Carne de Cañón

By JavierPaissan

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El temor mas grande de la Humanidad se ha vuelto realidad; miles de flotas Zentradi realizan un ataque masivo... More

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Parte 2
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
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Parte 20
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Parte 31
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Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38

Parte 3

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By JavierPaissan

El hombre se presentó ante Ximena como el Doctor Reiss y le informó que a continuación debían realizar una entrevista con motivo de su evaluación psicológica. Ambos dejaron atrás el parque que se extendía por detrás del enorme edificio del hospital y entraron a una de las alas que se extendían hacia el este del complejo. Pronto el silencio que reinaba en aquellos largos pasillos y salas hizo comprender a la joven que se encontraban en un área del hospital destinada a la recuperación de pacientes psiquiátricos. No vió a muchas personas allí, solo un par de enfermeros y algún que otro paciente caminando por los pasillos siempre junto a un acompañante.

Tras caminar un rato por las diferentes áreas, llegaron a una serie de oficinas ubicadas en la planta baja del edificio. De inmediato se dirigieron a la única que estaba abierta y tenía a un efectivo de la policía militar de guardia junto a la puerta. El soldado saludó tanto al Médico como a Ximena y permaneció allí mientras ellos dos entraban a la oficina.

—Por favor tome asiento. —pidió el profesional mientras colgaba su saco en una de las perchas. La joven asintió en silencio y se sentó en donde le había indicado el hombre.

El consultorio no era muy grande y solo disponía de un gran escritorio con dos sillas. Ximena no vió más muebles que aquellos y un par de macetas con plantas de interior a cada lado de las paredes. Una ventana daba hacia el exterior pero estaba velada por unas cortinas de plástico que apenas dejaban pasar unas tenues líneas de luz.

El Doctor Reiss encendió las luces y se sentó frente a Ximena.

—Prepararé su Dossier y podremos comenzar. ¿Cómo se encuentra, Teniente?

—Bien, Señor. —respondió la joven.

—Excelente. El día está hermoso así que espero que haya podido aprovechar su pequeño paseo.

Mientras decía aquello el hombre hizo un gesto sobre el mueble y un teclado surgió de la superficie pulida al mismo tiempo que una pantalla holográfica aparecía en la pared a su izquierda y se curvaba levemente para que ambos pudieran ver su contenido fácilmente.

—Su médico dice que su estado de salud es óptimo y que no es necesario que permanezca aquí más tiempo del necesario... una vez que termine su evaluación podré firmar su certificado de alta hospitalaria. —explicó sin dejar de manipular el teclado.

—Muchas gracias por su ayuda. —respondió Ximena haciendo una pequeña reverencia.

El profesional tardó algunos minutos más en abrir su Pad personal y ordenar los documentos que necesitaba. Ximena observó que se trataba de informes y fichas sobre su legajo personal de la fuerza. Algunos hasta tenían la leyenda de «Confidencial» impresa en ellos, pero lo que realmente preocupó a la joven fué lo que hizo el hombre al culminar de ordenar sus documentos.

—Con su permiso. —dijo mientras extendía la mano hacia la otra punta del escritorio.

Una pequeña rendija se abrió en la superficie de madera y una caja negra con una serie de botones emergió desde el interior del mueble.

El Doctor Reiss presionó uno de los botones y una luz roja se encendió en las entrañas del dispositivo. El pequeño punto rojo parpadeó varios segundos y finalmente quedó encendido como una lejana estrella roja en las profundidades del espacio vacío.

Ximena por supuesto sabía lo que era aquello. Era una caja negra destinada a grabar la conversación de las personas que estaban en la habitación, algo que solía usarse en interrogatorios y tomas de declaraciones en la milicia.

—Bien. —dijo el hombre cruzando las manos sobre la mesa. —Como ya le he informado, he sido designado para evaluar su estado actual y poder finalizar su internación. Hay una serie de requerimientos y un protocolo que debemos seguir para ello, pero espero que podamos terminar todo en una sola entrevista.

—Gracias. —respondió nuevamente Ximena.

El hombre tomó uno de los archivos digitales de su pad y haciendo un gesto con el dedo lo arrojó hacia la pantalla de la pared. —Teniente Primera Ximena J. Hernandez. Actualmente en servicio activo con asiento en el Escuadrón Púrpura de Enlace Situacional de la base New Dallas en Edén. Lugar y Fecha de Nacimiento: Planeta Edén el Cuatro de Abril de 2043. Fecha y lugar de enrolamiento: Planeta Edén, Veinticuatro de Enero de 2062.

Ximena escuchaba en silencio y cada tanto asentía con la cabeza.

—Catorce misiones voladas, catorce completas, tres de ellas expuestas a fuego enemigo, cuatro derribos confirmados.

La joven se movió nerviosa en la silla. Al parecer no habían actualizado la base de datos con los resultados de la última batalla.

—Los informes de sus superiores hablan muy bien de su desempeño. —observó el médico mientras pasaba las hojas con un gesto del dedo. —Su comportamiento también ha sido ejemplar, sin ningún tipo de observación o marca en su expediente.

Acto seguido el hombre cerró el documento y buscó otro en su pad. —Creo que su historial habla de forma excelente de su capacidad profesional, Teniente. —dijo el médico mientras volvia a mover el archivo de lugar. —Será mejor que nos centremos directamente en lo sucedido en su última misión. —dijo.

Ximena reconoció de inmediato el reporte que había escrito el día anterior, pero vió que había sido intervenido. Muchos de los párrafos del documento estaban remarcados con varios colores, incluso algunas palabras estaban señalizadas con un circulo rojo, como si fueran mas importantes que otras.

—Me gustaría hablar sobre ello. —continuó el hombre. —Por supuesto he leído su reporte, pero quisiera escuchar lo sucedido con sus propias palabras... en persona. ¿Podría volver a contar lo sucedido? —preguntó el Dr.Reiss mirandola directamente a los ojos.

Ximena tragó saliva. —Por supuesto. —dijo sosteniendo la mirada. —No tengo nada más que agregar a mi reporte escrito, espero que no sea ningún problema.

—Adelante. —pidió el hombre.

Ximena narró entonces los hechos que habían precedido a la batalla, pero esta vez el Doctor Reiss la escuchaba atentamente y cada cierto tiempo la interrumpia para pedir algún detalle sobre lo que estaba contando. Ximena notó que el profesional estaba particularmente interesado en su interacción con la Oficial Fontaine y lo que había sucedido desde que la oficial había comenzado a comandar a los drones desde el asiento trasero.

Si bien los detalles todavía estaban algo confusos en su mente, pudo volver a contar los mismo hechos agregando algunos detalles que había obviado en su reporte y que había recordado a medida que las preguntas del Doctor Reiss la hacian volver a pensar en algún asunto en particular.

El hombre la escuchaba atentamente y tomaba notas cada vez que Ximena mencionaba sus conversaciones con sus dos compañeros. Tras finalizar su relato, la joven se reclinó hacia atrás y cruzó las manos sobre el escritorio. —Es todo lo que recuerdo hasta que perdí el conocimiento. —aseguró.

El Doctor dejó su lápiz óptico a un lado del Pad y usó el dedo para hacer algunos gestos sobre la interfaz de archivos. Luego levantó la vista y miró a la Teniente largamente en silencio.

—¿Doctor? —preguntó Ximena.

El hombre suspiró y tomando el Pad con una mano se lo alcanzó. —Este es el reporte oficial de la misión que ha sido aprobado por el archivo. Por favor léalo atentamente.

Ximena tomó el aparato y activó la pantalla extendida. El documento se elevó desde la pantalla y se desplegó frente a sus ojos, entonces comenzó a leer.

Se trataba de un documento destinado a los Altos Mandos, ya que incluia información de la misión que pilotos como la Teniente Hernandez no podían acceder generalmente. Cada reporte de las diferentes etapas de la misión estaban detallados con los nombres de cada uno de los escuadrones participantes y cada uno de ellos podía, a su vez, expandirse para mostrar planes de vuelo y órdenes individuales. Aquel informe contenía los planes estratégicos y de batalla que los especialistas debían investigar para determinar los cambios a realizarse en futuras misiones basado en la experiencia allí recopilada.

—Aquí hay un error. —señaló Ximena en cuanto sus ojos se posaron en el detalle de la composición de su escuadrón.

—¿Un error? —preguntó interesado el Doctor Reiss. —¿Podría explicarse?

La joven expandió una de las listas y con un gesto de la mano la envió al centro de la mesa. —Aqui, en el listado de aeronaves... la asignación de pilotos es incorrecta.

—¿Puede indicar el error?

—EW012 y EW017 son las aeronaves asignadas a nuestra ala. —explicó Ximena. —Pero aquí figura que EW017 no estaba tripulada y era operada remotamente.

—Prosiga.

—Yo estuve al mando de EW012 con la oficial Fontaine como RIO, mi Compañero, el Oficial Mifuda era quien pilotaba EW017. —afirmó desplegando los diagramas en donde aparecian ambas aeronaves. —También es incorrecto el armamento instalado en nuestras aeronaves.

El Doctor Reiss tomó el listado y con su dedo seleccionó el número de reporte. Una nueva ventana se abrió con los datos de la asignación de armamento para la misión. —Estos reportes están firmados por los Oficiales encargados de la preparación de cada una de las aeronaves que participaron en la misión. —dijo. —La asignación de armamento por los encargados de la planificación, la carga del mismo y el chequeo final previo al despegue están debidamente registrados en cada una de estas firmas. De existir una discrepancia en alguna de estas etapas de preparación, estos documentos no estarían firmados. ¿Lo entiende?

—Si Señor. —respondió Ximena. —Aún asi estas naves como figuran aquí no reflejan lo que mis compañeros y yo misma utilizamos durante la misión.

El hombre la volvió a mirar con gesto inexpresivo. —De acuerdo... volviendo al tema de las aeronaves... ¿Usted afirma que el VF-171 equipado para vigilancia y rastreo estaba pilotado por el fallecido Oficial Mifuda?

—En efecto. —respondió Ximena.

—Y que en el VF-171 S2 que usted pilotaba, la posición de RIO era ocupada por la Oficial... Fontaine ¿Eso es correcto?.

—Asi es.

Sin decir una palabra, el Doctor Reiss tomó su lápiz óptico y lo utilizó para tocar una de las ventanas de información del componente de escuadrones. Tras seleccionar el listado de pilotos correspondientes al Escuadrón Púrpura se volvió nuevamente. —¿Podría buscarse a usted y al resto de su ala en esta lista? —preguntó tras dejar el listado frente a los ojos de la joven.

—Entendido.

Ximena usó su dedo para deslizar la lista hasta que vió su nombre y el de su compañero en la misma. —Aquí. —dijo.

—¿Podría ahora buscar a su RIO?

La joven volvió a repetir el procedimiento, pero al llegar a la parte inferior de la lista no pudo localizar el nombre de su copiloto asignada a aquella misión.

—Es... extraño. —dijo. —Con su permiso, volveré a revisar la lista.

—Adelante.

Tras revisar minuciosamente la lista por segunda vez era claro que el nombre de la Oficial Fontaine no estaba en aquella lista. Suspiró y sacudió la cabeza. —No puedo encontrar su nombre. —reconoció.

—Ya veo. —dijo Reiss apagando la pantalla. —Me gustaría hablar sobre esta... "Discrepancia" entre sus recuerdos y la documentación oficial sobre la misión. ¿Qué opina sobre ello?

Ximena miró al hombre directamente a los ojos. —Nuestro Escuadrón forma parte de una sección restringida de la Fuerza. —respondió la joven con voz firme. —No sé cual sea la razón por la que el Alto Mando desea mantener en secreto los detalles de esta misión y considera necesario alterar estos documentos, no me corresponde a mi discutirlo. —dijo.

—Asi que... asume que estos reportes fueron alterados y que no reflejan lo que usted vivió en el transcurso de la misión. —dijo el hombre.

—Yo no asumo nada. —respondió Ximena. —Mi reporte de lo sucedido es completamente fiel a lo que he experimentado y respondo personalmente por todo lo escrito. Las grabaciones de la cabina de EW012 y EW017 deberían bastar para afirmar la veracidad de mi reporte. —agregó.

El Doctor Reiss sacó un atado de cigarrillos de uno de sus bolsillos superiores e hizo un gesto hacia la joven. —¿Le molesta si...?

—En absoluto.

El hombre tomó un cigarrillo y tras encenderlo se tomó unos minutos mientras miraba el rostro de la joven Teniente a través de la pantalla holográfica semi-transparente. —No dudo de la veracidad de sus palabras. —dijo finalmente mientras lanzaba una pequeña nube de humo por encima de la mesa. —Y estoy convencido que usted escribió ese reporte de una forma profesional acorde a su experiencia... pero.

—¿Pero? —preguntó Ximena.

—La mente humana no es una caja negra. —respondió el hombre haciendo un gesto con la mano. Un pequeño cenicero surgió de la mesa junto a su mano. —Los recuerdos y las experiencias no son datos que se escriben en piedra. —afirmó. —Sus recuerdos... mejor dicho sus experiencias, la forma en la que su mente percibe el mundo a su alrededor. Todo eso puede ser manipulado.

Ximena frunció el ceño. —¿A que se refiere con "manipulado"? —preguntó.

—A un trauma. —respondió el Doctor Reiss mientras sacudía el cigarrillo sobre el cenicero. —Lo que usted vivió allí fuera. —dijo mientras la colilla encendida del cigarrillo apuntaba hacia el cielo. —Fué una experiencia terriblemente traumática; perder a todo su escuadrón, a su compañero de aeronave... esas cosas golpean duro.

La joven escuchó al hombre sin saber que responder. ¿Acaso estaba hablando en serio?

—Mi especialidad es justamente ayudar a los soldados que, como en su caso, sufrieron los peores golpes de la guerra. —continuó hablando. —Leyendo su reporte he encontrado varios patrones que hablan de un tipo de mecanismo psicológico de...

—Con todo respeto señor, creo que su diagnóstico es... equivocado. —respondió Ximena tratando de permanecer con calma. —Le repito que recuerdo perfectamente lo sucedido en el campo de batalla hasta el momento de perder el conocimiento.

—¿Entonces cómo explica las discrepancias con respecto al reporte oficial, Teniente?

—Eso debería preguntarle a quienes escribieron el informe y, si aún tiene dudas, cotejar la información con el contenido de las cajas negras de todas las aeronaves involucradas en la batalla.

El Doctor Reiss apagó el cigarrillo y volvió a cruzar las manos sobre la mesa. —No tenga la menor duda que haremos eso. —dijo mirando seriamente a la piloto que tenia delante. —Lo que nos deja con el asunto de esta misteriosa Oficial Fontaine que usted menciona en su reporte.

—¿A que se refiere?

—A que no existe nadie con ese nombre o rango en las fuerzas. —respondió el médico marcando sus palabras con varios golpecitos en la mesa usando un dedo. —Puedo tener en cuenta la necesidad del Alto Mando para no registrar información sobre equipamiento sensible... pero lo que usted asegura es...

—Las grabaciones de cabina de mi aeronave deberían bastar para probar mis palabras. —respondió Ximena. —Los canales de comunicación internos no están encriptados y...

—No hay nada de eso. dijo el hombre sacudiendo la cabeza. —No se recuperaron ninguna de las dos cajas de seguridad de las aeronaves bajo su mando, Teniente. —Así que solo tenemos su testimonio y lo que otras aeronaves registraron de la batalla... y la "Oficial Fontaine" no existe en ninguno de esos registros... sólo en su reporte.

Ximena sintió hervir la sangre y sus puños se cerraron, pero mantuvo el control. Era lo único que podía hacer en ese momento.

—Comprendo su frustración Teniente y por eso quiero ayudarla. —intentó tranquilizarla el hombre. —Pero tengo que trabajar con la información que tengo y lo que este informe me dice. —dijo haciendo un gesto hacia el Pad que proyectaba la información frente a ellos. —Es que usted sufrió una experiencia traumática que suele causar una serie de patologías de la physiques compatibles con su caso.... eso incluye no sólo la pérdida de la memoria, sinó la alteración de los recuerdos y, en ciertos casos, la creación de nuevos recuerdos como un mecanismo de defensa de la mente.

La joven Teniente miró al profesional un largo rato en silencio. —¿Está insinuando que yo imaginé a esa persona? ¿Que mis memorias son falsas? ¿Que nada pasó como yo lo recuerdo?

—La mente es algo muy complicado, Teniente Hernandez. —le respondió el hombre. —Evidentemente estamos ante una serie de respuestas de su mente ante un suceso traumático y hay, evidentemente, muchas respuestas conscientes e inconscientes que tenemos que analizar, pero basándose en su testimonio, creo que estamos ante un caso de un Síndrome de Falsos Recuerdos.

Ximena se pasó la mano por el rostro y suspiró profundamente. A continuación volvió a juntar sus manos sobre la mesa y miró al médico a los ojos. —Doctor. —dijo.

—La escucho.

—Nosotros los pilotos de combate entrenamos para reaccionar en el acto a los cambios inesperados en el campo de batalla. —explicó la joven. —Analizamos nuestro entorno y continuamente creamos alternativas para tener la mejor solución a mano... sea en ataque o defensa.

El hombre se llevó la mano a la barbilla. —Comprendo. —dijo. —¿Qué es lo que su entrenamiento como piloto de combate le dice sobre esta... situación? —preguntó.

—Mi instinto me dice que no haga absolutamente nada. —respondió Ximena bajando la mirada. —No puedo tomar una decisión sin saber realmente cuales son las herramientas que tengo a mi disposición.

El Doctor Reiss asintió con la cabeza. —Agradezco que al menos intente colaborar conmigo. —dijo. —Como le expliqué con anterioridad, me especializo en esta clase de traumas y he experimentado la frustración que esta condición genera en un soldado que de pronto siente que se está dudando de su palabra o de su estabilidad mental. A veces... esa frustración se convierte en violencia.

La joven señaló la pantalla. —¿Qué debemos hacer a continuación? —preguntó.

—Confirmar el diagnóstico por supuesto. —respondió el hombre. —Debo reunirme con mi equipo de especialistas y presentar su caso para una evaluación en grupo, pero dado que usted misma ha decidido colaborar en el tratamiento, creo que es posible saltearnos un montón de pasos que solo servirian para incomodarla a usted... tal y como veo yo su caso, usted está lista para dejar el hospital.

Aquello hizo sentir mejor a Ximena de inmediato. La joven sonrió e hizo una pequeña reverencia con la cabeza. —Agradezco mucho que confíe en mí. —dijo

—Estoy seguro que obtendrá una recuperación completa. —afirmó el Doctor Reiss. —Llenaré su reporte final y firmaré los papeles necesarios para que pueda volver a su casa. —dijo mientras hacia aparecer una serie de documentos con un gesto de la mano.

Ximena miró la ventana cerrada. Un descanso mientras hacía aquel tratamiento... si, eso le serviria para recuperarse un poco. —Mi casa... supongo que estaré de permiso hasta entonces. —dijo suspirando. —¿Cuándo podré volver a mi Escuadrón? ¿Podré realizar otras actividades mientras tanto?

Reiss levantó la vista de su Pad y miró a la joven. —Me temo que usted no está en condiciones de continuar su trabajo en estos momentos, —dijo con voz tensa. —Esta clase de tratamientos no... no se realizan en miembros activos de la fuerza.

Ximena sintió que el aire de la habitación se enfriaba de golpe. —¿A que se refiere? —preguntó mirando los ojos oscuros del médico.

—Un trastorno como el que usted posee... simplemente no puedo permitir que vuelva al servicio activo, Teniente.

Ximena apretó el puño y el sonido de sus nudillos hizo que el hombre tragara saliva. —¿Entiende lo que digo? —preguntó sin amedrentarse. —Un soldado no puede experimentar esta clase de... falsos recuerdos. —dijo señalando el reporte de Ximena. —Debemos primero trabajar en su recuperación y eventualmente usted podrá...

Ximena golpeó la mesa con ambas manos y las pantallas temblaron por el golpe. El soldado que estaba en la puerta miró con curiosidad a ambos para ver que estaba sucediendo.

—No puede hacer eso. —exclamó Ximena incorporándose. —¡Estamos en medio de una movilización general, la NUNS necesita de mi experiencia!

—Teniente... por favor contrólese. —rogó Reiss haciendo un gesto con ambas manos. —Comprendo a la perfección su frustración por esto, pero las reglas...

—Quiero una segunda opinión. —exigió la joven. —No estoy en absoluto de acuerdo con su diagnóstico y demando que mi caso sea revisado.

El Doctor Reiss sacudió la cabeza. —Esto es una institución de la Fuerza, no un consultorio médico Civil. —dijo con tono firme. —Y yo he sido asignado a su caso bajo la autoridad militar correspondiente. No hay segundas opiniones Teniente.

Era evidente que el hombre también habia perdido la paciencia y el tono de su voz lo reflejaba.

—¡Pero...!
—No voy a dejar que un soldado con un desorden como el suyo ponga en riesgo a sus propios compañeros en el campo de batalla.

Aquellas palabras hicieron que la joven sintiese un golpe frío en el pecho. —¿Que está...? ¿Que quiere decir con...?

—Este tipo de patologías no solo altera la memoria. —exclamó el hombre señalando a Ximena. —¿O cree que estas personas ficticias que usted describe en su informe son solo simples amigos imaginarios? La mente. —dijo mientras con un dedo se tocaba la frente. —La mente crea estas memorias como una protección, una excusa, lo que sea con tal de eliminar la posible culpa que los actos del "yo" generen en la mente del individuo. ¿Comprende?.

La Teniente Ximena Hernandez comprendió de golpe. —Usted... ¿Usted está insinuando que yo mentí en mi reporte para justificar el resultado de... de nuestra misión? —preguntó sin creer lo que estaba diciendo —¿Eso es lo que trata de decirme? ¿Que yo soy responsable de la muerte... de la muerte de mi compañero?

El Doctor Reiss tragó saliva. —Ya ha sucedido. —dijo. —En todas las guerras en donde los hombres luchan y ven morir a sus camaradas... si, esta perfectamente documentado. —dijo. —No puedo descartarlo por completo.

Ximena se puso de pié de golpe —Maldito... ¿Cómo se...?

Reiss supo que la situación se había ido de su control. Volvió la cabeza hacia la puerta con la intención de llamar la atención del guardia, pero vió confundido que el soldado estaba en posición de firme saludando a otra persona que se acercaba por el pasillo.

—¿Pero qué...?

Un hombre entró a la oficina y tanto Ximena como el Doctor Reiss se pusieron firmes de inmediato. Aquel uniforme no dejaba ninguna duda sobre el rango de aquella persona y ambos reconocieron las insignias claramente visibles en él.

El Coronel Rahul Naidu era un hombre de unos 50 años, profundos ojos negros tras gruesos anteojos de marco dorado y cabello rapado al ras como usaban los cadetes. Lo más llamativo de su rostro era un fino bigote oscuro que comenzaba a tornarse de un color ceniza lentamente.

Ximena conocía a ese hombre por supuesto; su escuadrón estaba bajo el mando de aquel oficial, pero en su años de servicio en aquella estación espacial nunca había hablado en persona o siquiera había estado en la misma habitación.

—En descanso. —dijo el recién llegado luego de contestar el saludo.

—Coronel Naidu. —Exclamó rápidamente Reiss bajando la mano. —Ella es la Teniente Ximena Hernandez, estábamos justamente realizando una evaluación Psicológica para...

—Se quien es la Teniente. —respondió el hombre abruptamente. —He venido a trasladarla de inmediato.

El rostro del médico se puso casi en blanco. —¿Trasladarla Señor? Pero...

—De inmediato. —repitió el hombre extendiendo un Pad. —Aquí están los permisos necesarios para que los firme. No tengo todo el día.

Reiss tomó el aparato sin decir una sola palabra pero tras notar la mirada fría de su superior murmuró un "Si Señor" mientras hacía un gesto con la cabeza.

—Teniente. —dijo el recién llegado volviéndose hacia la joven. —Recoja sus pertenencias y vaya al helipuerto del edificio principal, tiene veinte minutos.

Ximena se llevó la mano a la cabeza y exclamó —¡Si Señor! —tras lo cual salió de la habitación a paso vivo y saludar al guardia que había quedado en la puerta de la oficina.

El Doctor Reiss firmó el documento usando su lápiz óptico y extendió el aparato sobre la mesa. —Con el debido respeto Señor. —dijo tras tomar un poco de coraje. —La Teniente Hernandez está diagnosticada con un trauma psicológico grave. —dijo. —Como médico de la fuerza estoy en obligación de informar que estoy en desacuerdo con dar el alta a esta paciente. —dijo.

—Gracias por su preocupación. —respondió el hombre tomando el aparato de encima del escritorio. —Pero a partir de este momento no es necesaria su colaboración en este asunto.

La mirada que le dirigió hizo que el médico bajara la vista. —Entendido. —dijo mientras el hombre se volvió hacia la puerta. —Coronel Naidu. —agregó de inmediato mirando la pantalla que aún flotaba en la pared con los datos de Ximena. —¿Puedo preguntar una última cosa?.

El Coronel Naidu se volvió desde la puerta. —Adelante —ordenó.

—¿Sabe lo que va a pasar cuando la Teniente Hernandez vea el Spot de Reclutamiento que están emitiendo a cada rato en la MBS (1)?

—No y no me interesa. —respondió de mala manera el hombre. —Y le aconsejo que usted también pierda el interés en esto, por su propio bien.

Tras decir aquello el Coronel Naidu abandonó la oficina sin decir una palabra mientras el Doctor Reiss y el guardia lo miraban alejarse.

El hombre meditó aquellas últimas palabras en silencio y apagó las pantallas con sus informes médicos. Al cabo de unos minutos apagó también las luces y salió de la habitación mientras despedía al guardia y se dirigía caminando por el pasillo hacia su propia oficina. Tenía que escribir un largo y comprensivo informe sobre lo que había pasado aquella tarde, pero no era la perspectiva de sentarse a escribir lo que lo preocupaba.

—Espero que esa joven no cometa una locura. —dijo a su reflejo en el vidrio mientras observaba alejarse al helicóptero por el cielo de la bahía.

Para cuando Ximena llegó a su habitación su permiso de salida ya había sido aprobado y el pequeño Drone a su cargo le informó que podía salir en cuanto lo deseara. La joven no tenía demasiadas pertenencias encima, solo las que llevaba en su traje de vuelo durante la misión que consistían solamente en su Pad y una pequeña billetera. El Pad había quedado en custodia de Inteligencia y solo su billetera había sido traída hasta su habitación. Aparte de eso, la joven se cambió la ropa de internación por unos pantalones y camisa de la milicia que el staff del hospital dejado para ella en el guardarropa. Diez minutos más tarde ya estaba lista para salir y tras saludar a las enfermeras y al médico de guardia, se encaminó hacia la terraza del edificio.

Se sorprendió al ver al helicóptero esperando con el motor en marcha. No porque fuera algo inusual, sinó porque esperaba ver una nave con capacidad de alcance de, al menos, órbita baja (Que era donde la base New Dallas se encontraba)

Asi que no iban a llevarla a su base, al menos de eso estaba segura. Se acercó a la aeronave mientras sostenía su cabello con una mano y saludó a uno de los tripulantes que la esperaba junto al aparato, quien tras responder su saludo le entregó un auricular con micrófono para que pudiera comunicarse durante el vuelo.

El Coronel Naidu ya se encontraba a bordo y le hizo un gesto para que tomase asiento frente a él. La joven se colocó el auricular y luego se ubicó en donde su superior le había indicado. El mismo tripulante que la había saludado subió tras ella y la ayudó a ajustarse el cinturón. Una vez que comprobó que ambos pasajeros estaban adecuadamente resguardados, hizo una señal al piloto para que despegara.

El helicóptero despegó suavemente y se alejó en dirección a la bahía a velocidad moderada. Rápidamente alcanzaron los dos mil pies de altura y cambiaron de rumbo hacia el este en dirección a la ciudad.

—Nos dirigimos al Puerto Espacial de Ciudad Capital. —dijo Naidu usando la comunicación interna de la aeronave. —A partir de este momento usted se encuentra pasada a Reserva hasta que su escuadrón sea reorganizado.

—¿Reorganizado? —preguntó confundida la joven. —No comprendo.

—Su Escuadrón y el resto de la Unidad de Guerra Electrónica han sido disueltos temporalmente. —explicó el hombre. —Una nueva flota se está agrupando en Edén y es seguro que la mayoría del personal combatiente de New Dallas pase a formar parte de la dotación de la misma.

Ximena miró la ciudad desde la altura. —¿Van a dejar el planeta sin una guarnición permanente? —preguntó.

—No, pero queremos que el personal experimentado sea quien lleve la batalla a los Zentradis. —explicó. —No tiene sentido enviar novatos al frente de batalla.

—Comprendo. —respondió la joven.

El Coronel Naidu parecía nervioso. Ximena notó como el hombre miraba intranquilo por la ventana de la aeronave en dirección a la enorme metrópoli que se acercaba rápidamente, pero cada cierto tiempo parecia mirarla de reojo y creyó detectar cierta hostilidad en su mirada. Pronto el helicóptero comenzó a descender mientras los pilotos se comunicaban con la torre de control para transmitir sus intenciones.

—¿Es posible que tenga la oportunidad de escoger mi nuevo destino? —preguntó la joven mirando a su superior. —¿Tiene alguna recomendación para...?

—No. —dijo el hombre secamente. —No tengo ninguna recomendación para darle... y no tengo intención de inmiscuirme en sus decisiones.

Aquello sorprendió a la joven. —¿Señor? —preguntó.

—No quiero tener NADA que ver con usted o lo que haga a futuro. —aclaró Naidu cruzándose de brazos. —¿Quedó claro?

—Si... Si Señor. —respondió todavía más confundida la joven.

Los dos no volvieron a hablar durante el descenso. El Helicóptero ingresó al atestado aeropuerto de la ciudad y se posó en una de las plataformas del edificio principal. Uno de los tripulantes abrió la puerta corrediza y ayudó a Ximena a descender del aparato. Naidu no se movió de su sitio y la miró fríamente sin dirigirle la palabra. Ximena saludó a su superior y el hombre respondió mecánicamente. ¿Qué rayos estaba pasando?

Cuando comenzó a avanzar hacia la entrada del edificio el helicóptero despegó tras ella dejándola completamente sola. El sonido de las hélices del aparato se perdió rápidamente entre los ruidos de las enormes naves espaciales que partían o llegaban desde la bahía. Ximena contempló el paisaje con melancolía y finalmente entró a la terminal del Aeropuerto.

Naidu no le había dicho nada más que su pase a reserva. ¿Debería entonces volver a su departamento en las afueras de la ciudad? ¿O debería primero contactar a su inmediato superior en New Dallas? La joven decidió ir primero a su casa para, al menos, contactar primero a su familia. Por lo que había averiguado en el hospital, sus padres habían sido informados que ella se encontraba bien y que se comunicaría pronto con ellos.

Tomó una escalera mecánica que descendía hasta el enorme Hall principal de la enorme terminal y pronto estuvo completamente rodeada de gente que iba de un lado a otro en el atestado edificio.

Caminó por entre la gente pensando en cuál sería su siguiente paso. A pesar de no tener su Pad, contaba todavía con su tarjeta de identificación. Aquello le permitía usar cualquier medio de transporte y pronto la idea de tomar un Taxi hasta su departamento apareció como la mejor opción. Si, definitivamente haría eso.

Se detuvo frente a un enorme mural que en aquellos momentos emitía una serie de consejos para los turistas que visitaban por primera vez el planeta. Una chica dibujada al estilo manga-anime explicaba los peligros que podían sufrir los turistas si, por alguna razón, llegaban a encontrarse en medio de una de las calles exclusivas para el tránsito de Zentradis.

Ximena sonrió al ver la caricatura del típico turista gordo en camisa Hawaiana y pantalones cortos que quedaba convertido en un panqueque cuando era pisado por un gigante que apenas se daba cuenta lo que había sucedido, pero aquella sonrisa solo duró una fracción de segundo. La joven había visto lo que pasaba cuando un micrón era aplastado por uno de esos gigantes en la realidad; no era un asunto de risa.

¿Tenía consciencia la gente de lo peligrosos que podían ser esos guerreros? Incluso los niños Zentradis nacidos después del armisticio de la Primera Guerra Espacial eran considerados peligrosos por su increíble fuerza y tenían que ser educados en instalaciones especiales y solo podían jugar con otros niños Micrones usando avatares holográficos y Realidad Aumentada, de modo que los pequeños no sufrieran peligro alguno.

El Zentradi (o mejor dicho la caricatura estilo anime) de la pantalla se disculpaba ante el turista (que había de alguna forma vuelto a recuperar su forma normal) mientras la presentadora explicaba que en caso de encontrarse en medio del camino de uno de esos gigantes, era recomendable gritar y hacerse ver para alertar de su presencia.

Ximena observó al gigante de la caricatura y pensó en cómo se veían en realidad esos guerreros, el terror que despertaban en el campo de batalla con su sola presencia. Ajenos al dolor o a la fatiga, eran guerreros perfectos, imparables y mortíferos. El solo recordar el rostro de pesadilla de aquellos que habían estado a punto de matarla hacía tan poco tiempo... eran casi como el que en ese momento aparecía en la pantalla.

No... no eran solo similares... eran...

—De-Deculture...

Frente a Ximena aparecieron los Zentradis en sus armaduras blancas. El combate que había sucedido hacía semanas había vuelto a materializarse frente a ella. Vió los misiles volar, los disparos láser rasgando la negrura del espacio. Estaba volviendo a suceder.

—No... no. —exclamó retrocediendo, pero la pantalla era tan grande que su vista abarcó aún más el campo de batalla. Vió a sus compañeros morir una vez más ante el implacable fuego enemigo. Vió como los VF-171 explotaban uno tras otro sin apenas ejercer resistencia hacia la muerte blanca que los alcanzaba en cada rincón de la pantalla.

Entonces vió con terror aquello que sabía que sucedería. Vió el VF-171 de su camarada esquivar en vano las balas de sus asesinos.

—Miyuki... ¡Miyuki! —gritó extendiendo los brazos, pero no estaba en su cabina, no tenía un arma, no tenía nada. Estaba allí, parada frente a la pantalla viendo como todo sucedía otra vez; las mismas imágenes, las mismas explosiones.

Miyuki miró a la cámara y su rostro llenó por completo la enorme pantalla antes que todo se tornara rojo sangre.

—¡NO! —gritó Ximena tomándose la cabeza con ambas manos.

La gente que atestaba la terminal pareció esfumarse en un mar de neblinas blancas mientras la joven caía de rodillas en el piso. Reiss tenia razón, su mente estaba rota, su carrera en la milicia estaba acabada.

—¡Lo siento!

Otra vez aquellas palabras, otra vez aquel abrazo y los cabellos blancos que caían sobre su rostro, pero esta vez las lágrimas no flotaron ingrávidas en la cabina, ahora rodaban por sus mejillas mientras aquella misteriosa voz lloraba a sus espaldas.

—Tu... tu no eres real. —balbuceó Ximena tomando las manos que la abrazaban por delante de su pecho. —No puedes ser real... yo.

Sintió que alguien la arrastraba. La niebla se convirtió en una pared de rostros desconocidos que la miraban y murmuraban cosas ininteligibles. Escuchó las palabras «Trauma» y «PTSD» que venían de varios sitios, pero no supo de donde. La pantalla seguia emitiendo luces rojizas, pero ahora provenian del logo de la NUNS que giraba mientras palabras extrañas aparecian en amarillo sobre el fondo negro.

Cuando la visión de Ximena se tornó mas clara, lo primero que reconoció fué un arrugado rostro que la miraba preocupado.

—Donde... ¿Donde estoy? —preguntó sujetándose la cabeza.

Reconoció las formas vagas de unos asientos y comprendió que estaba dentro de un vehiculo en un estacionamiento. La puerta corrediza de lo que parecía ser una camioneta tipo VAN estaba abierta por completo y ella estaba sentada en el asiento con las piernas hacia el lado de afuera.

—¿Te encuentras bien Xime? ¿Puedes oírme?

La voz inconfundible hizo que la joven volviese en sí de inmediato. —¿Jefe Aichi...? ¿Es realmente usted..?

El hombre suspiró aliviado y se quitó la gorra naranja para limpiarse el sudor de la frente. —Gracias al cielo que estás bien... tenía miedo que sufrieras algún tipo de ataque o algo.

—Estoy... algo agitada. —dijo Ximena haciendo un esfuerzo por enderezandose en el asiento. —¿Dónde...?

—En el estacionamiento del Puerto Espacial. —respondió el hombre mientras volvía a ponerse la gorra. —Te trajimos a un lugar tranquilo porque allí arriba se armó un espectáculo frente a las pantallas de la Terminal.

La Teniente Hernandez se pasó una mano por el rostro. —Creo... creo que tengo algún tipo de condición traumática. —dijo. —Sufrí una especie de ataque y perdí el control. —dijo mientras miraba su mano. —Es posible que sufra de alucinaciones y cosas asi, es lo que me dijo uno de los médicos en el hospital.

El Jefe del equipo de Mecánicos del Escuadrón de Ximena la miró con preocupación. —Teniente... no crea todo lo que dicen esos burócratas de Recursos Humanos.

La joven sacudió la cabeza. —Creo que tienen razón. —dijo. —Tal vez haya imaginado cosas o visto gente imaginaria... no estoy en condiciones de...

—Yo no soy una persona imaginaria. —dijo una voz cercana.

Ximena levantó la vista y vió a una muchacha algo más joven que ella vestida con ropas de civil de forma casual y poco llamativa. Llevaba una bandeja de plástico con un par de vasos de cartón y se acercó rápidamente a ella mientras ponía las bebidas en las manos del sorprendido mecánico. Al ver el largo pelo blanco, casi plateado sintió que su corazón se aceleraba de repente. —Pero... tu no... —comenzó a balbucear.

—¿Se encuentra bien teniente? Por favor dígame que está bien... —exclamó mientras tomaba las manos de la sorprendida joven.

—Yo... creo... creo que si. —respondió casi sin aliento Ximena. —No... no entiendo nada... ¿Quién...?

El Jefe Aichi puso los vasos de café en los posavasos de la puerta de la camioneta e inmediatamente subió al asiento del conductor. —Tenemos un viaje largo por delante. —dijo. —Te pondremos al día mientras viajamos por la carretera.

Antes que Ximena pudiera responder algo la misteriosa joven entró a la camioneta y tras cerrar la puerta corrediza se sentó junto a ella. —Listas. —dijo mirando hacia delante.

El mecánico asintió con la cabeza y puso en marcha el motor. Minutos más tarde, el vehículo entraba en la atestada autopista y se dirigía rápidamente hacia el sur, hacia los campos cultivados que rodeaban a la pujante metrópolis.

1. Macross Broadcasting System. Es la Emisora Oficial del Gobierno Unificado

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