón mientras tengo al principito atento a cada fragmento del cuento, además de las cosas que le agrego para que se sorprenda y baile en la cama, poco a poco veo como esos ojos se van cansando de estar alertas, y es una imagen muy bonita, sus ojos se cierran y es mi señal para terminar. Llevo el cuento a su lugar y hago lo mismo de la noche anterior, apagó la luz y salgo de la habitación.

Trago antes de caminar en dirección contraria a la que tome ayer, y con pasos calmados entro en la recámara de Bastián. No hay nadie, pero sí una nota donde pide que me quite las bragas.

Lo hago. Me ato el cabello en una coleta que queda abajo pero que después subo. Escucho la puerta abrirse y luego cerrarse, no me volteo, sólo espero a que entré.

—Obediente—dice con cierto orgullo.

—Gracias.

Toma mis bragas antes de romperlas en mi cara.

—No necesitas estas, mientras estés en mi habitación—trago despacio.

—No he aceptado.

Me guiña un ojo antes de encaminarse a mí y subir mi uniforme con una de sus manos.

—¿Te doy el resumen o ya leíste el contrato?

Me suelta para ir por un par de copas de vino que ya tiene listas, viene a dónde estoy y me da una, la acepto porque esto como dijo él es un negocio.

—Y bien.

—Dame un resumen.

—Bien. El contrato estipula que tú, asumirás el papel de sumisa y yo el de tu Amo—explica antes de servirme más vino—. No puedes meterte con nadie que no sea yo o de lo contrario te voy a castigar o terminaré el contrato; también puedes terminarlo, pero tengo derecho a tener como máximo dos sumisas independientemente de mi título de príncipe—el dinero—. Pero mantente tranquila que sólo le soy fiel a mi sumisa, y más cuando no sabe nada de esto—trago grueso.

<<Al ser mi sumisa tengo derecho a usarte en sesiones en conjunto o privadas—dejo que el vino haga sus efectos al tomármelo de golpe—. Normalmente lo manejo en privado, pero me encanta una en conjunto. Pero ya veré si lo hago o no. Tus palabras clave son rojo y negro. La primera es que no aguantas la actividad y quieres que baje el nivel de lo que estamos haciendo y la segunda… me detendrá en ese momento.

Suena algo que ya he leído en algún lado, pero no recuerdo en donde.

<<Usarás la ropa que yo quiera que uses—dice calmado—y como a mis otras sumisas te llevaré a eventos importantes, y te presumiré como mi nueva pareja pero en el fondo sabemos que estoy exibiéndo a mi mascota sexual. Mis obligaciones como Amo son cuidarte, quererte y consentirte, así como castigarte y reprimirte cuando hagas algo estúpido que te ponga en peligro.

—No creo hacerlo.

—Es por sí acaso—asiento. Me rellena la copa y me sonríe—. Siempre cuido bien a mis mascotas.

No me hace sentir mejor.

—No soy un perro.

—Pero sí una mujer que quiere saber que siente ser amarrada y cogida muy duro—me lamo los labios—. Sigamos… puedes decirme Bastián cuando estemos con personas de sociedad, pero me dirás señor mientras estés trabajando o en una sesión… puedes decirme Amo, señor, daddy, dueño y otras cosas más para alabarme, cosa que dudo que hagas—ladeo los labios por qué tiene razón—. Tengo derecho a elegir los días más convenientes para las sesiones que son tres por semana.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora