VII

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Yo de nuevo, ya me llegó la inspiración aquí jajajaja, así que vayan preparando su cabeza para lo que viene. Besos mis amores.

Feliz lectura…

Despierto temprano porque escucho el sonido de unos pasos afuera de mi habitación, me levanto para ir a hacer de desayunar. Me pongo una bata transparente porque no hay más en mi armario y la orden es no ponerme bragas mientras estoy aquí.

Bajo las escaleras para ver qué Bastián está leyendo algo mientras que en una de sus manos hay una taza de café humeante. Escucha mis pasos y sus ojos son los únicos que se levantan para regalarme una sonrisa de esos bellos labios.

—Preciosa, buenos días.

—Buenos días, señor.

—La comida no se hace sola.

—Lo siento, señor.

Me apresuro a la cocina antes de empezar a llegar a la cocina antes de ponerme a preparar el desayuno. Saco los huevos del refrigerador, seguido del tocino y lo que ocuparé por el homelet.

Preparo el huevo como debe ser y no había notado que Bastián tiene la mirada sobre mí, no ve directamente mis nalgas casi desnudas sino que ve lo que hago, como si fuera a hacer algo en su contra. ¿Qué espera que aparezca en el periódico? ¿Mujer asesina al príncipe idiota? ¿O sumisa asesina a su amo al, envenenar su desayuno?

Dudo que algo así aparezca en primera plana, aunque él siempre aparece en ella con sus modales estúpidos y borracheras de fines de semana, además de que le vale una mierda el no heredar la corona del país.

—¿Por qué terminaste con el idiota de tu ex?—detengo mis labores para ver a Bastián mirarme sin mala intención.

—Porque…—me da cosa decirle, pero sé que de no hacerlo me azotará las nalgas hasta dejarlas como anoche— me fue infiel, señor.

Se queda callado y yo arreglo ese silencio como algo bueno. O tal vez algo malo. Me entretengo con el desayuno que olvidó la desnudez de mi cuerpo en la parte de abajo, aunque de vez en cuando la tela me dice que no hay nada que evite el contacto con mi piel.

Terminó y le llevo el plato a Bastián que deja el periódico para ponerle atención al plato que hay frente a él.

—Hace mucho que no me daban uno de estos—trago despacio.

Estoy segura de que lo va a tirar al suelo, y que me dará una tanda de gritos que me harán llorar y maldecir despacio, toma el tenedor para partir un poco, le puse del queso que había aquí, además de que dore tocino y se lo puse al lado. Me siento orgullosa de mi desayuno, pero al parecer no le pareció a mi amo. Pero finalmente empieza a comer y mi miedo se dispersa al verlo comer de manera calmada, pero algo parece inquietarlo. No sé que puede ser, le di café, jugo, y el desayuno tal y como se hace en el palacio.

—Preciosa, házme el favor de sentarte en la mesa y abrirme esas bellas piernas que tienes—trago despacio.

Hago lo que me dice.

Me siento en la mesa, pero sus ojos me dicen que debo estar arriba del bonito comedor. Maldigo en mi cabeza antes de acomodarme cómo quiere, abro las piernas despacio, y me detengo a una distancia prudente.

—Parece que te da pena mostrarme lo que ya penetré anoche—estoy contestarle cuando sus manos toman mis extremidades y las abren dejando a buena vista mi vagina—. Húmeda sin penetrar… ¿Te excitas pensando en lo que hicimos anoche, mascota?

Odio tanto el que me haya dicho mascota, pero no puedo hacer nada, no cuando sé que puede castigarme y que yo le permití decirme cómo quiera con firmar los documentos de amo y sumisa.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora